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❝No me olvides❞
El rocío otoñal nos caía por los hombros mientras caminábamos Jungkook, Taehyung y yo en la madrugada hacia el barco de Hoseok. Mientras más nos acercábamos se podía sentir el viento chocando contra nuestras frías mejillas, podía oír el sonido del mar y las olas por primera vez. Nunca había tenido tiempo para apreciar el mar, era uno de los tantos deseos que tenía y que compartía con Yoongi.
Cuando llegamos al muelle, divisé la amplitud del mar, como se extendía hasta perderse en el horizonte, el océano era interminable. Quedé totalmente fascinado ante la vista que tenía frente a mis ojos, ese azul infinito y el aroma único que desprendía el agua salada me estaba volando la cabeza.
Pensé en Yoongi, en sus palabras, en sus incesantes "cuando salgamos de aquí" y por supuesto en sus promesas que quedaron congeladas en el tiempo. Pensé en él, porque él era el motivo por el cual yo tenía sueños y anhelos, era él quien alimentaba todos ellos.
Probablemente las primeras horas del viaje me las pasé admirando la inmensidad, observé hacia abajo desde el borde del barco, apreciando como las olas chocaban contra este mismo. No escuché las palabras de Jungkook, ni las invitaciones a beber algo caliente, ni nada que me interrumpa aquella fascinación que estaba experimentando por primera vez.
Probablemente todos los presentes en el barco no sabían que en esta ocasión conocí el mar, no les importaba, no quería compartir esto con ellos. No quería que sea así. Pero la vida es esto, un sinfín de «es lo que hay» y tenía que conformarme.
Porque yo quería conocer el mar con Yoongi, yo quería ver la guerra acabar y quería ver la paz en Velance, quería estar presente el día que recuperamos la democracia y quería lanzar mi gorra junto a la de Yoongi por el cielo, orgulloso de mi nación, orgulloso de mi deber y feliz, con el hombre que amaba.
Pero «es lo que hay» y no tenía otra opción que conformarme, cerrar la boca y buscar a Yoongi.
Porque ya no podía volver el tiempo un año atrás y evitar caer en coma, evitar caer en el peor de mis castigos.
Unos brazos enrollandome por la espalda me sacaron de mis pensamientos, voltee a ver y era Taehyung.
—¿Qué haces? —dije frunciendo el ceño, nunca fuimos tan íntimos como para abrazarnos de esta forma. Éramos mejores amigos, pero no tan empalagosos.
—Tengo frío y tú estás temblando. —Apoyó su mentón en mi hombro y yo mantuve mis manos en el borde del barco. —Estás pensando desde hace horas, eso no te hará nada bien.
—Hay tanto en qué pensar que ya no me alcanza el tiempo. —Dije casi en un susurro, me preguntaba por qué aún no lo había apartado. Quizá si tenía frío y estaba temblando, sólo que no me había dado cuenta por estar pensando tanto.
—¿Lo extrañas mucho? —Dijo casi en un susurro cerca de mi oído.
—Muchísimo. Él es tan importante en mi vida. —Admití, girando mi vista a Taehyung y aunque quise separarme un poco, él parecía soldado al suelo porque no se movía ni un centímetro. Hizo una mueca, torciendo su labio hacia abajo.
—Pronto te encontrarás con él. —Dijo esta vez separándose un poco de mi, el brillo en su mirada se había esfumado y su tono al hablar era desanimado.
No respondí a lo último, aproveché que se alejó para caminar hasta donde se encontraban los demás, me senté en una esquina justo al lado de Hoseok y me dediqué a escuchar las historias que ellos compartían, esperando así que las horas pasen rápido para poder posar mis pies en tierras enemigas y correr hacia él.
Luego de la charla que duró algunas horas, de beber algo caliente y de comer algo, nos fuimos a dormir, al menos los que no teníamos que navegar. Pero en la oscuridad de la noche, entre el ruido de las olas golpeando el barco y mis incesantes pensamientos, el insomnio se adueñó de mi.
UN AÑO ATRÁS, CAMPO DE BATALLA.
