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Capítulo 55



Capítulo 55

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EL DEBER LLAMA

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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱

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Sabía que lo extrañaba. Pero lo que no imaginaba era que, al estar a punto de verlo, iba a tener esa sensación de tener mil años sin estar junto a él. Traté de convencerme a mí mismo de que tan solo fueron unas horas, que dos días sin él no eran nada, sin embargo, me di cuenta de cuan equivocado me encontraba; mi vida solo estaba suspendida, como si hubiese estado en un coma, como un paciente conectado a respiración artificial, que al fin iba a ser desconectado y que entonces estaba a punto de respirar por sí mismo. Iba camino a su encuentro y al fin estaba a punto de despertar.
Lo extrañé tanto. Mi corazón lo estuvo llamando todo ese tiempo que estuve sin verlo.

Jin-hyung y yo atravesamos los pasillos del ala prohibida hasta llegar a la gárgola dorada. Me quedé admirando la pieza mientras Jin-hyung se ocupaba de abrir el pasadizo. Cuanto más veía la estatua más increíble se volvía recordar que, durante la noche anterior, aquella figura metálica estuviera tan llena de vida la noche anterior; que fuera la misma criatura emplumada y majestuosa que había luchado a mi lado y que había salvado mi vida. De no ser por ese ser, no estaría respirando más, hubiese tenido una muerte que nadie jamás querría desear.

Jin-hyung y yo traspasamos el umbral del pasadizo y enseguida ocupamos un buggy. No sabía que estaba tan ansioso hasta que pisé el acelerador hasta el fondo. El pequeño vehículo alcanzó su límete de velocidad, pero veinticuatro kilómetros por hora no eran suficientes para mí, deseaba volar hasta él. La lentitud de aquel tiesto era un tormento atroz.

Sentí el peso de la mano de Jin-hyung sobre mi hombro y creí escuchar un ligero sollozo, por lo que desvíe la mirada hacia él sintiendo una diminuta punzada en el pecho. Me temía que estuviera muy afectado por la situación de su familia.

Efectivamente, el rostro de Jin-hyung Estaba bañado en lágrimas. Quise decirle palabras alentadoras, pero pronto comprendí que sus ojos me brindaban un consuelo anticipado que no soporté atestiguar por más tiempo y entonces volví la vista hacia el frente. Su estado no se debía tanto a su familia, como quise creer al principio, se trataba de la mía, y no es que Jin-hyung fuera a ponerse de esa manera por Nayeon, en lo más mínimo, nunca lo imaginaría. Una cosa era segura, por quien sí se preocupaba siempre era por Taehyung. ¿Tan enfermo estaba? De otro modo, Jin-hyung no estaría acongojado de aquella manera y llorando como un fantasma Virgen, mientras dejaba continuos toquecitos sobre mi hombro.

Lo volví a mirar de soslayo por unos pocos segundos y volteé la mirada hacia el frente concentrándome en el túnel, apreté el pequeño volante y exhalé hasta que me quedé casi sin aire.

«Cálmate, Jeon, el pobre Jin-hyung debe estar así porque no ha visto a la señora Kim y a Eunwoo». Quise engañarme. Admitir que algo demasiado malo le sucedía a Taehyung no era cosa fácil para mí.

De forma inútil, me empeñaba en creer en la posibilidad de que la latente preocupación de Jin-hyung se debía a su madre y a su hermano. Pero no me atrevía a preguntarle nada en lo absoluto por el miedo a conocer la verdadera razón. Pues de haber sido como me hubiese gustado, entonces debía ser yo quién pusiera la mano en el hombro del otro y no al revés.

Llegamos a la posición de la trampilla, las escaleras estaban desplegadas, nos estaban esperando. Al traspasar el umbral del hueco lo primero que vi en el piso del domo fueron un par de botas negras, elevé la mirada hasta el rostro del usuario que llevaba el uniforme nuevo de los guardianes para reconocer a Jimin. Le sonreí y lo abracé en cuanto pisé la superficie del domo.

Sentí que Jimin me devolvió el abrazo con demasiado ímpetu, y que, de alguna manera, trataba de alargar el momento, dando palmaditas sobre mi espalda. Fue un momento extraño, ya que desde aquella vez que me confesó sus sentimientos por el jefe Min, nunca más había vuelto a invadir mi espacio personal y siempre evitaba que yo invadiera el suyo.

Iba a decir algo, sin embargo, cerré la boca porque, en cuanto Jimin me soltó, me hizo una seña que sugería que guardara silencio.

Miré alrededor y había mucho desorden por todo el domo, algo inusual era que habían varias pilas de libros sobre el piso. También parecía que habían recogido todos los espejos de la estancia y los habían amontonado en un rincón. Me encogí de la espalda por un golpe de frío, pero me recompuse casi de inmediato.  Lo primero que pensé fue que la calefacción se había averiado, pero ese era un cuestionamiento menor.

—¿Nayeon está dormida? —cuestioné en un susurro. Pensando que esa era la razón por la que debíamos mantener el silencio.

Había escuchado de la señora Kim que las embarazadas pasan mucho tiempo durmiendo, el proceso de gestación es agotador y provoca echar muchas horas de sueño, además de provocar mucha, pero mucha hambre. Y recordé que Nayeon se ponía de mal humor cuando la despertaban o molestaban durante sus siestas, aún sin estar embarazada; lo que significaba que, en su estado, las reacciones pudieran ser más exageradas.

