Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 58


Capítulo 58

———:::::::::::::::::::::::::::::::::::———

TRAICIÓN POR TRAICIÓN

———:::::::::::::::::::::::::::::::::::———


⊰─⊱ Kim Taehyung ⊰─⊱

●•●•●•● ҉ ●•●•●•●

Estaba impaciente, a la espectativa de todo lo que ocurría con Jungkookie y espera de que Jeon arribara al domo. La mirada fija sobre la trampilla, atento a su llegada y la mente en concentración a mi conexión con Jungkookie.

Al principio, se me dificultaba realizar un enfoque objetivo con mi nueva manera de visualizar las cosas, mi visión prismática fue difícil de dominar, mas, al pasar de los minutos, sin más remedio, tuve que ir acostumbrándome hasta encontrar maneras de beneficiarme y, en vez de ver aquel efecto como un problema, tomarlo como una habilidad. Incluso me empezó a gustar cuando descubrí que me permitía observar más de tres direcciones a la vez. En otras circunstancias, eso habría sido un logro para celebrar conmigo mismo, pero no me encontraba con el humor, ni la situación indicada para hacer algo tan normal dentro de todo lo anormal.

El calor empeoraba mi pésimo humor. La calefacción había sido encendida a mi orden, ya que, de continuar apagada, mis pequeños acompañantes terminarían debilitados por el frio, y con la constante amenaza de sufrir hipotermia. 

Mi visión prismática no era la única habilidad que estaba aprendiendo a pulir durante mi encierro, también había mejorado el cómo entrar y salir de las mentes y cómo mantener reservadas algunas informaciones para con Jungkook, ya que él era el único que podía entrar en la mía. Aunque me parecía que él creía que solo ocurría lo contrario. Era demasiado ingenuo y modesto como para creer en su habilidad.

Cada instante, desde que se separó de mí, mi mente estaba dividida entre lo que sucedía con Jungkook y lo que pasaba dentro del domo. Él estaba a punto de salir de la mansión en compañía del señor Nam cuando Jimin puso fin a su escandalosa y ridícula persecución hacia Lisa. Minutos más tarde, Jimin se había reconciliado con
ella y ambos leían en silencio, compartiendo la mesa de té junto a un exhausto Seonkjin. El chico dejó de desear arrancarle el cabello a la joven chamana en cuanto le comuniqué que ella recién había iniciado una relación con el dulce Soobin. Jimin, ese pequeño tufillas, se había hecho la idea de que quien se le había declarado a Lisa era el señor Min, mas Jungkook, antes de salir de la casa, me pidió que aclarara el asunto en cuanto lo supo para que dejaran de pelearse entre ellos.

De aquella misma manera, le hice saber a Jin que Nam acompañaría a Jungkook en la búsqueda de Nayeon. Atreviéndome a escuchar sus pensamientos preocupados y divididos. Quería intentar detenerlos, pero sabía que lo era posible, tuvo ganas de ir con ellos, aunque sabía bien que solo sería un estorbo para la misión. Le vi asentir hacia mí con la mirada perdida mientras mordía la uña de su meñique. Tratando de tranquilizarme mientras él luchaba internamente contra un ataque de nervios tomó uno de los libros para simular que seguía leyendo, cuando en realidad estaba rogando a las deidades que a su Namjoon no le pasara nada. Le dejé ser porque le entendía a la perfección.

Tanta calma y tanto calor en el interior del domo no me atormentaban tanto como la impotencia del encierro y de no poder ser de utilidad. Necesitaba estar al lado de Jungkook, pero Jeon me hizo esperar más tiempo del que mis nervios podían soportar.

Jungkook y el señor Nam iban camino hacia el centro de los novatos y ya me entraban ganas de morder las malditas cadenas que me aprisionaban, lo único que me detenía, era saber que el domo era casi indestructible y con mi descomunal aumento de tamaño, jamás iba a caber por el pequeño orificio de la trampilla. Pero el concreto reforzado era menos indestructible que la capa acorazada del domo. Así que tenía que hacer que Jeon diera la orden de demolerlo. Aunque en el fondo sabía bien que él no haría algo como eso, así que la solución era destituirlo de su puesto para que alguien más lo hiciera, pues yo mismo no podría, no en mi condición inhumana, porque ¿quién creería que el señor Kim en realidad era una bestia? De igual manera, todos estaban organizados y entrenados para no tener contacto o conversaciones directas conmigo, estaban acondicionados a recibir órdenes solamente de sus superiores inmediatos y tenían prohibido cualquier contacto o interacción conmigo a no ser que se tratara de una orden directa de Jeon.

