Capítulo 39
Capítulo 39
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EL PERRO NEGRO
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⊰─⊱ Kim Taehyung ⊰─⊱
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Después de esa primera noche, durante la luna creciente, Jungkook me visitó todas las tardes. Estaba alucinado con cada atardecer que compartíamos juntos. Recuerdo que, durante esa semana, las penumbras de la noche se extendían en el tiempo haciéndoles parecer eternas y la luz del día transcurría cálida y tan efímera como un suspiro, mientras yo deseaba tanto que cada tarde fuera tan interminable como mi vida. Nunca me había acostumbrado tanto a la tibieza del día como en esa semana incluso mis ojos empezaban a acostumbrarse a la claridad.
Habíamos pasado cuatro maravillosos días juntos desde ese lunes en que Nayeon y sus invitadas partieron de regreso a Seúl. Solo cuatro días en los que ya me había apegado tanto a su presencia en mi cama que, a la hora de dormir, no podía pensar en conciliar el sueño sin él.
Jeon tenía toda la razón al concluir que mi síndrome de apego ha sido tan fuerte como para volverme irracional. Podía confesarle a los vientos que de buena gana me había convertido en un adicto a esa dicha placentera e inigualable a la que podía llamar con nombre y apellido.
Pero, precisamente, al llegar el viernes él me envió una nota con Jin-ah, antes de que sol llegara a su punto más alto, explicándome que solo por ese día haría doble turno porque un compañero le pidió que lo cubriera. Solo por esa ocasión no vendría a mí, me mandaba todas las fuerzas para que fuera valiente durante la luna roja.
Aunque previo a la nota nunca mencionaba el tema, sabía que se preocupaba y estaba pendiente de mi enfermedad. De cierto que ya me había hecho ilusiones de que me acompañara en ese viernes rojo, pues quería que notara mi mejoría y así se preocupara menos por mi viejo y extraño padecimiento. Sin embargo, cuando leí que no vendría a verme ni en el día ni en la noche porque no iba a poder faltar a su puesto de vigilancia, algo se removió dentro de mí, y a pesar de conocer los riesgos de desastrosas consecuencias y de los consejos de Jin-ah, decidí que si él no podía venir a mí, entonces esa noche yo iría hacia él.
El chamán estaba seguro de que yo iría mejorando cada luna roja y, cuando llegara el solsticio de esa maldición, y yo le creía, pues la mejora era muy notoria con cada viernes rojo, el día en el que el reloj sonaría por sexta y última vez se acercaba mas pronto de lo que pensaba. Yo confiaba en ese viejo tanto como en Jeon, aunque ambos tuvieran sus pequeñas diferencias.
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Durante el resto del día me ocupé de ubicar algunas de las cosas que iba a necesitar. Al caer el sol, preparé para llevar la cena que Jin-ah me había servido, y un par de botellas de soju. Empaqué una pequeña casita de campamento y lo necesario para tratarme los síntomas de la luna roja, por si era necesario. Al menos tendríamos una cena sin importar que el lugar de reunión fuera un lúgubre cementerio. Le daría doble sorpresa: una, por aparecer de imprevisto y la otra, cuando notara cuánto he mejorado. Sabía que se pondría feliz cuando viera con sus ojos lo mucho que he sanado.
Decidí hacerle caso a Jungkook de que cada día debía pasarlo feliz. Debía estar con él todo lo que pudiera antes de que Jeon se lo llevara lejos de Full Moon. Todo estaba yendo de maravilla esos días, incluso, ni Jihyo me pudo robarme la paz. Supe que desde que discutimos solo bajaba a comer y luego se volvía a encerrar en su cuarto. Pero no fui a verla ni la mandé a buscar para que no confundiera las cosas de nuevo. Era mejor así.
Tomé la mochila que contenía todo lo que reuní y me vi en la necesidad de utilizar el atajo del sótano para salir como un prófugo de mi propia casa, de manera que Min permaneciera creyendo que aún me encontraba en el domo. No podía permitir que los vigilantes de la salida del parqueo me vieran, así que esperé durante muchos minutos a que la zona estuviera despejada.
