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♡⃕ 05: Jeongin

Cuando Jeongin nació, su familia había enloquecido completamente, era el primer niño de la familia y el primer omega que recibían. No es como que lo supieran desde su niñez, sin embargo, el dulce olor a frutas no dejaba mucho a la imaginación, aun así, no importaba si era un omega hombre, su familia lo había recibido con demasiado amor y cariño. Inmediatamente se había acostumbrado a tener la atención de todos sobre él desde que era un simple bebé; si es honesto él no recuerda mucho de sus primeros años de vida, pero su madre siempre le dice que fue un niño sociable, muy encantador.

Se la pasaba todo el día con su familia recibiendo todo tipo de regalos desde su nacimiento hasta su actual cumpleaños, acostumbraba a recibir la atención de sus primos y de los amigos de su hermana, de sus compañeros y de sus vecinos. Sooyoung siempre dice que era un chico lindo e inteligente, desde muy pequeño impresionaba a la gente y no paraba de repetir que algún día se casaría con un buen alfa que tuviera mucho dinero.

Su niñez no fue fácil, desde el bullying hasta la falta de atención de sus padres, quienes, apenas nació su hermano menor, lo desplazaron.

Recuerda que siempre están cansados porque trabajaban demasiado, durante casi todo el día. Su padre era un hombre que trabajaba en una fábrica de zapatos, no le iba mal, pero tampoco tenía el mejor sueldo. Su madre era enfermera y muchas veces tenía que doblar turnos para poder costearse la vida que Jeongin y sus hijos merecían.

No puede pensar en el último día que estuvieron juntos en el parque o salieron a algún lugar juntos, los cuatro. Él siempre estuvo al cuidado de su hermana mayor y sus abuelos, tanto paternos como maternos y claro, sus tías.

—Papi, ¿me compras esa Barbie? —pidió un inocente Jeongin de apenas seis años.

—Ahora no, Innie —Sooyoung tiró del pequeño brazo con suavidad tratando de llevarse a su niño, quién se había pegado a la vitrina de la juguetería.

—Por favor, mami, papi, ¿sí? —miró a ambos con sus bonitos ojos brillantes esperando una afirmación.

—No tengo dinero ahora, Innie —su madre buscó en su cartera mostrándole al nene que no tenía dinero guardado.

—Papi, por favor —hizo un adorable puchero mirando a su papá, quién suspiró derrotado mientras sacaba su cartera.

—Está bien, Innie, ve por ella —dijo su padre dejando que el niño corriera dentro de la tienda, feliz de obtener el juguete.

—Sungjae, no —pidió Sooyoung, mirando a su marido—. No tenemos dinero ahora, está carísima, ¡¿has visto el precio?! —exclamó con ligera molestia.

—Está bien, amor, solo son 35 dólares —trató de restarle importancia, mientras caminaba también dentro del inmueble hasta encontrar a su hijo de pie en la caja con la muñeca en mano.

—Sí, pero ahora apenas hay suficiente, acordaste no comprarle todo a Jeongin —regañó la mujer yendo detrás de él.

—Está bien, ¿vale? Doblaré turno la siguiente semana y saldremos —solucionó el alfa entrando de lleno a la tienda para pagar la muñeca.

Jeongin no era tonto, con el tiempo aprendió que sus gustos eran caros y excesivos, pero si su papá jamás decía que no sabía que no era imposible. Así que mientras Sungjae le permitió, él pidió y pidió hasta que fue imposible contenerse.

Durante la primaria tuvo un pretendiente, eso sí lo recuerda, puede recordar absolutamente todo lo que pasó la primera vez que alguien le declaró sus sentimientos porque fue un infierno.

Aquel día, Jeongin se encontraba jugando con sus compañeritos de clase; para entonces cursaba tercero de primaria y aquel día se encontraba jugando con sus compañeras omegas del salón, se encontraban todos sentados en una mesa con algunos muñecos mirando como los otros niños jugaban en el patio corriendo de un lado a otro. Al menos su atención se basaba en eso hasta que Soobin, un niño de quinto grado que todos suponían que sería un alfa por su olor y comportamiento, se acercó a él dejándole un bonito peluche sobre la mesa.

