Capítulo 63
Capítulo 63
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KIMURA HIROSHI
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⊰─⊱Kim Taehyung⊰─⊱
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Cuando mis ojos se toparon con aquella figura, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, crispando cada una de mis escamas. Un reconocimiento helador que envió ondas de aprehensión por mi alargada espina dorsal.
Las palabras, antes dichas por el señor Min, rebotaban en mi mente como una pelota en una habitación vacía, sin rumbo fijo y sin encontrar un punto de descanso.
Mi señor, venga pronto. Pues usted no es el único dragón aquí. Intentaré obstaculizarlo un instante para darle algo de tiempo.
Al descender junto a los predios de Full Moon, un pensamiento me llenó el alma de inquietud:
«Tú debes ser el otro».
Según mi percepción, la figura, oscura y retorcida, lucía un poco más grande que la mía, por lo que apreté mi mandíbula al tiempo que me impacientaba por mi eterno descenso.
Preguntábame cómo era posible que el señor Min estuviera dispuesto a enfrentarse a un adversario de tal magnitud.
—Tú debes creerte un Dios —farfulló el otro dragón, con ironía, a los pocos segundos de mi aterrizaje cerca de la entrada de Full Moon, como si sus palabras respondieran a mis pensamientos—. Incluso tienes seres divinos de tu lado. Ese insecto, sí que me tomó desprevenido —se burló, al tiempo que señaló con un movimiento leve de mentón hacia el lugar donde yacía tirado, casi acunado entre la nieve, el cuerpo del señor Min.
»—Es una lástima que su propio ataque le haya afectado más a él que a mí, hubiese sido divertido aplastarlo como a una mosca mientras lo escuchara gritar de dolor.
Al desviar la vista del cuerpo del hombre, solo esperaba que en verdad no estuviera muerto. Según las palabras del dragón, el señor Min se había desplomado solo después de atacarlo.
Aquel dragón, tan oscuro como la obsidiana, no se inmutó a la cercanía de mi presencia. Como si hubiera anticipado mi cada suceso. Estaba echado sobre la entrada principal como si se hubiera tropezado y caído, quedando sin ánimo para levantarse.
Me costaba asimilar que el señor Min tuviera alguna fuerza para dejarlo en tal estado.
—Me parece que has armado demasiado escándalo como para solo querer hablar del señor Min.
Un par de breves carcajadas airosas y llenas de escarnio salieron de su garganta.
—Llevas tanto tiempo escondiéndote y esquivándome, ¿Ahora quieres que sea directo?
Una risa salvaje y grotesca que más bien parecían gruñidos descoordinados se expandió en el aire como un eco tenebroso.
Tan solo un instante antes, parecía no restarle fuerzas a su cuerpo después del ataque propinado por el señor Min. Pero la energía de aquellas carcajadas me dictaba que probablemente no estuviera tan derrotado como quería aparentar.
Chasqueé la lengua en compresión.
—Tú le has hecho daño a mi gente en tres ocasiones. Siempre me pregunté qué te hice para que me persiguieras y me cazaras. Pedirte que seas directo es lo mínimo que puedo permitirme.
—Vaya que sí te gusta ir al grano, pero qué aburrido...
La otra bestia soltó un suspiro irónico y los segundos siguientes se aletargaron en un silencio mortificante de su parte.
»—Lo pensé tantas veces y, mientras más lo pensaba, más me convencía de que no hice algo tan grave como para merecer tanto mal y tanto daño.
Había cierta mezcla de rabia y tristeza en su hablar. Aquella voz me generaba la sensación de cuando se recuerda a alguien cuya memoria había sido borrada mucho tiempo atrás. Una tan lejana como una anterior vida.
Pero lo cierto es que sabía de dónde llegaba ese recuerdo, era un sueño, el mismo sueño de aquella noche en que mi hermano y yo fuimos maldecidos.
Me era imposible el hecho de reconocer la voz de alguien importante para mí en aquella que parecía de ultratumba. Tampoco era como si fuese capaz de recordar ni el rostro ni la voz de alguien que conocí cuando apenas tenía unos cuantos meses de vida.
Mas, ahí estaba esa sensación de reconocimiento y familiaridad viciando cada átomo de mi ser. Como un llamado de la sangre que nos unía, para bien o para mal.