Decidí no llevar una linterna para no correr el riesgo de ser atrapado con facilidad. Por suerte podía contar con que mi visión nocturna era bastante mejor que la de los demás. Tuve mucho tiempo de reflexión en el camino a pie hasta el cementerio, pero por más loca que entendiera que era mi idea, menos quería convencerme de echarme para atrás.
Caminaba con prisa y corría por momentos, tuve que salirme del camino en unas cuantas ocaciones para no ser descubierto por los guardias, era agradable caminar sobre las hojas amontonadas o regadas sobre el pasto, el olor a sabia, a yerba y a hojas secas me daban cierta sensación de libertad. El traje negro que me había puesto se estaba echando a perder con todos los jalones de ramas y malezas y por lo mucho que estaba sudando. Fue difícil caminar entre algunas malezas hasta aproximarme a la zona que buscaba.
Desde antes de llegar a la entrada del cementerio, anduve durante un rato tentando la suerte de encontrarme con Jungkook o posiblemente algún compañero suyo, pero tardé mucho tiempo sin ver a nadie.
Vi una silueta contra la luz de una lámpara, un hombre que se movía con aburrimiento sentado sobre una de las lápidas y me aproximé con cuidado. Cuando la figura estuvo lo suficientemente clara y cerca me volteó a ver, para mala suerte, no era Jungkook y para buena suerte, era un novato que no me reconoció.
El chico se alarmó un poco, pero solo al principio, se calmó de inmediato cuando me presente con un nombre falso. Me hice pasar por un mandadero de la mansión y el muy tonto me creyó o eso me hizo pensar. Me informó que Jungkook había sido relevado y enviado a otra misión más sencilla porque estaba enfermo de gripe, estaba empezando a tener fiebre y podía empeorar si amanecía a la intemperie. Me preocupé. El guardia no sabía a dónde había sido reasignado su compañero o quizá cumplía con su deber de mantener la confidencialidad.
—Hay un mural en el salón central de reuniones junto al gran calendario —me dijo cuando ya iba caminando cabizbajo hacia la salida—. Allí se publican los nombres por orden alfabético más el puesto correspondiente de cada uno en cuanto cambian las actividades semanales, mi cambio fue registrado allí y seguro el de Jungkook también.
Agradecí al guardia de turno y Miré mi reloj antes de apurarme a seguir la dirección del dichoso salón, eran las nueve y treintisiete minutos, tenía un poco más de dos horas para averiguar el paradero de Jungkook.
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Cuando llegué al patio delantero del centro algunos se asombraron al verme, pues debían haberme reconocido, ya que de inmediato hicieron una reverencia de noventa grados. Ya era tarde para retractarme de mis impulsos, en poco tiempo iba a tener a Min y a sus hombres encima de mí.
Pedí que me indicaran dónde encontrar el salón de los murales y uno de ellos se ofreció a llevarme hacia la entrada. Le di las gracias al guardia y le pedí que me permitiera seguir solo.
Cerca de la puerta de la edificación había dos jovencitos charlando y riendo, uno era muy alto y esbelto, la otra era delgada, de ojos grandes, redondos y sonrientes. Ambos se me quedaron mirando, la chica quedó sin habla por completo, al principio, el chico estuvo un poco aturdido, pero pronto se puso conversador. Me tendió un puño cerrado con natural simpatía mientras se acercaba a mí. La chica se quedó inmóvil detrás de él y su sonrisa se había desvanecido. Me miraba con ojos entrecerrados y ladeaba la cabeza como si buscara algo sospechoso en mí.
Lo del puño era algún tipo de saludo de los jóvenes de hoy en día, lo supe porque recordé haber visto a Jungkook-ah y a Jimin-ah hacerlo en varias ocasiones.
