Capítulo 20
Capítulo 20
———:::::::::::::::::::::::::::::::::::———
NO QUIERO DORMIR
———:::::::::::::::::::::::::::::::::::———
⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱
●•●•●•● ҉ ●•●•●•●
Jin ejercía un retozo de manos con Jackson mientras ignoraba la mirada reprobatoria de Nam-hyun, quien se encontraba recostando el peso de su cuerpo en el mesón a un lado de los dos divertidos y juguetones chicos. Minho conversaba amenamente con la señora Kim, siguiendo sus afanosos pasos mientras ella iba de un lado hacia el otro tratando de ordenar un poco el desastre que solo ella veía en toda la cocina. Jimin y Eunwoo terminaban de secar y guardar en su lugar la vajilla que iban sacando por turno del interior de la máquina friegaplatos. Yo, en cambio, me encontraba solitario y ensimismado dentro del bullicio convocado por sus conversaciones y risas, sentado en la mesa del comedor, haciendo la silla para atrás y para adelante.
Estaba buscando el mejor momento para decirle a Nam-hyung que era hora de ir a ver a Nayeon, pero que luego de eso, necesitaba que él y yo quedáramos de vernos en mi habitación. Tratándose de esa casa, no sabía cuál otro lugar serviría para tener la mayor privacidad posible. Me urgía no pasar de esa noche sin que habláramos sobre el plan de escape e informarle que Jimin sería incluido sí o sí y también contarle que pasó algo que se podía suponer como un problema, aunque no tenía idea de la magnitud. Debía confesarle que había perdido mi colgante, pues, según mi entender, el tema traía algo de relevancia para él.
Después de todo el drama que armó la señora Kim, tuvimos que esperar a que la mayor se calmara, pues, momentos atrás, todos sus nervios se alteraron en el mejor y más emocional sentido cuando vio a Minho-hyung y a Jackson-ssi aparecerse de manera tan repentina ante todos los presentes.
No podía negar que yo también me sentí un poquito conmocionado y más al ver todo ese amor que desbordaba la chef hacia ellos, sobre todo hacia el más alto.
—Tengo que hablar contigo —fue el saludo que me dio mi primo, mientras dejaba que su largo torso fuera abrazado por una emocionada señora Kim, quien se veía tan bajita en comparación con el moreno.
«Me pregunto por qué yo no crecí tan alto como él».
Yo hice una reverencia y no dejaba de sonreír por la grata sorpresa. Pero al captar las palabras de mi hyung, comprendí que mis reuniones urgentes con Nayeon y Nam-hyng no iban a poder ser, al menos no tan pronto como yo necesitaba. La mala noticia del colgante tenía que esperar un poco más.
●•●•●•● ҉ ●•●•●•●
Minho-hyung, Nam-hyung, Jackson-hyung y yo habíamos salido a caminar por ahí por sugerencia de mi primo, después de llevar tanto tiempo encerrados era lo menos que podíamos hacer por ambos. Terminamos en uno de los jardines donde no había farolas ni bancas, solo iluminados por la luz natural de la noche, ya que la luna no se dejaba ver, pues era luna nueva.
Nos sentamos sobre el tronco de un árbol caído, al parecer por efecto de las fuertes lluvias que sucedieron más temprano.
La noche estaba fresca, más de lo que yo creía que podría resistir sin llevar una chaqueta. La brisa se colaba a través de la fina tela de mi camiseta y hacía estragos provocando leves escalofríos.
Entre anécdotas y risas yo desembuché aquello que ya me venía atormentando desde que me percaté de la ausencia de mi colgante. No sabía qué tan importante era, pero en mi mente había quedado grabada las expresiones de Minho-hyung y Nam-hyung cuando le echaron el ojo en ocasiones separadas.
Una tos me atacó en ese momento cuando apenas abrí la boca, pero eso no me impidió hablar porque ya tenía la atención de todos.
