Capítulo 29
Fuertes sentimientos
Beth
Después de decidir dejar el cine para más tarde, Aldemar y yo buscamos una mesa apartada y frente a ella nos sentamos.
Pese a ser reacio a hablar sobre sí mismo, Aldemar de manera selectiva y algo superficial mencionó aspectos de su vida. Habló sobre sus tíos y de manera rápida mencionó a sus padres ya fallecidos.
De su madre dijo que se llamaba Alejandra y que murió siendo el un bebé. Aldemar no abundo y yo asumí que aquel tema en particular lo entristecía. Sobre su padre, no dio detalles y eso me hizo preguntarme si fue un padre ausente, si lo abandono.
La figura materna en su vida era su querida tía Mercedes. También me habló de su tío Hernán, su primo Miguel y por supuesto Carlos, la oveja negra de la familia.
Volvió a puntualizar que no era sociable y comentó sobre Jonathan, su único amigo que ahora vivía lejos y con quien lo vi en el cine hace algún tiempo. Y sin yo mencionar nada, dejó caer que como yo era un novato en relaciones de pareja, porque nunca había tenido novia.
Ese dato provocó que mis mejillas se tornaran rojas y calientes al tacto.
Gracias a Dios después mencionó que, su pasatiempo favorito era dibujar y cuando añadió que tenía talento lo hizo con orgullo.
Con las manos sobre mis mejillas para ocultar algo mi sonrojo, le pedí que la próxima vez trajera su libreta y lápiz para que me dibujara. Luego terminó contándome anécdotas sobre su infancia, y me hizo reír muchísimo.
De pasada mencionó sus estudios y, comentó que en mayo terminaba su escuela superior. Dijo no saber aún si estudiaría una carrera corta en un instituto o, si entraría a la universidad para estudiar arquitectura.
—Tengo promedio para entrar a cualquier universidad —confesó e hizo una mueca —. Solicité admisión en la UPI y en la Inter de Cupey, hace dos días llegaron las cartas de aceptación de ambas, el mismo día —añadió y no pudo ocultar su emoción.
Yo sonreí abiertamente.
—Si te gusta la arquitectura y te aceptaron en esas dos universidades ¿qué te detiene? —pregunté.
Por unos segundos permaneció callado, pensativo.
—A veces pienso que me conviene una carrera corta —dijo.
—Creo que si tienes el deseo y el potencial para entrar en la universidad lo debes intentar, si no lo haces es posible que después te arrepientas —dije—. Yo quiero ser médico, todavía no me decido en que me concentraré, pero estoy segura de que estudiaré medicina —añadí.
Aldemar sonrió a medias.
—Creo que seguiré tu consejo — dijo—. ¿Algo más que quieras saber de mí? —preguntó mirándome con intensidad a los ojos. Por un momento me confundí y no supe que decir.
—Yo si tengo que pedirte algo, y es que tengas paciencia conmigo y perdones mi torpeza.
—No eres torpe.
—Si lo soy —insistió— .Tu eres muy importante para mí y no deseo lastimarte.
—Solo si te alejas de mí lo harías —aseguré con prisa antes de arrepentirme de decir semejante confesión.
Aldemar inclino un poco su cuerpo en mi dirección y atrapó mis manos con las suyas.
—Créeme mi querida Beth, hay otras maneras —murmuró.
Yo estaba a punto de preguntarle a que se refería cuando hizo algo que me robo el aliento y provoco que mi cabeza diera vueltas.
Lo vi acercar su rostro al mío, entonces cerré los ojos algo azorada y a la expectativa. Sentí su tibio aliento sobre la piel cuando depositó un pequeño beso en mi barbilla, luego besó mis mejillas y mi nariz, besó ambos párpados cerrados y terminó depositando un suave beso en mi frente. Permanecí con los ojos cerrados sintiendo sus cálidas manos a ambos lados de mi rostro y sus labios en mi piel, esperando el ansiado beso en los labios, pero no llegó.
—Beth —Al oír mi nombre abrí los ojos lentamente y salí de aquel dulce trance donde flotaba gracias a sus intimas caricias.
Aldemar bajó sus manos hasta mis hombros y busco mi mirada con la suya.
—¿Vamos al cine? —pregunté cuando no se me ocurrió nada más y me faltaba el aliento.
—Con una condición —dijo y me regalo su linda sonrisa torcida.
—¡Ah no! —exclamé removiéndome en la silla.
—Yo pago.
—Está bien, tú pagas las entradas y yo todo lo demás —acepté.
—Perfecto.