Choqué sutilmente mi puño con el del chico y él me sonrió, no parecía darse cuenta de quien era yo. Pero dudaba de si la chica lo adivinaba o no, pues se quedó en su mismo lugar detrás de su compañero pareciendo petrificada.
Adentro del salón se escuchaba el reverberar de las voces de otros guardias.
—Un nuevo recluta —Anunció el chico en voz alta, solo eso bastó para que el resto del grupo que estaba dentro del salón se asomaran, miraran hacia nosotros y se formara un silencio muy incómodo—. ¿Cuándo llegaste? —continuó el chico con total naturalidad—. !Wow! Eres muy apuesto, hyung, ¿lo sabes? Estaré en un nivel más alto que tú, pero te ves mayor que yo, ¿te molesta que te llame hyung? Es que me gusta llamarle correctamente a los mayores.
—Mucho gusto... —respondí con una mirada suspicaz. Esperé un instante a que él pronunciara su nombre, pero solo se acercó más a mí e hizo un leve choquecito de hombros conmigo mientras sonreía—. ¿Tu nombre?
El chico se rascó la parte posterior de la cabeza y sonrió más ampliamente.
—¡Ay! Lo siento, soy Choi Soobin y tú?
Para ese momento, ya todos los guardias que estaban dentro de la sala y la joven que estaba detrás del chico estaban imitado en silencio a aquellos que habían hecho la inclinación de saludo y se mantenían en la misma posición. Uno de los primeros que parecieron reconocerme, abandonó su lugar, abriéndose paso entre sus compañeros y habló en voz alta aún mirando hacia sus pies.
—Señor, es un honor tenerlo por aquí, por favor, le ruego que disculpe a nuestro joven compañero Choi por su ignorancia.
Cuando regresé la vista, Soobin se encontraba pálido y boquiabierto, su expresión era una verdadera lucha entre el pánico y el asombro. Para ese momento había notado que todos sus compañeros se inclinaban ante mí.
—Saluda al señor Kim como corresponde, Choi —masculló la joven guardia que estaba más cerca de nosotros.
El asombro se hizo más grande, pero el pánico pudo más cuando ella mencionó mi apellido en voz baja.
—¿Señor Kim? —el chico calló de rodillas, encorvándose con la cara hacia el piso y su cuerpo literalmente estaba temblando, no supe si es que se había puesto a reír o a llorar en silencio.
—¿A qué debemos este gran honor, señor? —inquirió el mismo hombre que aún se encontraba todo recto y mirando hacia sus pies—. ¿En qué podemos servirle?
Antes de responder, opté por quedarme en silencio mirando con lentitud y concentración al rededor en busca del famoso calendario y el mural, pero no habían más que cuadros de pinturas y pantallas de televisores en las paredes.
«El guardia de antes me mintió». Ya me estaba empezando a hervir la sangre.
El único que se había dirigido a mí y que parecía tener el más alto rango entre los presentes y el mayor en edad de todos por un amplio margen, se fue acercando poco a poco.
—Imagino que está muy molesto por la insolencia de Soobin-ah. No se preocupe, pronto recibirá el castigo merecido. ¡Felix! —llamó con suma autoridad a otro de los presentes quien respondió de inmediato poniéndose recto. Era otro chico muy joven—. Escolta a Soobin-ah hasta su habitación y vigílalo para que espere ahí y no de más problemas.
—Sí, señor.
Me di cuenta de que mis manos estaban echas puño cuando alcé uno de mis brazos para impedir que el chico llamado Felix moviera al asustado Soobin.
—No, por favor. Déjalo.
El guardia que aún no me había dicho su nombre se acercó unos pasos más.
—!Ah! Comprendo. Me disculpo por no preguntar primero si deseaba aplicar el castigo usted mismo.
—¿Cuál es tu nombre? — pregunté ladeando la cabeza. ¿Este tipo pretendía ser una copia de Jeon?
—Seungri, señor. A su servicio.
—Señor Seungri, no vine aquí a crear problemas o alborotos, no hay nada que castigar, El joven Choi solo ha sido amable conmigo, ¿por qué la idea de castigar la amabilidad?
