Capítulo 64
Capítulo 64
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EL LLANTO DE HWANG-RYONG
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⊰─⊱Kim Taehyung⊰─⊱
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El fulgor del fuego me calentaba, podía escucharse el soplido crepitante justo frente a mí. Abrí los ojos cuando las garras de Hiroshi aflojaron mi cuerpo hasta desenterrarse casi por completo.
Entonces vi que la cortina de fuego, en vez de pegarme de frente, se desviaba como dos corrientes hacia derecha e izquierda entre nosotros. Eran los komainus quienes se encontraban absorbiendo el fuego con sus fauces abiertas.
Hiroshi había desistido de sus intenciones de asar mi cabeza, no obstante, los komainus seguían absorbiendo fuego que casi parecía luz y que salía de su hocico y fosas nasales. Le estaban succionando la energía que mantenía su pecho encendido y caliente.
Cuando Hiroshi cesó el fuego, al mismo tiempo me empujó tratando de separarse porque los komainus persistían en inhalar de su fuente, no obstante, aquella vez fui yo quien se aferró a él, por lo que no pudo deshacerse de mí a su antojo. Pude aplastarlo porque casi no le restaba fuerzas debido a las secuelas de aquel proceso al que estaba sometido. Lo posicioné para que los komainus terminaran el trabajo, ya que en sus ojos percibí cierto pavor hacia aquella situación.
Intuí que los komainus eran capaces de desgastar su fuente de poder hasta consumirlo por completo y de esa manera, tal vez no podría crear más fuego.
Durante aquel instante de apogeo, me pregunté cómo rayos Hiroshi podía hacer eso y si también podría hacerlo yo. Ambos éramos dragones, ¿no?
Mientras Hiroshi continuaba siendo sometido bajo mi peso y, al mismo tiempo, procesado por los komainus, me permití mirar hacia los jardines de Full Moon.
Algunas de las paredes frontales de la mansión habían sido derribadas, por lo que los guardias, que se encontraban refugiados en el interior, salieron a pelear contra los rencores.
En los jardines noté a una figura más alta que los hombres y los rencores, la cual no se movía en lo absoluto, era un hwangsaenghaji.
El espectro, no parecía ser una amenaza. Tenía los ojos apagados, la piel endurecida como estatua de piedra, podía verlo claramente porque sus vestiduras se movían al antojo de la brisa dejando ver un cuerpo visiblemente palpable, pero sin signos de vida.
Pensé que Hiroshi lo había chamuscado en algún momento. Sin embargo, los trapos que los cubrían se encontraban intactos. Pero ¿qué más podía ser?
Me giré hacia el dragón negro que apretaba su hocico para tratar de interrumpir la salida del fluido que inhalado por los komainus, más su gesto no evitaba que el fuego continuara saliendo de entre sus afilados dientes.
—Me ahorraste trabajo con ese hwangsaenghaji —tenté, para encontrar alguna respuesta a mi duda.
Hiroshi volteó hacia donde yo miraba antes percatándose de lo que había pasado con su arma mortífera.
—¡No! ¡Malditos! ¿Cómo se atreven?
Al hablar, la carga de fuego absorbida por los komainus aumentó.
Volví a observar los jardines y pude contar a tres hwangsaenghaji en la misma situación, no obstante, ninguno estaba cerca del otro. Lo que significaba que la causa no pudo haber sido Hiroshi.
—¿No los chamuscaste tú? Bueno, como sea, solo quedan dos.
Volteé cuando escuché el crujir de una dura superficie. Era la cabeza de uno de los komainus, estaba totalmente aplastada. Se había acercado demasiado al dragón negro.
Los komainus no eran seres vivos, mas, sí una gran defensa para todas las personas de full Moon. La sonrisa burlesca que se formó en el negro hocico de Hiroshi me provocó mucha rabia.
Advertí un peso frío acumulándose en el interior de mi pecho a medida que Hiroshi lograba deshacerse poco a poco de mi presión y mis garras. Mientras más perdía el control de la situación, más crecía mi ira y más se expandía aquella sensación helada en mi tórax.
Entre braceos, cabezazos y mordidas, Hiroshi casi lograba liberarse por completo. Mientras forcejeábamos, percibí cómo el frío de mi pecho empezó a subir por mi garganta.
Un intenso deseo de gritar, de rugir se apoderó de mí al ver que mi fuerza no se podía comparar con la del dragón negro, a pesar de tener a los komainus de mi lado, debilitando sus ataques de fuego. Lo tenía dominado en un instante y, al otro, lo estaba dejando ir.
