Capítulo 31
Capítulo 31
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SERPIENTE
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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱
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Me sentía sofocado estando tan cerca de ellos, solo para mí el ambiente se volvía inhóspito, como si le faltara muy poco tiempo cierto componente al oxígeno, como si todo alrededor hubiese sido contaminado, totalmente lejos de mi agrado.
La chica de los retratos resultó ser algo más de lo que yo entendía, pues esa maldita peliroja y el tal Jihyo eran la misma persona. Esto le daba una ventaja incalculable y de forma contundente me hacía sentir que no era ningún rival para ella. Después de saber su historia, pensamientos como "Eras solo una probada de lo prohibido para el amo de Full Moon, un pasa rato, un entretenimiento fugaz, solo jugaba contigo para matar su aburrimiento y seguro se reía de ti por ser un maricón" no paraban de pasearse por mi mente.
Jihyo era descarada, coqueteaba abiertamente con Kim delante de cualquiera, incluso de mi tío. Aunque, de hecho, si no mostrara tal comportamiento, igual me desagradaría, mucho. No obstante, lo que más me molestaba no era eso, sino que el mismo Kim le permitía todo. Al mostrar sus actitudes delante de mí, sus ojos grandes y vivaces me entregaban ciertas miradas esporádicas que me dictaban que tan solo buscaba provocarme con tal comportamiento. Al verme solía irrespetar el espacio personal de Kim y, según Jiminnie, cuando yo no estaba por los alrededores, era diferente, la chica no era menos aceitosa, pero al menos no se pasaba tanto con sus toqueteos hacia el señor de Full Moon. Mi amigo estaba convencido de que ella buscaba dejar un claro mensaje para Nayeon: "Él es mío".
En esos momentos yo era como un volcán en proceso de erupción. La sangre corría hirviendo por mis venas. Creía que en cualquier instante explotaría y mandaría todo el plan del Chamán a la mierda. Pero no podía darme aquel lujo, no podía echar todo nuestro esfuerzo por la borda. No podía fallar cuando se me había confiado algo tan importante y menos cuando ya estaban apareciendo buenos resultados. Yo hice lo correcto al haber aceptado la propuesta del anciano, no me arrepentía de ello. El que estaba llevando, sería un largo, doloroso e insoportable proceso, durante el cual, debía mantenerme lo más discretamente alejado de Kim; me convencí a mí mismo de que podía soportarlo todo, pues, ciertamente, sacrificarme por las personas que amo, era algo que desde niño yo aprendí a hacer con mi hermana. Aunque nunca me imaginé que fuera tan difícil esta vez. No obstante, saber que era lo mejor para todos me daba las fuerzas suficientes para seguir hasta el final, lo volvería hacer todas las veces que fueran necesarias con tal de lograr ese gran objetivo:
Kakita continuaría estando bien, Kim conseguiría lo que tanto ha buscado por tan largo tiempo: sanar por completo y por fin descansar de sus viernes rojos; además, el Chamán conservaría su cabeza en su lugar al momento de quedar expuesto por desobedecer al señor de Full Moon y andar experimentado con algo tan delicado sin previa autorización.
Muchas veces he tenido que tragarme las ganas casi incontrolables de acercarme a él, de iniciar una conversación, pero lo mejor era mantener las distancias, así sería más creíble nuestro engaño sobre la supuesta poción que le pidió al chamán, así no nos arriesgaríamos a que se enterara de que el viejo nunca preparó el dichoso brebaje y tampoco de que he estado usando un talismán de esos que él tanto odia. Se ha creído el cuento de que el asunto de la poción está funcionando sobre mí. No tiene ni puta idea de cómo me ha estado doliendo pensar que cree que olvidé lo que siento por él y que piense que es mejor así para ambos.
El Chamán descubrió que el señor Kim dejó de escuchar los pensamientos de todos. El tío Jeon, quien, por supuesto no sabía del alocado plan, apostaba por la teoría de que aquel hecho se debía al distanciamiento de Nayeon, sin embargo, el Chamán sospechaba que casualmente eso pudo haber iniciado desde que yo empecé a llevar conmigo el sello neutralizador. Sí, por fin supe lo que significaba aquel pañuelo amarillo con trazos rojos para el señor Kim y por qué nunca me lo dijo. Le avergonzaba confesarme que podía escuchar los pensamientos de los demás, temía que yo lo viera como a un bicho todavía más raro de lo que cree que es, como a alguien que podría infundirme miedo y rechazo por su naturaleza extraña. Pero no era así, para mí fue una sorpresa enorme y al principio me mostré un poco escéptico cuando el Chamán me lo dijo.
"—Crees que es inmortal porque él mismo te lo dijo, pero no crees que es capaz de escuchar los pensamientos porque lo estoy diciendo yo. Sin embargo, no tengo por qué mentirte. ¿No has sentido la sensación de que él sabe lo que estás pensando?"
"—Increíble". —Fue lo que me pareció.
Al contrario de lo que él creía, eso lo hacía más interesante para mí. Desde ese momento comprendí muchas cosas a las que dejé de darle vueltas porque no le encontraba el sentido. Porqué era difícil engañar al señor Kim.
"—Esa es una excelente señal de que vamos por el camino correcto". —Recordar esas palabras del Chamán me daba muchas fuerzas para continuar con todo —. "Lo estás haciendo muy bien, Jungkook-ah".
Todo estaba saliendo como esperábamos. Más temprano que tarde, Kim sería completamente liberado de aquellos "motivos ajenos" y me alegraba que el que más lo atormentaba era el que iba desapareciendo con evidente efectividad.
Al principio, la única persona que sabía del plan era la señora Kim, la chef. En la casa del Camán, durante la noche, ella cuidó de mí en todo el proceso del primer viernes rojo que me tocó padecer e hizo todo lo que el anciano le había indicado mientras éste acompañaba al señor Kim, pues el anciano también tenía que fingir que el amo lo necesitaba, como siempre, para que nada pareciera sospechoso al tío Jeon y sobre todo al afectado.
No fue tan raro como creí que pasaría, dolió el demonio, sí, pero todo pasó más rápido de lo previsto. El Chamán me solicitó que no cantara victoria, porque el mes siguiente, si todo continuaba funcionando, sería peor, porque la transferencia se estaría completando y es más que probable que sienta todo tal como el señor de Full Moon, incluso, que pudiera morir, ya que al no ser inmortal el efecto de la nube no podría revertir la muerte inminente que provoca la maldición.
La segunda persona, a la que le dije algunos detalles, solo algunos, era Jimin, pero antes, me aseguré de que también llevara un talismán neutralizador, sin decirle el porqué, obviamente. Él sabía casi a la perfección cómo me estaba sintiendo, todo lo que estaba soportando. Por eso, y por supuesto, por otra razón que bien conocemos, se ofreció para acompañarnos cuando confirmó que Jihyo había logrado que Kim me incluyera en un presunto viaje hacia la casa de su abuela.
Ella lo había hecho a propósito para ganar rayitas con Kim. Jimin me lo dijo. Últimamente mi mejor amigo pasaba parte de su tiempo cerca del Señor de Full Moon, siendo atiborrado de preguntas por éste sobre mí y eso no pasó desapercibido para la serpiente de Jihyo. No obstante, ella parecía tener la errada idea de que Kim solo se preocupaba por su "cuñado", lo veía como parte de un deber por su compromiso con su novia ausente.
Apostaría a que si Nayeon estuviera en Full Moon ya le habría arrancado esas greñas rojizas con sus propias manos, yo disfruté muchas veces solo imaginándomelo.
El informe del presunto viaje resultó ser verídico, por más excusas que busqué no pude zafarme de la insistencia de Jihyo. Y el jefe Min no fue de mucha ayuda.
—Vamos, míralo por el lado positivo, serás mi copiloto y me harás compañía —intentó bromear sin un ápice de gracia en sus expresiones—, además, te hará bien respirar la contaminación de otros aires.
Viajar por tres horas en compañía de mi nuevo jefe, el cara de gato, no fue tan malo como pensé. El día era bonito y brillante, la música que él escuchaba era agradable mientras observaba los cambios de paisaje y azul del cielo, pero en cuanto llegamos a nuestro destino y vi cómo esa zorra de nueve colas tomaba la mano de Kim, al instante se me jodió el día y la vida completa.
Durante el almuerzo fue igual, ella no paraba de posar su mano sobre la de él mientras estuvimos sentados en la mesa, parecía desesperada por aparentar que ellos eran pareja.
Ofrecerme a fregar los platos fue un intento de escape para mí al terminar de comer. Yo me alegré de que Jimin quisiera acompañarme. Mientras hacíamos lo propio, conversamos sobre su relación con Min, la cual no había avanzado prácticamente nada. El muy cabrón cara de gato se hacía el difícil desde que se enteró que fuimos pareja y Jimin necesitaba darse valor para ser un poco más lanzado, no obstante, las oportunidades se le hacían casi nulas, así que me pidió de favor que lo ayudara con eso. Si intercambiábamos nuestros puestos durante el viaje de regreso, él sabía que me estaba lanzando a un suplicio, pues significaba que yo iría en su lugar en el mismo auto que Kim y Jihyo. No pude negarme porque también sabía que era una oportunidad de oro para él poder pasar tres horas y media a solas con Min.
Esas mismas horas serían un infierno para mí, pero esperaba que valiera la pena hacer un sacrificio más para ayudar a Jimin a alcanzar su felicidad.
Después de lavar los trastes decidimos dar una vuelta por el pueblo para ayudarme a relajarme un poco y prepararme mentalmente para el viaje de regreso y el desafío que eso encerraba para mí. Min nos concedió el permiso de usar su auto, Jimin se encargó de convencerlo.
Anduvimos hasta que casi se nos olvidó que estábamos trabajando como guardianes, prácticamente consumimos todo el combustible y tuvimos que ir por más a una estación, yo pagué la factura y Jimin decidió ir a un cajero automático para checar el balance de su cuenta bancaria, como en Full Moon no nos dejan usar tecnología a modo personal, no conocíamos esos datos y obviamente él había manifestado esa curiosidad que se me contagió de inmediato.
Quedamos con la boca abierta cuando leímos los números, consultamos también el mío, pero mi balance no mostraba ni una tercera parte del de Jimin. Después de eso, venía burlándose de mí porque siendo yo un Jeon, él era mucho más rico, cuando se supone que comparativamente es un don nadie. Hicimos una última parada en una heladería, compré un bote de los más grandes para todos, elegí el sabor a vainilla, así resultaría difícil que a alguien no le gustara y como a él le gusta mucho ese olor, pensé que ese sabor sería el correcto. Jimin se burló de mí porque mi idea le recordó que siempre tuve por costumbre nunca volver a casa con las manos vacías, Kakita siempre esperaba por mí y la sorpresa del día, nunca se desilusionaba porque yo jamás le fallaba. Hay cosas que forman parte de uno y que son difíciles de eliminar, como una vieja costumbre, además ya hacía mucho que no salíamos juntos a alguna parte, era como recordar viejos tiempos, solo con la diferencia de que antes no andábamos en auto y nuestras cuentas estaban lejos de ser ricas. Mi amigo logró reparar mi estado de ánimo con su magia y llegamos al gran patio de la abuela de Jihyo riéndonos de nuestros chistes.
—¿Por qué tardaron tanto? —la voz de Kim nos sacó de nuestro mundo feliz, no sé por qué me dio la impresión de que sonaba molesto.
Él aun estaba donde lo vimos la última vez, sentado en aquella banca bajo el enorme árbol. Corrí de inmediato hacia allá, con los nervios un poco alterados, rogando que no estuviera pasando nada malo con él. Jimin me siguió el paso.
—Lo siento señor, nos distanciamos más de lo debido. Pero prometemos que eso no volverá a pasar —se disculpó mi amigo una vez que estuvimos frente a Kim.
Yo me adelanté un poco más para verlo bien de cerca, pues mi prioridad no era disculparme, necesitaba comprobar si estaba bien.
—¿Pasa algo? ¿Está bien, señor?—. Deposité el bote de helado junto a él sosteniendo mi mirada sobre su pálido rostro.
—¿Dónde está el señor Min? —escuché preguntar a Jiminnie mientras era observado atentamente por Kim—. Ahora sí que puedo entenderte mejor, Kookie.
Volteé a ver a mi amigo cuando soltó ese pensamiento en voz alta, estaba seguro de que no fue consciente de que todos lo escuchaban. Miré a todos alrededor y me encontré que Min venía hacia nosotros a toda prisa con un jarrón en la mano y no venía solo, una chica que llevaba dos vasos en cada una de sus manos, le acompañaba.
«A eso debieron referirse las palabras de Jiminnie».
La chica que acompañaba a Min no era la única que se había unido a la fiesta mientras Jimin y yo no estuvimos. Justo al lado de la abuelita de Jihyo se encontraba una rubia de mirada coqueta, hermosa, por cierto, escaneándome de arriba abajo como si yo fuera la comida más deliciosa y apetecible.
—Si el paseo fue tan largo, entonces, supongo que gastaron todo el combustible —rehuí la mirada de la chica. Miré a Kim con un poco de sorpresa, él no dejaba de mirar a la rubia y parecía molesto. El gasto del combustible no le molestaba en lo absoluto, lo sabía, solo era una ridícula excusa, porque, aunque fuere con sutilidad, sí lo noté molesto, pero no concebía que fuera por eso. Sino, ¿porque me dio la impresión de que casi mata a la chica rubia con la mirada?
—Sí así fue, pero lo volvimos a abastecer —afirmé reprimiendo una sonrisa—T-traje helado para todos —anuncié, señalando el gran bote para disimular un poco la situación.
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Al fin el viaje de regreso había finalizado. Fue mucho más largo que el de ida. Cuando llegamos a la gran entrada de Full Moon, ya era de noche. Kim utilizó el pin para hacer el comando de abrir el portón y luego de aparcar el auto frente a la entrada de la mansión lo guardó dentro de la pequeña gaveta del tablero frente al copiloto. Él salió y mientras rodeaba la carrocería para abrirle la puerta a la "dama", ella me preguntó si no salía, asentí sin moverme de mi sitio y por algunos pocos milímetros observé que mientras volteaba a mirarme desde su lugar en el asiento, ella buscaba a tientas dentro de aquella gaveta, la cerró discretamente antes de que Kim le abriera la puerta y le ofreciera su mano para ayudarla a bajarse de la nave.
Una vez que salí, seguí a ese par hasta la entrada de la casa y, estando de pie junto a la puerta principal, me di cuenta de que ella metía la mano en su bolso para depositar lo que fuera que había tomado. Yo apostaba por el dispositivo que controla el acceso del portón. Me quedé observando su bolso color beige mientras los veía alejarse adentrándose a la antesala, solo desvié un poco la mirada cuando Kim volteó a mirarme de soslayo mientras ella lo tomaba del brazo y él se dejaba conducir por ella.
Me había prometido a mí mismo corregir mi impulsividad, pero en aquellas circunstancias no podía simplemente relajarme, respirar y tomármelo con calma, tanta sensatez me estaba robando el espíritu. Ni bien llegaron Min y Jimin a nuestro lado cuando hablé para que los 4 pudieran escucharme.
—Alto ahí. Necesito aclarar algo, ahora —Min aceleró sus pasos dejando atrás a Jiminnie y Kim hizo detener los suyos.
—¿Qué está pasando? —quiso saber Min.
—Creo que ella tomó algo de la gaveta del auto —acusé, señalando a Jihyo—. Estoy casi seguro de que es el Pin de abrir el portón.
Jimin abrió la boca en asombro.
Kim arrugó el entrecejo mirando de mí hacia su acompañante.
Min no perdió tiempo para acercarse a la mujer, tomar su bolso sin ninguna delicadeza y vaciar su contenido sobre el piso.
—Es cierto —corroboró tomando el dispositivo y poniéndose de pie para mostrárselo a Kim.
—¡No! ¡Yo no he puesto eso ahí¡ —la pelirroja negaba con la cabeza desconcertada, aturdida.
—¿Quieres decir que entró por sí solo a tu bolso? —sonreí con ironía.
Ella me miraba con ira reprimida impregnada en sus ojos.
—¡Por supuesto que no! Pero sí que lo pusiste tú mismo —la muy cara dura trataba de voltear todo en mi contra. Simplemente pasó de mí para entregarle una mirada suplicante a Kim—. S-seguramente él lo hizo.
La mujer volvió a mirarme mientras me apuntaba con su índice, tal como lo hice instantes antes.
Aflojé la mandíbula, incrédulo. ¿Cómo podía ser tan sínica? Apreté mis puños tratando de controlar mi temperamento.
Ella volteó hacia Kim, quien la miraba perplejo y con cierto aire de desaprobación.
—Informaré de esto al señor Jeon —intervino Min —Los siento, señor, pero ella deberá venir conmigo hasta que se determine lo que pasó —adelantó acercándose a la peliroja.
—¡No! ¡No! —alzó la voz desesperada, asustada—. Por eso salió al último del auto, él fue quien lo tomó, lo puso en mi bolso cuando nos detuvimos en las puertas de la casa. ¿Recuerdas?
La muy descarada insistía en culparme.
—Pero, ¿qué...?
—Sé cómo me miras —afirmó bajando la voz casi en un siseo de serpiente, dando pasos que la alejaban de Min y la acercaban a mí—, me odias porque apoyas a tu hermana y lo entiendo, es lo más natural —me miraba de una forma extraña, como si en verdad tratara de ser comprensiva conmigo—, yo haría lo mismo en tu lugar. Pero, por favor, no tienes que ser tan despiadado conmigo, yo no quiero robarle nada a tu hermana, solo busco que el señor Kim sea feliz. No puedes condenarme por eso.
Yo retrocedí rechazando el intento del toque de sus sucias manos con aquellas largas uñas lacadas de esmalte rojo.
—Estás demente. ¿Cómo puedes mentir tan descaradamente? —la miré con repudio.
Min se acercó a nosotros y no perdió tiempo para inmovilizarla de la manera más delicada posible. Tomó sus muñecas y le pidió que colaborara.
—Min, espera —intervino Kim con voz extenuada.
—No, señor, lo siento, pero esto se tiene que aclarar.
Min tenía cautiva a Jihyo y prácticamente mis compañeros de negro me rodeaban. Unos instantes más adelante estábamos en la sala de control de las CCTV. Min le prohibió a Jimin seguirnos y mi amigo, aunque se le sobraba el deseo de refutar, tuvo que obedecer.
Llevaban rato mirando las grabaciones y no encontraban indicios de que alguno de los dos fuera el que mudó el dispositivo. El tipo llamado Mark, quien parecía el líder del equipo de controles, señaló el momento en el que estábamos de pie frente a las puertas de la mansión ahí hubo un movimiento sutilmente sospechoso, pero el ángulo de la captura no permitía confirmar que la señorita guardaba algo dentro de su bolso, al mismo tiempo que ella se pasaba al lado mío, colgando el accesorio en el otro lado de sus hombros provocando que prácticamente se rozara contra mi mano, mientras yo miraba el accesorio fijamente.
El tipo llamado Mark estaba indeciso y mientras más repetían el video, más confuso parecía.
Ella lloraba a cascadas y sollozaba como una mártir después de enterarse que no se podía comprobar ni una cosa ni la otra, continuaba agregando alegatos sobre que ella no tenía ningún motivo para tomar el aparato, pues podía pedirle al dueño que la sacara de Full Moon cada vez que quisiera, mientras que yo sí tenía motivos para atacarla porque la odiaba. Insistía en que yo le tendí una trampa para deshacerme de ella y dejar el camino libre a Nayeon.
—¡Ja! Suenas tan convincente que hasta yo mimo terminaría por creerte si no estuviera seguro de que mientes —ironicé con exasperación gravada a fuego en los ojos.
La mirada de Kim hacia ella había cambiado, se había suavizado, desde que aumentó el nivel del drama con sus llantos. Me temía que él, no solo parecía cansado de la situación, le estaba creyendo.
«Kakita tenía razón, en verdad la peliroja resultó ser una serpiente y me pregunto cómo es que ella ya lo sabía».
Dejé salir un bufido de frustración y empecé con mi manía de empujar las paredes interiores de mis mejillas con mi lengua. En verdad estaba molesto. No podía concebir que el acusado iba a terminar por ser yo.
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(Crying...) 😭😭😭😭😭 Extraño mucho sus comentarios.
Yo aquí ando sentimental. Se me están termiando los días libres y mi ritmo para escribir volverá a la lentitud habitual. (Consagración con el bajo rendimiento).
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