—Pero, señor, él ha visto su rostro y tan solo hacer eso conlleva un castigo y posiblemente, el despido, está establecido en las políticas.
Esta vez, yo fui el que caminó para acercarme un poco más hacia Seungri. Puse mi mano izquierda en su hombro y le pedí que me mirara. Con una exaltación y un pesar, hizo como solicité.
—Ahora, tú y Soobin están en la misma situación. ¿Qué hacemos?
—Pero, señor, con todo respeto, eso... Eso no es justo.
—¿Crees que no lo sé? Lo que debemos reconsiderar es si tu situación es menos o más injusta que la de Soobin. ¿No crees?
—Entiendo su punto, señor. Me prepararé para recibir el castigo que merezco.
Sinceramente me recriminaba a mí mismo por perder el tiempo con la imitación barata de Jeon. No pude evitar mi irritación y revoleé los ojos con fastidio.
Volví a mirar mi reloj y supe que debía apurarme.
—Lo que se necesita, es que entiendas que Soobin no recibirá ningún castigo. Haya tú si quieres ser castigado. Ahora, si me permites, necesito encontrar el mural de actividad de los hombres de negro. ¡Soobin, ven aquí, por favor!
Le llamé para pedirle asistencia, creo que era el más apto para ayudarme a encontrar lo que necesitaba.
El chico se puso de pie mientras se secaba la humedad del rostro. Le pedí ver la lista de cambios de asignaciones de aquella hora, él me guió en silencio y temblando hasta la pared que estaba justo al traspasar la entrada, en la cual se encontraban dos grandes pantallas. Una, mostraba el calendario del mes y la otra, una lista de nombres y sus respectivos puestos y actividades, esa última cambiaba cada tanto, pues el listado era muy extenso.
—¿Cómo encuentro la lista de los hombres de negro? —apremié al muchacho que en ese momento ya se encontraba solo un poco más calmado.
—¿Cuál de ellas? —preguntó con timidez y al notar que me quedé pensando sin entender, agregó—. ¿No sabe cuáles son las listas de los hombres de negro?
Yo negué con la cabeza y el chico sonrió avergonzado. Con la nariz toda roja, era muy tierno.
—Ah, yo le diré: La de los iniciados, la de infantería letal, la de supervisores de vigilancia, la de ciberseguridad, la de élite y la de alto mando.
Luego de escuchar una larga cátedra acerca de las listas y de leer cada una, descubrí que Jungkook no se encontraba en ninguna de ellas. Si a los hombres de negro solo les correspondía supervisar las vigilancias ¿eso convertía a Jungkook en un simple guardia? Pero recibía órdenes directas de Min, tal como los hombres de negro, no entendía cuál era su maldito puesto y por qué no estaba en la lista.
Suspiré con los hombros caídos, la operación había sido todo un fracaso y ya imaginaba a Jin-ssi diciéndome "te lo dije", aunque al menos conocí a aquel niño. Decidí que lo llevaría conmigo para evitar que le impusieran el estúpido castigo. Después de todo, yo fui el causante de que se encontrara en aquella situación.
Me despedí y dejé en claro que Soobin sería mi escolta hasta la mansión y cuando nos acercábamos a la salida le expliqué a Soobin que lo llevaba conmigo para evitar que fuera castigado y en el momento en que él me estaba agradeciendo no pude entender bien sus palabras gracias al aumento de volumen provocado por el reverberar las voces de los guardias que habíamos dejado atrás.
Consulté mi reloj una vez más y me dispuse a apurar el paso para regresar antes de que se hiciera más tarde aún.
No di ni el sexto paso fuera de la cerca que rodeaba la edificación cuando Soobin corrió como un cachorro detrás de mí. Sentí que la manga de mi chaqueta estaba siendo jalonada. La mano de Soobin se aferraba a la tela y con la mirada seguí el hilo de su brazo hasta su rostro.