Era la mejor forma, la única forma. Eso me repetía para sentirme menos culpable de lo que pretendía llevar a cabo.

Mientras la tarde transcurría a la espera de Jeon, de vez en cuando, soltaba suspiros de impaciencia que se convertían, de cierta forma, en ventiscas heladas para mis tres acompañantes, ya que mi aliento, a pesar del calor que me abordaba, salía prácticamente congelado, envolviendo el interior del domo como una ventisca de invierno cuando se cuela por la ventana.

Estaba conteniendo toda la rabia que Jeon me provocó al dejar en peligro a Nayeon con una segunda intención, porque, conociéndolo, sabía que el opbejetivo no era simplemente abandonar la seguridad de Nayeon tildándola de traidora, sino que, era la vía más fácil de deshacerse de su sobrino. Jungkook iba camino hacia el peligro por culpa de sus malditos cálculos y mi furia crecía con cada minuto que me hacía esperar por él. Lo había citato al domo durante el altercado que Jungkook tuvo con Daesung en la salida del túnel.  Le advertí que, si no venía al domo, encontraría la manera de salir, aunque me costara hacerlo pieza por pieza.

—Iré, señor, no haga nada estúpido. Espere por mí.

Eso fue lo que dijo, a pesar de su tardanza tenía fe en su palabra, pues siempre la cumplía. Pero cada segundo que pasaba contaba como una gota más de la rabia que inundaba mi interior. Iría a mí a la maldita hora que le diera su gana, cuan lo creyera más conveniente para él. Eso aumentó mi convicción para hacer lo tenía que hacer.

La tarde seguía transcurriendo. Una suave luz dorada iluminaba el techo del domo cuando Jungkook encontró a Nayeon. Y no podía sentirme más inquieto que cuando al fin conoció a la Kumiho que entonces supimos que se hacía llamar por el nombre de Heena.

Desesperé más aún porque no podía entrar en la mente de aquella criatura, en mi maldita posición, no podía hacer absolutamente nada útil para ayudar a Jungkook.

Solo dejarlo concentrarse para que no saliera lastimado. Otra cosa inútil que hacía en falta era buscar por ese tal Rangi , el cual no aparecía por ninguna parte.

Ni siquiera en eso pude ayudar.


●•●•●• ● ҉ ●•●•●•●

Habían pasado unos treinta minutos más cuando Jin se sobresaltó en su asiento en el momento en que la trampilla fue abierta de golpe. La cabeza de Jeon emergió del agujero con premura, al fin, su entrecejo más ceñudo que nunca. Una vez que subió el último de los escalones, le vi luciendo uno de esos atuendos como el que llevaban Lisa y Jimin, caminó hacia mis acompañantes llevando una bolsa en la mano izquierda, pasando de mí y dejando la entrada abierta, tal como si sus intenciones fueran no tardar en volver a salir.

No planeaba perder mucho tiempo reuniéndose conmigo. Pero él no era el único que tenía planes.

—¿No han encontrado nada útil en esos libros?  —inquirió elevando una ceja hacia Jin, Jimin y Lisa.

Jeon depósito el bolso de papel sobre el piso, próximo al asiento de Jin, quien lo miró de arriba a abajo con un dejo de desprecio imposible de ocultar.

Tanto Lisa como Jimin se levantaron de sus asientos para hacer una reverencia de recibimiento a Jeon. Solo Jin se quedó inmóvil y cómodo en su lugar. La mirada del joven castaño decía más que mil palabras, no podía sentirse más enfadado con Jeon, Jin empatizaba conmigo en su totalidad, en su mente se imaginaba con sus manos atrapando la garganta del viejo,  estrangulándolo, sin saber que aquel hombre al que tanto despreciaba y quería asesinar, era su propio padre.

