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Capítulo 43


Capítulo 43

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UNA ÚLTIMA VEZ

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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱

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—¡Nayeon! —Taehyung y yo exclamamos al mismo tiempo.

Era incomprensible, mas, ahí estaba mi hermana, frente a nosotros y seguramente llevaba el tiempo suficiente como para vernos mientras nos besábamos y abrazábamos. Taehyung me había dicho que se aseguró de que nadie lo estuviera siguiendo y podía jurar que ninguno de nosotros la escuchó acercarse, excepto por Terco, quien alocadamente me hizo pensar que intentó advertirnos desde antes de que hiciéramos tal tontería delante de ella.

Hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa irónica. Pestañeó un par de veces, entornó los ojos como en busca de despejar su vista de alguna lágrima o de algo muy horrible de ver, tomó una bocanada de aire helado y tragó saliva con un puchero en su labio inferior.

—¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? —preguntó al fin con voz trémula y labios temblorosos, clavando su mirada dolida justo en mis ojos.

Tragué duramente porque las palabras no llegaban en tiempo real a mi mente, por un momento, su imagen frente a mí transcendía cualquier pensamiento o lógica.

«Desde este momento, habré muerto para ti, hermana».

Al mirarla en aquel estado, el sentimiento de arrepentimiento me bordeaba por completo, abrumándome, no obstante, la presencia de Taehyung me daba cierta fuerza para no sentirme más patético de lo que ya sabía que era.

Taehyung dio dos pasos delante de mí.

—Él no hizo nada, deberías saber que todo fue mi error —remarcó él, a falta de una respuesta por mi prte, defendiéndome en vano. Era evidente que no había explicación que valiera ante lo que era tan obvio, fui un pendejo traidor y nada que pudiera decir cambiaría eso—. Pero mi error no es con él, sino contigo, tomé una decisión precipitada. Al principio... pensé que haciéndote feliz lo haría feliz a él...

Ante la dirección que tomaban las palabras de Taehyung, mi hermana retrocedió un paso mirándolo con cierta mueca extraña, como si acabara de inferir las alusiones más ofensivas que había escuchado jamás.

—¡¿Qué?! O sea, que, después de todo, ¿tu única intención era hacerlo feliz a él? —ironizó ella con una sonrisa temblorosa, señalándome con su índice como si yo fuera un extraño—. ¿Arreglaste un compromiso de matrimonio conmigo y, ¿no pensaste en mi felicidad? ¿Y ahora se supone que no me harías sufrir si andas acostándote con mi hermano?

—Tú y yo sabemos que no arreglé nada. No es tan fácil de explicar, pero se podría decir que acepté tu propuesta para hacerte feliz también —intentaba aclarar Taehyung, su voz era recelosa y su mirada era, en cierta forma, aguda, no podía ver bien su rostro porque se había alejado dos pasos delante de mí, pero desde aquel ángulo pude percatarme de que entrecerraba los ojos a medida que soltaba las palabras—. Era lo que querías, pero después me di cuenta que no funcionaba de esa manera, de los tres, tú eras la única feliz. No obstante, debía continuar con el compromiso porque habíamos firmado un contrato. Ahora bien, sé que no depende de mí si rompemos o no tal acuerdo.

Nayeon sonrió con amargura y se quedó un momento en silencio, inspiró el helado aire y sus ojos sondearon todo el entorno. Tocó su gorro de lana con sus guantes apoyando sus manos sobre su cabeza, debido a una sutil ventisca que arremolinaba la ligera nieve que caía.

Taehyung negaba levemente con la cabeza y la miraba con cierta nota de repudio, pude percibir que no sentía ningún remordimiento por lo que le estábamos haciendo pasar a mi hermana, ni por cómo debía afectarle la situación estando en aquel estado delicado. Y me preguntaba el porqué. Seguramente, él pudo haber leído algún pensamiento de ella que yo no o tal vez tenía cierta medida de resentimiento hacia mi hermana que yo no había podido percibir antes, talvez Jin-hyung le llenó la mente de basura sobre ella o quién sabe.

—¿Pensaste que yo era la única feliz? —se dirigió a Taehyung con los ojos humedecidos, hasta ese momento no había querido dar signos de que fuera a llorar, pero ya estaba a punto de hacerlo—. No pensaste ni por un momento en mí. ¿Te das cuenta de que la única que perdía era yo? Nadie en esta casa piensa en mí. Mientras ustedes dos se burlaban de mí, iba a tener un esposo al que le repugna tocarme, ni siquiera me has dado un solo beso, un insignificante beso...

—Señorita Nayeon... —empezó a decir Taehyung con algo de exasperación, pero ella no le permitió continuar.

—Me resigné a imaginar que algún día podría encontrarme entre tus brazos —admitió ella con voz trémula—, pero el tío Canas también me mintió, me dijo que no podías tocarme porque eres portador de una enfermedad contagiosa que resulta mortífera para terceros, aunque eso no era cierto, ¿verdad? Tú, ni estás enfermo ni eres portador de ningún maldito virus.