—Es Lisa —articuló con timidez—, ¿no escuchó? Están diciendo que ella también le vio el rostro y será castigada. ¡Escúchelos!
—No puedo volver, podría ser que otro guardia también me vea. Ve por ella y alcáncenme —le ordené después de pensarlo unos segundos.
—Pero, Seungri no me permitirá que...
—Ese Seungri, ¿se atrevería a desobedecer una orden de mi guardia personal?
El chico se impresionó por lo que le pregunté, sonrió con timidez y luego negó moviendo su cabeza con vehemencia.
—Tomaré el camino hacia la mansión, asegúrate de traerla y alcanzarme.
Dicho esto, el chico corrió sobre sus pasos hacia el centro y yo empecé mi camino de regreso a la mansión sintiéndome desanimado, estúpido y preocupado por Jungkook.
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Mientras caminaba sin demasiada prisa el viento ligeramente frío del otoño me alborotaba la ropa y el cabello que salía por debajo de mi gorra . «Debí ponerme un gorro de lana en vez de una gorra de béisbol». Pensé al escuchar el susurro del viento entonar silbidos fantasmagóricos y persistentes en mis oídos.
Me encontraba abrazándome a mí mismo sin percatarme de que estaba haciendo más frío del debido. Las hojas de los árboles empezaron a caer con más prisa y a remolinear con cierto salvajismo, siendo llevadas por la apabullante brisa. El ambiente poco a poco se empezaba a cubrir por una ligera niebla.
«¿Será que está por llover?». Me pregunté cuando de pronto la figura de un enorme perro negro apareció frente a mí a unos cincuenta o sesenta metros de distancia sobre el estrecho y adoquinado camino. El canino fantasmal, de pecho amplio y complexión robusta, estaba rodeado de un aura extraña y oscura, sus ojos fieros eran como llamas rojas encendidas, brillaban como los faros de un auto, haciendo que resaltaran la negrura de su pelaje enmarañado.
Detuve mi andar en cuanto le vi a los ojos. A aquel ser espeluznante y paralizante, lo había conocido antes, estaba seguro, su presencia me era familiar, pero no recordaba de donde. Seguí inmóvil incluso cuando escuché las voces juguetonas de Soobin y Lisa acercándose. En otro momento habría sonreído por que el chico logró traer a la muchacha en menos tiempo del que esperaba.
La figura espectral del gran canino, al igual que yo, se encontraba inmóvil en medio del estrecho camino.
—¡No lo mire a los ojos! —escuché gritar a la voz femenina, antes de que la dueña corriera alebrestada y se colocara delante de mí con su espada de práctica desenvainada.
Soobin corrió después de ella y se adelantó para darle el frente a la muchacha, quedando de espaldas hacia el misterioso camino.
—¿Qué crees qué haces, Lisa? Ya le vimos el rostro. ¿Qué te pasa? ¿Te estás volviendo...
La chica empujó con suma fuerza a Soobin y le ordenó que cerrara los ojos.
—Has lo que ella te dice, Soobin —aseveré calmado sin dejar de mirar al perro.
El chico se puso de pie mirando hacia el camino y luego cerró los ojos.
—¿Qué es lo que está pasando? No entiendo nada.
El perro hizo una casi imperceptible reverencia y se salió del camino rumbo al sur. Lisa bajó la guardia después de casi un minuto de cuando la criatura y la niebla habían desaparecido.
—¿Cómo es que eres capaz de verlo? —inquirí lleno de sorpresa.
—Tengo descendencia chamánica, señor, nací con el don por herencia, pero decidí que no viviría de eso. Prefiero ser joven y rica, si no es mucho pedir.
He escuchado que las mujeres chamanes son mucho más poderosas que los hombres y su poder es casi ilimitado cuando el don es heredado de nacimiento y no desarrollado mediante prácticas. Total, a los clientes que buscan esos servicios no les gusta escuchar la verdad, prefieren que les mientan siempre y cuando les digan lo que quieren oír.