—Algunas pistas sobre distintos temas, que conciernen a nuestros atacantes, pero no mucho sobre la situación del señor Kim, señor —Jimin no levantó la mirada al responder, era increíble la manera en que cambiaba por completo ante la presencia de Jeon, pareciendo más un cachorrito indefenso y sumiso que el gato endiablado y salvaje que, todos allí, salvo Jeon, sabíamos que era.

—En realidad lo poco que hemos encontrado puede que sea una solución —Lisa volvió a tomar el libro que estaba leyendo para mostrarle a Jeon a qué se referían sus palabras—, pero hay que ir a un lugar específico, señor.

Jeon tomó el libro que Lisa le ofreció y leyó unas cuantas líneas, mientras elevaba las cejas con cierta conformidad.

—¿Cuánto tiempo podría tomarse? —inquirió devolviendo el libro a la joven pelinegra.

Ella agachó la mirada al tomar el libro devuelta e hizo una pequeña negativa.

—Seguiré investigando, señor.

Jeon asintió y dirigió su mirada hacia Jin.

—Está hecho con tus medidas —Jeon miraba a Jin a los ojos mientras señalaba la bolsa de papel—. Úsalo si quieres. Te podrá proteger contra las mordidas de los rencores, en caso de que no logremos contenerlos lo suficiente.

Sin emitir ninguna palabra, Jin retuvo su mirada furibunda sobre el rostro enjuto de Jeon. El menor se estaba poniendo tan rojo de la furia que parecía que en cualquier momento su cabeza podía estallar.

Quise acercarme a la impoluta figura de Jeon e hice sonar las cadenas que, había olvidado, por un momento, estaban atadas a mis tobillos.

Entonces todos voltearon a verme como si aquel simple sonido les hubiera recordado que yo también estaba ahí. Los ojos de Jeon se fijaron en los míos tan solo por unos breves segundos. El hombre que era mi amigo, no fue capaz de retener su mirada sobre la mía por más de cinco segundos.

—Jeon, me has estado ocultando todo lo que está pasando allá afuera, te has aprovechado de mi condición para deshacerte de los nietos de tu hermano, así como una vez lo hiciste con él.

Él volteó su rostro hacia un costado e hizo una mueca casi inmutable de fastidio, una que bastó para saber lo que pensaba sin necesidad de leer sus pensamientos:

"Sabía que de ellos se trataría esta inútil reunión". 

Habíamos dejado de discutir por aquel viejo hecho, hacia mucho tiempo, pero eso no quería decir que estuviera olvidado por completo. Jeon tomó el puesto de su hermano mayor porque todo lo que soñaba en el mundo era ser mi guardián, deseaba nunca separarse de mí y protegerme hasta el día de su muerte, por el contrario de su hermano mayor, quien era muy parecido a Minho, a él le gustaba su libertad y quería formar una familia normal, tener una vida normal, lo que fue aprovechado por Jeon para convencerlo de que abdicara la responsabilidad a él, Jeon siendo solo un ñino de catorce años, logró su sueño de tener todo el poder con el que le correspondía lidiar a su hermano mayor.

Los tres jóvenes se animaron camino hacia la trampilla con la intención de dejarme solo con Jeon. Pero yo les pedí que permanecieran en su lugar. Ya no había lugar para la privacidad entre Jeon y yo.

»Ustedes tres continúen leyendo —dije. A lo que ellos muy obedientes volvieron a su labor.

Mi estómago se quejaba por él hambre, pero decidí ignorarlo, pues ese no era un momento para pensar en trivialidades o en necesidades biológicas.

—Puede quejarse y decir lo que quiera, señor. —Jeon se paseaba cerca de la mesa de té, donde la temperatura era más acogedora para él—. Las decisiones que tomo y todo lo que hago es por usted, únicamente por usted. Lo sabe —alegó sin atreverse a mirarme por más de un par de segundos.

Su vista se paseaba por los libros o cualquier lugar, incluso por el techo, el cual ya no mostraba un cielo azul con nubes blancas como yacía pintado cuando llamé por él, aquella vista con los colores rojizos que traía el final del atardecer, incluso, era más merecedora de su atención que yo. Parecía pensar en algo, e imaginé que, tal vez, se preguntaba si Jungkook ya estaría muerto para esa hora. Seguro que eso le complacería de haberlo podido confirmar, deshacerse de él sin manera alguna de que asumiera la culpa. Pero no importaba, yo sabía que mi Jungkook aún estaba bien y ese enorme detalle me daba más valor para hacer lo que debía.

