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Capítulo 08


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NO TAN INOCENTE

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⊰─⊱Jeon Jungkook ⊰─⊱

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Escuché la risa suave y acompasada del señor Kim. Por un momento me asusté, y una vez más se me vino a la cabeza la estúpida idea de que él pudo escuchar mis pensamientos.

—Estoy seguro de que no quieres saber esos detalles, Jeon —dijo guiando sus ojos hacia la entrada casi clavándolos en el mío como si pudiera verlo a través del pequeño orificio del cerrojo, como si pudiera verme a través de la madera pulida de la puerta.

Caí de culo de forma ridícula y estrepitosa. Juro que la impresión de su mirada me agarró desprevenido y quizá fue demasiado inesperado, demasiado para mí. ¿Había sido cachado dos veces en un día?

«Serías un fracaso como espía, Jungkook».

Escuché una risita retraída, pero divertida, cuando me estaba levantando para echarme a correr. Sin importar mucho si escuchaban mis pasos desesperados, lo hice, corrí como si mi vida dependiera de ello. Aunque no pudiera darlo por sentado, era un asunto de vida o muerte.

Estaba asustado, no lo iba a negar, pero dentro de mí crecía un sentimiento de satisfacción y al mismo tiempo un hambre voraz por saber más. Hecho un torbellino de adrenalina pura, seguí corriendo lleno de euforia, doblé por un pasillo que no había recorrido antes y desaceleré hasta parar un minuto después. No creía que esos dos me perseguirían, tampoco creí que ellos supieran quien los espiaba, a pesar de lo que dijo el joven Kim, no creo que me vieran, fui muy rápido, pero con mi tío y su séquito de seguridad, quién podría cantar victoria sin cerciorarse primero.

Dejé caer mis manos sobre mis rodillas para para recargar mi peso en ellas mientras recuperaba el aliento, luego me dediqué a caminar y observar el lugar donde me hallaba, pues todo estaba un poco más oscuro que antes y no sabía por dónde salir. Se suponía que debía encontrar un lugar más iluminado al final del pasillo, pero ya estaba temiendo que había tomado el camino equivocado.

Casi me caigo de bruces con un peldaño que no pude visualizar hasta que trastabillé con mi pie izquierdo, mi cuerpo se tambaleó y lo dejé caer de costado para apoyarme en la pared que resultó ser una puerta, la cual se abrió debido a mi peso. Eché un vistazo para descubrir que llevaba a un estrecho pasillo que no tenía ni la mitad del ancho que suelen tener los de la casa. Escuché unos pasos y no lo pensé dos veces, me coloqué del otro lado de la puerta y la cerré. Respiré con alivio al escuchar las voces alejarse y luego me volteé para darle el frente al angosto pasillo que guardaba aquella puerta.

«Si está abierta, es porque no es un lugar prohibido o algo parecido, solo espero que no haya un perro enorme de tres cabezas custodiando el lugar».

Solo me tomará un minuto, me dije a mí mismo antes de aventurarme hacia delante. El lugar daba un poco de miedo, pero al mismo tiempo me parecía fascinante. No creo que fuera muy frecuentado porque venía siendo ocupado por una que otra telaraña. Más adelante, me encontré con varias puertas, pero estaban cerradas, cuando ya me había dado por vencido solo quedaban dos puertas, solo para no quedarme con la duda intenté abrir la penúltima y para mi sorpresa ésta sí abrió.

Dejé la puerta abierta luego de echar un vistazo, no parecía interesante, ni siquiera era un gran salón. Me adelanté para saber si tendría la misma suerte con la última puerta, pero no, tal como el resto estaba cerradísima. Di un salto del carajo cuando mi celular vibró dentro del bolsillo de mi pantalón.

«Vaya espía que eres Jungkook, llevando tu celular sin silenciar».

Decidí regresar, ya que sería más que obvio que me estuvieran buscando en todas partes.

El celular continuaba vibrando, vi nueva vez la pantalla y me decidí a tomar la llamada contestando en un susurro.

—Estoy en problemas, ¿verdad?

—Hermanote, estoy con...

—Yoongi —escuché decir a un tercero desde cierta distancia del auricular.

—Eso, es el jefe de seguridad, él dice que...

—Necesito que traiga su maldito trasero al comedor, ahora —el tipo con cara de gato, tenía que ser. La forma en que siseaba las palabras eran neta evidencia de lo cabreado que estaba por mi culpa—, si me hace seguir buscándolo por toda la casa, no responderé de mí.

Vaya mierda, estoy jodido, no sé qué inventar después de la escusa inservible del baño. Pero ¿qué mierda?, solo diré que me dio por pasearme y dar una vuelta por la casa porque me parece bonita, qué mal que el jefe de seguridad es un hombre, de ser mujer solo me costaría una sonrisa para que pasara todo por alto.

