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❝El significado del amor❞

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Escuchamos disparos a lo lejos, la forma en la que corrimos era desesperante. Por la cantidad de paisajes que habíamos sobrepasado, estábamos bastante lejos del refugio. Había una posibilidad de que nos estén siguiendo, pero si ese era el caso, estaba seguro de que no eran muchas las personas tras nosotros.

—Los Merlines son muy idiotas o... —Dijo Jungkook —Realmente fue muy fácil escapar.

—Son idiotas, por eso ganamos la guerra. —Dijo Taehyung corriendo a su lado, aunque ambos hablaban para que todos los escuchemos.

—De hecho no es así. —Dijo Seokjin —Las bajas de la guerra fueron muchas para Merland, así que la gran mayoría de sus soldados son novatos.

—Es por eso que Merland se rindió ante Velance, casi el total de sus soldados fue exterminado y los pocos que quedan son novatos que ingresaron este último año. —Yoongi habló esta vez. —Y la mayoría es forzado a ingresar, aquí aun reina la dictadura, hay toque de queda todos los días. Es un país echado a perder, aquí entra y sale quien quiere.

—La guerra civil que está vigente aquí, es para pedir democracia. —Dijo Seokjin deteniéndose cuando llegamos a la ciudad, empezamos a caminar más tranquilos hasta la estación de tren, notando que en diez minutos llegaría el próximo. Para comprar los boletos de todos se encargó él.

Recordé a las personas echadas a su suerte en el pueblo donde vivía Seokjin, lo subdesarrollado que estaba y llegué a pensar que solo ese pueblo era así, sin embargo, todo el país estaba meramente echado a su suerte. Empecé a entender por qué Seokjin había vivido en Merland tanto tiempo sin ser descubierto. Cómo lograba engañar a todos con identificaciones falsas y ropa hecha por el mismo. Verdaderamente era un país que cada día se venía más abajo.

—¿Y por qué los secuestros? —Pregunté cuando estuvimos sentados en la terminal, esperando a que llegue nuestro tren.

—En la dictadura, todo tipo de crimen es... Válido. —Yoongi se sentó a mi lado. —Secuestraban a Velances para distintos propósitos. A los soldados, por mera diversión, querían vernos sufrir y torturarnos hasta la muerte. A las mujeres, para prostitución. No hay nada más morboso para un Merlín que coger con una mujer de Velance. Y a los niños los querían para las familias adineradas que deseaban tener hijos pero que no podían, es más que nada para hacerlos pasar como propios y ahorrarse el tiempo de tramitar una adopción, entre otras cosas.

—Este país es la cloaca del mundo entero. —Seokjin se levantó del asiento al ver que llegaba el tren. —Aquí desembocan los más sucios y retorcidos seres. Es aquí donde vienen a esconderse los criminales porque no hay extradicion.

—Ahora que lo pienso, nunca supe nada sobre nuestro enemigo. Sólo asesinaba y rogaba porque la guerra acabe. —Dije en lo que todos nos poníamos de pie.

Ingresamos al tren, aprovechando que era el primero y que casi nadie viajaba a esa hora. Los vi tomar asiento, cada quien en distintos vagones. Sentí una mano en mi cintura, ese tacto inconfundible y un susurro que llegó a mi oído.

—Siéntate conmigo.

Me limité a asentir, él se sentó del lado de la ventana y yo a su lado. Pronto sentí sus dedos abrirse paso bajo mi mano para entrelazarse con los míos. Apretó mi mano calidamente, sentía su palma áspera contra la mía, igual de áspera que la ajena. Trataba de controlar mi emoción, no estábamos acostumbrados al contacto físico, esto era tan nuevo para él como para mi.
Miré el pañuelo en su rostro, era azul y se apegaba perfectamente desde su nariz hasta su barbilla, delineando su exquisito perfil que deleitaba así mi vista. Observé la cicatriz atravesando su ojo pero sin haberle lastimado el globo ocular y me pregunté cómo pasó.

—¿Tienes que decirme algo? —Preguntó posando sus ojos en los míos, podía sentir su pulgar acariciando suavemente el dorso de mi mano.

—¿Te arrepientes de que haya venido? —Pregunté algo inquieto. Desde que salimos de ese baño, no habíamos hablado mucho, no habíamos tenido tiempo tampoco. Aun así, esa pregunta estaba dando vueltas en mi mente desde que me dijo «No deberías estar aquí» y si debería, carajo, mi lugar es con él. Donde sea que él esté yo debería estar. No de forma literal, pero si debería estar cuando él necesite ser salvado.

—Te comería a besos aquí y ahora si pudiese. —escuché salir de su boca mientras negaba con la cabeza y agradecí a todos los dioses por llevar ese pañuelo en la cara porque mi rostro se había tornado en un poema. —¿Eso responde a tu pregunta, general?

—Naturalmente. —Dije posando mi frente en su hombro. —Si le sirve de consuelo, comandante Min, yo también quisiera sus besos aquí y ahora.