—Le he pedido a mi mamá que lo compre para ti —anunció el alfa haciendo que las mejillas del menor se colorearan—. Creí que te gustaría.

—Es bonito —Jeongin se encogió mirando el juguete, era un bonito peluche con forma de perrito, grandes ojos azules y pelaje blanco.

—Es un regalo —murmuró el otro niño con sus mejillas rojas también—. Para ti, espero que te guste.

—Me gusta, sí —asintió Jeongin abrazando el perro de peluche—. Es muy lindo, le pondré un nombre y lo pondré en mi cama, conmigo.

—Seguro que se verá bonito, así como tú —las mejillas de ambos niños se pusieron aún más rojas, mientras se miraban con inocencia, en ese momento solamente era un Jeongin de 8 años y un Soobin de 11, no importaban sus amigas o los demás.

—Oh, gracias —sonrió el omega con timidez.

—Me gustas, Jeongin —soltó el chico mayor repentinamente—. ¿Quieres ser mi novio?

El menor no sabía exactamente qué era un novio, pero si era tratarse como Byulyi trataba al chico que iba a la casa, ¿tenía que besar a Soobin? Aún le daba asco pensar en eso, ¿iba a tomarlo de la mano? Su familia se molestaría, así que no pensó dos veces antes de responder.

—No —dijo y salió prácticamente corriendo de la mesa hacia su salón.

Jeongin no sabía en qué problema se estaba metiendo, pero lo averiguó cuando dos semanas después, los niños empezaron a molestarlo.

Cuando Jeongin cumplió once años, era un niño totalmente diferente a lo que acostumbraba a ser, grosero, agresivo, malcriado y se la pasaba dormido, se le notaba triste y le molestaba cada vez que alguien lo veía o le hablaba. Así que como solución, sus papás decidieron que tal vez una charla con su familia no le vendría mal por lo que, dejaron que la familia de Sungjae hablara con él, fue cuando decidió contarle a su abuela Jihyo, todo lo que los niños en su primaria le hacían, desde insultarlo hasta quitarle su comida o apuntes, golpes y más malos tratos; aún recuerda lo mucho que lloró cuando su abuela lo abrazó y lo consoló, lo llenó de besos, le preparó chocolate caliente y más tarde cuando el pequeño se calmó habló con él.

—Escucha bien, Innie —tomó la mano pequeña del niño, quién inmediatamente miro a la omega que le hablaba.

—¿Sí, abu? —esperó a que la mujer hablara, mirándola siempre con atención y amor.

—Eres un niño muy, muy inteligente, ¿vale? Y también muy fuerte —la mujer le sonrió con cariño—. Y no tienes que dejar que los demás te traten mal, no por ser omega eres menos, si te hacen algo, defiéndete. Si te metes en problemas llámame y yo iré por ti, ¿está bien?

—Sip —asintió rápidamente con la cabeza sin dejar de mirar a la anciana—. Entonces, si Soobin y sus amigos me pegan, ¿les voy a pegar?

—Primero lo vas a hablar con una maestra, y si no te hace caso, sí, les vas a pegar —solucionó ella con una sonrisa.

—Pe-pero... —su voz tembló nuevamente, anunciando que volvería a llorar—. Ellos dicen que soy débil, que soy un omega niño y que nadie nos quiere —sollozó tratando de limpiar las pequeñas lágrimas que escurrían por sus ojos azules—. Dice que solo sirvo para limpiar y seré pobre toda mi vida —lloró cuando su abuela nuevamente lo abrazo.

—Tú eres hermoso, mi vida, eres precioso, un niño encantador. Podrías tener a quien quisieras en tus manos y tener el control del mundo si lo deseas —la mujer limpió las lágrimas de las mejillas del niño—. Algún día serás mayor y te casarás con un buen alfa, con mucho dinero y mucho poder, y tú, mi niño hermoso, podrás hacer lo que tú quieras porque nadie te detendrá.