—Perdí mi colgante —pronuncié como pude entre tosidos— y no sé en qué momento —a mis palabras le siguió un silencio fúnebre y repentino, salvo por el cantar de las cigarras, otros insectos escandalosos y la risa de Jackson que iba disminuyendo poco a poco hasta apagarse del todo. Yo ya no tocía más y pude escuchar el sonido de un trago, mientras bajaba un nudo de saliva que sirvió para rehumedecer mi seca garganta.
Suspiré por haberlo sacado al fin, no sabía que mi pecho se estaba sintiendo tan oprimido hasta que dije esas palabras que habían luchado tanto por salir.
No sé cuál fue la reacción exacta de mis Hyungs, pues no me atreví a mirarlos a los ojos. Y mientras dirigía mi mirada hacia cualquier lado para rehuir de las suyas noté que se producía un movimiento extraño en medio de la hierba alta que estaba próxima a nosotros.
—Hyung, creo que hay alguien ahí —yo le hablé a Minho-hyung, pero los tres mayores miraron al unísono hacia donde apuntaba mi dedo.
No bien terminé de dar el aviso cuando Minho ya se encontraba de pie y de camino hacia el lugar señalado, internándose en la hierba.
—¿De qué colgante hablas, bro? —Jackson susurró la pregunta acercándose a mí.
—Deja de decir tonterías —recriminó Nam-hyung—, ¿no has aprendido a callarte cuando debes?, nos podrían estar escu...
Minho salía de la hierba alta con un conejito gris entre sus brazos.
—¿Qué decías, Nam-ssi? —preguntó Jackson triunfante y burlón, antes de explotar en sonoras carcajadas.
Lo primero que hizo Minho Hyung al llegar hasta nosotros fue extender su mano para que le devolviera la llave, alegando que yo perdía las cosas con facilidad. Yo no estaba de acuerdo, pero no puse resistencia, entregándole mi único pase hacia aquellas habitaciones que guardaban los secretos de la mansión.
—Aunque eres malo para no perder las cosas. Eres inteligente, te descubrieron y no dijiste las palabras —observó mientras guardaba la llave en su bolsillo después de entregarle el conejito a Jackson.
Al rato, los tres hombres estaban ingeniando algunas ideas para explicar el porqué de yo tener en mi poder esa moneda, en caso de que el viejo ya la hubiera encontrado o si, como me sospechaba, él mismo me la hubiera quitado mientras estuve inconsciente en aquella sala para torturas.
—¿Y si solo dices que la encontraste en Dinamarca? —sugirió Jackson, encogiéndose de hombros con simpleza.
—¡Jackson!, la perforación es vieja y con solo verla se le nota a leguas, sería más sospechoso.
—¿Por qué iba a encontrarlo en Dinamarca? —inquirí con interés —Hace días Nam-hyung me preguntó lo mismo.
«Acaso es la moneda antigua de Dinamarca?».
—Encontraste al amo allá ¿no? Estuviste en el lugar donde cayó el avión —Jackson chocó su puño ligeramente sutil en la parte alta de mi brazo—. ¡Oye, eso te da ventaja!
Yo reí un poco por su forma juguetona y jocosa al expresarse.
—¡Jackson! —le llamó Minho-hyung nim en tono de advertencia.
Como si el llamado de atención hubiera sido dirigido hacia mí me enderecé y me puse serio de inmediato.
»Esto no es una broma —espetó mi primo con mucha seriedad.
Yo me aclaré la garganta antes de aportar mi opinión.
—A sinceridad no entiendo la lógica de Jackson-ssi. Pero digamos que su idea la tiene, pero, aunque así fuera, no serviría, yo no estuve realmente en ese lugar y mi hermana lo sabe, ella podría delatarme sin saberlo en algún momento.
Seguimos hablando un buen rato, buscando la excusa perfecta en caso de que no encontráramos el dije en el lugar de la pelea con Jung, ya que de lo contrario significaba que el viejo me lo había quitado. Al día siguiente iríamos a ese lugar no muy lejos de la nave industrial para buscar la prenda.
Ya rondaba las doce de la noche cuando todos regresábamos a la mansión, la entrada trasera estaba cerrada y tuvimos de rodear la casa para tener acceso por la puerta principal, allí nos encontramos con Nayeon.