—Veas lo que veas, no hagas ruido, no le despiertes hasta que te hayas calmado, por tu bien, el suyo y el nuestro.

Mis sentidos se alarmaron ante esa advertencia. Una vez más, sentí el peso de la mano de Jin-hyung sobre mi hombro. Recibiendo un apriete sugerente que infundía valor.

Mis pies se entumecieron por un momento. Sentí que mis venas eran un río congelándose a gran velocidad. No sabía si pensar en Nayeon o en Taehyung. ¿Acaso mi hermana había perdido a la bebe? ¿O Taehyung estaba volviendo a sufrir los efectos de la luna de roja? Rogaba porque ninguna de las opciones fuera acertada.

Mientras pensaba lo peor observé los rostros de Jimin y Jin-hyung alternando miradas.

Jimin tomó mi mano mirándome con cierta lástima y empezó a caminar con la intención de arrastrarme hacia un lugar específico del domo. Entonces le seguí.

Habían cubierto de cortinas todo el área aledaña al baño. A un lado, junto a la pared de vidrio yacían otros marcos de espejos que habían quitado de sus lugares. Una cinta amarilla bordeaba y bloqueaba la entrada hacia el área oculta detrás de las cortinas.

Jin se nos adelantó y tomó la punta de una de la gruesa tela para descorrerla. Respiró hondo mientras apretaba con fuerza la parte arrugada que empuñaba en su mano.

—Por favor, sé fuerte, Jeon —a pesar de ser un susurro había un tono exigente y a la vez preocupado. No era un requerimiento, era una demanda.

Esa petición me asustó mucho más de lo que ya estaba.

Jin descorrió las cortinas poco a poco. Mis ojos se quedaron fijos en cuanto apareció un material dorado que parecía hecho de escamas. Todo el piso más que mojado con un nivel de agua que fácilmente cubría nuestros talones y tobillos, el agua se mezclaba con cierta sustancia brillante. Ladeé la cabeza porque Jin-hyung se había detenido a medio camino con las cortinas, no pude discernir nada en concreto y entonces miré al mayor con una interrogante implícita y silenciosa. Necesitaba que dejara de jugar y que me mostrara lo que fuera que tenía que ver.

Caminé hacia la cortina con la intención de abrirme paso hacia el otro lado, no obstante, en cuanto toqué la gruesa tela, Jimin me sostuvo. Se abrazó a mi torso desde atrás y susurró:

—Estamos aquí, contigo. Él aún está contigo.

«¿Él? ¿Se refiere a Taehyun?». Pensé mientra sentía un escalofrío electrizante recorriendo toda la
extensión de mi espalda.

Entonces comprendí que la mala noticia no se trataba de Nayeon. Hubiese sido más que un gran alivio si no fuera porque me sentía a punto de desmoronarme. ¿Qué podía ser tan malo que los mayores tardaban tanto en explicar o mostrar?

Me tragué un sollozo que quedó anudado en medio de mi garganta, doliendo y asfixiando. Empuñé la gruesa tela de la cortina y tiré de ella lo más suave que la ansiedad pudo permitirme.

Y allí comprendí de qué se trataba. Hice un recorrido por toda la extensión escamosa de una gran y extraña serpiente. Una de tamaño colosal. Estaba enrollada hasta la mitad, la otra mitad de su cuerpo suspendida en el aire, dormía con una expresión plácida y arrulladora.

Aquel cuerpo tenía las características de una serpiente, pero su cabeza no concordaba del todo, tenía varios cuernos dorados y un rostro con expresiones que no parecían exactamente los de un reptil, eran imposibles de ver en una serpiente. También discerní que tenía patas, cabellos blancos en su lomo como la creen de un caballo y, además, algunas escamas blancas que sobresalían de la parte inferior del cuerpo. Parecía un dragón, pero no era nada como los que había visto en las películas.

Unas gruesas cadenas salían debajo de la enrollada figura dorada y blanca y se alzaban hasta cierta altura de algunas de la vigas del baño. Aquella bestia era una aparente amenaza, de otro modo, no la tendrían encadenada.

Cerré la cortina debido la impresión.

—Okey, ya vi a su mascota y es impresionante. ¿Dónde están Taehyung y Nayeon? —susurré tratando de mantener la calma y mis pensamientos a raya.

Jimin hizo una mueca con sus labios antes de desviar la mirada rehuyendo la mía.

Jin-hyung atrapó sus labios entre sus dientes con lágrimas bajando por sus mejillas como cascadas. Volvió a descorrer las cortinas dejando expuesta, de nueva cuenta, a la criatura encadenada en el baño. Tapando sus labios con una mano y señalando con la otra hacia la criatura susurró:

—Ese es Taehyung.

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Di unos pasos hacia atrás, mis piernas perdiendo las fuerzas. Mis labios temblando a punto de romper en llanto. Retrocedí con lentitud hasta topar con la fría pared de cristal templado, tomándome mi tiempo para asimilar, negando con un mínimo de vacilación. Me acuclillé porque sentí que mis piernas no resistirían más y dejé caer la cabeza entre mis manos porque se hacía pesada con tantos pensamientos multiplicándose, repitiéndose, y amenazando con arrasar con mi cordura, atropellándose y deslizándose como una avalancha, quebrándome y destruyéndome con inclemencia.

Mi pecho se comprimía doloroso, al retener el llanto que buscaba con desesperación una salida, una brecha de desahogo. Pero llorar sería lo mismo que admitir todo cuanto en aquel momento necesita negarme a aceptar. Con cada segundo que transcurría, un sentimiento que me ahogaba la vida por completo y estrangulaba mi alma manteniéndola en una interminable agonía, crecía y se fortalecía.

Mi respiración menguaba porque sentía una opresión en el pecho como si, encontrándose sobre mi espalda, una pared enorme y de incalculable grosor me aplastándome con todo su peso.

El quebrantar de un triste sentimiento mezclado con la añoranza de nuestros días felices arrojándose cada vez con más fuerza e impiedad. Aceptar lo que me estaban proponiendo era el fin de todo, era la desaparición de la magia que nos envolvía, era comprender que mi Taehyung se había ido y que ya no había marcha atrás.

Mis emociones formando un rio de aguas oscuras y desoladoras en el que me iba sumergiendo. En el último momento, rechiné los dientes y junté las manos temblorosas sobre la coronilla de mi cabeza, sintiendo que mi corazón se partía a galope.

Alcé mi rostro y, desde la distancia, observé una vez más a aquella criatura que dormía plácida, aparentando ser inocente. Sonreí con amargura ante la imagen ingrávida frente a mí. La parte superior de su cuerpo no tocaba el suelo y eso lo hacía parecer más irreal.

«Un dragón». Pensé sin poder creérmelo todavía.

En otras circunstancias me hubiera maravillado al apreciar de tan cerca la belleza incomparable y palpable de tal criatura mística, pero al percatarme de que aquel ser se había tragado a mi amor, pretendiendo reemplazarlo, me pareció la más despreciable.

Esa cosa inhumana, ese gusano gigante y flotante con patas no podía ser él, no podía ser mi Taehyung.

—Por favor dime que esto no está pasando —mis palabras salían tropezando con torpeza de mis labios temblorosos. Mi voz ronca e inestable a causa del llanto que luchaba por abrirse paso por mi cerrada garganta.

Jimin caminó hacia mí y Jin-hyung hacía una seña que sugería que debía continuar guardando silencio. Parecía preocuparle más que nada que no despertáramos a la criatura. Pero para ese momento, ya no me importaba susurrar o gritar. Aún así no pude elevar la voz, algo dentro de mí, probablemente por razones muy distintas a las de Jin-hyung, tampoco quería despertar a esa cosa... no estaba preparado para que la bestia misma me confirmara que se trataba de mi Taehyung. Ni en un siglo iba a estar preparado para admitirlo.

Ante mi reacción, Jimin me miraba con un rastro de solemnidad en sus ojos, una sonrisa triste y forzada surcaba las comisuras de sus labios temblorosos cuando se acuclilló delante de mí. Me quedé mirando fijo a los ojos sinceros de mi gran amigo. Mi nariz picaba e hiperventilaba cuando lo tomé por el frente de su ropa y lo atraje hacia mi cuerpo, mas, de forma inesperada, él me envolvió con sus brazos. Entonces, sintiendo la tibieza de su cuerpo y su generoso abrazo que intentaba ser consolador, lloré en silencio y con amargura. Desahogarme de aquella manera, casi restringida, causó que ese instante fuera aún más doloroso.

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Una vez que estuve más calmado Jin-hyung, Jimin y yo nos sentamos alrededor de la mesa de té. Me había tomado una hora y media para poder tranquilizarme. Estaba en calma, sí, pero aún no asimilaba del todo lo que había sucedido con Taehyung.

Tenía tantas preguntas que no sabía por dónde empezar. Pero ese sentimiento de no querer aceptar aquella realidad me impedía hacer cualquier cuestionamiento sobre los hechos que condujeron a aquella desastrosa desgracia.

—¿Y Nayeon? —pregunté mirando hacia todos lados a donde mi vista alcanzaba dentro del domo. No había señales de ella.

—Sobre Nayeon-ah —se animó a responder un titubeante Jimin que estirando su brazo se disponía a secar una lágrima escurridiza que descendía y se hacía camino por mi mejilla.

—Sobre ella... —habló Jin-hyung esta vez—. Te diremos una vez que Taehyung despierte y te vea.

Volteé a ver a Jin-hyung con incomodidad. Me temía que me estuviera ocultando algún asunto delicado sobre mi hermana, no me gustaba la idea de que le hubiera sucedido algo malo a ella también. Y era más que obvio que Jimin y él estaban evitando el tema desde que llegué.

—¿Ella está bien? —en cuanto formulé la pregunta con mi voz aún rota por la tristeza, apreté la mandíbula y miré al mayor de todos de manera amenazante. Como una advertencia para que no se atreviera a mentirme.

Jin-hyung alzó una de sus cejas e hizo un gesto que restaba importancia, pero que a la vez era desafiante. Ambos nos quedamos mirando como si de un duelo de miradas se tratara.

—Nayeon-ah estuvo aquí —explicó Jimin—. Pero temo que se impresionó mucho con el estado del señor Kim y creemos que era lo mejor que se alejara de todo esto. Jinyoung está ocupándose de ella.

