Capítulo 50
Capítulo 50
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EL HOSPITAL DEL DR. UM
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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱
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El sonido del viento frío colándose por las amplias rejillas en las paredes, haciendo un eco susurrante, tenebroso y vacío en la desolada construcción, acompañando el silencio tortuoso bajo la escasa iluminación, el techo blanco sostenido por las múltiples columnas de grueso concreto irradiaba un falso alumbramiento mientras avanzábamos hacia el garage del Centro. Apenas se escuchaban nuestros cuidadosos, pero apresurados pasos.
Mi cabeza dolía como el demonio, después de haberme calmado con respecto a Jung pude ser consciente de ello.
Soobin, Rangi y yo nos dirigíamos hacia el depósito donde guardaban los autos del Centro y antes de llagar allí tuvimos que evadir al menos a dos o tres vigilantes que salieron a explorar después de que Minho y los otros hyungs habían salido, seguramente fueron atraídos por el ruido del auto. Soobin iba delante de mí dirigiendo el camino, entonces se detuvo abruptamente y casi choqué contra su espalda.
—Es raro, todo es tan raro. —El chico ladeaba la cabeza y chasqueó la lengua en un gesto de extrañeza.
Por fin aparecieron autos en mi marco de visión y mi mente se estaba poniendo rápida cuando casi choqué contra la espalda de Soobin. Miré a Rangi, quien se desplazaba con pisadas silenciosas a mi lado, cargando sus preciadas pildoras con su hocico, la tela de la envoltura colgando entre sus afilados dientes. El enorme felino había volteado hacia mí, pero no dijo nada.
—¿Por qué lo dices? —cuestioné observando al rededor en busca de la oficina donde deberían estar las llaves de los autos—. Allá están los autos —confirmé señalando al frente por nuestra derecha—, ¿donde está la caja de las llaves?
Soobin se encogió de hombros antes de seguir avanzando. Él iba a responderme, pero no me quedé quieto a esperar lo que tenía que decir. Me adelanté a su paso haciendo que él me siguiera.
—Casi no hay vehículos ¿por qué no estarían todos a esta hora? Además, no hay suficiente vigilancia. ¿Y si todo el cuerpo del Centro los está buscando a ustedes? —el chico sonaba cada vez más asustado.
Él insistía en que todo estaba raro. Mientras tanto, a mí ya nada me podía importar menos.
—Eso no importa ahora, mejor para nosotros si nos están buscando en el lugar incorrecto. Ve por las jodidas llaves. Los hyungs se están alejando y debemos alcanzarlos para estar juntos.
Rangi continuaba sin emitir alguna palabra. La última vez que me habló fue cuando me preguntó por mi dolor de cabeza, aún estábamos en los baños comunes esperando a que Soobin terminara de vestirse. Cuando Rangi era un conejito pequeño, le había contado acerca de esos efectos secundarios que sufría después de escuchar los pensamientos ajenos, no sé cómo el felino podía recordar esos detalles, pero lo hacía. Fue condescendiente al ofrecerme una de sus píldoras cuando se percató de mi dolencia. Sin embargo, me negué a aceptar, me daban arcadas de solo verlas y peor iba a ser si las olía una vez más.
"Bien. Tú te lo pierdes. Espera a llegar al hospital, allá te ofrecerán algún insignificante calmante". Fueron las últimas palabras que había dicho.
Después de eso no volví a escuchar su voz y por eso pensé que estaba molesto debido a que rechacé su ofrecimiento. No me apetecía tragar una bolita de excremento. Solo imaginarlo me generaba un revoltijo en el estómago.
Encendí el auto una vez que todos estuvimos a bordo. Había seleccionado una camioneta 4 x 4 para que Rangi pudiera acomodarse en el compartimento abierto de atrás. Lo cubrimos con una lona antes de salir del estacionamiento, el felino no se quejó.