Poco a poco, esa dulce mujer que le enseñó a amarse a sí mismo, también le enseñó a cómo conseguir lo que quería, le enseñó lo manipulador que podía ser un omega y lo bueno que se sentía tener el poder de alguna cosa o alguna persona.

Para sus catorce años, Jeongin se enamoró por primera vez de alguien. Tenía a todos los alfas detrás de él y a los betas también, los omegas casi peleaban por su compañía y él bueno, él podía darse el privilegio de escoger a sus amigos o su equipo.

Se encontraba cursando segundo grado de secundaria, cuando conoció a Yunho, un alfa de primer grado de preparatoria, el hombre tenía diecisiete años y era guapo, cabellos negros alborotados, piel pálida con algunas pecas sobre las mejillas, facciones finas, ojos cafés y bastante musculoso, Jeongin lo adoraba demasiado. El alfa era atento y empalagoso con él, solo tenía un problema: no tenía dinero.

Y si había algo que Jeongin ambiciaba más que el amor era el dinero, así se atrevió a salir con él durante un par de meses, por lo menos hasta que el menor se presentó como un precioso omega y todo se volvió más emocional y creyó que tal vez el dinero no era tan importante.

Realmente consideró si él era su predestinado y si podría soportar una vida apretada, pero de enamorados.

Yunho fue su primer beso.

Su primer novio.

La primera cita.

El primer alfa que presentó a su familia.

Fue su primera vez.

En realidad, Yunho le arrebató todas sus primeras veces antes de botarlo cuando obtuvo todo de él.

Jeongin lloró, rogó, suplicó, se arrastró y se humilló de la peor manera delante del alfa, perdonó infidelidades, golpes, celos ridículos y burlas. Se perdió a sí mismo, mientras el pelinegro se encargó de bailar sobre él y sus sentimientos cuando estaban solos y también en público, fue destrozado, engañado y utilizado hasta el cansancio, hasta que Yunho decidió que Jeongin era un muñeco demasiado utilizado como para importarle más.

Fue cuando su abuela le dijo lo que el consideraría como el segundo consejo más importante en su vida, porque él mismo había comprobado que era verdad.

—Los alfas son unos idiotas, Jeongin —le había dicho la mujer después de que el omega más joven contara todo lo sucedido—. Se creen demasiado porque son más grandes, pero son unos inútiles. Solo sirven para hacerte un hijo y ya, tal vez, si tienes suerte, para mantenerte.

—Yo lo quería, abue —el joven sorbió la nariz ya irritada por tanto llanto.

—Lo sé, amor, pero ellos no son dignos de sentir el amor. Son unas bestias insensibles. Todos los seres son egoístas, pero ellos son peores. Los alfas solamente te quieren para no sentirse solos, los omegas son egoístas y envidiosos, y los betas no te servirán de nada —reprochó ella casi como si le causara asco hablar sobre los alfas—. Un alfa solo sirve para mantenerte y si no puede hacerlo, entonces no te quedes ahí —le dijo la mujer tomándolo de la mano—. Si eres una princesa, si dice que eres una princesa, asegúrate de que pueda cumplir todos tus gustos, no te conformes con lo poco que te puedan dar. Busca a un hombre de dinero, que te dé una casa cómoda y te dé para gastar, esté tan perdido por ti, que te dé todo, te deje controlarlo todo. Tú solo entregarás tu cuerpo a cambio de gustos lujosos y una vida cómoda, puedes tener más de uno, ser inteligente, acomódate con todos los que quieras, tener el mundo a tus pies y cuando te quieran dejar, te quedarás con todo porque tu esfuerzo y lo que aguantaste ahí, valió la pena. Tan solo mira lo que yo tengo, Innie —la anciana señaló la casa.

—¿Todo era del abuelo? —Daniel, el abuelo de Jeongin había fallecido hace ya varios años, el castaño solo era un niño cuando pasó, pero no recuerda ningún velorio o algún llanto, en realidad, no recuerda ni siquiera a su abuelo.