*********************
Esa tarde antes de que entráramos Aldemar y yo al cine, mi madre me llamó para decirme que olvido que tenía un compromiso con papá esa noche y que se encontraba en camino a recogerme al centro comercial. Me pidió que la esperara en el mismo lugar donde me dejó horas atrás y recalcó que no podía perder tiempo. Mi padre la esperaba en casa para salir al concierto.
Así las cosas, la película tuvo que cancelarse.
—¿Te divertiste hija? —preguntó papá cuando me vio llegar junto a mamá.
—Sí, mucho —contesté, aunque no era necesario, mi rostro lo decía todo.
—¿Y solo compraste eso? —comentó papá e hizo una mueca señalando lo que llevaba en una de mis manos.
Levanté los dos paquetes que llevaba en la mano y mentalmente me felicité por recordar a último momento comprar los libros que mencioné como excusa para salir.
—En fin, nunca entenderé porqué las mujeres se tardan tanto para comprar tres boberías —añadió él de camino a la puerta con mi madre pisándole los talones.
—¡Que se diviertan! —grité y subí corriendo las escaleras. En lo alto me esperaba Micaela.
—Vienes muy contenta —comentó ella con un perspicaz tono de voz—. Viste a ese amigo especial, a Aldemar, así se llama —añadió.
—¿Cómo estás Micaela adorada? —pregunté abrazándola e ignorando rotundamente sus palabras.
Me separé de ella y sonreí. Tuve la impresión de que mientras nos abrazamos, Micaela olía mi ropa con disimulo y pensé que probablemente notaria el característico olor a cítricos de Aldemar sobre mí.
Después de indagar si había comido y mencionar que hizo pastel de queso con fresas, Micaela me dejó ir no sin antes sugerir que tratara de no acostarme tarde.
—Que descanses niña. —Después que cerré la puerta me sentí culpable, la abrí de nuevo y asomé la cabeza.
—Te amo Micaela —grite, ella se volteó sonriente.
—Lo sé niña y yo a ti.
Algo en su mirada y tono de voz, me hizo preguntarme si Micaela intuía mis sentimientos, si mi vieja niñera adivinaba que estaba enamorada.
Mientras me desvestía, añoré tener a alguien cercano con quien compartir todo lo nuevo que sentía por Aldemar.
A Yesenia no me provocaba decirle nada, a leguas se notaba que no le simpatizaba Aldemar. Entonces, decidí escribirle un correo electrónico a mi tía Antonella buscando compartir con alguien mis sentimientos. No sabía cuando la hermana menor de mi padre se dignaría en contestarme, pero igual cumplía su propósito, desahogarme con alguien.
Después que envíe el mensaje me metí a bañar, esperaba que Aldemar me llamara por celular en cualquier momento. Ya eran pasadas las ocho de la noche.
Apagué la luz principal y dejé la lámpara de mesa encendida. Si Micaela subía, no vería luz por debajo de la puerta. Me acostaría en la cama con el oso de peluche y el celular cerca de mi oreja para oírlo, porqué temía quedarme dormida.
********************
Estar una semana sin ver a Aldemar fue una tortura, aunque hablábamos todas las noches y en las mañanas antes de irme al colegio.
Cuando Aldemar sugirió un paseo al viejo San Juan el fin de semana, yo esperaba ese día con gran ilusión. Ese fin de semana mis padres no estarían en casa y anticipaba poder salir con Aldemar sin preocupaciones, pero la realidad era que Micaela no iba a ninguna parte y estaría pendiente de mí.
No tenía dudas de que Micaela y Aldemar se llevarían muy bien cuando se conocieran, pero mientras tanto, necesitaba fingir que en mi vida no pasaba nada extraordinario.
La mañana del sábado era un manojo de nervios para variar. El dilema sobre como vestirme para la que sería, nuestra tercera cita me ganaba.
Deseaba lucir algo diferente, quería cambiar la usual camiseta por una bonita blusa, usar una chaqueta y acaso unas botas hasta el tobillo.
Uno de los problemas era que, no sabía escoger cual blusa llevar de las tres que tenía sobre la cama. Eran las nueve y pico de la mañana, tenía que darme prisa pues, Aldemar me estaría esperado sobre las diez en los predios del centro comercial.
Hasta allí yo llegaría en taxi y, saldríamos hacia San Juan.
En eso estaba cuando oí el timbre del celular, lo busqué entre la ropa sobre la cama y contesté la llamada sin fijarme en el emisor.
En todo momento pensé que era Aldemar.
