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Capítulo 12


Capítulo 12


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AMENAZA

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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱

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El calor de las estufas se colaba por toda la amplia cocina, envolviendo mi cuerpo. Me encontraba sentado en un taburete frente al mesón, el brazo izquierdo estirado sobre la dura superficie, en la punta de mis dedos un cigarrillo encendido; mi cabeza recostada sobre éste, aplastando mi oreja izquierda. Mi otra mano descasando en mi regazo ocupando el celular. Me había cansado de revisarlo con aburrimiento, cada vez que le echaba una mirada a dicho dispositivo, más me convencía de la idea de que debí dejárselo a Jackson.

Mi Jungkook interno no paraba de dar vueltas a todas las decisiones de mi vida, como esa y muchas otras, y solo caía en la misma conclusión de que Nayeon tenía razón al llamarme egoísta. Mientras más miraba el dispositivo entre mis manos, menos razones encontraba de no habérselo dejado a alguien que lo necesitaba más que yo. Jackson hubiera tenido un poquito de acceso a la libertad, aunque fuera a través de sus llamadas. ¿Qué clase de persona soy?

«¿Por qué fuiste tan egoísta con él? Él lo necesitaba más que tú».

«¿Por qué estás siendo tan egoísta con tu hermana y con el joven Kim?, ellos merecen ser felices».

«Acaso no es eso lo que siempre perseguiste? ¿Cumplir cada sueño de la persona que lo es todo para ti?».

«¿Desde cuándo ella dejó de ser tu "todo"?».

Me atormenté todo el santo día con preguntas como esa, mientras me escondía del viejo estirado Jeon en la cocina y también esperaba por Namjoon, la única persona con la que me sentía un poco cómodo para pedirle el favor que estaba necesitando. No quería ver a mi tío, ya no; no después de esa reunión con el joven Kim a primera hora del día.

Sí esa reunión que solo al principio significó dicha y felicidad mientras mi corazón temblaba de puros nervios y al mismo tiempo bailaba y saltaba de alegría, pero que, después de conocer su objetivo, logró que en un abrir y cerrar de ojos todos los colores del mundo, mi mundo, y todo el brillo del universo se apagaran por completo. Ya no quedaba nada, todo era gris y sombras imponiéndose sobre la luz, de hecho, me costó entender que nunca hubo nada para mí, nada. Solo un sabor amargo en la boca.

Una nube traviesa se había atravesado entre mi sol y yo. Y no quería quedarme debajo a esperar a que lloviera cuando ella derramara su lluvia de felicidad sobre mí, empapándome y siendo abrasado por el frío, mientras que ella le sonría y recibía sus dulces y cálidas caricias.

Un nudo crecía a mitad de mi garganta y mis ojos insistían en picar.

En un rincón de la cocina, a muy pocos metros tras mi espalda, sentía la respiración inquieta de Eunwoo, quien no quiso dejarme solo, como se lo pedí horas atrás mientras estábamos en mi habitación. El no vidente me escuchó llorar toda la mañana después que fui a ver a Nayeon a su habitación, él no dudó en preguntar por quélloraba, entonces le expresé mis deseos de irme de la esa misma noche. A partir de ese momento, se estaba comportado como un centinela, vigilándome, a su peculiar modo.

Acabé de empacar las pocas pertenencias que andaban desperdigadas por la habitación, porque todo mi equipaje aún estaba dentro de las valijas que trajeron de la casa de Busán en la mañana o quién sabe desde cuándo las tenían ahí, esperando a que me sacaran del sótano; cuando le mencioné a Eunwoo que no quería ver al tío Jeon, que si el viejete llamaba por mí me negaría a entrevistarme con él y la única forma en que me vería era si él mismo venía hasta mí por su propio pie. Después de un largo silencio de parte de Eunwoo, me dijo que conocía un solo lugar donde el "señor Jeon" no iría a buscarme personalmente y donde los hombres de Yoongi no podrían sacarme a rastras: La cocina.

Y allí estuve todas las horas de la tarde, Fumando como un desgraciado, inundando mi nariz con los olores de las recetas de la señora Kim, pero sin probar un solo bocado de lo que ella o Eunwoo me ofrecían. Mi garganta seguía cerrada como si no fuera suficiente haber llorado como un niño al que le habían matado a su amada mascota, como nunca lo hice antes; haberme desahogado desvergonzadamente delante de Eunwoo, quien debió eliminar cualquier buena impresión que hubiera creado su subconsciente de mí, era invidente y por ello bien se libró de ver esa ridícula escena, pero no era sordo, por más silencioso que traté de ser, era obvio que él tenía la habilidad de percatarse de lo débil que soy a groso modo.