—Sí, cuando lo conocí estaba iniciando un negocio y nos casamos al poco tiempo. Yo solo le seguía la corriente y él me daba todo lo que quería. Me aseguré de que los autos estuvieran a mi nombre, la casa, el negocio, todo —se encogió de hombros, prácticamente le estaba confesando que no quería al hombre y que no lo había querido en todos sus años de matrimonio, pero no les importó a ninguno de los dos.

—Pero tuvieron hijos... —balbuceó bajito.

—Efectivamente, tuvimos cinco hijos y a todos los quiero, pero fueron más por gusto de él que mío. Él solo decía yo quiero un hijo y ya está, yo se lo daba, me gustaba tener su atención sobre mí así que los embarazos me ayudaron —se encogió de hombros.

—¿No lo querías? —se mordió los labios, dudoso.

—Al inicio no —confeso la mujer—. Después aprendí a quererlo. Yo tenía muy claras mis prioridades, tan solo mira a tu tía Soyeon, fue inteligente y se casó con un alfa de dinero, después mira a tu tía Jisoo, la tonta creyó que con amor se podía vivir —puso los ojos en blanco—. ¿Tú qué historia quieres vivir?

Comparando las dos historias, Jeongin comprendió. Su tía Soyeon, era una mujer guapa y millonaria, se había casado a los 23 con un alfa de dinero, solamente había tenido dos hijos alfas. Vivía en un residencial y sus hijos siempre tenían lo mejor, tanto en juguetes como escuela y vacaciones, si es honesto, a veces los envidiaba.

Por otro lado, estaba su tía Jisoo, la mujer era la que peor acomodada estaba de los cinco, se enamoró a los 19 y un año más tarde se había casado con un alfa que la quería bastante, sin embargo, el hombre no tenía un buen trabajo y apenas tenía para comer ella y sus tres hijos. Él mismo había escuchado todas las veces que la mujer había llorado delante de la familia pidiendo dinero o comida.

Esa noche, Jeongin descubrió lo que quería en su vida.

Cuando Jeongin se presentó como omega aún estaba con Yunho y no es como que fuera una sorpresa para su familia, en lo absoluto. Ellos ya sabían lo que se venía, empezaron a ver las caderas ensancharse, la cintura formarse, su trasero crecer y su complexión pequeña y sin mucho músculo aparte de no tener ni un pelo en todo el cuerpo, era obvio lo que sería y aun así la familia lo festejó como si fuera lo mejor del mundo.

Durante los primeros meses fue increíble para él, pues tenía a muchos alfas detrás de él, incluso después de Yunho, todos querían estar con él, hasta su amor imposible le había hecho caso y ahora estaban saliendo en citas, era simplemente genial. Sin embargo, después de empezar en citas también descubrió que lo que su abuela le había dicho era verdad.

Los alfas eran unos seres sin sentimientos y las omegas eran unas egoístas, lo comprobó justo cuando encontró a su mejor amiga de toda la vida a punto de tener sexo con el que era su novio en ese momento.

—¿De verdad tengo que ir? —se quejó amargamente mirando su vestimenta frente al espejo. Llevaba unos shorts de tiro alto color negro y una camiseta blanca. No se veía mal pero tampoco estaba complacido de juntarse con gente que no era de su agrado.

—Es la graduación de tu hermana, claro que tienes que ir —respondió su madre mirándolo desde el otro extremo de la habitación.

—Pero ni siquiera me compraste ropa.

—Ya tienes mucha, así te ves bien, ya vamos.

—Mamáááááá —se quejó amargamente, pero aun así comenzó a caminar detrás de su madre hacia la salida.

Durante toda la ceremonia, se mantuvo con mala cara demostrando lo poco alegre que estaba de estar en aquel evento.

No era justo que su hermana hubiera tenido la oportunidad de estudiar en una buena escuela de paga, mientras que él tenía que estudiar en una escuela promedio y todo por culpa de ella y de su hermano menor. Si ella no fuera una egoísta, él podría seguir en su escuela de paga y sería mucho más fácil si su hermano no fuera tan pequeño, es más, ese niño ni siquiera debería de haber nacido si alguien le preguntase, por dios, su familia no tenía a veces para comer y seguían teniendo hijos.