»—Todo lo que quise fue protegerte a ti y ayudar a madre. ¿Pero qué gané con eso? Una eternidad de sufrimiento, un ciclo interminable de tormentos y torturas.
Sus palabras confirmaban mis sospechas al mismo tiempo que destilaban odio y aberración.
»—Pero un día, descubrí que tengo opciones, siempre las tuve. Quedarme quieto viviendo de esa manera o arrebatar la felicidad que bien me merezco después de tanto sacrificio.
Hiroshi... Todo este tiempo estuvo vivo...
»—Si estuvieras en mi lugar ¿Qué preferirías?:
»—¿Vivir eternamente en el mismo cuerpo joven y hermoso, rodeado de riquezas y de sirvientes o reencarnar una y otra vez en diferentes cuerpos mortales y débiles, destinados al deterioro y a la muerte posterior?
»—Vivir una nueva vida de sufrimientos con un cuerpo mortal. Esperar de esa manera hasta cumplir la edad para, hasta entonces, recordar tus vidas pasadas y no llegar a envejecer debido a la debilidad de tu cuerpo mortal y muriendo joven una y otra vez, hasta llegar al límite.
»—Claro que elegirías la primera opción. Y eso fue lo que hiciste, ¿no?
Lo que me contaba era una historia tormentosa y difícil, sin embargo, tenía una percepción equivocada acerca de la mía, pues no era tan fácil como él la juzgaba.
—No, no es así. Yo no elegí nada de esto. Pero tú... tú estabas muerto. Eso fue lo que madre dijo. Ella te había enterrado y te lloró un río.
»—Por supuesto que me enterró, mi primer cuerpo fue desechado sin vida, pero volví a nacer y tuve una nueva madre y luego otras tantas más, incluso hubo un par de vidas en las que no tuve ninguna. Y pues, ¿sabes qué? Me cansé de tener tantas miserables vidas, porque sí, una era más miserable que la otra.
—En verdad lamento que hayas tenido que pasar por tanto.
El dragón soltó otra carcajada grave y tosca.
—¿Esperas que agradezca tu lástima? No vine aquí para eso. No sabes lo que he esperado este momento.
Fruncí el ceño ante la expectativa negativa.
—¿No había otra manera mejor de conseguir lo que buscas? —cuestioné pensando en todas las muertes que se manifestaban a nuestro al rededor.
Los hwangsaenghaji no se escatimaban más que a su propósito de hacer pasar a sus víctimas por aquello que ellos mismos pasaron en sus últimos minutos de vida. Mientras que los rencores eran humanos convertidos en fieras agresivas incapaces de sentir compasión.
—Si venía tocando tu puerta y pedirte que me dieras tu nube mágica, ¿me la habrías entregado?
«¿Eso es lo único que busca?», sin poder empezar a creer que en verdad estuviera frente a frente con mi familia y la vez con mi viejo enemigo.
»—Yo también prefiero vivir eternamente con el mismo cuerpo, joven por siempre y con todas las riquezas al alcance. ¿No lo preferiría cualquiera? ¿Cuánto más lo preferiría alguien en mi lugar?
¿Y si, a lo mejor, no lo era?
«No, este dragón no puede ser mi hermano. Madre no lo describía de esta manera. Ese ser todo lo contrario a lo ella pensaba, debía tratarse de un impostor. Mi hermano estaba muerto», pensé con desesperación.
»—Pero tú, injustamente, me arrebataste el derecho de elegir. Así que... ¿por qué tendría que venir a preguntarte o a pedírtelo? No te daría la satisfacción.
—¿Orgullo? Es la excusa más tonta para crear caos y muerte. No, tal vez no se trata de orgullo, sino que, es probable que no seas quien dices ser.
Al hablar, traté de evitar que mi voz mostrara la inseguridad que envolvía mis palabras.
Las comisuras de su hocico se arquearon hacia abajo.
—Tal vez sea como dices, he sido tantas personas que aveces no puedo recordar quién soy con exactitud. Pero si hay algo que no olvido, es que tienes algo mío.
Aquel ser rodeado de una aura tan oscura y siniestra, no podía ser la misma persona que madre me describía con tanta admiración.