Esperaba con una ansiedad enfermiza, desesperado por el regreso de Namjoon a la mansión. Se suponía que arribaría como a eso de las siete de la tarde; pues estaba cumpliendo su rol de sustituto del hijo del señor Jeon en la empresa. Así me informaron Eunwoo y la señora Kim antes de rendirse con la idea de que yo debía comer algo mientras esperaba la hora.

Seguía con la vista puesta en el inútil teléfono. De haber registrado el número de Namjoon, quizá mi incertidumbre no me tendría rozado los bordes de la locura.

"Es inútil tratar de salir de Full Moon sin el permiso del señor Jeon. Y lo será todavía más si usted hace saber que tiene esas intenciones, porque aumentarán la vigilancia y habrá muchos ojos de los hombres del jefe Min sobre usted. No querrá tener a los hombres de negro siguiéndole hasta el baño, son peor que un dolor en la parte donde no da el sol".

Me dejé convencer por aquellas palabras, no solo por lo que suponía que significaban, sino por la expresión de total angustia que reparaba en el rostro de Eunwoo.

"Mejor espere a las siete de la tarde".

No recuerdo haber tenido tanto tiempo y paciencia para esperar que como me había tocado en quellas semanas. Se sentían como unas largas vacaciones, solo que el sentido de la diversión que tuve en un principio se había perdido desde que tuve tal reunión con el señor Kim.



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Eran las tres de la tarde cuando volvió a haber movimiento en la cocina, gente que iba y venía, algunos con prisa no me notaban, los que sí, hicieron como al principio cuando llegué a esa parte de la casa, salieron del lugar de uno en uno hasta que solo quedamos la señora Kim, el hijo castaño de Ken y Barbie, Eunwoo y yo.

Algunos secreteos me hicieron sentir cierto nivel de incomodidad, pero no por eso iba a abandonar la seguridad que me brindaba aquel espacio que ciertamente se había convertido en mi refugio las últimas horas.

Minutos más tarde, los movimientos y el vaivén del personal no se habían detenido. En esos momentos me había mudado de lugar y me encontraba sentado frente a la mesa del comedor que tenía unos ocho asientos. Seguí jugando con el collarín que colgaba de mi cuello con la chapa de oro que había tomado como recuerdo la noche en la que conocí al joven Kim.

«El joven Kim».

Y pensar que iba a dejar esa casa con tantas interrogantes sin resolver en mi cabeza.

Mis dudas sobre si el Kim del pasado y el Kim del presente eran la misma persona, parecían lejanas. Éste Kim era el Louis Hanzel de Nayeon, el cual debía ser el hijo, y mi Kim debía ser el padre, el cual ya no era nombrado en aquella casa, seguramente por alguna razón.

«¿Habría muerto? Si continuaba vivo, ¿Podría verlo algún día?». Me pregunté.

Me iba pensando en no regresar, hacer una vida donde el viejo Jeon no me pudiera encontrar, eso incluía alejarme también de mamá Choi para no ser perseguido o atrapado por sus hombres. Esperar a Jiminnie, eso es lo que haría, esperar a la única persona que se moría y luchaba por hacerme feliz.

Miré el teléfono una vez más, definitivamente se lo dejaría a Jackson, ya me comunicaría con Jimin por email. Porque confiaba en que él cumpliría su promesa de regresar a mí cuando cumpliera esos 10 años de contrato, aunque yo nunca le prometí al él esperarlo, entonces, cuando ningún pensamiento tonto y ridículo me lo impedía, quería hacerlo. Sí, eso quería.

Mas bien, eso necesitaba.

Metí la mano en el bolsillo de mi chaqueta y tenté la envoltura de papel en la que había puesto la llave de Minho-hyung, se la regresaría. La apreté cerrando el puño alrededor del bulto de papel, yo no era merecedor de lo que fuera que pareciera tan importante como la vida misma. Claro que la regresaría a su dueño original.



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"El señor Kim Namjoon está en los jardines".