A la salida del Centro nos encontramos a un grupo de unos 5 ó 6 novatos uniformados. Nos hacían señas para que saliéramos de prisa. Soobin y yo nos miramos, cubrimos nuestras cabezas con las capuchas de los abrigos para evitar que nos identificaran y nos encogimos de hombros.
—¡Traigan la victoria! —vociferó uno de ellos y los otros empezaron a corear la frase como si de una canción de marcha se tratase.
Sus voces se fueron apagando a medida que nos alejábamos.
Cuando llegamos al aparcamiento del hospital habían pocas plazas vacías. Algunos vehículos iban de salida y tomamos precaución de salir cuando estuvo lo más despejado posible. Le pedimos a Rangi que nos esperara en la camioneta, permaneciendo quieto debajo de la lona y corrimos hacia la entrada de la edificación.
La zona de emergencia estaba muy concurrida. Muchas enfermeras caminando de allí para allá y quejidos de dolor llenado el espacio. Había un número llamativo de pacientes. Podía jurar que la cabeza me iba a reventar por escuchar tantos pensamientos que se perdían mezclándose entre sí.
Una de las enfermeras se acercó a mí señalando a Soobin, quien llevaba una mueca azorada mirando alrededor.
—¿También fue herido? —ella señaló la cama vacía a su izquierda con un gesto de apuro—. Que se acueste ahí y permanezca tranquilo hasta ser atendido, tenemos situaciones más graves que atender primero.
La mujer debió pensar que Soobin era un paciente más.
—No, no —negué—. Ninguno de nosotros necesita ser atendido. Estamos aquí por... —apreté los puños pensando en la porquería de Jung— ...un compañero.
"Estos dos son unos tremendos cobardes". La joven mujer me miró con esceptisismo mientras tenía ese pensamiento. Hizo una mueca de desagrado con sus labios.
—Hm, muy valiente de su parte —ironizó caminando hacia nosotros—. Si no van a ser útiles en el campo, no pueden venir a estorbarnos aquí. Necesitamos espacio libre para movernos, así que les agradecería que esperen en la sala de acompañantes que está junto al pasillo principal.
La mujer nos empujaba con cierta brusquedad hasta sacarnos de la sala de emergencias.
—Espere —solicité esquivando las manos de la enfermera—, tengo un fuerte dolor de cabeza.
La mujer puso los ojos en blanco e hizo una mueca de desaprobación.
—Buen intento, soldado —dijo con expresión severa antes de volver empujarnos fuera del área.
Soobin y yo nos miramos confundidos y empezamos a atravesar el pasillo, caminamos hacia la sala de espera.
Al fondo del angosto espacio había un letrero que decía: cirugía. La puerta se habrió de par en par y una camilla con ruedas apareció ante nuestra vista. El enfermero que la empujaba iba acompañado de 2 enfermeras más, los tres llevaban prisa. El paciente llevaba vendas en toda su cabeza como una momia.
—Habitación 214 dijo una de las enfermeras antes de separarse de los otros dos, parecía ser la jefa de ambos.
La mujer mayor se quedó en emergencias mientras los otros enfermeros se dirigían con el paciente de la camilla hacia la puerta de los ascensores. Soobin continuó buscando la sala de espera mientras yo me quedé a un lado del pasillo contemplado la escena. Cuando pasaron por mi lado, me percaté de que el paciente estaba acostado boca abajo y miraba hacia el lado contrario, por lo que no puede ver su rostro, sin embargo discerní que por debajo de las vendas sobresalía una larga cabellera rojisa entonces supe de quién se trataba: Era Jihyo.
Vi cuando entraron la camilla dentro del ascensor y antes de que las puertas de metal de cerraran voltearon la camilla y reconocí de inmediato a la paciente. Puede confirmar que sí era ella. Quise correr hacia ellos para preguntar cómo estaba, pero ya era tarde, el ascensor se había puesto en marcha.
—Jungkook-ah! —llamó la voz de Namjoon-hyung detrás de mí—. ¿Qué haces?
