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❝Perfume a Verbena❞

Después de la cena, me di un baño caliente y me encerré en mi habitación para escribir la carta que le respondería a Jackson. Tenía anotada su dirección y debía ser yo quien le escriba primero ya que no le había dado la mía. Había pasado una semana y media desde que regresamos a Velance.
Luego de leer el nombre de la madre de Jackson, que estaba escrito en el sobre de la carta que iba a ser para ella, pude notar que era exactamente el mismo nombre que mi madre usaba de soltera. Cuando averigüé ese nombre, sólo habían dos mujeres registradas que se llamaban así en la ciudad. Una había fallecido hace treinta años y la otra había cambiado su apellido a Park, mi madre.
Supuse que Jackson no debía tener mucho más de treinta años, y según lo que él dijo, había pasado varios años con su madre. Así que no podía ser la mujer que falleció.
Por otro lado, me ponía los pelos de punta imaginarme a mi madre escondiendo de mi un hermano perdido. Jamás me había mencionado nada de él, jamás había demostrado haber tenido un esposo anterior a mi padre y mucho menos un hijo.
Mi madre tenía más de treinta cuando yo nací, así que el haber tenido una vida distinta antes de mi llegada no era tan descabellado. Pero si Jackson realmente era mi hermano, sería el único miembro de mi familia que aun esté con vida. El sólo pensarlo, me provocaba felicidad. Un hermano, para alguien como yo que había crecido sin compañía y que poco a poco perdí a todos los miembros de mi familia, era un regalo de los dioses, una feliz recompensa después de tanto sufrimiento. Pero ¿la merecía?

—Lunátice. —Tras oír su voz en mi espalda solté un respingo, no lo escuché entrar o estaba tan ensimismado en mis pensamientos que simplemente ignoré el sonido de la puerta. Sentí dos manos firmes posarse en mis hombros, disfruté de esos masajes cálidos y como desataba todos mis nudos. —Es un nombre excepcional. Con razón sólo dos personas lo portaban en Velance.

—Es poco común, ojalá tuviera un nombre tan único y elegante como el de mi madre. —sentí sus manos rodeando mis hombros y como posaba su cabeza junto a la mía.

—Tu nombre es perfecto. —Sentí un cálido beso sobre mi mejilla. —Tu madre tenía buen gusto.

—Probablemente heredé el buen gusto de ella. —giré levemente mi rostro para encontrarme con su mirada. Me acerqué un poco a él y posé mis labios sobre los suyos en un suave y corto beso.

Dejé la carta a medio hacer cuando sentí que su beso aumentaba. Me levanté de mi asiento para así ser abrazado por él sin separar nuestras bocas de aquella unión. Llevé mis manos a su nuca y acaricié su cabello ahora corto. Tenía que hacer puntitas de pie para alcanzar su boca.

—¿Puedo dormir contigo esta noche? —Pregunta sobre mis labios cuando nos separamos lentamente, sólo asentí y luego tomé su mano para caminar hasta la cama, apagando la luz de la habitación. No nos quedamos totalmente a oscuras ya que había encendido una vela en la mesita de madera al lado de mi cama. Había decidido que terminaría la carta mañana, ahora era más importante pasar tiempo con Yoongi.

—El lado izquierdo es mío. —Me quité los zapatos y desabotoné mi camisa.

—Tiene tu perfume. —Se recostó en la cama y hundió su nariz en la almohada. —Podría dormir aquí siempre.

—Tú te estas acostumbrando mucho a apropiarte de lo mío, eh. —Pude ver como se daba la vuelta para quedar boca arriba. No dudé en adentrarme en la cama, recostandome encima suyo, entre sus piernas y abrazándolo con fuerza.

—¿No que tu lado era el izquierdo? —Sentí sus brazos cálidos enrollarse en mi cintura, acariciándome la piel ya que me encontraba con el torso desnudo.

—Mi lado es cualquiera en el que tú estés. —Dejé un beso en su barbilla y luego lo miré a los ojos. Sentí la yema de sus dedos pasearse por mi espina dorsal. —¿Qué haces?

—No tengo idea. —Susurró cerca de mi boca, mirándome los labios.

—Pues continúa. —Susurré de la misma forma. ¿No había venido a dormir? Ahora se encontraba jugando con el borde de mi pantalón.

—No me tientes a continuar.—Juntó nuestras frentes —No sabes lo difícil que es para mi contener mis manos y no arrancarte la ropa.

—No las contengas. —nuestras piernas estaban entrelazadas y su muslo izquierdo se colaba entre las mías, rozando contra mi entrepierna. —¿No te das cuenta de cómo me pones?

—Oh por supuesto que si. —Sonríe mirándome con deseo. —Una de tus cualidades más atractivas es no poder disimular nada.

—Entonces tócame. —fui directo con él, como siempre lo era. —Tócame hasta que te ardan los dedos, hasta desgastar mi piel, hasta que tu huella quede marcada en cada parte de mi.

—¿Y luego? —Pregunta amenazando con adentrar sus manos bajo mi pantalón y me estremezco ante la idea.

—Y luego hazme el amor. —Posé mis manos en sus mejillas para besar sus labios, se notaba a simple vista lo mucho que intentaba contenerse y me indignaba la idea de que no avanzara. ¿Qué estaba mal? ¿Por qué no me quería hacer suyo? ¿Y si le daba asco? ¿Era porque nos llevábamos diez años? O quizá yo era el tipo hormonal de veintitrés años con ganas de explorar la sexualidad como nunca antes me había animado a hacer con nadie más. Estaba claro que ni el mayor ni yo eramos inexpertos, nos habíamos tirado a mujeres varias veces, sin sentimientos. Pero esto era distinto, nunca había explorado mi sexualidad con un hombre y probablemente nunca lo hubiera hecho si no era con Yoongi. 