Estaba sentada en uno de los muebles más cercanos al recibidor, sus codos apoyados sobre sus rodillas y parte de su larga cabellera castaña deslizada hacia el frente impidiendo su visión, sus manos apoyadas en algún lugar de su rostro debajo de su cabellera. Estaba cabeceando y parecía sufrir la amenaza de caer hacia adelante en cualquier momento. La mujer que era su acompañante tocó sutilmente su hombro para llamar su atención.
Ella se sobresaltó ligeramente y miró de forma automática hacia la entrada. Todos estábamos en silencio mirando hacia su figura. Tan pronto como sus orbes cayeron sobre los míos, se puso de pie corrió hacia mí.
—¡Jeon Jungkook! —me llamó por mi nombre mientras me alcanzaba, cuando lo hizo se abrazó a mí apretando tan fuerte como podía rodeando mi torso con sus brazos frágiles.
Me hizo recordar la escena que más temprano hizo la señora Kim con mi primo Minho a diferencia de que la mayor no soltaba un llanto estremecedor y sollozaba sin parar. Yo solo atiné a dar toquecitos en su delicada espalda y a pasar mi otra mano sobre su cabeza, besando su corona repetidas veces.
—Por favor, perdóname, ya no me castigues más —pedía en medio de su llanto—, lo que dije no era cierto, yo nunca quise decir eso, no de verdad.
Nam-hyung me pasó amablemente un pañuelo blanco con bordados del mismo color y yo, a su vez, se lo ofrecí a ella para que secara su rostro bañado en lágrimas. Ello lo tomó y una sonrisa tierna hizo que mostrara sus dientes con forma única.
—Ambos hermanos son unos conejitos llorones—le habló Jackson al animalito de pelaje gris que ahora llevaba en sus brazos.
Nayeon hizo una reverencia hacia los tres chicos que se habían quedado observando la escena. Minho hizo un gesto silencioso, dando a entender que se retiraba a dormir.
—Pensé que te habías ido —Nayeon reprochó con dulce *aegyo y un pucherito capaz de derretir el metal más duro—, me asusté tanto al pensar que me dejaste sola.
Su expresión era afligida y triste antes de apresurarse a volver a abrazarse a mí. Yo traté de calmarla con más caricias en su espalda, pero no logré que aflojara su abrazo hasta un buen rato después. Le ofrecí el pañuelo que aún permanecía en mi mano y ella lo tomó, sus ojos habían enrojecido y su pequeño rostro estaba empapado, a pesar de que mi camiseta ya había hecho el trabajo, pues sentí mucho frío sobre la humedad que ella había dejado al separarse.
Ella, ya más calmada, pero aun hipando ligeramente, se puso de puntitas para hacerse más alta, elevó lentamente su pequeña mano y con el dorso tocó una parte de mi cuello para luego deslizarla hacia mi mejilla.
—¿Sabes que estás muy caliente? Parece que tienes fiebre.
●•●•●•● ҉ ●•●•●•●
Yo había dejado a Nayeon en su habitación y regresaba hacia la mía, tenía la esperanza de encontrar alguna caja de cigarrillos en medio del presunto desorden y que al menos el colchón aun estuviera funcional. En el pasillo me encontré con Jung, quien me llamó desde atrás.
—¡Jeoncito, felicidades! —Yo reconocí de inmediato su voz y su tono burlón —Tienes a todos en la palma de tu mano, esa escena de hace rato con tu hermana es digna de ser incluida en un guion para una obra teatral. Pensé que al medio día ella te había visto en la habitación del señor Kim, tú mismo dijiste que se escabulló mientras no estuve de guardia, eso confirma que eres un mentiroso. Solo dijiste eso para hacerme sentir culpable, ¿verdad?
«¿Piensa que quiero perjudicarle en su trabajo?».
—No tengo tiempo para estupideces, Jung —mascullé irritado sin detener mi andar.