Cuando corrí había pasado de largo por el salón de espera, entonces de ahí salieron los chicos porque me vieron. Volteé y los vi a todos observándome.
—Esa era Jihyo. —Apunté con el dedo pulgar tras mi espalda—. Acaban de sacarla de cirugía.
Minho se sorprendió y arrugó en entrecejo con preocupación.
—Oh no —se lamentó Jackson—siento que es mi culpa. No debí aceptar que ella me ayudara a buscar a Terco, digo, Rangi. Y hablando del rey de roma...
—¿Sabes a donde la llevan? —inquirió mi primo con interés.
Asentí en afirmación.
—Habitación 214.
—¿Y donde está el tigre? Namjoon terminó la pregunta que Jackson no pudo.
—Lo dejamos oculto en el estacionamiento —respondió Soobin.
De repente entró un grupo de unos cuatro hombres con uniforme gris y uno de uniforme negro, todos nos apresuramos a ocultarnos dentro del salón de espera.
—Hyung —llamó Jackson a mi primo en un susurro—, yo iré a investigar qué más está pasado, ustedes vayan a ver a Jihyo.
Todos se movieron hacia los ascensores mientras Soobin y yo nos mirábamos confundidos. Al menos yo no sabía si seguir a Jackson y seguir a Nam y Minho.
—Qué están esperando para venir —urgió mi primo, mientras que Nam-hyung mantenía la puerta del ascensor abierta para nosotros.
Vimos a Jackson escabullirse en la sala de urgencias mientras las puertas se cerraban.
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Los colegas heridos que vi entrando al último a la zona de urgencias no salían de mi cabeza mientras recorríamos los pasillos buscando la habitación 214. Estaban en muy malas condiciones, heridos de gravedad, incluso, Chen, el de negro, había sufrido mutilación en uno de sus brazos. Lo primero que se me vino a la mente era que su condición debía ser obra de tío Sangjoong, creí que seguramente los había castigado por fallar en la misión de encontrarnos. Era nuestra culpa lo que les estaba sucediendo, todo iba de mal en peor.
—¿Vieron a los colegas? Chen perdió uno de sus brazos —dije sintiendo que la culpa se persibía en mi tono de voz—. ¿Creen que tío Sangjoong les hizo eso?
—No. No fue el señor Jeon —masculló Nam-hyung—. Hubo una fuerte pelea en los jardines de la mansión —soltó sin anestesia, dejándome estupefacto.
¿Una pelea? ¡ja! Eso estaba prohibidísimo en full Moon. Iba a preguntar si los colegas fueron severamente castigados por pelearse entre ellos, pero, antes de que volviera a abrir la boca, mi primo habló primero.
—Más bien, parece que fue culpa del primo Heechul —agregó Minho deteniéndose frente a la puerta de la habitación que buscábamos—, y de su culposa debilidad por las mujeres.
No me dio tiempo a decir nada porque mi primo abrió la puerta enumerada con el 214. Le vi meter la cabeza antes de entrar, seguramente para cerciorarse de que realmente era Jihyo quien la ocupaba o tal vez para comprobar que no hubiera algún doctor o enfermero.
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Todos contemplábamos el cuerpo de Jihyo tumbado bajo las sábanas azul cielo del hospital. Ella seguía inconsciente. Acostada sobre su estómago.
—Es más grave de lo que pensábamos —suspiró mi primo—. Debo admitir que Jungkook tenía razón, si hubiéramos salido a buscarla, tal vez no estaría en este estado.
Minho sostuvo la mano un poco magullada de la pelirroja mirándola con una profunda congoja en sus ojos.