—Déjame, estoy bien. —dije apartando mi mano de las suyas y tratando de vendarme yo solo.
—Tienes quemaduras, déjame ayudarte. —Él no me iba a hacer caso, así que siguió vendando mis manos.
Podían oírse disparos, explosiones y gritos ensordecedores.
Nos encontrábamos en el campo de batalla. Habían bajado ya a varios de nuestros compañeros, luego de una fuerte explosión pude sentir la quemadura en mis manos las cuales ahora estaban vendadas gracias a las atenciones de Yoongi. Tomé nuevamente mi arma y apunté a mis enemigos para así volver a disparar, tenía una excelente puntería.
Pude ver como los oponentes estaban acercándose cada vez más a nosotros.
—Jimin, sígueme. —El comandante tomó mi brazo con fuerza y yo lo seguí, corrimos con todas las energías que nos quedaban hasta adentrarnos a la mina, tanto él como yo conocíamos las rutas de escape de memoria y habíamos planeado juntos llevar a los soldados del bando contrario hasta allá. Estos nos siguieron. Según el plan, Yoongi y yo luego de adentrarnos en la mina íbamos a lograr que los enemigos nos sigan hasta que lleguemos con nuestros camaradas que ya nos estaban esperando, para así bajar a nuestros enemigos todos juntos y al terminar teníamos dos rutas de escape, dos salidas escondidas hacia el exterior de la mina.
Cuando estuvimos dentro de la mina, logré escuchar que dos de los oponentes que nos estaban persiguiendo eran demasiado rápidos, uno disparó y pude observar como Yoongi caía al suelo con su hombro ensangrentado. En ese momento fue donde todo se nubló.
La rapidez con la que disparé se sentía sobrenatural, pero solo era producto de la ira y la adrenalina que tenía en el momento. Ambos enemigos cayeron al suelo y lograba ver como los demás se acercaban a nosotros. No podía permitir que maten a Yoongi.
Tomé la granada que había estado guardando, la miré por un efímero segundo y sin dudar la activé, con toda mi fuerza lancé la granada viendo como se acercaban los enemigos. Escuché sus disparos.
Todo pasó tan rápido, la mina colapsó tras la fuerte explosión causando así la muerte de todos esos hombres. Algunos murieron por el impacto y otros murieron bajo los escombros.
Tanto Yoongi como yo estábamos asfixiandonos ya que el derrumbe llegó hasta nosotros, estábamos cubiertos de polvo y de sangre, sufrimos golpes por la pierna más las balas que si habían llegado a nosotros.
Mi cabeza dolía demasiado, debido a la explosión, golpee mi cabeza contra una roca provocando un traumatismo. Todo me daba vueltas cuando desperté, lo único que pude sentir fue a Yoongi sacándome de entre los escombros e intentando ponerme de pie. Me hablaba y yo miraba sus labios.
«—Esto es para ti Jimin, escúchame. —Me entregó la pluma y su brazalete de plata.
—Jungkook vendrá a buscarte, te irás con él. —Sentí sus manos sobre las mías, las apretó y me miró a los ojos, se veía triste y desesperado, veía como las lágrimas caían por sus mejillas.
—Lamento esto Jimin. Tengo que dejarte, tengo que irme. —Me abrazó con fuerza, me atrajo tan fuerte a su cuerpo que mis huesos crujieron ante la presión, pero se sentía bien y de mi boca las palabras no querían salir. Sólo pude escucharlo.
—Quiero que seas libre. No hay nada que desee más que tu libertad, mereces tu libertad. —Me susurró al oído, mis párpados comenzaban a cerrarse.
—A partir de hoy no creo que volvamos a vernos y si ese es el caso, no me olvides. —Lo último que pude sentir fueron sus cálidos labios posarse en los míos, fue un toque suave, cargado de anhelo. Quiso hacer el intento de separarse de mis labios pero volvió a juntarlos unos segundos más porque los acababa de descubrir y a su vez se estaba despidiendo de ellos.
Sus labios dejaron marca en mi alma y lo último que escuché de él, antes de caer inconsciente, fue susurrar sobre los míos “no me olvides”»
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