Capítulo 04
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FULL MOON
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⊰─⊱JEON JUNGKOOK ⊰─⊱
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Viajamos desde el aeropuerto hasta la residencia del señor Kim en un lujoso Mercedes de un negro reluciente, a juzgar por la carrocería, podía jurar que era un modelo del año. El auto era en extremo confortable, aun así, el viaje fue bastante largo y cansado, esa debía ser la razón por la que creo que Kakita, quien iba en el asiento justo detrás del conductor, se durmió a mitad de camino. Fue bueno tener un respiro, ya que ella no paró de hablar ni un minuto durante el recorrido en auto, si continuaba despierta posiblemente me provocaría una tortícolis, porque desde el asiento del copiloto yo volteaba hacia el asiento de atrás aprovechando la atención que Nayeon requería para poder echar breves miradas al señor Kim. En cambio, después que ella cayó en los brazos de Morfeo, los tres hombres íbamos en un silencio que, al menos para mí, resultaba innegablemente incómodo y ya no me quedaban excusas para mirarlo sin temor a ser descubierto, así como me atrapó unas cuatro veces observándolo a través del retrovisor.
Era el último lunes de junio y ya me estaba pareciendo que echaríamos el santo día andando en auto. El sol se encontraba concluyendo su demostración final de energía, su espectáculo podía verse aun a través de los ahumados cristales del auto que causaba que aquellos colores que adornaban el cielo, perdieran vida, haciendo que se vieran opacos y casi uniformes. Ya el señor Kim parecía haberse acostumbrado a la luz, pero era solo porque obviamente se sentía más cómodo bajo el resguardo del interior del auto, y como el sol había bajado la guardia no alcanzaba a molestar tanto sus delicados y hermosos ojos claros.
El joven Kim de vez en cuando miraba hacia la dormida Kakita y casi podía jurar que veía un atisbo de sonrisa asomarse en sus labios cada vez que la observaba, o tal vez no, porque a lo mejor era probable que solo fueran imaginaciones mías. ¿O quizá era muy conveniente para mí pensar que su sonrisa inexistente surgiera justo cada vez que él se fijaba en mi hermana?
Sin poderlo evitar, al ver la forma en que él miraba a Nayeon, el recuerdo vivo de ese día en que lo vi por segunda vez se hizo presente. Nuestro tío nos había permitido quedarnos por una noche en su anterior casa, y en la mañana antes de que nos enviaran a vivir con mamá Choi, allí lo vi aletargado junto a la ventana, observando de lejos a Kakita mientras ella se columpiaba en el patio trasero como si fuera la cosa más interesante que hubiera visto en su vida.
Y al recordar esa segunda vez que lo vi, me di cuenta que él la veía a ella como yo lo veía a él. Justo como pasaba en la actualidad, en aquella ocasión mi presencia fue ignorada por completo, él estaba tan absorto en la vista que ofrecía su ventana que nunca se percató de que yo también estuve ahí. Esa misma mañana el tío nos envió a vivir con mamá Choi y siempre me sentí arrepentido por no hablarle para que volteara a verme, por mi timidez, no pude hacer nada.
Dolió tanto, sentir la amargura de no poder hablarle y preguntarle por el estado de la herida de su mano, como me dolía ahora, en ese momento en que tampoco podía preguntarle cómo había vivido todos estos años en Dinamarca, no poder decirle que yo lo reconocí, tarde, pero lo hice; y también decirle que por vez que pasaba el tiempo siempre le tenía presente en mis pensamientos. Como deseaba decirle que desde aquella noche en que lo conocí empecé a soñar con él y su figura difusa formaba parte de los recuerdos que alimentaban mi felicidad. Que ese recuerdo taciturno ha perdurado toda mi vida porque para mí definitivamente no es una simple memoria.
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FLASH BACK
[10 AÑOS ANTES]
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Aquella noche se convirtió en el día más glorioso de mi vida. Ese día en el que, bajo la amenaza del tío canas, el tío Heechul nos había dejado solos en una heladería del centro de la ciudad de Seoul hasta que nos vinieran a recoger, ya que era tan cobarde como para encarar al tío abuelo y entregarnos a mi hermana y a mí personalmente.