—En cualquier momento puede pasar alguien. —Susurró cerca de mi oído. —Pero no dejo de pensar que eso lo hace más divertido entonces.

El vagón estaba vacío y la próxima parada muy lejana. Sentí su mano libre en mi mejilla y como sus dedos deslizaban hacia abajo el pañuelo de mi rostro, exponiendo así mis facciones para él. No me quedé de brazos cruzados, yo también quería ser tan afortunado de apreciar su rostro desnudo. Bajé de la misma forma el pañuelo hasta exponer esos finos labios que me tentaban y me atraían a él como un imán. El aura era deseosa e íntima, podía sentir que el mundo a nuestro alrededor se detenía, y en ese instante, sólo eramos él y yo.

Él y yo besándonos lentamente.

No nos importaba que en ese momento pasara alguien y nos vea. No nos importaba si en la próxima parada venía el guardia y nos echaba a patadas del tren.
Llevé mi mano a su camisa y la apreté cerrando el puño para apegarlo más a mi. Entonces su mano libre dejó mi mejilla y fue a mi muslo, apretando este mismo con deseo y provocando que jadee sobre sus labios. Sonreí divertido sobre su boca y eso logró hacerlo sonreir también, lo miré a los ojos y luego solté su camisa, subiendo detenidamente mi mano por su pecho hasta tocar su cuello con la yema de mis dedos.

—¿Cómo fue que ocurrió? —Mi mirada no se apartaba de la suya. —¿Cómo te diste cuenta?

—Supongo que te deseaba incluso desde antes de conocerte. —Su nariz rozó la mía con cariño. —Pero cuando pude hablar contigo, por primera vez, sentí que había una conexión única entre tú y yo. Algo inexplicable.

—Algo inexplicable. —Repetí sobre sus labios y dejé un corto beso. —Así que sólo se dio naturalmente.

—Cuando quise darme cuenta, ya estaba perdidamente loco por ti. —Juntó su frente con la mía. —Y llegué a pensar, qué con todas las señales que te había dado. Era imposible que a esas alturas tú no lo sepas.

—A esas alturas, quería creer que no. —Acaricié su cuello y luego su nuca. —Sentía que no te merecía. Nunca llegué a confesarme contigo por eso mismo.

—¿Y cómo fue que empezó para ti? —preguntó acariciando mi muslo.

—Cuando te oí hablar con Jungkook. —Dije avergonzado. —Es probable que haya comenzado antes de esa noche, mucho antes. Sin embargo, el enterarme que tu boca fue robada por alguien más, me enfureció y no me pude engañar a mi mismo nunca más. Fue entonces donde lo asumí.

—De haberlo sabido Jimin. —Sentí ambas manos en mi cintura. —De haberlo sabido, no me hubiera callado esa noche cuando quería decirte todo lo que sentía por ti.

—Ni yo. —Susurré sobre su boca. —Pero no me importan las palabras no dichas. Me importa lo que tenemos para decirnos ahora.

—Te quiero tanto Jimin. —Susurró de una forma íntima y a la vez abrasadora. —Tanto.

—Te quiero Yoongi. Te quiero todos los días, te quiero para mi y te quiero para siempre. —Lo abracé con fuerza, sintiendo como me abrazaba de igual forma. El cariño era tangible con ese abrazo, nuestros cuerpos se habían extrañado y desde que nos reencontramos no pensábamos en otra cosa que no sea estar juntos. —Al final del viaje, cuando estemos en casa y no quede nada más por pelear, cuando seamos libres y nuestros corazones ya no estén atados a la guerra ni a la fuga. Cuando desnudes completamente mi alma y te adueñes de ella como lo vienes haciendo desde que te conocí, solo ahí toma mi mano, agárrala fuerte y prométeme que serás tú quien me enseñe qué es el amor.

Observé su mirada, la melancolía de mis palabras y los recuerdos que vivíamos juntos se aglutinaban en ese momento. Podía ver que comprendía a qué me refería y como nuestras memorias viajaron a aquel día en el que me dijo «Cuando encuentres el amor, ven a mi»
No necesitaba ir a él como si el amor fuera algo que debía buscar lejos de Yoongi para regresar feliz a contarle que lo había conseguido. El amor siempre había estado ahí, esperándome. No debía ir a otro lugar porque el amor era él. El amor era ese comandante con sus principios nobles y mirada felina que me invitaba a formar parte de su vida. Siempre había sido él.
Ya no era momento de buscar porque aquí lo tenía y sólo quería adueñarme de él, hacerlo propio, abrazarlo y llenarlo de afecto.
Él significa mi amor y yo significo el suyo.

Nota de autor| Paso a preguntar ¿Qué les pareció?
Por mi parte, amé la profundidad de los sentimientos de ambos, esa conexión de palabras entre los capítulos anteriores y cómo se entienden entre líneas ellos mismos.
Me encanta escribir esta historia.

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