Jimin empezó hablando muy despacio, pero luego terminó aquella explicación muy rápido y eso me pareció extraño, el solo hablaba con prisa cuando se le presionaba o cuando se enojaba. Y obviamente, enojado no estaba. Entonces le entregué una mirada llena de dudas.

—Ella debe estar bien —tranquilizó Jin-hyung—. Más tarde Jinyoung nos dará un informe. ¿Okey?

A pesar de que continuaba sintiendo cierta inquietud, mis hombros se relajaron un poco con aquella afirmación que me entregaron ambos mayores. Si Nayeon estaba con Jinyoung, entonces debía estar bien.

Solté un suspiro cansado. Aquellos tres últimos días habían pasado como una pesadilla tras otra. Y no soportaría que le hubiera pasado algo malo a Nayeon o a su bebé.

—Más les vale que lo esté.

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Habían pasado casi dos horas en las que aún no asimilaba por completo lo que había sucedido con Taehyung. Mientras más observaba a la criatura mística frente a mí, menos me lo podía creer.

La observé muy de cerca por un largo rato. Había algo en el olor que desprendía, la escencia de Taehyung ciertamente mezclada a su almizcle natural y la acostumbrada fragancia a vainilla.

Regresé a tomar asiento en la mesa de té junto a los mayores que leían concentrados. Me preguntaba... ¿Cómo podían sentarse a leer tan tranquilos con todo lo que estaba sucediendo a su alrededor? Jimin no era de aquella manera, pero me temía que la locura y el excentricismo de Jin-hyung se le estaba contagiando.

—¿Cómo fue que pasó? —susurré apesadumbrado. Interrumpiendo sus lecturas. Les había detenido cuando quisieron hablarme de ello, pero viendo lo tranquilos que estaban no pude soportar que ignoráramos a Taehyung de aquella manera.

Jin-hyung desvió la vista de su libro para observarme antes de responder:

—No lo sabemos, simplemente, empezó a tener fiebre, no pudimos constatar desde cuando empezó a sentirse mal, solo descubrimos que estaba ardiendo de manera peligrosa gracias al alboroto que creó Minho durante su fiesta de cumpleaños. Las fiebres no cesaron hasta que finalmente se transformó en lo que vemos ahora.

—¿Cómo es que esta transmutación empezó con una simple fiebre?

Jin agachó la cabeza, supuse que él también se había hecho la misma pregunta.

—Solo tenemos conjeturas. Me temo que esto inició por algún motivo que desconocemos que debió suceder mucho antes de que empezaran las fiebres.

—¿Creen que los de afuera pudieron hechizarlo? —sugerí pensando en Jihyo siendo cómplice de los enemigos de Taehyung. Tal como lo sugirió Minho.

Los últimos meses la pelirroja estuvo al margen de casi todo y, sobre todo, muy apartada de Taehyung, pero nada le impedía encontrar una manera de colaborar para hacerle daño. Como bien dijo Minho, su comportamiento cambió desde la noche del cumpleaños de Nayeon. Lo que no sabía era que, esa misma noche, Taehyung había terminado su relación con ella. Tenía motivos suficientes para querer vengarse tanto de él como de Nayeon. Y por eso seguramente su compañera Kumiho sabía la ubicación de la habitación de mi hermana. Ella bebió proporcionarle toda la información al enemigo y sus secuaces.

—Si fuera una maldición, al menos tendríamos esperanzas —Jin-hyung me atrajo a la realidad con aquellas palabras, me había abstraído en mis pensamientos con facilidad.

—Maldición o no, debe haber una manera de revertir esta condición. Taehyung es humano, no es un dragón, toda su vida ha sido humano. ¿Y si esto es obra de los que están acampando allá afuera? Es mucha casualidad que esto sucediera precisamente cuando ellos ya estaban rodeando Full Moon.

Jin-hyung elevó el libro que tenía entre sus manos.

—Hemos leído decenas de estos libros. Pero los temas que hemos encontrado acerca de dragones, solo explican que el dragón nace de un huevo, crece como emuji —————————- y que no todos los emujis————- logran vivir lo suficiente para alcanzar la fase de dragón. Pero como sabemos, Taehyun no nació de un huevo, nunca ha sido un emoji, solo tuvo fiebres a altas temperaturas y en menos de dos días y, de buenas a primeras, transmutó directo de la forma humana a la forma de un dragón adulto de cinco garras. ¿Sabías que los Dragones de cinco garras son los segundos más poderosos? Solo falta que le aparezca una perla en la boca para que sea un Dios Dragón.

Me quedé sin palabras alternando la mirada entre el libro y el rostro Alterado de Jin-hyung. ¿Un Dios Dragón?

—Estos libros pertenecen a la familia de Hang Lisa —intervino Jimin—, le han pertenecido desde la antigüedad, son una familia de chamanes con una larga trayectoria e historia. Tal vez podríamos encontrar algo que nos aclare lo que está pasando con el señor Kim.

Jin-hyung tocó mi mano con su tibia palma.

—Cuando viste a Taehyung por última vez, ¿no lo sentiste raro? —inquirió Jin-hyung, notando que en ese momento me encontraba más dispuesto a hablar del tema.

