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CAPÍTULO 7

Aunque no hayamos echo nada de ejercicio decido entrar a los vestuarios para ver cómo son, ha, y también a atar mis cordones.
Ya dentro, había espejos delante de los lavabos y baños en la pared contraria de la habitación. En mitad había unos asientos compuestos de tablas de madera y unas barras negras encima para colgar la ropa.
Pero, al parecer no era la primera en llegar, Elizabeth y su amiga de pelo oscuro ya estaban ahí, supongo que arreglando su maquillaje frente al espejo.

—Hola.— saludé y me senté mientras un grupo de tres chicas más entraban.
—Hola.— la pelicastaña se giró del lavabo para mirarme con el rímel en mano, Elizabeth me miro sin decir nada, espero que no haya sido raro saludarles sin conocerlas bien. Me senté a atarme los cordones.
—Carla, hazme el favor.
—¿Para que te lo pones si de una manera u otra te lo terminas quitando? —pregunto acercándose a su espalda.
—Me lo he puesto sin pensar. —le respondió mientras termino de desabrochar su sujetador negro y dárselo a la tal Carla.
Ya me iba a ir cuando escuché su voz llamándome.

—Liseth, ¿no?, el bolígrafo. —me extendió la mano con el bolígrafo.
—Pero aún quedan unas clases. ¿No es mejor que te lo quedes?
—No te preocupes por eso, total si no estamos haciendo nada me voy ya. —Carla nos miraba confundida.
—Te lo puedes quedar, ya sabes por si se te vuelven a olvidar las cosas. —en esa última frase me salió una sonrisa nerviosa, esto de intentar ser amigable no se me da bien el lo absoluto.
—Ah, pues gracias supongo. —sus finas manos metieron el bolí de nuevo al bolsillo de su jogging y se giró hacia su amiga, con las zapatillas ya atadas salí a seguir con mi mañana.
"¿Quién es?", fue lo último que escuche al salir.

Mi mañana siguió son problemas , intenté no sacar el teléfono móvil para no volver a tener que requerir ayuda para buscarlo, odio ser tan olvidadiza y bueno también torpe.
Cuando terminaron las clases fui a la parada de bus mientras le enviaba a mi madre un mensaje: "todo bien, mamá, ya estoy llegando a casa".
Mientras abría la puerta de casa tuve respuesta: "me alegro cariño, no voy a llegar para comer pero te lo he dejado todo listo".
En cuanto entre a mi iluminada habitación me tiré a la cama, no sin antes quitarme los zapatos y darle unos cariñitos a Missy.
La pasta con salchichas precocinadas estaban buenísimas , al terminar dejé un plato preparado para cuando mamá llegará .

Volví a entrar a mi habitación a pasar unos apuntes a limpio, dejar todo listo para ir al gimnasio después y por fin dormirme una siesta bien merecida.
—Liseth. —su mano toco mi hombro— ¿Cuánto has dormido?
—Mamá, ¿pero qué hora es? —me quite unos pelos rubios de la cara y me senté en la cama.
—Casi las 18:30. —se levanta de mi cama y se arregla la falda.— ¿Querías ir al gimnasio a nadar no?
—Si, no sé a qué hora cierran así que me voy a dar prisa.
—Bueno Liseth, te dejo para que te arregles. —y por fin cerro la puerta antes de irse, me salió un pequeño bostezo, había dormido demasiado.

Me quite la ropa y me puse el bañador azul marino que previamente había dejado preparado. Mirándome al espejo y poniéndome ropa cómoda rezé para que no hubiera mujeres "criticonas" ni muchos hombres en la piscina, ya que me daba bastante vergüenza no tener un cuerpo de infarto.

Fui andando ya que solo eran 3 o 4 calles más adelante.
En la puerta vi una cara conocida, ¿Carla?, pero tampoco estaba segura así que entré sin hacer contacto visual.
La piscina era más o menos de grande como las de competiciones, solo habían dos señoras sentadas en las gradas.
Me quite la ropa lo más rápido posible y me sumergí de cabeza al agua. Me sentí realmente bien y libre, el agua fresca recubría todo mi cuerpo y cabeza, nadie me miraba indiscretamente, nadie murmuraba y lo mejor nadie me conocía en esta ciudad. Esta sensación es la mejor que eh podido sentir en mi vida, mejor que el placer, mejor que el amor y mejor que la satisfacción.

Estuve alrededor de una hora y media recorriendo bajo el agua de punta a punta la piscina.
Cuando salí ya estaba anocheciendo, en cielo se veía precioso mientras caminaba hasta llegar a casa. Antes de pasar por la puerta obligue a unas cuantas gotas salir de mi pelo para que no se mojara el suelo.
Me acosté a dormir pensando en todas las buenas cosas que me traería esta ciudad, cerré los ojos y espere hasta mañana.

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