Sus ojos estaban clavados sobre su persona, no podía quitarlos de aquel muchacho, lo se, estaba mal que un hombre desease a otro. Cuando el mismo estaba "felizmente" casado y con una pequeña niña, pero no podía evitar desearlo. Pensar en tenerlo en un cuarto de hotel debajo de el gimiendo su nombre y dándole uno de sus mejores orgasmos.
Oh diablos, por pensar en el otro, su miembro dolía. Mejor iría a darse una ducha helada así se le pasaba.

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--Joe? Joe, acaso me estas escuchando?-- le pregunto la mujer frente suyo.
--¿Que?
--Joe.  Por que no me prestaste atención? Llevo hablandote por horas.
--Lo siento Galina, estoy muy cansado.
--Sube arriba, que te tengo una sorpresa.-- dijo la chica mirándolo con una sonrisa en su rostro.
Roman sólo miro aburrido a su esposa y asintió levemente, subiendo las escaleras hacia su habitación sintió que su celular vibraba en los bolsillos de sus jeans y lo saco mirando el número en la pantalla del aparato, cuando lo vio sonrió y respondió.