Negué con pesar. De inmediato recordé la madrugada en la que Taehyung había ido a verme en mi habitación. Esa fue la última vez que lo vi. Me encogí porque ya estaba resintiendo el frío, yo no estaba tan abrigado como los dos mayores y al parecer la calefacción estaba apagada o averiada.

Jin-hyung suspiró con desánimo. Entonces me di cuenta que tal vez estaba estorbando en vez de servir de ayuda. Todo lo que él buscaba en esos libros era encontrar respuestas a lo que estaba sucediendo. Respuestas que yo también necesitaba.

—En mi habitación, hacía las maletas para mi viaje a Seúl que nunca fue, entonces él fue a verme. Eso fue después de que Nayeon nos atrapara besándonos frente a la madriguera de Rangi... del conejo —agregué cuando ambos mayores me observaban un poco confundidos.

—¿Qué? ¿Cómo que Nayeon? —Jimin se cubrió los labios con ambas manos porque se le había escapado subir la voz.

Los tres miramos hacia Taehyung quien se removió con suavidad, y constatamos que seguía dormido.

—Recuerdo que él trató de hacerme entrar en razón, intentó sin mucha convicción persuadirme para que no me fuera a Seúl, aunque nunca me pidió literalmente que no lo hiciera, pero yo sabía que él no deseaba verme partir.

Un fatídico pensamiento vino a mi mente. Tal vez desde esa noche Taehyung sabía que algo no andaba bien en él, tal vez sabía que la hora de su inevitable transmutación se acercaba, quizá estaba sufriendo y pasando solo por el terrible momento a la espera de lo que se avecinaba. Eso podía explicar por qué aveces se quedaba absorto en sus pensamientos y por qué, de vez en cuando, también hablaba como si fuera a desaparecer.

—Estaba desesperado por verte después de haber discutido con Nayeon —Jin-hyung asentía con la mirada perdida sobre el movimiento de sus dedos que hojeaban con calma taciturna el libro abierto sobre su regaso.

—No quería que me fuera a Seúl —admití.

—Y menos si ibas a ir con Mina —Jin-hyung retorció los labios y luego puso su mano sobre la mía—. Era una situación en la que él no estaría cómodo. ¿Pero no sentiste que estuviera mal de salud? ¿No sentiste su temperatura irregular? ¿Ustedes no se tocaron en ningún momento?

Jin quería constatar si Taehyung ya estaba mostrando síntomas extraños, pero esa madrugada, él estaba más saludable que nunca. Recuerdo que hicimos el amor de la manera más desesperada que jamás antes habíamos probado, el momento fue tan espontáneo y presuroso que, incluso, lo hicimos sin protección.

Y entonces me llegó un mal pensamiento al recordar ese importante detalle... «¿Y si ese fue el error? ¿Y si fue mi culpa?».

—Hicimos más que tocarnos...

Volteé a ver hacia el baño, las cortinas descorridas mostrando el interior ocupado por aquel dragón durmiente que entonces flotaba por completo a medio metro del suelo y nuevas lágrimas se empezaban a acumular en mis ojos empañando la vista.

Jimin y Jin-hyung miraron hacia el dragón y luego volvieron su atención en mí.

—¿Recordaste algo? ¿Tienes alguna pista?

—Creo que soy el culpable —admití tragando saliva con dificultad.

Hubo un incómodo silencio después de que dije esas palabras. Jimin se puso de pie y rodeó la mesa para abrazarme otra vez.

—No digas eso —susurró Jimin en mi oído—. Esto nunca sería tu culpa. Por supuesto que no lo es.

Jin-hyung me entregaba una mirada con los ojos entrecerrados. Sus labios apretados y una dureza radical en su semblante que me recordó un poco al tío Canas. Ellos podían ser muy diferentes, pero el detalle me superó. Después de todo, eran padre e hijo.

—¿Por qué crees que es tu culpa? —inquirió con la voz tensa—. ¡Habla!

—Tal vez... mi sangre...

Pasó un momento en el que las palabras no lograban salir de mi boca. Conociendo la delicada naturaleza de Taehyung, fue un acto muy irresponsable de nuestra parte. De mi parte. Esa pudo haber sido la razón por la que el reloj se había reiniciado.

—¡Habla de una vez! —Jin-hyung se olvidó de la discreción y puso fin a los susurros.

—Esa madrugada...

—Sí, continúa —Jin-hyung me urgió. Se veía ansioso y muy molesto. Su pecho asido de la mesa y su mirada filosa.

—Lo hicimos...

No pude pronunciar las palabras que comprobaban que probablemente todo había sido mi culpa.

Jin-hyung abrió los ojos como platos en compresión.

—¿Lo hicieron sin condón? —Jin-hyung dejó caer el libro sobre el piso del domo al ponerse de pie y me señaló con un dedo acusador.

El castaño me tomó por la parte delantera del traje con una mano y con la otra había formado un puño alzándolo y amenazando con pegarme. Cerré los ojos y puse la mejilla esperando el golpe.

—¿Acaso ambos perdieron la cabeza? Sé que hemos visto de todo en estos dos últimos días, pero esto que le ha pasado al señor Kim de ninguna manera podría ser una enfermedad de transmisión sexual. ¿Acaso ves a Jungkook como un portador de sangre de dragón o algo así?

—Puede que parezca absurdo, pero aquí nada lo es —Jin-hyung en serio estaba muy molesto.

—Ver a un a un dragón frente a mí no es absurdo, es increíble, pero afirmar que esto es culpa de Jungkook, sí que es absurdo —la voz de Jimin era fuerte y, a la misma vez, tranquilizadora—. Parece que se te han pegado los malos juicios del señor Jeon.

Abrí los ojos cuando sentí que el mayor aflojó su agarre sobre mi ropa. Me entregó una mirada asesina antes de empujarme como algo indeseable.

Retrocedí unos pasos y me dejé caer sentado sobre el piso frío, muy cerca del baño. No tardé en escuchar una respiración sonora y pesada detrás de mí y los vellos de mi nuca se erizaron en cuanto me percaté de lo que habíamos hecho. Miré hacia Jimin que yacía paralizado con la boca abierta en sorpresa y Jin-hyung cuyo pecho subía y bajaba sin control.

Volteé poco a poco para encontrarme con aquellos enormes ojos de orbes reptilianos que rodeados de escamas doradas y pelajes blancos me miraban con fijeza. Lo habíamos despertado con todos nuestros gritos.

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—Jungkookie —la voz que pronunció mi nombre Justo de la misma manera en la que Taehyung me llamaba era bestial y poderosa a pesar de ser casi un susurro. No era su voz, sin embargo su tonalidad evocaba el recuerdo de su terciopelo.

El cuerpo había descendido al piso humedecido del baño y, a pesar del sonido leve de las cadenas que ataban sus patas traseras, ninguno de nosotros se había percatado del movimiento.

Lágrimas no tardaron en acumularse en mis ojos empañando la vista. Era demasiado para mí ver ese gran y bestial rostro tan expresivo dirigiéndose a mí con aquella tristeza y conmoción acompañando una mirada ensoñadora y acongojada.

Tenía tantas ganas de abrazarlo, pero ¿qué parte de él iba abrazar? ¿Una de sus patas?

No lo pensé dos veces y traspasé la línea divisoria humedeciendo mis botas y salpicando de agua al correr hacia él eliminando la poca distancia que nos separaba. Alcancé su pata delantera y me apegué a ella como pude. Estaba un poco caliente y dura como el hierro, pero no me importó.

—¡Taehyung!, !Cariño! —exclamé con la voz disonante por los temblores del llanto reprimido.

—Jungkookie... ¿No estás asustado?

Negué con vehemencia.

—Me alegra que no me rechaces.

Volví a negar separándome de su pata para encararle.

—Nunca... nunca lo haría. Eres lo que más amo en el mundo. Tengas la forma que tengas, siempre serás mi mundo. Siempre voy a querer estar junto a ti.

Un líquido dorado y semi transparente se fue acumulando en los ojos de pupilas rasgadas hasta derramarse deslizándose por su rústico y bestial rostro.

—¡No digas eso! Me alegra que no te de miedo, siempre has sido muy valiente y distinto a los demás. Pero no vuelvas a decir eso. Ya nada puede haber entre nosotros y aunque tú sí eres todo mi mundo, nunca más podré corresponderte. Nunca más podremos ser nosotros.

—¡Cállate! Tu cerebro debe encontrarse disperso dentro de esa enorme cabezota, ya no sabes lo que estás diciendo. Como mi apariencia no ha cambiado, ¿puedes amarme? Pero... si tú cambias, ¿mi amor por ti desaparecerá? ¿Así es cómo crees que funciona?

El dragón se encogió un poquito sobre el piso y dejó de llorar. Estaba perplejo. Nos quedamos mirando durante un rato hasta que el gran estómago de Taehyung empezó a ponerse muy ruidoso.

—Perdón, tienes razón, pero debes comprender que ya nada podrá ser igual, yo sería algo así como tu mascota.

—¿Tienes hambre?

—Jungkook ¿acaso eso importa? Te estoy diciendo que ya nada será lo mismo.

Ignorando los acertados reclamos de Taehyung volteé a ver a Jin-hyung.

—¿Te encargas de eso, hyung?

Jin-hyung sonrió con complicidad y asintió. Era increíble lo fácil que se desenfadaba.

—Yo me encargo.

Luego me acerqué más al gran cuerpo de Taehyung y acaricié la parte que alcancé primero, sintiendo que mis palmas rozaban puras escamas tan duras como el metal.

—No te preocupes, ya encontraremos la forma.

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Habíamos almorzado juntos en el domo y al rato todos nos pusimos a leer los libros de la familia de Lisa. Vi comer a Taehyung como nunca lo hizo mientras tuvo la hermosa forma de un humano. Aunque... me preocupaba que solo tomara sopa de algas. Jimin me explicó que era lo único que había pedido comer desde la primera vez que había despertado siendo un dragón.

Se veía adorable comiendo.

Humano o dragón siempre iba a ser la criatura más hermosa que pude haber visto en mi vida. Aunque me hubiese gustado verlo comiendo así de bien en su forma humana.

Yo había empezado a leer la historia de la sacerdotisa de la multiplicación cuando la trampilla se abrió de repente. Todos miramos hacia la misma dirección cuando Lisa asomó la cabeza y saludó con una sonrisa.

—Jungkook sunbaenim, qué bueno que aún usted está aquí. Su hermana es todo un caso.