—Si lo hicieras solo por mí, te importaría lo que yo pienso. Me consultarías sobre las decisiones que me importan solo a mí, aunque pasaras de ellas. —Hacía un mayor esfuerzo para que la rabia que sentía en ese momento no traspasara el color de mi voz, aunque se me estuviera haciendo casi imposible de lograr.

No podía permitirme quedar en evidencia. Jeon podía ser cualquier cosa, menos estúpido. Él sabía jugar mejor que yo, porque a diferencia de mí, él era implacable. Nunca estaba a favor de las excepciones, ni de los privilegios y mucho menos de los sentimientos.

—Usted es lo único que importa, usted y nada más —afirmó con su acostumbrado tono severo y cáustico.

—¿No tienes una maldita idea de cuánto me importa Jungkook? —mascullé sintiendo lo inútil y débil que estaba siendo en mi intento de llegar a él.

Los pasos calmados de Jeon lo acercaron tan solo a unos veinte metros de mí.

—Su seguridad es lo primero y mi sobrino es una amenaza para su seguridad —acotó con su tono más mordaz, pero sin atreverse a devolverme la mirada—. Además, como le prometí, nunca he vuelto a hacer nada en contra su favorito, señor. En esta ocasión le di opciones al muchacho y él quiso revelarse de todas formas. Pudo haber estado a salvo dentro de una celda junto a mi rebelde e insensato hijo, pero eligió ir en contra de la causa. Eligió aliarse con el enemigo.

Mis impulsos dejaron en evidencia la alevosía que me estaba corroyendo, pudieron más que mi fuerza de voluntad e intenté acercarme a él en un movimiento sorpresivo y, por consiguiente, él retrocedió dos largos pasos tan pronto discernió que forcé las cadenas en busca de llegar más lejos.

—¿Le diste opciones? ¿Aliarse con el enemigo? —repliqué con impaciencia—. ¡Por la deidad de la montaña!, Jeon, dejaste a su hermana a merced de una asesina. Su hermanita adorada, ¿Qué creíste que iba a pasar cuando él lo supiera? ¿Y dices que le diste opciones?

La tormenta en mi interior era tan devastadora que no me di cuenta, hasta después, que toda la extensión de mi extraño y gran cuerpo se encontraba flotando en el aire, tal como si la gravedad no me afectara en lo absoluto. No era como si estuviera acostumbrado a ello, pero mi mente solo estaba dividida en dos partes que no daban espacio para pensar en nada más. Jeon Sangjoong y Jeon Jungkook.  Bueno, aunque no iba a rendirme tan fácil en encontrar al tal Rangi.

No sé si verme flotar le hubo asustado o solo sorprendido, pero le vi darse la vuelta sin un atisbo de mostrar alguna emoción. Jeon se paseó con calma hasta regresar a la mesa de té. Tomó uno de los libros y empezó a hojearlo como si fuera el momento más normal del mundo. Lisa y Jimin lo observaban casi con miedo, mientras que Jin prácticamente lo fulminaba con con la mirada, eso era muy poco comparado con lo que pasaba por su mente. Si fuera por el chico, lo estuviera ahorcando con sus propias manos en aquel preciso momento.

—Hermana o no, es una mentirosa y una traidora que no dudó en liberar a esa asesina en cuanto tuvo la oportunidad. Él lo sabía y a pesar de ello, tomó su decisión.

Discerní que aquella conversación no nos iba a conducir a ninguna parte, ni me estaba ayudando a lograr mi cometido. Todo era tan claro para él como lo estaba empezando a ser para mí. Con todo el peligro que se avecinaba, una Kumiho de nueve colas enfrentándose a Jungkook sería el menor de los problemas y eso era demasiado decir para alguien que estaba encadenado, sin poder mover el más mínimo de los músculos, anclado como un barco a la deriva y abandonado, sin poder hacer nada al respecto, mientras el mundo empezaba a arder a su alrededor.

Si de verdad quería conseguir liberarme, tenía que ser mucho mejor que eso, pero debía ser más como Jeon y menos como yo para por fin salir de mi situación.

—Jeon, eres mi amigo o eso es lo que creo —dije, con la rabia babeando detrás de mis afilados nuevos dientes.