—Vengo por ti porque me envió el señor Kim —eso hizo que detuviera mis pasos—. ¿Entonces él también es una estupidez?
Solo el hecho de que lo nombrara era causa de un subidón de adrenalina que abordaba todo mi sistema. Me enfurecía que Jung lo utilizase a él y a Kakita para molestarme.
—No te creo. Deja de joder y vete a hacer tu trabajo —puntualicé para seguir mi camino. Necesitaba ese cigarrillo como agua para calmar la sed y no sabía cuánto me tomaría encontrar una caja en medio del famoso desorden que supuestamente era ahora mi habitación.
—A veces me pregunto si de verdad tienes el ADN de los Jeon o si eres adoptado. Nunca había conocido a alguien tan estúpido.
Me giré con los puños apretados para encararlo, dispuesto a terminar aquella pelea que empezamos hace dos días. Me detuve cuando le vi reír silenciosamente.
—¿Tienes idea del tiempo que lleva el señor esperando a que aparezcas en su habitación?
Su mirada irretractable, fue tan convincente, no estaba bromeando.
Mis puños se aflojaron, la energía de mi cuerpo desapareció y regresó casi de inmediato, fue un sube y baja extraño, pero reconfortante. Jung ladeó la cabeza observándome como si yo luciera igual a algo fuera de lo normal que ha visto por primera vez.
«Él espera por mí».
—Le dejaste plantado en la cena —agregó cuando yo me le quedé mirando también—, cuando Jin le informó que cenarías en la cocina no se le veía muy feliz, parece que tenía la errónea idea de cenar con su cuñado, pero en cambio el mal agradecido le dejó cenar solo en su habitación.
Otra vez esa sensación angustiante y punzante que la culpa producía en mi pecho llegaba de una forma arrolladora. En cierta forma, Jung tenía razón al pensar que soy un idiota.
Jung sonreía de forma burlona otra vez mientras recostaba su espalda y se apoyaba con uno de sus pies en la pared.
—Jin-ssi le dijo que te veías feliz cuando te reencontraste con tu amigo Park Jimin. El señor Kim hizo que Jin-hyung le contara todo lo que sabía sobre el chico. ¿Estás feliz de poner a tu novio en el ojo del huracán?
Mis puños se volvieron a cerrar con fuerza ¿Cómo se atrevía a molestarme mencionando a Jimin y al señor Kim en un mismo contexto? ¿Acaso creía que todo era una broma?
No valía la pena seguir escuchándolo, el señor Kim me esperaba, debía ir de inmediato. Empecé a caminar hacia la dirección opuesta de mi habitación ¿Qué importancia tenía un cigarrillo?, ¿qué importancia tenía nada en la tierra cuando él esperaba por mí?
Jung se movió rápido hasta caminar lado a lado conmigo.
—¿Sabes de qué más hablaron? —preguntó de forma más rápida y sorpresiva, sin dejar esa insoportable sonrisa—. De tu pequeño pito. Jin dijo que se lo mostraste. ¿Te gusta exhibirlo seguido no?
Esta vez sí que se había pasado de hablador y no me contuve. Le empujé fuerte haciendo que se estampara en la pared del pasillo, presioné mi antebrazo sobre su garganta y con la otra posicionada sobre sus partes lo inmovilicé apretándolo ligeramente.
—Cállate si no quieres que el tuyo quede como papilla con todo y bolas —mascullé entregándole una mirada amenazante para que se tomara mi advertencia en serio.
Él no dijo nada más y cuando lo solté solo se rió a carcajadas, yo simplemente me limité a respirar hondo, invocando un poco de paciencia. Luego de terminar de reír se dedicó a molestarme otra vez con sus habladurías y rodé los ojos por que debía soportar su compañía hasta llegar a la habitación de señor Kim.
●•●•●•● ҉ ●•●•●•●
Respiré hondo un par de veces más y sacudí mis manos para echar fuera un poco el nerviosismo antes de tocar aquella puerta que ya conocía.
—Adelante, Jung.