Jimin y Jin-hyung intercambiaron miradas que me parecieron sospechosas.

No sabía qué pensar al escuchar a Lisa hablando así de mi hermana con una sonrisa pintada en la cara.

—Lo es —concordé—, en verdad lo sé, pero ¿por qué presiento que hizo de las suyas?

—Tal vez es porque lo hizo —Lisa se encogió de hombros. Se veía feliz.

Mi estómago se enfrió y me puse de pie mientras la chica se acercaba a nosotros para tomar asiento en un mueble llevando un libro en sus manos.

—¿Ahora qué hizo esa ratona? —Jin parecía recobrar el mal humor.

Aquel sobrenombre indicaba que mi hermana nunca iba a caerle bien al mayor. Si supiera que era su prima, tal vez las cosas hubiesen sido un poco distintas.

—Esa ave tuya no es un halcón común, es un ser ancestral ¿lo sabías? —Lisa me sonrió como si su descubrimiento fuera algo de lo más normal.

—Sí, lo sé, Rangi es tu ancestro, por cierto —me masajeé el cuello y lo moví con impaciencia—, pero... ¿Por qué cambias el tema?

Lisa se quedó sin palabras con lo que dije. Su sonrisa se borró por completo. Y yo que pensaba que se lo iba a tomar de lo más normal, porque así era ella ¿no?

—¿Y hasta ahora me lo dices? ¿Desde cuándo tuviste oportunidad de decirme?, ¿o es que acaso no pensabas hacerlo?

—No era algo que me correspondiera decirte, pero ya está hecho —me encogí de hombros y sonreí, imitándola.

—Las sorpresas llenas de fantasías nunca sobran en Full Moon —Jimin nos miraba como si fuéramos una pantalla de cine, solo le hacía falta las palomitas para que luciera más entretenido. Tal vez se estaba contagiando con Lisa y Jin-hyung a su alrededor.

—A ver, a ver, a ver si entiendo —intervino Jin-hyung con gesto de confusión—. Tú tienes una mascota que no es el conejo de Minho, sino un ave. Entonces resulta que tu mascota es un ser de otra vida.

—¡Ancestral! —le corrigió Taehyung provocando que todos nos sobresaltáramos.

—De hecho, el ave y el conejo son formas adoptadas por Rangi —aclaré con seriedad—. Es decir, todos son la misma persona.

—¿Cómo? ¿Por eso pasabas tanto tiempo en su madriguera de conejo? —Taehyung hizo un mohín que se veía extraño con esa apariencia bestial.

Aquel mohín era igual al gesto que solía hacer cuando estaba celoso. Me hizo recordar la madrugada en la que Mina me sorprendió robándome un beso, al igual que la mañana de entrenamiento junto a Mark y a Jihyo. «¡Mark!». Lo nombré mentalmente cuando recordé que el hombre amanerado debía estar en el salón de torturas y tal vez nadie se atrevería a rescatarlo.

—¿Mark?, ¿Mark Tuan? —preguntó Taehyung sonando verdaderamente molesto y haciendo otro mohín bestial.

Obviamente Taehyung me escuchó nombrar a Mark Tuan mentalmente, pero no escuchó nada del porqué.

—Eso no importa, nos estamos desviando del tema. ¿Qué hizo Nayeon? —desvíe la vista del dragón que empezaba a verse molesto.

—¿A quien le interesa lo que hizo Nayeon? ¿Qué era eso que estabas pensando? ¿Por qué Tuan está ocupando tu mente?

Quise volver al tema de mi hermana evitando hablar de Tuan. Pero eso solo sirvió para que Taehyung se interesara más en saber.

—¿Puede leer los pensamientos? —cuestionó Lisa señalando hacia el dragón—. ¡Lo sabía, lo sabía!

La chica se puso de pie dando saltitos de triunfo y haciendo un baile raro.

—¿¡Que puede qué!? —a Jimin casi se le cae la mandíbula por la sorpresa.

—Lo que oyes — afirmó Lisa sonriendo hacia Jimin—. Eso explica porque todos usamos esto agregó mientras señalaba el talismán de tela amarilla atado a su muñeca.

—¡Silencio! —grité con la paciencia en un hilo, provocando que Jimin y Lisa se sobresaltaran un poco—. Lisa, dime de una vez que fue lo que pasó.

Lisa me miró casi con miedo y se volvió a dejar caer sentada sobre el mueble con una de expresión sumisa. Al parecer no conocía ese lado de mi persona.

—Tu amigo, mi ancestro... bueno el ave escribió algo en los árboles usando sus garras, era el número cinco. Al principio, pensé que solo fue casualidad, pero lo descarté en cuanto lo vi escribiendo la palabra 'hwansaenghaji', y luego escribió: 'afuera'.

—¿Cinco hwangsaenghaji afuera de Full Moon? —Todos olvidamos que Taehyung ignoraba cuánto estaba aconteciendo fuera de su propiedad—. ¡Dime que es una broma!

Levanté la mano con la palma hacia el dragón para que se callara y se calmara y, por suerte, así lo hizo.

—Lisa, continúa, por favor.

La chica asintió con seriedad esta vez.

