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IV. Desahogo


James observaba la gran ciudad y el aura mágica que le daban todas esas extravagantes luces, era realmente hermoso. La luz resaltando cada mínimo detalle de la ciudad que parecía nunca descansar, siempre expectante a los nuevos sucesos. Acompañando a todos aquellos que desean poder liberarse de su propia oscuridad que los ata y los hunde en lo más profundo de su ser. Y se maldijo. Suspiro frustrado, pasando ambas manos por su cabello y estirando suave, como si ese fuese alguna clase de santo remedio.

Tomó su celular y escribió "Azotea del hotel Bossert. 10 minutos."  Dudó si enviarlo o no, ¿qué se supone que diría o que haría?

-A la mierda.- gruño y apretó el botón.

***

Cuando Peter llegó al lugar vio al soldado sentado en la cornisa del edificio. Se acercó e hizo el amague de decir algo, sin embargo, fue cortado sin siquiera empezar.

-Es un buen lugar para criar niños.- el tono ausente y la mirada dispersa hicieron que algo dentro de él se hiciera añicos.

-James yo...- intento hablar nuevamente. El castaño negó.

-Solo... solo siéntate y dame unos minutos, por favor.- suplicó aún sin poder verlo a la cara.

Así pasaron veinte minutos. En completo silencio, admirando la complicidad que les ofrecía la noche. Sus manos se rozaban y anhelaban tocarse, más ninguno se atrevía a romper el hechizo.

-Yo iba a dejarla.- soltó Peter, tan suave, tan lento, con tanto pesar que el de ojos grises no pudo no observarlo de soslayo.- Ya no quería seguir mintiéndole.

Barnes soltó una carcajada cínica al escuchar lo último.

-Pobre Peter, tanta culpa tenías que por eso continuaste acostándote con ella, ¿no?- cuestionó con sonra, levantándose y alejándose de la orilla.

- Oh no, no vas a hacer eso.- respondió el susodicho imitando su gesto.

-¿Hacer qué exactamente?- James colocó uno de sus brazos en su cadera y lo miró expectante.

-No vas a volverme el villano aquí.- Peter se paró frente a él y lo observó enojado.- Ambos hicimos las cosas mal.

El ambiente se había vuelto sumamente tenso en cuestión de segundos. La ira, la angustia y el orgullo de los cuerpos masculinos escapaba de cada uno de sus poros. Ninguno se animaba a decir una palabras más, mucho menos a bajar la mirada.

El plan de James no era pelear, él solo quería estar un poco más con el chico que le había robado el corazón cuando lo conoció. Quería disfrutar lo último que le quedaba de él. Analizó la mirada de su contrincante y entonces lo vio... vio el mismo dolor que había sobre su propia espalda, el mismo que no lo dejaba descansar y lo atormentaba segundo a segundo. E impulsivamente lo besó.

Peter correspondió al gesto sin dudar. Sus brazos cobraron vida colgándose del cuello del mayor, enterrando las manos en el cabello y tirando de él. James, quien devoraba sus labios y los mordisqueaba, soltó un jadeo ronco. Lejos de separarse, el soldado tomó la cintura del menor y dirigió su boca al cuello blancuzco.

-Mmm James..- gimoteo aferrándose al musculoso cuerpo.

Peter colocó una de sus piernas entre las de Barnes y comenzó el rítmico movimiento que no tardó en volver loco al soldado. Sus erecciones se friccionaban sobre la ropa buscando obtener más de aquel placer prohibido.

-Mierda, Peter.- masculló el francotirador.- Te amo.

Al fin lo había dicho. James le había dicho que lo amaba directamente. Siempre solía escucharlo decírselo a su yo dormido, cada que su cuerpo quedaba agotado y necesitaba recuperar energía, el sargento le proporcionaba efímeras caricias y le susurraba en ruso "te amo" creyendo que él no lo escuchaba. Pero ahora, se lo había dicho directamente. ¿Por qué?

Sin saber que decir, Peter dejó un rastro de besos desde el lóbulo de su oreja hasta su clavícula. Se arrodilló, lo recorrió con la mirada brevemente y abrió el pantalón sin decir nada. James estaba perdido en el joven, sus lentos movimientos y la miraba devoradora. Acarició los cabellos sedosos.

Peter lo miró a los ojos mientras devoraba su erección de un solo bocado. James cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás.
El menor subía y bajaba intercambiando la velocidad. Succionaba el glande con esmero y su lengua jugaba con el frenillo, sus manos acariciando el abdomen definido no ayudaban a calmar al mayor. Momentáneamente liberaba el rojizo pene y lo masturbaba lento, haciendo gruñir a su dueño, dejaba algunos besos esparcidos por la pelvis y el tronco. Entonces nuevamente succionaba el glande, rozandolo con sus mejillas y su lengua volvía a acariciar la sensible membrana.

James sentía como su consciencia caía por el borde al oscuro abismo del placer. Cegado por el placer clavo sus dedos bruscamente en el cabello, invitándolo a tomarlo lo más profundo que fuera posible. Peter lo hizo gustoso y ahí fue que ya no tuvo el control.

El semen lleno la boca del más joven y este lo tragó satisfecho. Sonrió triunfante, se levantó y besó los labios hinchados del jadeante sargento

-¿Quieres saber por qué seguí acostándome con ella?- murmuró mirándolo a los ojos. El otro cerró los ojos, esperando que entendiera la negativa.

Peter entendió, iba a decírselo de todas formas.

-Por que cuando te fuiste ella era lo único cercano a ti que tenía.- el castaño le devolvió la mirada.- Cada vez que me la follaba imaginaba que eras tú, que era tu mirada que me observaba y que tu boca era la que gritaba por mí mientras el placer hacía clavar sus uñas en mi espalda.- la voz de Peter era ronca, oscura. James jamás lo había escuchado hablar así.- Por que cada vez que me corría en ella recordaba tu calor rodeandome y suplicando por más.

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