Capítulo 19
Capítulo 19
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EL LADO A
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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱
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Tío Canas desdobló su impecable pañuelo blanco que sustrajo de unos de los bolsillos de su pantalón y con él empezó a limpiar de forma lenta y delicada toda la superficie de la cajita en sus manos. Le echó una última ojeada a su trabajo de limpieza antes de sacar el contenido y tenderme la caja vacía.
Mientras tanto, yo me preguntaba qué clase de pensamientos sádicos estarían pasando por esa mente.
Yo, de forma automática, aun sabiendo que se había sustraído el casete, le di la vuelta y la observé por todos sus lados, quizá esperando encontrarle la parte interesante que corroborara con cualquiera que fuera la razón o el porqué mi tío le ponía tanto cuidado. Antes no entendía los títulos de las cajitas archivadas en la estantería debido al polvo y la escasa iluminación en la sala, pero ahora que el pañuelo y las manos del tío Canas hicieron tan preciado trabajo podía observar que la letra fina y bien cuidada del borde ponía: "Espinas de naranjo"
No pude evitar el ligero sobresalto que di cuando escuché las bocinas del estéreo recrear un sonido vacío y sordo, era un poco molesto y por eso mis oídos lo estaban resintiendo de forma casi imperceptible, eran mis nervios por desconocer qué rayos habían conversado él y el señor Kim en su despacho, quizá estaba enfurecido conmigo y planeaba la mejor forma de vengarse por haberme convertido en una especie de némesis para él, provocado que su amo presuntamente le llamara atención y, posiblemente, le entregara una severa reprimenda junto al chamán; de lo contrario, no estaríamos precisamente en esta irónica escena; pero pronto cualquier conjetura sobre el comportamiento del viejo pasó a segundo plano cuando escuché esa voz, esa jodida voz, tan profunda y agradable, tan misteriosa e hipnotizante, que, al menos en mí, causaba un abrumador estremecimiento. Sacudí mi cabeza y casi como idiotizado imité al tío abuelo que se estaba sentando en la silla mecedora contigua al estéreo. Yo me senté del otro lado sin dejar de prestar atención a lo que contaba la voz, su voz:
"En la época del año 1801, cuando los grandes gastos de este período condujeron a una importante crisis financiera que llevó a su vez a la reforma del sistema monetario y el establecimiento del Banco de Japón. La industria textil era la que se perfilaba como la más importante de dicho país. Sin embargo, en los lugares aledaños a la costa y pueblecillos no reconocidos, la producción agrícola y la pesca seguían siendo la base del sustento para la clase media y principalmente baja."
Hubo unos segundos de silencio, yo estaba a punto de preguntar alguna tontería, pero de mis labios no llegó a salir palabra alguna porque la voz calmada y apacible del joven Kim, se empezó a hacerse escuchar nueva vez:
"Un niño de unos ocho años corría abriéndose paso a través de las concurridas y abarrotadas calles del mercado de una aldea llamada *Nagoro situada en la zona montañosa del valle de en la . A pesar de llevar a cuestas un pequeño saco que contenía unas cuantas naranjas, corría a gran velocidad. Su respiración forzosa y pesada, producto del esfuerzo y cansancio, pues llevaba unos veinte minutos tratando de escabullirse entre los callejones repletos de puestos del mercado. Estaba huyendo de una adulta a la que muchos lugareños llamaban bruja, quién hacía tan solo un momento atrás se había hecho pasar por una clienta que quería comprar frutas delante de aquel niño, para después acusarlo, culpándolo de haberle robado las naranjas de su huerto y venir a venderlas en el puesto del mercado".
"El niño, tratando de perder a la bruja, huyó tan rápido como sus pequeñas piernas le permitieron. Se había alejado del concurrido lugar, llegando a un prado que quedaba muy cerca de un sembradío de naranjos, disminuyó la velocidad, pues al mirar hacia atrás notó que aquella mujer ya no le perseguía más. Decidió atravesar aquel terreno para esconderse en medio del naranjal, así estar oculto y poder descansar, por lo menos hasta que su respiración se regularizara".
"No llevaba ni un minuto de haberse arrellanado en el suelo cuya superficie pastosa no era más que un lodazal, cuando enseguida se empezaron a escuchar algunos tenues sonidos provenientes del lado contrario por donde él había hecho su entrada al huerto. Los ruidos guturales parecían ser de algún animal, o más bien eran claramente los de un cachorro. Tan pronto como empezó a escuchar aquellos gorgojos que capturaron de tal manera su atención, la curiosidad lo movió. Volvió a tomar su cargamento de naranjas y se puso de pie con saco en mano, dirigiéndose en silencio hasta donde aquel sonido le guiaba".