Pude haberle dicho "te lo dije" a mi hyung, sin embargo, mi mente estaba en otra parte. Internamente me preguntaba qué pudo haber hecho tío Heechul para provocar una pelea entre los hombres de traje. De inmediato pensé en Baek, la dama que siempre acompaña a Nayeon, porque una vez la vi abofetear a tío Heechul por haber pegado una nalgada a la mujer al pasar por su lado. Ella siempre me pareció demasiado seria, solitaria y poco sociable, su presencia se sentía como la de un robot, como alguien que guardaba un luto eterno, pero desde ese día, con todo y su extraña forma de estar, ella empezó a caerme bien. Sí que le dejó su palma bien pintada y colorada en la mejilla del tío Heechul. Cada vez que recordaba esa imagen, me seguía siendo dificil reprimir una sonrisa de satisfacción.
—No ganamos nada con culparnos —Namjoon trataba de hacer sentir mejor a mi primo—. Yo también estuve de acuerdo en que ella no necesitaba ninguna ayuda. Todos sabemos lo fuerte que es. Esto fue algo inesperado. ¿Cierto?
Sentí la mano de Namjoon tocando mi hombro derecho, fue como despertar de un trance momentáneo.
» ¿Jungkook, qué te pasa?, ¿te duele la cabeza? —El semblante del rubio con gafas era de preocupación.
Pestañeé mientras asentía. Era cierto, aún me dolía la cabeza, aunque las punzadas habían disminuido en los últimos instantes, debido a que me alejé lo suficiente como solo para escuchar murmullos lejanos.
—Entonces cuando le dijo a la enfermera que le dolía la cabeza, ¿era cierto, hyung? —Soobin estaba asombrado—. No se preocupe, yo me encargo de conseguir calmantes para usted.
Dicho esto, el chico se apresuró a salir de la habitación. Había alzado la voz sin ningún cuidado de despertar a la paciente. Sin embargo, no discernimos alguna reacción de la peliroja, no había señal de que saliera de su estado inconsciente.
Luego de un instante, los doctores llegaron y se sorprendieron con nuestra presencia. De inmediato reconocieron a mi primo, lo saludaron y mostraron respeto con una reverencia. Según ellos, estaban allí para revisar a la paciente y anotar el estado en su reporte. Entonces pasaron para proceder con su rutina sin solicitarnos que salieramos de la habitación.
—Es parte de la rutina —explicó el mayor de todos mientras retraía los párpados de la paciente uno por uno y alumbraba las córneas y el interior de los párpados con una diminuta linterna.
El mismo doctor hizo una señal a otro más joven, quien de inmediato procedió a retirar la venda que envolvía la cabeza de la pelirroja.
Todos estuvimos pendientes al procedimiento y a medida que el joven doctor iba retirando la venda se iba revelando que una parte de su cabeza había sido rapada y afeitada. Los trazos de un tatuaje con tinta roja oscura resaltaban en su cuero cabelludo. Había un parche protegiendo la herida y la misma también fue retirada con mucho cuidado. A medida que el doctor completaba su tarea el tatuaje se fue haciendo más claro ante nuestra vista.
—¿Sabías que se había tatuado la cabeza? —Namjoon preguntó curioso a mi primo.
Minho-hyung simplemente negó con una mueca en sus labios mientras se encogía de hombros, estiró su cuello a la vez que se inclinaba hacia adelante para tener una mejor vista de la paciente y luego volvió a negar.
—¿Cómo se ve, doctor? —preguntó mi primo, decidiendo no darle importancia al asunto del tatuaje.
—Fue una herida muy profunda, el hueso craneal fue astillado, debieron usar una espada o tal vez un hacha contra ella. Los atacantes tal vez llevan armas de ese tipo.
Recordé que Jinyoung nos había dicho que ella se se cayó por un barranco, sin embargo no creía que el doctor diera su opinión a la ligera. ¿Por qué mentiría sobre eso?
—¿Cree que ella estará bien? —siguió interrogando mi primo.
—La cirugía fue exitosa y aparentemente todo está normal. Hay que esperar a que se despierte. La mantendremos en observación.
—Doctor, ¿está seguro de que la herida no fue causada por el impacto de una caída? Ella se cayó por un barranco, nadie la atacó —tuve que decirlo, no pude contenerme.
El doctor me miró elevando una ceja.