—¿Qué? Nunca lo habías mencionado antes —intervino Soobin— ¿Y qué se supone que debiste ver?
—¿Sabes qué era esa cosa? —cuestioné ignorando al chico.
La chica asintió sonriendo.
—Es conocido como un ente espectral nocturno que lleva distintos nombres en diferentes culturas. Pocas personas han vivido a lo largo de la humanidad para contarlo. Esa no es su forma usual, pero es la que toma cuando, en vez de ser llamado, quiere ser él quien lleva la muerte a alguien muy poderoso, ya que en su forma usual no puede ser visto por ningún ser vivo. En cambio, en su forma animal puede ser visto y causar la muerte instantánea a quienes miran de cerca sus ojos y si acaso los ven de lejos la muerte solo tardaría un poco más en llegar, aveces unos días y puede que hasta meses.
Cuando Lisa completó aquella explicación Soobin empezó a aplaudir y a reír como un maniático.
—Ay, Lisa —Soobin hizo una pausa para jadear—. En verdad eres muy buena, me acabas de dar un buen susto con esta broma.
—¿Y cuál se supone que es su forma usual? —inquirí, interesado.
—Esa forma que acabamos de ver sólo puede tomarla una parca de alto rango, dicen que cuando lo hacen es porque no están de buen humor o porque a quien buscan se ha escapado de la muerte y los ha dejado en vergüenza.
«Lo sabía, sí, sabía que esa presencia me era familiar. Era mi parca, la que ha conversado conmigo tantas veces».
"Eres la causa de mi mayor vergüenza, Kim Taehyung".
«¿Será que esta es la forma que ha buscado para causarme la muerte al fin?».
Tal vez lo había buscado antes, pero esta es la primera vez que lo veía porque nunca solía salir solo de la mansión, tal vez no le había dado la oportunidad de mostrarse en su forma animal hasta esa noche.
Soobin se volvió a poner serio ante mi conversación con su compañera.
—¿Usted no le miró a los ojos, ¿verdad, señor? —quizo averiguar la joven con cierta nota de preocupación en su voz.
Yo negué, decidí mentirle aunque ciertamente vi con suficiente claridad esos ojos rojos y brillantes hasta la incandescencia.
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Llevábamos unos tres minutos caminando después del avistamiento de la criatura extraña. Soobin fue el único que no lo vió, así que venía todo el camino haciendo preguntas sobre ello.
—Entonces, si es la primera vez que vez a ese perro, ¿cómo saber que no te confundiste con un perro normal?
—Ahora que dices eso. No es el primer ser en forma de animal que veo en Full Moon —mencionó reflexiva la jovencita— justo el pasado domingo me topé con un zorro rojo que casi puedo jurar que se trata de un *gumiho. Pero preferí no decir nada por miedo a que piensen que estoy loca.
—Aaaaaah! Sí, claro. Y el señor Kim es un hombre lobo que le aulla a la luna llena y yo, como soy tan inteligente, soy la reencarnación del Rey Sejong el grande.
Lisa le dio un zape en la parte posterior de la cabeza al chico, pero antes de empezar a reclamarle o volverle a pegar se quedó inmóvil en cuanto escuchamos a lo lejos el ruido de motores de automóviles. Min y sus hombres ya venían conduciendo en dirección hacia el centro. Si nos quedábamos en el camino, en poco tiempo seríamos interceptados.
Decidí sentarme a esperarlos. Igual iba de regreso a la mansión, mejor volver en auto que a pie.
—Por favor, no miren mi rostro mientras estemos delante de ellos —les aconsejé a los niños—. Así les evito un mayor problema.
Ambos chicos asintieron sin titubear.
Cinco autos se detuvienron en fila en medio del estrecho camino y a pocos metros de nosotros, sus luces eran muy altas y bastante molestas para mis ojos. Los chicos se asustaron un poco cuando los hombres de negro se lanzaron desde el interior de los todos los vehículos con gran aparataje.