—Hola Elizabeth ¿cómo estás amiga? —Grande fue mi sorpresa al oír la voz de mi mejor amiga. Una amiga con la que no hablaba en semanas.
—Yesenia...—Me puse el teléfono entre la mejilla y el hombro mientras me vestía los jeans.
—Amiga, estas pérdida. Si no te llamo no eres capaz de llamarme. Te extrañamos Elizabeth, en especial Maggie —Eso me tocó el alma.
—Puedo creer que Maggie me extrañé, pero tu Yesenia... —dije y me eche a reír—. Yo también las extraño —Ahora los gritos de Maggie se oían muy claros.
Dejé el celular sobre la cama y lo puse en altavoz para poder saludar a la pequeña y continuar hablando con su hermana mientras terminaba de vestirme.
—¡Ah, amiga ya no te veo, tampoco me hablas por teléfono!, ¿qué te pasa? —Miré mi reloj, eran casi las diez de la mañana.
Yesenia continuaba quejándose.
—Papi me dijo que el sábado pasado estuviste en plaza todo el día y que fuiste sola. Ni siquiera me llamaste.
—Si —dije algo distraída mientras me calzaba las botas.
—Eso estuvo tan raro Elizabeth ¿en serio fuiste sola?, o estabas con algún galán del que no me has hablado —Yesenia me conocía bien y sabía que a mí no me gustaba ir de compras y menos sola.
—Fui sola, pero allá me encontré con unas compañeras de colegio. Además, solo fui a comprar unos libros —dije. Yesenia odiaba leer y comprar libros una actividad poco atractiva.
¿Por qué no le decía a Yesenia la verdad? Ella no me traicionaría con mis padres.
Pero a mi amiga no le simpatizaba Aldemar, y no fue muy amable con él la última vez que lo vio.
—¡Ah no que aburrido, Elizabeth! —exclamó y escuché que se reía de su propio comentario.
"Me he convertido en una mentirosa",—pensé con algo de vergüenza.
—Te llamo más tarde amiga, ahora tengo algo que hacer.
Esperaba que Yesenia no me preguntara que era ese «algo» que me impedía continuar con nuestra conversación.
—Está bien hablamos más tarde. Me está entrando una llamada de Tony —comentó ella y yo casi suspiro de alivio— . Sabes amiga que Robert me preguntó por ti —añadió.
—¿No me digas?—
—Si, pero yo sé que a ti Robert no te gusta, que te gusta otro —comentó sin ocultar su desacuerdo.
—Salúdame a Tony —dije mientras pasaba mi cabeza por el cuello de mi blusa color azul— .Te llamo luego para cuadrar una salida. —No quería comprometerme.
Minutos después, no podía sacarme de la cabeza lo abandonada que tenía a mi mejor amiga y que eso no estaba bien. Me prometí llamarla en cuanto regresara y que le hablaría sobre Aldemar.
Trataría de hacerla entender que, así como yo acepto a su novio, ella debe poner de su parte y al menos ser amable con Aldemar.
Solo esperaba que Yesenia fuese receptiva hacia el asunto y si no que hablara conmigo los motivos de su rechazo.
Terminé de arreglarme y la imagen que me devolvió el espejo me gustó.
Llevaba jeans negros ajustados, blusa de mangas cortas con escote cuadrado en azul metalizado, la chaqueta negra de manga tres cuartos y las botas.
Decidí atarme el cabello en dos coletas y como la vez anterior usar algo de maquillaje.
Cuando bajé me encontré con Micaela en la cocina. Desde allí, llamé para pedir el taxi y me senté en uno de los taburetes frente a la isla en medio de la estancia mientras ella acomodaba unas frutas en un plato hondo.
—¿Vas a salir con Aldemar? —preguntó Micaela. Yo crucé mis piernas— Ese nombre poco común no lo olvido.
Ante su escrutinio, fingí buscar con afán algo en mi pequeño bolso.
—Recuerda que estoy a cargo de ti ahora que tus padres no están —dijo Micaela, ella me conocía como nadie—. Y debo de saber con quién vas a estar jovencita —
—Está bien, tú ganas. Sí, voy a salir con Aldemar —dije. Oí el timbre del celular era el taxista avisándome de su llegada.
Micaela agitó su cabeza de cortos cabellos oscuros y sonrió antes de encaminarse hacia el cuarto donde estaban la lavadora y demás.
—Ya me voy nana.
Hacia tiempo que no la llamaba así. Micaela salió del cuarto de lavado.
—No te pierdas, Elizabeth —recomendó utilizando su tono más dulce.
—No lo haré —prometí regalándole una sonrisa.
Editado 08/25/2023
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