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❝Mensaje secreto❞
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Observaba las hojas secas caer del árbol, el clima invernal ya se podía sentir y con él llegaba el tormentoso frío.
Tomé la pluma que Yoongi me había regalado, la sostuve entre mis manos y comencé a observar cada detalle. Este objeto era lo último que había recibido de él antes de su partida, antes de que el destino y la guerra decidieran apartarnos por tanto tiempo. Intentaba no pensar en que ya habían pasado doce meses desde que no nos veíamos, un año entero. Y cuatro meses habían pasado desde que desperté del coma, las primeras semanas fueron duras. El tratar de asimilar todo, el darme cuenta que Yoongi seguía vivo, el hacerme cargo de la sociedad que él mismo había armado. Todo eso me llevó poco más de un mes y los meses restantes solo sirvieron para planificar, para organizar nuestro plan, para intentar que otras personas puedan unirse a nosotros. Porque solos no íbamos a poder, porque yo solo no era lo suficientemente fuerte.
Con respecto a las lagunas en mi memoria, seguían ahí, como pequeños espacios bloqueados, encriptados. Seguía sin oír la voz de Yoongi en mis recuerdos de esa noche, seguía sin comprender lo que intentaba decirme.
Pero de alguna forma, mis recuerdos anteriores a esa noche estaban intactos, imborrables e inolvidables. Taehyung, que en el último mes se había mudado a mi casa, me dijo que probablemente mi pérdida de memoria en cuanto a la última noche que estuve con Yoongi, se debía a una especie de trauma.
Quería creer que se debía a ello, pero también era mucho el estrés al intentar recuperar esos recuerdos.
—Pasame la sal, Minnie. —Pidió Taehyung y se la entregué, guardando mi pluma en el bolsillo.
—¿Que tal está tu hombro? —Pregunté mientras observaba a mi mejor amigo.
—Mejor, tus masajes hicieron un maravilloso trabajo. —soltó una pequeña risa, con tono dulce y cariñoso.
—Me alegro que así sea, yo iré a descansar, ten buen provecho y buenas noches. —Dije levantándome de la mesa, el me devolvió las buenas noches y así fui subiendo hasta mi habitación, cerrando la puerta detrás de mi, quitándome la camisa y sintiendo como la pluma se caía de mis bolsillos, siendo en vano el movimiento brusco que hice al intentar atraparla. —Mierda. —Dije al ver la pluma en dos pedazos.
Me arrodillo en el suelo para tomar aquellos pedazos, observando con curiosidad aquella misteriosa punta de papel que sobresalía dentro del hueco de la pluma. Tiré de ella para así sacar una notita, era un pedazo de papel enrollado de una manera muy delicada, al desenrollarlo pude ver que tenía escrito en él:
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❝No importa la fecha ni la hora, siempre me encontrarás en la colina de amapolas. Y yo siempre te encontraré en los Lirios...❞
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Mi entrecejo se frunció, con un dolor en mi pecho que golpeaba mi caja torácica, parecía querer escaparse de allí. Sólo había leído la primera frase y sentía que mi mundo se venía abajo. Pero tuve que tomar fuerzas para seguir leyendo aquel largo papel, que tenía escrito en letras diminutas un mensaje que era sólo para mi.
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❝Encuentrame. Tú sabes donde, tú sabes cómo. Confía sólo en las amapolas y en los lirios. Habla con el marino. 1009❞
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Era un mensaje encriptado, con Yoongi millones de veces ya habíamos hablado de aquella manera, era muy necesario para entender nuestras posiciones sin ser descubiertos por nuestros enemigos.
Aquellos códigos solo yo podía entenderlos y se me erizó la piel con tan solo darme cuenta que no podía confiar en nadie, sólo en el marino.
Tomé el encendedor de mi bolsillo y quemé la nota, teniendo bien en claro el mensaje que había quedado guardado en mi mente. Limpié las cenizas del papel y las tiré por la ventana para así deshacerme de la evidencia. Luego de unos segundos tomé asiento en mi cama para pensar en la nota de Yoongi. Por alguna razón, sentía que aún me quedaban cosas que descubrir por mi cuenta.
UN AÑO ATRÁS, CAMPAMENTO MILITAR.
—Muévete —Jungkook echó al soldado que estaba sentado junto al comandante y luego ocupó su lugar en la mesa.
—Trata mejor a los demás, soldado. —Dijo Yoongi, probando la cena mientras negaba ante la actitud de Jungkook.
—Lo siento señor, prometo trabajar en eso. Quisiera hablar con usted. —Jungkook siempre tan obediente a los pedidos del comandante, todo un lame botas. Rodé los ojos ya estresado de tan solo tenerlo en frente y me levanté de la silla, no iba a cenar con aquel tipo y mucho menos intentaría fingir que no me caía mal.
Cuando volví a mi tienda me quité el casco y el chaleco, sintiendo menos peso. Estaba casi decidido a recostarme pero me dio sed justo antes de acomodarme en la cama. Por lo visto en esos diez minutos todos ya habían terminado de cenar y se estaban metiendo en sus tiendas. Busqué al comandante pero no lo vi, lo cual me pareció raro ya que hoy le tocaba hacer guardia.
Caminé hasta donde se encontraba la tienda con todas las provisiones y allí encontré agua, no había nadie pero un ruido me llamó la atención así que caminé cuidadosamente para que no se escuchara mi presencia.
—No, eso no puede repetirse. —Era la voz del comandante.
—¿Por qué no? Nadie nos vio y tampoco creo que nos vean aquí a estas horas. —Y ese era Jungkook.
La conversación parecía muy privada, lo cual me era más estresante aún, estaba dispuesto a irme pero lo último que escuché me dejó completamente en mi lugar.
—Me seguiste el beso Yoongi, yo sé cuánto te gustó.
—No tengo el mínimo interés en usted soldado. Esto no debía haber pasado, ni siquiera supe como reaccionar. Así que por favor, olvida todo esto.
No quise ni debí escuchar más que eso, me fui con la botella de agua hasta mi tienda, suspirando y sintiendo como aquella conversación que escuché daba vueltas y vueltas por mi cabeza. La mañana siguiente desperté con un humor de los mil demonios, estaba cabreado ya desde el inicio del día. Y lo peor era que los motivos, no eran más que celos sin sentido. Si, celos.
Celos porque aquellos finos y tentadores labios habían probado los de Jungkook y no los míos.
Aquella mañana nos hicieron levantar las tiendas para movernos hacia otra dirección, debíamos despejar el lugar si queríamos tomar por sorpresa a las tropas de Merland en el lado sur de Velance. El comandante me saludó mientras montaba su caballo aquella mañana y yo simplemente le respondí un "buenos días" con la peor de las caras y con mi voz totalmente seca. Lo dejé desconcertado, pero más desconcertado estaba yo al haber oído esa conversación la noche anterior.
—¿Te gustaría montar conmigo? —Preguntó, claramente porque mi cara no era la más amigable de todas y seguramente me atacaría con preguntas.
—No, prefiero caminar como los demás. Puedes invitar a alguien que esté cansado. Ah mira, allá está Jeon, pregúntale no creo que se niegue.
Caminé más rápido entre los demás hasta encontrar a Taehyung entre los soldados, aquellos rulos en su cabello eran inconfundibles para mi, lo abracé por los hombros con una mano y luego seguimos caminando juntos mientras él contaba una de sus tantas anécdotas de cuanto iba a pescar con su familia.
𔘓
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