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Capítulo 56



Capítulo 56

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DISPERSIÓN

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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱

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Una vez que bajé la escalera de la trampilla, las fuerzas de mis piernas empezaron a ceder. Encontrándome a solas, en el túnel debajo del domo, aún escuchaba las voces de Jin-hyung, Lisa y Jimin discutiendo:

—¡Oye!, chiquilla —Jimin fue el primero en empezar—, ¿cómo es eso de que el jefe Min te contó algo tan privado?

—No es que me haya contado. Me dijo porque no tuvo más remedio —Lisa no tenía idea del porqué de los reclamos de Jimin—, le dije que sabía que no era un humano común. Pero, de alguna manera él supo que yo lo descubriría tarde o temprano.

—¿A quién le importa eso en este momento? —Jin sonaba alterado y a punto de perder la paciencia, bueno, no es que tuviera mucha—, tenemos cosas más importantes que discutir. ¿Y tú por qué sonríes tanto?

—Mírala, se está burlando de mí —Jimin sonaba dolido.

—No es así —se defendió Lisa—, solo estoy feliz porque la persona que me gusta se me ha confesado hoy.

—¿Qué es lo que acabas de decir? —El volumen de la voz de Jimin indicaba que estaba a punto de explotar—. ¡No seas mentirosa!, ¡deja de inventar cuentos! Tú ni si quiera eres su tipo.

—¿¡Pueden callarse los dos!? —explotó Jin—. Estoy perdiendo la paciencia.

—Pero si soy su primer amor, eso me dijo —Lisa sacó una vocecilla inocente.

—Primer amor, mi meñique —Jimin sonaba furioso—. Al jefe Min solo le gusta una persona y no eres tú.

—¡Basta! —Jin no tenía control sobre esos dos.

—¿El jefe Min? Estás confundido —discordó Lisa.

—¿Confundido yo? Dilo otra vez y verás que te voy a dejar calva —gritó Jimin al tiempo que se escuchaban los gritos de Lisa y Jin.

—¿Señor Kim Seokjin  calme a su subordinado —exigió Lisa con una voz tierna—. Creo que está perdiendo la cabeza.

Luego de eso solo se escuchaban gritos y pasos de persecución mezclados con los intentos fallidos de Jin por amansar a Jimin.

Con manos temblorosas, me había sostenido de los peldaños de la escalera, al menos por un par de minutos y entonces, volví a llorar en silencio. El eco de aquella vana discusión llenando mi cabeza de imágenes que me afectaban de manera cruel e inclemente. Acababa de prometer que regresaría a Taehyung, y haría todo por cumplirlo. Aunque,  sin palabras, me hizo saber que comprendió que solo era una forma distinta de decirle que lo amaba, con solo una mirada supe que, más que una promesa, podría ser una despedida. Mis ojos quemaban, mi visión era borrosa, tanto como nuestro futuro. Y con un gran nudo atorado en mi garganta Lloré... lloré hasta que sentí que pude recuperar algo de las fuerzas de mis piernas y la firmeza de mis manos, pero aquel nudo que amagaba cada vez que tragaba saliva seguía allí, el dolor no se iba.

"Jungkookie, ya no llores solo, que me rompes el corazón".

Por un efímero instante había olvidado que él era capaz de escuchar mis pensamientos.

«Iré a traer a Nayeon y regresaré contigo. Lloraremos y pasaremos por todo lo que tengamos que pasar, juntos». Pensé con toda claridad para que cada palabra pudiera llegar hasta él.

No era posible que entre tanta oscuridad arropándonos, no apareciera al menos una pequeña luz, una sola estrella lejana y titilante era suficiente para darme fuerzas y no perder la esperanza.

"Aunque no pueda salir de mi propia prisión, te acompañaré en tu travesía con mi corazón y mis pensamientos, juro que me mantendré despierto". Su voz tan profunda sonó casi lúgubre dentro de mi cabeza cuando se quebró.

Soportaría todo lo que tenía que soportar y no me quebraría hasta que ya no pudiera dar nada más de mí. Mientras tuviera fuerzas para pelear, pelearía, hasta que me quedaran fuerzas para levantarme, me levantaría.

«No, Taehyung, descansa todo lo que sea necesario, es mejor reservar las energías para cuando sea el momento».

Mientras me acomodaba frente al volante del buggy, pensaba consultar con Rangi cuánto se podía hacer para que Taehyung regresara a su forma humana, tenía la esperanza de que tal vez él, con su gran sabiduría, podía conocer alguna manera de solucionar nuestra situación. Eso era lo único que me alentaba y me motivaba a seguir, pero primero, me aguardaba la misión de recuperar a mi hermana y a mi sobrina enteras y sanas, porque si no me ocupaba de ellas, tampoco podría continuar en paz mi camino y mi búsqueda para ayudar a Taehyung.