Llegó un momento donde no fui capaz de retenerlo por más tiempo, su peso se elevó por los aires, flotando, listo para alejarse de mi apresamiento.
Deseaba halarlo por una de sus patas y golpearlo con fuerza contra el suelo, deseaba ser capaz de no dejarlo ir ileso, quería detenerlo a como diera lugar. No obstante, ahí estaba, sin hacer nada para impedir que emprendiera un vuelo de huida.
—¡No! —grité con frustración, mas, al mismo tiempo que mi ronca voz salió de mi garganta, también lo hizo un gran disparo de un líquido plateado que alcanzó la cola del dragón negro, congelándola al instante.
Miré hacia el komainu que, junto al cuerpo de su compañero caído, rugía hacia los cielos, como maldiciendo al dragón negro que voló lejos de nosotros.
—¡Ayuda, señor Kim! —gritó una voz que reconocí de inmediato, era la voz del señor Nam.
Mis instintos se encontraban divididos entre seguir al escapista o atender el llamado de auxilio, sin mucha dilación terminé siguiendo la voz del señor Nam en vez de al dragón que tanto quería aplastar.
Cuando al fin encontré al señor Nam, su cuerpo yacía removiéndose en el aire. La lluvia de monedas era como pedradas sobre su cuerpo, pues la nube me seguía a donde iba hasta de mis heridas desaparecían. Mientras tanto, observé que Nam no era el único en aquella situación, así sucedía con unas quince personas más, tal vez, no me detuve a contar, pero deduje que todos eran presa del hechizo de un hwangsaenghaji.
Una vez que ubiqué al ejecutor, me dispuse a hacer la misma proeza que había logrado momentos antes de que Hiroshi huyera.
Pero por más que quise, el frío no nació dentro de mi pecho. Entonces intenté aplastar al espectro, sin embargo, este se transformaba en humo en cuanto intentaba tocarlo.
Al poco tiempo advertí que mis intentos lograban retrasar la ejecución, podía mantenerme así hasta que alguna fuerza mayor me obligara a abandonar al señor Nam y a las demás posibles víctimas del Hwangsaenghaji. No obstante, observé que el otro hwangsaenghaji, que seguía activo, también estaba preparándose para ejecutar a cierto número de personas más.
La mirada de aquel hwangsaenghaji estaba clavada en un sujeto que no caía en su hechizo, por lo que intentó acercarse a él para poder sumarlo a los otros que iban a ser sacrificados.
El sujeto no era más que Eunwoo, nunca había tenido la oportunidad de hablar con ese chico, excepto cuando hice un retrato de él.
Eunwoo no se movía de su sitio, esperaba paciente en medio de aquel caos. Rencor que intentaba atacarlo, rencor que era derribado por su sable. Él no podía verlos, pero sí escucharlos. Lo que me hizo pensar en si iba a poder escuchar al hwangsaenghaji que lo tenía en la mira y que se dirigía hacia él.
«Eunwoo, presta atención, un Hwangsaengjaji va directo hacia ti», pensé intentando meterme en la mente del chico.
Eunwoo asintió varias veces, lo que me confirmó que el chico sí me escuchó. Pero pensé que no serviría de nada mi advertencia, ya que el invidente se quedó en el mismo lugar, alerta, sin mover ni un solo dedo.
El espectro seguía aproximándose a Eunwoo, ahuyentando a los rencores alrededor de su recorrido, pues aquellos siempre les daban su espacio a las altas figuras. Sin embargo, al acercarse demasiado buscando los ojos del chico, no contaba con que este se le enfrentaría a ciegas y con un solo movimiento punzante de su sable, apagaría la luz roja de sus ojos, convirtiéndolo en una masa dura y negra, inmóvil, como una estatua, tal como los otros tres que parecían chamuscados. Solo sus vestiduras se movían con el viento de la noche.
El sable de Eunwoo quedó remachada en el cuerpo endurecido del hwangsaenghaji, por lo que los rencores lo vieron como una presa fácil, empezado a correr hacia el indefenso invidente. Pero cada rencor que intentaba aproximarse era derivado por una o varias flechas doradas.
El arquero responsable era Jin, quien corrió hacia su hermano cuando estuvo lo suficiente despejado. Entregándole un sable en la mano en cuanto pudo alcanzarlo.
Ambos hermanos se quedaron peleando, espalda con espalda, enfrentando a los rencores.
Más allá de aquel par, una furiosa Lisa luchaba contra tres rencores que la atacaban al mismo tiempo. Pero la gárgola viviente no tardó mucho en ir en su ayuda.