Hice un silencio y suspiré mientras esperaba escuchar alguna palabra suya al respecto.

—Sigo siendo su amigo, más bien, soy su único amigo —afirmó con voz sosegada, haciendo hincapié en las últimas cuatro palabras.

Al parecer el tono que utilicé sí le había afectado.

Él no sabía más de mí que yo de él. Yo lo vi nacer, lo vi crecer, formarse, yo mismo le enseñé muchas cosas, le conocía mejor que nadie y le aceptaba cómo era, sin importar cuán testarudo podía llegar a ser cuando su razón afloraba.

—Pero he perdido los motivos para confiar en ti —me sinceré casi acongojado—, Jeon, ya no tengo razones para seguir haciéndolo, porque es evidente que no te importo como persona en lo absoluto. Si no lo hacías cuando tenía forma humana, es suficiente motivo para creer que ahora es mucho menos probable.

Le escuché tragar duro antes de aclararse la garganta con un par de leves carraspeos.

—Piense lo que quiera. Siempre que me confíe su seguridad, está bien para mí. Usted tiene tendencias a tomar decisiones basadas en sus sentimientos y sabe bien a donde ese error lo ha llevado antes, debería aprender que nada bueno se consigue siendo de esa manera, solo mírese ahora. Sin mí, usted no pasaría de hoy. Así que, si no confía en mí por lo demás, está bien para mí, mientras usted esté a salvo, todo estará bien, porque su bienestar es lo único que importa. Su bienestar es la misión de mi vida y mi legado.

Antes de que pudiera decir algo más su radio se encendió.

—Señor, ya vienen —dijo la voz de la radio. La que reconocí como a Daesung, quien había confrontado a Jungkookie a la salida del túnel y que según el mismo Jungkook, no era la primera vez que lo hacía—. Destruyeron a dos de nuestros drones. Las hordas se han dividido y están marchando tanto hacia la entrada de la Nave como hacia la de la mansión.

La noticia era que pronto Full Moon quedaría rodeada en su totalidad.

—Entendido —respondió Jeon—, voy en camino hacia la torre de vigilancia. Estaré ahí en unos veinte minutos.

Jeon se giró hacia la trampilla sin pensarlo. Por lo tanto, intenté frenarlo a pesar de que sabía que nada de lo que pudiera decir lo haría abandonar por más tiempo su propósito.

—Lamento haberte subestimado —extrañamente, mis palabras provocaron que Jeon detuviera sus apresurados pasos hacia la trampilla, entonces ya dándome la espalda—. Lamento que nuestra amistad se haya atrofiado por mi culpa. Lamento no poder darte un abrazo ahora, Jeon, porque lo necesitas tanto. Antes de irte, ¿podrías acercarte?

Todo lo que dije fue impulsado por el sentimiento de impotencia, derrota ante el nfrentamiento de convicciones contra Jeon. Nunca lo sacaría de su enfrascamiento, no le importaba nada, solo una cosa, excepto mantenerme a salvo, lo demás sobraba para él.

—Si no le importa, señor, tengo asuntos demasiado urgentes que atender —acotó sin voltear.

Le vi apretar los puños a los costados de su cuerpo. Iba a seguir su camino sin siquiera voltear a verme.

—Sospechaba que me tienes miedo, Jeon. Ahora lo he confirmado —admití con pesar.

Ya no creía que nada pudiera funcionar, pero seguiría intentando aunque las probabilidades de éxito fueran nulas. El no caería ante nada que yo pudiera decir.

Entonces, para mi sorpresa, él volteó a verme con el ceño fruncido en un gesto de decepción y, la vez, a la defensiva.

—¿Miedo? Usted no ha confirmado nada, pues nunca le he temido porque conozco lo blando de su corazón. Tal vez intentó probarme, pero su manera de hacerlo ha sido tan infantil y predecible que sigue hablando de lo blando que siempre ha sido. A pesar de sus doscientos años, sigue pensando como el niño que aparentaba ser antes de convertirse en...

Él apretó sus labios para no decir lo que realmente pensaba de mí. No necesitaba entrar en su mente para saberlo.

—¿En un monstruo al que temes acercarte? Dilo —le incité—. Admítelo.

—No es lo que iba a decir, señor —negó, aunque que sin aquella convicción que siempre acompañaba sus afirmaciones.

