Capítulo 27
Capítulo 27
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KOMAINUS
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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱
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Todos estábamos en la puerta principal de la mansión para despedir a Kakita y a los seis hombres con uniforme de traje que la acompañarían, los que serían sus guardaespaldas. Jung estaba entre ellos y me sentí un poco extraño al saber que desde ese momento ya no lo vería seguido. No obstante, me tranquilizaba un poco saber que ella estaría en buenas manos, después de todo, no podía negar que él hacía bien su trabajo. Una vez lo vi entrenar con Jackson y me sorprendí mucho con sus habilidades de pelea, sobre todo, el manejo de los sables, lo que me hizo dar cuenta que el encuentro de aquella vez en el páramo cercano a la nave, él no iba tan en serio como yo, de lo contrario no lo hubiera dominado con tanta simpleza.
A lo lejos se escuchaba el sonido de un helicóptero. Estaba casi seguro que se trataba de Namjoon hyung, auque él había informado que no podría llegar a casa a tiempo porque probablemente no iba a poder utilizar el transporte aéreo. Era raro, pues no se necesitaba ser muy inteligente para saber que el tiempo no era precisamente el más propicio para andar desplazándose por aire.
Kim llevaba una gorra de beisbol, un cubrebocas y gafas de sol, las cuales se las había enganchado en la parte de atrás de su cabeza, como si de tener ojos en la nuca se tratara; comprendí que no era necesario usarlas apropiadamente porque el día estaba lejos de ser brillante debido a las lluvias causadas por la tormenta, aún el cielo estaba nublado y, para ese momento, solo caía una lluvia muy ligera. El tío Jeon yacía a su lado en el centro de la entrada, lo vi dar una orden a Min y el pelinegro llamó a alguien por su intercomunicador. Más allá se encontraba nuestro primo Minho y en el otro extremo de Kim estaba yo. Todos estábamos ahí, algunos llevando un paraguas y otros no, para despedir a Nayeon, incluso la señora Kim, el doctor Um y el Chamán. Nam-ssi, era el único ausente, ya que se encontraba trabajando en la oficina de la corporación.
El helicóptero se escuchaba más cerca, yo seguía creyendo que se trataba de Nam intentando llegar a tiempo para despedirse de Kakita, pero yo ya le había perdido toda la atención al asunto. Se sentía incómodo estar al lado del hombre que me gustaba tanto, del que me hacía sentir, innegablemente, una férrea antología de emociones, como un estúpido enamorado y tener actuar como era debido, viéndolo como lo que debía ser, solamente un cuñado, me costaba más esfuerzo que atravesar el rio Han nadando con las manos atadas. No había peor manera de caer en la maldita realidad, que cuando, a pesar de poner toda resistencia, ésta terminaba debilitándome con un solo golpe.
A pesar de ser un momento más tormentoso que el propio clima, y de que me sentía tan extraño porque era la primera vez que me separaba de mi hermana, todo iba normal hasta que de pronto un extraño y aterrador estruendo, algo similar a un potente rugido, se escuchó a las afueras del portón, haciendo estragos en los oídos de todos.
Lo normal sería que todos nos hubiésemos alarmado y entrado en pánico, porque era evidente que eso no fue un trueno cualquiera, no, era más terrorífico aún, parecía el llamado amenazante producido por una gran bestia. Un león rugiendo poderosamente, pero dimensionalmente mucho más amplificado de lo imaginable. Algunos tiraron sus paraguas y todos se pusieron en guardia bajo la lluvia, esa cosa volvió a rugir y se escuchó claramente cómo alguna parte de la construcción de la entrada se desmoronaba, ese animal quería traspasar el gran muro que nos dividía.
El helicóptero pasó cerca de la propiedad a una altura considerablemente baja y por encima de su ruido pudimos escuchar un tercer rugido de la bestia. La nave tuvo que retroceder cuando, después de rebotar como si hubiese chocado contra algo invisible, de pronto empezó a perder el control ante nuestra vista. Ese no era el helicóptero de Namjoon hyung, no sé si era por causa de la lluvia, pero no lo reconocía.
¿Quizá los tripulantes estaban casando al animal?
Rápidamente mi tío y mi primo sacaron sus llaves doradas, la de Minho colgaba en una cadena que parecía de oro, no como la mía, y que echó a perder porque, de súbito, se la había arrancado de su cuello; la del tío canas fue sacada de uno de los bolcillos interiores de su chaqueta. Los hombres de Min abrieron las cajuelas de los dos autos que resguardarían al Mercedes en el que iría Nayeon durante el viaje, uno iría delante y el otro detrás dejando la carrocería de la princesa en medio.
Todos se movían rápido, igual que yo, sin embargo, mis movimientos casi carentes de conciencia me llevaron hasta mi hermana a la que había arrebatado de los brazos de Jung, quien ya la estaba protegiendo y encaminando hacia dentro de la mansión, para después darme cuenta que Min hacía lo mismo con Kim, cuando lo busqué con mi desesperada mirada.
De un momento para el otro se reunió un gran número de guardias, los cuales aparecieron como de la nada. Aquellos hombres de negro que iban a acompañar a mi hermana ya se encontraban artillados con distintas armas blancas de un material dorado que sacaron de la cajuela de sus autos, eran iguales a las que vi en una de aquellas habitaciones secretas del ala prohibida, parecían hechas de oro puro, ahí comprendí para qué mi tío y mi primo habían sacado sus llaves.
«Necesitan más de esas armas».
Las puertas de la entrada a la mansión fueron cerradas con un gran número de hombres de trajes rodeándonos a nosotros, expectantes y atentos en la antesala. El número más grande de guardias se quedó afuera bajo la lluvia, esperando, preparados para lo que viniera.
Con el corazón casi saliéndoseme por la boca y mi cintura siendo aprisionada por los brazos de Nayeon, me preguntaba contra qué nos enfrentaríamos. Ella lógicamente estaba asustada y nerviosa, temblaba, pero no sé si más que yo, enfrentar algo desconocido me ponía más que ansioso; ella se abrazaba a mi torso como cuando éramos niños, porque eso la hacía sentir segura. Pero yo la fui soltando poco a poco para ponerme delante de ella, era necesario para estar alerta a cualquier movimiento. El trote de los hombres corriendo en silencio y regresando con premura desde el ala prohibida cuando llegaron con más armas que no perdieron tiempo en repartir entre nosotros, sacando grandes sacos repletos de metal por las ventanas para que los guardias de afuera también se sirvieran.
El mismo Kim me estaba entregando un sable dorado.
—No, Señor, creo que a él le van mejor éstas —intervino mi primo, entregándome un par de anillos corridos que se conectaban a una muñequera con navajas retirables incrustadas por encima.
Kim lo miró atónito y preocupado, elevando su barbilla para poder conectar su mirada con la de mi primo, ya que el moreno era más alto que él, bueno, era más alto que todos los presentes.
—P-pero esas son de corto alcance. N-no...
—No es que sea malo con la espada —le interrumpió Minho hyung—, pero no ha tenido suficiente entrenamiento. Créame, actualmente se le da mejor el boxeo que la esgrima —Kim no se veía muy convencido, pero con un asentimiento nos hizo saber que estaba de acuerdo.
—Todos a su posición —La voz de Min resonó fuerte en toda la antesala —no olviden cuál es el objetivo del enemigo.
Sentí dos manos apretando la tela de mi chaqueta. Era Kakita tratando de decirme algo. Me incliné un poco para acercar mi rostro al de ella.
—Kook, ¿sabes qué está pasando? —susurró ella mirándome con ojos desorbitados por el terror que debía estarla abrumando en ese momento y yo solo negué encogiéndome de hombros, pues no tenía ni puta idea.
—Señor, el helicóptero respondió, cambio —Oí una voz desde el intercomunicador de Min, quien estaba muy cerca de nosotros protegiendo a Kim.
—Escucho, Mark. Cambio —respondió rápidamente el jefe de seguridad.
—Pronto nos volveremos a ver —informó la voz del tal Mark —. Es todo. Cambio.
Min miró hacia el tío Jeon y ambos asintieron levemente con la cabeza, como si de un lenguaje privado se tratara.
—¿Qué hay de la gárgola? —preguntó el Chamán mirando hacia los hombres que trajeron las armas desde el ala prohibida.
—Antecedentes de actividad interna, negativo —confirmó uno de los hombres.
Mi tío le hizo una especie de pregunta silenciosa al anciano.
—No hay forma de que pasen las barreras, no las hay —negaba el Chamán con voz casi ahogada entregándole una mirada al tío Jeon que trataba de hacerlo parecer más convincente de lo que estaba logrando, como respondiendo a un comentario que el contrario nunca articuló —la manera de corroborarlo es confirmando cuál de los dos Komainus fue el que despertó, si fue el macho, estamos a salvo en el interior de Full Moon y lo seguiremos estando, pues eso significa que solo el exterior está expuesto aún, es decir, si la hembra permanece intacta es porque no hay indicios de que la amenaza logre traspasar la barrera, no podrán entrar a menos que uno de nosotros se lo permita voluntariamente.
¿Dijo Komainus? ¿Acaso se refiere a los perros de piedra de la entrada?
—Suficiente información —le interrumpió el tío Jeon. Hasta ese momento, fue la única vez que no le había visto su expresión indescifrable de siempre, se mostró claramente enfadado ¿Pero, por qué parecía echarle la culpa al Chamán?
«¿Qué diablos fue todo eso?».
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Al día siguiente ya no llovía, el clima era favorecedor, pero Kim no estaba para verlo porque antes de llegar la noche se había internado en el famoso Domo. Yo aun intentaba tragarme toda la intriga de todo lo que aconteció hacía menos de 15 horas atrás.
"Acostúmbrate. Lo hace cada viernes de cuarto creciente hasta que pasa la última luna llena". Las palabras de Jung continuaban repitiéndose como un eco interminable dentro de mi cabeza.
Una vez que el señor Kim desapareció el día de ayer, todos regresaron a la normalidad, como si lo que sucedió hubiese sido producto de mi imaginación. El tío Canas se encontraba dentro del auto, esperando a que Nayeon terminara de despedirse, una vez más, de los que estábamos allí, bueno, solo faltaban Nam hyung y el señor Kim.
Me remordía la consciencia al recordar el rostro de Kakita cuando lo vi por última vez antes de abordar su auto. A pesar de la oscuridad que cernía el ambiente, ella no quería irse, pero era mejor así, creo que el tío Canas sospechaba que ella sabía algo y posiblemente planeó todo lo del traslado de la universidad para protegerla.
—Vas a estar bien, Jung estará contigo —era lo único que podía repetirle cuando se abrazó a mí una última vez.
Era la primera vez que ella viviría en algún lugar sin mí. Y la entendía porque yo también tenía ese sentimiento extraño de no querer separarme.
El ruido de un cuarto motor se escuchaba a lo lejos, Kakita seguía abrazada a mí cuando un auto blanco asomó a través de la entrada, ella volteó para observar el vehículo aparcándose próximo a los otros y de él bajar una joven mujer.
«Debe ser la invitada sorpresa del señor Kim».
No se supo cuál de nosotros la fulminaba más con la mirada. Allí me percaté de que ese debía ser aquel otro motivo por el cual mi hermana no quería irse, pues no mostró ninguna sorpresa, ni algún indicio de curiosidad al observar la figura de la mujer.
Los próximos días aguardarían lo peor para mí. Lo supe desde ese momento en que mi alma se enfrió y casi salió de mi cuerpo en cuanto vi el rostro de esa mujer. Era la exnovia del señor Kim, la mujer de los retratos en el estudio, lucía más hermosa y radiante en persona que en aquellas pinturas y Kakita no se mostraba desapercibida, creo que ella también lo sabía.
«Esa visita especial era una jugada de nuestro tío en nuestra contra, en mi contra, pues igual Kakita seguiría siendo la prometida del amo de Full Moon, ¿o no?».
Mi mandíbula estaba tan apretada que me dolían todos los dientes.
—Señorita Jeon, por favor, su tío espera. No haga las cosas difíciles, debimos haber partido hace más de una hora —la voz de Jung nos hizo reaccionar a ambos y Kakita volteó hacia mí.
—No permitas que esa serpiente esté alrededor de mi Louis Hanzel. Por favor —esas palabras que ella masculló con voz aprensiva, mientras yo miraba a esa mujer por debajo de mis pestañas, me causaron tantas sensaciones. Más que una solicitud, parecía que mi hermana me estaba dando una orden. Apretó mi muñeca como pudo con su pequeña mano, como un ruego desesperado de tener mi atención—. ¿Entendiste?
La miré desconcertado y luego regresé mi vista hacia aquella pelirroja que se acercaba con pasos de diva. El viento movía su rojizo cabello como en cámara lenta, embelenzando a todos con su aura fresca y radiante. Kakita se giró en sus talones para aceptar el brazo que Jung le ofrecía, caminó con elegancia enganchada del Cara de caballo y casi que le tumba el hombro a la mujer que sonreía con cinismo al chocar con ella a propósito, provocando que aquella sonrisa se convirtiera en una mueca quejumbrosa que no duró mucho en ser eliminada.
Las dos mujeres de Kim, juntas en la entrada de la mansión. Una entraba, la otra salía. Y todo eso era obra de mi tío. Minho se encargó de recibir a la peliroja, la abrazó con tanto cariño, Jackson estaba eufórico y ella le sonreía con un brillo encantador en su mirada. En cuanto el auto de Kakita se puso en marcha yo metí las manos en los bolsillos de mi sudadera y empezaba a retroceder despacio para pasar desapercibido. No me quedaría para que mi primo me la presentara. Me valía un maldito pedo conocerla.
⊰─⊱ Kim Taehyung ⊰─⊱
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El Chamán Acababa de traspasar la trampilla del Domo cuando le hablé de forma apurada, yo le esperaba en la estancia, sentado en una butaca al lado de la mesa de té con una bolsa de hielo reposando en mi entrepierna y otra debajo de mi trasero. Jin-ssi y Jimin-ah se movían por los alrededores ordenando y limpiando todo el lugar.
Jin-ssi me había contado todo lo que había sucedido el día anterior, la visita sorpresa, a la cual no pude recibir porque no podía quedarme, no era nadie más que Jihyo. De todas las mujeres en el mundo, tenía que aparecer ella. Jungkook no se quedaría quieto sabiendo que mi exnovia era la visita especial que Jeon me había advertido y no pasaría mucho tiempo para que se enterara de que su plan era que ella me hiciera compañía en el Domo por toda una semana. Debía evitar la tempestad que se avecinaba prohibiendo que ella viniera a verme en mi estado actual, aunque, por supuesto que cuando terminara la última luna llena no rechazaría su compañía.
Pero tenía que encontrar la forma de controlar a Jungkook, porque, después de todo, quizá Jeon tenía razón, el chico es realmente alguien muy impulsivo y también era mi culpa que todo llegara tan lejos. No quería que surgiera un conflicto que inmiscuyera a la señorita Nayeon, porque eso lo empeoraría todo y faltaría a mi promesa de hacerla feliz, todo podría acabar muy mal para los cuatro y, además, fallaría en alcanzar el que ha sido mi mayor propósito toda esta larga vida. Debía recuperar el enfoque.
Pero, ¿cómo podría mantener a raya a Jungkook, si ni siquiera puedo ser capaz de mantener mi convicción cuando le tengo frente a mí? Necesitaba buscar una solución a todo esto. Y quien mejor que el Chamán para que me ayudara a encontrar una rápida forma. Decidí ser lo más honesto posible con él para que comprendiera la situación, para que me entendiera.
El anciano no se sorprendió cuando le anuncié que había besado al sobrino de Jeon por segunda vez. Asintió pensativo y luego ladeó ligeramente la cabeza cuando escuchó el grito del castaño detrás de nosotros.
Jin-ssi soltó de golpe todas las sábanas que había recogido y se aproximó a mí dando zancadas.
—¿Escuché bien? ¿Se besaron otra vez? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Por qué no me lo habías contado? Pero... no entiendo. El chiquillo anda por ahí como si nada. ¿Cómo es que no se ha muerto?
El castaño estaba rojo, por su tono de voz parecía furibundo, pero la sonrisa que no podía esconder lo delataba, solo era una de sus reacciones exageradas.
—Usted sabe lo que el chico siente por su persona —acotó el Chamán con voz calmada, pero sonriendo debido a los cuestionamientos de Jin-ssi—. ¿Por qué lo hizo, señor?
—¡Esa es la pregunta! —Jin-ssi se colocó frente a mí con las manos en su cadera, haciendo una pose de jarrón. Me miraba con reprobación.
—¿Quería poner a prueba mi teoría? —intervino el chamán mientras tomaba asiento en otra butaca.
Esa pregunta en voz alta me atormentó más de lo que ya me encontraba. A pesar de todo lo que estaba pasando, lo único que hacían mis pensamientos era regresar una y otra vez a aquel momento.
Yo miré hacia Jimin con un poco de recelo y Jin-ssi se percató de inmediato de que me estaba cohibiendo debido a la presencia del chico.
¡Jiminnie! —la voz de Jin-ssi exaltó al pobre muchacho—. Ve a buscar más hielo, deprisa.
—Sí, señor.
En cuanto el chico desapareció por la trampilla subterránea ambos acompañantes se quedaron mirándome de forma incómoda. Pero me urgía tener su ayuda para encontrar una solución, así que me abriría emocionalmente hacia ellos, les contaría todo. Desde la forma en que mi ser se despliega cuando estoy a solas con ese niño, hasta las veces que he querido llorar porque no puedo evitar sentir lo que siento por él. Duele no poder obligarme a mí mismo a no sentir y anhelar tantas cosas que lo involucran.
—Esa noche, planeaba terminarlo todo, no es que tuviéramos algo a lo que le podamos poner nombre, pues nunca lo hablamos. Solo es toda esa tensión que nos rodea cuando nos miramos el uno al otro, está demás decir alguna palabra. El no tiene certeza de mis sentimientos y eso lo debería facilitar para mí.
—Pero tú si sabes bien lo que él siente, lo que sienten los dos, eso es suficiente para que...
—¡No! no debo sucumbir esos sentimientos, porque al final, se convertirán en lago destructivo.
—¿Y por qué en vez de poner fin a todo terminaron besándose?
—Esa es la cuestión, no me veo estando a solas con él sin que me despliegue tan solo con su mirada, su presencia es abrumadora para mi cuerpo, para mi mente, siento sus pulsaciones, oigo sus pensamientos y luego no sé de mi viejo yo, porque me convierto en alguien nuevo a su lado. Es como una fuerza de atracción, un poderoso imán, un deseo palpable. Anhelo sentirlo, estar cerca se vuelve una necesidad.
»"Cómo deseo besarte ahora mismo".
»Ese pensamiento suyo, me hizo sentir como si estuviéramos conectados, compartiendo el mismo deseo, con aquel mismo poderoso ahínco. Con nuestras miradas encontrándose sentí un abrumador magnetismo hacia su cuerpo, la profundidad y la fuerza de la suya dejaban en evidencia que esa sensación estremecedora era mutua, como si estuviéramos ebrios y con ansias de probar el mismo vino nuevo, atraídos con la misma abrazadora intensidad por el contrario. Las palabras llegaron a mí tan claras, tan vívidas que me hicieron perder la poca cordura que conservaba.
El Chamán carraspeó por lo bajo.
—Comprendo perfectamente su punto, señor. ¿Por eso permitió que pasara otro beso?
Me removí incómodo y el movimiento casi me saca un jadeo. ¿Cómo haría para explicarme correctamente? Por Dios que necesitaba que me comprendiera.
—Se que no tengo justificación alguna a los ojos ajenos. ¿Pero cómo explicar mi comportamiento sin que se oiga como una excusa sin sentido?
Miré hacia el castaño mientras hacía una mueca extraña apretando mis dientes y removiéndome con lentitud sobre la bolsa de hielo. Recordar ese episodio hizo que se elevara aún más la temperatura de mi cuerpo. Me era difícil aguantarme tanto, no obstante, me avergonzaba soltar algún jadeo delante del Chamán.
—¿Quieres meterte en la bañera? —Jin-ssi comprendía que la excitación que me embargaba estaba aumentando. La noche se estaba acercando.
Yo negué. El castaño había preparado la bañera junto a Jimin-ssi con mucho hielo por si lo necesitábamos.
—Jin-ssi trae otra bolsa —demandé levantando la que estaba usando como cojín encima de mi asiento, estaba casi todo derretido.
Volví a mirar al Chamán y continué...
—"No me importaría besarte una vez más, aunque el precio fuera mi vida".
»Un momento de debilidad, solo se necesita eso para cometer ese error atroz. Yo no podía darme el lujo de sucumbir a mis deseos por él, las consecuencias pudieron ser mortales y él ya lo sabía. Todo lo que me hacía sentir, debía guardarlo solo para mí, viese lo que viese que él hiciera, escuchase lo que escuchase desde sus pensamientos. Lo peor de todo es que mi fuerza de voluntad suele ir esfumándose con su sola aparición ante mis ojos y cada mirada que me entrega hace mi lucha más difícil, no puedo soportar el magnetismo de sus ojos, esos iris oscuros como la obsidiana y tan profundos como un pozo sin fondo.
»"Quiero hacerte mío, aquí y ahora".
No puede evitar dejar salir un jadeo que hizo que el Chamán cambiara de expresión. Es que recordar esos pensamientos de Jungkook provocaba que mi cuerpo repitiera esas sensaciones que sentí en ese momento.
—Una revolución estalló en mi cuerpo, el cual empezó a alcanzar un aumento de temperatura más peligroso que el calor abrasador del mismo sol. La noche anterior a ese día había sido la última Cuarto creciente y aún faltaban muchas horas para que llegara la noche, pero yo ya me sentía tan afiebrado o más que cuando llega el celo que trae la luna llena.
»Ante la lucha interior entre el sigue y el detente, algo me hizo dispersar los pensamientos que me hacen débil ante él. Cuando me descubrí a punto de sucumbir más allá de lo que ya lo estaba haciendo, sorpresivamente, el rostro de Jeon se presentó con reproche en su mirada ocupando por milésimas de segundos mi mente, haciéndome recordar que el deseo puede ser un enemigo formidable.
»"¿Qué estás haciendo?". Me pregunté a mí mismo. "Sabes que no debes, por más que lo desees, nunca debiste".
—¿Y entonces se detuvo?
—Sí. Me sentí putrefacto, más indigno de encomio que nunca. Ni siquiera estaba bajo el efecto del celo aunque se estuviera acercando la hora de la primera noche, no podía justificarme bajo ninguna excusa. Pero lo deseaba tanto que quise llorar cuando lo tuve que alejar de mí. Mi cuerpo resintió cuando el suyo se separó del mío, y me sentí hundirme en una profundidad fría, oscura y vacía, de la peor manera.
Todo lo que sentí lo expliqué de la forma más clara y detallada posible al anciano que me miraba con gran atención e interés. Necesitaba que me entendiera, no quería volver a cometer el error.
—¿No hay algún remedio que me obligue a repeler esto que siento, Chaman? —pregunté suplicante, al fin.
Jin-ssi dejó salir un suspiro exagerado.
—Es la primera vez que habla de esa forma con alguien que no sea yo —acotó el castaño con un dejo de burla mientras se sentaba en una tercera butaca—. Es obvio lo que sientes—bufó reprimiendo la risa y tomado la tetera para levantarla de la mesa—, pero quiere buscar una opinión diferente de la nuestra, porque sé que estás de acuerdo con lo que pienso, ¿no es así?
La risa particular y escandalosa del castaño no se hizo esperar, mientras servía té caliente para el Chamán, el cual le acompañó carcajeándose de una forma mucho más moderada y menos jocosa que la de mi fiel amenizador de horas.
—He hablado con Jungkook-ah en muchas ocasiones, y a pesar de la opinión del señor Jeon, puedo decir que es un chico excepcional. Es cierto que no ha realizado estudios, pero no quiere decir que no sea un chico listo, además, no es tan inculto como piensa su tío. Lo más importante, como le he dicho en otras ocasiones, es que es una persona totalmente de confiar, aunque él mismo piense lo contrario. Vive atormentado porque sus sentimientos hacia usted lo posicionan como un traidor hacia su hermana. La verdad es que la ama mucho. Dice que ella es como una hija para él y no se imaginaría verla con el corazón roto, y menos por su culpa.
—Ambos tienen un gusto culposo por el otro, ¿no lo hace eso más emocionante? —el más joven sonrió con picardía.
—¡Jin-ssi! —mi advertencia le generó un buen susto al pobre, no se esperaba que alguien entre nosotros alzara la voz.
—¡Ay! ¡Qué susto! ¡Pero si no he dicho nada que no sea verdad! —sus manos sobre el pecho, como queriendo aquietar su sacudido corazón, me entregó una mirada fulminante y volteó su rostro ofendido.
—No estoy haciendo estas confesiones para que ambos se rían de mí — ya no elevaba la voz, pero sí utilicé un tono más grave de lo normal para que el castaño me tomara en serio.
—¡Ya qué! —refunfuñó. Continuaba fingiéndose el ofendido, cruzándose de brazos y piernas en su asiento.
—Necesito una solución. ¿No hay algo que se pueda hacer? —me giré hacia el Chamán pasando del polémico chef, inquiriéndole al anciano, quien hacía un esfuerzo por reprimir la risa.
—Yo te voy a dar la solución y me agradecerás más de las veces que cagamos por año. Él te desea, tú lo deseas, los dos se tienen ganas, pues solo deben desquitarse y ya está. Si el chico quiere arriesgarse a morir, es decisión de él y si pasa otro milagro y sobrevive, mejor. ¡¿Quién dice que la ratoncita tiene que enterarse?!
—¡Jin-ssi!
—Pues es la realidad. Ella sabe que ese compromiso es solo un trato. Al igual que Jeon, ella no tiene por qué saber de tu vida sexual y tus preferencias. Estoy seguro de que Jeon-papacitobuenote-Jungkook está tan loco por ti que aceptaría ser tu amante en cuanto tengas el valor de proponérselo.
El viejo dejó salir un leve chasquido con su lengua cuando notó que yo le observaba atentamente. Ya le había confesado todo lo que sentía, pero me avergonzaba de más escuchar a Jin-ssi expresándose de esa forma. Suplicaba internamente que me comprendiera.
—Si lo que me pide es un remedio para desenamorarse, me temo que debo decirle que no hay nada que pueda hacer. Pasa lo mismo que cuando me piden lo contrario, no puedo crear una poción para hacer que alguien se enamore de otra persona, así tampoco puedo hacer desaparecer esos sentimientos cuando surgen de forma natural.
Me puse de pie y la bolsa de hielo que reposaba en mi regazo cayó delante de mí. Mi desesperación era tan grande que me exasperaba por completo. Me acerqué al asiento del viejo y me incliné hacia su rostro intimidado apoyando mis manos en el madero de los reposabrazos de la butaca que ocupaba.
—No era eso lo que necesitaba escuchar —advertí deslizando mi mano dentro de la manga derecha de su hanbok, encontrando exactamente lo que buscaba.
—¡¿Pero... q-qué?!
—¿Puede repetir lo que dijo del brebaje? —insté con una sonrisa suspicaz elevando en el aire el talismán amarillo con el sello neutralizador. Ahora podría escuchar lo que pensaba.
"Puedo hacer una poción que se debe tomar cada 7 días".
Mi sonrisa se hizo más amplia y triunfante. Pero al estar de pie, pasó algo aún más vergonzoso: El Chamán se quedó mirando mi erección.
—S-señor... no es recomendable, q-quizá pueda funcionar con una persona normal, pero alguien como usted, con el tiempo, se hará inmune a ella y luego... lo siguiente que pasaría es que el sentimiento reprimido tome más y más fuerza hasta explotar.
Y mi sonrisa se desvaneció junto con mi esperanza. Leí su pensamiento, no mentía. Le lancé su pañoleta devuelta al viejo, tomé de regreso la bolsa de hielo y me dejé caer derrotado sobre mi sillón reclinable.
—Entonces, estoy acabado —declaré con desgana dejando salir un suspiro.
—No le garantizo nada, pero quizá pueda lograr mejores resultados si lo intentamos con Jungkook-ah. Después de todo él sí es una persona normal, ¿no?
Todo en mí se movió, como si un viento interno azotara todas mis entrañas.
—Pues ve ahora mismo a prepararlo —le apuró Jin-ssi—. Ya quiero ver qué pasa cuando explote, porque a mí nadie me dice que ese niño es normal, si no, cómo se explica que aún esté vivo después de besar dos veces a esta salamandra centenaria.
—Para eso necesito dormir a Jungkook-ah, él está con Jeon en estos momentos, pero como se necesitan varias horas para preparar el brebaje, usted encárguese de enviarlo a mi casa cuando su tío haya terminado con él, preferiría hacer todo en mi lugar de trabajo, si no le molesta.
—Está bien.
—Otra cosa. Cuando todo esté casi listo, usted debe ir también, pues necesitaré un poco de su sangre. De preferencia, fresca.
—Pero usted ya sabe que no puedo salir de aquí —le recordé señalándole la bolsa de hielo sobre mi entrepierna.
Su carcajada suave no parecía ser de burla, pero igual me sentí indignado.
—Lo sé, necesitamos que sea durante el día para que usted no esté tan atareado debido al celo, pero necesito empezar cuanto antes para tener los mejores resultados. Además, Jungkook estará bien dormido cuando usted llegue. Me aseguraré de ello.
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Espero que lo largo del capítulo compense la espera.
De igual forma, lamento si el cambio de narrador les causa conflictos.
Sorry, sorry, sorry.
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