Aun así, cuando el sermón terminó y todos pasaron al patio de la universidad, donde se haría la fiesta, cambió su rostro, pues su pequeña mente empezó a trabajar.

Tal vez esa era su oportunidad de conquistar a un buen alfa, todos ahí tenían dinero así que no le vendría mal un alfa de eso. Por lo cual, con esa nueva idea en mente cambió su gesto a uno más dulce, mientras su mirada paseaba de un alfa a otro pensando en cuál era mejor para él, sin embargo, ninguno lo convenció.

Al menos no había nadie que llamara su atención hasta cierto rizado parándose al frente del escenario principal, llamando la atención de todos.

—Buenas tardes a todos —saludó amable el hombre esperando a que todos se giraran a mirarlo—. Como ustedes saben o por lo menos la mayoría, mi nombre es Christopher Bang Chan, parte de la familia que fundó está universidad hace muchos años....

Mientras el hombre continúo hablando sobre la escuela y todo lo demás, pero Jeongin no presto atención.

El hombre era jodidamente guapo y su omega interno también estaba contento con la vista; era un alfa muy atractivo, alto, por lo menos 1.80, cabello corto, pero ligeramente rizado muy bien peinado hacia atrás, ojos verdes, labios color sandía, facciones muy marcadas y nariz recta, su complexión era musculosa y ancha, y dentro de aquel traje color negro, lucía perfecto. Jeongin podía decir que estaba babeando.

A partir de ese momento, el omega tomó una decisión, aquella que haría el cambio.

Cuando cumplió 18 años, llegó su momento de elegir una universidad. Aún recuerda la gran pelea en la que se metió con su familia por escoger aquella carísima universidad que ya no estaban tan seguros de poder costear.

—¿A qué universidad deseas ingresar, Innie? —le había preguntado su padre a la hora de la cena, en una de las pocas en las que los cinco se sentaban a comer juntos.

—A la misma que Byulyi.

—¿Qué deseas estudiar?

—Economía. Me gustaría trabajar en una de las empresas del Sr. Bang —confesó con una pequeña sonrisa, inmediatamente su hermana mayor se rió.

—Tendrías que ser el mejor de tu clase —se burló la alfa.

—Y ten por seguro que lo seré —retó mirándola fijamente. Aún si su hermana era más fuerte que él, eso no lo detenía, muchas veces se había metido en problemas con ella por peleas.

—Innie, cariño, también deberías considerar otra universidad, ¿lo has hecho? —preguntó su madre antes de tomar un poco de agua.

—No —la miró fijamente con una mueca de desagrado—. Esa es la universidad a la que quiero entrar y es la única.

—Amor, deberías considerarlo... Papá y yo estamos muy gastados entre los gastos de la casa y tú hermano.

—Y como siempre me vas a hacer a un lado, ¿no? —reprochó con molestia.

—Yo no te estoy haciendo a un lado, Jeongin —su madre fue tajante dejando en claro su punto.

—Claro que lo haces, primero a Byulyi le das una buena escuela y a mí no, ah pero cuando llegue Jiseok a la universidad seguro le querrás dar lo mejor, ¿acaso es porque soy omega? ¿Acaso crees que no me lo merezco? ¿Es eso? —al no obtener respuesta, presionó un poco más—. ¡¿Me consideras tan inútil?! —si bien Jeongin sabía que tal vez estaba exagerando un poquito, no se iba a echar para atrás.

—Por supuesto que no, mi vida... —su madre intentó tomarlo de la mano, pero él rápidamente la alejó—. Es solo que ahora papá está cansado de trabajar tanto y... no sé qué tan factible sea pagar una universidad de ese rango.

—Pues es lo que quiero y si no puedes dármelo, entonces algo no estás haciendo bien —chantajeó levantándose de la mesa—. Si no podías mantener a tus hijos mejor no los hubieras tenido —con ese golpe final se retiró de la mesa hacia su habitación.

Solo fue cuestión de días, antes de que su padre quisiera hablar con él nuevamente del tema, aunque como siempre, él ya sabía la respuesta y lo que iba a obtener.