Al escuchar esa declaración me apresuré a llegar hasta Eunwoo y tomarlo por el brazo para que me guiara. Con tanto terreno rodeando la casa no sabría por dónde empezar y seguro que me tomaría más tiempo encontrar al rubio si iba solo en su busca. El invidente debía saber mejor que yo hacia dónde dirigirnos, así que lo arrastré fuera de la cocina con prisa.

—¡Vayan con cuidado!

Escuché la voz de la señora Kim cuando íbamos por el pasillo de salida hacia el patio, bueno, uno de tantos. Ella me gustaba, me trataba igual que a todos, no me dejaba sentir diferencia y eso me hacía sentir bien, normal.

Tuve razón en llevar conmigo a Eunwoo, el tomó el camino correcto y no tardamos en dar con el paradero de Namjoon. Desde lejos le vi caminar calmadamente, lado a lado con otro hombre. Parecían conversar mientras se paseaban por el hermoso lugar, ya se hacía de noche, pero ni eso, ni mi prisa, eran razones suficientes para evitar que me percatara de la hermosura del jardín.

Fui disminuyendo la velocidad al caminar, Eunwoo hizo lo mismo. Ellos no nos vieron hasta que estuvimos a pocos metros de distancia. Hubo un instante en que mis ojos se desviaron y se posaron en las manos de los dos hombres que caminaban muy relajados, hombro con hombro, y ambas manos unidas por sus meñiques.

«¿Qué es lo que veo?».

Aquel enlace se deshizo tan rápido en cuanto ellos se percataron de nuestra presencia. El otro hombre era el castaño de bello rostro, al cual yo había nombrado Ken, o en su defecto, el hijo de Ken y Barbie, aún no sabía su nombre, pero con esa cara que se gastaba, su presencia era bastante resaltable.

Namjoon se aclaró la garganta para llamar mi atención, la cual todavía bailaba entre una mano y la otra después de que rompieran la unión.

—¿Dando un paseo en el atardecer, Jeon? —Namjoon quería sonar como alguien menos nervioso, pero no lo estaba logrando.

«Porqué alguien como él iba a estar nervioso por alguien como yo?».

—Joven Jeon, ya que encontró al señor Kim, me estoy retirando para que conversen en privado —sin más, anunció Eunwoo antes de girarse en sus talones y tomar el camino de regreso.

El castaño le dio una última mirada a Namjoon, como si solo buscara su aprobación, esperó un asentimiento de cabeza del rubio que no le devolvió la mirada para seguir los pasos de Eunwoo. Esos dos parecían entenderse bien, incluso sin palabras.

—Me dijeron que esperaste por mí, ¿tan desesperado estás que tuviste que llegar hasta aquí? —la voz del rubio aun se escuchaba nerviosa, y yo seguía sin entender el por qué.

Su mano se posó en su nuca y empezó a rascarse la zona, una muestra de ansiedad que se me hizo rara una persona tan relajada como él.

Lamento haber interrumpido tu cita con tu novio, pero creo que ten...

—¡Shhhh! —No perdió tiempo para acercarse a mí mientras chistaba, posando sobre mis labios esa misma mano con la que hacía un momento rascaba su nuca.

De inmediato retiré su mano reprimiendo el deseo de... ¿escupir? 

«¿Cómo se le ocurre?».

Mientras luchaba con mi deseo de limpiarme la boca, el rubio escaneaba todo en derredor como si tuviera temor de que nos estuvieran espiando.

«¡Aaaah¡ ¡Los hombres de Negro!».

—¿Qué pasa, ¿buscas algún hombre de negro? —pregunté en un tono suspicaz.

El joven asintió sin dejar de vigilar alrededor, pendiente, alerta de cualquier movimiento. De pronto me tomó por sorpresa sosteniendo mi mano y arrastrándome hacia un banquillo que estaba cerca.

—Sabes de los hombres de Negro, pero no sabes cerrar la boca. Tú y tu hermana son muy tenaces. ¿Intentas amenazarme?

De la nada, su respiración estaba agitada, como si sus pulmones estuvieran a punto de colapsar.

Yo solo arrugué el entrecejo en respuesta. ¿De qué mierda estaba hablando ese rubio?

»¿Desde cuándo lo sabes? ¿Para eso me estabas esperando? —su mano aún se aferraba a mi muñeca y sentí sus temblores, sus muestras de nerviosismo no eran un juego.

—Yo... te esperaba porque necesito que me ayudes a salir de aquí —expliqué soltándome de su agarre.