El número de rencores disminuía poco a poco.
Ya solo quedaba un espectro ejecutor, aquel que yo mantenía distraído para que no llevara a cabo su maniobra. No fui tan útil con Eunwoo, quien supo encontrar el instante correcto de atacar, mientras que yo no podía, por más veces que intentaba aplastar al espectro.
Mientras me ocupaba manteniendo al hwangsaenhaji distraído, unas luces que se alzaron al cielo, a lo lejos, llamaron mi atención y también la de algunos helicópteros, los cuales no perdieron tiempo para volar hacia aquella dirección.
—Se aproxima el cuerpo militar —escuché decir a uno de los pasajeros.
Tuve el impulso de dirigirme hacia el lugar del impacto, mas no fui capaz de dejar al hwangsaenghaji libre de matar a tanta gente. El señor Nam y el señor Im y el señor Seungri incluidos, de los cuales, solo Nam permanecía consciente, pues todos los demás colgaban en el aire, inmóviles, boca arriba y con la mirada llena de horror.
En mi desesperación busqué entrar en la mente de Jungkook, pero no pude percibir ningún pensamiento. En cambio, cuando busqué la mente del maestro Rangi, sí logré tener acceso.
"Qué bueno que me habla, ¿se encuentra usted bien? ¿Cómo está Lisa?", preguntó de inmediato.
¿Cómo decirle que Lisa se encontraba en medio de la batalla contra los rencores con solo una escolta impredecible cubriéndole la espalda?
«Lisa se encuentra bien, pero está luchando en la batalla, lo lamento, no pude evitarlo».
"Lo sé, siempre ha sido una niña muy terca. Lamento decirle que Jungkook se encuentra vivo, pero también está por su cuenta".
«Tendremos que confiar en ellos, entonces», pensé para el maestro. «Por cierto, ¿cómo puedo matar a un Hwasaenghaji? Vi que el chico invidente mató a uno con un sable».
"Justo en este momento, Jungkook se está encargando de eso".
«Me alegra escuchar eso, porque...».
Un grito interno del maestro Rangi me puso en alerta. Algo lo había atacado.
"Ese dragón... ha regresado... creo que irá por Jungkook", advirtió la adolorida voz del maestro.
⊰─⊱Jeon Jungkook⊰─⊱
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Me encontraba exhausto, sofocado. El cansancio no debía impedirme que terminara de romper todas las vasijas, faltaban muy pocas, pero los rencores me seguían manteniendo ocupado, parecía una misión eterna.
No sabía hasta cuándo iba a durar mi resistencia.
De pronto una luz sobre el cielo iluminó todo el lugar, después de eso, el rugido de una gran bestia inundó mis oídos hasta dejar un leve y molesto pitido.
El interior de la tienda se estremeció y de repente los rencores empezaron a huir.
Aprovechando que me habían dejado el camino libre, decidí ignorar la presencia que provocó la huida de mis enemigos, solo podía pensar en lo poco que faltaba para culminar con la misión.
Cuando ya solo faltaban tres vasijas una potente voz de ultratumba resonó con ira, llenándome de escalofríos.
Pensaba que la presencia que había ahuyentado a los rencores era de los chamanes. Luego creí que alguno de los perros de piedra venía por mí. Cuán equivocado estaba.
Un dolor inexplicable se alojó en mi pecho cuando la gran cabeza del dragón negro se encontró a pocos metros de mí. No solo por lo terrorífica que era aquella presencia, sino porque en lo único que pensé fue en Taehyung, si aquel intimidante monstruo estaba de vuelta en su tienda, solo significaba una cosa:
Taehyung había caído ante su adversario.
—Taehyung —musité consternado, soltando mis sables sin remedio.
Los gritos de mis amigos, los chamanes y los rencores debieron traerme a la realidad de la batalla. Al menos escuchar que Rangi había salido herido por el fuego del dragón, debió hacerme reaccionar.
Pero... ¿cómo reaccionar si el mundo se estaba desmoronando desde mi interior?
—¿Conociste a mi primer padre, Kim Taehyung o estás intentando nombrar a Kiyoshi?
Le entregué la mirada más helada y repleta de odio al gigante que me contemplaba entre divertido y curioso.
»—Pero... ¡qué interesante!
—¡Vete al infierno!
De pronto escuché la voz de Taehyung en mi cabeza:
"Jungkook, ¿estás bien?".
