Capítulo 32
Capítulo 32
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COLOR INUSUAL
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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱
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Cuando el tío Canas llegó a la sala de control todo mi entorno se ensombreció, estaba seguro de que él se pondría del lado de su "invitada". No, no estaba seguro, era un hecho que yo terminaría siendo apuntado y finalmente amonestado por mi propia acusación.
—¿Cuál es la situación? ¿Hubo algún avistamiento? ¿Se trata de un Hwansaenghaji? —sus preguntas no tenían nada que ver con lo que estaba ocurriendo en esa sala. Él aún no sabía nada.
—Lo siento, señor, pero no se trata de eso, más bien... es... un asunto interno —aclaró Min con cierto titubeo.
La situación debía preocuparme al cien por cien, pues a mi parecer tomaba el peor camino y ya se antojaba que todo terminaría mal para mí, a pesar de emplear conciencia de ello, aquella última pregunta que hizo el viejo continuaba haciendo eco en mi mente.
«¿Qué es un Hwansaenghaji?».
Todo terminó tan rápido como cuando el tío Canas se percató de la presencia de Kim en aquel salón, el cual parecía tranquilo e inmerso en sus propios pensamientos. Fue como si saliera de un trance cuando las arrugadas manos lo tomaron con delicadeza por los hombros.
—¿Se encuentra bien, señor? —al viejo, por encima de cualquier cosa, lo que más le importaba era el bienestar de Kim.
—Por supuesto, Jeon —afirmó casi tornando los ojos en blanco— y estaré mejor cuando esta situación termine.
El tío Canas hizo una mueca con los labios antes de pedir un breve informe que Min con mucha seriedad le resumió.
Yo esperaba que el veredicto fuera a favor de la mentirosa, pues ella tenía todas las de ganar. Si el viejo era quien iba a decidir, estaba completamente perdido, él nunca estaría de mi lado. Necesitaba un cigarrillo, urgente.
Para mi sorpresa, el viejo tomó el asunto de forma más ligera que el propio Min, el cual quedó boquiabierto con su decisión.
—Ninguno de los dos tiene motivos para hacer algo sospechoso, Min —aseveró el tío Canas dejando caer su mano pesadamente, ahora sobre el hombro de Min. El susodicho arrugaba las cejas en clara confusión.
» Seguramente se trata de una mala broma del vago de mi sobrino —se disculpó con Jihyo, mostrando condescendencia—, es que debe estar aburrido porque no ocupamos lo suficiente su tiempo, por favor, discúlpanos.
Jihyo le sonrió entre lágrimas al tío Canas. Debía sentirse satisfecha.
—El señor necesita descansar. Min, ¿cómo es posible que armes un alboroto por algo como esto?
—Lo lamento mucho, señor —el jefe de seguridad abrió los ojos con premura y al cabo de unos segundos respondió cabizbajo y abochornado—. No volverá a suceder —nunca lo vi así de apenado.
—Eso espero. Hay cosas más importantes de las que ocuparse. Nuestros hombres necesitan entrenar más duro, no solo los nuevos, sino, todos. No podemos dejarnos empapar de la lluvia sabiendo con anticipación que el cielo está nublado, debemos estar preparados para lo que se acerca.
Lo escuchaba y lo veía pronunciar cada palabra, pero no me lo creía. ¿Dónde estaba el tío Canas obseso, controlador y paranoico?
No supe cuando Kim había llegado a mi lado, mi vista se paseaba entre el viejo y la arpía, quien parecía más que satisfecha con las palabras que le dedicaban. Su llanto desapareció como si hubiesen pulsado un botón, lo que demostraba cuan falso que era. Iba a objetar sobre el discurso expuesto por mi tío cuando sentí el toque de la mano de Kim sobre mi apretado puño. Cuando le miré, me sorprendí de verlo a mi lado y haciendo una leve negativa, con esa mirada, casi rogándome. Me estaba pidiendo que aguardara y como un tonto, dejando salir un largo suspiro, guardé mis palabras y aguaté la tormentosa ira que me invadía por dentro.