Tenía que salir de mi estupefacción y enfrentar la situación, sabía que tarde o temprano, algún día esto tenía que pasar, aunque si me atrevía a decirlo, nunca pensé que fuera de esta manera.

—Sí lo estaba... —intervine con los puños cerrados para darme valor—. En realidad, sí padecía una enfermedad muy peligrosa para otros, pero tengo fe en que ya no.

Ella dejó de mirar a Taehyung para posar sus ojos sorprendidos en mí. No obstante, aquel signo de sorpresa pronto fue sustituido por una demencia irreconocible. Sus ojos estuvieron un tanto desorbitados antes de que los cerrara y apretara con fuerza sus párpados.

—¡Ya no sigas! —su grito estridente hizo que me sobresaltara. Me preocupaba su salud. Su pecho hinchado subía y bajaba por la agitación de su respiración, temía por su corazón—. ¿Qué caso tiene seguir mintiendo?

En verdad me preocupé por su salud y la de la bebé, por lo que me arrepentí de haber intervenido de aquella forma. Quizá enfrentarla de esa manera no fue lo mejor.

—Nayeon... —mi voz de súplica hablaba más por mí, que mis palabras. Nombrarla, dolía tanto como pesaba y avergonzaba mirarla a los ojos—, por favor, perdóname. —Ya no quería enfrentarla, pero necesitaba que ese momento acabara de una vez.

Ella me miró arrugando el espacio entre sus cejas dejando caer sus brazos a los costados de su cuerpo, sus puños estaban cerrados dentro de sus guantes de lana.

—¿Cómo te atreves a pedir perdón? —cuestionó levantándome la voz y mirándome con ojos enfurecidos—. ¿Acaso vas a borrar el pasado? —Sus labios temblaban con rabia y su respiración agitada quedaba en evidencia por la cantidad de vaho que salía de su boca—. ¿Acaso vas a dejarlo? ¿Vas a irte lejos y dejarnos en paz?

Me quedé petrificado con aquella interrogante pegándome como un látigo en la espalda. Sintiendo que merecía esa propuesta de condena y algo más. ella estaba muy alterada, lo sabía porque aquella vena en su cuello sobresalía a distancia.

—Entiendo que no quieres verme —reconocí al fin, derrotado, pero necesitaba encontrar alguna manera de que se calmara o la bebé terminaría pagando las consecuencias—, pero, por favor... la bebé...

Callé un poco asustado cuando ella dio unos pasos forzosos con sus botas casi resbalándose debido a la humedad que la nieve provocaba sobre la hierba. Y me acerqué temiendo que sucediera algún accidente. No me perdonaría si algo le sucedía por mi culpa.

Mis ojos estaban fijos en su estómago hinchado y mis manos se extendían hacia su abdomen.

—¿Ahora piensas en la bebé?, porque estoy segura de que no pensabas en ella hace unos instantes —infirió ella, echando veneno por la boca.

Agaché la mirada más que avergonzado. Era cierto, debí pensar antes en mi sobrina. Pero fui un egoísta de mierda que solo pensaba en su felicidad.

—No tengo defensa, no tengo ninguna excusa —balbuceé con vergüenza—, puedes escupir sobre mí, si así lo quieres, solo espero que algún día me perdo...

—¿Te irás si te lo pido? —contraatacó interrumpiendo así mis insignificantes disculpas—. ¿Dejarán de verse? Si no es así, entonces mejor no pidas perdón, no tendría caso. Pedir perdón sin hacer cambios, es manipulación.

Con esas palabras se giró e hizo un lento camino de regreso a la mansión.

Taehyung hizo el intento de seguirla, pero yo se lo impedí cuando lo sostuve de su brazo izquierdo. Él iba a decirme algo, sin embargo, advertimos que alguien más salía de su escondite y caminaba, con toda la prisa que la nieve le permitía, hacia nosotros.

Era Jin-hyung.

—Kim, juro que intenté detenerla, pero no pude —Explicó mi primo al llegar junto a nosotros.

—No entiendo cómo me siguió, me aseguré de que nadie lo hacía —se lamentó Taehyung poniendo una mano sobre su frente.

—Es que ella no te siguió —intervino Jin-hyung—. Alguien le dijo dónde encontrarte. Sé quién es y...

—Está bien —le interrumpió Taehyung —, gracias por intentarlo, pero hablaremos de eso luego.

—Pero, ¡Kim! —refutó Jin-hyung—, necesitas saber que...

—Ya lo sé. Sé quién es —volvió a interrumpir Taehyung—, y no es que haya escuchado tus pensamientos... —agregó arrugando el entrecejo—, es raro que ahora no puedo hacerlo.

Jin-hyung sonrió apenado y triste por vez que sacaba algo del bolsillo de su abrigo. Era uno de esos talismanes de tela.

—Y supongo que a ella sí la escuchaste. Se lo saqué mientras intentaba detenerla. Pero parece que sus pensamientos no sirvieron para alertarte de su presencia.

Mis ojos se abrieron como platos. No podía creer lo que acababa de escuchar. Si Nayeon sabía sobre los talismanes, ¿cuánta más información podía haber acumulado?


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Pensé en ir tras Nayeon, pero Tae y Jin-hyung me lo impidieron. En el fondo sabía que ellos tenían razón, por el bien de la bebé, debíamos tranquilizarnos primero; por eso la dejé ir sola.

—Increíble, se dirige hacia el salón de festejos. —Taehyung le arrebató el pañuelo a Jin y fue tras ella dejándonos atrás, pidiéndole a mi primo que no me dejara solo.

Los pensamientos de Jin-hyung no venían con la suficiente claridad, entendía muy poco o casi nada, pero repentinamente todo se quedó en silencio, como si el mundo estuviera murmurando susurros inentendibles al oído y se hubiera callado de repente, luego me percaté de cuál fue la razón que generó toda esa quietud: ya no podía escuchar ningún pensamiento porque Taehyung llevaba un talismán neutralizador consigo, incluso has los insectos se habían bajado el volumen. Aunque antes de que tomara aquel pañuelo de las manos de Jin-hyung, algo de lo poquito que entendí en los pensamientos de mi primo me hizo comprender lo que tenía que hacer para evitar que la situación fuera aún más lejos.

Miré hacia el conejito porque tal vez no volvería a tener la oportunidad de verlo otro día. Estaba bastante inquieto y cuando sus ojitos conectaron con los míos, se arrimó rápidamente a la cerca y posó sus patitas delanteras olisqueando con desesperación la malla metálica.

Puse mi mano derecha sobre mi lado de la Malla y creí ver algún tipo de expresión, cierto semblante de preocupación en su entrecejo.

—Sé lo que me dirías si pudieras hablar, Terco —le dije al animalito sintiendo que uno de mis ojos soltaba una lágrima solitaria—. Querías avisarnos, ¿verdad? Gracias. Eres el mejor guardando secretos.

«Tal vez esta sea la última despedida, mi buen amigo peludo».

»Pórtate bien, come bien y mantente sano. Adiós, pequeño.

Después de eso me fui sin mirar atrás dirigiéndome hacia mi habitación con Jin-hyung pisándome los talones y preguntándome, entre otras cosas, qué estaba pensando hacer. Creo que tuvo sus sospechas por la manera en que me despedí de Terco y porque tampoco respondí ninguno de sus cuestionamientos.

Había pasado tan solo una hora después del encuentro con Nayeon frente a la madriguera de Terco, en la que tecnicamente la había empleado en fumar junto a la ventana dentro de mi habitación, mientras conversaba o, más bien, discutía con mi primo. Al final opté por ignorarlo y abrí la ventana antes de encender un cigarrillo, aún faltaban unas tres horas para el amanecer y Jin-hyung estuvo aguantándose todo el frío que entraba por la ventana y todo el humo que soltaba dentro de la habitación.

Cuando terminé el segundo cigarrillo, cerré la ventana y me moví para empezar a vaciar mi closet. Escuché que la puerta se abrió, era Jin que acababa de irse después de haber sido ignorado por mí los. Últimos minutos.

Estaba preparando las maletas para irme de Full Moon cuando volví a escuchar la puerta, una mano sostuvo una de las mías. Pensé que Jin-hyun había regresado a molestar con el tema de Nayeon, pero luego me percaté de aquella fragancia única, era su esencia natural mezclada con flor de vainilla.

—Hablé con ella, no será necesario que te vayas —dijo con su voz profunda mientras depositaba el pañuelo sobre la mesita de té. Provocando que mi cabeza doliera por todo el ruido vacío del mundo.

«¿Cómo tendría el descaro de quedarme después de lo que pasó, después de lo que le hice?». Pensé con tristeza.

Él se acercó y tomó una de mis manos que estaban ocupadas trasladando ropa desde closet a la cama. Zafé mi mano del agarre con suavidad. Alcé la mirada para encontrarme con el rostro endurecido de Taehyung. Aún estaba muy molesto, yo también lo estaba, pero a diferencia de él, me sentía culpable, muy culpable y mi enfado no era con nadie más que conmigo mismo.

—Las palabras no mejorarán la situación —acoté volviendo a mi trabajo de organizar las maletas—, no quiero seguir aquí poniendo en riesgo a la bebé.

—Entonces... ¿estarás afuera solo hasta que nazca tu sobrina?

—Vendré a verla cuando nazca —aclaré mientras me acuclillaba para sacar mis zapatos del closet—. Y no es solo mi sobrina, es tu hija, Kim.

—Como digas, pero, ¿ahora soy solo Kim? —contraatacó frunciendo los labios con decepción—. De todas formas, no tendremos una buena excusa para que Jeon te deje salir libremente de Full Moon, a menos que expongamos toda la verdad.

Me puse de pie y él retrocedió un par de pasos. Me pareció que creyó que yo había tomado sus palabras como una amenaza, el cambio en su expresión lo delataba.

—Tengo la manera —admití soltando un suspiro pesado.

Él me miró expectante, sin pronunciar palabra. Esperaba no solo escuchar en mi mente lo que tenía pensado. Esperaba que se lo dijera a la cara.

—Le pediré autorización al tío Canas para que me deje pasar unas semanas en el departamento de Nayeon, será con la excusa de visitar a mi "novia".

Chistó con amargura y luego tragó saliva con la expresión más seria que le había visto. Frunciendo las comisuras de sus labios, Rodeó la cama y se dejó caer sentado sobre ella.

—Claro, estoy seguro de que a Jeon le placerá escuchar eso —murmuró sin ánimos, desplomándose sobre el colchón que estaba casi totalmente cubierto por mis ropas.

"Lo más probable es que terminarás acostándote con ella". Pensó colocando el dorso de su mano sobre sus ojos y dejando salir un suspiro de desaliento.

Arrugué el entrecejo y quise enojarme con él por haber pensado eso de mí. Pero Luego lo contemplé ahí tirado entre mis ropas tomando uno a uno algunos de mis suéteres para abrazarse a las telas y luego olerlas.

»Me moriría de extrañarte tanto, enloquecería imaginándote con ella...

Una ola de escalofríos recorrió mi cuerpo y era una sensación contraproducente. Cerré los ojos un momento debido al aturdimiento que mis sentimientos provocaron en mí, como una batalla interna, como un enfrentamiento y, si seguía mirándolo, mis sentimientos por él triunfarían sobre aquellos que me obligaban a tomar decisiones que no quería, pero que eran las correctas.

Su expresión de dolor y esa manera delicada de amontonar mis ropas para luego ocultar su rostro en ellas, me hizo pensar en el daño que le estaba haciendo, me hizo desear ser su consuelo, a pesar de que la razón de su mal estado era yo.

—Solo una última vez —solté con un gruñido envuelto en deseo y en locura, antes de quitarme el abrigo y de lanzarme con delicadeza sobre él.

Se giró sorprendido y reaccionó un poco tardío cuando lo besé sin ningún cuidado. Me respondía el beso mientras yo abría con desespero y ansiedad los botones de su camisa que luego retiré juntamente con su abrigo. A los pocos segundos ambos quedamos desnudos por completo, calmando nuestros más intensos, desesperados e ineludibles deseos que nos abrazaban en aquel momento.

Nos entregamos con insaciable fervor, con mesura y desmedida, con besos salvajes y caricias rudas, como una despedida, apretujándonos, restregándonos contra el otro como si no hubiera un mañana, sabiendo que aquella, posiblemente, sería nuestra última vez; sabiendo, muy en el fondo, que intentaríamos volver, pues la verdad es que ambos teníamos claro que no podíamos ser felices el uno sin el otro. Mas, estábamos —en todos los momentos vividos, así como en aquel instante de locura—, tapando el sol con un dedo, guardando una esperanza ciega e inútil, pues, desconocíamos qué nos deparaba el destino.

Había pasado alrededor de una hora más, no estaba seguro. Estábamos abrazados y despiertos bajo el edredón tibio de mi cama, la cual no era tan amplia como la de la habitación de Taehyung o la del Domo, pero, aun así, era suficiente para los dos. Lo sentí extender su cuerpo por encima del mío para alcanzar su reloj de pulsera que reposaba sobre la mesa de luz.

—¿Qué hora es? —inquirí, percatándome de que ambos habíamos perdido la noción del tiempo.

"La fiesta seguirá todo el día hasta que nos derrumbemos por el cansancio o por la borrachera, Minho y Jihyo consiguieron el permiso de Jeon". Recordé las palabras dijo Jin-hyung unos días antes de organizar la sorpresa para el cumpleaños de Taehyung.

Sabía que mientras nosotros nos encontrábamos en mi habitación, todos los demás estaban divirtiéndose en la terraza de la planta baja, y de repente me percaté de que en algún momento encontrarían sospechoso la larga ausencia del cumpleañero y de su prometida.

Nos vestíamos con las mismas ropas que llevábamos antes en un fúnebre y extraño silencio, una vez que estuvimos bien colocados, le pedí a Taehyung que bajara primero, sin tener el valor de mirarle a los ojos.

—Bajaré cuando termine mis maletas —le aseguré para que saliera tranquilo de mi habitación.

Lo vi tomar el pañuelo que había depositado sobre la mesita de té. Con un nudo en la garganta y dándole la espalda le escuché arrastrar sus pasos hacia la puerta.

—Te repito que nos es necesario que te vayas, aun así, sé que lo haces por el bien de la criatura, estoy de acuerdo en que nos separemos por un tiempo, pero, si no vienes en cuanto nazca tu sobrina, iré a buscarte a Seúl o hasta el fin del mundo, ¿me oíste bien?

Después de esas palabras salió de inmediato y cerró la puerta con fuerza, yo apreté mis párpados con dolor. Había lastimado a las dos personas que más amaba en la vida y ya no había vuelta atrás.



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Mientras Taehyung y, posiblente, Kakita habían regresado a la fiesta, yo me encaminaba a pie hacia la casa del Chamán. No, no me dirigí hacia el salón de festejos, y es que no quise ser quien interrumpiera el medio tiempo de aparente calma entre ambos, no podía regresar allí, eso sí que lo haría muchísimo más incómodo.

Para cuando salí de la mansión ya había amanecido y los primeros rayos de sol estaban apareciendo. Sentí una punzada repentina en mis sienes y, de un momento para otro, el mundo empezó a murmurar con la misma sutileza que antes.

«Taehyung debió tirar el pañuelo». Pensé.

El chamán nos había dicho que después de sobrevivir a esa luna roja, algo más fue arrastrado hacia mí durante la transferencia del "motivo del testigo". Al parecer obtuve solo una mínima parte de la habilidad de Taehyung para escuchar pensamientos. No era ni el diez por ciento de su capacidad y a veces iba y venía cuando quería, pero algo era algo y aunque a veces daba unos dolores de cabeza del demonio, para mí era más que genial, no solo porque me hacía sentir con súper poderes, sino porque también gozaba de una conexión única y especial con Taehyung. El chamán nos pidió que no permitiéramos que el tío Jeon se enterara de eso, aunque no nos dijo por qué motivo, coincidimos con el viejo en que era lo mejor.

Durante los días subsiguientes me esforzaba por desarrollar la habilidad, pero me di cuenta que no era algo que suceda o que se maneje a voluntad, a veces escuchaba una o dos palabras y ya, pero otras veces escuchaba frases casi completas. Por eso creí que podía tratar de desarrollar ese tercer oído, como lo llamaba el chamán, pero finalmente me di cuenta de que no aumentaba ni con el esfuerzo, ni con el tiempo. A Taehyung le parecieron graciosos mis sobre intentos, porque, incluso una vez creí escuchar a Terco decir la palabra píldora y en otra ocasión, la palabra salir. Yo estuve seguro de lo que escuché, pero él se rio de mí porque la habilidad no funcionaba con animales.

"Imposible, ellos no formulan palabras en sus mentes, no hablan nuestro lenguaje".

Recordaba muchas cosas que pasaron los últimos meses y fumaba un cigarrillo mientras caminaba tomándome mi tiempo en llegar a la casa del chamán. Me desplazaba despacio a través de la nieve hasta que hubiera acabado incluso el último borde que tuve que volver a encender más de una vez. Todavía quedaba un poco cuando llegué a la entrada del patio de la morada del viejo, así que me quedé recostando mi espalda en la fría columna de concreto y piedras que dividía el exterior, apoyando también uno de mis pies sobre ésta.

Solo podía estar pensando en la cola de mi cigarrillo y en el triste infierno en el que se convertiría mi vida sin Taehyung y sin Kakita cuando me fuera. No podía quedarme y ser yo quien convirtiera la vida de ambos en un infierno. Pensar mucho más en cuánto ella debía estar odiándome, recordar la forma en la que me miraba me hacía ahuecar el estómago; y a la vez, ser consciente de lo destrozado que debía estar sintiéndose Taehyung, saber que lo mejor era estar lejos de él, ahogaba mi alma.

A cierta distancia, escuché las risas de Lisa y Soobin, ellos estaban afuera, venían jugueteando, pateando la nieve y riendo sin reparo hasta que se detuvieron cuando ella me vio primero.

—Hola, Jungkook-sunbaenim—vociferó Lisa levantando su mano izquierda y sonriendo hacia mí, mientras que, en la derecha, llevaba un canasto repleto de hiervas, palos e insumos mojados por la temperatura fría.

—Hola —imitó Soobin, haciendo una reverencia —es bueno verlo tan temprano, Jungkook-sunbaenim—. Él llevaba algunos trozos de madera humeda cortadas para hacer leña.

Recordé como si hubiese sido ayer cuando conocí a ese simpático par. Aquella noche cuando acompañamos al chamán a hacer su trabajo con los komainus.

Rápidamente, me llegaron los recuerdos que esa madrugada en la que ellos y yo concordamos que nos llevamos uno de los peores sustos de nuestras vidas, pues, lo que pasó con el komainu macho sí que nos tomó por sorpresa.

Esa madrugada, descubrí que, de vez en cuando, al igual que Taehyung, empezaba a tener la habilidad de escuchar lo que las personas pensaban y fueron esos dos muchachos los que me ayudaron a comprenderlo, más bien sus pensamientos me ayudaron a descubrirlo y a percatarme de que hacía rato que Taehyung se había dado cuenta, e inclusive, me estuvo "funando", como decía Kakita. Él lo había descubierto en algún momento mientras estuvimos espiando la conversación que el chamán tuvo con el tío Jeon o tal vez antes de eso. Incluso, dijo que intentó decírmelo, pero yo no comprendí hasta que él mandó al jefe Min a despertar a los chicos para que vieran la preparación de los talismanes para los komainus. Sus pensamientos, o más bien tantas preguntas mentales y existenciales fueron como un tsunami para mi pobre cabeza. Por el rabillo del ojo llegué a capturar a Taehyung infraganti observando mi reacción con una sonrisilla burlona y satisfecha.

Recuerdo cómo empeoraba mi situación porque empezaba a tener migraña mientras íbamos hacia los komainus en el auto del jefe Min, aunque no podía negar que en el camino me divertí mucho con las ocurrencias de aquel par de chicos.

Una vez que estuvimos afuera de Full Moon, más bien, en la entrada, frente a los leones de piedra, el viejo sacó sus herramientas, que envolvía en una especie de tela de cuero de animal enrollable. Tales instrumentos consistían en brochas plumas de gallina, pinceles, pinzas alargadas y extrañas, también algunas navajas bastante afiladas.

Primero se encargó de usar las brochas para limpiar un área específica debajo de la pata delantera derecha de ambas estatuas de piedra. Con ayuda de las pinzas, le vimos sacar poco a poco, pequeños trozos del papiro mojado, la tinta, o mejor dicho, la sangre de gallina, se había estropeado por la humedad en el viejo talismán, lo que nos pareció extraño a todos cuando el chamán nos recordó que hacía más de una semana que no llovía y por eso no creía que fuera necesario sustituirlos tan pronto.

"Alguien tuvo que hacerlo a propósito, pues incluso cuando llueve, difícilmente el agua logra entrar a través de la fina rendija. La explicación más lógica es que alguien se haya servido de una jeringuilla para poder entrar agua en las pequeñas y planas bóvedas". Explicó con paciencia el viejo chamán.

"Entiendo, señor lo reportaré de inmediato al señor Jeon". Respondió el jefe cara de gato, acatando una especie de orden, tomó cierta distancia llevándose su transmisor a los labios y repitió las palabras del chamán como si de una grabación robótica se tratase. Luego se alejó lo suficiente como para que no pudiéramos escuchar el alta voz del transmisor.

Cuando llegó la hora de situar los talismanes nuevos, el viejo chamán empezó con la komainu hembra, le pidió a Lisa que introdujera el talismán a través de ranura y ella lo hizo con mucho cuidado y sin problema. Luego pasamos a la estatua de cemento del komainu macho y la peor idea que se le ocurrió al viejo fue pedirme a mí que introdujera el talismán en éste.

No pasó ni medio segundo de introducir el extraño papel por completo cuando un maldito rugido amenazó con reventarnos los tímpanos de los oídos, el susto que me llevé fue tan grande que caí estampando mi trasero en la tierra con tanta fuerza que pensé que me había roto el hueso.

El jefe Min llegó corriendo hasta alcanzar a su señor, de igual manera, en un santiamén, llegaron dos hombres de negro y junto a Min se lo llevaron adentro, casi a rastras. Yo escuchaba su grave casi gutural voz gritando mi nombre a través del zumbido que quedó molestando en mis oídos.

El cemento de la estructura de la estatua empezó a agrietarse, provocando un ruido como cuando el hielo de un río congelado se rompe poco a poco, eso fue antes de que la estatua profiriera un segundo rugido.

Aún sentado en el suelo, con el corazón en la boca, me arrastré para alejarme de aquella cosa que se movió dejando caer pedazos del concreto que lo envolvía como una capa, debajo de la fachada de cemento había una superficie dorada y brillante, es lo poco que pude ver antes de lograr ponerme de pie para tomar distancia.

Para cuando salí de mi estupor me percaté de que Lisa y Soobin habían huido y escondido detrás del auto del jefe Min que estaba aparcado afuera. Escuché las rejas de la entrada cerrándose y dejándonos a fuera mientras Taehyung llamaba mi nombre desde el lado de adentro. En menos de un minuto, cuando ya la estatua se había estabilizado, la entrada de Full Moon estaba atestada de hombres de negro armados hasta los huesos.

Lo que más me extrañó es que el viejo chamán no se inmutó ni un poquito. Nunca se movió de su lugar, excepto que sus ojos sondeaban el bosque que rodeaba el camino, como si buscara algo o a alguien a lo lejos.