Un alivio me llenó el cuerpo y el alma, cerré los ojos olvidando por completo el peligro frente a mí.
«¡Taehyungie¡».
"El otro dragón...".
«Lo sé está frente a mí. ¿estás herido?».
—¿Te rindes tan fácil? ¿Simplemente cierras los ojos y ya? Esa no parece la actitud de alguien que ha llegado tan lejos. Qué aburrido.
Aquellas palabras me devolvieron a la realidad. Al abrir los ojos, noté que el dragón no dejaba de alternar la mirada entre mi persona y las vasijas restantes que estaban detrás de mí.
—No debí haberme detenido antes —dije notando que las piernas y las manos me temblaban sin remedio.
Después de saber que Taehyung estaba bien, la realidad había caído como lluvia helada sobre mí.
—Tú... pequeño gusano, mataste a mis hwangsaenghaji y me pides que me vaya al infierno... permitiré que vayas primero.
Un rugido ensordecedor y un estrépito en la entrada de la tienda alteraron aún más mis nervios. Solo se me ocurría que tal vez habían logrado derrotar a alguno de los perros, de lo contrario, tal vez otro helicóptero fue derribado en las cercanías.
—Hiroshi, ¿por qué huyes de mí si tanto querías encontrarme?
Para mi sorpresa, el estrépito no fue causa ni de los perros, ni de un helicóptero, había sido Taehyung, quien se escuchaba más fuerte y furioso que nunca.
«¿El dragón negro huyó de Taehyung?», pensé con asombro y orgullo.
En cuanto escuchó la voz de dragón de Taehyung, el otro volteó a ver hacia la salida de la tienda. Entonces aproveché su distracción para tomar uno de mis sables y acabar con las tres vasijas que quedaban.
Una vez que destrocé la última, sentí cómo mi torso fue envuelto entre las garras del dragón.
Me cargó hasta la altura de su cabeza, mientras apretaba mi cuerpo con cierta fuerza, haciéndome gritar de dolor.
La presencia de Taehyung llegó como un tornado que se inmovilizó de golpe al percatarse de mi situación.
—¿Huiste de mí para meterte con los más pequeños? Qué valiente de tu parte. ¿Por qué mejor no lo dejas ir y te enfrentas a mí?
—¿Quieres hablar de valentía? ¿Lo dice el que necesita el respaldo de leones de piedra para poder enfrentarme?
—Ahora estoy solo, el komainu no se alejaría hasta aquí. Deja ir al chico y desquítate conmigo por lo que te hice.
Vi que la mirada de Taehyung estaba enfocada en la cola del dragón negro. Le colgaba un trozo de hielo cristalino, como si se hubiera congelado en un rio.
—¿Te importa tanto? —El dragón me elevó de frente a Taehyung—. Lo siento, esta alimaña también debe pagar por lo que hizo. Ambos lo harán.
Sentí como mi cuerpo se iba comprimiendo al apretar su pata alrededor, impidiéndome respirar con normalidad.
—Si lo dejas ir, prometo que no pondré resistencia. Te entregaré lo que buscas.
—¡No! —al gritar sentí mucho más dolor, pero no podía permitir que Taehyung se rindiera por mí.
—Obtendré lo que busco, te resistas o no.
Con aquellas palabras sentí el último apretón y el dolor más fuerte que había experimentado en toda mi vida.
—¡Aaaaaah! —grité hasta que así lo permitieron mis pulmones.
—¡Nooooo! —el rugido de Taehyung me hizo mirar hacia su expresivo rostro de dragón.
Escuché el tronar de mis huesos y mis oídos zumbaban como un huracán, cada vez se me hacía más imposible respirar.
Taehyung se movió tan rápido que casi se volvió luz. Al embestir contra mi captor se preocupó de sostener el nacimiento de la garra que me apretaba, logrando que al derrapar todos juntos, la tienda se fuera abajo, caímos lejos de los demás y Taehyung evitó que me hiciera más daño.
El agarre de mi captor se aflojó y sentí que podía respirar otra vez, sin embargo, no era capaz de mover ni un dedo. El dolor en todo el cuerpo era tan intenso que creí desmayar.
Sentí mi cuerpo deslizarse por la palma hasta llegar al suelo cubierto de hojas y de nieve. Ocupando un marco de visión de las copas de los árboles y el cielo detrás de ellas.
En cuanto estuve fuera de alcance, Taehyung arremetió contra el dragón negro. Mis ojos no alcanzaban a ver bien, todo se nublaba con un velo rojizo, aunque sí podía captar que ya amanecía. Sus rugidos enloquecidos me hacían dudar de quien estaba embistiendo a quién y rogaba que todo acabara pronto para que Taehyung no pasara por tanto dolor.
La nube de Taehyung apareció tan cerca y crecía, y crecía...
Entonces, eso me hizo pensar en que, si estuviera en su lugar, también perdería la razón.
La batalla entre dragones se alejaba del lugar cada vez más, hasta que casi no podía distinguir los sonidos, entre estatuas de perros, rencores y helicópteros. No pude moverme ni un centímetro debido a tanto dolor, pero mi vista pudo captar dos figuras en el cielo. Una blanca y otra oscura.
El enemigo arrojaba fuego hacia Taehyung, quien, en algún momento, se puso brillante como una estrella, cuando el fuego hubo terminado, fue su turno de escupir algo azulado y luminoso en grandes cantidades, no tuve idea de qué rayos fue lo que salió de su hocico, pero lo cierto es que envolvió a su enemigo dejándolo inmóvil. Totalmente tieso, como una piedra transparente.
El dragón negro, presa de la gravedad, fue cayendo hasta dar con el suelo de manera estrepitosa, pero eso solo lo supuse, porque no lo pude ver y los sonidos se volvían muy confusos. Solo podía ver al hermoso dragón que brillaba con luz propia sobre el cielo, acercándose con una lentitud inexplicable.
El sabor a sangre dominaba mis sentidos, que se iban debilitando. Mi lucha por mantenerme despierto era inútil, pero resistiría hasta ver que Taehyung regresara ileso por mí.
La sangre que manaba de mi boca no era el único aviso, lo podía sentir, era final para mí y mi corazón albergaba mucha angustia y temor. Aunque, de alguna manera, no sentía temor a la muerte. Lo que más me preocupaba era no poder despedirme.
Mientras la imagen de Taehyung se hacía más grande y menos borrosa, unos pasos de cascos se aproximaron hasta detenerse a mi lado, la gran cabeza de un caballo se interponía entre la vista del dragón dorado y yo.
«Sube a mi lomo, Jungkook-ssi», pensó la bestia. Su pesada respiración pegándome en el rostro.
—No... pu...e...do —articulé con dificultad.
—No puede moverse, maestro Rangi —la voz profunda y rasposa del dragón llenó de calidez mi ser.
Tal vez, después de todo, sí iba a poder despedirme de él.
⊰─⊱Kim Taehyung⊰─⊱
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Volé hasta el hospital siguiendo de cerca al maestro Rangi, quien, según la prensa, se había aparecido como Chorima. Jungkook yacía incómodo sobre el lastimado lomo del caballo con enormes alas, siendo seguidos por los helicópteros de la prensa.
No me importó importunar y asustar a todos los pacientes con acceso a la vista de la estación ambulatoria y al equipo médico frente a la entrada de emergencia.
—¡Por favor, ayuda! —grité con mi voz de ultratumba hacia el edificio del hospital.
Alcé mi voz con un tono suplicante, mientras tomaba el cuerpo de Jungkook del lomo del maestro Rangi para depositarlo con todo el cuidado sobre la nieve frente a la puerta de emergencias. El caballo se quejó porque su lomo estaba en carne viva.
No podía entrar al edificio sin destruirlo y sin lastimar a los pacientes y el personal médico, por lo que volví a alzar mi voz rogando por ayuda.
Todos corrieron despavoridos y dando gritos hacia el interior de la estructura para ocultarse de mí. Algunos médicos y enfermeros salieron para ver lo que estaba pasando afuera, pero sus pasos se detenían en seco en cuanto me veían.
El maestro Rangi cabalgaba de ida y vuelta entre la puerta de emergencias y el cuerpo de Junkook, relinchaba y piafiaba con frecuencia para llamar la atención.
»—Por favor, sálvenlo.
—Nos preguntamos quién será este hombre que tanto Chorima como Hwang-Riong, buscan cuidar con desesperación. —La gente de la prensa no dejaba de hablar del dragón y el legendario caballo alado frente al hospital de Full Moon —Es el jinete elejido por Chorima, sin duda.
Mis ruegos no fueron tomados como una llamada de auxilio, a nadie le importó el hecho de comprender mis palabas, me veían con gran asombro, la mayoría, como una amenaza y no eran capaces de discernir que el paciente que había depositado sobre la nieve necesitaba atención médica urgente.
Tanto los médicos como los pacientes estaban atónitos y los pocos que usaron sus razonamientos lo hicieron para pensar que Jungkook podría tratarse de un señuelo para atrapar más víctimas.
Pensé en alzar el vuelo y dejarlo allí para que así lo atendieran. Cuando me quise alejar para tomar impulso, Jungkook atrapó una de mis escamas, lo cual se sintió como un pinchazo de aguja. Trató de sonríeme cuando lo miré a los ojos.
Su imagen, su expresión condescendiente, pero adolorida, las comisuras de sus labios ensangrentadas y sus dientes manchados, me estrujaban el corazón.
—Por favor, necesita atención urgente —volví a gritar hacia los médicos que observaban la escena bajo el resguardo del edificio.
—Hay... al...go que... quiero... decirte —musitó entre algunos tosidos.
La nieve a su alrededor se salpicó de sangre.
—No hables —le pedí desesperado—, mantén los ojos abiertos, pero no intentes hablar.
Intentó sentarse, pero resbaló y se quejó muy fuerte por el dolor.
—¡Argh! Tae... hyung. —Tosía cada vez que intentaba hablar.
—Por favor, mantente acostado, no te esfuerces, ya vendrán con una camilla para atenderte.
—Tae... hyungie...
—¡Una camilla, por favor! —volví a vociferar, escuchando las voces de la gente de la prensa y los cascos del maestro Rangi como una melodía de terror y locura.
Otra escama me fue arrancada mientras solicitaba ayuda.
—Mi vida... podría ser... aparente... mente corta —su respiración irregular empezó a aumentar mi miedo a perderlo—, sí, pero... este... no es... el fin, por siempre... joven, ¿recu... erdas?
Sus palabras me hicieron recordar nuestra conversación en balcón del tercer nivel. La tarde en la que le confesé de mi inmortalidad.
Quise soltar un sollozo, antes lo reprimí con todas mis fuerzas, pues llorar significaba que me estaba rindiendo.
—No hables y menos si es para decir esas cosas —le reproché—. Te lo suplico.
"Si es que ya terminó todo para mí no creas que se desperdició mi vida", pensó en vez de seguir intentando hablar. "Me siento orgulloso de lo que hice y de lo que dejé de hacer".
"En mi corta vida, tal vez hice más que cualquier otro que quizá haya vivido más del doble que yo", siguió pensando.
—Jungkook...
—E-escucha...
—Está bien —me apresuré a aceptar con tal de que no intentara hablar—. Te escucharé, solo dame un momento.
—Tae... hyung, no tengo tiempo...
—Por favor, por lo que más quieran, llamen al doctor Um —lloré con la impotencia invadiéndome por dentro.
—Yo iré a buscarlo —escuché que alguien dijo, a lo que suspiré con algo de alivio.
—¿Ves? Alguien irá por el doctor Um. Solo tienes que resistir un poco más. No digas que no tienes tiempo, aún te falta mucho por vivir.
—Parece que el director del hospital tiene una conexión cercana con las grandes leyendas vivientes que han hecho presencia desde anoche. —La gente de la prensa estaba atenta a cada palabra y a cada movimiento de nosotros.
Jungkook volvió a mezclar una sonrisa con una mueca de dolor.
"¿Sabes lo que pienso? La vida, sea corta o larga es para desperdiciarla o sacarle provecho, estoy seguro de que no desperdicié la mía porque supe lo que es amar y sentirme amado...".
Me aliviaba que había dejado de intentar de hablar, pero aquellos pensamientos me desesperaban de tal manera que la urgencia de callarlos socavaba mi voluntad.
No estaba soportando que sus pensamientos estaban conjugados en pasado.
"...Entregué todo de mí y descubrí lo satisfactorio que se sintió conmigo mismo, vi cosas sorprendentes que millones de personas jamás verán, conocí y supe apreciar a personas con opiniones diferentes, quizá llegue un tiempo en el que sea olvidado, pero viví momentos que perdurarán para siempre".
"Salvo en tu caso, a todos nos llegará este instante de abandonar esta vida, pero..."
—¡No! ¡No puedes pensar en rendirte!
—No todos se... —Un ataque de tos hizo que salpicara sangre y aun así se esforzaba por hablar.
—No hables, ¿Sí? Sigue pensando, Jungkook. Voy a escuchar todo. No hables más, por favor.
Mi voz sonaba aún más extraña al estar quebrada por el llanto que luchaba por salir.
Él intentó tocar otra de mis escamas, pero ya no tenía mucha fuerza en su brazo, que cayó desganado sobre la nieve.
El doctor Um llegó corriendo y se acercó de inmediato a Jungkook. Los pacientes y el equipo, que observaban desde la seguridad de la edificación, miraron la escena sorprendidos por el valor que demostró del director del hospital al acercarse a nosotros sin ningún titubeo.
El doctor solicitó camilla a los gritos y entonces los asistentes obedecieron, aunque con mucha inseguridad.
—Nayeon... ¿Cómo... está? —Jungkook tosió de nueva cuenta y se quejó por el dolor.
Tosía cada vez que intentaba hablar.
La camilla llegó y la nieve quedó manchada de su sangre cuando lo levantaron entre dos enfermeros que acudieron temblando de miedo por mi presencia.
—Nayeon está bien. La bebé nació de dos kilogramos, pero está estable, la tenemos en cuidados intensivos, sé que logrará sobrevivir.
—Doctor, no deje que hable más, por favor —solicité cuando se alejaban con él hacia el interior del hospital.
El maestro Rangi los siguió hasta la puerta.
"Taehyung, gracias por hacerme dichoso. No todos serán dichosos como yo, porque lo he sido y mucho, pues tuve la oportunidad de poder despedirme, aunque fuera de esta manera", mi alma se desgarraba en tirillas al escuchar aquellos pensamientos.
Al tiempo que Jungkook manifestaba sus sentimientos en su mente, el maestro Rangi me saludó con un asentimiento de cabeza antes de galopar hacia el bosque y así tomar el impulso necesario para emprender un vuelo hacia su querida Lisa.
"No hay peor dolor que no tener esa oportunidad", continuó Jungkook. "Lo supe ese día de luna roja que el reloj sonó por cuarta vez, esa noche en la que pensé que habías partido sin siquiera despedirte y te besé por primera vez".
Su figura, sobre aquella camilla ambulante, se había perdido tras las paredes de la edificación. Anhelaba poder acompañarlo, tomar su mano y darle fuerzas, pero ya ni siquiera podía mirarlo.
Su pensamiento me trajo el recuerdo de aquella noche también, la noche de luna roja que presenció sin saber nada de mi enfermedad, la noche en la que me besó por primera vez, un beso tan dulce como amargo que no me di el valor de disfrutar al recibirlo.
—Ecocardiógrafo —la voz del doctor Um sonaba urgida en el interior del edificio.
"Necesito escuchar lo que estás pensando... no me dejes ir sin decirme nada, Taehyungie".
—Comprobaré su pulso —informó otra persona—. ¿Quién es él, director?
Como se había perdido de mi vista, quise correr hacia él, quise poder tomarlo del rostro y rogarle que no hablara más de despedidas. Necesitaba tanto darle ánimos para que, luchara, para que viviera. Él debía quedarse conmigo por mucho, mucho más tiempo.
—Es un Jeon.
—Lo entubaré —otra persona distinta a la primera se ofreció. Ya no sabía entre cuántos asistentes lo estaban atendiendo a parte del doctor Um—. Siete punto cinco milímetros.
Pero qué esperanzas iba a darle si ni siquiera podía prometerle que estaríamos juntos. Yo ya no era humano, en lo absoluto.
"Te amo, Taehyung, siempre lo haré, aún después de la muerte".
—Enfermera Shin, venga —llamó el doctor Um—, encárguese de bombear la bolsa Ambu.
"Sé que sigues ahí. Necesito escucharte, Tae".
—¡Sí, director!
Aún después de la muerte... Esas palabras calaron en lo más hondo de mi corazón. Cada una grabándose a fuego en mí. Él era tan valiente, tan distinto a todo lo que yo era.
«Jungkookie...», me atreví a responder, tragando el nudo más amargo. «Siempre viví atrapado en la soledad antes de ti, aun así, el mundo nunca fue acallado, pero escuché el verdadero silencio cuando estuve sin ti. Desde que apareciste tú y me metí en tu cabeza, me he tenido que esforzar mucho en esconder esta felicidad y esa necesidad de tener más de ti, incluso ahora, cuando sé que es imposible».
—No es suficiente —acotó el doctor Um—. Un Mililitro de epinefrina —ordenó con urgencia.
«Nunca pensé que en este mundo aparecerías después de haberme rendido», proseguí. «Porque por mucho tiempo busqué, con locura y desesperación, desaparecer de este mundo. Pero tú me devolviste las ganas de vivir, tú me mostraste lo que es la felicidad, tú me hiciste ver que en la vida no solo existe el sufrimiento».
—¡Desfibrilador!
«Te mereces todo lo bueno, mereces una larga vida, mereces ser feliz. Por eso, debes vivir, debes vivir, amor mío».