Mis dudas e incertidumbre se disiparon cuando el mayor finalmente decidió adentrar sus manos bajo mi ropa interior, acariciando mis glúteos, palpando la suavidad de mi piel. Me sonrojé de inmediato cuando sus manos firmes me acariciaban de esa manera, en esa zona. Era tan descarado que empezó a ejercer presión con su muslo en mi entrepierna. Provocando que me muerda el labio inferior para no soltar ningún ruido obsceno, al menos no ahora.
Mi cuerpo no tardó en entrar en calor y mi entrepierna comenzó a notarse.
Sentí como el mayor me volteaba haciendo que sea yo quien quede recostado en la cama y él encima mío. Llevé mis manos a sus brazos fornidos y los acaricié por encima de la tela de su camisa que se afirmaba a él, posiblemente esa era una de mis camisas que le había prestado y por eso le iba tan entallada.
Lo miré a los ojos y sentí nuevamente una presión en mi entrepierna, pero era distinta. Bajé la mirada y solté un jadeo, el mayor se había acomodado entre mis piernas para frotar su bulto contra el mío.
Sentí su boca en mi cuello, sus besos, sus lamidas. Sentí como se frotaba y se frotaba contra mi, con deseo, provocando que mi entrepierna palpite por él y que toda mi sangre se acumule en mi erección.
Sus manos deslizaron hacia abajo mis últimas dos prendas, hasta que él se encargó de apartarlas del camino. Me dejó desnudo y excitado entre sus brazos y él entre mis piernas. Me estaba entregando a él y podría hacerme lo que se le antoje con tal de que sea él quien calme el calor de mi cuerpo.

Lo vi frente a mi, de rodillas en la cama, desabrochando su pantalón.

Esa era una imagen digna de conservar en mi mente, pero se volvió más íntima cuando bajó sus prendas hasta sus rodillas y tomó su hombría entre su mano izquierda, la masajeo suavemente y la acercó a la mía. Escupió su saliva sobre nuestros miembros y yo pensé que no podía ser más erótico y varonil.
Me estremecí por completo cuando esparció su saliva entre nuestros miembros, como su mano tocaba mi duro miembro, como su dura virilidad se frotaba contra la mía. Nos estaba masturbándo, mientras que su mano libre se aferraba a mi almohada. Yo observaba sus caderas moverse contra mí, me dejé hacer, me dejé tocar por él. Llevé mi mano derecha a su nuca y lo obligué a besarme, enterré mis dedos en su cabello, lo besé con hambre, con excitacion e impaciencia. Jadeando sobre su boca y recibiendo sus jadeos sobre la mía.

—Sigue. Yoongi. —dije caliente y arrogante, pidiéndole más como si nada pudiera satisfacerme más que él cumpliendo mis peticiones.

Mis piernas lo abrazaban y mi mano haciendo presión en su nuca lo tenía preso a mi boca, podía sentir como él lo disfrutaba. Llevé mi mano libre a su miembro, haciéndola partícipe del acto, acaricié su intimidad, él acarició la mía y juntas se fundían en un exquisito e íntimo roce. Su dura hombría palpitaba contra mi mano, era prominente, lo suficiente como para hacerme soñar despierto. Sentía sus jadeos aumentar y como una oleada de placer se avecinaba en mi erección, estábamos llegando a la cúspide del placer, a la satisfacción absoluta. Me separé de su boca unos segundos para mirarlo a los ojos, convenciendome de que esto era real, que éramos él y yo compartiendo nuestro amor de esta forma tan pasional como obscena. Vi como su entrecejo se cerraba y su boca se abría levemente indicando un gesto de placer tan atractivo que jamás había visto en él. Me encendió tanto que fui el primero en dejarme hacer por el orgasmo, corriendome sobre su mano y manchando mi abdomen. Sintiendo como la reciprocidad de nuestro amor se reflejaba en Yoongi corriendose segundos después de mi, llenando mi mano izquierda de su caliente líquido blanquecino mientras nos mirábamos con todo el deseo del mundo.

Sentí su peso sobre mi cuerpo y su frente en mi pecho, como su respiración agitada trataba de calmarse y dándome cuenta de que yo estaba igual de agitado que él.

Esta noche podría haber escalado a más, pero no quería eso. Con el paso que acabábamos de dar, lo que hicimos esta noche fue único y  suficiente, quería recordarlo como la noche en la que nos animamos por primera vez a soltar nuestros temores y a conocernos más de lo que ya nos conocíamos. Me besó en la boca con dulzura y luego se levantó de la cama para regresar con una toalla y limpiarme cuidadosamente. Poco después se acurrucó a mi lado, me abrazó, me dijo lo mucho que le había gustado y que quería volver a hacerlo todos los días. Me llenó de besos en el rostro y en el cuello hasta que finalmente se acomodó para dormir, abrazándome y obligándome a apoyar mi rostro en su pecho para así sentir el perfume a verbena de mi cabello. No podía estar más feliz del hombre que había elegido para pasar el resto de mis días. Me aferré a su pecho y justo antes de dormir, me di cuenta de que Yoongi no se había quitado la camisa en toda la noche.



Nota de autor | Que calor hace en invierno.

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