—No es lo que ibas a decir, pero es lo que pensaste. Es un hecho. Me temes por mi actual apariencia, aun sabiendo que sigo siendo yo.

Él alzó la vista hacia el techo del domo, que entonces dejaba ver el tenue brillo rojizo de la muerte del atardecer, volteó de nueva cuenta para dirigirse hacia la salida, pero no dio ningún paso.

—No tengo motivos para temerle —aseguró, mirando de soslayo hacia mí.

—Entonces no confías en mí, lo cual implica que nuestra relación y nuestra amistad son una farsa —insistí, sintiendo la ansiedad reverberando en mi estómago.

Él había retrocedido unos cuantos pasos, alejándose de la trampilla. Mientras yo desesperaba porque tan solo se acercara lo suficiente una vez, tan solo una. Solo eso necesitaba.

—Le puedo asegurar que mi amistad es la única real para usted. Los demás son engaños. En cuanto tengan que escoger entre ellos mismos y usted, no dudarán en traicionarlo. Sino, fíjese en su actual favorito, ¿Dónde está él ahora?, Fijese también en el chamán, no lo veo a su lado. Mi sobrino eligió a su hermana en vez de a usted. Eligió a su familia en vez de a usted y el chamán eligió huir en vez de quedarse a protegerlo. Todos anteponen su propia vida a la suya. Todos menos yo.

Sumido en sus poderosos razonamientos, se acercó un poco más, casi podía rozar las cintas amarillas.

—Si Jungkook estuviera aquí, ahora, estoy seguro de que se aferraría a mí y si le dijera que deseo abrazarle, vendría hacia mí y abrazaría, al menos, una de mis patas, porque él sí me ama en mi forma humana y también en esta. Lo cual estoy dudando que tú hayas sido capaz de hacer alguna vez.

Él me dedicó una mirada llena de incredulidad e indignación. Jamás lo había visto hacer tantos gestos en una sola conversación, no desde que era un niño.

—Esas muestras sentimentales no determinan si el amor o la lealtad son reales o falsos —objetó frunciendo el ceño con desaprobación.

Él estaba aún más cerca de mi alcance. Seguía aproximándose. Se veía dolido.

—Jungkook. Tal vez no lo vuela a ver, pero al menos me dio un abrazo de despedida y, tal vez, esta también sea nuestra última conversación, Jeon. Despidámonos apropiadamente, por si no nos volvemos a ver.

Por un breve instante, su rostro se encogió en una mueca de conmoción que fue tan fugaz como el aleteo de un colibrí. Entonces el eco de sus pasos se escuchó tan ralentizado, como un efecto en cámara lenta, al igual que sus movimientos estirados al caminar hacia mí yendo más allá de las cintas amarillas.

Una vez que su cuerpo estuvo a mi alcance quise llorar porque iba a cometer un acto de traición, mas hice lo que tenía que hacer, a pesar de lo abrumado que me sentía por el sentimiento de la culpa. Envolví su cuerpo por completo con mis garras, cuidando de no apretar demasiado para no romperlo y, entonces, vi como su expresión austera pasaba a una sorprendida y enojada, mientras era aprisionado en el aire por mí.

Jin se acercó con una sonrisa de satisfacción, casi malévola. Lisa y Jimin, una sorprendida y el otro algo asustado, se llevaron sus manos a los labios.

—¿Qué hace, señor? —inquirió Jeon al tiempo que forcejeaba, intentando zafarse de mi agarre.

—Hago que se cumplan mis prerrogativas, Jeon —respondí, con dolor en mi alma.

No estaba contento con mis actos, pues abía que mis decisiones eran marcadas por el egoísmo, pero también sabía que mi corazón se amargaría y dolería para siempre si no hacía nada para estar al lado de Jungkook, di lo dejaba solo durante la tormenta de sangre que se aproximaba.

Jin hizo una seña a Jimin y aquel fue corriendo en busca de un par de esposas. Eran parte de los juguetes que el castaño me conseguía en los tiempos de noviazgo con Jihyo y de los que nuca había hecho uso. Aquel fue el momento de encontrarle utilidad.

Entre un nervioso y asustadizo Jimin y un satistefecho Jin, esposaron a Jeon en uno de los aros de mi cadena, mientras hacíamos caso omiso de sus quejas y amenazas.

—A partir de este momento quedas relevado de tu responsabilidad —Jin sonreía mientras apretaba las mejillas de Jeon con una mano y tomaba su radio con la otra.

El castaño revisó por completo a su padre hasta encontrar lo que buscaba, la llave dorada. Se apartó riendo a todo pulmón al escuchar las amenazas de Jeon.

—Hoy todo ha acabado para ti,  Jeon —afirmé—. De cualquier forma, ya no tendrás que ocuparte o preocuparte nunca más por mi seguridad.

Jin se dirigía hacia la rejilla de la trampilla para ir en busca de las llaves que me librarían de mis cadenas y la cuales, supuestamente, estaban en el despacho de Jeon.

—En otras palabras: Tus servicios ya no son requeridos —agregó Jin antes de volver a estallar en carcajadas, mientras desaparecía por la boquilla de la trampilla.


●•●•●•● ҉ ●•●•●•●

Un par de horas más tarde, Jin había avisado por radio que iba en camino hacia el domo. Solicitó a Jimin que se ocupara de cubrirnos a Jeon y a mí con las cortinas, para que los acompañantes que traía no se distrajeran.

En compañía de siete hombres equipados para demoler concreto, Jin había vuelto con la llave que me liberaría de mis cadenas y minutos más tarde había llegado el servicio de la cena. Curry para ellos y sopa de algas para mí, por supuesto, ya que era lo único que mi estómago toleraba.  Jeon no cenó porque Lisa lo había dejado inconsciente a solicitud de Jin.

Nosotros continuamos leyendo y cenando, mientras los siete hombres trabajaban al rededor de la trampilla.  Jeon se había cansado de lanzar amenazas y reclamos hacia Jin, pero al chico le valía una rodaja de rábano encurtido las cosas que salían de la boca de su padre.

El líder del equipo de demolición había anunciado que tardaría bastante tiempo para ampliar la escotilla. Mis nervios estaban un poco más relajados, ya que, para aquella hora, Jungkook y los demás habían llegado a salvo a la casa del señor Oh. Lo cual le conté a Jin y a Lisa de inmediato, ya que ambos tenían la misma preocupación que yo por sus parejas. Sí, Soobin se les había unido a Jungkook, Namjoon, Jung, Nayeon y Heena, la Kumiho.

—Yo también les envié compañía —dijo Jin, minutos después, mientras saboreaba una cerveza.

—¿Compañía? —repitió Lisa ¿A quién?

—A pues a nuestros amores —respondió Jin con una ronrisa ladina—. Minho, Jackson y bueno... Yugyeom también se les unió, Min le dio permiso. ¿Puedes creer que casi todos nuestros amores están juntos?

—Nuestros amores están en peligro de perder la vida y nosotros aquí, comiendo curry y tomando cervezas—Jimin hizo a un lado su tazón.

Jin volvió a poner el tazón frente a Jimin.

—Come, cuando Taehyung salga de aquí, nosotros también lo haremos. ¿A qué nos quedaríamos aquí? Todos estaremos en el mismo barco, así que come, para que tengas suficiente energía.

—¿Y qué hay de ellos? —preguntó Lisa, señalando hacia los trabajadores—, es decir, ¿no deberían comer?

—Ya comieron algo antes de venir y su cena les espera más tarde en el Centro.

La verdad es que estaba loco por ver los avances del trabajo que hacían,  pero las cortinas me lo impedían. Según los pensamientos de Jin, el trabajo iba más lento de lo que esperábamos. Era entendible debido a la naturaleza y composición de la construcción, el concreto reforzado no era algo sencillo de demoler. Por lo que entendía que aquella tarea se llevaría unas horas más. Mientras tanto, lo que ocupaba mi mente era alcanzar la mente del tal Rangi, temía que algo le había pasado, ya que no podía dar con él.

«¿Dónde estará, señor Rangi».

Deseaba que aquel desconocido apareciera, porque Jungkook guardaba cierta esperanza en él. Temía que algo le pudo haber pasado y que cuando Jungkook lo averiguara, perdería la ilusión de aquella esperanza con él.


●•●•●•● ҉ ●•●•●•●

●•●•●•● ҉ ●•●•●•●

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro