El rostro de Peter palideció, la incredulidad en su voz fue opacada por la diversión en el tono de James. El sargento inmediatamente se dirigió a abrazar a su hermana, la felicidad que le transmitía su rostro le imposibilitaba reaccionar de otra manera. Su hermanita tendría un bebé.

-No mató a Peter solo por que lo quieres.- le susurró simulando la molestia con su típico tono malhumorado, ocultando su mirada acuosa de ella. Nunca fue capaz de mentirle. La castaña rió. Cuando la soltó acarició sus mejillas y besó su frente.

-Ire a mi habitación.- aviso dándose la vuelta, le dedico una mirada a Peter que no supo descifrar.- No hagan demasiado ruido en su celebración, aún eres mi hermanita.

-Yo soy la mayor aquí, mocoso.- respondió avergonzada la mujer. Luego de verlo desaparecer, se giró al hombre con el que prometió compartir su vida.- ¿Algo para decir, Señor Parker?

-Pa-padres... ¿seremos padres?- si bien el color había regresado a su rostro el titubeo parecía no querés abandonarlo.

-Si.- contestó burlándose.- Mira, cuando un hombre y una mujer se quieren much...

Peter se arrojó hacia ella, la alzó en un fuerte abrazo y comenzó a girar. La risa de ambos lleno el lugar. Él beso incontables veces el rostro acalorado y suspiro feliz.
Cualquier sentimiento que había tenido antes se desvaneció como el aire siendo reemplazado por la alegría.

Peter había deseado una familia desde siempre, no importa mucho con quién o cuándo, su más grande sueño era poder disfrutar lo que no pudo en su infancia, aunque claro... ahora lo haría desde el otro lado de la vereda.

Más tarde volvería a pensar en que hacer, ahora solo quería distraerse y festejar la noticia.

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Las horas habían pasado y el silencio reinaba. La madrugada nuevamente le hizo ver el remolino que había en su interior. Con lentitud se levantó de la cama, busco su traje y salió a hacer un patrullaje. Necesitaba aire fresco.

Su traicionera cabeza no lo dejó en paz por mucho tiempo, varios recuerdos bombardearon su mente y la noticia de su futuro hijo se entremezclaban. "Menuda suerte, Peter." Se dijo a sí mismo.

Al estar en la cima del puente de Brooklyn pudo evitar quitarse la máscara y respirar. Observó el mar que había debajo de él, las grandes ciudades totalmente iluminadas y el sonido urbano que parecía nunca tener fin. Peter inevitablemente se sintió pequeño ante todo eso, pero también le hacía pensar que no estaba solo. Dentro de ese conjunto de cosas debía haber personas sintiéndose tan perdidas como él, no era un lindo sentimiento, pero le reconfortaba.

Miraba las luces en el agua e intentaba traer el recuerdo exacto en el que toda su estabilidad emocional comenzó a venirse abajo, y mientras más escarbaba, menos idea tenía.

Un leve vacío se precipitó en el centro de su pecho, sus ojos ardían y su respiración se aceleró. No quería lo que estaba sucediendo. Dolía.

Al reconocer los síntomas se apresuró a ir a algún edifico de Brooklyn, tener un ataque de ansiedad encima de un puente no era algo que quería sumarle a la lista de cosas que venía sucediéndole.