Enterré las manos en ambos bolsillos de mi chaqueta para sacar el dispositivo de uno y del otro la envoltura de papel. Deposité ambos objetos sobre el regazo de Namjoon. Él solo observaba con la boca abierta y ojos desmesuradamente grandes debajo de dos pobladas cejas que se torcían en confusión.

—¿Si no lo hago, me delatarás? —su mirada de incredulidad y decepción hicieron que mi estómago casi doliera —No tengo opción, ¿verdad?

Sin saber el trasfondo de la pregunta solo me limité a negar.

—¿Puedo preguntar por qué?

—Es simple, ya mi hermana no me necesita más. Creo que sería un estorbo en esta casa, no quiero quedarme aquí siendo un inútil. Tampoco quiero ser tratado como un niño ignorante que solo avergüenza a su tío y es castigado por lo mismo. Soy un hombre y puedo apañármelas solo fuera de aquí, siempre lo he hecho.



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—Al principio, creo que la intención del viejo era mantenerte controlado por mientras hacía los arreglos para las atenciones que necesita el amo según el calendario lunar.

«Y aquí vuelven con esa mierda de las lunas».

»Si tu hermana no hubiese propuesto e insistido en un compromiso entre ella y el señor de la casa y tú no fueras tan intrépido al escuchar a escondidas las conversaciones de los señores, quizá ustedes estuvieran lejos de Full Moon, viviendo en otra ciudad —esas palabras removieron el bulto que crecía entre mi estómago y mi garganta.

"Si tengo que aplazar la universidad lo haré, lo haría mil veces con tal de lograr casarme con mi príncipe. Si tengo que abandonar por completo mis estudios lo haría también, renunciaría a todo por él, eso te incluye a ti".

—Kakita no querrá irse de aquí, de eso estoy seguro. Pero yo sí quiero irme —dije eso último mirando hacia el cielo nocturno y estrellado, no queriendo admitir que decirlo en voz alta me hacía entender que en el fondo no era lo que quería, pero seguía haciendo un esfuerzo por convencerme de lo contrario.

"Tu tío me ha contado de cómo la señora Choi habla de la manera en la que amas a tu hermana, te aseguro que podrás estar tranquilo con nuestro compromiso. Cuidaré de la señorita, la respetaré y la haré feliz, como siempre has querido que sea".

—No quieres separarte de ella, pero ella ya creció y no depende más de ti. ¿Por eso estás llorando?

«¿Llorando?».

Limpié aquella lágrima que se me había escapado, avergonzado. De mí, de mis sentimientos. Del dolor que se superponía con fuerza sobre el alivio que me hacían sentir las palabras del señor Kim.

No respondí aquella pregunta en la que Namjoon decía mucha verdad, tanto como una afirmación, solo que la parte de la razón por la que tenía tantas ganas de llorar era compartida con otra razón más.

—Por favor, no le digas a Jackson-hyung que lloré cuando le entregues el celular. Y dile a Minho-hyung que lea las notas que hay en los papeles de la envoltura.

—No puedo garantizar tu salida, Jungkook-ssi —advirtió mirando la envoltura de papel —. Pero, dado que me tienes en tus manos, lo intentaré.

Esas palabras debieron haberme hecho sentir complacido, pero solo provocaron una punzada más de aquel asfixiante dolor que se había alojado en mi pecho, renovando así, ese sabor amargo en la boca que subía desde el nudo que se atoraba en mi garganta. Yo hice un asentimiento pequeño con mi vista nublada puesta en la yerba debajo de mis zapatillas.

—Solo tenemos que esperar la próxima luna en cuarto menguante.

«¡¿Cuál es la pendejada de hacer todo con la luna?!».

—¿Cuántos días faltan para eso, hyung? —le urgí como si me diera igual.

—¿Te atreves a llamarme hyung después de amenazarme? —me echó una mirada de indignación e incredulidad. ¿Yo cuándo lo he amenazado?

—Solo confío en ti para esto. Sé que nadie más podría, mis maletas están hechas, nada más dime cuándo es esa luna.

Hubo un largo silencio antes de que respondiera la pregunta que me atormentaba. Rezaba porque la dichosa luna que necesitábamos fuera pronto. Vi al rubio mirar hacia el cielo estrellado, al tragar saliva, su nuez de adán moverse de arriba hacia abajo por su garganta. Yo continuaba observándole expectante hasta que se dignó a hablar.

—No puedo prometer nada, Jungkook-ssi, aunque tendremos mucho tiempo para trazar un plan porque justamente ayer fue la última luna cuarto menguante, lo que quiere decir que la volveremos a tener dentro de un mes.

—¿Un mes? ¿Estás jugando conmigo, hyung?

No podía creerlo, si con tan solo un día me gané aquel castigo y quedé encerrado por un mes y una semana en el sótano, no podría imaginar lo que podría suceder a continuación, aunque ser encerrado con Jackson-ssi y Minho-hyung, sería mucho menos sofocante que verme forzado a fingir normalidad mientras Nayeon y Taehyung alardean de su relación frente a todos.

Frente a mí.

—¿Me estás amenazando otra vez? —me miró con las cejas elevadas, tanto que casi se alzaban hasta el tope de su frente—. Es exactamente un mes y sería casi un milagro que pueda sacarte sin que Min Yoongi y sus hombres no se den cuenta de inmediato, porque lo harán de cualquier forma.



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—Hyung, ya que voy a quedarme por todo ese tiempo, podrías hablarme de cómo es el señor Kim?

El rubio sonrío y se acomodó mejor en el banquillo.

—Sabía que las reglas no tienen control sobre ti, es como si fueras alérgico a ellas. Esperaba que preguntaras eso, aunque no en este momento —confesó girándose un poco hacia el costado para mirarme mejor, aún conservaba la sonrisa y un brillo que no había notado antes en sus rasgados ojos—, desde el principio, Jin se percató de la forma en la que miras a hurtadillas al señor, él me lo contó. Dice que le pareces tierno.

¿jin?

—No puedo decirte mucho, pero te diré que el señor no es una persona cualquiera. Es alguien de poco hablar, aunque no tanto como tú, pero cuando lo hace, se expresa de forma tan educada, formal y elocuente, que te da la sensación de estar escuchando a un anciano que sabe de muchas cosas.

»La mayoría de veces es muy serio, y cuando sonríe, su pequeña sonrisa triste rara vez muestra sus dientes, por no exagerar diciendo nunca.

»A veces se lo puede encontrar perdido en sus pensamientos. Es muy melancólico, pero cuando te presta atención o te dirige la palabra, su mirada emana la seguridad de la experiencia, da una sensación de que es difícil engañarle porque pareciera saberlo todo, pero cuando le vas conociendo mejor, te das cuenta que se ha perdido de muchas cosas en el mundo y que es igual a un prisionero en su propia casa.

ȃl tiene muchos conocimientos, creo que de los libros, pero los oculta, bueno eso trata para no ser tan evidente, supongo.

»Tiene muchos secretos, pero no se los confía a nadie. Tu tío es la única excepción, porque es como su padre, pero a veces dudo que hasta él lo conozca todo del señor Kim.

«Su padre».

—¿Y... conoces a los padres del señor Kim?

—No, nunca hablan de sus padres y es prohibido hacer preguntas sobre el señor Kim. A veces me da la impresión de que ni siquiera el señor Jeon los conoció.

«Entonces, no hay dos señores Kim... siempre ha sido él».

En algún momento la voz de Namjoon se perdió, haciéndose lejana mientras me seguía contando cosas. De forma inconsciente mi mano fue a parar al dije de mi colgante, esa pequeña placa dorada y vieja que recogí del asfalto la noche en que lo conocí, acariciándola con la punta de mis dedos, sumergido en ningún pensamiento coherente, mis vanas esperanzas se habían evaporado más pronto que un suspiro.

Mi mundo acaba de derrumbarse, así me sentía porque ya no me quedaba nada, ese algo al que quería aferrarme me fue arrebatado dejándome completamente vacío, obsoleto. Solo eso me quedaba, un colgante que tuvo tanto significado para mí y ahora era solo eso, un improvisado y viejo colgante.

—¡Jeon Jungkook! —la voz alterada del rubio me sacó de golpe de mis cavilaciones—. ¡¿De dónde sacaste eso?!

Sus ojos asombrados apuntando igual que su índice hacia mi colgante.


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Hasta aquí lo dejo por ahora, 

Si tienen alguna teoría, por favor déjenla por acá.  Leeré con mucho gusto.

¡Gracias por llegar hasta aquí!

¡Les quiero... nomu, nomu borahae!

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