Capítulo 05
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EL ALA PROHIBIDA
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⊰─⊱JEON JUNGKOOK ⊰─⊱
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Una vez estando en el interior de la mansión no pude apreciar tanto como quería, pues había demasiado para observar y la iluminación no ayudaba en nada, puesto que era muy tenue. Echando un vistazo rápido, entre algunos detalles, reparé en que las paredes interiores no lucían tan rústicas como afuera, el poco espacio que se podía ver, a través de una exagerada cantidad de cuadros con enmarcados dorados muy elaborados, estaban embarnizadas de un tono blanco hueso y todas las ventanas estaban cubiertas de gruesas cortinas color nude, blanco y dorado, éstas estaban totalmente cerrando el paso al aire fresco y cualquier acceso a la vista; fuimos recibidos por una fila bien formada de sirvientes que llevaban uniformes blanco y negro, todos tenían la cabeza inclinada mirando hacia el piso.
—¡Cielos esta casa es tan hermosa por dentro como lo es por fuera! —Luego de que el señor Kim le despertara, Kakita se había desperezado hacía solo unos instantes, eso no bastó para evitar que se volverse loca por lo asombroso que era todo el lugar.
Dos de los sirvientes se acercaron a mí, uno me quitó la mochila sin preguntar, otro intentó quitarme la chaqueta, por supuesto que me rehusé. Una mucama hizo lo mismo con el sobretodo de Kakita y cuando miré hacia el señor Kim dos más hacían lo mismo con él y otro con mi tío.
—Por favor, señor Nam, avísele a la señora Kim que debe hacer los preparativos de la cena, que sea para tres —No supe quién de todos ellos era Nam porque el nombrado no respondió.
Mi hermana arrugó el entrecejo e hizo un lindo pucherito, corrió como niña pequeña dando pasitos rápidos y cortitos, casi como una geisha. Al llegar hasta el tío Canas se enganchó de su antebrazo ladeando la cabeza y manteniendo la misma expresión
—¿Tío, por qué para tres, acaso no vas a cenar con nosotros?
Tío canas la observó por un momento con su típica expresión insondable, neutra, casi inquebrantable y luego desvió su vista hacia el agarre que mantenía Kakita en su antebrazo. El viejo elevó una ceja volviendo su mirada hacia mi irrespetuosa hermana. Estaba claro que ella no entendía el lenguaje corporal del viejo y tuve que ir a mediar en el asunto.
—Disculpa tío, por favor, no la malinterprete —pedí mientras tomaba las muñecas de Kakita provocando que ella aflojara el agarre, para evitar que empezara con uno de esos berrinches que solo ella puede hacer, y que, de hecho, delante de estas personas no podía permitir que creara.
Me incliné un poco para acercarme a su oído.
—Kakita, recuerda comportarte como una dama —susurré y de inmediato se tensó. Rápidamente cambió su postura y su semblante se volvió repentinamente calmado, me dedicó una sonrisa tenue que yo traduje como agradecimiento de su parte.
Yo solté sus delicadas muñecas y ella se dirigió hacia mi tío, quien nos observaba con absoluta atención.
Disculpe, tío Jeon, ya no le molestaré si es su decisión no cenar con nosotros, pero ¿recuerda que usted prometió prestarme su teléfono una vez que llegáramos a la residencia de mi Lou... quiero decir del señor Kim? —hizo pestañear varias veces sus grandes párpados, esperando una respuesta positiva de parte del viejo.
El tío canas nunca hizo tal promesa. En realidad, ella se dedicó a realizar un monólogo que duró casi la mitad del viaje y cuando solicitó por octava vez al viejo que le prestara el celular él se negaba a hacerlo. Ella propuso lo de prestárselo al llegar a la casa y él no negó esa vez, pero tampoco es que por eso se diera por sentado que había dado su aprobación, porque tampoco dio ningún signo de afirmación.
Nuestro tío hizo una leve mueca con sus labios abrió su chaqueta para sacar su celular del bolsillo interior y se lo entregó a Kakita.
—Es mi teléfono de emergencia, está desbloqueado.
Ella mostró una enorme sonrisa mientras tomaba el dispositivo.
—¡Gracias, tío Canas!
Tuve que aguantar las ganas de reír cuando el viejo abrió y volvió a cerrar su boca porque ya Kakita había salido corriendo por donde habíamos entrado con teléfono en mano.
Ella se quedó cerca de la entrada e inmediatamente marcó el número que se sabía de memoria.
