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Capítulo 37



Capítulo 37

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MEDIAS VERDADES
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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱

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Me desperté y sintiéndome extrañado, pero maravillado del paisaje que apareció ante mis ojos. Aún era de noche, la luna creciente brillaba sobre el cielo estrellado y regalaba una luz tenue que traspasaba el grueso cristal del domo, que de no ser por ello, todo el lugar estuviera sumido en una incómoda penumbra. Sonreí feliz, nos habíamos quedado dormidos después de un largo silencio, tras habernos entregado el uno al otro.

Miré hacia su lado de la cama, esperando encontrármelo a mi lado, sin embargo, aquel espacio estaba vacío.

Rápidamente encendí la luz de la mesita de noche, empecé a barrer la estancia para buscarlo y lo encontré muy cerca, al otro de la cama, sentado en una butaca con las piernas encogidas en forma fetal. Su bata lo cubría a medias mientras sostenía un pozuelo humeante en sus manos.

Me observaba como si llevara algún tiempo esperando a que yo despertara y sonrió tan bonito cuando le miré a los ojos. No podía creer que ese ser maravilloso fuera mío.

Él dejó su pozuelo sobre la pequeña mesa de luz y se lanzó a la cama como si se tratara de una piscina. Reí divertido por su comportamiento y el rió conmigo mientras se acomodaba a mi lado y yo le rodeaba con mi brazo derecho.

—¿Estuviste observándome mientras dormía?

Él asintió ante mi obvia pregunta con una sonrisa en sus labios.

—¿Qué hora es? ¿Cuánto llevas despierto? ¿No dormiste ni un poco?

—Son las doce y trece. Dormí como media hora antes de que Jin-ssi llegara.

—¿Jin-ssi? —repetí en forma de pregunta al tiempo que me senté de golpe.

Él me tranquilizó mientras yo miraba hacia todos lados en busca de la figura del mencionado.

—Cálmate, hace rato que se fue, solo estuvo por unos pocos minutos y se marchó en silencio para no despertarte.

Me preguntaba cómo podía estar tan tranquilo cuando Jin-ssi nos había descubierto.

—Pero... él ya sabe que...

Él río entre dientes y se sentó para dejar caer sutilmente su cabeza sobre mi regazo.

—Con Jin-ssi no hay de qué preocuparse. Es mi especial y fiel confidente, él sabe todo.

Yo suspiré aliviado, sintiendo cómo mi ritmo cardíaco empezaba a desacelerar. Eché la cabeza hacia atrás para sonreír sin que él lo notara.

—Entonces, cuando Jin-ssi se fue, ¿solo te quedaste observándome? ¿Te gusta observarme?

Él asintió pequeñito, haciendo cosquillas en mi piel con el movimiento de su cabeza.

—Me gusta la forma en la que haces todo. Eres muy talentoso. Hasta en cosas que nunca imaginé.

Sonreí, medio socarrón, medio burlón.

—¿Cómo debo interpretar eso? ¿Tengo talento para dormir? —mantuve aquella expresión socarrona.

Él soltó una hermosa y suave carcajada y negó con su dedo índice.

—Eres buen bailarín, habías dicho que eres bueno en muchos deportes, pero no mencionaste que bailas tan bien. Disfruté mucho verte en esa faceta esa noche —se aclaró la garganta antes de continuar—. Si no fuera por lo frustrante que fue escuchar a todos repetir lo bien que te veías con Mina, hubiera disfrutado demás la función.

Me removí incómodo, por el tema. Me molestaba que se estaba creyendo el malentendido, que pensara que me traía algo viejo con mina.

—No era una función, solo bailábamos de lo más normal, fue divertido para mí dejarme llevar por la música, recordé viejos tiempos con mi hermana, hasta que llegó ese momento tan incómodo e inesperado.

—Debiste estar muy sorprendido.

—Como no tienes idea —bufé bajito, recordando la situación.

—Caíste como el niño inocente que eres a veces.

Él hizo un gesto de burla con una sonrisa de medio lado. ¿Pero por qué se burlaba?, no fui el único que tropezó con aquella pequeña piedra. Era como ver a un elefante burlándose de las orejas de un conejo.

—Me pregunto si para ti fue tan fácil ser embaucado con Nayeon como yo lo fui con Mina. La verdad es que aún me siento como un tonto por caer en esa situación, pero al menos yo no voy a ser el papá de un bebé que no existe —me defendí.

Kim me miró con sorpresa en sus ojos, como si al principio no pudiera creer lo que acababa de escuchar. Solo ese día en el baño me atreví a sincerarme con él respecto a mis pensamientos sobre mi hermana. Él nunca propuso un tema que fuera más allá de lo superficial o necesario cuando se trataba de ella. Supuse que respetaba la importancia de mi amor hacia Nayeon y que era un tema más delicado que nuestra propia y extraña relación.

—Las mujeres tienen una astucia innata para embaucar y conseguir lo que desean. Saben cuál es el momento indicado para actuar. Tus hermanas son el vivo ejemplo.

Esas palabras me parecieron tan ciertas. Desde el domingo en la madrugada me pasé el resto de los días recordando lo que sucedió y cómo pasé de ser el hermano de crianza de Mina a ser su supuesto novio.

Mientras estábamos en la fiesta de cumpleaños de Nayeon, Mina se acercó a mí para pedirme que bailara con ella por cuarta vez, estaba un poco tomada y parecía encontrarse bajo los efectos del alcohol, pues se había estado acercando demasiado al punto de traspasar los umbrales de mi espacio personal, lloriqueaba en falso y hacía aegeos de súplica muy tiernos que provocaban que me sintiera apenado.

Necesitaba zafarme de ella sin lastimar su orgullo y empecé a mirar alrededor en busca de ayuda cuando me encontré con la escena del tío Heechul caminando en dirección hacia Kakita, quien se hallaba sola frente al mesón del mini bar donde servían las bebidas.