"Al principio estaba convencido de que se trataba de un animal, pero al ir acercándose más descubrió que se trataba de un bebé, uno abandonado. Cuando pudo visualizar a la criatura, estaba a unos cuantos metros de distancia. Decidió observarle por un rato a una distancia prudente, pues podía tratarse de un truco de la bruja para atraerle hacia una trampa, pero si resultaba que sus pensamientos eran incorrectos, no iba a dudarlo ni un segundo, lo llevaría a casa, con su familia".
"Encontrándose solo a unos pasos y dejando a un lado su saco lleno de naranjas, tenía la intención de cargar al sobreviviente que yacía dentro de una canasta en forma de un gran bulto. Sin embargo, no pudo acercarse un paso más porque sintió que alguien caminaba hacia su dirección".
"Siendo lo más sigiloso posible, retrocedió, se trasladó rápidamente y se escondió detrás de los arbustos más tupidos que estaban próximos. Ya estaba oscureciendo, solo quedaban vestigios de la luz anaranjada del día y la luna creciente se había asomado, esto lograba que el niño se sintiera favorecido porque le facilitaba ocultarse, pero, al mismo tiempo, le permitía visualizar ligeramente el escenario que acababa de abandonar, ya que el bebé había sido dejado en medio de un claro iluminado por la escasa luz de la luna. Estaba temblando, en muy poco tiempo había estado viviendo un suceso tras otro, como una larga pesadilla. Pensar que la bruja no había dejado de perseguirlo tal como creyó cuando la dejó atrás, y el solo hecho de que lo había encontrado allí lo hacía sentir más aterrado".
La grabación había parado. La historia estaba inconclusa. Y mi curiosidad había aumentado.
—¿Qué pasó con el niño? —mi tío elevó una de sus cejas, pero no respondió nada. Lo vi ponerse de pie lentamente, sacar el casete y voltear hacia mí tendiendo su mano y mirando hacia la cajita con la que me pasé jugueteando entre mis dedos mientras escuchaba la grabación.
—¿El bebé no era real?, ¿era parte de una trampa de la bruja?, ¿eso es lo fantástico de la historia? —sugerí tentativamente por vez que colocaba la cajita sobre la palma de la mano.
—Lo que escuchamos es el lado A —acotó girando lentamente el casete—, las respuestas a tus preguntas deberían estar en el lado B —continuó mientras volvía a guardar el objeto dentro de la caja.
Yo quería preguntar por qué simplemente no me permitía escuchar la segunda parte de la historia, pero como un tonto no me atreví, muy en el fondo sentía que eso sería como provocarlo, o al menos sumarle un número más a las razones por la que él, desde su perspectiva, pensaba que yo merecía ser alguien que debe ser visto con reprobación. Entonces suspiré y solo me quedé observando desde mi asiento cómo él se aproximaba hasta el empolvado estante para dejar el archivo en su lugar de origen.
No creía que alguna vez pudiera caerle bien. Según veo. Pero agradezco que estuviera haciendo de cuenta como que nada había pasado.
—La próxima vez escucharemos el lado B del casete —mi ánimo emergió desde lo más profundo de donde había quedado enterrado y subió tan alto, hasta el punto de darme miedo, ¿era real ese momento?—, y trataré de responder a alguna de tus preguntas, pero ahora debemos salir de aquí, no es sensato quedarse en este lugar por mucho más tiempo cuando hay tantos deberes por cumplir.
El pensamiento loco de que el viejo tiene poderes de escuchar el pensamiento regresó a mi eufóricamente, recordé las veces que he tenido esa misma sensación con el señor Kim y los vellos de la piel se me erizaron en todo el cuerpo.
—Por favor, desconecta el reproductor —el viejo mandó y yo obedecí con rapidez.
Un estremecimiento recorrió toda la extensión de mi columna cuando asimilé que se me estaba concediendo el permiso para saber más del señor Kim, conocerlo más. Hacía un gran, gran esfuerzo por no mostrar la sonrisa que amenazaba con aflorar en mis labios. Quizá y hasta logre descubrir todos sus secretos antes de que Namjoon-hyung nos ayude a Jimin y a mí a salir de aquí, él aún no sabía que había incluido a mi amigo, pero se lo diría esta noche, cuando regresara de su trabajo de oficina en la empresa.