Su voz profunda y aterciopelada se escuchaba lejana detrás de la madera pulida, como si estuviera en el extremo contrario de la enorme habitación.
Mi mano tembló ligeramente antes de empuñar el pomo dorado y elegante. No pude evitar mirar el rostro del cara de caballo antes de girarlo. El maldito ya no hablaba más, pero aún mantenía su insoportable sonrisa burlona y apreté la mandíbula hasta el punto de hacer tronar mis dientes cuando me hizo ese gesto tan sugestivo con un simple movimiento de cejas.
Al pasar a la habitación disfruté con desmesura el haberle cerrado la puerta en su jodida cara de caballo.
Cuando me giré para enfrentar la razón de mis nervios ya él se encontraba a pocos metros frente a mí, su respiración algo agitada, me dejaba claro que sí estaba al otro extremo y se había apresurado para llegar hasta mí.
—Pensé que era Jung. De haber sabido que eras tú, yo mismo te hubiera abierto la puerta —se excusó innecesariamente con una sonrisa deslumbrante. Sus ojos fijos sobre los míos y esa mirada soñadora dejándome sin aliento. Mis ojos incapaces de parpadear para no perder ni un nanosegundo de lo que estaban apreciando.
La habitación estaba tenuemente iluminada, como siempre, sin embargo, podía jurar que mis ojos quemaban tanto como mis mejillas, su brillo destellaba tanto, tanto, retrayendo mis pupilas y sin poder evitar maravillarme como cada vez que lo veía, como cada vez que le veía directo a los ojos mientras el me miraba de esa manera. Esa sensación desconocida que me paralizaba y me idiotizaba estaba presente, tan latente como mi desbocado corazón.
Estuvimos de pie, uno frente al otro, en silencio, solo manteniendo nuestras miradas sobre la otra. Creí que en ese momento me olvidé de respirar, me olvidé todo, del tiempo, de la tierra, del universo, de la existencia misma. Irónicamente, también olvidé de cuanto quería un cigarrillo.
Iba a salir a buscarte, pero me encontré con Minho, Jackson y Nam en las escaleras.
—Escuché algo interesante en la conversación que ellos estaban teniendo antes de verme, les pregunté por ti y ellos me dijeron que estabas con tu hermana —dijo al fin, yo aún no hallaba la forma de cómo se debía hablar.
«¿Iva a salir a buscarme personalmente?».
—Eh, ¿qué? —fue una pregunta involuntaria, producto de haber despertado de una especie de hipnosis.
«¡Oh, mierda! ¿Qué será lo que escuchó?».
—El objeto que perdiste—aclaró con una media sonrisa—. Te ayudaré a buscarlo mañana —propuso, tocando uno de mis antebrazos sin saber que estaba provocando una corriente extraña que inició en el punto de aquel toque y terminó erizando los vellos de mi nuca.
—¿A-a buscar q-qué? —balbuceé la pregunta, desorientado y él sonrió más amplio, sus labios curvándose hacia arriba sin mostrarme sus dientes, mirándome enternecido.
Puso su otra mano sobre mi cabeza y revolvió suavemente mis cabellos. Yo, casi adormecido, tuve que luchar para no cerrar los ojos. Amaba cuando hacía eso, pero él nunca lo sabría.
—Jungkook, tienes fiebre —observó palpando mejor mi brazo y luego llevando sus dos manos a cada una de mis mejillas —El día estuvo muy lluvioso, no debiste estar afuera tanto tiempo sin chaqueta.
«¿Cómo sabe que estuve afuera y sin chaqueta?».
Sus palmas aun quemaban mis mejillas, las sentí arder junto con mis orejas. Poco a poco mi respiración se salía de control y mis manos picaban por querer tocar, acariciar, perpetuar en mis palmas la textura su hermoso y delicado rostro.
—¿Cómo s-sabe que...?
—No te preocupes —se apresuró a interrumpirme con un tono tranquilizador—, hablaremos de eso después. Imagino que debes estar cansado.
—No, no estoy cansado —acoté con toda la convicción posible, no quería perder la oportunidad de al menos tener una conversación más prolongada con él, de hacernos compañía el uno al otro.
—Necesitas un baño y medicamento para la fiebre antes de irte a dormir.
No sé cuál era su capricho de hacerme dormir, yo quería estar despierto, quería soñar largo y tendido, pero despierto como en ese momento que él hizo un gesto torciendo deliciosamente su labio inferior mientras era atrapado por sus dientes y llevando los largos dedos de sus manos hasta el borde inferior de mi camiseta.
—Pero, n-no quiero dormir —mas que una contradicción, fue una súplica.
Le vi luchar para reprimir una sonrisa y chasqueo la lengua cuando yo elevé una de mis cejas.
—Levanta los brazos —ordenó a ultranza, agarrándome desprevenido, pero yo obedecí al instante sin perder esa conexión con la penetrante y adictiva mirada de esos ojos claros.
Casi me da un infarto cuando de súbito agarró la tela de mi camiseta sin cuidado y la deslizó hacia arriba, pasándola con facilidad por encima de mi cabeza y bloqueando por unos odiosos segundos mi asombrosa vista.
Cuando lo volví a ver, hallé en sus ojos un tinte de deleite hacia lo que teníaN en frente, sus dorados orbes repasaban con admiración mi torso desnudo como si fuera la primera vez que lo veía. Lanzó la prenda sin ningún cuidado hacia el aire, seguramente cayendo en alguna parte de la habitación detrás de él.
Sus manos volaron rápidas y un tanto ansiosas hacia la hebilla de mi correa abriéndola con destreza y desabotonando mi pantalón. En ese momento corroboré que mi fiebre debía ser real porque me sentí ardiendo, no solo mis mejillas, sino completo. Mis manos se posaron sobre las suyas, tan suaves como las sábanas de satén de su cama, tenía que detenerlo o de lo contrario, yo terminaría perdiendo el control.
—De acuerdo, ya entendí, yo puedo hacerlo solo.
Él alzó la mirada, pero no pudo sostenerla, la volvió a bajar y sonrió con cierta timidez y dulzura.
«Dios, ¿cómo puedes ser tan hermoso?, eres tan perfecto para mí».
Mis ganas de tomarlo de su cintura y acércalo a mi cuerpo para besar esos delicados labios eran agonizantes. Verlo observar mi torso de esa manera aumentó mi deseo de ser tocado, acariciado por esas manos esculpidas por un ángel. Sí, eso era él, una obra esculpida por un ángel y yo era afortunado de apreciarla en primera fila.
—Está bien —era evidente que no solo yo estaba nervioso, me abrumaba esa sensación de que en ese momento glorioso se había desatado cierta tensión sexual, y su mirada penetrante, suplicante y ardiente eran una indirecta de que no solo yo estaba luchando por no sucumbir al deseo—, buscaré uno de mis pijamas para que la uses cuando salgas del baño.
Deseo, eso es lo que vi en su ojos amarillos y misteriosos uno que me dio la esperanza casi irreversible de pensar que tal vez el señor de Full Moon no es tan heterosexual como quiere aparentar.
Sonreí de manera tenue intentando ponerle una pizca de seducción al gesto. ¿Qué diablos podía perder si lo ponía a prueba?
—No lo hagas, no es necesario. Me gusta más dormir sin ropa —me acerqué a él peligrosamente—, pero como dije antes, hoy no quiero dormir.
•●•●•● ҉ ●•●•●•●
*Aegyo (en hangul, 애교; en hanja, 愛嬌) en coreano se refiere a una linda muestra deafecto que a menudo se expresa a través de una linda voz, expresiones facialeso gestos... La palabra se traduce a menudo como «ternura» en español y puedeser comparado con el concepto japonés de kawaii o para el equivalente chino,sājiāo.
•●•●•● ҉ ●•●•●•●
Esto no quedó como deseaba. Pero no puedo escribir tan seguido por falta de tiempo, así que lo publico así porque considero sería de mal gusto hacerles esperar más tiempo. Aún así, espero que sea de su agrado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro