Capítulo 52
Capítulo 52
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HWANSAENGHAJI
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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱
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Después de llevarnos un gran susto, averiguamos la procedencia de aquel estruendo furioso y ensordecedor que llegó a la cocina, resultó que no era nada de lo que debíamos preocuparnos. Luego que el jefe Min nos calmara a Yugyeom y a mí, Rangi me hizo volver por su paquete de píldoras a la cocina. Ya que salí con tanta prisa que me olvidé de ello.
Yugyeom y yo nos sentimos muy extrañados al llegar a los atrios de la mansión porque encontramos a todos actuando muy normales, como si no hubiese pasado nada, como si ellos no hubieran escuchado lo que nosotros dos. Incluso, ambos nos mirábamos como si con ello comprobáramos que no estábamos locos, sabíamos con certeza lo que habíamos escuchado.
Daesung nos vio actuando como dos esquizofrénicos perdidos y entonces procedió a explicarnos que, mientras Yugyeom y yo estábamos en la cocina, el jefe Min había advertido a todos que esperan una leve sacudida en el ala prohibida, pero no dio más explicación que esa y como Yugyeom y yo fuimos inadvertidos porque nadie se dignó a comunicarnos por el transmisor, nos asustamos y nos preocupamos mucho pensando lo peor.
—Fuimos nosotros, todo está bien. En un minuto iniciamos la reunión —recordó el jefe Min, quien venía del área de la piscina mirando con advertencia hacia Yugyeom y a mí—, estén preparados para salir al campo.
Al pasar a la terraza coloqué las píldoras de Rangi sobre el mesón del minibar. El salón se veía más amplio estando vacío, era un espacio que me traía recuerdos memorables, pero también amargos y dolorosos. Allí fue donde se festejó por primera y última vez en la mansión.
Los festejos iniciaron con la cena de cumpleaños de Nayeon, el mismo día en el que, delante de todos, se formalizó su compromiso con Taehyung y en el que también aprovechó para anunciar su embarazo.
Tomé una bocanada de aire mirando al rededor del salón vacío y la tristeza quiso hacer hueco en mi estabilidad al evocar esa escena en el comedor, pero volví a sonreír al mirar la quietud del lugar que pronto fue quebrantada por los gritos e insultos de la zorra loca que estaba afuera enjaulada y congelándose en el área de la piscina.
"¡Jungkook-ah! ¡Buenas noticias! Estoy sintiendo más cerca a Lisa". Anunció Rangi alebrestándose y sacudiendo sus alas con alegría.
Rangi y yo miramos hacia todos lados en busca de encontrarnos con la figura de Lisa, sin embargo, nadie se acercaba. El ave salió volando seguramente para encontrarse con su descendiente.
Yugyeom, el ave y yo habíamos sido los primeros en llegar a la terraza después de ir en busca de las píldoras de Rangi, Yugyeom fue a tratar de callar sin éxito a la prisionera de la piscina, no obstante, y muy por el contrario, los gritos de esa loca habían cobrado más energía. Estaba así desde que el jefe Min volvió a verla, me preguntaba qué le habría dicho él para provocar que se pusiera tan histérica.
Al quedarme completamente solo tuve unos segundos para pensar. Observando el lugar, también recordé con nostalgia el cumpleaños de Jin-hyung, esa noche que nos escapamos del festejo a pocos minutos antes de la primera nevada; cuando Taehyung y yo nos besamos a la intemperie por primera vez, frente a la madriguera de Rangi. Por último, las imágenes de mi tiempo compartido con Taehyung en su propio cumpleaños. Me puse de pie frente a su ventana favorita de la terraza, tras la que él solía pararse mirando a través de ella durante largos minutos. Fue inevitable sentir un descenso de ventura, tras esas memorias felices cuando los recuerdos de Taehyung y yo besándonos se mezclaron con las imágenes de Nayeon sorprendiéndonos y reclamándome por mi traición.
Tragué amargo porque aún no podía sacarme esa espina del pecho, ¿Nayeon querría hablar conmigo si se lo pedía? ¿Qué iba a decirle si ella aceptaba escucharme? ¿Que mi corazón no soportaba estar en malos términos con ella, pero que estaba seguro de que tampoco soportaría estar lejos de Taehyung? Porque esa era la verdad, no me arrepentía de lo que hice, y lo haría de nuevo porque mi corazón no sería capaz de tolerar una vida sin él. Solo llevaba un día sin verlo y parecía un año, sentía que me estaba ahogando por dentro. Sin importar qué, mi corazón solo sabía llamar por él.
Puse mis manos a los costados de mi cabeza para proteger mis oídos amortiguando el escándalo que me estaba provocando jaqueca. Quería salir a callar a esa maldita loca que el jefe Min tenía prisionera.
—¿Te duele la cabeza otra vez? —Nam-hyung puso su mano sobre mi hombro, me entregó una mirada de preocupación.
Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me percaté de que habían entrado más personas a la terraza.
Rangi estaba posado sobre el hombro de Minho-hyung, quien venía detrás de Namjoon-hyung.
Mis ojos se dirigieron hacia la entrada. Vi a los demás llegando y acomodándose en los asientos, sobre el piso y sobre la barra del bar. Fueron entrando más hasta llenar el salón.
"Si te hubieras tomado una de mis píldoras, no estarías quejándote de tanto ruido". Ironizó Rangi. "Estarías descansando de ello por lo menos durante un día entero".
El ave ladeaba la cabeza y me devolvía la mirada con un ojo. Elevé una ceja y le entregué una mirada dudosa.
—¡Naaah...! —hice un ademán restando importancia—. Debe ser mentira.
Rangi parecía más contento de lo normal y por eso me hacía dudar. Podía ser que solo bromeaba conmigo al estar tan feliz porque probablemente por fin había ubicado a Lisa o mejor aún, tal vez la había visto.
—¿Mentira? ¿Qué cosa? —Namjoon-hyung miraba confundido girándose de mí hacia Rangi.