»—Lo sabes. Tuviste algo que no te pertenece durante mucho, mucho tiempo. Y ya es hora de que lo devuelvas. Hoy ha llegado el momento en que reclame mi premio y tendrás que hacer lo correcto por primera vez en tu perfecta vida, aunque no quieras, porque yo te obligaré.
Siempre me consideré un monstruo debido a los innumerables daños que causé a lo largo de mi vida y a las muertes que se provocaron por mi causa.
»—Yo pagué un precio muy alto por hurtar simples naranjas, con muchos más intereses de lo justo, mucho más de lo que debí.
Siempre supe que un día la vida debía cobrarme el precio por tanta impunidad. ¿A caso había llegado el momento?
»—Me debes desde que estabas en el vientre de nuestra madre, Kimura Rise. Ahora, como pago por tu crimen, devolverás lo que robaste con creces... y ya sabrás calcular cuántos más intereses has acumulado durante poco más doscientos años.
Siempre supe que ofrecer fondos del oro a los pobres de las naciones no era suficiente bien para compensar todo el mal que hacía, ni todos los pecados que los Jeon cometieron en mi nombre.
La culpa zumbando como tambores en mis oídos internos, machacando la fe en la benignidad de mi naturaleza, alejando las ideas que Jungkook tenía de mi persona, arrastrándome en la corriente de mis tropiezos.
«Nuestra madre, Kimura Rise».
«Hurtar simples naranjas».
«Doscientos años».
Si no era él, me preguntaba cómo sabía tanto de mí. Nadie sabía el nombre de madre, solo fue escrito una vez en el libro de la primera descendiente del testigo Jeon, sin embargo, habíamos comprobado que todas las copias del mismo, fueron destruidas hace mucho tiempo.
»—Me alegra que lo entiendas todo, me alegra que no digas nada. No sabes cómo estoy saboreando este momento solo con ver la perplejidad en tu fea cara, Kimura Kiyoshi.
Para mayor asombro, sabía bien mi nombre de nacimiento... Kimura Kiyoshi.
Nadie que no viviera en el tiempo de Nagoro lo sabía, porque, después de mudarnos, madre siempre me daba el nombre y apellido de mi padre, Kim Taehyung.
—¿De verdad eres tú, Hiroshi?
El dragón negro suspiró altanero y adoptó una pose estoica.
—Se siente raro que pronuncies bien mi nombre, pues no sabías hablar bien la última vez que intentaste llamarme. No lo he olvidado... como intentabas pronunciarlo con esa vocecilla tan tierna y angustiada:
"¡Sinoshi!, ¡Sinoshi!, ¡Sinoshi...!".
⊰─⊱Jeon Jungkook⊰─⊱
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En vez de volar directo hacia el campamento enemigo, Sia rodeó la montaña, alejándonos de la zona de la batalla, evitando, de esa manera, a los helicópteros de la prensa y acercándose por el lado opuesto a la zona sitiada por el enemigo.
Aterrizamos a una distancia considerable de la zona acampada, Sia volvió a alzar el vuelo en cuanto tocamos los suelos nevosos del bosque. Bajo la penumbra, Jung y yo nos movimos con sigilo y premura, alertas a cualquier movimiento.
Mientras más nos acercábamos al campamento, más me llenaba de suspicacia debido a la atmosfera.
La zona parecía desierta y un olor a carne quemada impregnaba los sentidos.
A lo lejos se escuchaban los motores de los helicópteros y los sonidos incesantes de la batalla.
Respiré hondo pensando en la situación de Taehyung, sintiendo como se ampliaba el agujero que se extendía en el centro de mi pecho. Me ahogaba la angustia de no saber qué estaba ocurriendo con él en aquel momento.
Pasamos varias tiendas lúgubres y solitarias. No había señales de luces, por lo que era fácil pensar que el lugar estaba abandonado, no obstante, sabíamos que eso no era posible.
El olor a humedad de las tiendas se compenetraba con el de la carne quemada con mayor fuerza a medida que avanzábamos. La oscuridad que se cernía sobre el bosque aumentaba con cada paso.
Jung tocó mi hombro para señalarme una de las tiendas que se levantaban impávidas entre los árboles. Aquella, a diferencia de las demás, se alumbraba desde el interior.
Ralentizamos el paso y, a hurtadillas, nos acercamos reteniendo la respiración cuidando no ser descubiertos.