Sus amenazas de muerte hacia Kakita esa última noche que estuvimos en su casa todavía están frescas en mi mente a pesar de que ya han pasado unos diez años. Yo recibí el golpe que habría lanzado contra mí hermana porque me interpuse entre ellos, todo porque aprovechando la total embriaguez del cojo, me atreví a tomar su celular y marcar el contacto del tío canas. Por supuesto que yo no hablé, pues nunca he sido elocuente o buen orador, mi timidez nunca me lo permitió; pero Kakita, que al contrario de mí, siempre ha sido habladora, lo hizo por mí y antes de finalizar la conversación fuimos pillados por el tío Heechul, aunque ya era tarde para él. Para cuando se percató de lo que hacíamos con su celular ya Kakia le había hecho un breve resumen al tío abuelo Jeon de lo que él había estado haciendo con nosotros desde que habíamos caído en sus manos.
Nunca en mi vida había visto al tٌío Heechul tan furibundo, tenía claro que no nos podía tocar ni un pelo y su frustración la canalizó lanzando fuertes amenazas hacia mi pequeña hermana, salpicando de saliva apestosa de alcohol y drogas el pequeño rostro de Nayeon. ¿Por qué solo amenazaba con lastimarla a ella? Él me conocía, Kakita era mi debilidad, para lastimarme de verdad debía hacerlo a través del sufrimiento de mi hermana.
Cuando su celular sonó estando en su mano nunca lo había visto más asustado y repentinamente más sobrio a pesar de que era imposible qué tal borrachera se le hubiera pasado de un momento para el otro. Se quedó mirando la pantalla por un largo rato, tomó la llamada porque sabía que era peor negarse a responder. No había forma de que evitara al viejo, tampoco era una opción esconderse de él. Es lo que él mismo decía.
Creo que yo tenía unos doce años, pero me creía grande para actuar como lo haría un adulto, a tal punto que a esa edad hasta fumaba. Es el único hábito que imité del tío Heechul, tristemente ese era un hecho más que obvio, y yo lo sabía, pero, aun así, primero dejaría que me cortaran todos los miembros antes que admitirlo.
Esa noche en la heladería fue la primera vez que una persona ajena a kakita llamó totalmente mi atención y fue tanto así que, en cuanto mis ojos se posaron en su figura, llegué al punto de seguirle con la mirada, sin darme cuenta que no podía despegar mis ojos de esa persona.
Él iba por la calle en medio de un grupo de hombres, pero con su cabello dorado como el oro, resaltaba entre todos ellos.
No llevábamos mucho tiempo allí. Kakita estaba de pie, frente al muestrario de helados como lo haría una niña de su edad, yo en cambio, imitando el comportamiento de un adulto estaba sentado, mientras observa todo en derredor del lugar desde el interior del confortable salón a través del gran cristal panorámico que daba hacia la calle y justo por donde vi marcharse al tío Heechul, ellos aparecieron, un grupo de chicos de la ciudad y les vi a todos caminar incómodamente casi trastabillando por la forma torpe en la que avanzaban, tan apegados unos con otros. A pesar de que no podía escucharlos, casi de inmediato me di cuenta de que lo que veía no era algo normal.
Continué observando con interés desde mi lugar el lento y atropellado pasar de esos hombres. Al principio pensé que se trataba de un grupo de borrachos, pero luego me dio la impresión de que aquel chico con cabellos pintados de rubio se encontraba en una situación que cualquiera querría evitar. Cada segundo que pasé absorto observándoles, se hacía más obvio que los demás hombres lo estaban molestando. Él parecía sereno, taciturno, sin embargo, todos reían y rebosaban en diversión, todos excepto él, ese fue el indicio casi definitivo de que algo no andaba bien.
Los otros lo estaban llevando en contra de su voluntad a quién sabe dónde, ya se habían perdido de mi marco de visión. Sin meditar nada le pedí a Kakita que no se moviera del lugar mientras ella miraba embelesada la vitrina que mostraba la amalgama de sabores de los helados y salí de la heladería para seguir al grupo de sujetos extraños.
Mi corazón latía fuerte porque después de seguirlos por unos segundos, no muy lejos de la heladería, entraron a un estrecho callejón. Desde la distancia que guardaba pude confirmar que se trataba de lo que estaba sospechando, los tipos iban empujando a su víctima cuando llegaron a un lugar de escasa luz. Al ser de noche, ya no los podía ver bien a distancia, entonces pensé en que algo debía hacer ya que yo era la única persona allí. Y algo se me ocurrió, lo intenté sin saber si funcionaría.
—Sí, ¿policía? Un grupo de maleantes está atacando a un ciudadano en la calle.... —miré hacia el pequeño poste que elevaba el letrero que ponía el nombre de la calle— Naruteo-ro 10-gil muy cerca de la heladería Baskin Robbins.
Actúe como si estuviera hablando con la policía. No traía un teléfono así que me paré de perfil a mitad de la entrada del callejón, justamente debajo de la única lámpara que alumbraba por allí, para ser más visible a todos. Me llevé la mano hasta la oreja del perfil contrario al que ellos podían ver para evitar que notaran que realmente no llevaba un dispositivo.
Algunos de los hombres salieron corriendo, creyéndose el cuento de la llamada y al pasar por mi lado metí mi mano en el bolsillo para aparentar que guardaba el inexistente teléfono. Sin embargo, los dos que se quedaron actuaron rápido haciendo pagar al rubio las consecuencias de mis acciones. Le pusieron una zancada para tirarlo al suelo haciendo que cayera de bruces y se golpeara con fuerza contra el pavimento. Luego empezaron a patearlo con brutalidad. Me pregunté qué había hecho ese hombre para provocar tanta furia y tanto odio. Si le pegaban un tanto más lo terminarían por matar frente a mis ojos.
—¡Ya basta! —un grito desesperado salió de mi garganta cuando uno de ellos pisaba cruelmente su mano hasta que aquel líquido rojo salía de ella, evidenciando el dolor que le infringían quién sabía con qué propósito.
Uno de los tipos lo agarró por el cabello para hacer que su mandíbula apuntara hacia arriba y le pudiera ver a los ojos, mientras que el otro se preparaba tomando impulso para patearle el expuesto rostro.
Antes de que el golpe se concretara pasó algo inesperado. Una nube se fue formando a una altura de pocos metros por encima de ellos y de repente empezaron a caer cosas, como si alguien estuviera arrojando objetos para interrumpir la pelea.
Una de las piezas metálicas rodó hasta mis pies, era una chapa dorada con forma ovalada.
Los tipos se fijaron en la nube con cara de espanto y luego salieron corriendo dejando solo al hombre rubio, aún tirado sobre el pavimento.
Yo no me moví de mi sitio. El joven se puso de pie y se acercó a mí quedándose en medio del callejón a una distancia considerable, donde la luz de la farola que alumbraba encima de mí le alcanzaba, resaltando sus atributos. Lucía como un hombre joven, no mayor de veintidós años, era muy alto y esbelto, parecía sacado de un sueño.
—¿En verdad llamaste a la policía? —su voz salió grave y profunda, con un tono cauteloso. Nunca imaginé que una persona con aquella apariencia tan angelical pudiera tener una voz que le contrastara tanto. Aun así la percibí como si fuera música para mis oídos.
Yo negué volteando el interior de mis bolsillos vacíos, no hizo falta mencionarle que llevaba ningún dispositivo con el que hacer la llamada y él sonrió al ver que el celular era imaginario, su mirada de admiración provocó que se me hinchara el corazón de orgullo.
—Lo hiciste bien —felicitó acercándose un poco más.
Escuché esas palabras que iban dirigidas solo a mí, esa frase nunca dicha por nadie antes de él, acompañadas de esa mirada tan sincera viniendo de esos ojos claros tan hermosos como su dueño y mi mundo se iluminó, cambió en forma y espacio como si fuera efecto de magia. Esas palabras que siempre mi corazón anheló escuchar, vinieron propiamente de un extraño, sí, pero por alguna razón ilógica y algo loca yo no lo sentí así.
Su mirada denotaba que se sentía en verdad orgulloso, orgulloso de mí. Y eso fue suficiente para traer felicidad a mi ser y hacer sentir de forma efímera que mi alma estaba completa.
Nunca antes había recibido un halago de tal magnitud. Y yo mismo no sabía cuánto había anhelado y esperado escuchar que lo estaba haciendo bien, hasta ese día. Mi alma lloró de felicidad y jamas me sentí más confiado y orgulloso de mí mismo. Esas palabras me condujeron a crear mis propios principios para hacerle Honor en todo su sentido.
Me convertiría en alguien a quien Nayeon le estuviera agradecida, cuya presencia la hiciera sentir protegida y a quien enorgullecería al tío Jeon. Me convertiría en el héroe de mi hermana y en el orgullo del tío abuelo, mi familia.
—Gracias, señor —articulé con timidez y torpeza.
Él ladeó la cabeza y me brindó una breve sonrisa de labios sellados.
—¿Tan viejo me veo?
Comprendí de inmediato que lo había ofendido.
—¡No, no es lo que quise decir! —me apresuré a aclarar, asombro y preocupado por mi mala elección de palabras.
Respiré con alivio cuando su hermoso rostro calmado se iluminó con una incomparable sonrisa rectangular tan única que lograría quitarle el aliento al más hétero, aquella que nunca olvidé y que jamás tendría comparación alguna.
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[FIN DEL FLASHBACK]
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Llegamos a un punto donde a lo lejos se podía apreciar un portón enorme. De pronto me percaté de que no sabía en qué parte de Corea estaba situada la residencia del señor Kim, solo sabía que hace años pensaban mudarse a un lugar más seguro. De eso me había enterado por mamá Choi, ya que su prima trabajaba para nuestro tío Canas en su casa. Debo admitir que debí haber puesto más atención al camino en vez de estar únicamente al pendiente de Taehyung. El sol había empezado a ceder con una rapidez increíble y en los últimos minutos solo había podido recordar que se visualizaban zonas boscosas por donde transitábamos.
Llegamos frente al portón que tenía una fachada muy comparable con la entrada de un palacio tradicional coreano, pero con dos estatuas de criaturas desconocidas a cada lado simulando la custodia del acceso, me pregunté por qué habrían usado esos en vez de los leones que tradicionalmente se utilizan en Corea.
—Tío, ¿qué son? —inquirí sin poder evitar la curiosidad, señalando a una de las esculturas de piedra mientras esperábamos que se abrieran las enormes puertas.
No sé a quién se le ocurrió la idea de combinar una gran entrada tradicional con una puerta eléctrica moderna, de esas que se van abriendo tan despacio que hasta la persona más calmada del mundo se desesperaría mientras espera.
—Son *Komainus —respondió el tío canas—. Si hubieras estudiado como tu hermana, no tendrías la necesidad de preguntar.
Tragué en seco al escuchar tal reproche. Sentí que al instante se me subieron los colores. Me arrepentí de haber hecho aquella pregunta en aquel momento.
Si Kakita hubiera estado despierta se hubiese reído y burlado mucho de mí a causa del comentario de nuestro tío abuelo, sin duda. Pero para mi suerte aún estaba dormida. Si bien era cierto que nunca me gustó estudiar, no es menos verdad el hecho de que yo decidiera no estudiar solo porque así lo quise, fue necesario para poder dedicarme a trabajar y así ambos pudiéramos vivir sin depender de nadie más, y si eso no justificaba mi decisión, entonces, qué más daba.
Aunque no me sentía arrepentido de procrastinar en mis estudios, he de reconocer que ese momento con el tío Jeon fue bastante bochornoso y lo fue más aún cuando miré hacia el otro lado del asiento de atrás, pues empeoró, sobre todo, el hecho de descubrir al joven Kim reprimiendo la risa. No puedo negar que me sentí mal por eso, sin embargo, me reconforté a mí mismo pensando en que podía justificarlo al comprender que él no sabía nada de mí. Estaba seguro de que si supiera la causa por la que no estudié no le encontraría ningún tipo de gracia a ese despectivo comentario del tío Canas.
No obstante, mi importancia hacia aquel bochornoso momento no perduró por mucho tiempo. El auto atravesó la entrada y, cuando desvié mi avergonzada mirada rehuyendo la sutilmente burlona y divertida de Taehyung, me encontré con algo que me ayudó a pasar el mal momento. No pude evitar que una sonrisa marcara mis expresiones; en verdad me encontraba maravillado, literalmente sentí como si me hubiera transportado a otro mundo. Podía decir que la vista de la casa era tan bella como su dueño. Qué digo casa, la vista que aparecía ante mí parecía un hotel de dos, ¿o son tres niveles?, era exageradamente enorme, y estaba rodeada de un hermoso jardín que a su vez estaba bordeado de naturaleza y en la lejanía se podía apreciar diferentes edificaciones como si se tratara de un complejo vacacional o un gran club.
«¡Esto es el paraíso y lo estoy conociendo sin haber muerto!, o eso creo».
Escuché una risa amortiguada que provenía del joven Kim. El tío canas lo miró extrañado. Pero la risita cesó tan pronto como miramos hacia él.
—¡Bienvenidos a Full Moon! —anunció el viejo sin un atisbo de energía cuando el auto aparcó frente al gran porche de la mansión. Si le pagaran al tío abuelo por su carisma y encanto como anfitrión, su salario fuera tan bajo como el de las personas que riegan el periódico. Y por experiencia puedo decir que pagan muy poco.
Yo desvié la vista hacia la casa, en realidad parecía la imagen viva de un cuadro de una ciudad antigua, tenía ese aire medieval, de arquitectura anglosajona o como sea que se diga, no tenía nada que envidiar a las construcciones que hacen honor a nuestra cultura, quizá por eso se sentía como estar fuera de Corea del Sur.
«Full Moon, es un buen nombre para tan hermosa casa».
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*Komainu ( 狛 犬 ) son los famosos perros León y se encuentran comúnmente en la entrada de los templos sintoístas.
Son bestias Feroces nobles actúan como perros guardianes que impiden que los espíritus malignos entren en los templos o casas.
Están representados en estatuas de piedra con madera y siempre forman una pareja siendo un macho y una hembra y el macho siempre está con la boca abierta mostrando sus dientes afilados tiene la función de proteger el exterior de la construcción, la hembra siempre está con la boca cerrada y tiene el deber de proteger el interior de los lugares donde se construyó.
La leyenda dice que si KOMAINU detectaba la presencia de un fantasma o de un malvado Yukai se liberaba de su forma de estatua y defendía ferozmente su territorio.
Fueron muy importantes en el antiguo Japón y su presencia y simbolismo es todavía muy fuerte en algunas regiones del Japón moderno gracias a la popularización del manga y el anime los yuca y se han hecho conocidos por el público occidental y así pasaron de ser antiguos a figuras conocidas de la cultura popular.
El primer tipo, nacido durante el período Edo, se llama sandō komainu ( 参 道 狛 犬 , camino de visita Komainu ) , el segundo y mucho más antiguo tipo jinnai komainu ( 陣 内 狛 犬 , santuario dentro de komainu ). A veces también se pueden encontrar en templos budistas, residencias de nobles o incluso en casas particulares.
Los leones de fu han tenido diferentes variantes dentro de la cultura asiática, y los Komainu son la versión japonesa de los leones de fu.
El nombre komainu en sí mismo significa "perro coreano", y es que al igual que en China estos leones llegaron a Japón a través de la cultura budista.
[Re-edited by Fiore, Créditos de la imagen a quien corresponda].
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