"El efecto es instantáneo". Insistió la voz cantarina e insoportable de Rangi. "Fuiste testigo de la rapidez de mi transformación frente al hospital".
—Me parece que no habla contigo —susurró Minho-hyung muy cerca del rostro de Nam-hyung.
Me preguntaba qué efecto tendrían las píldoras de Rangi en mí. ¿Y si me convertía en un conejo? ¿Y si luego dejaba de escuchar los pensamientos? No, no, no. No podía aventurarme de esa manera.
—Ya lo sé —respondió el de gafas metiendo un leve pero rápido codazo en las costillas de mi primo—, solo quiero enterarme de lo que dice Rangi.
"Namjoon parece más interesado en mí, creo que él sí apreciaría mis píldoras".
De pronto todos en el salón hicieron silencio y miraban hacia la puerta.
El jefe Min entró a la terraza despreocupado con sus manos en la espalda. Estaba armado con dos sables y eso llamó mi atención porque era la primera vez que lo veía portando armas. Creo que el dichoso asunto provocó un leve murmullo entre los hombres.
—¿Por qué no lo intentas? Díselo tú —reté al ave sin dejar de mirar al jefe Min.
—Bien —Se alzó la voz del jefe Min por encima del murmullo, el cual disminuyó hasta desaparecer casi de inmediato—. Seré breve. Este es el plan...
"Porque al genio con gafas no le duele la cabeza. Tonto". Concluyó Rangi al mismo tiempo que el jefe Min iniciaba su discurso.
Sospechaba que esa no era la única razón de su insistencia. Quise reprocharle a Rangi su falta de respeto hacia mi persona y hacia el jefe Min, pero solo me limité a entregarle una mirada de indignación y reproche. No quería dejar de prestar atención al jefe y menos interrumpirlo. Era un hombre de pocas palabras así que, si nos convocó a una reunión en medio de la tempestad que estallaba afuera, era porque había surgido algo de mucha relevancia.
—...Los aquí presente tendrán una importante y arriesgada misión.
El señor Im hizo entrada ante todos y Min volteó a verlo. Ambos hombres hicieron contacto visual y asintieron una vez. Lisa venía detrás del hombre, ella era tan pequeña delante de la figura de Im, que no la vi hasta que salió de su escondite y caminó con pasos seguros hacia mí, brindándome una breve y triste sonrisa.
"Hasta que por fin estamos tan cerca como necesitaba". Canturreó Rangi, lleno de emoción.
—El señor Im y yo los acompañaremos en esta importante misión, así como también el herrero y la chamana —el jefe Min señalaba a cada aludido mientras los iba nombrando.
Rangi emprendió un vuelo bajo hasta llegar a sus preciadas píldoras, dejando a Minho quejándose por la incomodidad que le provocó la presión y la fuerza que hicieron las garras sobre su hombro para tomar el impulso que necesitaba para volar. Al menos el uniforme impidió que se las enterrara tanto como lo había hecho más temprano conmigo, todavía me ardían los rasguños. Pensé en el pobre Yugyeom, porque él se llevó la peor parte de sus las garras.
—No soy herrero, señor, soy un simple soldador. A sus servicios —interrumpió un hombre que llevaba el nuevo uniforme, pero con herramientas de trabajo en sus divisiones en vez de armas enganchadas a los engranes de la tela. En su mano derecha una caja ancha y rectangular colgando como una maleta.
Todos vimos salir volando a Rangi del salón con la tela anudada suspendida entre sus garras, hasta posarse en un rincón debajo de las escaleras no muy lejos de la entrada del salón.
—De acuerdo, señor Shin, soldador. La cuestión es que nosotros tendremos la
misión de cuidar de este hombre y de la chamana Lisa mientras ellos hacen su trabajo. Nuestra supervivencia depende de ellos dos y nuestro deber es protegerlos.
—No olvides que, en su momento, debemos cuidar de ti —agregó Im.
—Eso no es importante ahora —El jefe Min restó importancia—. Necesito que no pierdan el enfoque por ni por mí, ni por nadie.
»Los rencores son fantasmas convertidos en espíritus poseedores de cuerpos, aunque estén dentro de esos cuerpos de carne y hueso, al igual que los hwansaenghaji, no pueden entrar a Full Moon sin que se les abra las puertas desde adentro. Para que un espíritu entre aquí, el permiso se le debe conceder y es la única manera para ellos de traspasar la barrera. Por lo que nuestro objetivo inmediato es restaurar a los komainus y cerrar el portón.
—Recuerden que los cortes y puñaladas simples no funcionan con los rencores —El señor Im lucía aún más grande e imponente con el nuevo uniforme—. Eso solo los detendrá por unos segundos. Deberán atinar abriendo sus gargantas o sus estómagos por completo. ¿Entendido?
—Esas cosas una vez fueron humanas —el jefe Min volvió a tomar la palabra—, pero desde el momento en que fueron poseídos dejaron de serlo. No se dejen engañar por sus rasgos humanos, no tengan piedad, porque ellos no la tendrán con ustedes.
»Seremos dos equipos: uno se encargará de hacer todo el tiempo posible a la chamana para que ella pueda restaurar los talismanes de los Komainus y el otro se encargará de cubrir al señor Shin, quien soldará un anexo al portón para que ya no puedan accesar más rencores. ¿Cuento con ustedes?
Todos respondimos un sí con energía y aplaudimos para darnos valor.
»Asegúrense de que no haya pérdidas. No vamos a condecorar a nadie que se haga el héroe trabajando solo, cuídense las espaldas y así sobrevivirán.
—Sí, señor —respondimos todos al unísono. Mientras la última oración me dejaba una sensación de despedida.