"A su derecha", pensó G.D., el amigo de Rangi.
Dos rencores patrullaban la zona y tuvimos suerte de apartarnos a tiempo del camino, gracias al aviso del halcón.
Nos mantuvimos quietos en nuestro escondite, detrás de una de las tiendas abandonadas. En cuanto escuchamos los pasos y los sonidos peculiares de los rencores aproximándose lo suficiente como para alcanzarlos, Jung atacó a uno, enterrando una de sus dagas en la yugular, mientras que yo decapité al otro usando uno de mis sables.
Jung arrastró el cuerpo de su oponente y yo cargué ambas partes del mío, dejándolos dentro de la tienda más cercana, lejos de cualquier vista.
A lo lejos se escuchó un fuerte gruñido canino, seguido de otro, como si el segundo fuera una respuesta al primero.
—¿Esos fueron perros? —susurró Jung con una angustia muy marcada en sus facciones.
"Iré a ver", pensó Rangi.
—Tienes la esfera de Heena, sanarás pronto si recibes un par de mordidas —alenté a Jung con cierto deje de burla.
—No me preocupo por eso, es que podrías perder el norte. No es lo mismo herir a un rencor que herir a un perro. A ti te gustan mucho los animales. ¿Crees poder hacer lo que se tiene que hacer?
Esa no la vi venir. Jung estuvo observando esa clase de detalle, lo cual me dejó sorprendido.
—¡Shhhhh! —chistó una voz detrás de nosotros, provocando que ambos volteáramos con un sobresalto.
Un hombre envuelto en un manojo de telas iguales a las de las tiendas se encontraba frente a nosotros, el índice sobre sus labios solicitando silencio. Por muy poco le dejaba sin cabeza, igual que hice con el primer rencor que había matado esa noche usando uno de los sables.
Jung apuntaba hacia el extraño con sus dagas, mientras que yo lo hacía con uno de mis sables. El hombre estaba desarmado y descalzo, manteniendo una expresión llena de simpatía.
—Soy yo, G.D. —susurró el amigo de Rangi.
Los ojos de Jung se expandieron en gran sorpresa.
—¿C-cómo...? —Jung olvidó bajar la voz debido a la impresión.
—¡Shhhhhh! —chistamos G.D. y yo al mismo tiempo.
El sonido peculiar de más de un rencor se alzó no tan lejos de nosotros, arremolinándose en distintas direcciones, debieron alertarse con la voz de Jung. Los tres nos miramos y corrimos para ocultarnos dentro de una de las tiendas.
A los segundos, algunos de los rencores pasaron de largo y los embestimos por detrás.
—¿Rangi también puede hacer eso? —esta vez Jung no olvidó susurrar.
G.D. Negó, un poco triste.
Jung dejó caer sus hombros ante la negativa del hombre. Parecía interesado en conocer la forma humana de Rangi, pero eso no iba a ser posible.
"Jóvenes, tenemos dos pequeños problemas", pensó Rangi, quien volvía de su investigación. "Tienen dos perros".
Ya sabíamos que aquellos gruñidos bestiales eran como el de los perros, pero era un cierto alivio que no pasaran de ser dos.
—Lo lamento por ellos —Jung puso una mano en mi hombro para darme fuerza, pues sabía que me dolería maltratarlos o herirlos.
"¿Por qué lo lamentan? ¿Ustedes son chamanes?", pensó Rangi.
—¿Qué tiene que ver ser chamán con pelear contra dos perritos?
Jung se quedó mirándome confundido por la pregunta, ya que no me ocupé de repetir las dos últimas preguntas que había pensado Rangi.
"Porque solo un chamán puede hacer algo contra dos perros coreanos de piedra".
⊰─⊱Kim Taehyung⊰─⊱
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Percibí el frio treparme por los dedos.
Un trago de nostalgia intentando embriagarme la conciencia. No podía dar crédito a todo lo que estaba escuchando.
El otro inmortal, siempre había sido mi hermano. El dolor que se alojó en mi pecho, con aquel descubrimiento, no hacía más que aumentar conforme mis pensamientos corrían a máxima velocidad.
Mi hermano era la persona que más admiraba en el universo y en vez de alegrarme de que estuviera vivo, una sensación decepcionante se esparcía dentro de mi estómago. Escucharlo hablar de aquella forma tan amarga y rencorosa, me hacía sentir pasmado y sin voluntad de comprender mis sentimientos o de darle un rumbo correcto.
Era incapaz de reconocer mis propios recuerdos, todas aquellas memorias que guardaba para nunca olvidarme de él, desmoronándose a causa de unas cuantas palabras de un ser extraño.
Su mirada se desplazaba lenta e inquisitiva a lo largo de mi figura. Encima de esos ojos rojos como el vino, un ceño embadurnado de pura maldad y odio.
«¿Todo había sido una mentira?».
Su hocico sonrió lúdico.
Sus patas traseras reafirmaron el apoyo al peso de su cuerpo aplastando la nieve y el asfalto debajo de ellas, lo que, de inmediato, provocó la dispersión de mis angustiantes pensamientos.
Mis escamas se encresparon al discernir las intenciones del otro dragón, como si de tener vida propia se tratara. Brindándome una nueva noción de la realidad y poniéndome en alerta.
Mis preocupaciones desaparecieron de pronto, como lo hacía la luna, tras la niebla de aquella noche fría.
Ese ser no venía para tener un reencuentro fraternal o una conversación conmovedora y repleta de añoranzas, venía para arrasar y llevarse todo por delante.
⊰─⊱Jeon Jungkook⊰─⊱
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"Al menos no son enormes como los komainus, por lo que tienen oportunidad de huir de ellos. Díganme que son buenos corriendo, porque, les advierto, las armas de metal no sirven contra ellos. La magia se contrarresta con magia", pensó Rangi con un matiz angustiado en la voz de halcón.
—¿No encontraste a Minho-hyung? —quise saber, tragando saliva.
Era un alivio no tener que matar a dos perros, pero me preocupaba que, en vez de animales, debíamos enfrentar a dos estatuas vivientes como las de Full Moon. Y como nos advirtió Rangi, no teníamos oportunidad contras ellas.
"Aún no", pensó Rangi. "La seguridad de ustedes es prioridad".
Rangi nos ayudó a avanzar evitando encontrarnos con los perros. Matamos a cuanto rencor se interponía en nuestro camino hasta llegar al lugar donde los amigos de Rangi fueron emboscados antes.
Y entonces los vimos.
Jackson yacía de pie, amarrado al grueso tronco de un árbol, su cabeza cayendo sin fuerza hacia su pecho, mientras que Minho estaba de rodillas frente al cuerpo sin movimientos de su amigo a medio vestir con heridas graves en su espalda, que la embadurnaban de su sangre.
Quise correr hacia allá de inmediato, pero G.D. me lo impidió. Antes de que pudiera dar un paso, él ya me tenía agarrado por la capucha.
Jung apretaba los labios y los dientes con rabia. Él debía estar sintiéndose tan frustrado como yo. Teníamos que hacer algo por ellos antes de que fuera demasiado tarde.
Había cuatro personas de pie al frente de unos veinte o treinta rencores que formaban un semicírculo alrededor de ellos. Junto a Minho, había una figura más, alguien que llevaba un gorro alto y una vestimenta amplia, todo blanco y con detalles coloridos, era una mujer.
La mujer haló a mi primo por sus cabellos y, con el movimiento, la sangre de las heridas de Minho salpicaron el aire y el vestido de su captora. Ella lo observaba soberbia y la vez con asco.
⊰─⊱Kim Taehyung⊰─⊱
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Sus patas se impulsaron, enterrándose con fuerza en el suelo, antes de dirigirse a mí, y como si de un toro aéreo gigante se tratase.
Creí que sus movimientos iban en cámara lenta porque pude esquivarlo con solo hacerme a un lado sin ningún esfuerzo.
Su oscura figura chocó contra varios árboles derribándolos en el momento. Debido a su color no podía distinguir si había salido lastimado.
Mis sentimientos empezaron a dividirse al verlo esforzándose para ponerse de patas otra vez.
—¿Te encuentras bien, Hiroshi? —quise saber, olvidando en aquel instante que dentro de aquel dragón ya no se entraba el hermano que creí conocer.
Se sacudió la nieve, cual perro mojado, avanzó despacio entre los árboles caídos con una sonrisa lúdica en su hocico que pronto se transformó en una mueca amenazante.