—Oiga, yo no soy muy estudiado, pero sé que arrebatarle el teléfono a alguien a mitad de una conversación es mala educación.

Escuché como su aliento chocaba contra el auricular, el tipo perdía la paciencia con facilidad y considero que eso en vez de ser un pro es un contra para ser un jefe de seguridad.

—¿Estás intentando tomarme el pelo? —masculló las palabras y respiró fuerte una vez más—trae aquí tu trasero en dos minutos si no quieres conocerme.

—¿Pero y qué tal si me encuentro perdido? —sugerí porque de verdad no sabía cómo salir del maldito lugar, no había ninguna luz brillante al final del pasillo.

—Ciento veinte segundos y comienza el conteo regresivo —la llamada fue terminada de forma abrupta.

No sé cuál de los dos era peor chacal, si mi tío o su jefe de seguridad. Joder, ¿cómo carajos voy a salir de aquí en menos de dos minutos?

Salí inmediatamente de ese lugar y dejé la puerta tal y como creía que se encontraba antes de que yo entrara allí. Tomé el camino devuelta por donde había venido y empecé a recorrerlo con menos cuidado.

Me di un susto de madre cuando alguien chistó a una distancia muy corta detrás de mí. Un tipo con gafas sostenía el pomo de cierta puerta con una mano y con la otra hacía señas para que yo fuera hasta él. Parecía que andaba a escondidas y no sé por qué rayos le hice caso, pero ya no había marcha atrás cuando entré al salón donde se encontraba. Bueno en realidad no era un salón sino, más bien, un jardín de centro de la estructura de la casa, se sintió como si hubiésemos salido de ella por un rato.

—Gracias por sacarme de allí, ¿cómo te llamas? —le sonreí al chico con gafas que caminaba despreocupado a mi lado antes de que abriera una gran puerta corrediza.

—Es mejor que no lo sepas, y que hagas de cuenta que nunca me viste ahí —su voz era como de locutor, grave pero aterciopelada al mismo tiempo, era de esas voces que producían placer escuchar. Como la del señor Kim, pero un poco menos sofisticada.

Cuando llegamos al otro extremo el tipo sacó un llavero, entre las llaves había una que parecía un modelo de uso antiguo, era cuatro veces más grande que el resto, el tipo rubio usó esa inusual llave para abrir la gran puerta que nos llevó a un pasillo que sí estaba iluminado.

Pasamos por varios lugares, todos bien iluminados, pero me sentía que estaba en una casa distinta, allí no existía esa aura de misterio, no inspiraba curiosidad, se sentía cierta calidez, se sentía con vida.

Había voces que se escuchaban a lo lejos y no esperé mucho para que nos encontráramos un miembro de servicio cada dos por tres.

Al mirar al frente para encontrarme con el panorama detrás de la gran puerta, me encontré con un montón de sirvientes, todos estaban muy ocupados en lo suyo, algunos estaban jugando Hwatu** mientras que otros solo observaban la partida, pero en cuanto se percataron de mi presencia todos me prestaron absoluta atención como si yo fuera una criatura de otro mundo, o al menos así me sentía.

Como si fueran una pila de pieza de dominós, al pasar hacían una reverencia, eso sí que me hizo sentir incómodo.

—¡No, no, no, por favor, no hagan eso, yo no soy nadie, solo soy una persona normal, quiero decir, común, como todos ustedes, sí me entienden, ¿verdad?

Escuché murmullos, unas risillas, y una señora se acercó a mí.

—Querido, eres adorable —ella tomó mi mano izquierda entre las suyas y me miraba enternecida—, pero no digas que eres como nosotros cuando eres el sobrino del señor Jeon.

Aun con mi mano incautada por la señora que creía que yo soy adorable, acerqué mi rostro a un costado del joven que me ayudó a salir del oscuro pasillo. Necesitaba susurrar en su oído para que no se enteraran todos de mi situación, si es que no lo sabían ya.

—El tal Yoongi me dio dos minutos para llegar al comedor.

El rubio asintió una vez y luego haló una silla desocupada y se subió quedando de pie sobre ella.

—Escuchen... —todos hicieron un gran silencio que para mí resultó bastante incómodo, era increíble la forma en que le prestaban atención a aquel muchacho—. Si lo preguntan, Jeon Jungkook estuvo aquí desde hace un rato.

Todos respondieron de manera formal y el chico simplemente se bajó de la silla, dando por terminado su breve discurso.

—No te preocupes, siempre estuviste aquí, no te pasará nada —la misma señora me daba golpecitos en la parte superior del brazo izquierdo.



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—Mi nombre es Namjoon, Kim Namjoon, pero si quieres puedes llamarme Nam, tal como lo hace el señor Jeon —me asombré un poco al escucharle, pues antes se había negado a decirme su nombre.

—No que era mejor que no supiera tu nombre? —me burlé.

El rubio con gafas sonrió negando. Unos hoyuelos se formaron en ambas mejillas, provocando un ligero sentimiento de envidia en mí.


—Ahora cambié de opinión, de otra forma no podremos justificar que estuviste con nosotros en la cocina.


Yo iba a refutar, pero no había tiempo para armar un mejor plan entre los dos, ya que cuando doblamos el pasillo un hombre, también joven, que llevaba vestimenta de traje negro se aproximaba con pasos apresurados hacia nosotros. Me guardé mis inútiles palabras para no empeorar mi situación. Mi mejor opción era seguirle la corriente a Namjoon.

—Ah, sí, ¡eso es! estuve perdido y llegué a la cocina —susurré para evitar que el hombre de seguridad escuchara mis palabras.

—El rubio asentía sonriendo.

Los pasos del joven de traje negro eran apresurados. Pronto dejó de ser una figura para convertirse en el centinela que aguardaba detrás del señor Kim durante la cena. Al detenerse frente a nosotros nos saludó con una reverencia.

—Gracias por acompañarlo, señor Nam, yo me encargo de guiarlo hasta el comedor —no perdía la compostura y su semblante era muy serio, casi actuaba como un soldado.

«¿Todo es exagerado aquí?».

—Me temo que los acompañaré hasta allá, Hoseok. Es que he de darle una explicación a Yoongi —ante las palabras de Namjoon el joven llamado Hoseok no insistió y nos indicó con una señal de sus manos para que camináramos delante de él.

Namjoon fue el primero en moverse y yo le seguí el paso como un perrito faldero. No sé por qué, pero ese tipo me daba esa sensación de ser un líder innato, no me incomodaba seguir sus órdenes.



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Cuando llegamos al comedor mi hermana aún se encontraba sentada en el mismo sitio donde la había dejado. Parecía inquieta, pero no asustada. Yoongi se movió para sacar una silla usando sus dos manos, luego señaló en asiento con un movimiento de cabeza por vez que me entregaba una mirada de advertencia. Sí que tiene un carácter de mierda. Yo le saludé alzando mi mentón para darle a entender que no me intimidaba. Hicimos un duelo de miradas por unos segundos.

—No, gracias, ya cené —Kakita soltó una risita divertida y yo luché para reprimir una sonrisa. Tampoco era que quería provocar al paliducho con cara de gato.

Me acerqué a un costado del rostro de Namjoon.

—Creo que él y yo no empezamos con buen pie —susurré y él reaccionó con una risita nasal, casi inaudible.

El cara de gato nos miraba por debajo de sus pestañas, entrecerrando los ojos. Tipo, ¿se están burlando de mí? Siempre termino haciendo lo que se supone que debo evitar. El paliducho desvió la vista hacia otro curso e inmediatamente se puso más rígido que una pared, todos miramos hacia la misma dirección.

Y... ahora si empezaba a asustarme un poco. El tío canas traía cara de culo, literal. Me entregó una mirada que pudiera tener el poder de enterrarme vivo o al menos sentí que me faltaba la respiración. Para mi alivio, Kim no venía con él, sería mucho más vergonzoso volver a ser retado frente a él.

—¿Nos pueden dejar a solas, por favor? —ahora sí que estaba todo jodido.

—Señor Jeon, quisiera... —Namjoon detuvo su discurso o el débil intento de ello cuando el tío Canas elevó su mano a la altura de su hombro. El rubio que había dado un paso hacia delante con mucha seguridad dio varios pasos hacia atrás e hizo una señal a los demás para que salieran con él.

«Sí que es terrorífico mi tío».

Todos habían salido, bueno casi todos. El viejo desvió su mirada la cual cambió de una forma drástica al dirigirse a Nayeon.

«¿Porqué con ella siempre es diferente?» pensé, pero al contrario de molestarme me provocaba un alivio enorme, podía soportar que me retaran, sin embargo, otra cosa sería si se metiera con mi pequeña.

—Mi querida sobrina —dijo suavizando su voz por vez que rebuscaba en algún bolsillo del interior de su traje. Segundos después sacó el mismo dispositivo que más temprano le había prestado. A ella le cambió la expresión a una de sorpresa, se le iluminó el rostro con una gran sonrisa, se paró de un salto de la silla y llegó casi corriendo hasta el viejo, le arrebató el celular y luego dio un saltito para dejar un beso en la mejilla llena de pliegues.

«¿Estoy alucinando o acababa de ver un atisbo de sonrisa en los labios del tío Canas?».

—¿Por qué no haces un par de llamadas antes de irte a dormir?

El viejo llamó a Namjoon para que enviara a aquella mujer de apellido Choi, quien era la acompañante de Kakita.

Llegó el momento en que solamente quedábamos el tío y yo. No sé por qué, pero tuve un abrumante y desesperado deseo de que llegara Kim y me salvara de mi tío. ¿Tal vez es porque es la única persona que tiene influencia sobre él?

«¿Estás pensando en él cuándo estás en problemas?».

—¿Se puede saber qué es lo que te parece gracioso, sobrino? —su voz gélida me bajó de la nube donde me había subido sin proponérmelo. Me di un golpe mental por ello.

Rápidamente puse mi mejor cara de póker por vez que negaba casi frenético con la cabeza.

—Sé que no eres de mucho hablar cuando se trata de personas ajenas a tu hermana. Seré breve. ¿Qué tanto escuchaste de mis conversaciones con el señor Kim?

En ese momento, sí quería que alguien me salvara. Puta madre. ¿Por qué el tío Canas tenía que ser tan directo?

Quería ser inteligente, pero me di cuenta que no podía pretender engañar al viejo. Yo solo incliné la cabeza, sabiendo que hice mal. Estaba muy avergonzado, sí, pero por alguna razón no me sentía arrepentido. ¿Estaba siendo rebelde? Realmente esta situación no era la más reconfortante, pero seguía reconociendo que, si tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo, lo haría sin pensarlo.

A los lejos se escuchaban unos pasos, la persona debía ser una dama, ya que el repicar de sus tacones lo evidenciaban, acto seguido escuché la voz ronca del cara de gato y luego lo vi entrar siguiendo a la mujer que forcejeaba para que le permitieran avanzar. Miré al viejo por el rabillo del ojo y pude notar que su mandíbula se hallaba un poco desencajada. La mujer agitaba los brazos de arriba hacia abajo, su aliento casi agotado.

El cara de gato se quedó a un paso de la puerta permitiendo que la mujer avanzara hacia nosotros, mejor dicho hacia mí. Ella caminó hasta que se posicionó justo a mi lado, era la misma señora que me trató de forma cariñosa en la cocina.

—Sé que estoy haciendo mal en interrumpir, pero deja que te explique, este muchachito estuvo compartiendo un buen rato con nosotros en la cocina, y espero que por esa sencilla razón no estés armando un alboroto, Jeon.

—¿Qué le hace pensar eso? —inquiere el viejo colocando una mano en su mentón y apoyando el codo sobre el antebrazo que reposaba sobre su pecho.

—Escuché que lo estaban buscando por todos lados —la mujer retuerce los labios indignada.

El tío canas desvía su vista hacia mí y no pude evitar rehuir su penetrante mirada inclinando nuevamente mi cabeza.

—Supongo que esa es la misma explicación que estabas a punto de darme. ¿No es así, sobrino?

Yo no levanté la cabeza, en verdad estaba apenado por mentir, pero si no lo hacía no solo me metería en problemas a mí mismo, sino también a la señora que estaba mintiendo por mí. Solo atiné a realizar un leve asentimiento y al parecer eso fue suficiente para el viejo.

—Bien, si así sucedió todo, entonces solo estuve perdiendo tiempo con esta reunión. Sobrino, espera aquí a Eunwoo y luego retírate a tu habitación.

Cuando el viejo nos dio su espalda, la señora daba pequeñas palmaditas en la mía, cuando vi desaparecer su figura mi cuerpo se desinfló y respiré con alivio.

Namjoon entró al salón y caminó hasta el comedor para sacar una silla y ofrecérmela, yo simplemente me desplomé sobre ella. Yoongi nos había dejado solos. Seguramente estaba aburrido de la situación.

Miré hacia el rubio que se había parado frente a mí. Sus manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones, sus cejas eran un poema interesante de ver. ¿Estaba apenado? Nunca lo sabré, solo sé que si lo estaba no lo hacía más que yo.

—No fui capaz de hablar, iba a decirle todo lo que escuché —mi voz casi no salía, apenas era un vestigio el que asomó sin hacer ningún eco—. ¿Qué hubiera pasado si usted no fuera tan osada? —mi voz sonaba casi como un lamento, sentí que perdí la valentía de la que tanto pregonaba Kakita, quizá solo me lo creí por dentro, quizá siempre fui un cobarde.


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**Hwatu (화투) Es un juego de cartas, un total de 48, donde cada una lleva el dibujo de una planta, que a su vez representan un mes. Las imágenes se repiten 4 veces.

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Espero que les haya gustado...

Una vez más, muchas gracias por su apoyo y por sus preciosos cometarios, las amo.

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