Volteé mi rostro hacia el lado contrario. Él solo quería que esto terminara, yo, en cambio, sentí la necesidad de ocultar la humedad en mis ojos. Me vi a mismo como un niño incomprendido, al que los adultos no le creían lo que decía. Fue de mucha tristeza sentir que yo le estaba arruinando el día, cuando debería estar descansando del viaje en esos momentos. Yo era la raíz de aquel problema y tuvo que detenerme él mismo para que todo terminara.
Kim suspiró con alivio, metió sus manos en los bolsillos y empezó a caminar hacia la salida.
—Gracias a todos por su trabajo —el jefe Min daba por terminada la investigación—. Mark, sabes que eres nuestros ojos, debes concentrarte y estar atento.
La arpía se limpiaba el rostro con el pañuelo que Kim le había ofrecido momentos antes, ella empezó a andar detrás de él, como patito temiendo perder de vista a mamá pata, dedicándome una efímera sonrisa triunfante al pasar por mi lado, ese gesto fue imperceptible para los demás, pero no para mí.
Una vez que esos dos estuvieron fuera de la sala de control, el viejo se dirigió hacia el jefe de seguridad, quien, a juzgar por su expresión, ya debía estar esperando una reprimenda de parte del mayor.
Tío Canas no me dirigió la mirada ni una sola vez desde su llegada.
—Min, te encargo que hables con Jungkook para que convenza a su hermana de que desista con su nueva idea —y ahí iba el viejo, de nuevo—. De lo contrario, inevitablemente, tendremos que dar una fiesta en la mansión, con algunos invitados incluidos. Nayeon quiere regresar a Full Moon por al menos dos días, disque para celebrar su cumpleaños.
—¿Otra vez quiere dar una fiesta? —replicó Min tratando de ocultar los signos de fastidio.
—Así es, pudimos convencerla fácilmente de no hacer nada para el cumpleaños de su hermano, pero ahora se trata de su propio festejo. No he tenido forma de convencerla de lo contrario.
El tío canas se expresaba como si yo no estuviera presente, no se imaginaba cuanto odiaba cuando hacía eso. Yo le miraba indignado con las manos hechas puño. Pero él no lo notó porque nunca miraba hacia mí, como si yo no existiera. Cree que no entiendo sus indirectas y su trato hacia mi persona de aquella forma tan voluble. Lo hace a propósito, pues, después de haberme alejado de Kim, me estuvo tratando diferente, incluso hasta me dejó llamarlo por su nombre de pila el día que me vio entrenando por primera vez.
"Puedes llamarme tío Sangjoong".
Pero hoy volvía a tener la misma actitud mezquina conmigo y estoy seguro que no era por la situación reciente con Jihyo, sino porque creía que intenté acercarme a señor de Full Moon, él no sabe que yo no fui a ese viaje a propósito, si supera que, al contrario de sus conjeturas, no me vi a gusto con la idea de acompañarlos. Pero la situación me ayudó a reconfirmar su mensaje subliminal: te trataré como a un sobrino, siempre y cuando no te acerques a él.
—¿Una fiesta? Pero eso es imposible, está rotundamente prohibido, además, sería una distracción enorme para los guardianes y sin contar que es inaceptable invitar personas a Full Moon. En estos momentos no es propicio aventurarnos a lidiar con eventos de ninguna índole, pues hay que estar más alerta que nunca. No podemos solo complacerla.
Nuca había escuchado a Min decir tantas oraciones seguidas.
—¡Exacto! Haz que el muchacho se encargue sin hacerla poner triste, es importante. Aunque dudo que logre algo en su vida, al menos hay que intentarlo.
—¡Maldición!, ¡aún estoy aquí! —los dos hombres voltearon a verme mientras a mí me ardían las orejas junto con todo el rostro.
El viejo salió de la sala de control como si no hubiese escuchado mi voz estallando de frustración. No sin antes sacar su teléfono móvil, ese que siempre le prestaba a Kakita, y dejarlo sobre uno de los escritorios.
Los hombres de la sala de control dejaron de mirarme y disimularon continuar con lo que hacían cada uno, todos excepto ese tal Mark, el cual me entregaba una mirada de pura incredulidad.
—Ya escuchaste lo que dijo. No hace falta que yo lo repita. Esa es una misión importante, por favor, no falles. Tienes el día de mañana libre para cumplirla, debes entregarme tu reporte y el dispositivo mañana a las 9:00 pm —Min me entregó el teléfono antes de seguir al viejo fuera de aquel salón.
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El jefe de la sala de control, Mark Tuan, resultó ser un hacker de primera y una persona fenomenal. Me invitó a quedarme un rato a hacerle compañía y dijo que, si necesitaba pedir algo por internet de contrabando, él estaba a mis órdenes.
Lo primero que se me vino a la cabeza fueron los cigarrillos.
—El hombre que le habla así al señor Jeon tiene toda mi admiración. Puedes pedir lo que quieras te lo haré llegar de forma expresa, hermano.
Yo me estaba debatiendo entre ponerlo a prueba con los cigarrillos e irme de esa sala en la que todos me habían visto hacer el ridículo. Pero cuando escuché los comentarios de los otros miembros me sentí aliviado, ellos me veían como a un héroe rebelde, alguien capaz de enfrentar al viejo y a Min, pues al parecer, ambos hombres les daban miedo.
—¿En qué momento me enfrenté a Min?
—Hermano, ¿no te diste cuenta que hablaste en plural cuando les gritaste tan fuerte?
Agaché el cabeza avergonzado y cuando la volví a subir todos me entregaban esa mirada de admiración. Otra vez sentí que me ardía el rostro, ahora por la incomodidad, pero se sentía bien. Mark me miraba de esa forma que solo Jimin sabía hacer. Lo que me puso en alerta de que el tipo posiblemente era gay.
—Aaaah. Es que, ya había olvidado lo que dije —justifiqué haciéndome el desentendido—. Se que el jefe Min solo sigue órdenes, no tengo nada que reprocharle a él.
—Pero, hermano, por menos de eso, han torturado a muchos miembros, tú ya conoces bien sus métodos. Escuché que ya te dieron un tour por la sala de la tortura.
—Los secretos no son tan secretos en Full Moon.
—Que va, hermano, no me vayas a contar como es, porque no quiero saber lo que me espera el día que Jeon se entere de todas las veces que le he desobedecido. Mi cabeza, la de Kim Namjoon y la de Jeon Min Ho rodarán juntas por todos los pedidos prohibidos que hemos hecho de contrabando, claro que es lo que ocurriría si el señor Kim decide hacerse el desentendido.
—¿¡Qué¡?
—Ese celular no tiene internet —observó cambiando el tema, señalando el dispositivo en mi mano.
Instintivamente incliné la cabeza para observarlo también.
—Lo sé, la tecnología está prohibida en Full Moon.
ؙ—Excepto en este salón —Canturreó con voz grave abriendo los brazos en toda su expansión—. Dame el contacto de tu hermana —solicitó resuelto con más naturalidad que las últimas brisas de verano que se colaban por las ventanas.
Yo le eché una mirada recelosa.
—Tranquilo, hermano, no me mires así, no pienso hacer nada con ella. Para tu información, no-me-gus-tan-las-mu-je-res —aclaró pronunciando las últimas 5 palabras sílaba por sílaba— y si me gustaran, tendría que estar loco para fijarme en la mujer del señor Kim. Soy de los que les place recibir —agregó de forma coqueta antes de morderse el labio y guiñarme un ojo.
No debía impresionarme, ya me lo sospechaba, pero la verdad es que este tipo era más directo que Jin-ssi, demasiado confianzudo para mi gusto. Sentí que los demás miembros se quedaron congelados al mismo tiempo, ellos sí que parecían impresionados. ¿Será que no lo sabían?
—Aaaah. Okey —respondí luego de una larga pausa.
Mark sonrío y le hizo señas al personal para que salieran del salón.
—Anda, busca el número de tu hermana, hagamos una video llamada.
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—¡Esto es fantástico! De ahora en adelante debes llamarme seguido —exigió llena de algarabía. Kakita se puso feliz y se subió a dar saltos sobre el mueble de la sala en cuanto salí en su pantalla—, ya no tienes excusa.
Me mostró a mamá Choi, a Mina, a Jung y a Momo, su gran amiga de la universidad. Todos me saludaron sonrientes. A mamá Choi se le aguaron los ojos y tuvo que volver pronto a la cocina porque se le quemaba lo que tenía en la salten.
Mark y sus compañeros habían abandonado sus puestos, dejándome solo en ese inmenso salón. Me dieron 15 minutos antes de finalizar la video llamada, pues no podían descuidarse por mucho tiempo de la vigilancia.
Kakita y yo hablamos de todo un poco, pero ella siempre regresaba al tema de Jihyo. No le conté que hacía menos de una hora había tenido un altercado con aquella mujer, pues debía aprovechar el poco tiempo para proponerle que se deshiciera de la idea de organizar una fiesta en Full Moon, si le hablaba de "la serpiente" iba a ser difícil cambiar de tema.
—Pero es que tu cumpleaños fue muy aburrido cuando pudo ser increíble. Te la pasaste prácticamente solo, mientras yo tenía todo planeado, quería celebrarlo en grande y a ti se te ocurrió enfermarte justo para la fecha.
—No fue a propósito. Pero igual, no debiste molestarte por eso, solo concéntrate en sacar adelante tus materias y avanzar con tu carrera. ¿Sí?
—No puedo creer que me pidas que no celebre mi cumpleaños tampoco. Sabes que ese es uno de mis sueños. Y Full Moon es el lugar perfecto para hacer una fiesta a lo grande. ¿No crees que yo lo merezco?
—Sí, pero sin ánimos de ser egoísta, yo debo hacerte entrar en razón. No puedes hacer algo así, al menos, no por ahora.
—Es que tengo que demostrarle a esa serpiente que yo soy la reina de Full Moon y si no hago esa fiesta me veré ridiculizada frente a ella. ¿Entiendes?
—Entiendo, juro que te entiendo, pero tú también debes entender que, por el momento, no es factible realizar una fiesta. Además, no es bueno que te distraigas con tus deberes.
—Si hay un motivo por el que no deba, ¿por qué no me lo dices y ya? —inquirió enfadada.
Ya estaba perdiendo la oportunidad de convencerla y el tiempo de la llamada estaba corriendo con demasiada prisa. Como no podía especificarle los motivos, opté por chantajearla con la información de Jihyo.
—Si te importa tanto esa mujer, ¿desistirías de la fiesta a cambio de información sobre ella?, sé dónde vive su abuela y conocí a sus dos primas. Además, te contaré lo que ella hizo hoy, te aseguro que fue algo muy sospechoso.
Ella se quedó un rato pensando. Luego sonrió con un poco de malicia y finalmente aceptó olvidar la organización de la fiesta a cambio de la información de la "serpiente".
Yo respiré aliviado, faltaban dos minutos para finalizar la llamada, los cuales utilicé para darle los detalles prometidos.
—Iré a verte en tu cumpleaños. ¿De acuerdo? —le prometí para que no olvide lo importante que es para mí esa fecha. El 20 de septiembre sería sábado y le diría al tío Jeon que me diera el permiso para salir de Full Moon ese día.
—No hace falta que vengas. Yo iré a Full Moon para estar ahí y cenar contigo, con el tío Canas y con mi futuro esposo. Mi cumpleaños es sábado, no será problema porque no interrumpiré las clases. ¿Eso también me lo quieres quitar?
Ella tenía razón, no había nada de malo en que ella viniera, excepto por Jihyo.
—No, no, por supuesto que yo no me opongo y creo que al tío Canas le parecerá perfecto.
—Entonces nos vemos el viernes de la próxima semana —Se despidió antes de terminar la llamada.
Me quedé unos segundos sosteniendo la respiración.
«Misión cumplida». Me dije mentalmente al momento de ver a Mark y su equipo entrar y desfilar volviendo a sus puestos.
Pensé en entregar el dispositivo del tío Jeon al Jefe Min y decirle que no era necesario que me diera el día siguiente libre, así no estaría tan tentado a buscar alguna forma de acercarme al señor Kim. Lo mejor era mantenerme ocupado como hasta el momento.
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El día siguiente estábamos en el gimnasio de práctica cuando llegó el tío Jeon. Todos hicieron una formación para saludarlo y luego volver a lo suyo. Me llamó en cuanto puso los ojos en mí. Le seguí y me senté en silencio en uno de los muebles a su lado.
—El señor Min me dijo que anoche hablaste con tu hermana y la convenciste de no continuar con la organización de su fiesta de cumpleaños.
Yo asentí, miraba hacia el piso con la vana esperanza de que esta vez le parecería digno recibir algún halago.
—Pero también me dijo que no pudiste convencerla de que no viniera a Full Moon y que estuviste de acuerdo con ella de que llegara en víspera del otoño.
Típico del tío abuelo, siempre resaltando mis ineptitudes, pero era muy injusto. ¿Cómo iba yo a saber? Nunca me pidieron algo como eso. Además, tampoco era justo para Kakita.
El Chamán me pidió que tratara de estar en los mejores términos con el tío abuelo, así, según el plan, todo parecería más real. Pero es que el viejo sacaba todo lo peor de mí.
—Pero...
—Te levantaré el castigo que tenía pensado por lo que le hiciste a Jihyo anoche —me interrumpió apenas de haber pronunciado una palabra— y espero que te sirva como advertencia. No quiero que te vuelvas a meter con ella. Ahora me disculpo, tengo muchas cosas de las que ocuparme, con permiso.
Se levantó del asiento y sin más solo salió con pasos regios y seguros del gimnasio. Todos saludaron con una reverencia y no se movieron mientras el viejo pisaba el suelo del salón. Yo tragué saliva y solo me quedé observando su figura con amargura hasta que desapareció tras la puerta.
Era imposible que quedara complacido, aunque fuera una vez. No me dejó darle ninguna explicación, seguramente debía creer que no la necesitaba. ¿Cómo quería que Kakita fuera feliz si además de negarle su gran fiesta también le negábamos una simple cena?
De verdad, lo quería comprender, pero no sabía cómo, por más que el Chamán me explicara que todo lo que hace siempre es porque existía alguna razón.
Una risa bastante femenina me sacó de mis cavilaciones, cuando levanté la mirada todos aún estaban inmóviles haciendo reverencia. Instantes después de que tío Jeon se fuera hicieron entrada Jihyo y el señor Kim. Todos estaban más sorprendidos que nunca, pues pocas veces el señor de Full Moon visitaba el gimnasio para practicar; cuando lo hacía era en la noche y Jung, quien siempre lo acompañaba, solicitaba con anticipación que el lugar quedara vacío, solo para ellos. Yo llegué a acompañarlos algunas de esas veces.
«Lo que me faltaba».
De inmediato me puse de pie y me encaminé con el ceño fruncido hacia los casilleros para buscar mis cosas. No me quedaría para estar con esos dos juntos en el mismo lugar. Algunos colegas me daban palmaditas en la espalda para reconfortarme. Al verlos me era imposible ocultar mi mal humor, seguro pensaban que me enojaba verlos juntos por mi hermana, jamás imaginarían que mis reacciones eran por puros celos y por la impotencia de no poder hacer nada.
Kim debió dejarse influenciar por ella para salir tan temprano en la mañana.
De pronto todos mis compañeros me estaban imitando. Hubo un breve alboroto porque se movieron apresurados hacia los casilleros para recoger sus cosas, claro, había que dejarle el gimnasio al señor de Full Moon y su acompañante.
Una vez que todo estaba dentro de la mochila, caminé rápidamente hacia la puerta, iba a ser el primero en salir cuando una voz conocida me hizo detener.
—¡Hey, tú, buenote! —la voz del jefe de la sala de control era inconfundible.
No miré hacia atrás y pensé en escabullirme con el grupo que no tardó en alcanzarme. No tenía por qué ser yo, puesto que nadie me llamó por mi nombre.
—¡Oye! Te estoy hablando. ¿A dónde vas, Jeon junior?!
—¡Ay, no! —de verdad que no era un buen día. Debí pensármelo mejor cuando le dije a Min anoche que no necesitaba el día libre.
Mark Tuan era un hombre decidido, muy seguro de sí mismo y al parecer no tenía pelos en la lengua. Yo imaginaba a los genios como él de la forma en que los presentan en la películas, tímidos, torpes, ñoños, retraídos, tartamudos, solitarios y callados, pero no, este tipo tenía una personalidad más extravagante que la de Seokjin hyung, pues el último me respetaba porque tenía a alguien que amaba o eso fue lo que él mismo me dijo.
Cuando todos los compañeros habían salido, Tuan se enganchó de mi brazo y por más que me negué no me soltó. Cuando ya estaba por rendirse vi que Jihyo le secreteó algo en el oído al señor Kim. Luego de eso él intervino para pedirme que aceptara ser la pareja de práctica de Tuan.
—Así estaremos en pareja.
Yo revoleé los ojos cuando lo escuché hablando prácticamente a regañadientes. No parecía muy a gusto con la idea, pero supongo que solo se dejó manipular por la mujer que parecía tener cierto interés en torturarme y hacerme pasar malos ratos.
Ella se acercó a mí para engancharse de mi otro brazo. Inmediatamente me zafé de su agarre y con esto se desató una risa super loca que provino de la garganta de Mark.
—Perra, ¿no ves? A él solo le gusto yo. Tú vuelve con tu señor.
La mujer dio unos pasos hacia atrás y me entregó una mirada hostil que cambió radicalmente a una inocente y dulce.
«Esta tipa parece psicópata». Pensé con mal tercio.
—Por favor, sé que lo de anoche fue un mal entendido —Su voz era tan dulce como su mirada y su hipocresía provocaba que la aborreciera aún más—. Solo quería demostrarte que no estoy molesta por tu pequeña broma.
La miré con incredulidad y ella se quedó en silencio, como si esperara a que yo le respondiera.
De repente Min hizo una entrada un poco abrupta.
—¿Todo bien, señores? —inquirió empequeñeciendo aún más sus ojitos gatunos.
—No podía ser mejor ahora que tú formarás un cuarteto con ellos —mascullé señalando hacia atrás con el pulgar cuando estaba a punto de girarme por completo para marcharme. Pero el líder de la torre de control no se soltaba de mí, al contrario, apretó más su agarre.
Lo mío con el señor Min no ha podido ser en años, en cambio no dejaré que me pase lo mismo contigo —Su amaneramiento me dejó en shock, era tremendamente exagerando con sus gestos y tenerlo tan pegado a mí me hizo sacudir el cuerpo en un escalofriante rechazo. Estás demasiado bueno como para dejarte ir así nada más.
—Lo siento, ya tienen a Min. Yo me tengo que ir —tuve que aplicar un poco de fuerza para zafarme del tío, que nada más soltarlo empezó a lloriquear como una niña.
—¡Nuna, haz algo, por favor!
La mujer se aclaró la garganta y se cruzó de brazos con un aire despreocupado.
—Déjalo. Debe sentirse incómodo por lo de anoche.
—Eso es algo que ya olvidé —no tenía caso reaccionar a sus provocaciones. Solo necesitaba dejar el lugar.
Ella caminó hacia mí.
—Si es así. Entonces... ¿Amigos? —solicitó. Al cabo muchos segundos extendiendo su mano para que yo la tomara y a lo cual hice una mueca rara con los labios, casi juntando mis cejas en disgusto—. Bueno, si amigos te parece que es demasiado. Mejor... ¿tregua?
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Se suponía que yo debí servir de instructor del señor Tuan, mientras que Kim hacía lo mismo con Jihyo. Ella no perdía tiempo para burlarse de mi compañero amanerado cada vez que él se equivocaba y yo ya estaba a punto de perder toda mi paciencia. Me temía que todo lo esta haciendo a propósito, solo buscaba la mejor manera de pegarse a mi cuerpo y de pasar sus atrevidas manos por donde no debía. No escuchaba mis instrucciones y seguía equivocándose una y otra vez. Estaba aprovechándose al máximo.
—Parece cansado, señor, ¿porqué no viene un momento y descansa?
Hacía un buen rato que el señor Kim no decía mucho, no es que Jihyo necesitara mucho consejo en Judo, su nivel parecía a la par de el de él. Lo que me acojonaba era todo el rato se veía demasiado serio.
Gracias al cielo que Min intervino y sugirió un cambio para que la concentración de Tuan aumentara y el señor Kim pudiera descansar.
Los dos pupilos se enfrentarían para demostrar lo que habían aprendido de la práctica, mientras Min, Kim y yo les observábamos.
Todo fue un desastre. Tuan llevó tantos golpes que me parecía que no le iban a quedar más ganas de seguir jugando al entrenamiento. Él pidió una pausa para sugerir un cambio, pero Min fue más rápido y propuso que los pupilos descansaran mientras sus entrenadores temporales les daban una pequeña demostración.
Y allí nos encontrábamos, él de espaldas acostado en la colchoneta, inmovilizado, y yo encima de él aplicándole una llave sin mucho esfuerzo, él me la ponía fácil, pero yo nunca me atrevería a lastimarlo.
—El judo no parece ser uno de sus fuertes, señor —me burlé con un poco de arrogancia, intentando disimular mis nervios por su cercanía.
Ese olor a flor de vainilla que se mezclaba con su sudor no ayudaba para nada, me mantenía luchando por no perder la razón.
Él, en cambio, no reprimía esa sonrisa tan bonita que me brindaba. Su forma de mirarme estremecía cada parte de mi cuerpo, dejando esa sensación de no tener suficiente.
—No, no lo es. Pero la verdad es que no soy tan malo— admitió sonriendo a todo lo ancho. Yo quería creer que solo sonreía así para mí.
—Sensei Jungkook, tres. Sensei Kim, cero —le recordé provocando que me mostrara todo su arco de dientes cuando se amplió más su sonrisa con forma rectangular.
Para mí, esa imagen equivalía a mil años de vida.
«Bendito seas, jefe Min».
—Tus ojos —susurró con su profunda voz y la respiración entrecortada.
—¡¿Qué?! ¿Tengo legañas? —pregunté abochornado, pero sin soltarlo.
Su risa nasal y casi imperceptible fue como música para mis oídos. Moría por devolverle la sonrisa, pero debía hacer mi mejor esfuerzo por mantenerme serio.
—No, no es eso.
—¿Entonces, ¿qué? ¿Está tratando de hacer trampa, señor Kim?
— No, claro que no. Es solo que... Ya no se ven tan oscuros hoy. ¿Llevas lentillas?
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*Hwansaenghaji – 환생하지 – (tranducción al español: no reencarnado o alma no reencarnada).
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