De inmediato empezamos a dividir los equipos y a trazar estrategias con el señor Im. Aunque parecía que cualquier plan era imposible para tener acceso a los Komainus y mucho menos hacerle tiempo a Lisa para que ella lograra restaurar sus talismanes. Afuera del portón estaban acumulándose los rencores atiborrados y apretándose unos con otros para poder entrar en Full Moon. Aunque si lográbamos que los Komainus despertaran tendríamos mucha ventaja a nuestro favor, posiblemente los erradicaríamos en cuestión de minutos.
La reunión había terminado y Choi Soobin hizo su entrada a la terraza, con cierta timidez atravesó el salón hasta llegar donde estábamos sus conocidos, causando que todos lo voltearan a ver, mientras terminaba por colocarse entre Lisa y yo. Llevaba su uniforme acabado de confeccionar, pero prácticamente sin armas, apenas un sable y ya.
—Tú —llamó el jefe Min.
Todos le vimos señalando a Soobin.
—Más vale que le respondas —le aconsejé al chico en un susurro urgido.
—Serás el vocero —indicó el jefe Min al muchacho
lanzándole un intercomunicador con pantalla.
—¿Sabes cómo usarlo? —le pregunté mientras Soobin miraba atónito el transmisor.
Tal vez estaba impresionado porque esos artefactos sólo los llevaban los guardias de élite y de alto rango.
—No es necesario, solo debes estar atento y escuchar —intervino el señor Im poniendo una mano en el hombro de un nerviosísimo Soobin—. Te avisaremos para que abras la puerta de la mansión y salgas para dar la voz de retirada a las todas las unidades que están combatiendo en los jardines. Quiero que les grites con todos tus pulmones para que todos logren retirarse, ¿entendido?
Soobin asintió casi temblando, mirando al señor Im con ojos sobresaltados.
Dejé al jefe Im conversando con Soobin para ir a ver lo que estaba haciendo Rangi. El ave no paraba de balbucear palabras que yo no entendía y no quise quedarme con la curiosidad. Cuando estuve frente a la repisa, me quedé impresionado; el mueble debajo de las escaleras y parte del piso estaban cubiertos de sus píldoras que seguían y seguían multiplicándose.
Busqué en mi memoria algún recuerdo de Rangi informándome que podía hacer otros tipos de magia, pero no encontré ninguno.
«¿Será que lo he pasado por alto?». Pensé. Pero pronto su latente interés por estar cerca de Lisa se me vino a la mente.
«¡Pero, por supuesto! Ella es la última sacerdotisa de su linaje y el de su amada. Ella tiene la mitad del don de la multiplicación y él tiene la otra mitad. ¿Entonces será que aún funciona cuando están juntos?».
—¿Para esto es por lo que necesitabas estar cerca de Lisa? —cuestioné al ave entregándole una mirada recriminatoria.
"Sí, pero te aseguro que no es lo que debes estar pensando. Para que veas que soy Benigno. Esta noche compartiré mi alimento divino con aquellos que no les parezca que les estoy brindando estiércol. ¿No soy el mejor?".
No sabía si de verdad Rangi adivinaba lo que estaba pensando. ¿Él no quería proteger a Lisa porque era su descendiente, sino porque era la llave para prolongar su vida? Eso fue decepcionante.
"Solo diles que no deben comer más de una".
Rangi quería que yo ofreciera sus píldoras a los compañeros, pero, ¿cómo iba a ofrecer un producto que yo mismo no me atrevía a consumir?
Arrugué casi todo mi rostro con una mueca de asco.
—Ni lo pienses. No lo haré.
"No lo tomes personal, no es profesional de tu parte". Esas palabras de Rangi fueron el inicio de un debate entre ambos.
Mientras discutía fervientemente con el "ave" olvidé por un momento que no estábamos solos y la sensación de tener muchos ojos sobre mi nuca me hizo recapacitar y detenerme. Volteé y efectivamente encontré a todos mirándome como si yo estuviera loco de atar. ¿Cómo explicarles que realmente podía comunicarme con el ave?
—Señor Min, compañeros, esto tiene una explicación —intervino Nam-hyung. Tratando de aminorar la impresión equivocada que estuve dando por largos segundos.
Todos miraban la situación incrédulos y algo sorprendidos, pero burlones y sarcásticos a la vez.
—No hay tiempo ni para explicaciones, ni para limpiar este desastre, ni para averiguar qué tan loco está Jeon, así que andando.
Todos dieron la vuelta por el otro pasillo junto a las escaleras para salir a los atrios, ya que Rangi había ocupado la salida más cercana con sus píldoras.
—¡Zia, vamos! —bramó Lisa y de inmediato empezaron a escucharse sonidos de pisadas de gran peso antes de que algo enorme y brillante emergiera de entre la oscuridad del ala prohibida.
La voz del jefe Min se alzó de nueva cuenta para sacarnos a todos de la impresión.
—Zia también nos acompañará en la misión.
Entonces comprendí cuál era la procedencia del estruendo que habíamos escuchado antes Yugyeom y yo mientras estábamos en la cocina.
La criatura salió encorvada por su gran altura de entre las sombras, brillaba como oro recién pulido y espolvoreado sobre sus plumas, su aspecto era tan familiar que podía jurar que se trataba de...
—¿La gárgola dorada? —insinué en voz alta, boquiabierto, lleno de sorpresa.
La criatura alcanzó los atrios logrando erguirse por completo. Era mucho más grande que la estatua que guardaba la entrada del domo junto al pasillo del ala prohibida; igual en muchos aspectos, pero esta criatura estaba muy llena de vida. Sus plumas eran tan realistas y brillantes, pero a la vez parecía de mentira, como un holograma sacado de una historia de fantasía. No debía impresionarme tanto, porque ya conocía a seres fantásticos como Taehyung y Rangi, pero la belleza y la majestuosidad de Zia amenazaba con dejarme embelesado en pleno.
"Deja de mirar a la gallina deforme así, o cualquiera pensaría que te enamoraste".
La criatura fue obedientemente al lado de Lisa.
Miré al rededor y comprobé que yo no era el único que se impresionó. Pronto la voz del jefe Min nos despertó a todos.
—Equipo Komainus, conmigo, equipo Portón con el señor Im.
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Mientras seguíamos a nuestros compañeros, en la retaguardia, un pequeño grupo de cinco cubríamos a los ocho compañeros que se estaban encargando de cargar el anexo para el Portón. Nam-hyung iba a mi lado llevando entre sus dedos una de las píldoras de Rangi. Le echaba breves miradas con indecisión hasta que apretando los ojos se la metió en la boca y la tragó sin masticar poniendo tremenda cara de disgusto.
—Eres valiente. —Minho le dio una palmadita a Nam-hyung en el hombro sonriendo con satisfacción.
Habíamos traspasado las puertas de la mansión y los guardias que estaban en filas en los jardines se emocionaron al vernos. Supuse que su algarabía se debió a que el señor Im y el propio Min nos acompañaban, pero principalmente a la imponente presencia de Zia.
—¡Pero qué asco, hermano! —Jackson hizo una mueca de repulsión.
Todos los compañeros formados franqueaban las filas para cedernos el paso. Todos aplaudían y algunos nos brindaban palabras de ánimo para darnos fuerza.
—Como Rangi tenía demasiado para él, solo supuse que quería compartirlas, así que tomé unas cuantas por si luego quieren pedirme. — Mientras continuábamos atravesando los jardines, Nam-hyung se tentó uno de los bolsillos de su torso devolviéndole una media sonrisa.
—¿Unas cuantas? Te vi agarrando un puñado, hermano —Jackson se burlaba de Namhyung con energía despreocupada, como si no estuviera consciente de que podríamos estar caminando hacia nuestra muerte—. Estás muy loco.
—El resto es para ustedes —justificó Namjoon hyung, tocando el pequeño bultito en su bolsillo delantero.
—Ni loco —dijo mi primo sonriendo con sarcasmo. Creo que le diré esto a Jin —agregó con malicia, alejándose de nosotros—. Así te va a terminar.
Nam detuvo sus pasos y su mirada segura decayó, mientras contemplaba la espalda de mi primo en estado de shock.
—Avance, señor Nam —se escuchó la voz del señor Im más allá de los compañeros que iban delante a los que se unió mi primo.
Jackson corrió detrás del moreno como si fuera su escudero. Supuse que si iba a morir él prefería hacerlo al lado de su hyung.
Habíamos pasado la que parecía ser la última fila de formados. En el radio que la neblina nos permitía una visión clara no se alcanzaba a ver más filas y los ruidos de lucha aumentaron el volumen tanto como para saber que nos estábamos acercando a la zona de alcance de los rencores.
Con mi sable en mano tenía la mirada fija y atenta hacia el frente, Namjoon-hyung flanqueaba mi izquierda y Yugyeom-ssi, mi derecha; nuestras respiraciones se escuchaban a juego con el graznido de los cuervos que minaban el espacio alrededor.
Más allá de nosotros iban Minho-hyung y Jackson flanqueando al señor Im. Algunos compañeros empezaban a tropezarse con los cuerpos abandonados sobre la nieve, los cuervos se espantaban y sobrevolaban el área esperando el momento de posarse sobre los cadáveres de nueva cuenta. Respiré hondo y traté de no reconocer a los caídos para que no me afectara más de lo que ya estaba haciendo. Tuve cuidado procurando no pisar a ninguno de los cadáveres, ya sea que se trataran de compañeros o de reconres.
Pasamos de largo por alguien que aún estaba vivo, apenas podía moverse, pedía nuestra ayuda, casi sin fuerzas para hablar. Yugyeom usó su transmisor y dio las coordenadas al equipo rescatista para que ellos se encargaran, era lamentable, pero no podíamos distraernos.
Momentos después vimos al equipo que iba delante escoltando al soldador poniéndose en movimiento entrando de lleno en acción. El jefe Min detuvo sus pasos e hizo la señal de alto con una mano y, sosteniendo la muñeca de la chamana con la otra, detuvo los pasos de Lisa y de Zia -que iba a su lado-.
Mis pies se sentían inquietos al ver a mi primo blandiendo su sable contra los rencores que arremetieron contra ellos. Algunos enemigos estaban armados, otros no. Era impresionante la manera tan segura en la que se movía mi primo, pero Jackson no se le quedaba atrás, era la primera vez que veía al rubio tan serio y concentrado. Ambos estaban precediendo al equipo Portón, mientras el señor Im cubría al Soldador que se veía bastante nervioso y asustado. Minho-hyung atinaba al cuello de los renconres haciéndolos caer con una facilidad inaudita, Jackson los eliminaba enterrando su sable en el pecho o el estómago de las criaturas. Pero herirlos no los detenía por mucho tiempo, ya que se volvían a levantar como si fueran unos malditos zombies, aunque con menos fuerzas.
Namjoon-hyung se agarró el estómago y encorvó su espalda soltando un leve quejido que apenas fue audible en medio del ruido de la pelea. Le escudriñé por el rabillo del ojo mientras se enderezaba y trataba de tranquilizar su respiración. Parecía dolerle todavía.
—No debiste comerte eso —le reproché, preocupado—, ¿en qué estabas pensando, hyung?
—Jeon, no es momento —advirtió el Jefe Min, provocando que Lisa mirara hacia nosotros llena de curiosidad.
Por un instante, olvidé bajar lo suficiente el volumen de mi voz. Me preocupaba que Nam-hyung estuviera en un verdadero riesgo, enfermándose en el momento menos indicado. No obstante, escuché una risita relajada de su parte y eso fue suficiente para aliviarme, pero también para intrigarme.
Namjoon-hyung volteó a verme y me sorprendí demasiado por lo que vi. Sus ojos... tenían una luz azulada que me asustó.
—No pongas esa cara de terror —dijo sonriendo burlón— Estoy bien, nunca me había sentido mejor.
—¡Señor Nam! —Advirtió el jefe Min sin voltear—. Atento, cuando diga ahora.
Namjoon miró hacia el frente, irguiéndose y viéndose aún más fuerte e imponente que segundos atrás. Era como si hubiese crecido de un segundo para el otro. Temía que su uniforme reventara, ya que se le estaba ajustando hasta resaltar el mínimo músculo.
"Sabía que ese chico era inteligente". Rangi apareció en mi cabeza de repente, al parecer se le había pasado el enojo. "Dile que cuide de mi pequeña Lisa, él es mejor guardián que tú ahora y no se le puede dejar todo el trabajo a la gallina floja esa".
Min soltó a Lisa y ella corrió de inmediato hacia nosotros. Zia se movió tras ella rompiendo la formación e incomodando al jefe Min.
—¿Qué está pasando aquí? —los grandes ojos de la chica no dejaban de mirar a Nam-hyung con el ceño fruncido.
Nam-hyung se llevó una mano al bolsillo donde había guardado el resto de las píldoras que tomó de Rangi y le ofreció una a Lisa. Ella arrugó toda la cara con una mueca de asco. Nam tomó la mano de la chica y depositó la pequeña esfera de yerbas.
"¡Noooo! Lloriqueó Rangi". Debía estar sobrevolando sobre nosotros, observándonos desde arriba, pero yo no podía ubicarlo. El cielo estaba cubierto por la niebla.
—Creo que es artemisa divina —le explicó Nam a Lisa—, no preguntes y cómetela.
—Te aconsejo que no la pruebes —intervine.
—Es su decisión —recalcó hyung.
La chica ensanchó los ojos incrédula y se acercó el producto herbario a la nariz, volvió a mirar a Nam-hyung impresionada al tiempo que el Jefe Min la tomaba del brazo para atraerla a su lado.
—¡Ahora! —el jefe Min dio la orden de atacar, según el plan en cuanto llegó a su posición.
—¡Zia, derríbalos! —bramó Lisa.
Apreté el mango de mi sable con fuerza e inspiré hondo antes de ir al frente, el aire frío llenando mis pulmones, apretando el paso hasta ir corriendo con mi sable en alto y listo para atacar; entonces una luz azul casi logró distraerme cuando tuve un rencor frente a mí. A cierta distancia la figura parecía tan humana como cualquiera, a medida que se acercaba pude apreciar unos pocos de esos rasgos únicos, tal como Yugyeom los había descrito; piel grisácea, como si fuera un cadáver congelado, ojos inyectados y bordeados con ojeras azuladas, que probablemente eran la sombra formada por las venas oscuras que mencionó Yugyeom. La figura se acercaba a una velocidad promedio, mirándome a los ojos como un objetivo, como una presa, pero yo era el que llevaba el arma, él llevaba las de perder al enfrentarme con las manos vacías. Lanzó un grito de furia y convicción antes de intentar echárseme encima, pero lo abatí fácilmente al blandir mi sable. Estando en el suelo borboteando aquella sangre tan oscura de su boca corté su garganta como si nada, pensando en que aquella era mi primera vez que arrebataba la vida a un ser humano.
"Esas criaturas ya no son humanos". Me recordé a mí mismo las palabras del jefe Min para sentirme menos incorrecto. Suspiré y sacudí mi cabeza tratando de hacerme reaccionar a mí mismo. El fin no justificaba los medios, pero era eso o convertirnos en sus presas.
Cuando acabé con el rencor vi otros a dos más viniendo hacia mí, pero Zia alcanzó a uno de ellos destrozándolo en el acto con su pico. La criatura mágica me entregó una mirada antes de voltear al frente que fácilmente decía: Te dejó a ese para ti.
La luz azulada que me distraía de vez en cuando seguía apareciendo por delante de Zia, la cual continuaba destrozando rencores con sus garras y pico. Todo el esfuerzo parecía que era el trabajo de nunca acabar mientras más rencores destrozábamos más se amontonaban en la entrada, al acercarme más al portón pude visualizar que detrás de la puerta semiabierta, la zona estaba plagada de rencores, una multitud donde se rozaban unos con otros sin dejar ningún espacio vacío entre ellos, eran cientos o probablemente miles. Una total y completa locura.
Lisa dio la orden a Zia para que se posicionara del lado de afuera del portón con el fin de hacer retroceder la multitud de rencores que seguía entrando poco a poco por la brecha de la puerta atascada. Una vez que Zia alzó un vuelo bajito el batir de sus enormes alas disiparon gran parte de la bruma y mientras me encontraba esquivando el ataque de un rencor, entonces otra vez vi aquella luz azulada, provenía de los tomahawk de Namjoon-hyung parecían armas láser cuando partía los cuerpos de los rencores por la mitad como si de rebanar un rábano se tratara. Yo no era el único impresionado, pero ninguno teníamos tiempo para cuestionar o mostrar curiosidad por aquel hecho.
El señor Min blandía su espada con los pocos rencores que amenazaban en ir contra Lisa. Sus movimientos era gráciles, veloces y ligeros como un colibrí, pero tan mortales como un Dios de la muerte.
Mi primo custodiaba al soldador junto a Jackson y el señor Im se posicionó junto a Nam-hyung frente a la puerta. Cuando ya no quedaban más rencores a nuestro alrededor, Yugyeom y yo corrimos hacia esa dirección también. Zia estaba sobrevolando del otro lado del portón acabando con cuantos rencores podía, pero no lograba despejar el área lo suficiente porque siempre llegaban más de ellos a llenar dicho espacio.
Los cuerpos de los rencores se amontonaban detrás de las barras del portón sirviendo de escalera para los que esperaban detrás. A ese ritmo pronto iban a llenar los jardines de Full Moon simplemente pasando por encima de la entrada.
—Debimos conseguir dinamita o algo así —me quejé mientras enterraba mi sable en el estómago de un rencor que intentaba traspasar la puerta por la brecha—. A este paso nos cansaremos antes de llegar a los Komainus y entonces los erradicados seremos nosotros.