Lo que no vi venir fue que uno de ellos era el mismísimo Jeon. En cuanto figuré su rostro inexpresivo puse cara de ¿qué mierda hace él aquí?
—Recibimos un aviso de que usted estuvo en el centro de los guardias novatos. Revisamos el estudio, el domo y su habitación ¿usted tiene alguna idea del miedo y la desesperación que sentimos al no encontrarlo?
—No hay porqué exagerar, Jeon. Solo salí a dar una vuelta por un par de horas.
Mi joven , pero viejo amigo se adelantó y, con pasos lentos, me rodeó observándome con atención. Lo sabía, estaba hecho un desastre con el cabello chorreado debajo de aquella gorra, pegado a la piel por el sudor y ni qué decir del despilfarre de mi atuendo. Me sacudí ante la escalofriante sensación de su mirada inquisitiva sobre mí.
—Una vuelta. Más bien parece un viaje con alguna misión. ¿Y la mochila?
Miré de mala manera a mi amigo. Me estaba haciendo sentir como un niño regañado.
—Estaba pensando en cenar afuera —respondí entrecerrando los ojos—, pero quería salir solo.
Hizo una mueca rara.
—Se ve muy pesada —acotó antes de hacer una señal a un chico alto y de facciones felinas al que llamaban Leo.
El chico se me arrimó con rapidez con intenciones de sacarme la mochila. Pero no se lo permití, sabía que la revisarían de inmediato y encontrarían que el contenido y la cena era para dos.
—No te atrevas a tocarme, Leo.
El aludido se inmutó, paralizándose por completo en el acto.
«¡Oh my God! ¡El señor Kim sabe mi nombre!». —le oí decir y su voz tenía un efecto muy conocido para mí, como si estuviera debajo del agua, me dio la impresión de que él no había movido sus labios, así que podía ser posible que acabara de escuchar un pensamiento suyo.
—Lo siento mucho, señor —se disculpó el chico alternando su mirada entre mis zapatos y el rostro de Jeon.
—¿Qué dijiste? —la pregunta no era necesaria, pero ya la había soltado al aire. Pronto comprobé que lo que escuché sí fue un pensamiento de Leo, por que de inmediato empecé a escuchar más voces dentro de mi cabeza.
«No lo entiendo, bueno, por algo nos dicen que no nos pagan por entender»
«Está chiflado, en vez de cenar como un rey sale a andar como un mendigo por ahí».
«Podría aprovechar cualquier momento para ver su rostro. No, no, mejor no, Min es un lince ¿y si me descubre mirando?».
«Pobrecito, no suena bien. Debe sentirse acosado».
«¿Qué le pasa?, ¿está loco o qué ?».
«El señor Jeon lo está avergonzando. ¿Está bien que lo trate de esa manera?».
Me acuclillé sosteniendo mi cabeza con ambas manos, mi habilidad había despertado y mis propios pensamientos se enredaban con los de ellos. «¿Cómo es posible? «Nayeon está en seoul». Pensé confundido. Me dolía mucho la cabeza. ¿Cómo es que recuperé mi habilidad de la nada sin que Nayeon estuviera cerca?
—Señor, ¿está bien? —escuché la voz preocupada de Soobin, percibí con dificultad que ese no era un pensamiento, pues su sus sonidos eran tan claros y vividos como las voces reales.
Después de no escuchar nada en tanto tiempo, mi habilidad regresó con una magnitud impresionante, tanto que era difícil distinguir las voces de los pensamientos con las del habla real.
El toque en mis hombros de unas manos conocidas me hicieron abrir los ojos, era Jeon. Su rostro endurecido no mostraba preocupación o algún indicio de humanidad. Siempre era así cuando estaba en presencia de sus subordinados o cualquier testigo.
—¡Haz que se vayan! —pedí apretando los ojos.
—Vuelvan a sus autos —ordenó Min de inmediato.
—¡Que se vayan! —grité y mi dolor de cabeza empeoró.