—No estaba segura, pero de todas formas salí de mi habitación y fui a informar al jefe Min sobre los posibles hwansaenghaji. No esperaba que me creyera tan fácilmente, sin embargo, creo que sí lo tomó muy en serio. Por cierto, el jefe Min también es un ser especial, pero, si no me lo cuenta él mismo, nunca hubiera adivinado de qué tipo.

—Espera... ¿¡Qué dijiste!? —Jimin se levantó de la butaca que ocupaba con los ojos abiertos en sorpresa.

—Bueno, verás, el me contó que...

—¿Y por qué te cuenta esas cosas a ti?, ¿eh? —Jimin se estaba enfadando con Lisa sin ninguna razón.

—¡Lisa! Ignóralo y continúa —increpé impaciente a una confusa Lisa, mientras yo recibía una mirada desconcertada de parte de Jimin.

—¡Ah!, ¡sí, sí, sí! Cuando fui a ver al Jefe Min me enteré que la prometida del señor Kim había liberado a la Kumiho que estaba prisionera en la piscina y entonces se fue con ella.

No podía procesar bien lo que acababa de oír.

—¿Que hizo qué? —Jimin tampoco lo podía creer.

—Jinyoung trató de detenerla —continuó Lisa mirándome casi con lastima al ver mi penosa reacción, lo que decía era muy confuso, para mí no tenía sentido—, pero no pudo solo contra la nueve colas, peleó duro con ella, pero, al marcharse, lo dejó herido de muerte.

—Jimin se tapaba la boca con las manos, pero sus ojos delataban cuán asombrado estaba.

"Lo siento mucho, Jungkook, todo eso debió haber pasado por mi culpa". La voz de Taehyung se escuchaba como si se hubiera metido en mi cabeza.

Mi corazón se aceleraba con cada latido, mi respiración empezó a seguir ese ritmo, mi pecho subiendo y bajando.

—Los otros guardias intentaron perseguirlas —continuó Lisa—, pero Nayeon caminaba al lado de la Kumiho por su cuenta, cuando casi las alcanzaron, se detuvo para pedirle a los guardias que no la siguieran, que ella solo necesitaba salir de Full Moon porque estaba harta de tanto mal ambiente y necesitaba regresar a Seúl.

—¿Sabes si estaba llorando? —inquirí.

Lisa negó con vehemencia.

—Todos dijeron que ella estaba bien, ni siquiera se veía asustada.

—Es obvio que estaba bajo el hechizo de la zorra —aseguré caminado con decisión hacia la trampilla.

"¿Piensas ir a buscarla?". Taehyung no quería interrumpir, pero parece que no podía evitar tener algunos pensamientos. Aunque eso no me detuvo.

«Sí». Le respondí en mi mente sabiendo que él escucharía mi respuesta.

—Eso pensaron todos —contradijo Lisa lo último que dije en voz alta, haciendo que me detuviera—, pero antes de desmayarse, Jinyoung nos contó que la Kumiho no tuvo que usar ningún hechizo con Nayeon. Dijo que había escapado de aquí, del domo, y que en cuanto lo hizo se propuso buscar al Tío Canas para que le prestara un elicoptero y al ver la negativa, entonces se propuso ir a ver a la prisionera para hacer un trato. Ella solo desea salir de Full Moon antes de que la desgracia caiga sobre ella y su bebé. Palabras textuales. Además, una de las razones por las que la enviaron al domo es porque intentó salir por su cuenta tres veces cuando el señor Jeon le negó la salida de Full Moon.

Al escuchar esas afirmaciones mis piernas perdieron la fuerza y caí sentado con la cabeza entre las manos.

—Jungkook-sunbaenim, su hermana está loca, ¿lo sabía? —Lisa no dejaba de insultar los actos infantiles de Nayeon.

—Bueno, eso es más de lo que yo le quise advertir, pero qué bueno que hay otra persona que se lo diga —Jin-hyung no perdía tiempo para destilar veneno cuando se trataba de Nayeon.

—¿Y entonces la dejaron salir así sin más?

Lisa negó.

—Min ordenó que no las dejaran salir. Aún están dentro de Full Moon, pero se dirigieron hacia el bosque.

—Soy paciente, tengo todo el tiempo del mundo, seguiré esperando tranquilo hasta que uno de ustedes quiera explicarme qué demonios está pasando en mi casa. ¿Seres ancestrales?, ¿mascotas que escriben? ¿Cinco hwasaenghaji? ¿Una Kumiho de nueve colas?

Taehyung ignoraba todo lo que había estado pasando en Full Moon, hasta ese momento, por lo que todo era más enrollado en su cabeza, tenía más preguntas de las que había pronunciado.

Ignorando la confusión en la mente de Taehyung, me puse de pie pensando en que debía prepararme tan pronto como fuera posible, mi uniforme estaba en mi habitación, me arrepentía tanto de no habérmelo puesto, de otra manera no tendría que perder tiempo yendo por él. Taehyung estaba confinado en el domo y Mark debía aguantar un poco más, mi hermana y mi sobrina eran de mayor prioridad. Eran mi responsabilidad. Al menos en aquel momento.

"Sé que es mucho pedir que no vayas, pero en su lugar te pediré que seas cuidadoso, no vayas solo, por favor, no seas impulsivo".

Miré hacia el dragón que me entregaba una mirada de cachorro lastimado y asentí.

—Regresaré a ti —le aseguré, antes de desaparecer por la trampilla.

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