—¡Mamá Choi!, ¡soy yo!, estamos todos bien...
Los hombres no nos dábamos cuenta de lo tontos que parecíamos los tres mientras nos quedamos varados mirando hacia mi hermana, su conversación telefónica se alcanzaba a escuchar con claridad, al menos lo que ella decía.
—Sí, ya sabe que estamos bien, sí, su Kookie está perfectamente, ¿por qué no me pasa con onni Mina?
Yo chisté y negué para mí mismo con la cabeza, mientras metía mis manos en los bolsillos de mis pantalones, al mismo tiempo, ambos hombres rieron y nunca sabré si lo hicieron por mi pequeña reacción o por los modales de mi atolondrada hermana.
—¡Mina, tienes que ser la primera en saberlo! ¡Hoy conocí a mi Louis Hanzel! —ella, en un acto reflejo miró a través de las enormes puertas dobles de la entrada y dio un pequeño saltito de susto por la impresión de vernos entretenidos mirando hacia ella.
Por inercia los tres volteamos para crear una falsa fachada de desinterés. Pero ella podía perder el cuidado, yo era el único que sabía a qué se referían sus últimas palabras.
De forma inmediata Kakita se giró en sus talones y empezó a caminar hacia el jardín para seguir conversando con más privacidad.
Otra vez me costó contener la risa. Miré al viejo y su rostro de nueva cuenta era inmutable lo cual fue un incentivo que ayudó a que se me calmaran las ganas de reír, sin embargo, cuando desvié la vista hacia el joven Kim, la risa brotó de mi garganta sin darme tregua para detenerla, ya que él se encontraba atrapando su labio inferior con el superior en un intento de lucha por contener la risa igual que yo, solo hizo falta que yo riera para que él me mirara y luego soltara varias carcajadas. Ambos posamos nuestras manos en los propios labios para tratar de amortiguar el coro de carcajadas, pero esto nos hizo reír todavía más, aunque no mucho más que cuando miramos hacia el viejo que nos observaba con cara de póker.
—Jeon, creo que será divertido cenar con ustedes —no es que no supiera que cuando llamaba por ese apellido no se trataba de mí, pero inevitablemente la piel se me erizó por completo al escuchar su voz al pronunciarlo de esa forma, al fin y al cabo, también es mi apellido.
El viejo miró confundido al joven como si le hubiera dicho algo difícil de entender, se quedó mirando un momento más, luego de que Kim diera la espalda y empezara a caminar hacia el lado izquierdo del castillo, sí, esa era la impresión que daba esa casa, el techo de la entrada era tan alto que media al menos unas tres veces la altura de una casa normal, dándole ese aspecto de más de dos niveles al verla desde afuera y ni hablar del toque misterioso y anticuado que le creaba la pobre iluminación.
—Será como diga, señor, enviaré a que agreguen un plato más en su puesto en la mesa —el viejo elevó el tono de su voz debido a la distancia que ya guardaban. Le bastó con que Kim asintiera solo una vez sin darse vuelta.
El viejo se dirigió a una de las mucamas que aún continuaba, como todos los demás, con la cabeza agachada —ya escuchaste, ve y avísale a la señora Kim que el señor cenará con nosotros.
«¿La señora Kim? ¿Será su madre?».
Como sospeché, el joven Kim era el que no estaba incluido en la mesa desde el principio, un frágil motivo, pero motivo al fin. Un dato más que me hace aumentar mi desquiciada duda de que ese joven y aquel hombre que conocí hace tiempo, son la misma persona, porque él tampoco solía cenar acompañado. La curiosidad me cosquilleaba por todo el cuerpo.
Observé al joven Kim perderse por un pasillo con su lento y elegante caminar cuando el tío canas llamó por un joven que, como todas las demás personas de servicio, también mantenía la cabeza inclinada.
—Eunwoo, de ahora en más, serás el acompañante de mi sobrino, por favor, muéstrale sus habitaciones —el tío Canas empleó su voz autoritaria con el aludido, quien de inmediato hizo una reverencia, luego el viejo se dirigió a otra mujer a la que dio las mismas instrucciones con respecto a mi hermana, indicándole que en cuanto Nayeon volviera a entrar a la casa le mostrara su aposentos y le preparara un baño en caso de que lo necesitase, sin más, el joven y la muchacha hicieron una inclinación para el viejo que ya se había girado en sus talones, la mujer se quedó en su mismo sitio para esperar a Nayeon, supongo, sin embargo, tanto el viejo como el joven empezaron a caminar en sentido contrario.
Yo me quedé indeciso con respecto a cuál de los dos iba a seguir. Me había quedado claro que debía seguir al muchacho llamado Eunwoo, pero yo quería seguir al viejo. No sabía por cuanto tiempo íbamos a quedarnos en el castillo, suponía que lo sabríamos durante la conversación en la dichosa cena, el tío no me dio ninguna explicación clara con respecto al tema de que mi hermana estaba corriendo grave peligro. Así es que no sé para donde rayos nos enviaría esta vez por culpa de los intentos por hacer daño del tío Heechul. Lo único que en ese momento me atormentaba era que tenía que hacer lo posible por averiguar, aunque sea algo mínimo, sobre el joven Kim. Tenía una muy clara orden de seguir al chico de servicio, pero mi instinto pudo más conmigo y mis pasos ya se producían en torno a la dirección que habían tomado el viejo y segundos más temprano, el joven Kim.
Sentí los pasos precipitados que seguramente eran del chico que recibió la orden de llevarme hasta una habitación, me detuve y me giré en mis talones para encontrarme ante el joven de servicio llamado Eunwoo, quien se había quedado a unos diez metros de distancia al pie de una pequeña escalera de algunos cinco peldaños que yo ya había subido.
—Señorito, le esperaré aquí hasta que usted regrese, ya que se me es prohibido el acceso a esta área —suerte que el chico habló en voz muy baja. No creo que el tío Canas pudiera darse cuenta de que yo intentaba seguirlo.
Yo hice un asentimiento hacia el chico y le sonreí, ya me caía bien, era un muchacho inteligente y bien parecido que aparentaba tener mi edad. Sí, me seguía cayendo bien, aunque él no me devolviera la sonrisa. Me di media vuelta y empecé a avanzar por aquel pasillo que lucía misterioso debido a la poca iluminación.
Avancé con sumo sigilo por lo que parecieron unos minutos y me detuve cuando escuché voces. La puerta de la cual provenía el sonido lejano de una conversación estaba abierta, fui entrando mi cabeza y me sorprendí al no ver a nadie, seguí moviéndome despacio hasta quedar completamente dentro del amplio salón que más bien parecía el vestíbulo de un hotel, pero con la excepción de que era cerrado y poco iluminado, tenía pocos muebles, pero estos eran exuberantes en su forma elegante, las cortinas eran oscuras, se notaba a leguas que durante el día no dejarían pasar mucha luz a través de gran ventanal. Volví a escuchar la melódica y profunda voz del joven Kim y como si se tratara de la atracción de un imán, caminé hacia el fondo del salón y me acerqué a la gran puerta doble de madera pulida y brillante de donde provenía el sonido dulce que acariciaba e inquietaba algo dentro de mí.
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—Temo que dentro de todos los buenos acontecimientos debo decirle que he fracasado con mi sustituto. Durante estos dos años me ocupé tanto en su búsqueda que me descuidé de mi único hijo. Mientras usted estuvo desaparecido, él se hizo la idea de que jamás volvería a aparecerse por aquí, así es que tomó la decisión de renunciar a su responsabilidad y su puesto como mi sucesor, lamento tener a tal hombre cobarde como hijo y lamento haberle fallado de tantas maneras, señor.
Pero... ¿Qué demonios? No pensé que el tío Jeon tuviera una familia, según el tío Heechul, el viejo era un solterón amargado. Pero por algo dicen que las palabras se toman por quienes las dicen.
—Mi hijo es mi vergüenza, ha arruinado un legado de más de ciento setenta años y yo, yo no puedo hacer nada, soy un inútil, por mi culpa, no le crie de la forma correcta y ahora... si él tiene que perder su vida, yo no haré nada para impedirlo, pero, por favor, señor ¿podría encargarse usted mismo?
Mis ojos se abrieron de par en par tal cual, como lo hizo mi boca, pero, aun así, mi cerebro continuaba negándose a procesar tal información, me llevé una mano hacia el pecho en un torpe intento de impedir que el corazón se me fuera a salir.
—Jeon, por lo que más quieras, ¿te estás escuchando?, ¿sabes cómo me siento cuando hablas así? Estás hablando de tu hijo, tu sangre. Si él quiere hacer su vida lejos de la mía, no debemos culparlo, él está en todo su derecho. Sabes que nunca he obligado a ningún Jeon a que me sirva o a que me proteja.
—Lo sé, señor, pero aun así nuestro linaje, más que servirle se ha dedicado a proteger a su merced durante todos estos años y el hecho de que esa tradición se pierda, se eche a perder y se desaparezca con la sola decisión de mi hijo me hace sentir que he fracasado, señor. Entiendo que, al renunciar, él no merece andar por ahí conociendo tanto de sus secretos. No es una decisión suya quitarle la vida. Él mismo tomó la decisión de perderla.
No podía creer las palabras de mi tío, ¿cómo es posible que un pensamiento como ese saliera de la boca de un padre?, él siempre me había parecido una persona extraña y poco amistosa, pero algo como esto jamás había pasado por mi mente. Mi estómago se sentía revuelto, mi corazón latía con frenesí.
El señor Kim escuchó los mismos pasos que se aproximaban hacia nosotros, eran de mi hermana. El repiqueteo de sus tacones a través del pasillo era inconfundible.
—Ah, aquí estás —me di un golpe mental por no haber recurrido a encontrar algún escondite, me había quedado paralizado—, alguien me dijo que subiste hasta aquí con el tío Canas y con Louis Hanzel, los estuve buscando por toda el ala.
Exagerada, si apenas se acaba de pasar por aquí, ¿no sabe que el ruido de sus zapatos la delatan?
Mis ojos vacilaban e intercambiaban de dirección entre Kakita y la puerta a mi lado. Le di el frente a ella para hacerle señas de que se callara, aunque ya sabía que era muy tarde.
La puerta doble de la oficina se abrió de golpe y yo todavía no me había movido, solo le había dado la espalda por lo que me vi siendo empujado por el pedazo de cedro pulido que dio con mi omoplato, miré hacia mi hermana con toda la impotencia cargada en los hombros por no poder reprocharle el haber sido capturado infraganti por su culpa.
Una vez que los dos hombres pasaban por mi lado le di una mirada llena de culpa a mi tío, quien me miraba con clara reprobación, e hice una venia hacia el señor Kim quien tenía una mirada indescifrable y difícil de sostener yaciendo a unos metros detrás del viejo.
—Jeon Jung kook, hablaremos sobre esto después de la cena —la voz de mi tío era indiferente, fuerte y retadora, tan diferente a como se escuchaba tan solo hace un momento mientras estuvo encerrado en la oficina con el joven Kim, la autoridad en su voz era tal, que me hacía transportar a aquellos días cuando era muy pequeño, tan asustado, exactamente como cuando me esperaba una reprimenda de parte de mi difunto padre, cuando me responsabilizaba por las travesuras de Kakita, echándome yo toda la culpa.
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A la señal del tío canas con un simple gesto de su mano, todos salimos en silencio de aquella enorme sala, incluyendo al joven Kim. Éramos solo los cuatro caminando a paso lento a través del poco iluminado pasillo, me mordí los labios reprimiendo una sonrisa, cuando mentalmente me atreví a comparar nuestro desanimado andar con el acto de una procesión. Si bien en algún instante llegué a ver de esa manera, todo debía posiblemente a los nervios que me cargaba al haber escuchado intrépidamente aquella conversación.
El corazón arremetía con más fuerza en sus golpeteos y sacudidas al imaginarme lo que me esperaba en lo adelante.
El hecho de pensar que nuestra estancia en la casa probablemente sería cancelada, no me era más mortificante que el pensamiento de que me torturaran para que confesara todo lo que había escuchado.
Quería tanto permanecer más tiempo en ese lugar por más de una razón, pero ninguna era más evidente que ese fervor por querer conocer todo de su dueño, por descubrir sus secretos, sin importar que tan oscuros pudieran llegar a ser. Aquel seguía siendo el mismo interés que sentí desde niño, sí, el mismo que había guardado por muchos años, diez para ser más exacto, seguía intacto sin haber menguado ni un miligramo y si bien es cierto que con el paso del tiempo y a medida que yo fui creciendo no se hizo más grande, no podía negar de su fortaleza, ya que en vez de desaparecer y quedar superado, como una pequeña llama, siempre estuvo manteniendo la calidez en mi pecho, que ni yo mismo podría explicar.
Para rematar, después de haber escuchado aquella conversación, mi sed por saber qué cosas tan importantes ocultan esos dos aumentaba la mezcolanza de mi curiosidad y mi fascinación por el joven Kim. Es que no podía sacarme de la cabeza que él pudiera lucir exactamente igual que hace diez años, cómo es posible que se viera casi de mi edad, ¿o será que tanto trabajo me ha vuelto viejo?, no, por más vueltas que le dé al asunto no encuentro una razón que no carezca de lógica.
Era un hecho que a esta casa y a su dueño le rodeaban más de un misterio. No todos los días se tiene la oportunidad de tener una estadía en estas instalaciones, aunque sea muy breve, y debía aprovechar al máximo el tiempo restante, ya fueran horas o días o en el caso de correr con mucha más a suerte, semanas.
Kakita iba detrás del tío canas, ella debía resentir la tensión del momento porque iba tan sumisa, callada y con la cabeza gacha. Yo iba detrás de ella, sintiendo los ojos intimidantes del joven Kim clavados en mi nuca, sus pasos eran tan ligeros, seguramente debido a las zapatillas deportivas que yo le había prestado antes del viaje.
Llegamos a la parte del pasillo que estaba al alcance de la iluminación de la antesala.
Al pie de las cortas escaleras que llevaban hacia el amplio salón de la entrada principal se encontraba el joven Eunwoo quien hizo una inclinación tras otra mientras íbamos desfilando por su lado, yo miré por sobre mi hombro que solo cuando tocó el turno del joven Kim hizo una gran reverencia significativamente pronunciada y en ningún momento volvió a levantar el rostro, como si temiera mirarlo a la cara directamente.
—Eunwoo-ssi, no tengo que repetir la orden anterior, ¿verdad? —la voz autoritaria del viejo Jeon hizo un eco en la estancia, alzándose para terminar con nuestro silencio sepulcral.
El joven casi corrió hasta quedar lado a lado conmigo, siempre manteniendo la cabeza inclinada —no, señor, no es necesario —respondió echando hacia la nada una mirada asustada, el borde de su oreja estaba tan roja que parecía tomate maduro. Verlo de tan cerca me permitió apreciar lo hermoso que era, piel muy blanca, casi tanto como la mía, ojos negros, galanes y almendrados, cejas hermosamente pobladas y bien formadas y unos labios que lucían una ligera palidez, pero de igual forma me parecieron exquisitos, sí, el pelinegro era muy hermoso, pero le faltaba ese algo, ese no sé qué que solo he podido percibir en el joven Kim.
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—Eunwoo, ¿verdad? —pregunté luego del largo silencio que ambos tuvimos mientras yo le seguía el paso hasta que él se detuvo quedando de pie delante de la puerta de mi dichosa habitación.
Estiré mi mano a modo de presentación formal hacia el joven.
—Soy Jungkook —el chico elevó ambas cejas extrañado, sin hacer contacto visual conmigo volvió a inclinar su rostro casi de inmediato negándose silenciosamente a responder mi saludo de mano, aparentaba ser dispuesto y servil, pero también tímido—, llevémonos bien mientras me quedo por aquí —pedí por vez que yo tomaba su mano para concretar el saludo, sorprendiendo al muchacho.
—Lo siento mucho si le dejé con la mano extendida, por favor discúlpeme, nunca intentaría ofender al sobrino del señor Jeon, no sería capaz.
Su rostro se instaló una expresión de congoja, haciéndolo ver realmente preocupado.
—No, no pasó nada, no te preocupes.
Soltó aire y se llevó una mano hasta su pecho cerrando sus ojos con alivio.
—Menos mal, fue una tontería de mi parte pensar que posiblemente había extendido su mano hacia mí —yo arrugué el entrecejo y le miré con detenimiento.
Su mirada siempre andaba perdida en un punto cercano a mí, a veces sentía que me miraba, pero en realidad no lo estaba haciendo, y ahora que lo pensaba en ningún momento lo había hecho. Alcé mi mano derecha y acerqué la palma a unos pocos centímetros de su rostro, luego la moví de un lado a otro y él ni se inmutó.
—Por favor entre a su habitación, tome un baño, si desea, descanse unos minutos hasta la hora de la cena, señor. Yo estaré aquí afuera por si necesita algo.
Vaya sorpresa la que me llevé. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Esa forma calmada de andar, nunca mirar a los ojos mientras conversábamos, eran señas claras de que Eunwoo era invidente.
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¿Qué tal les va?
Ya les avisé que mis actualizaciones serán lentas, pero estoy haciendo lo mejor que puedo para ir avanzando la historia.
Espero que no se hayan aburrido y en cambio les haya gustado.
Nos leemos pronto, o eso espero...
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