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❝Cariño❞

Al rededor de una semana habíamos estado conviviendo y, mientras más pasaban los días, más me daba cuenta de lo versátil y multifacético que era Yoongi. Cómo éste tenía habilidades para cualquier tipo de trabajo que se presentara. Ahora mismo me encontraba sentado en el jardín trasero viéndolo treparse de un árbol con un machete para cortar sus ramas, según él, si cortaba las ramas en otoño, para la primavera crecerían con más fuerza y su copa se extendería más alto.
Yo me preguntaba si aquel tipo realmente era malo en algo, porque en la última semana, me demostró sus múltiples habilidades con la jardinería, la cocina, la huerta, carpintería, música y pintura. Por lo visto ahora también era leñador, porque se bajó del árbol y empezó a cortar los troncos con el machete para hacer leña.

—Comandante ¿Habrá algún momento en el día que usted se tome un descanso? —Dije acercándome a él, hablarle formal era más bien una forma de llamar su atención, me gustaba hablarle como si fuera mi superior, entrábamos en una especie de coqueteo que me erizaba la piel.

—Esta es mi forma de descansar, general. —Dejó el hacha y se arremangó los puños de su camisa blanca.

—Te traje algo. —Tenía mis brazos detrás de mi espalda, escondiendo de él la mandarina.

—Me pregunto qué será. —Secó el sudor de su frente y se acercó a mi.

—Con la condición de que vamos a compartir. —Saqué la mandarina y la lancé levemente hacia arriba para que vuelva a caer en mi mano.

—Lo tuyo es mío y lo mío es tuyo. —Sonrió de lado mostrando sus dientes y me arrebató la mandarina de la mano. Empezó a quitarle la cáscara y luego tomó un gajo para acercarlo a mi boca. Yo lo recibí con gusto. Era tan dulce, su sabor y su perfume impregnó mis sentidos.

Nos sentamos debajo del árbol, apoyando muestras espaldas en el tronco mientras nos terminamos nuestra mandarina.

—Fui a la ciudad en la mañana mientras dormías. —Le dije mientras tomaba su mano izquierda y empezaba a mirarla y a tocarla con detalle, acariciando con la punta de mis dedos cada pliegue en los suyos, cada vello y cada aspereza.

—¿A llevar la carta? —preguntó apoyando su cabeza en mi hombro.

—A llevar la carta. —Dije dando vuelta su mano para acariciar su palma y seguir el camino de su piel en donde sus pliegues parecían formar una "M" —Y descubrí algo. Resulta que la madre de Jackson, falleció hace años.

—Oh. —Dijo buscando mi mirada —Pobre Jackson.

—Eso no es lo único. —Entrelacé nuestros dedos y luego lo miré. —El nombre de su madre, es el mismo nombre que mi madre usaba de soltera, antes de conocer a mi padre.

—¿Qué estas queriendo decir? —Yoongi me miró esta vez con más atención, sin saber a donde estaba queriendo llegar.

—Que puede ser una coincidencia. —Con mi mano libre acaricié la mejilla de Yoongi. —O puede que, en el más descabellado de los casos, Jackson sea mi hermano.

Yoongi sonrió y luego se llevó mi mano entrelazada a la suya cerca de los labios para dejar pequeños besos en cada uno de mis nudillos.

—Te ayudaré a averiguar lo que sea que necesites, cariño.

«Cariño» un simple apodo que para mí era como recibir directamente un flechazo de amor directo en el corazón. Me sonrojé a más no poder, el mayor era un completo descarado al haber aprovechado esta oportunidad para llamarme por primera vez con un apodo cariñoso.

—Tú, idiota. —Escondí mi rostro entre mis rodillas y mis brazos. —No me llames cariño cuando estoy sentimental.

—Me encanta tu forma de decirme que te vuelve loco que te llame cariño. —Escuché una carcajada y lo miré aún algo sonrojado, tomé su camisa y lo atraje hacia mi para robarle un beso y hacer que se callara. Probé el exquisito cítrico dulce desde sus labios y lo saboree pasando mi lengua por sus suaves belfos.

Yo no me considero un hombre de palabras bonitas, ni de gestos románticos. Mi lenguaje del amor se traduce en acciones, insultos y sonrojos. Yoongi sabe leerlo, es la única persona que conoce mi lenguaje del amor.

—Si, me vuelve loco ¿y qué harás al respecto? —Dije mirándolo desafiante y a la vez en broma, se echó a reír diciendo que no intimido ni a una mosca y luego tomó mi mano ayudándome a levantarme del suelo para que juntos ingresemos a la casa ya que estaba atardeciendo.

En la cena hablamos un poco sobre la última semana juntos, sobre qué sería de nosotros a partir de ahora. Yoongi quería trabajar, sus constantes intentos por buscar algo que hacer y no sentirse una carga para mi se traducían en: intentar abarcar todos los rubros posibles que se necesiten en la casa.
Sin embargo yo notaba como él tenía miles de pasatiempos, mientras que el mío era simplemente observarlo o intentar darle una mano en lo que sea que esté haciendo.

Sobre la convivencia, dios es maravillosa. A pesar de que no hemos dormido ni una noche juntos, yo intento darle a Yoongi su espacio y supongo que él también a mi, aunque a veces si me tienta la idea de correr a dormir con él en la misma cama. Pero lo noto algo tímido en ese sentido aún, no se cambia la ropa en frente mío, no me deja quitarle la camisa ni tocarlo debajo de ella, siempre busca tener su privacidad. Y eso está perfecto, porque todos debemos tener nuestra privacidad. Pero su timidez no es propia de él y te preguntarás por qué lo sé, pues porque en el campo de batalla tuvimos que hasta bañarnos juntos y, tanto él como yo, nos hemos visto todo.
Su rechazo a ser tocado bajo la camisa o en todo caso a ser visto sin la camisa, supongo yo, que debe ser por algo que pasó después de que fuimos separados, sin embargo aún no hemos logrado hablar de nada de eso.

De hecho, no hemos hablado de nada de lo que ocurrió en ese año sin vernos.

No he tenido los suficientes huevos para preguntarle a Yoongi qué le hicieron en esa cárcel, ni cómo provocó la explosión, ni cómo terminó en ese refugio. Su respuesta me aterra, porque sé que me va a enfurecer y volveré a tener ese exorbitante odio por las personas que le ocasionaron algún tipo de daño.
Así que decidí darle su tiempo, su proceso, para que él decida por su cuenta contarme y también esperaré a que él pregunte qué me pasó a mi. Aún no está enterado de que pasé meses en coma, ni que tardé bastante tiempo en recordar lo último que él me dijo.
Ninguno de los dos la habíamos tenido fácil, probablemente él menos que yo. Pero si había algo que ambos sabíamos era que, darnos nuestro tiempo para sanar, nos iba a dar la fuerza para poder decirlo en voz alta.

Cuando terminamos de cenar, le pedí a Irene que vaya a descansar, había estado limpiando la casa todo el día y aún así quería lavar los platos después de la cena, era una joven terca que quería hacer todo ella sola a cambio de "mi hospitalidad" según sus palabras. Me rendí a lavar los platos cuando ella me empujó levemente repitiendo que se encargaría de todo. En la última semana ya nos habíamos familiarizado aún más y la consideraba una divertida y necesaria compañía. Yoongi también había estado hablando con ella, aunque la menor se veía más tímida al hablar con Yoongi porque acababa de conocerlo.
Nos comentó que tiene muchos hermanos y que sus padres no pueden con todos, el recibir una carta para trabajar como ama de llaves de esta casa la hizo muy feliz cuando se enteró, ya que de esta forma podría ayudar un poco a su familia.
Hemos pasado un momento embarazoso con ella y Yoongi cuando, con el mayor, nos besamos en el jardín y ella nos vio.
Ella venía con una bandeja la cual terminó en el piso al verme a mi recostado en el césped boca arriba, mientras que Yoongi recostado a mi lado me besaba en los labios.
Pensó que el opuesto me estaba haciendo respiración boca a boca y que me faltaba el aire, el susto provocó que se le caiga la bandeja y que de esa forma nosotros nos separemos de golpe. Tuvimos que explicarle, de manera muy vergonzosa, que ambos estábamos en una relación amorosa, cuando claramente ninguno de los dos habíamos hablado de «una relación amorosa» previamente. La menor sólo suspiró aliviada y nos dijo que el amor es lo más importante, que no le incomodaba que seamos una pareja y que de todas formas ya lo había sospechado.

Después de ese día fue cuando tomé importancia a lo que ella había dicho. Nunca antes me había preocupado por lo que las personas ajenas a mi y a Yoongi pensaran de nosotros. Ni qué sentirían al vernos mientras nos besábamos. Si les incomodaría, si no, si estaba bien o si estaba mal hacerlo.
Definitivamente la sociedad no estaba nada lista para vernos juntos, dos hombres, al menos no la mayoría de personas que no nos conocían. Pero por otro lado, la mayoría de nuestros conocidos sabían o tenían entendido qué éramos Yoongi y yo. Y eso a ninguno parecía molestarle.

Y si les molestaba, les patearía el trasero con fuerza para mandarlos lo más lejos posible de nosotros.

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