—¿Ah si? Entonces supongo que debió caerse después de haber sido atacada. Eso explica las marcas de golpes, quemaduras y raspones en su cuerpo, parece haber sido arrastrada. La caída debió ser muy larga y vertiginosa. Sin embargo, estoy muy seguro de que la herida en su cabeza, no pudo haber sido producto de la caída. Estaba claro que era un corte provocado por algo muy filoso y el impacto luce muy preciso, como el de un hacha o una espada.
En aquel instante la puerta se volvió a abrir. Era Soobin. Traía un vaso con agua y los calmantes que dijo conseguiría para mí.
—Hyung, mire... —Al percatarse de la presencia de los doctores el chico palideció.
Me adelanté hasta quedar frente a él y tomé el vaso con agua le presenté mi mano abierta a la altura de su pecho para que él depositara las píldoras en la palma. Me las tomé con rapidez y le agradecí.
—Gracias por conseguirlos. Eres el mejor, Soobinnie.
El chico suspiró con alivio y me sonrió satisfecho, luego miró hacia la paciente. El doctor ya estaba envolviendo la venda otra vez.
Me acerqué para fijarme por última vez en el tatuaje. Me percaté de que no estaba completo. Una parte se perdía entre la abundancia de las hebras rojizas.
—¡Esperé! —el doctor se detuvo para mirarme con ojos llenos de confusión—. ¿Puedo?
Acerqué mino para mover la cabellera que impedía ver el final del tatuaje. Tenía razón, la tinta seguía apareciendo más allá del area afeitada. Era más grande de lo que pensaba al principio, lo raro es que no se trataba de una imagen, más bien era como una carta o tal vez un poema. Pero no pude entender ni una sola palabra. Eran trazos ilegibles.
—No es momento de ser curioso. Podrías causar una infección con tus manos sucias —Minho-hyung chasqueó la lengua y sostuvo mi mano intrusa para alejarla de Jihyo.
El doctor continuó con su labor. Le vimos terminar, pero mi curiosidad continuaba molestándome.
«¿Por qué un tatuaje en la cabeza? Nadie puede ver una tatuaje en la cabeza a menos que la lleves rapada. Si su intención era ocultarlo ¿por qué se lo hizo en primer lugar?». Pensaba. «No entiendo lo que dice, pero los trazos se me hacen conocidos».
—¿Estás pensando lo mismo que yo? —Namjoon me miraba lleno de suspicacia. Tiró de la manga de su abrigo, mostrándome el pañuelo amarillo que llevaba atado a su muñeca.
Abrí los ojos con sorpresa, mientras Nam-hyung estiraba las comisuras de sus labios formándo esos hoyuelos en sus mejillas.
Minho-señalaba estupefacto hacia la paciente y luego hacia la muñeca de Namjoon-hyung.
—¡No lo puedo creer! —exclamó el mayor—. ¡Doctor, detengase, por favor! Necesito comprobar algo, ahora.
Nam, se retiró el pañuelo de la muñeca, Minho intentó tomarlo, pero el rubio no lo soltó. Después de forcejear y hacer un duelo de miradas por unos segundos, mi primo se rindió, aprentando su mandíbula y entonces Namjoon-hyung abrió la tela amarilla a la altura de su abdomen y se colocó del otro lado de la camilla de la paciente. De esa manera revisamos el resto de la carta escrita en el cuero cabelludo de la pelirroja y, de cierto comprobamos que cada trazo del tatuaje coincidía perfectamente con los del talismán.
—Con razón él nunca la pudo escucharla —musité estupefacto. Está mujer era más astuta de lo que había imaginado.
—¿Qué? ¿De qué se trata, hyung? —preguntaba Soobin confundido, sacudiendo mi hombro, mientras yo intercambiaba miradas con mis mayores y los doctores nos observaban con suma discreción.
—Pero... ¡qué locura! Verdaderamente inesperado —Namjoon-hyung exhaló, sus labios abiertos y su mirada perdida hacia arriba, en concentración como si rebuscara algo en lo más recóndito de su memoria.