—Okey, lo haré cuando vuelva, espérame aquí —le pedí a Mina mientras me alejaba de ella de forma repentina—no te muevas de ahí —. Le recalqué alejándome en dirección hacia el mini bar.

—¿Con o sin alcohol, mi señora? —le preguntó Jin-ssi a Kakita antes de llenar el vaso que ella portaba en una de sus manos de un dulce ponche de frutas que yo también había probado minutos atrás, él era uno de los que estuvo sirviendo detrás del mesón junto a la dama que siempre acompañaba a mi hermana, además de Bam-ssi.

«¿Mi señora? pero ella aún no es la señora, maldito traidor».

No sé por qué pensé en Jin-ssi como un traidor. Yo no tenía derecho sobre Kim y además, no era como que el chef y yo fuéramos amigos. De igual manera era inminente que de forma eventual el matrimonio entre mi hermana y el hombre que amo sería un hecho más temprano de lo que esperaba.

Ella sonrió con suficiencia y señaló su vientre plano.

—Querido, si recordaras mi estado actual sabrías que es obvio que debe ser sin alcohol. El heredero de Full Moon debe crecer fuerte y sano.

Detuve mi andar por las sensaciones que me provocó el choque de mis pensamientos contra la actitud de mi hermana. Por un momento me desenfoqué totalmente y me entró un deseo loco de desquitarme con alcohol y un par de cigarrillos. Llegué a una de las esquinas del mini bar lo suficiente lejos para no llamar la atención del tío Heechul, quien había llegado a interceptar a una distraída Nayeon casi al otro extremo de la barra.

—Has crecido bien, sobrina. Has logrado muchas cosas, mucho más que el salvaje de tu hermano.

La verdad es que se me sobraban las ganas de borrar esa sonrisa burlona de su rostro con un solo puñetazo. Pero decidí no ser tan impulsivo y fácil de provocar. No era tan tonto, sospechaba que el tío Canas me estaba vigilando desde su cómodo asiento. Por tal momento, solo me limité a escuchar al idiota del tío Chul, pues sabía que él tampoco podía hacer nada en contra de mi hermana. Al menos no físicamente.

—Así es —respondió ella con una sonrisa más falsa que la quietud de mi alma en ese momento—, tuve la suerte de encontrar a mi destino, gracias a tu insistencia de enviar a esos malditos sicarios a matarme. Incluso hasta en Dinamarca.

Al escuchar que ya Kakita lo sabía todo, aquella despreciable sonrisa se borró del rostro del tío Chul. Parecía confundido, realmente confundido. Su expresión lucía tan genuina, o tal vez su actuación había mejorado notablemente.

—¿Matarte? Explícate mejor, Nayeon-ah —su ceño se encontraba fruncido y bien marcado—. ¿De qué mierda estás hablando?

Ella dio varios pasos para acercarse al nervioso hombre de traje blanco y bastón.

—Si viniste a terminar el trabajo en persona, temo decirte que aquí no podrás hacerme daño.

Ella le dio un gran trago al vaso que Jin-ssi le había llenado.

—¿Hacerte...? ¿Cómo...? No, no, no. Espera... A mí me costó mucho tiempo poder llegar aquí y, ahora que por fin lo he logrado, resulta que tú quieres inventar una historia para inculparme de alguna atrocidad y hacer que me echen. Eres más perra de lo que imaginé. Pero no voy a permitir que...

Cuando mi hermana hubo terminado el contenido de su vaso hasta el fondo interrumpió lo que fuera que el tío Chul iba a decir para amenazarla.

—¡Es mi cumpleaños! —elevó la voz dejando el vaso de forma brusca sobre el mesón—. No voy a desperdiciar mi tiempo conversando con alguien que me quiere ver muerta—aclaró antes de girarse y azotar su larga cabellera castaña justo en el rostro de nuestro tío.

Él quedó boquiabierto observando la figura de Kakita mientras ella se alejaba contoneándose con pasos seguros hasta unirse al grupo de chicas que bailaban y reían juguetonas al compás de la música.

En ese momento sentí unos brazos rodeando mi torso.

—Está sonando mi canción favorita —una alcoholizada y risueña Mina me miraba con súplica cuando volteé a ver de quién se trataba—¿Cuánto tiempo más debo esperar?

«¿Era esa una pregunta retórica con respecto a mi promesa de hacía un momento? Porque también parecía tener doble sentido».

Recordé la noche que ella confesó sus sentimientos por mí cuando yo tenía 17 e igualmente de aquella ocasión en la que me suplicó que la ayudara a perder su virginidad cuando yo cumplí los 20, en ambas ocasiones ella estaba un poco rara, y me pregunté si estaba bien darle alguna esperanza, al menos para sacarla a bailar.

—No mucho, yo te aviso, ¿sí? —fue lo primero que se me ocurrió para quitármela momentáneamente de encima —voy a fumar un momento, lo haremos cuando termine.

Ella asintió tímida, pero feliz y fuertemente sonrojada.

«¿Qué carajos habrá entendido?». Me pregunté mientras me dirigía hacia la salida. Sentía que me asfixiaba estando allí adentro. Por un lado, estaba mi hermana recibiendo tratos por adelantado de la gran señora de Full Moon y, por el otro, estaba esa garrapata de Jihyo que no se le despegaba del lado a Kim.

Me dirigí hacia la cocina para salir al patio que había detrás, pues si salía por la puerta principal o la que daba con la piscina, me sospechaba que podría encontrarme con alguien más y necesitaba, aunque sea por un momento, estar solo con mi cigarrillo.

Desde el momento en que abrí la puerta trasera de la cocina me encontré con una escena de desastre. Jackson se encontraba corriendo como un loco detrás de quien sabe qué. Por mi parte, simplemente me dediqué a encender mi cigarrillo y a fumar mientras lo observaba divertido.

