Capítulo 01
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UNA TARDE LLUVIOSA
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⊰─⊱JEON JUNGKOOK ⊰─⊱
[Doce años antes]
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Después de perder a nuestros padres en aquel accidente aparatoso, el tío Heechul se convirtió en nuestro tutor, ese que era un fumador olímpico y que desde que tengo uso de razón le veía andar cojeando debido a las secuelas de una enfermedad llamada Polio que sufrió durante su infancia, quedando sus extremidades un tanto disparejas. "Me encargaré de todo" recuerdo que le dijo a la señorita que vino a inspeccionar su casa de parte del centro nacional de protección infantil, la cual le hizo firmar unos papeles durante su corta visita.
Hacía aproximadamente una hora que el sol se había ocultado, la joven noche permanecía fría y tan triste como Kakita y yo. Una ligera llovizna, me daba un golpe de nostalgia con cada gota que caía, me hacía ahuecar el estómago por el sentimiento de recordar a nuestros padres, de cuanta falta nos hacía su protección, de cuanto daría por regresar el tiempo para nunca haber descubierto qué se siente extrañar tanto a tus seres amados y la amargura de aceptar que se han ido para nunca más volver.
Nosotros vimos a la delgada mujer abrir su enorme paraguas negro antes de salir de la casa, iba directo hacia la puerta que daba con la calle, caminaba con mucho pesar mientras nos daba la espalda después de despedirse, yo salí hasta el porche con el deseo de detenerla a medio reprimir. "No te atrevas a dar un paso más" fueron las palabras que masculló mi tío en un ronco susurro con su gélida voz. Sentí los pasos de Kakita precipitados, ella corrió hacia mí, se paró lado a lado conmigo para observar juntos desaparecer la figura de la mujer que podía ser nuestra salvación.
La señorita se detuvo, no parecía del todo convencida y antes de echar el primer paso hacia la calle, se giró en sus talones y volvió a atravesar el pequeño patio del frente hasta quedar acuclillada frente a nosotros, yo tomaba la mano de mi hermanita que había empezado a llorar silenciosamente, otra vez, y la señorita bonita tomó mi otra mano para dejar en ella una tarjeta de presentación. Fue acercándose a un costado de mi rostro.
—Ese es mi número, llámame si crees que necesitan ayuda —dijo en un susurro tan ligero, que estuve seguro de que nuestro tío Heechul no pudo haberle escuchado.
Una vez que la mujer se perdió tras el portón, él me arrebató la tarjeta de presentación, sacó su encendedor y la quemó ante nuestra vista.
Cuando solo quedaron pequeñas láminas volátiles que el viento alejó del resto convertido en cenizas, una risa macabra salió de su garganta provocando que se me erizara la piel. Y al parecer provocó miedo en Kakita, ya que sus delgados bracitos rodearon mi cintura y su rostro se pegaba a un costado de mi cuerpo.
—Su padre siempre se jactaba de lo inteligentes que nacieron sus hijos. Tomaré la palabra de mi difunto hermano, dando por hecho que han aprendido la lección.
La rabia que sentí por dentro estaba a punto de ganar la lucha contra la poca sensatez que me restaba, casi haciendo quebrar mi instinto protector. Reclamarle al tío Heechul el hecho de observarle mientras le mentía en casi todo a aquella mujer, era la peor lección que había recibido en toda mi vida. No era cierto que había cobrado los fondos del seguro de vida de nuestros padres para ahorrarlo y usarlos en nuestros futuros estudios universitarios. ¿Cómo iríamos a la universidad cuando ni siquiera nos permitía asistir a la escuela? ¿Cómo iríamos a la escuela si nos mantenía trabajando en su negocio de lavado de autos?
—Espero que quien fuera el vecino que lo reportó lo haga de nuevo —mascullé con furia contenida. No lo medité bien, mis pensamientos estaban segados por la rabia y la impotencia.
Aquella risa sarcástica y macabra volvió a salir de su garganta. Metió la mano en el bolsillo delantero de su camisa para sacar una cajita de cigarrillos, tomó uno para volver a embolsillarse la caja. Sus dedos soltaron el cigarrillo que se había colocado entre sus labios y lo encendió con el mismo utensilio que aún conservaba en su otra mano después de haber quemado la tarjeta de presentación.
—Eso no va a pasar —esas palabras salieron junto a una voluta de humo—, nos mudaremos muy lejos de aquí.
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