"Te esperaré porque no tengo más opción, pero no me pidas que sea indiferente a tu dolor, porque ese también es mi dolor. Te esperaré despierto para que mi corazón y mi pensamiento te acompañen en todo momento, así será durante el tiempo que tardes en volver, no te dejaré solo".

«Está bien. Las nubes grises también forman parte del paisaje... solo hay que tener paciencia, comunicación, amor y dedicación... y entonces el sol volverá a salir».

"Tienes mucha fe en ese ser ancestral. El chamán no supo encontrar una manera de solucionar esta crisis porque no tenía idea de qué era lo que ocurría conmigo y fue mi culpa, ¿crees que ese sabio Rangi sea mejor que el señor Oh?".

En la superficie aún se escuchaba la persecución de Jimin y Lisa, esos dos iban a provocarle un ataque a Jin-ssi.

Apreté el pequeño volante y sonreí a la vez que limpiaba mis lágrimas con la manga de mi traje.

«Estarás bien, Taehyung, saldremos de esta. Si pudimos contra la luna roja que te atormentó durante casi doscientos años, podremos contra esto también, solo espera un poco más. Y veremos la primavera juntos, como dos humanos cualquiera. La primavera nos espera, crearemos hermosos recuerdos ocupando todas las estaciones al fin. ¿De acuerdo?».

"Me gusta como suena que estemos juntos en todas las estaciones. Te amo, Jungkook".

«Tomaré eso como un sí».

Habíamos creado recuerdos en tres estaciones y aún nos faltaba la primavera, una vez que cerráramos el círculo, solo debíamos repetirlo una y otra, y otra, y otra vez, creando muchos recuerdos hasta el fin de los días. Mis días.



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Llegué a la salida y, de inmediato, supe cómo abrir el pasadizo de Zia. Sin embargo, al pasar al otro lado, me topé con una sorpresa.

Daesung y otros cuatro guardias más esperaban en el pasillo próximo a la gárgola, se habían alertado con el sonido del pasadizo abriéndose y, en cuanto los vi, pulsé el botón de cierre y retrocedí. Sin embargo, el movimiento de la pared era muy lento para sellarse antes de que ellos pudieran entrar, por lo que me alcanzaron antes de que la pared cerrara por completo.

Dentro del túnel, retrocedí varios pasos más hasta casi caer cuando choqué contra el buggy. La máquina estaba caliente.  Estaba acorralado por cinco guardias.

—No te resistas, esto es inevitable —Daesung, quien lideraba aquel escuadrón, me brindó una mirada retadora—. No podemos arriesgarnos a tener más bajas, así que es mejor que cooperes.

—¿Qué quieres decir? —pregunté al tiempo que recomponía mi postura.

—Has desobedecido y desafiado directamente al señor Jeon, abandonaste la reunión, ¿lo recuerdas? No debiste irte sin aclarar todas las acusaciones que se estaban levantando contra ti. Lo mejor es que no pongas resistencia.

"Jungkookie... ¿qué sucede?".  La voz angustiada del Taehyung dragón se escuchó nueva vez en mi cabeza.

«El tío Jeon envió a cinco hombres, me acorralaron a la salida del túnel». Pensé en respuesta apresurada.

"Ya veo. ¿Quién es el líder? Quiero hablar con él". Entonces su voz se escuchó más tranquila.

Me moví hacia la derecha alejándome del buggy. Planeaba pelear contra mis compañeros una vez más, si era necesario. Pero también quería pensar en la posibilidad de no tener que hacerlo.

«¿Puedes hacer eso?». Pensé la pregunta con la mirada fija en Daesung, quien había empezado a acercase lenta y peligrosamente.

—¿Daesung, tú también piensas que estoy con el enemigo? —pregunté al líder del equipo, en un intento de solucionar las cosas con palabras.

Al decir su nombre, también lo pensé con claridad para que Taehyung lo supiera. Entonces su radio se activó a los pocos segundos.

—¿Park Jimin? —siseó Daesung con los labios contra su radio, arrugando el entrecejo—. ¿Jeon Jungkook hizo algo en el domo? ¿El señor Kim está bien?

—No, Daesung —la voz de Jimin se escuchaba con poca claridad a través del dispositivo—. Te hablo de parte del señor Kim. Está enfermo y enfadado. Dice que castigará al señor Jeon por atacar al señor Oh.

Daesung se mostró dubitativo. Alternando la mirada entre el
Aparato y yo.

—Tú... tú... también eres cómplice, ¿verdad, Park? —Las pupilas de Daesung se movían con frenesí.

—El señor Kim quiere hablarte —respondió la voz de Jimin, provocando que Daesung se congelara al instante.

—¿¡A mí!? —cuestionó temeroso.

—Hola, Daesung —la voz potente del dragón se hizo escuchar a través de la radio—. ¿Puedes hacerme un favor? Dile a Jeon que yo mismo me encargaré de castigarlo si algo le sucede a Nayeon y a mi hija.

—Señor... señor Kim ¿es usted? —Daesung estaba nervioso y probablemente, incrédulo.