Esa madrugada había pasado hacía meses, pero jamás podría olvidarla por todas las cosas extraordinarias que, gracias a ese anciano, viví para recordar.

Había muchas cosas en ese viejo que me parecían fascinantes, pero no era en el sentido de su profesión, sino de su persona. Había tantas preguntas que quería hacerle y cuando tuve todas las oportunidades siempre terminaba conduciendo las conversaciones a donde él necesitaba llevarlas. Dejándome satisfecho y, al mismo tiempo, con más preguntas que antes. Era una persona excepcional y tenía mi respeto, más que el propio tío Jeon, pero algo dentro de mí temía conocerlo mejor, porque en el fondo, tenía el sentimiento de que podría llevarme alguna decepción.

Por el aprecio que le había tomado es que decidí ir a verlo antes de hablar con que el tío Sangjoong. No quería irme a Seúl sin despedirme de él, ya que en mi tiempo en Full Moon fue como un abuelo para mí.

Aunque no significaba que tuviera mucho tiempo para esperar a que el viejo Jeon se despertara, ya que Minho y Jackson confesaron haberle puesto somníferos en el agua de su habitación. No querían a un Jeon dañando la fiesta tratando de controlar desde el tiempo hasta la medida que podían tomar alcohol.

"Toma agua antes de echarse a la cama para dormir, y vuelve a tomar al despertar. ¿Saben lo que eso significa?". Argumentó Jackson contagiando a todos con su entusiasmo.

"Con suerte despertaría cuando todos estuviéramos borrachos y vueltos un solo desastre". Agregó Minho con una sonrisa ladina.

Tenía pensado pedirle el permiso al tío de irme a Seúl antes de que se enterara de la tremenda fiesta que preparamos por el cumpleaños de Taehyung, así que, si quería que así sucediera, debía ir a su habitación y despertarlo yo mismo.

Me quedé a terminar mi cigarrillo afuera de la casa del chamán mientras Lisa y Soobin dejaban sus cosas para ir a buscar al viejo. En un momento le vi salir vestido con uno de sus típicos hanbok y con un gran abrigo de piel en las manos.

—¿Qué te trae por aquí? ¿Hoy no es el aniversario del señor Kim? —El viejo estaba siendo ayudado por Soobin a colocarse el gran abrigo de invierno.

—Vine a despedirme, viejo —respondí tirando la colilla del cigarrillo sobre la nieve amontonada y metiendo mis manos en los fríos bolsillos de mi abrigo.


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Había esperado a que Lisa y Soobin se alistaran para la fiesta, pues le pedí al viejo chamán que les permitiera ir a disfrutar un rato y pues al ver a los chicos tan ilusionados no pudo negarse.

Una vez que llegamos a la mansión, dejé a los chicos en la puerta del salón y, sin pasar de la entrada, me quedé un rato con ellos para disimular. Busqué a Kakita, pero no la vi por ningún lado. Al que sí vi fue al tío Heechul que se había colado, pues nadie lo había invitado. Taehyung estaba embelesado mirando hacia una ventana cuando lo ubiqué. Los chicos debieron guiarse por la dirección de mi mirada y empezaron a discutir si ir o no hasta él para felicitarlo. Cuando por fin tomaron el valor para ir hasta donde estaba el cumpleañero, Jin-hyung me interceptó.

—¿Cuándo piensas irte? —No me sorprendí de que ya lo diera por hecho.

—Hoy, si es que consigo el permiso.

—Sabes cuánto lo estás lastimando, ¿verdad? ¿Por qué vas precisamente con Mina?

—¿Tienes una mejor idea para conseguir el permiso del tío Jeon para salir de aquí sin que me persigan como a un desertor?

Jin-hyung me miró titubeante y suspiró cansino.

—No, la verdad es que no.

Asentí apretando las comisuras de mis labios en agradecimiento por su comprensión. Me giré para salir del salón de festejos y Jin-hyung me rebasó sorpresivamente y me envolvió en un fuerte abrazo fraternal que no dudé en responder.

—Te voy a extrañar, niño tonto —sonrió triste al soltarme—. Espero que cumplas tu palabra y te apersones cuando nazca la bebé.

Cuando hyung me dejó ir, aún estaba abrumado por la conmoción que me hizo sentir. Me alejé del salón sintiendo unos ojos, probablemente amarillos, clavados fijamente en mi espalda.

Al llegar al pie de las escaleras me topé de frente con Nayeon, quien venía bajando, casi llegando al último peldaño, vestida con otro atuendo. Ella me entregó una mirada que no supe cómo interpretar, era difícil de descifrar. Sus ojos estaban hinchados, yo la había hecho llorar. Detuvo sus pasos por unos segundos y luego pretendía seguir su camino, incluso pasó por mi lado sin decir palabra mientras se dirigía hacia el salón de festejos.

Era duro pensar en que mi pequeña hermana me estuviera evitando y más porque sabía que me merecía su odio.

—Si consigo el permiso del tío Jeon, me iré hoy mismo de Full Moon —le anuncié con un nudo en la garganta, logrando que ella se detuviera en seco, de nueva cuenta.

No se giró para verme, mas, movió un poco su cabeza hacia un lado, dejándome apreciar tan solo una pequeña parte de su perfil.

—Después de todo, es lo menos que puedes hacer —ironizó con dureza, antes de continuar con sus pasos pausados y seguros.

Subí las escaleras pensando en las palabras que ella había dicho antes, para qué pedir perdón si no iba a haber ningún cambio. Sabía que, por el bien de su salud y de la bebé, tenía que alejarme de Taehyung porque no resistiría tenerlo tan cerca sin poder acercarme a él. Nada podía evitar lo que sentíamos el uno por el otro. Y quedarme no haría más que empeorar mi estropeada relación con mi hermana.

Con el corazón estrujado por el sentimiento de la culpa, continué mi camino hacia el pasillo donde se encontraba la habitación del tío Jeon. Nunca había estado allí antes, jamás tuve una razón para ello, era la primera vez que la tenía.

Supe cuál era su puerta debido al compañero uniformado que estaba haciendo guardia. Toqué, pero no respondía nadie. Después del tercer intento decidí entrar.

Jamás pensé que resultara tan fácil hablar con el tío Jeon. Cuando lo desperté casi que me fulminó con la mirada, sin embargo, fue increíble la forma tan abrupta en la que cambió su humor cuando le dije que necesitaba su autorización para pasar un tiempo en Seúl con mi novia antes de que naciera mi sobrina.

Ni bien terminé de decirlo cuando se sentó en la cama y me pidió que me acercara solo para palmearme en el hombro. Casi que le vi formársele una leve sonrisa en su duro rostro.

—Haces mucho bien en buscar a tu mujer. Puedes irte mañana mismo si así lo deseas. Le pediré a Min que coordine con dos de sus mejores hombres para que te acompañen.

—¿Mañana? Pensaba si podía irme hoy. Y creo que no es necesario que me acompañen mis compañeros, nadie busca asesinarme y no creo que me vayan a secuestrar o algo por el estilo.

—¿Quieres irte hoy? ¿No sabes que hoy es el aniversario del señor Kim? Y claro que sí es necesario que te acompañen mis hombres, no es porque tema que te secuestren o te asesinen, sino porque no pienso perderte de vista.

—Sí, sé que hoy es él aniversario de Tae, digo, del señor Kim. De hecho, ya estuve unas horas en la celebración que obviamente empezó sin usted.

—¿Cómo dices? —inquirió de inmediato arrugando el entrecejo.

—Mientras usted dormía, organizamos una sorpresa y hemos estado festejando desde las doce de la noche. No quisimos despertarlo e interrumpir su descanso porque la celebración durará todo el día.

—Oh, entonces decidieron hacer todo sin consultarme.

—Lo siento mucho. Vine hasta aquí porque ya me parecía raro que no se despertara más temprano —mentí tratando con todas mis fuerzas reprimir la risa—. Mire nada más la hora que es.

El viejo volteó hacia la pared donde colgaba un lujoso reloj que marcaba las 9:03 a. m.

—Es cierto, aunque en realidad me desperté, como siempre, faltando unos minutos para las seis, pero ni bien llegué al baño que sentí que necesitaba dormir un poco más. Debe ser cosa de la edad, pues eso nunca me había pasado.

—Bueno, tal vez así sea —dije imaginando a Minho y Jackson vertiendo el somnífero en el agua del jarrón que yacía sobre la mesita de luz y del que, en aquel preciso momento, el tío abuelo se servía otro vaso por la mitad. —Será mejor que no tome más agua.

Se detuvo con el vaso a medio camino hacia su boca y me miró con sospecha. Soltó un fuerte suspiro y luego dejó el vaso con el agua en su lugar.

—¿Pusiste algo en mi agua? —Sentí que su pregunta era más acusadora que inquisitiva.

—Por supuesto que no, esta es la primera vez que entro a su habitación, tío. Entonces...¿puedo irme hoy?

—Dije que puedes irte mañana. Antes de marcharte, debes hacer la ruta con el guía de la nave industrial. No podemos posponerlo por más tiempo.

—Pero...

—¿Me dirás quién envenenó el agua? ¿Fue Minho?

Abrí los ojos como platos y negué con la cabeza rápidamente.

»Bien. Mañana a las 6:00 a.m. harás el recorrido junto al inmaduro de mi hijo. Así podrás irte más temprano de Full Moon a ver a tu mujer.


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Mis preciosos chingus... espero que lo largo del capítulo recompense un poco el tiempo de espera.

No quería publicar sin los banners del capítulo, pero tampoco podía dejarlos esperando por más tiempo.

Gracias, gracias y mil gracias por su apoyo incondicional. 


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