Las horas continuaban corriendo y mientras más tiempo pasaba en esta casa más dividido e inseguro me seguía sintiendo acerca de mi decisión. Debía evitar otro episodio con el tío abuelo, no me gustaría repetir aquella horrorosa experiencia que, con seguridad, sin la intervención del señor Kim, hubiera sido peor, aunque, a decir verdad, estoy agradecido de que, precisamente debido a eso, pasé la experiencia más memorable que he tenido en mi vida de casi adulto, a pesar de que, en ese lapso de tiempo, mi cuerpo estaba dolido y un poco indispuesto, lo que pasó después lo compensaba todo y creo que lo repetiría millones de veces.
Después de ese inolvidable acercamiento que tuve con él, me carcomía una misma pregunta: ¿en verdad quería irme?
Mientras regresábamos juntos por donde habíamos llegado, por separado, claro, las preguntas hacían una coreografía dentro de mi hueca cabeza danzando felices porque, más pronto de lo esperado, tendrían junto a ellas sus ansiadas respuestas.
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Antes de abrir la puerta del pasillo que llevaba a la cocina, ya escuchaba el eco de la risa contagiosa de Jimin.
"Él está bien" me dije a mí mismo.
Cuando atravesé el umbral me detuve, pues, otra vez se me hizo un poco difícil acostumbrarme a estar expuesto a la brillante iluminación. Instintivamente cerré los ojos y apreté mis párpados elevando mi brazo un poco más arriba de la altura de mi cabeza para crear un poco de sombra.
De repente escuché pasos precipitados, alguien corría y lo hacía hacia mi dirección. Abrí mis ojos, en medio de la incomodidad por la luz, observé a Jimin aproximarse con velocidad paulatinamente reducida. No bien se paró frente a mí cuando me propinó un buen golpe, estampando con fuerza ambas palmas de sus pequeñas, pero poderosas manos sobre mi pecho.
—¡Jeon! —es lo primero que sale de su boca. Un pensamiento mío que siempre ha sido acertado es que cuando él me llama por mi apellido es porque no andamos en los mejores términos o el pequeño rubio de ojos tiernamente rasgados se siente dolido y molesto conmigo, la mirada enfurruñada y sus brazos cruzados lo corroboraban en ese instante—, ¡¿por qué no me dijiste que eres el sobrino del señor Jeon?! Tuviste mucho tiempo para hacerlo, pero preferiste guardártelo.
Verlo enojado me inspiraba ternura y un poco de risa. Me dejé llevar y terminé riendo a carcajadas, provocando que su enojo aumentara.
—Me dejaste hablar y hablar, me enoja mucho porque sabías que lo hacía de más. ¡¿fue divertido reírte de mí?!
Es difícil ver tanto enojo en el pequeño, dulce y delicado Jimin, la mayoría del tiempo era pura ternura y encanto, todo en él era adorable, excepto esta diminuta, pero interesante parte de su carácter. A pesar de que sabía que no estaba seguro en esa casa, me alegraba mucho tenerlo frente a mí.
Sonreí porque a pesar de querer mostrar enfado, no dejaba de verse adorable. Una risa totalmente natural seguía siendo expulsada por mi garganta. Podía decir que en ese momento también estaba feliz.
—¡Jeon Jung Kook!, ¡¿Te parece que soy un chiste?!
Sin decir palabra y soltando aún algunas otras carcajadas, terminé con la distancia que nos separaba y lo abracé, produciendo un silencio repentino de su parte cuando susurré un "lo siento" rosando su oreja izquierda con mi aliento.
—¿Crees que con un abrazo vas a contentarme? —alzó un poco la voz, mientras me pegaba reiteradas veces con su puño, cuando terminé el abrazo yo esquivé algunos de sus golpes y traté de cubrir mi rostro con las manos.
Yo reía a todo pulmón cuando los golpes pararon sorpresivamente.
—¿Qué te pasó en las muñecas, Jungkook-ah? —Sonreí pícaro al escucharlo llamarme nuevamente por mi nombre.
—¿Lo pregustas por esto? —elevé mis muñecas a la altura de su rostro asombrado y preocupado, las agité levemente—. No es nada solo son leves quemaduras.
Me quedé el resto de la tarde platicando con Jimin en la cocina, se sentía asustado y no lo negaba, pero también se declaraba frustrado por pasar tanto tiempo encerrado y sin esperanzas de que su situación terminara bien. Se quejaba de que en la noche tuvo que dormir en el sofá de la habitación de la señora Kim y de lo incómodo que fue.