El tipo parecía un loquito. Apenas llevaba dos copetazos cuando me di cuenta de qué era lo que el rubio perseguía. Era mi fiel terapeuta que solo necesitaba un poco de libertad y aire fresco como yo, el pequeño conejito gris corría a gran velocidad y daba ágiles saltos delante de un exhausto Jackson.

«¿Cuánto tiempo habrá llevado persiguiendo al animalito»?

—¡Hey, Jackson-ssi!

Al instante de que yo abriera la boca la persecución terminó, Jackson miró hacia mi ubicación y prontamente se tropezó cayendo de frente y deslizando su cara y su estómago sobre la tierra. En cambio, el conejito que se había detenido a mirarme parándose sobre sus patas traseras, alzando sus grandes y puntiagudas orejas desvió su dirección y corrió directo hacia mí. Se detuvo a olisquear mis zapatos, rodeándome hasta saltar sobre mi torso, fue un momento de lo más épico para mí, me reí con gran ímpetu, ese animalito me hizo la noche, nunca pensé que me reconocería así sin más. Debí volverlo loco de tanto hablarle de mis problemas mientras lo cuidé como para que reconociera mi voz de esa manera.

Jackson se había levantado cuando caminé hacia él con la bola de pelos grises en brazos.

—¿Estás bien, bro?

El rubio asentía casi sin aliento y con mucho asombro a la vez.

—¿Cómo...? ¿Cómo lo hiciste, hermano?

En realidad, como no hice nada, simplemente me encogí de hombros.

—¿Ya Minho-hyung le puso nombre? —pregunté a un Jackson con la cara y la ropa llena de tierra que no se molestaba en sacudir, mientras el conejo trataba de olisquear mi oreja.

—¿Eso viene al caso? —preguntó sonriendo en asombro y señalando a la criatura como si no pudiera creer lo que veía—. Yo le llamaría Terco. Le queda excelente. Minho-ssi me lo encargó por el día de hoy, pero no ha querido comer nada, así que lo traje para ver si encontraba en la cocina algo que le gustara y ya vez en lo que terminamos. Creo que llevo horas persiguiéndolo.

Me reí a todo pulmón por como el rubio se tomaba las cosas y él empezó a reír conmigo.

Una vez que entramos a la cocina dejé al conejo sobre el mesón, aprovechando la ausencia de la señora Kim.

—¿Qué crees que estás haciendo, niño? ¡Baja de ahí inmediatamente a ese roedor! —Después de que Jackson terminará su imitación de la chef nos reímos a más no poder.

Una vez calmados Jackson buscaba en el refrigerador hasta girarse con una botella de leche.

—No pensarás darle eso, ¿verdad? Busca verduras y tortillas de arroz, aunque no lo creas su favorita no es la zanahoria.

—Hablando de favoritos, creo que Jung ha pagado por los platos rotos de tu hermana.

Y ya que lo mencionaba, no había visto a Jung en todo el día. Le di la menor importancia porque creí que debía estar libre.

—¿Por qué lo dices?

Es que vi cuando se lo llevaban hacia los adoquines que conducen al salón de tortura. Intercepté al grupo y él mismo me dijo que era una falta menor. Así que no hay que preocuparse.

—¿Estás seguro?

—Claro! Se lo llevaron más tarde a la clínica del doctor Um y si está ahí es porque seguirá trabajando en Full Moon. De otro modo, solo lo hubieran aniquilado.

Me moví de inmediato camino a la puerta.

—Si piensas ir ahora te aviso que las visitas no están permitidas a ciertas horas.

Me sentí culpable porque mi hermana no tenía idea de lo que Jung seguramente pasó por su culpa. Él debió prevenir a tío canas del plan mucho antes, pero se tardó en hacerlo y eso tuvo un costo.

Volví hacia el mesón, resignado, ya lo vería temprano al día siguiente.

Alimentamos al amiguito peludo y casi se comió medio paquete de tortillas de arroz crujiente. Al terminar, no puso resistencia cuando Jackson quiso cargarlo para devolverlo a su gran jaula. Mientras yo decidí regresar a la fiesta, pues sentía que me había perdido de la vista de todos por mucho rato.

Al entrar comprendí que nadie me había echado de menos, Kim seguía sentado en el mismo lugar con un trago de wiski y en medio de Tío Cañas y de la serpiente, al menos el viejo estaba ahí para sacarle conversación, impidiendo que la otra provocara a mi hermana; Nayeon seguía bailando junto a su grupo de amigas; Minho hablaba al oído a Jihyo, mientras que ella tenía la vista fija sobre la improvisada pista de baile; la señora Kim y mamá Choi tenían su propio ambiente, riendo y tomando como nunca había visto a la mujer que me crio, Jimin pretendía no disfrutar de la fiesta tomándose más en serio su papel de guardia que el de invitado, pues se alineó al lado del señor Min, quien se encontraba de pie y todo recto junto a una ventana y mirando directo hacia mí, más, al parecer escuchó algo muy gracioso de la boca de Jimin, pues empezó a sonreír y volteó hacia la ventana tratando de reprimir la risa.

Debí quedarme a terminar mi cigarrillo, porque, en serio, nadie había notado mi ausencia, ni siquiera Mina, quien creía que aún se encontraba esperándome, pero estaba sentada donde la dejé escuchando las estupideces del tío Chul.

«Un momento...».

Mina estaba un poco ebria.

«¿No será que el mujeriego del tío Chul intentaba aprovecharse de su estado

No lo pensé bien cuando ya me encontraba dando largos pasos hacia ellos.

—¿Momo?, ¿así dices que se llama? —él se acercaba a ella con aquella mirada maliciosa y no pude soportar imaginar una imagen de mi hermana bajo el cuerpo cochino de tío Chul—.
Es una excelente bailarina. ¿Tú también bailas?

—Sí, pero lo hará conmigo —respondí por ella de una forma que denotara advertencia cuando me paré frente a ellos.

El tío Heechul soltó una risa estridente, digna de un paciente de algún manicomio.

—Aaaaaaah, ya sabía yo que te estabas tirando a alguna de estas muñequitas. Siempre supe que te gustaban las calladitas, pero bonitas. A mi me va más la pelirroja pechugona, pero Minho-yah no le pierde ni pie ni pisada, así que me conformo con aquella que ha demostrado que se sabe menear bien. La Momo, así se llaman, ¿no?

No iba a permitirle que hablara así de Momo. Llevaba un tiempo conociéndola y ella no tenía nada que ver con el tipo de mujeres que le iban al tío Chul. Me acerqué a él solicitando decirle algo al oído mediante señas, él, siguiéndome el juego, se acomodó hacia el frente prestándome su atención, sin embargo, se quedó rojo y sin aliento cuando le asesté tremendo puñetazo en el estómago. Fue un momento que disfruté sin medida, ya venía siendo hora de desquitarme un poco con él. Y lo mejor es que nadie lo notó, salvo el señor Min, pero gracias al cielo que se hizo de la vista gorda.

El golpe fue inesperado para el tío Chul y no parecía querer decir algo más por la falta de oxígeno temporal en sus pulmones. Seguía encorvado apoyándose en su bastón se dejó caer sobre el mueble que estaba detrás suyo.

Cómo si no hubiese pasado nada me quité la chaqueta, tomé la mano de Mina y la llevé hacia la pista. Como resultado de aquello, ella no me soltó hasta después de muchas canciones, me hizo bailar hasta la bamba y no tuve mas remedio que celebrar mi momento de aquella manera.

En realidad nunca me había divertido tanto con Mina y creo que hasta cierto punto me hizo bien, disfruté bailar cada canción, incluso hicimos algunas coreografías de grupos de K-pop tanto masculinos como femeninos y llegó un momento en que nos convertimos en la sensación de la pequeña fiesta mientras las otras chicas nos rodearon aplaudiendo y animándonos, incluso, hasta Jimin se les unió.

Pero debí ser más precavido y pensar en la sutil posibilidad de que mi compañera de baile se estaba tomando el momento desde una perspectiva muy distinta a la mía, por eso no vi venir cuando de repente me besó frente a todos dejándome congelado.
Y así lo volvía a repasar todo cada vez que intentaba recordar lo qué pasó esa noche.

Me removí en la cama para mirar a Taehyung que me observaba con toda su calma. Supuse que él también estaba repasando sus propios recuerdos de aquella noche.

—Cuando ella me besó —le dije—, no pude reaccionar como era debido. Solo pensé en ti y en que no podía explicarte nada en ese preciso momento. Luego se me enfrió el corazón cuando recordé que mamá Choi también estaba ahí y vio lo que sucedió. Y pues, no me salía bien el habla, mis ideas se volvieron difusas y no encontraba las palabras correctas para deshacer el malentendido.

—No debiste preocuparte por la señora Choi —dijo en un tono perezoso —no la conoces tan bien si pensaste en que se iba a decepcionar o a enojar.

—Por supuesto que lo pensé, creí que me daría un desmayo por sentir tanta pena y vergüenza junta. Pero tienes razón, no tuvo la reacción que esperaba de ella.

—Sus verdaderos principios están lejos de los que te ha mostrado —me sonrió por la forma en que lo miré—. Sé que tengo razón, la conozco mejor que tú.

—¡Ah, sí¡ ¿Qué sabes que yo no sepa de la mujer que me crio?

—No creo que sea buena idea.

Le entregué una mirada retadora con tal de que le quedara claro que iba en serio.

—¡Aish! ¡Tsk, tsk, tsk! ¡Está bien! —exclamó como el viejo que verdaderamente es—. Te lo diré, pero espero que no te arrepientas luego —me advirtió.

—No pienso arrepentirme, sólo quiero la verdad.

Estaba harto de que me ocultaran las cosas y que me trataran como a un niño idiota. Él se enderezó quedando sentado frente a mí, observándome con atención.

—Comprendo bien ese sentimiento que describen tus ojos —suspiró cansado—. Siendo así te diré lo que sé:

»Lo primero que debes saber es que ella es prima de la señora Kim y que trabajó también como chef por un tiempo antes de que nos mudáramos a Full Moon.

Kim soltó eso como si fuera información de menor importancia. Con razón ambas se llevaban tan bien como dos personas cercanas. ¿Cómo es posible que ellas no nos lo dijeran nunca? ¿Se lo habría prohibido tío Canas?

»Ella fue despedida antes de cumplir los 10 años de servicio —continuó tras mi silencio—, según lo establece el contrato.

Yo conocía ese contrato, aunque, al final, por no ser un empleado formal no tuve que firmarlo. Pero sí tuve que leerlo para tener conocimiento de las políticas que ahí se establecían. Si el empleado es despedido, se deducirá un cien por ciento de los fondos de su súper pensión, por tanto, que las aportaciones son cubiertas únicamente por la empresa.

—A los despedidos no les pagan los fondos de la pensión especial —intervine—. ¿Por eso es pobre?

—Supongo que por eso también.

—¿Cómo que también? —cuestioné extrañado.

Porque Jeon sí quiso indemnizarla, pero todo salió mal. Años más tarde Jeon creyó encontrar una forma de hacerlo, pero no funcionó como esperaba —levantó un dedo cuando se percató de mi intención de interrumpir—. El porqué, te lo explico en su momento, y no me interrumpas insistiendo porque perderé el hilo.

Tragué saliva y asentí quedito, no debía molestarlo con preguntas tontas para que pudiera continuar.

—Okey, perdón.

Él me dedicó una hermosa sonrisa cuadrada antes de continuar.

—Al principio, Jeon no podía indemnizar a la señora Choi por miedo a que Minho lo descubriera. Una vez que cometes una falta que conlleva al despido solo te corresponden las prestaciones por ley. Minho estuvo rastreando las indemnizaciones desde ese tiempo hasta hoy, pues sospechaba que Choi era la amante de Jeon, ya que ella molestaba a su madre de varias maneras. La señora Jeon era muy orgullosa, pero había pasado por mucho para su complejo carácter y terminó suicidándose.

Era una horrible noticia, pobre de Minho-hyung, eso debió dejarlo marcado. ¿Pero culparía a mamá Choi de la tragedia de su madre?

—¿Y lo eran? ¿Mamá Choi y tío Canas eran amantes?

—No tengo pruebas, pero estoy seguro de que sí, pues después de eso algunas cosas cambiaron, tanto en la relación de él con Minho como en la de la chef Kim. La chef Kim ha tenido un poder extraño sobre Jeon y no precisamente desde que Choi dejó full Moon, sino luego de casi un año cuando le llegó una canasta con el bebé Jin dentro junto a una carta dirigida explícitamente a ella.

No quise interrumpir otra vez, pero me preguntaba qué tenía que ver una cosa con la otra.

»Sospecho, por no decir que estoy seguro, que Choi estaba embarazada cuando se tuvo que ir. Al parecer, Mina no es su única hija.

Me llevé las manos hacia mi boca con gran sorpresa. Entonces... ¿Jin-ssi es medio hermano de Mina y también de Minho?

Me mordí la lengua para no decir nada en voz alta.

»Igual pienso que para despistar que Kim Seokjin es hijo de Jeon, seis años más tarde le llegó otra canasta a la chef Kim, esta no traía un bebé, pero sí un recorte con una foto de un recién nacido y algo escrito que decía: "Su nombre es Eunwoo, pero no quiero arrepentirme de no pasar tiempo con él como lo hice con Seokjin. Te lo enviaré cuando esté lo suficientemente crecido como para que recuerde". Y así fue como, nueve años después, un pequeño invidente de 10 años fue abandonado a la puerta de nuestra casa en Gangnam trayendo con él una foto igual a la que había dentro del segundo canasto y una nota que decía: lo dejo ahora que puede recordar, por favor críalo bien como si fuera tu hijo.

»Conociendo a Jeon, piensa que la razón de que Seokjin-ah es homosexual es porque se trata de ser el fruto de un pecado. Pero solo son deducciones mías, por palabras que algunas veces soltó al aire. Él nunca ha admitido tener otro hijo aparte de Minho-ssi.

—Entonces, ¿Eunwoo-ssi también es hijo del tío abuelo?

—Creo que solo Seokjin-ah lo es. Pues por miedo a ser descubierto por Minho-ssi, Jeon no volvió a contactar a Choi. Y cómo dije, me parece que ella estaba en cinta cuando se tuvo que ir.

—Por qué le ayudas al tío Jeon a ocultarle la verdad a Minho-hyung. ¿Y Jin-ssi no es tu amigo?

—Se que está mal, pero lo cierto es que me he arrepentido todas las veces que he pensado en decírselo. Creo que, en vez de hacerle un bien, le haría un mal a los chicos, sobre todo a Minho-yah. A pesar de ser un hombre maduro, guarda mucho rencor por lo que sucedió con su madre y al saber la verdad se desataría una fuerte bronca entre padre e hijos. Me he reservado todo por el bien de todos. Además, no es cuestión de estar de parte de la verdad, es cuestión de respetar los límites de la privacidad, es algo que solo ellos deberían enfrentar sin que nadie los empuje.

Me quedé pensando en lo que me advirtió antes de contarme. Indiscutiblemente, me había convertido en un cómplice de las faltas del tío Jeon, al igual que Kim.

—Pero no está bien guardar silencio, aunque sea para proteger la tranquilidad de todos, no está bien quedarse viviendo en una realidad incómoda por buscar una paz falsa.

»Es como este refugio —comparé señalando la burbuja que nos rodeaba—, como esconderse en una caja de cristal, donde nos decimos unos a otros: ten cuidado con lo que vayas a decir porque puedes caer mal, donde tenemos temor y nos cohibimos de decir esto o lo otro, porque podría causar alboroto e incendiar a las personas. Pero no lo hacemos por amor a ellos, solo es un disfraz para ocultar que buscamos nuestra propia comodidad y así todo el mundo vive incómodo porque nadie dice las cosas como son.

Él se quedó boquiabierto mirándome por un momento con estupefacción.

—¿Crees que no he pensado eso también? ¿Crees que no sé de lo que hablamos? Es lo mismo que nos pasa a todos. Es por lo mismo que tú no me reprochas que me voy a casar con Nayeon y yo no te reprocho que te hayas vuelto el novio de Mina.

Su voz se iba alterando poco a poco y de igual manera su rostro enrojecía hasta las puntas de sus orejas. Yo debía estar peor porque su afirmación me hizo sentir muy apenado.

—Eso... también es muy cierto y me apena.

El inhaló aire evocando la calma que perdió por un momento y lo soltó con cansancio, dejando caer sus hombros. En aquel momento lo retraté como a un adulto que buscaba la mejor manera de tratar con un niño difícil y rebelde.

—La verdadera cuestión es que, a pesar de las verdades a medias, esto que siento por ti es más real que la caja de cristal, lo demás es tan falso como los propósitos ciegos de las relaciones unilaterales.

También mis sentimientos eran así de reales.

»Nadie te preguntó si tu estabas de acuerdo para comprometerte con Mina. Ellos solo toman lo que quieren y no les importa si se aprovechan de los buenos sentimientos. ¿Tendrían ellos el derecho de llamarnos egoístas?

Yo negué, enmudeciendo por el nudo que crecía en mi garganta.

—Lo nuestro es real, lo de nuestras novias es ficticio —susurré en acuerdo—. Es cierto, qué locura.

Mis lágrimas se deslizaron sin permiso por mis mejillas, pero me giré dándole la espalda a Tae y sacando los pies de la cama antes de que me viera llorar.

—Lo que convierte la verdad en mentira y la mentira en verdad —lo escuche susurrar tras de mí.

Sentí sus brazos rodeando mi torso y el calor de su cuerpo cubriendo mi espalda.

—Pero no debería ser así, me niego a renunciar a ti para vivir una absoluta mentira. Yo no quiero ser el novio de mi hermana.

«Tampoco quiero morir, pero ya era demasiado tarde. Eso era a lo que en realidad le temía y aquella era la otra cara de mi verdad que no le podía revelar a quien no deseaba mentirle».

—Te dejaré decidir —lo sentí recostar su cabeza en mi espalda alta—. Podemos decir las cosas como son e incendiarlos a todos. Lo que significaría una cruel, pero necesaria destrucción de los seres que amamos. O podemos vivir en la comodidad de la caja de cristal guardando silencio y mintiendo para disfrutar de nuestra realidad. Al final es lo mismo que ellos hacen.

»La primera opción es la más honesta, pero podría traer consecuencias que no lograríamos imaginar, no garantizaría la felicidad de ninguno, más sí el caos. Estaríamos sacrificándolos a ellos al decir la verdad para vivir sabiendo que hicimos lo correcto, pero sin garantía de que nuestra felicidad no sería aplastada por la culpa y el arrepentimiento.

»La segunda opción es totalmente deshonesta, además esconder la verdad sería sacrificado para ti y para mí, aun así todos seríamos felices a nuestra manera a menos que nos descubran.

Solté su agarre para poder ponerme de pie y darle la cara.

—¿Quieres decir que deseas que continuemos esto aún después de casarte con mi hermana?

Él también se salió de la cama para encararme.

—Después de casarnos, querrás decir, Jeon prácticamente pidió la mano de Mina en tu nombre ¿Crees que solo se conformará con un noviazgo?

—Eso nos convertiría oficialmente en amantes.

—A mí no me parece descabellado, ellos están jugando con nosotros, no hay sentimientos mutuos de por medio en esas relaciones, solo nuestro interés en no lastimarlos porque nos importan.

—Una caja de cristal —susurré, pensativo—Nuestra caja de cristal.

«¿Hasta cuándo? ¿Hasta la próxima luna roja o la que sigue después? Pero si podía hacerlo feliz por ese tiempo debería estar dispuesto a arriesgarme igual que él».

—No, nuestro lugar al aire libre bajo los ojos de las estrellas y la luna, donde podemos vivir la realidad que amamos. Nuestra verdad.

«Serían unas pocas lunas, pero haríamos que sus lunas llenas sean inolvidables hasta después de la muerte». Pensé observando todo el lugar.

—Siempre vienes aquí... en luna llena.

—Podrás venir conmigo y descubrir otro gran secreto que, de hecho, es muy vergonzoso para mí.

«Me avergüenza más a mí ocultar que ya lo sé» —Pensé mientras acomodaba unos flequillos que le rozaban los ojos—. «Pero no me importa si a partir de ahora, seremos amantes, incluso bajo la luna llena».

—Espero que un día, ya no haya más secretos entre nosotros —dije con la culpa remordiendo mis entrañas.

—Si así fuera, ¿me dejarás sacarte ese tonto pañuelo? —insinuó sin discreción.

«No, no puedo dejar que se despierte tu tercer oído antes de que se complete la transferencia».

—No —respondí cortante, lamentaba no poder explicarle el porqué, ¿qué más podía hacer?

—Pero... ¡qué radical! —se quejó entregándome una mirada ácida antes de darme la espalda. Estaba molesto.

«Lo haré cuando sea el momento, si es que sobrevivo a lo que me espera el próximo viernes».

A esa queja suya le sucedió un largo silencio que ninguno de los dos se atrevía a romper.

Estaba decido, tomaría la segunda opción y sacrificaría la verdad y mi integridad para protegerlos a todos de un caos incorregible.

Pero definitivamente, a partir de entonces, empezaría a ver de otra manera al hipócrita del tío Canas, sin embargo, eso no era lo que más me afectaba. ¿Cómo podría ver a los ojos a Minho-ssi, Jin-ssi, Nayeon-ah, Mina-yah e incluso a Eunwoo-ssi en lo adelante?

Toda la verdad pudo haberse desatado sola si Eunwoo se hubiera encontrado con mamá Choi. Si ella lo crio hasta los diez años, entonces él, con seguridad, debería recordar su voz. Con razón es que no lo vi por ningún lado en los días que los invitados estuvieron en la estancia de Full Moon.

Una vez que Kim estuvo calmado, su voz profunda y aterciopelada de pronto rompió el silencio.

Aún me daba la espalda cuando habló.

—Volviendo al tema de inicio y a la pregunta que no te permití hacer antes. Cuidar de ti y de Nayeon fue la mejor forma que se le ocurrió a Jeon para indemnizar a la señora Choi, sin embargo, hace poco Jeon se enteró que esto no funcionó, pues el depósito mensual lo realizaba en la cuenta bancaria del padre de Mina para que Minho no rastreara que los fondos iban dirigidos a Choi, sin embargo, éste lo anduvo gastando todo en casinos y viajes por el mundo. Sé que a consecuencia de ese estafador tuviste que olvidarte de estudiar y solo dedicarte a trabajar para poder ayudar a Choi con la manutención. Y ese dato logró que Jeon bajara la guardia contigo respecto al tema de tus estudios, pues todos esos años pensó que solo eras un vago irresponsable.

No podía negar que me sentí muy decepcionado de la mujer que me crio. Mamá Choi tampoco nos dijo eso, siempre nos hizo creer que su esposo había emigrado a los Estados Unidos para buscar mejoría económica.

Y era cierto que tío Jeon había dejado de molestarme con lo de mis estudios, pero aun sentía que seguía siendo una espina clavada en el pie para él.

—Tal vez, pero sigo sin caerle del todo bien. Debe ser porque sabe que me atraen los hombres. Soy como... una piedra dentro de su zapato.

—Y en la madrugada del domingo encontró la excusa perfecta para erradicar ese problema.

«Mina». Pensé, luego lo dije en voz alta:

—Mina.

—Sí, Mina —corroboró asintiendo leve—, solo fue una herramienta oportuna tanto para él como para Nayeon y Choi, Aun siendo por diferentes motivos —agregó aun dándome la espalda, en ese momento percibí que probablemente estaba llorando. Pero no dije nada respecto a esa sospecha.

Me senté sobre la cama a su lado, pero no me atreví a tocarlo.

—Entiendo que lo sea para el tío Canas y tal vez, después de conocer su historia, también para mamá Choi. Pero... no entiendo por qué Nayeon lo creería conveniente, ella no conoce mi orientación sexual y menos que me gustas tú.

—Eso no es algo que me corresponda aclararte —aseveró pasando una mano por sus mejillas, estaba seguro de que limpiaba sus lágrimas—, más bien es algo que debes descubrir por ti mismo.

No quería admitir que entendía perfectamente lo que me quiso decir. Tuve deseos de abrazarlo, pero me contuve por miedo a que me rechazara. Me arrastré por la superficie del colchón y me salí de la cama para buscar entre mis ropas.

Él se giró de golpe, alebrestado, preguntando si me había enojado por lo que dijo. Pensó que tomaba mis ropas porque pretendía irme. Solo buscaba entre los bolsillos por un cigarrillo. Era todo.

Reí de felicidad al percatarme de la preocupación marcada en sus facciones. Temía que me fuera y era maravilloso saber que le afectaba mi comportamiento malcriado, pero no era el caso de llegar a tal extremo.

Levanté la caja de cigarrillos al alcance de su marco de visión para que él la viera. Volví a dejar mi pantalón tirado sobre la alfombra.

—Solo busco esto. No te molestaría que fume ¿o sí? —aclaré sacando un cigarrillo.

Él negó con una sonrisa de alivio que me embriagó la conciencia.

—No, no me molesta, fuma todo lo que quieras —agregó sonriendo abiertamente.

No perdí tiempo al encender la unidad y darle una larga calada. Me tiré en la cama con cuidado de tener la mano ocupada en el aire para no quemar nada. Él acomodó su cabeza sobre mi pecho ronroneando cuál felino.

—Le pediré a Jin-ssi que coloque muchos ceniceros por todo el domo.





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—Lamento tanto tener que hablarte algunas veces con medias verdades —se disculpó tomando mi mano derecha y entrelazando sus largos y bonitos dedos con los míos—. Sé que a nadie le gusta, pero a ti te molesta más que al resto. Quisiera que me perdonaras por ser de esta manera.

Yo era quien trababa nuestra conversación con mis medias verdades, pero él era quien se disculpaba por ello.

—Mírame —le exigí con imperativa necesidad.

Su cabeza abandonó la comodidad de mi pecho para levantar su mentón y sus ojos pudieron alcanzar los míos.

Lo besé con brusquedad y una fiereza posesiva. El beso fue tan corto como tempestuoso, dejándole impregnado el sabor a cigarrillo en su boca.

Él se relamió los labios mientras miraba los míos expectante, con claras ganas de más.

—Tú perdonas a los que lo hacen contigo —le recordé—, ¿por qué no iba a perdonarte? De igual manera, todos hablamos con medias verdades cuando lo creemos necesario. ¿Me perdonarías también?

El acomodó su cabeza sobre la palma de su mano apoyando su peso sobre su codo.

—¡Claro que te perdono! Gracias por ser tan comprensivo, ojalá pudiera ser de otra manera. Si tan solo pudiera ser una persona normal en todos los sentidos.

Su mirada pensativa se perdió en algún punto de mis abdominales.

—Tengo el presentimiento de que odias ser lo que eres. ¿No es así? Ojalá mis suposiciones sean equivocadas.

—Y yo de que tienes muchas preguntas acerca de mí y me aterra porque no eres como las demás personas, pero al mismo tiempo me hace sentir emociones a las que no estoy acostumbrado, es como si siempre esperara por momentos como este de ser tratado como igual.

—Tienes toda la razón, sé que soy alguien extraño, siempre me lo han dicho, además de que soy irracional, violento, ignorante e inculto, sí, también es cierto que tengo muchas preguntas. Cada día la lista se hace más larga.

—¿Crees que eres todo eso que te dicen? —indagó con un ánimo distinto. Había cierto dejo de reproche alojado en su ceño.

—No, aunque algunas veces sí les doy la razón, pero eso no me afecta, me lo tomo variado.

Él soltó un bufido ante mis palabras y sonrió con satisfacción, mientras yo le daba otra calada a mi cigarrillo.

Se acercó para dejar un piquito fugaz sobre mis labios, yo lo retuve para besarlo y soltar dentro de la cavidad de du boca el humo que tenía retenido. Él tosió entre risas cuando lo dejé libre.

—Entonces —articuló en medio de la leve tos—, adelante, pregunta —hizo una pausa para toser otra vez—. Seré lo más honesto posible.

—Pues responde. Ya te hice una pregunta —lo apremié levantando una ceja.

Él se quedó pensativo por largos segundos hasta que cayó en cuenta de lo que hablaba.

—¡Oh! ¡Sí, ciertamente! —corroboró al tiempo que se levantaba de la cama.

—¡Oye! ¿A dónde vas? —quise saber, pensando que estaba huyendo para evadir mis preguntas.

Tosió mientras caminaba con su bata de seda gris que le llegaba a los tobillos y estaba abierta por el frente.

—Voy por un poco de agua. Me agarraste desprevenido con todo ese humo.

—Creí que te agradaba el sabor a cigarrillo —solté burlón mientras miraba el cielo estrellado y la luna creciente alzándose soberana sobre su inmensidad.

—La verdad es que empieza a agradarme a partir de hoy —confesó antes de tomarse el contenido líquido y transparente de un largo trago.