Todos se movilizaron con rapidez, Min preguntó a Jeon qué hacer con los "guardias", refiriéndose a Soobin y a Lisa, estaba pensando en mandarlos junto a sus hombres para tenerlos vigilados y yo le pedí que no los tocaran pero que los alejaran de mí al menos a cien metros de distancia. En poco tiempo solo dos autos quedaron, aún sus luces me provocaban jaqueca. Aún las voces de esos dos niños se escuchaban apagadas en el fondo de mi mente.
—El Chamán estuvo en el domo antes del aviso, pudo haber informado primero que usted no se encontraba dentro, pero el maldito no dijo nada y simplemente anunció que usted había mejorado mucho y que ya se retiraba a su casa.
Al escuchar esas palabras, me acordé de lo tarde que ya debía ser. Consulté mi reloj y ponía las doce y cinco de la noche. Lo extraño es que no sentía ningún síntoma a parte del dolor de cabeza.
Toqué mis mejillas y estaba fría, toqué mi frente y estaba sudada y fría, luego hice lo mismo con mi cuello y todo estaba bien, no sentía ningún indicio de que iniciaran esos retortijones en mis órganos, no había calentura, no había nada, salvo aquel dolor de cabeza.
Me reí como un loco y mi cabeza fue molesta, pero no me importó. Eso no era absolutamente nada comparado con lo que me había librado.
—¿Acaso ese miserable lo ayudó a escaparse?
—¡Por supuesto que no! Creo que el viejo solo supo que hoy no lo necesitaría —volví a reír.
Dios, estaba feliz. Terriblemente feliz. Tenía tantas ganas de celebrar mi sanidad con Jungkook.
—Sí, comprendo —asintió Jeon con una mirada llena de suspicacia—. Traje lo necesario para que sea atendido dentro del auto. Ya es muy tarde, por favor, entre para que le apliquemos el tratamiento.
—¿No escuchaste lo que acabo de decir? —grité aún sonriendo.
En el rostro de Jeon apareció un indicio de sorpresa, que desapareció al instante. Luego, solo me entregaba una mirada confusa.
—¿Puedes averiguar si el reloj ya sonó? —solicité esperanzado de que al fin todo acabara.
Esa pregunta encendió los ojos de Jeon con una luz que nunca le había visto. Hizo una señal a Min y el aludido de inmediato se comunicó usando su aparato. A los pocos segundos negó.
—No ha emitido sonido alguno, no hay indicios de que la última placa se haya quemado.
Suspiré desanimado.
—Cierto, falta lo más difícil, falta que yo desee de corazón que la maldición regrese a mí —susurré desganado.
Y volví a hacerme la misma pregunta con impotencia: "¿A cuál Dios estúpido se le ocurre que alguien iba a querer esa maldita enfermedad devuelta?".
Me retorcí golpeando el aire con rabia
Si no tenía ese deseo de corazón, posiblemente la enfermedad regresaría y no me dejaría por el resto de mi vida.
Ese sentimiento que llaman rencor se instaló en mí. Si decía en voz alta que deseaba tener esa enfermedad devuelta era una mentira. A esos dioses no había forma de engañarlos, pero ellos se burlaban de mí llenándome de esperanza para luego arrebatármela.
Era una forma muy cruel de hacerme entender que era imposible que yo sanara. Era una forma descorazonada de hacerme recordar que yo era nada.
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Hola! Tuve un lapso de inspiración en estas semanas y adivinen quien se ha bloqueado otra vez...
Si hay algo que quieren que sea aclarado (del contenido desde el inicio hasta este capítulo) en los próximos capítulos, por favor escribir un comentario aquí 👉🏻
Sería de mucha ayuda, atrévanse a comentar sin importar de qué se trate su inquietud. Así tal vez ustedes se den cuenta de algo que yo no, y pues me ayudan a dejar menos cabos sueltos.
Gracias por llegar hasta aquí conmigo, espero que hasta el final este FF les siga pareciéndoles entretenido.
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