—¿Y cardiovascular? —inquirió el doctor Um—. ¿Por qué no está la ECMO?
—Vienen en camino, director.
"No Taehyungie, lo siento mucho, pero sé que se acerca mi hora".
La voz del pensamiento de Junkook se escuchaba cada vez más lejana, como si se fuera apagando. Mi corazón se enfrió con el golpe de entendimiento.
—A doscientos joules. ¡Carga! —la voz del doctor era mucho más apremiante.
"Por eso, prométeme que, aunque me vaya de este mundo, serás feliz y vivirás bien, por los dos, hasta que nos volvamos a encontrar en mi siguiente vida".
—¡Carga lista!
«Es difícil pensar en dejarte ir, no sabes lo difícil que es pensar en que nos volveremos a ver después del fin, ¿Cómo saber que te reconoceré, sin importar cuál sea tu apariencia?».
—¡Despejen!
"Ya lo harás, verás que sí, pero no es eso lo que quiero escuchar, ya no me hagas sufrir más este dolor y prométemelo, como lo hablamos, así podré irme en paz".
—Comprobando pulso.
Él me pedía lo imposible. Su urgencia era tal que provocaba el derrumbamiento de mi convicción.
«Prometo que viviré por los dos y seré feliz por los dos», acepté con un gigantesco hueco en mi estómago.
—Mantén la compresión.
Pero solo lo pensé así para que él me escuchara y dejara de preocuparse, no era porque estaba de acuerdo con él.
Lo último que deseaba era pensar como él. Él tenía que vivir. Era absurdo si sucedía lo contrario.
—¡Lo perdemos, director!
Entonces, a los pocos segundos, el mundo dejó de hacer ruido, todas las voces, sin excepción, se habían apagado.
—¡A doscientos joules! ¡Carga!
Ya no pude escuchar ni el mínimo susurro de un pensamiento. Ni el suyo, ni el de nadie más. Y aquel silencio me gritó ruidosamente cuánto me había equivocado.
—¡Carga lista!
—¡Despejen!
Lo había perdido para siempre.
—Comprobando pulso.
—¡¿Director?!
Se había ido, dando paso a un silencio torturador.
Mi pecho dolía tanto, como si me faltara el aire.
—Director, lo sentimos mucho.
Desahogarme a través de un río de lágrimas no era suficiente.
—Jeon Jungkook, hora de muerte 8:02 a. m del dos de enero.
Ya lo sabía, el golpe implacable de silencio me había susurrado que ya no estábamos en el mismo plano, aun así, quería, necesitaba aferrarme a un inexistente hilo de esperanza.
Procuraba obligarme a creer que su partida solo era un pensamiento fatal que nunca debió tener lugar en mi cabeza.
Mas, al escuchar la declaración de boca del doctor Um, todo mi mundo se desplomó. Como si sus palabras hubieran pulsado un botón de realidad.
Un nudo del calor nació en mi pecho y se abrió paso por mi garganta hasta salir de entre mis fauces como un rugido atroz y arrasador.
El dejar salir el llanto, era inevitable y poco me importó asustar a los intrusos que me observan desde el resguardo del edificio del hospital.
Por un buen rato, mi lamento se escuchó como los rugidos de una tormenta eléctrica. Tal como la que estaba sintiendo estallar en mi pecho.
«Tu sonrisa, tu mirada deslumbrante, tu dulce voz, tus gestos únicos y tu hermoso corazón, los atesoraré».
Debí decírselo... Cuando aún podía escucharme. Pero es que, si lo hacía, era como aceptar que debía dejarlo ir... Y ¿cómo podría? Si ni siquiera después del golpe de realidad tenía el valor de soltar su corazón.
Aunque otros puedan, no sería mi caso. Nunca podría hacer algo como eso...
«Solo para mí será como si nunca te hubieras ido, Jeon Jungkook».
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Chorima o Chollima (천리마). Esta criatura es un caballo alado que, según la leyenda, quería ser domado. Como nadie conseguía hacerlo, entonces voló hasta el cielo.
Es un animal muy famoso en Korea; además, le da nombre a un pueblo, al equipo de fútbol nacional e incluso a un estudio de cine.
La figura del caballo alado, que en sus representaciones más antiguas tenían también alas cerca de los cascos, es muy recurrente en la península.
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Este capítulo llevaba varias semanas escrito, Solo estaba esperando adelantar el siguiente.
Un capítulo más y la primera parte de esta historia habrá llegado a su fin.
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