El interior de su pecho emitió una luz rojiza, cuya luminosidad fue en aumento a medida que se acercaba a mi encuentro. Cuando alcanzó cierta distancia entre nosotros la luz se movió a través de su garganta y, entonces, comprendí que pretendía vomitar dicha luz en dirección a mí.
Su hocico se abrió dando paso a una llamarada gigantesca y casi líquida como la lava. Cuando el fuego estuvo a punto de tocarme, me impulsé hacia arriba con la fuerza de mis patas.
Mi intención solo era esquivar el abrazo del fuego, impulsarme solo un par de metros en el aire, así como lo había hecho Hiroshi, pero terminé subiendo a una altura donde las nubes y la niebla no me permitían ver el panorama.
Otra vez tenía que dejar mi cuerpo a merced de la gravedad para no provocar un daño a mi propia gente al descender.
La voz de Hiroshi fue mi guía mientras descendía impaciente.
—Eres un maldito cobarde, siempre lo has sido, escondiéndote detrás de estos humanos incompetentes.
»—Los quemaré a todos si no apareces.
Traspasé las últimas capas de niebla que me impedían hacer contacto visual y me impulsé en el aire en dirección al dragón negro que se encontraba quemando parte de la casa.
El impacto fue doloroso, pero al menos si le di al objetivo. La estrepitosa embestida nos arrastró a ambos y él se llevó la peor parte, su cuerpo me sirvió de canoa mientras arrasamos con parte del suelo y algunos árboles del jardín.
Una vez que terminamos de derrapar, me percaté de que el otro se aferró a mí clavándome sus garras.
Lo escuché quejarse cuando uno de los komainus le mordió una de las patas traseras. De algún modo se las arregló para mandarlo a volar de un coletazo.
Intentaba zafarme de sus garras, pero a pesar de estar tan lastimado, él seguía siendo más fuerte que yo.
Sus ojos, brillantes y rojos como el vino, me miraron con malicia mientras la luz de su torso aumentaba y emitía un calor abrasador a mi cuerpo.
Empleé toda mi fuerza para apartarme, pero él seguía sometiéndome desde abajo.
Cuando la luz se deslizó por su garganta supe lo que iba a suceder. Dejé de luchar, aceptando mi destino. Le vi abrir la boca y mis ojos sufrieron al ver el fuego líquido y rojo manando en aquella garganta.
Cerré los ojos con resignación esperando el golpe de dolor sobre mi rostro.
Nunca había podido imaginar que una de mis peores muertes fuera obra de la mano de mi propio hermano.
⊰─⊱Jeon Jungkook⊰─⊱
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"¿Para qué este necio tomó su forma real?", se quejó Rangi, porque, en aquel momento, no podía establecer una comunicación efectiva con GD. "Deberíamos ir ahora, pero este idiota es el único que sabe cuál es la tienda correcta".
Una lucha de voluntades se libraba dentro de mi mente. No podía dejar de mirar en dirección hacia mi derrotado primo. No podía.
Rangi se posó en la cabeza de GD. Me pareció que intentaba hacerlo reaccionar, pues el hombre observaba la escena con los puños apretados y el ceño lleno de ira.
"No es hora de meterte con ella, debemos ir por las vasijas".
Rangi tenía razón, en el fondo, todos lo sabíamos. Pero solo yo era quien podía escuchar la voz del único sensato y sabio entre nosotros.
Entonces un gran peso cayó sobre mi estómago.
Si perdíamos aquella pelea, todos iban a morir y sería solo mi culpa por no cumplir mi responsabilidad.
Limpié una lágrima de mi mejilla por vez que tocaba el hombro de Jung. El hombre se sentía muy tenso, pero volteó a mirarme.
—Es hora, GD, llévanos a esa maldita tienda y acabemos con los malditos hwangsaenghaji.
GD tardó unos segundos en reaccionar, con un suave picotazo del halcón sobre su cabeza empezó a dar pasos hacia atrás, sin dejar de mirar con un odio profundo a la mujer de blanco.
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Había rencores patrullando la zona. Iban de cuatro en cuatro, a veces de tres en tres. Mientras que nosotros nos movíamos entre las tiendas vacías. Atravesando el camino y la penumbra del bosque.
Estábamos frente a la tienda más enorme que había visto en mi vida. Era tan solo un metro más alta que el resto, pero se extendía hasta perderse de vista su final.
Allí debía quedarse el dragón negro.
—Aquí es donde la bestia negra custodiaba las vasijas. Con todo lo que ha pasado, primero, TOP y yo, después, sus amigos; es posible que lo que buscamos ya no se encuentre aquí.
»—Antes estaba iluminada, ahora se la está tragando la oscuridad, justo como las demás tiendas.
Decidimos entrar en una pequeña tienda que estaba frente a la gigantesca.
Sin ningún aviso, Rangi voló a través de las cortinas que separaban el exterior con el interior de la tienda.
"Quédense justo donde están, hasta que vuelva".
Tardó casi un minuto para darnos señales de su salida, ya que escuchamos un ligero sonido, como sus aleteos. Aquel tiempo se me hizo eterno, pensando, con impotencia, en Taehyung y en Minho.
Una mujer de cabellera larga y negra, vistiendo un atuendo parecido al de Heena, salió de la tienda gigante cargando una jaula mediana.
Rangi estaba dentro del artículo.
Un peso cayó en mi estómago como una pelota, dejando una sensación de ardor.
La mujer levantó en alto la jaula circular, sonrió con triunfo y volvió a entrar tan rápido como salió. Ella no nos vio, pero sabía que Rangi no había llegado solo hasta allí. Por eso quiso mostrar su captura.
"Me dejé atrapar a propósito, aún no hagan nada, Jeon Jungkook, antes necesito comprobar dónde están las vasijas".
—Es una de ellas. —Jung estaba a punto de salir de nuestro escondite.
—Lo sé —admití, sabiendo a qué Jung se refería y frenándolo en el acto. La mujer era una kumiho.
—Si pudiera hablar con ella...
—Rangi acaba de pedirme que no hagamos nada. Se dejó atrapar a propósito.
Jung arrugó la frente con incredulidad.
—Con lo cuidadoso que es, ¿tú le crees eso?
—Yo digo que entremos —sugirió GD —Rangi nos necesita.
—Yo digo que esperemos...
Unos cuantos rencores entraron en la tienda donde nos escondíamos y nos tomaron por sorpresa mientras discutíamos.
No fuimos tan rápidos para acabar con ellos, por lo que fue inevitable que alertaran a otros más antes de sucumbir ante nosotros.
No bien acabamos con un grupo de ellos, cuando llegaban otros más.
La tienda se llenó de cuerpos e igual la voz de alarma llegó hasta los perros de piedra.
Los tres nos miramos cuando nos vimos rodeados por unos veinte rencores al tiempo que escuchamos los ladridos acercándose.
Me abrí paso entre los rencores hasta entrar en la gran tienda.
—¡Escuchen! —vociferé, agitado, hacia el aire—. Somos amigos de Heena, ella nos pidió que no les hiciéramos daño.
Unas carcajadas burlescas reverberaron en el lugar.
GD y Jung entraron después de mí, los perros ya estaban a punto de llegar.
—Heena está muerta, además ella no se hacía amiga de los humanos —respondió una voz de mujer.
—Heena está viva y está a salvo —contradije. Mientras GD y Jung derribaban rencores detrás de mí.
—Infeliz, ¿cómo te atreves? —la kumiho que vimos antes, jaula en mano, se acercó lo suficiente como para que pudiéramos verla. Sus ojos eran anaranjados.
—Espera... —intervino otra kumiho, quien parecía más cautelosa, esta tenía el cabello plateado—. Mirándolo bien, este hombre pudo haber sido su tipo. Quizá se acostaron. ¿Lo hiciste con nuestra líder?
La mujer zorro plateada, me miraba con ojos inquisidores y rojizos.
Negué con la cabeza y eso bastó para que la kumiho que cargaba la jaula inhalara con pura impaciencia.
—Si no se acostaron, entonces no podemos creerte —infirió la de cabello plateado—. Fuiste tú quien la mató, ¿verdad?
—Heena está viva —afirmó Jung, dando pasos hacia delante—. Lo puedo demostrar.
GD luchaba solo contra los rencores.
—¿Puedes? Si está viva ¿por qué no vino con ustedes? —La kumiho pelinegra, reverberaba en rabia—. Solo quieren a su pajarito devuelta, pero no nos engañan.
—Tengo su esfera —acotó Jung con desespero.
Después de la admisión de Jung, un silencio inundó el interior de la extensa tienda, mientras que, detrás de nosotros, los rencores eran derribados por GD y los perros de piedra gruñían más cerca que antes.
La kumiho plateada se acercó a Jung de forma lenta y con las manos en alto.
—¿Puedo comprobarlo? —solicitó, a lo que Jung asintió.
En cuanto ella colocó una de sus manos sobre el pecho de Jung, se alejó de un salto.
Sin decir palabra, extendió sus ocho colas y sus garras, sus ojos brillando con un destello rojizo; entonces la otra desapareció en la oscuridad de la tienda llevándose la jaula más allá de nuestra vista.
Al principio, pensé que al decirle lo de la esfera de Heena, Jung había empeorado la situación, sin embargo, la kumiho de ocho colas, quien se movía tan rápido como su líder, se nos adelantó hacia la salida para enfrentar a los perros de piedra.
GD entró a la tienda confundido por el comportamiento de la kumiho plateada.
—¿Qué hacen? ¡Ayúdenme a distraerlos! —urgió ella desde afuera.
GD y Jung se encontraron con la mirada y, luego, con un asentimiento cómplice fueron directo a la salida, llevándose a unos cuantos rencores por delante. Lo que me dejaba libre para llevar a cabo mi misión: destruir las vasijas de los hwangsaenghaji.
Pero había un problema, no pudimos confirmar si estaban ahí o si las habían mudado a otra ubicación.
—¡Jeoncito, date prisa, los chamanes vienen! —La voz de Jung se filtró desde uno de los laterales de la tienda.
Con los ladridos de los perros se había desatado un caos que obviamente no solo llamó la atención de los rencores, sino de los chamanes e incluso, de la prensa.
Podía escuchar al menos a un helicóptero acercándose.
Mientras me internaba en la tienda, la kumiho de cabello negro pasó casi por mi lado, corriendo despavorida, con sus cinco colas extendidas y una expresión de terror marcada en su rostro.
Estaba a punto de pensar lo peor cuando al ver a un tigre de dimensiones descomunales, comprendí lo que había pasado. Ella no se esperaba que el pequeño pajarito se convirtiera en una fiera de tal magnitud.
Ambas kumiho se encontraron afuera de la tienda.
—Rose, ¿qué haces? —la escuché cuestionar a la captora de Rangi, mientras la otra le respondió que obviamente pensaba en matar rencores y cuidarse de no ser la cena de los perros coreanos.
—Heena está con ellos, tonta —aclaró al comprender que su compañera no captaba la situación.
Rangi ralentizó sus pasos y asintió hacia mí.
"Las vasijas están al fondo. Pero están bien ocultas entre otras falsas, cientos de ellas. Ten cuidado, hay rencores allá atrás".
Me apresuré a correr hacia el fondo de la tienda hasta llegar al lugar correcto.
Desenvainé ambas espadas y, sin más pérdida de tiempo, empecé a destruir toda vasija que aparecía ante mi vista, siempre atento a cualquier ataque sorpresivo de algún rencor.
Algunas vasijas se encontraban quebradas.
Lo que dictaba que mi primo y Jackson habían llegado tan lejos como nosotros. Pero de alguna manera fueron atrapados en el acto.
Mientras más rencores mataba, más se aparecían ante mí. Parecía que se multiplicaban en vez de disminuir en número. Eso, las kumiho, los perros coreanos, los chamanes y la cantidad exuberante de cerámicas, explicaban el por qué Minho y Jackson no fueron tan rápidos como para destruir las vasijas originales, siendo capturados en el acto debido a la desventaja en números.
El señor Min debió pensar que aquel plan no era el mejor, pero podía apostar que mi primo lo sabía y no le importó ser la carnada para que Jung y yo tuviéramos un mayor índice de éxito.
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¡Hola! ¡Tanto tiempo!
Me sigo tomando mi tiempo al desarrollar los capítulos. Estamos en la recta final de la primera parte. Tengo unos pocos textos para ir armando la estructura de la segunda parte, voy tomando notas mientras continúo desarrollando los últimos capítulos.
------- Espero no extenderme con más de tres capítulos para el resto de esta historia. ------- (No llevará epílogo porque habrá segunda parte).
¿Teorías?
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