—Jungkook irá por ella y tú vas a ayudarlo. ¿Comprendes? Más les vale que mi hija y mi prometida estén bien.

—Señor... —Daesung hizo una inclinación de noventa grados como si Taehyung pudiera estar mirándolo.

—Una cosa más. Desde ahora me sirves directamente, por lo que deberás retirarte el talismán.

Tras aquel mandato, en el rostro de Daesung se formó una expresión dubitativa. Me pareció que dicha petición le parecía sospechosa.

—N-No entiendo, señor.

Me adelanté para señalarle el pañuelo amarillo que se encontraba bajo su manga izquierda.

—Se refiere a esto, Daesung —le indique con discreción.

Él se alejó de mí como si yo tuviera una peste contagiosa.

—¿Esto? ¿Estás loco? Retirarse esto es signo de traición. No lo haré.

—¿Necesitas que yo mismo te lo quite? Yo soy a quien no debes traicionar, soy para quien trabajas y la fuente de tus ingresos, si yo digo que te lo quites, te lo quitas y ya.

Daesung no se veía dispuesto a colaborar, pero se le notaba el dilema en el que se encontraba.

—Si esto es un maldito truco, Jeon, te juro que...

Antes de ser interrumpido, Daesung me echaba una mirada amenazante que desapareció cuando la voz de Taehyung le hizo sobresaltar en su lugar:

—¿¡Necesitas que vaya personalmente a quitarte ese trapo!? —la voz de Taehyung sonaba tan enfadada que casi no se entendía.

—Daesung —Jin había tomado la radio de Jimin y entonces era su voz la que en ese momento se escuchó—. Será mejor que te des prisa, ya lo pusiste de mal humor y yo soy el que tendrá que lidiar con el señor Kim enfadado.

La voz de Jin era calmada, pero al escucharlo Daesung arrugó el entrecejo con más fuerza.

—¿Por qué debo escucharte si tú también desafiaste al señor Jeon delante de sus subordinados? Tú también estás en la lista de castigados.

—¿Qué disparates estás diciendo? —Jin ya no sonaba calmado.

—Ya sé lo que buscan. Quieren que me sume a esa lista. Basta con que me quite la carta del juramento, ¿verdad? No voy a caer en su truco tan tonto. Ese no era el señor Kim, él nunca habla directamente con ninguno de nosotros.

—Está bien, no lo hagas —la voz del dragón se volvió a escuchar—. No eres digno de mi confianza. Que Namjoon y Minho sean los que acompañen a Jungkook.

Una risa grotesca hizo eco en el túnel. Daesung se burlaba.

—¿Esto es un truco para liberar a los traidores? Cómo no lo vi venir.

—¿Liberar? ¿Qué quieres decir? —inquirí temiendo lo peor.

—Ellos están donde debían desde que cometieron el error de seguirte y defenderte.

Aquella declaración confirmaba lo que me temía. Minho y Nam habían sido aprisionados durante mi ausencia. Esperaba que para ese momento, no los estuvieran torturando.

—No puedo creer que con todo lo que está pasando, tío Sangjoong esté gastando energía en estupideces. Hay cinco hwasaenghajis allá afuera, ¿cómo es posible que...?

No pude completar mi argumento de repercusión porque Daesung empezó a gritar descontrolado:

—¿¡Cómo debo suponer que sabes eso!? ¡Esa información es clasificada! Tú estabas en el Domo cuando nos llegó el informe.

—Rangi fue quien le avisó a Lisa, ella me lo dijo.

—¿Rangi? ¿Quién es Rangi? —inquirió Daesung entrecerrando los ojos con sospecha.

—El  Halcón —respondí con obviedad.

Otra vez Daesung empezó a reír.

—¿O sea, que todo es una mentira? Nunca hubo ningún hwasaenghaji, ¿cierto? Todo es un complot.

En ese momento, la comunicación por radio se cortó.  Entonces Daesung me brindó una media sonrisa burlona al percatarse de ello. Si Taehyung y los chicos se rindieron tan fácil, entonces estaba solo. Debía encargarme de Daesung y su equipo yo mismo y no sería con palabras.

Afirmé mis piernas y adopté una posición de combate. Aunque a diferencia de mí, ellos estaban armados hasta los codos, pero no les permitiría que les fuera fácil vencerme.

—Iré a buscar a mi hermana, cueste lo que cueste —afirmé apretando los puños vacíos.

Daesung empezó a reír y sus compañeros de equipo lo miraban confundidos.

—Al único lugar a donde irás es a donde diga el señor Jeon.

Daesung se disponía a ir hacia mí él mismo cuando su radio volvió a activarse. Era la voz del propio tío Canas a través del dispositivo y, al escucharlo, Daesung detuvo sus movimientos de manera abrupta.

—Sí, ¿señor? Tengo al objetivo acorralado.

—Aborta la misión. Deberás liberar a mi sobrino.

—Ni siquiera lo he tocado, señor.

—Entonces es mejor, no te atrevas a hacerlo. Deberás liberar a Jackson y al señor Nam, que vayan a donde quieran. Pero eso sí, en cuanto den un paso fuera de la mansión, perderán el acceso a ella. A razón de que si van tras Nayeon, estarán confirmando que son aliados del enemigo.

Daesung se veía un poco confundido, aún así, afirmó que acataría la orden de inmediato.  Pude respirar al ser libre de ir a rescatar a mi hermana, aunque sabía bien todo lo que esa decisión implicaba, más en ese momento, las consecuencias no me importaban. Las vidas de Nayeon y mi sobrina estaban primero que nada para mí y el tío Jeon lo sabía.


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En el camino hacia mi habitación fui detenido varías veces por otros escuadrones más de mis compañeros, se había difundido la voz de la orden anterior del tío Canas, más la última orden parecía que Daesung y su equipo se la habían reservado. Tuve que pedirle a los demás que llamaran a Daesung en cada emboscada para que me dejaran seguir mi camino.

Al llegar por fin a mi habitación, abrí la ventana de inmediato, lo cual, los compañeros que me acompañaron -siguiendo la orden que Daesung dio la quinta vez que fue contactado-, no querían permitirme, dado que, según el juicio de ellos, abrir la ventana parecía un acto sospechoso. Mi propósito sólo era recuperar la compañía de Rangi.

Había perdido, incluso, mi derecho a la privacidad. Todos actuaban como inquisidores y me veían como si fuera un sospechoso. Un verdadero criminal.

Solo necesitaba que Rangi entendiera que me encontraba en mi habitación, pretendía dejarle esa señal como un mensaje. Pero no tenía el tiempo para perderlo con personas que no entendían y malinterpretaban mis propósitos. Así que decidí complacerlos dejando la
Ventana tal y como estaba y, en vez de intentar abrirla, escribí una nota para Rangi dejándola pegada al cristal de modo que él pudiera leerla desde afuera.

Tuve que ser muy persistente porque los compañeros tampoco querían permitir que dejara la nota en la ventana.

—Necesito recuperar a mi amigo, estará buscándome y, como bien saben, ya no seré bienvenido en la casa una vez que salga. No es justo que se quede sin saber dónde encontrarme.

—Parece más que cierto todo lo que dicen —se mofó uno de los custodios—. Ahora piensa que puede engañarnos. ¿Cómo vamos a creer que el pájaro sabe leer? Di la verdad, es un mensaje clave para el enemigo.

—Tonterías, el enemigo se llevó a mi hermana —refuté arrebatando la nota a mi compañero para volver a colocarla en la ventana—. Iré a buscarla solo, pero al menos quisiera no perder a mi amigo.

—¿Tonterías? —repitió unos de los molestos guardias inquisidores—, ya todos sabemos que tu hermana también es una traidora. Nadie se la llevó, ella se fue porque quiso, ella liberó a la Nueve Colas.

—No es así, ustedes son unos cobardes, por eso prefieren inventar excusas. Pero como dije, iré yo solo a buscarla.

—No irás solo, amigo —la voz de Nam-hyung irrumpió en la habitación —iré contigo.

Sonreí al ver al rubio con sus gafas y su uniforme. Su pecho subía y bajaba, había corrido. Se veía tan imponente con aquel atuendo. Sin embargo, mi sonrisa se borró de inmediato, justo antes de negarme a aceptar su compañía:

—Te agradezco mucho, Nam-hyung, pero debo ir solo. No permitiré que te separen de tu persona, quiero decir, de tus amigos.

Cuatro guardias más venían con falta de aire, parecía que venían custodiándolo y también se abrieron pasó a través de la puerta de la que fuera mi habitación.

—No es mi decisión, es mi deber, discrepó Nam-hyung, ignorando a los recién llegados.

—No, hyung, tu deber es proteger a esa persona. Si sales de aquí, no podrás regresar hasta que se aclaren las cosas entre el tío Sangjoong y Taehyung.

Dos de los guardias se rieron y los otros se contagiaron con sus risas burlonas.

—Las cosas ya están bastante claras —acotó uno de ellos—, los que salen tras la exprometida del señor Kim, no pueden volver.

Alcé las cejas en reacción por la cobardía del tío Sangjoong, había retirado todos los privilegios a Nayeo debido a su error. Incluso los guardias ya no la reconocían como la prometida del señor de Full Moon, él la había convertido en la exprometida.

¿Acaso el tío Sangjoong había descubierto que la bebé en realidad no era hija de su señor?

—Debo cumplir con la misión que me encomendó el señor Kim —insistió Nam-hyung—, es la primera vez que él me dio una orden directa y no pienso seguir fallando.

—Por favor, Nam-hyung, no lo hagas más difícil. Sé cuanto sufriría esa persona si tú no vuelves. No me lo perdonaría.

—Debemos ser fuertes y seguir adelante, tenemos que ser fieles al señor de Full Moon. Estoy seguro de que cualquiera lo entendería, debo estar donde está Jung, esa fue la orden que recibí del señor Kim y lo haré aunque signifique que sea mi última misión.

—Está delirando otra vez —intervino uno de los guardias que llegaron tras Nam-hyung—, repite las mismas palabras por las que Jeon dio la orden de que lo encerraran.

—Pero se le dio el plan, lo detuvimos de ir detrás de Jung y ahora es libre de hacerlo.

Miré a Nam-hyung con sorpresa.

—¿Ibas a ir con Jung?

—Sí, en cuanto me enteré que Jung salió tras la Nueve Colas, fui a alistarme para perseguirlo, pero no me lo permitieron. Minho  y Jackson también iban a ir, pero terminamos encerrados. Nos llevaron a los tres a la habitación de confinamiento que tú ya conoces.

—Al menos no fueron a parar en la sala de torturas —comenté con alivio.

Al pronunciar esas palabras recordé al pobre Mark Tuan, para él sí que debía ser tarde.

—Dijeron que el salón de tortura estaba muy lejos y no podían perder tiempo. Después de varias horas, cuando fueron a sacarme, no me explicaron nada hasta estar fuera del campo de visión y auditivo de Minho. Por eso solo estoy yo aquí, de lo contrario, estaríamos los tres. Aunque a Jackson le dieron la oportunidad de elegir entre seguirme o quedarse encerrado con Minho y ya puedes imaginar cuál fue su elección.

Pasaron un par de minutos antes de convencer a los compañeros por un poco de privacidad para cambiarme de ropa. A lo que ellos dijeron que esperarían tras la puerta mientras dos  de ellos conseguían las armas que nos entregarían a la salida de la mansión.

Nam y yo estuvimos un poco más aliviados al encontrarnos a solas por fin. A los pocos segundos sentí un golpe sobre la coronilla de mi cabeza.

—¿Estás loco? ¿En qué estabas pensando al hablarme de esa manera?
¿No permitirás que me separen de esa persona?

Nam se mordía los labios como quien se contenía, su mirada infundiendo regaño, su expresión de inminente reclamo haciéndome sentir estúpido y avergonzado. No debí hacer alusión a su relación con Jin-hyung delante de los demás, bajo ninguna circunstancia.

—Solo quería hacerte entender que no voy a aceptar que me acompañes. Iré solo a buscar a mi hermana.

—¿Qué? ¿Lo dices porque luego no me permitirán volver? ¿No te das cuenta de que reaccionas exactamente como pensó el señor Jeon?

—No me importa lo que digas. No puedo permitir que te veas aun más afectado por mis asuntos. Iré solo y punto.

—Jungkook, escucha. Min envió a un grupo de seis a seguir a tu hermana y a la Nueve Colas con la estricta orden de que solo las mantuvieran vigiladas, porque enfrentar a la Kumiho en grupo podría poner la vida de Nayeon en mayor peligro. Aun así, uno de esos guardias regresó herido y dijo que la Kumiho había asesinado a los otros y se había comido sus hígados. Fueron sorprendidos por ella, quien los atacó de súbito, el sobreviviente también informó que ambas mujeres se dirigían hacia el centro de los novatos.

Había escuchado que el centro de los novatos se había convertido en un refugio para aquellos empleados que practicaban funciones normales.

—Allí también se encuentran los refugiados, ¿no es así? ¿Min lo permitiría?

Pensé en todos los internos que trabajaban en la nave industrial y también en todas las mucamas de la mansión, el dietista y sus asistentes, los guardias novatos recién llegados, los cuales carecían de real entrenamiento. Eran muchas personas, prácticamente indefensas frente a una Kumiho muy poderosa.

Nam-hyung asintió.

Allá también estaban la señora Kim y Eunwoo.

—Eso es correcto. Entonces Jung fue por su cuenta a cazar a la Zorra, desacatando la orden del jefe Min. Y aún con todas esas razones juntas, yo quise ir con él porque es mi deber.

Hice una mueca despectiva y volteé con ojos de fastidio. Quería seguir teniendo motivos para odiar a Jung por haber cruzado la línea con mi hermana de la manera en que lo hizo. Pero era tan contradictorio el hecho de sentirme agradecido por ser el único interesado en intentar ir en su rescate, tanto como para atreverse a desacatar la orden directa del jefe Min. Aunque ella era mi responsabilidad, no podía negar que él tenía todo el derecho de actuar como si también fuera la suya. Su valentía hizo que los resentimientos hacia él se ablandaran.

—Bien por él —articulé, tragando saliva.

—Jungkook, Jung no podrá solo contra la Nueve Colas, esa criatura es muy fuerte. Lo mismo va para ti, tampoco podrás solo contra ella.

—Si Jung tiene motivos , yo también. Y los míos son más que obvios. Si él piensa que puede, pues yo más todavía.

—¿Quién dijo que Jung no sabe que va morir en manos de la Nueve Colas? Si vas solo, tú también morirás.

«¿Jung está dispuesto a morir por Nayeon?». No me atreví a replicar en voz alta. Tan solo en ese momento, lo había pensado mejor. No quería admitirlo, pero me acojonaba pensar que fui injusto al juzgar a Jung.

—Jinyoung peleó contra ella y sobrevivió —repliqué, casi pareciendo un niño que se quedaba sin argumentos frente a su padre.

—Aún vive porque Nayeon intervino. Pero dudo que eso vuelva a ocurrir, la Kumiho dijo que no lo dejará pasar otra vez porque obedecer a tu hermana no era parte de su trato con ella. Jung morirá enfrentándola y, si vas solo, tú también lo harás. Hablo en serio, nadie puede enfrentarla solo. No podemos perderlos a los dos.

—Min pudo con ella solo y la encerró en una jaula. Si le pone una uña encima a Nayeon, la haré picadillos.

Vi como Nam-hyung revoleó los ojos con impaciencia.

—Tú lo has dicho, el jefe Min pudo, pero  escucha, Jeon: ni tú ni Jung son como el jefe Min.

Esa declaración me hizo recordar lo que Lisa había dicho en el Domo sobre el jefe Min. Debía ser cierto, Lisa no tenía porqué mentir, yo mismo presencié lo que el jefe Min podía hacer, lo vi desvanecer a decenas de rencores que cayeron inconscientes como moscas y luego desmayarse él también, tal vez por el esfuerzo de lo que fuera que hizo. Y si iba más atrás en el tiempo, en los primeros días en Full Moon, cuando me encontré a Jimin en el páramo que estaba cerca de la nave industrial, también lo experimenté. El jefe Min levantó su puño y me dejó inconsciente sin siquiera tocarme, no desperté hasta horas después cuando me encontraba en la sala de torturas atado a esas cadenas y pendulando semidesnudo como un cerdo en una carnicería.

Mas, para entonces, no era momento de estar preguntándome quien o qué carajos era el jefe Min, si no que debía estar pensando en la manera de rescatar a mi hermana.


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Al pasar al salón principal para salir de la casa, me encontré con varias repisas vacías y todo su contenido ornamental regado por el piso. Parte del primer nivel era todo un desastre que nadie se tomaba la molestia de recomponer a falta de las mucamas.

—¿Dejaron entrar a la Kumiho hasta aquí o es que pasó un huracán por todo el interior?

—No ha sido la Zorra —Yugyeom sonreía apenado—. Pero sí un huracán llamado Jeon Nayeon.

—¿Qué dices?, Yugyeom —le dirigí una mirada incrédula a mi amigo.

—Cuando salió del despacho del señor Jeon, su hermana derribó todo a su paso hasta que salió al área de la piscina a ver a la Kumiho prisionera.

—No entiendo. ¿Por qué haría algo así?

Yugyeom se encogió de hombros. Alguien le había cambiado las banditas en el rostro, las que yo le había puesto tras los rasguños de Rangi, estaban ensangrentadas por la batalla de la noche anterior.

—Creo que se puso furiosa porque no se le permitió abordar un helicóptero —aclaró encogiéndose de hombros.

Miré a todos lados, y lo que me encontré parecía obra de alguien que había perdido la cabeza, para nada parecía la obra de una embarazada. Además, ella siempre optaba por ser diplomática y refinada, era divertida y vivaz, pero no perdía la compostura a tal extremo sin importar la situación.

—Ella no sería capaz de hacer un berrinche así. Los suyos son más de lloriqueos y muchas quejas. Así no es ella.

Yugyeom se volvió a encoger de hombros.

—Pues mínimo estaba poseída porque incluso, antes de que se le ocurriera la idea de ocupar un helicóptero, quiso salir en coche por la puerta principal y eso sí se le permitió porque se sabía que no le saldría bien, ya sabes por qué.

—¿Qué? ¿Ustedes se lo permitieron?

Yugyeom asintió de lo más natural.

—El señor Jeon dijo que la dejaran hacer lo que quisiera, siempre y cuando no interviniera. Sabía que no iba a llegar muy lejos. Debió darse la vuelta al encontrarse a millares de rencores a la distancia. Debió asustarse mucho porque después de eso perdió la razón.

Imaginé a mi pobre hermana viviendo el susto de aquella pesadilla. Primero ver a un dragón en persona, luego toparse con que las afueras de la casa estaba rodeada de miles de gente poseída que parecían zombies, sin escape porque se le negó un helicóptero, pero... ¿en ningún momento pensó en buscarme a mí?

—¿En ningún momento preguntó por mí?

—Sí, escuché que al salir del domo fue lo primero que hizo, pero Daesung le dijo que estarías siendo interrogado y luego encerrado por uso de drogas y por conspirar con el Chamán.

—¿Y después de todos esos sustos su bebé estaba bien?

—No lo sé, pero, parece que sí. Lo siento, estoy llegando del hospital, debo ir a la reunión con los demás. Lo siento mucho, de verdad.

Yugyeom pasó por mi lado para ir hacia la terraza con sus compañeros de la guardia de élite. En ese momento sentí la mano de Nam-hyung sobre mi hombro.

—Sé donde Soobin escondió algunas Rangipíldoras antes de que se lo llevaran.

Volteé a ver al mayor con una interrogante apostada en mi rostro. ¿Cómo que antes de que se llevaran a Soobin?

"¿Soobin?, ¿qué pasó con Soobin?". El dragón había roto su largo silencio dentro de mi cabeza. Se escuchaba más preocupado por Soobin que por Nayeon o por Jung.

—¿Cómo es eso?

—Ya sabes, las píldoras de Rangi que quedaron bajo las escale...

—No eso —le interrumpí— Soobin.

—¡Aaaaah! Es que no te dije que él también quizo unírsenos a Minho, Jackson y a mí para ir tras de Jung.

En ese momento, imaginé lo peor.

—Entonces, ¿se lo llevaron a la sala de torturas?

Nam-hyung negó con rapidez.

—No, nada de eso. Lo enviaron al refugio por orden de Min.

Lo miré confundido.

"¡Uff!, menos mal".  Suspiró el dragón dentro de mi cabeza. ¿Por qué le importaba tanto Soobin? Yo también estaba aliviado, pero ¿no debía importarme más a mí? Soobin era mi amigo, no suyo.

—Es que Justo el señor Jeon había bajado y empezado a poner orden. Había decidido qué hacer conmigo, con Jackson y con su hijo y cuando tocó el turno de Soobin, Min se le adelantó ordenando que lo llevaran junto a los refugiados porque no era un guardia. Entonces el señor Jeon no dijo nada, miró raro al jefe Min, pero tal vez no quiso perder su tiempo en una persona que para él es insignificante.

Entonces entendí que Min le había salvado la vida al muchacho. Por eso Lisa le debía estar agradecida.

—Ah, ya entiendo. ¿Y él te dijo donde guardó las píldoras antes de que se lo llevaran?

—Sí, nos dejaron despedirnos de él, entonces me dijo. A Lisa también le dijo para que te dijera a ti, pero creo que ella no entendió el mensaje, eso fue antes de que le declarara su amor delante de todos.

Abrí los ojos de par en par. Esa no la vi venir.  El pobre Jimin estaba pensando que Lisa se refería al Jefe Min cuando mencionó tal confesión en el domo. Incluso, yo también lo pensé.

—Fue un momento épico, ella le correspondió y lo besó delante de todos los presentes.

—¿Qué? Entonces... el tío Sangjoong.

—No te preocupes, el señor Jeon ya había vuelto a su despacho para cuando eso sucedió.


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Encontramos el escondite de las píldoras, tuve que distraer a los ocho guardias inquisidores que nos acompañaban mientras aún no salíamos de la casa, para que así Nam-hyun pudiera tomarlas.

—Quiero hablar con el jefe Min antes de irme —anuncié en voz alta para crear una distracción.

—Tendrás que esperar a que la reunión termine —respondió uno de los ocho.

Caminé hasta quedar frente a frente con aquel que se había tomado la bondad de responder.

—¿Me estás viendo la cara? —ironicé tratando de poner mi mejor expresión seria como todo un Jeon—. ¿Crees que tengo tiempo para esperar tanto?

La distracción funcionó, cada uno de los guardias concentró su atención en mí, olvidando así, vigilar a Nam-hyung. Cuando el producto estuvo asegurado dejé de gritar, pero ya era tarde para mí, el jefe Min había salido de la terraza con una cara de gato pocker.

Nam-hyung venía del lado contrario y se quedó perplejo cuando vio al jefe Min yendo hacia mí.

—Déjennos solos —ordenó Min con una calma que exasperaba y aterraba al mismo tiempo.

Empecé a rascarme la nuca, no sabía qué inventar. Jamás pensé que hacer un pequeño escándalo haría salir al Jefe Min dejando la reunión. Miraba por el rabillo de esos ojillos rasgados hasta que los guardias desaparecieron de nuestro campo de visión. Luego fijó su mirada afilada y un poco más despejada, en mí

—Este... yo... —No se me ocurría una excusa y temía que Min se diera cuenta de que tramaba algo —ya sé que no eres un simple humano, Lisa me...

El jefe Min se me vino encima y tapó mis labios con sus guantes negros.

—Qué bueno que decidiste hablar antes de irte —susurró mirando hacia todos lados—. Si yo te buscaba primero, Jeon sospecharía más de mí.

Mis ojos se ensancharoron por la sorpresa. Min soltó mi cara sabiendo que ya iba a callarme.

—Yo...

—Escucha, el olor a sangre vuelve a las kumihos casi irracionales. Las que alcanzan el nivel de Nueve Colas son prácticamente invulnerables a cualquier metal, incluyendo nuestro oro mágico, sus heridas sanan sumamente rápido, solo hay una cosa a lo que ellas no son inmunes, sus propias garras.

No podía creerlo, ¿Min me estaba dando información que me ayudaría a vencer a la Nueve Colas?

—¿Por qué quieres ayudarme?

—Además de muchas cosas... tu hermana es una ingrata, pero la criatura que lleva en su vientre no tiene la culpa de sus comportamientos y malas decisiones. Tú tampoco tienes la culpa.

Con pocas palabras, había ofendido a Nayeon en muchos sentidos sin ser grosero, y sentí que los ojos me empezaban a picar.

Nam-hyung se acercó a mí para poner su mano sobre mi hombro. Tragué con fuerza.

—Ella solo está desorientada, se asustó cuando vio en lo que Taehyung se convirtió... ¿por qué nadie la entiende?

—Ese no es el punto —intervino Nam-hyung—. Ella no escucha a nadie que no sean sus instintos y por eso pone a todos y a ella misma en riesgo.

El jefe Min asintió en acuerdo.

—Hubiera preferido que la encerraran o que la enviaran al refugio, pero ¿por qué dejarla salir en el auto? Ella no sabía que la casa está rodeada de rencores.

—Nadie la dejó salir —respondió el jefe Min—, ella lo logró sola. Cómo nadie le prestaba mucha atención consiguió un pin y salió por el portón de la nave industrial. intentó por el portón principal, pero descubrió que estaba soldado a un anexo y por eso buscó otra alternativa. Mis guardias mataron a los pocos rencores que siguieron el auto cuando ella regresó.

—¿Por qué no la encerraron?

—Porque no recibimos esa orden. Todos creíamos que era la madre del heredero de Full Moon. Incluyendo el señor Jeon, quien, de haberlo sabido antes, hubiera dado una orden peor.

"Oh no".  Suspiró Taehyung dentro de mi cabeza. Él parecía comprender muy bien a lo que Minn se refería a pesar de que mis pensamientos estaban dispersos y confusos.

—¿Qué-qué... quieres decir? —le pregunté al jefe Min.

—Jungkook, cuando tu hermana regresó de su encuentro con los rencores se metió hecha una fiera directo al despacho del señor Jeon. Discutió con él, al parecer ella sabía que tú estabas por cumplir una sanción disciplinaria y creyó que no contaba con tu apoyo en medio de todo el caos. Quería un helicóptero para salir de Full Moon y cuando Jeon se negó porque debía proteger a la heredera de Full Moon, entonces ella le gritó que el señor de Full Moon no era el padre de la criatura en su vientre, sino alguien que conoció mientras estuvo en la universidad.

Eso era malo, muy malo. Comprendí porque el tío Sangjoong veía a Nayeon como a una traidora. Puse mis manos  sobre mi cabeza.

—Oh, no.

"Jungkookie, ¿estás bien?". Taehyung sonaba preocupado."Tranquilízate, estás pensando muy rápido. Así no puedo entenderte".

—Sé que esto debe ser duro para ti, pero tu hermana no podrá volver a poner un pie en la mansión. Y entenderás porqué no puedo intervenir.   Debo concentrarme en la batalla que se aproxima. Cómo bien tenemos confirmado, el enemigo no se ha retirado.  Tuvimos que sellar el portón de la nave industrial, ya que Nayeon tiene un dispositivo para abrirlo.

—Eso quiere decir que estaremos atrapados en la propiedad.

El jefe Min se agachó para abrir uno de los bolsillos laterales de su pantalón. Sacó dos cajas de cigarrillos y un encendedor que reconocí como míos. Lo miré sin entender cómo es que él lo tenía en tanto depositaba todo el contenido de su bolsillo en mis manos.

—Cuando rescaten a la señorita Nayeon, vayan al refugio y no salgan hasta que todo esto termine.

El Jefe min se dio la vuelta pretendiendo volver a la terraza.

—Estás muy seguro de que podemos vencer a la Kumiho —ironizó Nam-hyung elevando una ceja.

—¿Y esto? —pregunté mirando las cajas de cigarrillo en mis manos.

El jefe Min se detuvo y volteó a vernos.

—Esas píldoras que Soobin les dejó, serán de mucha ayuda para ambos —me guiñó uno de sus ojillos de gato antes de continuar—. Los cigarrillos se los incauté a tu tío Heechul, son para los nervios que te provoca lidiar con tu hermana. No olvides lo de las garras.

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No tengo palabras para expresar mi sentir. Pero sí quiero entregar mis más sinceras discupas por tardar tanto en actualizar. 

En estos mese he pasado por muchas cosas, pero sigo aquí, no pienso procastinar con esta hisotoria después de haber llegado tan lejos. 

Gracias, gracias, gracias a los que han llegado hasta aquí.

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