—Sinceramente, mi situación actual no es mejor que dormir en la casa de los nuevos, rodeado de niños hormonales que no se molestaban en disimular cuando me miraban el culo, pero al menos allí tenía mi propia cama —expuso con un dejo de nostalgia, suspirando como si hablara de algo que fuera tan lejano.
Dijo también que, durante las últimas horas, sentía que se había convertido en la mascota de la chef, pero estaba muy agradecido de la protección y la seguridad momentánea que ella le proporcionaba. Se declaraba en apuros por darle tantas molestias a la mujer.
Yo no podía hablar de mis planes de escape en ese momento, pero ya después encontraría la manera de que estuviéramos solos.
Esperaría por Nam-hyung que hacía aproximadamente una hora debía haber llegado del trabajo. Pero recordé que lo primero que hace al llegar es encontrarse con su novio a escondidas en aquel jardín, si no es que han cambiado el lugar. Ya se aparecería en cualquier momento en la cocina.
Fue divertido cenar en agradable compañía, estuvimos Jiminnie, Eunwoo-ssi, Namjoon-hyung, Jin-ssi, la señora Kim y yo ocupando la mesa de la cocina.
—Estás con mejor apetito hoy, querido —celebró la señora Kim con una agradable sonrisa en su blanco rostro. Tenía esa misma calidez que mamá Choi, solo que aparentaba un poco menos débil y cansada que la otra.
—¿Qué dice, señora Kim? Usualmente puede con más, seguramente no come como de costumbre por vergüenza —soltó Jimin en tono de burla y todos rieron hasta más no poder.
Era cierto, ambos tenían razón, a pesar de las preocupaciones, mi humor había cambiado y mi apetito regresado a la normalidad. Ni siquiera sentía la ansiedad suficiente como para desear un cigarrillo.
Cuando terminamos de cenar pasamos un rato hablando puras tonterías y riéndonos de los chistes únicos de Jin-hyung. Cuando tuve la oportunidad le pedí a Nam-hyung que me acompañara a mi habitación. Al principio, él quería lograr que yo me deshiciera de esa idea con la excusa de que aún todo estaba hecho lío allí. Yo había estado estornudando de vez en cuando y él me dijo que, debido a mi estado de resfrío, no debería ocuparme yo mismo de limpiarla. Yo insistí y luego de explicarle que limpiar mi habitación no era mi prioridad tuvo que ceder y quedamos de reunirnos más tarde, luego de ir a ver a Nayeon. No quería que ella pasara más horas de angustia por mi culpa.
Jin-hyung y Jimin ayudaban a lavar los platos ya que el personal encargado supuestamente no se aparecería en la cocina debido a mi presencia. Yo me ofrecí a ayudar con la tarea, pero de ninguna manera la señora Kim me lo iba a permitir o eso fue lo que dijo Nam-ssi.
—Entonces propongo que el señor Park nos dé una mano —sugirió Jin con supuesta naturalidad en su rostro. Yo estaba casi seguro que tenía el propósito de averiguar la reacción del aludido.
Jimin me dio una mala mirada por tener que pagar mis platos rotos y ese pequeño gesto provocó que Jin-hyung empezara a reír estruendosamente como si el mundo no importara.
Jimin iba a lanzar alguno de sus reproches, estaba seguro, sin embargo, no llegó a pronunciar más que mi apellido cuando el sonido ensordecedor de una olla impactando sobre el piso opacó tanto la risa de Jin como las palabras posiblemente recriminatorias de Jimin. Todos dirigimos nuestra atención hacia la procedencia del estruendoso ruido que provocó un grito errático en la garganta de Jin-hyung y el sobresalto y la exaltación de todos.
Una señora Kim yacía congelada en su lugar, con la olla a sus pies, sin prestar atención a nada más que no fuera la puerta de entrada de la cocina. Yo giré para mirar qué fantasma había hecho presencia ante nosotros y no pude evitar que una sonrisa enorme dejara al descubierto toda mi dentadura al ver de quien se trataba.
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*Nagoro (en japonés: 名頃かかしの里) es una aldea en el valle de Iya en la isla de Shikoku en la prefectura de Tokushima, Japón. En la actualidad es conocido por el gran número de muñecos humanos realistas situados en todo el pueblo, que lo han convertido en una atracción turística.
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Espero que les haya gustado y si no, sean libres de decirlo.
Me gustaría saber lo que esperan en lo adelante, si se animan.
Una vez más: muchas gracias por su apoyo.
Cuídense mucho y manténganse saludables, les quiero.
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