Namjoon-hyung guardó una de sus tomahawks y luego dio un giro imprevisto colocándose detrás de mí mientras yo hablaba, su su movimiento fue inesperado y velz. Con una agilidad inaudita me sostuvo e introdujo una de esas píldoras asquerosas en mi boca, usando la misma mano se encargó de sellar mis labios y nariz obligándome a tragarla. Con la otra mano blandió su tomahowker deslumbrante contra tres rencores al mismo tiempo, dejándolos a todos partidos por la mitad.
—Pronto veremos si seguimos necesitando dinamita —dijo al soltarme soltándome con una sonrisa ladina. Su voz sonando más poderosa de lo que nunca la había percibido.
Zia estaba haciendo su mejor esfuerzo, pero llegó un momento en el que los rencores terminaron trepando sobre su plumaje y uno de ellos llegó hasta su cabeza logrando lastimar uno de sus ojos. La criatura chilló estruendosamente, sacudiéndose como le era posible, extendió sus alas y emprendió un vuelo alto en su desesperación. Supuse que para evitar que la siguieran escalando más rencores y deshacerse de aquellos que ya estaban sobre ella y la estaban lastimando.
El jefe Min estaba con nosotros en la entrada, ya que adentro no quedaban más rencores. Pero otros seguían intentando pasar por la brecha del portón mientras el soldador hacía su trabajo de manera interrumpida.
Teníamos que hacer llegar a Lisa hasta los Komainus sí o sí, porque no había otra manera que despertar a las criaturas para que ellos se encargaran de acabar con aquella pesadilla.
Sin la presencia de Zia, la bruma estaba volviendo a cubrir el espacio poco a poco.
Namjoon-hyung aprovechó la pequeña brecha que Zia había logrado despejar de rencores. Mientras yo caía de rodillas por un fuerte calambre que empezó por mi estómago y rápidamente se extendió por todo mi cuerpo. Vi al rubio de gafas saliendo al exterior con sus romahowkers de luces azuladas escalando con facilidad por encima de todos los cuerpos de los rencores caídos. El jefe Min y el señor Im no perdieron tiempo, siguiendo al rubio de inmediato. El efecto de las tomahowkers láser de Namjoon-hyung incluso estaba siendo más efectivo que los ataques salvajes y descoordinados de Zia. La zona exterior del portón pronto se estaba despejando y los otros siguieron a los jefes precedidos por Minho y Jackson.
Yugyeom se quedó junto a mí, intenté ponerme de pie dos veces para seguirlos a todos hacia afuera, pero los calambres continuaban haciendo estragos en mi cuerpo. Pensé en si Namjoon-hyung me había hecho tragar más de una píldora porque a él no le habían hecho tanto efecto como a mí. Vi a mi alrededor y me percaté de que Daesung escoltaba a Lisa hacia afuera. Todos habían salido, ya solo quedábamos nosotros y el soldador que se afanaba en adelantar su trabajo siendo escoltado solamente por Bam.
Los calambres continuaban, pero iban disminuyendo cuando Yugyeom me ayudó a ponerme de pie.
—Será mejor que te quedes con Bam protegiendo al señor Shin —Yugyeom me miró con condescendencia y aquella expresión suya me hizo sentir pusilánime.
Odiaba que me trataran como a un niño o con pena. Apreté los puños con rabia e impotencia mientras lo veía alejarse. Cuando dio la espalda corrió hacia el exterior atravesando la brecha y pisando sobre los cuerpos amontonados. Uno de los rencores sacó su brazo del montón haciendo tropezar a Yugyeom. Era difícil moverse entre la nieve y entre tantos cuerpos juntos. Pero no sé cómo hice para ser tan veloz y alcanzar a Yugyeom antes de ser tragado por el montículo de rencores heridos que se mezclaban con los cuerpos inertes.
Levantar el peso de un hombre por las axilas como si de un bebé se tratase no había sido tan satisfactorio y confuso al mismo tiempo. Pegué un salto que nos hizo caer de pie juntos a varios metros de distancia de uno de los Komainus y derribando a un grupo de rencores. La bruma no nos permitía ver a los demás, mientras los escuchábamos luchando. Yugyeom se debatía entre el asombro y la maravilla, mientras nos veíamos rodeados por completo de rencores.
—Quiero que el señor Nam me regale una de esas cosas raras —Los ojos de Yugyeom sonreían positivos y sin miedo antes de posicionarse en forma de ataque —No importa si saben a mierda o cuanto pueda doler.
"Cuida tu espalda, muchacho". La voz engorrosa de Ragi entró en mi cabeza más fuerte y más clara que nunca.
Me giré blandiendo mi sable al mismo tiempo descubriendo que la hoja se iluminaba con una luz dorada casi anaranjada capaz de enceguecer a cualquiera. Sin que la misma tocara los cuerpos que fueron alcanzados por la luz que se desplegó de la punta de la hoja fueron partidos por la mitad, justo como aquellos que enfrentaban a Namjoon-hyung, pero con la diferencia de que aquella luz acabó con unos veinte reconres al mismo tiempo.
—¿Dónde estuviste? —bramé al aire con la intención de que Rangi me escuchara, mientras me giraba blandiendo mi sable y acabando con otro gran grupo de rencores.
Yugyeom aplaudió y empezó a reír y a gritar como un loco.
—Kumainu despejado. Traigan a Lisa por aquí —Yugyeom alzaba la voz usando su transmisor y hacía señales con los brazos en alto sosteniendo una pequeña linterna para que lo vieran a través de la bruma.
"Estuve explorando la zona. Hay miles de rencores conglomerados y ocupando kilómetros de terreno. Están montando un arco de bambúes a unos seiscientos metros de donde estás. Ellos tienen su propia as bajo la manga".
Zia no tardó en regresar, volviendo a disipar la bruma con el batir de sus alas e interponiéndose entre los rencores que nos rodeaban avanzando con cierta precaución desde la distancia que habían dejado los cuerpos caídos por mi sable y nosotros. Daesung llegó corriendo con Lisa detrás de él. Ella no perdió tiempo tirando su sable a un lado y abriendo su bolso para ponerse manos a la obra con el Komainu a su disposición.
—Mierda, esta es la hembra —se lamentó Daesung mirando hacia la imponente estatua de cemento del komainu.
—¡Eso qué importa! —Yungyeom estaba más que positivo, ansioso. Se balanceaba nervioso recargando el peso de su cuerpo de un pie al otro.
—Ustedes no se muevan de aquí, protejan a Lisa —dije con rapidez, pensando en ir a ayudar a Zia.
—Pero... —Yugyeom me entregó una mirada inquieta y luego se calló a sí mismo, dejando caer los hombros y asintiendo fraternal—. Okey... ve a darnos tiempo, Jeon.
Asentí de vuelta hacia Yugyeom antes de darme la vuelta y correr hacia Zia, quien estaba dando todo de sí misma para contener la muchedumbre de rencores.
—Aquí estoy, compañera —avisé a la gran ave sin saber si ella era capaz de entenderme.
Ella soltó un graznido agudo y estridente, pero nunca dejó de ocuparse de los reconres, batiendo sus alas con magistrales, pero feroces movimientos derribando así a cuantos rencores que se ponían a su alcance. Había aprendido a no dejarse invadir por el enemigo. Era una criatura inteligente y letal creada para la guerra.
Pronto hicimos retroceder gran parte del ejercito de rencores, llegando hasta el filo del bosque que bordeaba el camino. Nos alejamos lo suficiente de la entrada de Full Moon como para perder de vista a Lisa y a los otros debido a la niebla. Las alas de Zia solo alcanzaban a disipar la bruma unos cuantos metros más de lo que se podía considerar normal. Los rencores se limitaban a sí mismos entre las franjas de árboles caucásicos y de desojadas ramas congeladas. Susurraban entre ellos, pero no se atrevían a moverse, como si supieran que dar un paso al frente significaba su exterminio inmediato.
Del lado opuesto, cerca del otro Komainu, se escuchaban los sonidos de lucha no lejos de la entrada de Full Moon. Necesitaban ayuda.
—¡Zia, ve a despejar el otro lado! —ordené, sin embargo, la criatura no se movió de su lugar.
Su mirada fiera paseándose por los árboles entre los cuales aguardaban los rencores que nos acechaban entre susurros. Si la criatura no me obedecía, entonces tendría que moverme yo mismo al otro lado, pero estaba seguro que enguanto lo hiciera, los recobres lo tomarían como una retirada y tendrían la ventaja sobre Zia. Por lo que decidí soportar la ansiedad y esperar.
Más de repente, hubo un sonido hueco y profundo y una honda en el espacio que despejó toda el área de la bruma.
Por un momento el cielo estrellado apareció ante la vista y todo el bosque fue expuesto permitiéndonos presenciar la magnitud del ejército de rencores. Volteé al otro lado y alcancé a ver cuerpos desmoronándose como piezas de nominó a metros y metros de distancia.
Mis ojos se abrieron de par en par cuando vi al jefe Min desmayarse frente a todos. Quise correr hacia él porque se veía muy vulnerable y los cuerpos de algunos rencores derribados en la pelea se arrastraban como roedores hacia su cuerpo inmovil. Sin embargo, cuando di el primer paso, una de las alas de Zia se atravesó frente a mi camino. Volteé hacia la criatura que continuaba como un centinela con la vista fija y fiera sobre los rencores que acechaban reguardados en el bosque frente a nosotros.
«Aquel ataque que derribó a tantos rencores, ¿había sido obra del jefe Min?»
De pronto Zia desvió su vista hacia otro lugar del bosque y siguiendo donde apuntaban sus ojos miré hacia la misma dirección, la bruma estaba regresando con mucha lentitud, sin embargo, alancé a ver a la distancia una sombra que emergía desde una estructura hecha de bambúes. Entonces recordé las últimas palabras que me había dicho Rangi:
"Están montando un arco de bambúes a unos seiscientos metros de donde estás. Ellos tienen su propio as bajo la manga".
Aquella sombra negra se desplazaba a través del pasillo que formaban los bambúes y mientras más avanzaba, más forma iba tomado hasta convertirse en una figura que sobresalía en altura sobre los rencores.
"Jungkook-ah, despierta". La voz engorrosa y asustada de Rangi llegó ligera y amortiguada a mi mente.
Mi vista se quedó fija en aquella forma irregular que cada vez más se iba pareciendo a una persona. No me percaté de que había dejado de escuchar y sentir con normalidad, ni siquiera porque todo mi entorno se tornaba mucho más peligroso. Los rencores que Zia y yo habíamos controlado, habían decidido dar su paso al frente al mismo tiempo. Los veía salir del bosque y correr hacia mí con la velocidad de una tortuga.
Apenas pude percatarme de que Lisa había logrado despertar a la komainu e iba en camino para despertar al segundo junto a Daesung y Yugyeom. Todo pasaba en cámara lenta y los rugidos de la komainu se escuchaban como si estuviera a una distancia descomunal, como si no estuviéramos en el mismo espacio.
"Jungkook-ah, ¿me escuchas? ¡Despierta! ¡Ya están casi sobre ti!".
Zia se había apartado de mí para arremeter contra los rencores que se aproximaban decididos. La bruma había cubierto los cielos y descendía desde arriba.
—¡Soobin, ahora! ¡Da la orden de retirada! —la voz ahogada y amortiguada del señor Im llegó lenta y lejana a mis oídos.
Podía percibirlo todo, cada movimiento, cada sonido, cada respiración, pero todo se escuchaba como si pasara en otro lugar como si estuviéramos separados en espacios distintos. Mientras múltiples situaciones sucedían a mi alrededor, mis ojos continuaban fijos en aquella figura que se acercaba dirigiéndose hacia mí, sentía que me llamaba, aún sin escuchar su voz. No podía moverme, no quería moverme, como si naciera una necesidad de esperar en mi sitio a que ese espectro llegara hasta mí.
"¡Jungkook-ah!".
Por un momento perdí el contacto con aquel ser, los rencores ya estaban a unos pocos metros de alcanzarme y la figura de Zia se había interpuesto entre ellos y yo de forma breve. En ese momento perdí el contacto con el espectro y entonces mis oídos se abrieron dando paso a los ruidos, gritos de la batalla y rugidos de los Komainus y el tiempo empezó a correr a la velocidad regular. Podía sentir las sacudidas de mi corazón dentro de mi pecho. Podía moverme, podía pensar, podía hablar y no sabía que tuve todos esos impedimentos hasta que desperté.
Me deshice de un grupo de rencores con un solo movimiento de mi sable. Desvíe la vista hacia el cuerpo del señor Min. Que estaba siendo protegido por Minho y el señor Im, pero ellos dos estaban muy expuestos y muy lejos de los demás.
"¡Que susto me diste! No vuelvas a mirarlo, Jungkook-ah". Entendía lo que Rangi me pedía, pero algo de mí sentía una extraña necesidad y mucha curiosidad por ese ser.
La komainu había saltado al interior de Full Moon, en cuanto el otro despertó entrando en acción de inmediato. El komainu atacaba ferozmente con sus poderosas patas, sus letales colmillos y su aliento de fuego a cuanto rencor se cruzaba en su camino.
—¡Zia, llévate al jefe Min! —ordené al entender que era la manera más efectiva de alejar a los hyungs del peligro y de poner al jefe a salvo.
"Sabes que la gallina deforme no te obedece. Debes pedirle a Lisa que le dé la orden ¿Es que no aprendes?". Reprochó la voz de Rangi.
Busqué al rededor y vi que Daesung escoltaba a la chica hacia la entrada de Full Moon y un gran grupo le precedía, según el plan. Una vez que despertaran los Komainus debíamos abandonar el área y entrar a Full Moon, ya que, aunque los Komainus estuvieran de nuestra parte era peligroso quedarnos porque su ferocidad era incontrolable ante la amenaza e incluso nosotros podíamos salir lastimados. Lo que menguó mis esperanzas y me hizo comprender que debía ocuparme de la situación del jefe yo mismo.
Sin embargo, para mí gran sorpresa y la de Rangi, Zia había decidido obedecerme. Extendió y batió sus alas, llevándose a algunos rencores con sus aleteos, mientras se desplazaba hacia el jefe Min.
"Bueno, hasta los más sabios se pueden equivocar".
Me detuve cuando corría hacia ellos y sonreí ante la imagen de Minho y el señor Im apresurándose hacia la entrada de Full Moon, después de que Zia tomara el cuerpo del jefe min entre sus garras, antes de alzar otro vuelo hacia los jardines de la mansión. Entonces dejé de preocuparme por el jefe y los hyungs, mas no vi venir que quien estaba en la mira de un peligro mucho mayor que los rencores era yo.
"Ahora, sal de aquí".
Antes de escuchar esa orden de Rangi, la la extraña conexión de mi mente con el espectro había regresado, casi tan pronto como mis ojos se posaron en su silueta. Y me percaté de que, a medida que la bruma avanzaba, la figura también. Estaba mucho más cerca y parecía dirigirse directo hacia mí.
"¡Jungkook-ah, despierta! Debes entrar".
Lo podía ver con más claridad casi como si todo a nuestro al rededor desapareciera y solo estuviéramos aquella figura cubierta con una rara capucha negra y yo. Mientras más se acercaba, más se adormecían mi cuerpo y mi mente y, al mismo tiempo, más crecía mi curiosidad hacia él. La figura se deslizaba sin dificultad, parecía flotar por encima de los cuerpos de los rencores caídos y los demás le habrían paso como si le temieran o lo adoraran.
Debajo de aquella capucha solo había negrura, dando una sensación de que no solo ocultaba su parecer, sino que probablemente carecía de un rostro. Sin embargo, pude ver sus extremidades, cuya estructura no parecía de carne y hueso o de algo que luciera palpable, simplemente no podía lo llamar por un nombre particular, porque no se veía como algo que fuera materia.
Con movimientos lentos y pausados, como si flotara sobre la nieve y los cuerpos, lo vi extender por debajo de la capa una ramificación oscura como una sombra de él hacia mí, tenía forma de brazo, y se sentía como si desde la distancia pudiera estirarse y tocarme.
Me estremecí y sacudí mi cabeza porque no podía dejar de mirarlo, quería saber cómo era de cerca, pero a la vez me empezaba a invadir un miedo profundo. Aquella extremidad semitransparente fácilmente hubiese sido invisible si no fuera por aquellas sombras en movimiento que parecían vivas y atrapadas en su hueco interior. Como gotas de tinta negra esparciéndose en el agua, como humo nebuloso flotando en el aire, tan oscuro y denso como la obsidiana, pero a la vez tan transparente que podía verse a través de la silueta. Como un mordisco del denso aliento de la tiniebla misma se arremolinaban ofuscando la vista y la mente, chocando contra aquellas paredes transparentes, casi invisibles, con forma humanoide y espantosa.
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*Hacha Tomahawk:
No es un simple hacha, hay mucha diferencia entre un hacha y un tomahawk. Está diseñado y balanceado para ser arrojado.
Partes: Mango rudimentario hecho de cuerdas diseñado para no lastimarse las manos, está hecho de metal de principio a fin, a diferencia del hacha que está hecho de dos piezas, cuenta con tres extremos filosos para que al momento de ser lanzados se claven 100% de forma segura, encontramos el primer estreno filoso en la parte de abajo, el segundo en la parte de atrás y el tercero en la parte frontal, lo que lo hace que sea imposible de fallar.
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Pido disculpas porque esta vez abucé mucho con la extensión del capítulo.
Sorry, sorry, sorry.
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