—Innie, mi niño, ¿puedo pasar? —preguntó el alfa ingresando a la habitación del omega, Jeongin inmediatamente le puso atención.

—¿Sí, papi? —se sentó en la cama invitando al hombre mayor a hacer lo mismo.

—He hablado con tu madre y tu hermana sobre tu universidad —el hombre suspiró con cansancio—, y hemos tomado una decisión.

—Seguramente tú también crees que soy un tonto, ¿no? —hizo un adorable puchero mirando fijamente sus manos.

—Por supuesto que no, cariño, eres un omega muy fuerte e inteligente, eres lo mejor que me ha pasado en la vida y es por eso mismo que hablé con ellas. Las he convencido de que entres a la universidad que deseas.

—¡¿En serio?!" —Jeongin brincó hacia los brazos de su padre para llenarlo de besos.

—Así es —el hombre rio—. Solo prométeme que tendrás buenas calificaciones y harás lo posible por sacar una beca, sólo... Por si las cosas se complican, ¿sí?

—¡Por supuesto! —ronroneó, complacido sin soltar su padre.

—Aun así, tu hermana se ha ofrecido para pagar parte de la escuela, sólo... serás el mejor, ¿verdad?

—Claro que sí, papi, te amo, gracias por esta oportunidad —volvió a besar las mejillas del hombre.

Y tal vez ese fue el problema de Jeongin, que su padre jamás supo decirle que no.

Cuando llevaba un año de carrera, Yang consiguió un novio.

Era hijo de un hombre rico, un empresario que le daba bastantes lujos y comodidades. Empezó a recibir regalos caros, joyas, atención, todo lo que había podido pedir y que sus padres no le brindaron. Por dios, tenía a todos a sus pies.

Mantenía un buen promedio y sus maestros lo adoraban, era agradable con ellos, sus compañeros alfas lo buscaban continuamente para trabajar o para cortejarlo y bueno, las omegas, las pocas que había, lo buscaban para obtener la atención de otros alfas.

Al fin estaba obteniendo lo que quería, lo que durante algunos años había soñado.

Aún puede recordar cuando para su cumpleaños número veinte llegó su novio y le regaló un bonito collar de oro con una letra J colgando, era precioso y brillaba demasiado, junto a el venía una pulsera de oro con pequeñas perlas. Maldición, ese pequeño regalo valía más que el auto de su padre, de eso estaba seguro.

Aun así eso no fue suficiente, por supuesto que no, ¿por qué conformarse con poco si podía tenerlo todo?

Su tía Soyeon le había sugerido un pequeño detalle que él había dejado ir, si ese dinero tenía el hijo... ¿qué no podría darle el padre?

Al principio le pareció una cosa horrible, él realmente sentía algo de afecto por el alfa, sin embargo, todo se fue al diablo cuando se enteró que el hombre le estaba poniendo los cuernos con otra persona.

Una bonita niña que estudiaba administración era quién se había metido con Heesung, su novio y desde ese momento la relación había cambiado.

Se volvió más insistente, más codicioso, se encargó de usarlo a su favor todo lo posible. Se lo echó en cara tanto como pudo para obtener regalos y por si fuera poco, comenzó a meterse con el papá del alfa, quién lo consentía mucho más que su hijo y le pagó por lo menos un semestre entero.

Definitivamente su abuela tenía razón, los alfas solo servían para una cosa: complacerte.

Quería subir todos lo capítulos, pero todavía no termino de pasarlos acá en wattpad y ando ajetreada con la universidad. Ya me faltan solo 2 semanas para terminar el semestre, les prometo actualizar prontito.

¿Y saben? Ayer recibí mi diploma por excelencia académica, es de 4to semestre (ahorita estoy en 6to), se atrasaron un poquito en entregar, pero estoy feliz por al menos recibir uno. Será el último, porque desde 5to todo se ha vuelto un caos en la carrera, solo me interesa aprender y pasar, ya no soy una obsesiva con sacar todo perfecto, esto es lo que causa estar a la mitad de la carrera. KJASKJAKJS

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