—¿Y bien? —aludí mientras se sentaba de nueva cuenta en la cama.

—De acuerdo. Sí, tienes razón, odio ser lo que soy, aunque al principio era distinto, hoy en día lo odio bastante, por muchas razones, siendo la principal el tener que verme obligado a tantas despedidas y tanto sentir que, a pesar de estar rodeado de muchas personas, siempre me siento en soledad, como un alma solitaria.

—Entiendo que debe ser duro estar obligado a quedarte y ver a todos marcharse en algún punto de su vida. Que desearías que alguien se quedara contigo. Debes vivir con el sentimiento de que no tendrás a nadie para siempre, ¿pero sabes qué? —exhorté acomodándome mejor al sentarme igual que él para darle el frente—, siendo así lo mejor que puedes hacer es dar tanto como puedas de ti y recibir todo lo que te ofrecemos mientras dure y, cuando acabe, conservar los recuerdos bonitos haciendo que perduren en tu memoria.

Todo lo dije pensando en el destino que me esperaba y que posiblemente pudiera estar a la vuelta de 4 días. Cómo había dicho el Chamán, existía la posibilidad de que la transferencia de la enfermedad de la luna roja pasara por completo a mi cuerpo y probablemente, al no ser inmortal, la nube no pueda regresarme a la vida. Si esto no pasaba en el próximo viernes rojo, entonces acontecería en el siguiente, de lo contrario, todo lo que hicimos para curar a Taehyung sería en vano.

Él miraba sus propias manos que descasaban sobre su regazo, prestando oídos a lo que yo le decía. No se percató de que unas lágrimas intrusas se deslizaron intrépidas por mis mejillas y que me apresuré a eliminar la evidencia pasando mis manos por su recorrido.

»Tú eres tu mejor compañía, en tu soledad podrás compartir tu mejor tesoro contigo mismo. Si estuviera en tu lugar, es lo que yo haría. Sería igual que pasar páginas de un libro, cerrar cada capítulo de la mejor manera posible, sin rencores, sin dolor y luego pasar al siguiente y ver qué aventuras traería.

—Hhhhm. No puedo negar que es una excelente perspectiva. Consideraré tu consejo. ¿Tienes más preguntas? Porque creo que ambos saldríamos beneficiados de esta entrevista. Me gusta tu forma de pensar y de ver las cosas.

En ese instante me miraba con una sonrisa bonita, pero teñida de una tristeza profunda.

Sacudí mi cabeza al pensar hacia dónde estaba dirigiendo la conversación, no debería hacerlo sentir triste, yo tenía el compromiso conmigo mismo de hacerlo feliz antes de irme de este mundo.

—¿En el pasado... llegaste a llevar nombres como Saint Germain o el Conde de Montecristo?

Se me ocurrió bromear para sacarle una sonrisa y evadir el tema. Debió funcionar porque después de mirarme con algo de extrañeza se echó a reír a todo pulmón.

—No, definitivamente, no fui ninguno de ellos. Solo tengo 199 años, ¿ok?

Hacía ademanes exagerados y elevaba su voz al explicarme aquello.

—Ya sé, ya sé... en diciembre cumples los 200.

—¡Exacto! Me toca —anunció con una sonrisa brillante y hermosa. Se veía tan feliz y jovial, parecía un chico de la edad que aparentaba, no un anciano de 199 años.

—¿Hm?

—¿Por qué pones la felicidad de tu hermana antes que la tuya?

Esa pregunta no me la esperaba. Me tardé unos largos segundos en contestar no porque no supiera la respuesta, sino porque en ese preciso momento estaba sucediendo todo lo contrario a lo que solía ser.

—No es algo difícil de entender. No es precisamente así como yo lo veo. La felicidad se define según cada persona. Para mí son pequeños momentos y quienes reciben el privilegio tienen el poder de contagiar a las personas que las aman. Como dice esta frase: Soy feliz si tú lo eres, todo aquel que ama de verdad piensa de esa forma y creo que es lo más natural. Cómo ella es mi verdadera familia y siempre fue mi responsabilidad, su felicidad se convierte en la mía, porque la amo. Quiero verla bien siempre, si ella está bien, yo podré sentirme satisfecho de mi rol. Si ella es feliz, significa que me puedo sentir realizado, porque si la persona que está a mi cargo lleva una vida de privilegios, significa que lo estoy haciendo bien. Desde que nuestros padres murieron, ha sido de esa manera, es algo así como mi propósito en la vida. Amo demasiado a mi hermana, ella fue mi razón de ser y de vivir cuando nos quedamos sin nuestros padres.

»Sé que por fuera otros lo verían como si fuera un pretexto para vivir a través de ella, pero para mí su felicidad siempre fue la única forma de sentirme feliz, porque mis padres, donde quiera que se encuentren, seguro se sentirían orgullosos de mí.

—Yo me siento orgulloso de ti. Me siento agradecido por haberte conocido.

Mis ojos empezaban a empañarse y antes de que Kim dijera algo más que me provocara romper en llantos tomé su mano y la llevé a mi entrepierna, haciendo que palpara mi bulto.

—¿Lo dices por mí o por lo que tengo aquí? —ladeé la cabeza y sonreí con picardía.

Pude percibir que lo hice sentir avergonzado. Tratando de reprimir una sonrisa intentó golpearme, pero no se lo permití. Al sujetarlo contra mi pecho pude sentir el veloz palpitar del suyo, nos quedamos así hasta que iniciamos una nueva antología de besos que humedecían el alma y caricias que erizaban hasta el último resquicio de piel. Sus besos no eran simples besos, tenían el poder de borrar mi mente y hacerme flotar, mientras sus caricias enviaban una corriente de electricidad por todo mi ser.

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Me disculpo por que me extendí mucho en este capítulo. Ha sido un abuso de mi parte. Por un momento, pensé dividirlo en dos partes, pero luego me dije: no, seguro me perdonan por esta vez.

Me pasé, ¿verdad?

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