—Sí, pasan cosas inesperadas que parecen una locura. Pero todo tiene un porqué ¿no? —Minho le respondía a Namjoon-hyung, sin embargo, me miraba a mí cuando hizo aquella interrogante.
El moreno elevó sus cenjas e inclinó la cabeza ladeada.
—¿Se puede saber por qué golpeaste a Jung como si quisieras matarlo?
Ah... a eso se refería. Sabía que tarde o temprano me pedirían una explicación. Pero en ese momento, la pregunta me agarró desprevenido.
Namjoon-hyung se colocó rapidamente entre mi primo y yo.
—No lo vas a culpar por ser un Jeon. Así son ustedes cuando dañamos alguna pertenencia o rompemos sus reglas. Jungkook perdió su anterior celular y siempre creyó que fue culpa de Jung.
Minho-hyung se quedó un momento dubitativo, pero dio un respingo y luego elevó la voz.
—Un momento, ¡tú no estabas ebrio, Jungkook-ah!
—Jungkook no necesita excusarse con la embriaguez para vengarse. —Namjoon-hyung volteó hacia mí y me guiñó un ojo—. Ese celular se lo había regalado su pareja. ¿Verdad Jungkook?
Eché una mirada recelosa al rubio, éste cabeceó en señal de que me apresurara a responder.
—Sé lo que intentas. Sé lo que estás insinuando —Minho señalaba al rubio con el dedo.
Y ese fue inicio de una larga discusión, por no decir, un largo monólogo, donde el rubio tuvo que tragar saliva varias veces ante la promesa de amenaza de no volver a hablarle después de que la situación terminara.
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Estábamos llegando de regreso al área de urgencias para saber si ya habían atendido a Jung. Soobin reía por lo bajo gracias a los dos hyungs que aún continuaban discutiendo acerca de las piezas talladas en madera que hacía mucho tiempo Namjoon-hyung había roto en la oficina de Minho en Seúl.
Al llegar a la sala de espera de urgencias nos topamos con la figura de espaldas de Jackson, estaba acompañado de varios hombres uniformados. Algunos estaban más heridos que otros y se quejaban de dolor. Al parecer habían llegado muchos más heridos y ya no cabían todos en los cubículos de la sala de urgencias.
La pelea fue más fuerte de lo que pensábamos.
Minho-hyung se nos adelantó y llegó hasta Jackson, quien estaba rodeado de hombres uniformados y se mantenía tratando de establecer comunicación a través del transmisor de uno de los centinelas. El aparato no funcionaba correctamente, parecía estar defectuoso.
Me acerqué a uno de los heridos, para ayudarlo a subir su pierna sangrante sobre el asiento del frente.
—¿Por qué se involucró tanta gente en la pelea? ¿En qué estaban pensando? —le reproché sin pensar. Ni siquiera conocía el nombre del compañero.
El centinela me dio una mala mirada.
—Teníamos que hacerlo. Es nuestro deber. Para eso nos pagan.
Chisté impaciente ante su respuesta.
—¿Cómo el tío Sangjoon pudo castigarlos así? —me lamenté.
—El señor Jeon aún no ha castigado a los culpables. Es que son muchos, deben ser cerca de una centena... gracias a los novatos pudimos reducirlos con más eficiencia y logramos cerrar el portón, pero supongo que aun estarán ocupándose de los que se habían colado. Los reconres son fuertes, pero esas mujeres son más duras de vencer. No nos prepararon para algo así.
Miré al camarada con una mueca de confusión y sentí que alguien se paró a mi lado. Era Minho, quien se agachó y tomó al camarada de la pierna herida por el frente de su abrigo.
—¿Acaso dijiste rencores? —Los otros se dejaron de quejar para poner atención a la conversación.
Dos enfermeros sacaban una camilla cada uno, todos volteamos a ver hasta que ambos pacientes fueron ingresados en la sala de cirugía.
En medio de aquel silencio se escuchó la voz de alguien a travez del auricular del transmisor que Jackson manipulaba.
"Se esconden en el bosque, tras la niebla, hay cientos, tal vez miles o tal vez solo se trate de un espejismo no lo sabemos". Un ruido cortante intervino en el dispositivo y no permitió que se entendieran las demás palabras. "...bemos estar... parados... que viene".
"Jungkook-ssi".
Una voz me llamaba desde la nieve, me aparté de todos y me dirigí hacia la ventana. afuera estaba Rangi, la nieve cubriendo un cuarto de sus gruesas patas y toda la superficie de su lomo.
"Jungkook-ssi"
—Rangi, ¡Te dijimos que nos esperaras bajo la lona!
"Debo volver. Lisa está corriendo peligro, están atacando Full Moon, debo buscarla cuanto antes para ponerla a salvo".
—¡Espera, voy contigo! Vuelve al estacionamiento.
Cuando volteé un grupo estaba detrás de mí incluyendo a algunos de los heridos. Estaban perplejos por lo que veían. Rangi era un tigre enorme y su presencia era muy imponente.
"No puedo escucharte desde aquí, espero que tú sí a mí. Por favor cuida de mis píldoras, solo te las puedo confiar a ti".
Con eso, soltó el nudo de tela que mordía en su hocico, rasgó cuidadosamente para luego comer una de esas bolitas de estiercol. Tan pronto como se comió la píldora, corrió lejos de nuestro marco de visión. Luego vi a una enorme ave posarse sobre la tela de las píldoras que Rangi había abandonado sobre la nieve, me pareció que era un halcón, su mirada filosa, casi con el ceño fruncido se dirigió hacia la ventana.
—¡No! —grité—. ¡Shú, shú, Shú! —Alzaba y bajaba los brazos para espantar al ave de plumaje oscuro—. Ese plumífero pensaba comerse las píldoras de Rangi—. ¡Shú, shú!
Minho me quitó de en medio empujándome a un lado con un poco de brusquedad para abrir la ventana y salir disparado hacia afuera. Yo le seguí. Antes de que el ave alzara su vuelo, ella ya se había llevado algunas píldoras en sus garras luego de llenar su pico.
—¡Fuera de aquí! —grité de nuevo.
"Veo que Minho es mejor guardián que tú". Dijo una voz aguda y poco agradable en algún lado. Miré en todas las direcciones, pero no alcancé a nadie. "Retiro lo que dije antes, mejor que él cuide de mis píldoras"
—¿Pildoras? ¿Quién es? Esas pildoras no te pertenecen —grité acercandome a la tela tirada sobre la nieve para recogerla mientras miraba todo alrededor con recelo.
—Déjate de tonterías, por supuesto que son mías". Contradijo aquella voz como sacada de una bruja de un cuento. "Díselo a Minho".
Minho miraba fijamente al ave que, batiendo sus alas majestuosamente, estaba suspendida en algún punto sobre el aire. Su ojos de mirada intimidante se clavaban en mí.
"Soy yo, niño tonto, solo puedo comer una píldora a la vez, deberé pasar algunas horas con esta forma, por eso me llevaré algunas píldoras para más tarde".
—¡Espera! —grité cuando al fin comprendí, y veía que Rangi se alejaba alzando más su vuelo. Tuve que salir forzozamente de mi estupecfacción—. Me necesitas, iré contigo.
—Todos iremos —repuso Minho-hyung—. Me hará bien matar algunos rencores.
Otra vez eso de los rencores. Me preguntaba si eran alguna banda de delincuentes peligrosos, no había escuchado a nadie mencionarlos antes.
—Al fin conoceremos a los legendarios rencores —dijo Jackson con una media sonrisa al unirse a nosotros afuera.
—¿Qué son los rencores? —preguntó Soobin desde el marco de la ventana, interesado.
—Son los que hirieron a todos —respondió Namjoon-hyung parándose a mi lado.
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A Minho no le gustaba la idea de dejar a nadie atrás, sin embargo, de forma unánime decidimos dejar a Jung en el hospital. A ninguno le sorprendió cuándo lo propuse. Le entregaron la llave de la camioneta con la que Soobin y yo habíamos transportado a Rangi, por si le daban el alta luego de ser atendido, y entonces se nos pudiera unir. Su espera sería muy larga debido a que el equipo médico le estaba dando prioridad a los casos más urgentes, lo de el eran solo una nariz rota, el labio partido, el ojo izquierdo hinchado y un pequeño corte en la cien. No podíamos quedarnos a esperar por él cuando unos intrusos estaban atacando a Full Moon y dejando a tantos compañeros heridos y hast mutilados.
Todos subimos a un solo auto. Las luces delanteras apenas alcanzaban a iluminar unos cuantos metros por delante, debido a que la niebla impedía la visibilidad.
Rangi sobrevolaba sobre nuestro vehículo cuando le pedí que se adelantara para que observara el panorama y nos diera una pista de lo que nos esperaba más adelante.
"Hay muchos muertos". Reportaba Rangi desde el aire. "La perímetro frontal de la mansión está siendo atacada por grupo de al menos 50 o 60 rencores y unas 6 ó 7 Kumihos. Parece que las zorras tienen intenciones de acceder a la casa".
Les repetí la información a los demás y vi como Minho-hyung apretó las manos al rededor del volante, iba a la máxima velocidad, más de lo que nos permitía el clima y toda la niebla al rededor.
—¿Kumihos? —preguntó Soobin azorado—, ¿dijiste Kumihos? ¿Esas cosas de verdad existen?
Yo también me pregunté lo mismo internamente, pues de aquellas criaturas sí había escuchado hablar, solo que hasta ese día eran solo un mito para mí y para todo el mundo. Yo no dudaba de que fueran reales, pues Rangi también era parte del mito de la creación y Tae... Taehyung también era una prueba palpable que lo extraordinario y lo sobrenatural sí existía.
—¿Cuánto habrá llegado a entrenar tu chico? —me preguntó Minho-hyung mientras entregaba una mirada llena de duda a Soobin— nos uniremos a una pelea real, no es buena idea que nos siga hasta allá. No es un simulacro para novatos.
—¡No! Yo quiero seguir con ustedes —discordó Soobin—. Lisa debe estar allí, tengo que encontrarla.
"Me agrada ese chico". Pensó Rangi sobrevolando nuestro auto.
Le di una palmadita en la pierna a Soobin y le brindé una sonrisa alentadora.
—No te preocupes, Rangi no dejará que te pase nada. Le caes bien.
"¡Oye! Ese era un pensamiento privado". Sé quejó el ave de rapiña con una voz estridente, provocando que me riera.
—Ríe ahora todo lo que quieras —me dijo Namjoon con una mirada severa—, pero ponte lo más serio posible en cuanto lleguemos al campo de batalla. Lo que estamos a punto de ver no será ningún chiste.
Dejé de reir de inmediato y la sonrisa que estiraba mis labios se desvaneció. Soobin tocó mi antebrazo antes de que me pudiera sentir avergonzado de mi momentánea indiferencia por la situación y me dirigió una mirada intimidada mientras tragaba duro y ruidosamente. No hice más que asentirle con la mandíbula apretada. El chico estaba asustado. Namjoon podía ser muy intimidante cuando se lo proponía, pero tenía razón, no era momento de reir, cuando muchos compañeros estaban arriesgando su vida exponiéndose a peligros de otro mundo... exponiéndose a la muerte.
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No tengo mucho que decir.
Perdonen las tardanzas para actualizar. Casi no estoy teniendo tiempo para escribir, tengo muchas tareas y examenes. Pero esto seguirá hasta terminar, mientras siga con vida, pienso terminar esta historia.
Por favor manténganse sanos y tomen aguita.
Les quiero!
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