Capítulo 15
El destino insiste
Beth
Esa noche el destino me sorprendió. La sorpresa inicial al ver Aldemar a solo unos pasos de distancia, evitó que contestara a los comentarios que mi amiga Yesenia murmuraba sobre mi oído.
Pensé en lo curiosa que era la vida al insistir en reunirnos y, de pronto no supe como acercarme a él, o si acaso estaría bien hacerlo. Mis dudas tenían origen en lo incómoda que me sentí la última vez que lo vi.
—Aldemar vino con el guapo de su primo, que es también el encargado de la música. Vamos amiga, acompáñame a saludar a Miguel —Yesenia agarró mi mano derecha y jaló de mi mientras me animaba con su gesto y sonrisa a seguirla.
Yo vacilé y me detuve antes de avanzar.
—No, yo aquí me quedo. Ve tú —dije más para mí que para ella, pues estuve segura de que no escucho mi negativa gracias a la música que retumbaba en el lugar, más si podía ver mi serio gesto.
Yesenia pareció dudar, confundida. Seguramente no entendía mis motivos para negarme a ir con ella, cuando mi anterior interés por Aldemar todavía debía estar fresco en su memoria. Ella volvió sobre sus pasos y acerco su rostro al mío.
—Vamos amiga, así le demuestras al bobo ese que a pesar de su mala actitud contigo tú estás feliz —dijo con un tono de voz firme y seguro, buscando animarme con su comentario. Mi amiga posiblemente recordó nuestra conversación semanas atrás sobre el desplante de Aldemar y, mi propósito de no volver a buscarlo.
Las palabras de Yesenia insuflaron renovados deseos en mí, que lograron anteponerse sobre mi reticencia.
—Vamos Elizabeth, solo serán unos minutos —No voy a mentir, deseaba acercarme a Aldemar, ver su reacción al verme inesperadamente.
La intriga y el misterio que percibía a su alrededor eran como un imán para mí, pero no se comparaba con la atracción hacia esas sensaciones nuevas y desconocidas que él despertaba. Y hasta ahí todo bien, sin embargo, la frustración comenzaba cuando me veía incapaz de entender si Aldemar era receptivo a mi interés o simplemente yo no despertaba en él, lo que él provocaba en mí.
«Quizás ese es uno de los problemas Elizabeth, quizás es muy pronto. Seguramente él todavía no está en la misma sintonía que tú »
Yesenia no esperó mi respuesta para tirar de mi hacia la improvisada pista de baile. La atravesamos con algo de dificultad, sorteando parejas y demás personas que disfrutaban bailando la mezcla musical.
Y antes de darme cuenta me encontraba frente a él y la expresión de sorpresa en sus ojos, que pronto paso a ser de incomodidad. Al menos eso percibí, tanto así que pensé en cualquier segundo saldría corriendo.
Sin embargo no pude pasar por alto lo guapo que se veía con una camisa de vestir color blanco de mangas largas y jeans oscuros. Con sus cabellos rebeldes y alborotados.
—¡Mira a quien tenemos aquí, una de las chicas más hermosas del barrio! —gritó el tal Miguel que Yesenia identifico anteriormente como primo de Aldemar, en tanto extendía en un rápido movimiento su puño derecho al frente para chocarlo con el puño de mi amiga a modo de saludo.
Yesenia ignoro a Aldemar de manera rampante.
Yo no supe si saludarlo o no, me sentía descolocada, insegura como nunca antes.
—¡Muy sorprendida de verte por aquí, está visto que subes de nivel! —mencionó Yesenia , al menos eso entendí.
—¡Ya ves mami, uno tiene que superarse! —dijo Miguel con tono chulesco acompañado de una leve sonrisita. Un rápido vistazo me indico que el chico alto de cabellos oscuros dijo aquello último mirándome con atención.
Incómoda lo ignore.
—Hola Aldemar, ¿qué tal te va? —La atención de Aldemar que, minutos antes me pareció dispersa busco anclarse sobre mí. Cuando nuestras miradas se encontraron sus ojos se iluminaron y una sonrisa torcida brillo en sus labios.
—Hola Beth —El diminutivo de mi nombre se oía tan bien en sus labios — .Ya vez, echándole una mano a mi primo Miguel, ¿y tú?
—Sorprendida de verte está noche —dije espontánea, sin poder reprimir una risa nerviosa.
—Somos dos, jamás pensé encontrarte aquí —Por supuesto no lo dijo, pero me pregunté que hubiese hecho si de antemano se daba cuenta de mi presencia en la fiesta que su primo animaría. —Miguel es el encargado de la música y, yo soy su ayudante —añadió mientras yo me esforzaba para no ser tan maliciosa.
Yesenia acaparo la atención del primo con sus coqueteos. Mi amiga se contoneaba al ritmo de la música, mientras Miguel hacía su trabajo sobre los platos.
Si quería aprovecharla, aquella era mi oportunidad para intentar un nuevo acercamiento a Aldemar.
—Dime que tu tío no está por aquí para distraerte —Lo solté sin más, atrevida y muy sonriente, una clara alusión a la última vez que nos vimos.
Aldemar me correspondió la sonrisa.
—Mi tío es un poco difícil —mencionó—. Fue un momento complicado e incómodo—
—No pasa nada —dije e hice un ademán con la mano, un gesto indicando que no era importante.
Que beneficio había en hablar de algo que ya paso, algo que no tenía por qué afectar el momento.
Yesenia se acercó y puso uno de sus brazos alrededor de mis hombros, mientras entonaba el pegajoso estribillo de una canción de moda. El primo de Aldemar continúo donde estaba de frente al equipo de música, pero no despegaba los ojos de nosotros tres.
Note que Aldemar evitaba mirar a mi amiga, seguían sin saludarse, aunque yo sabia que se conocían. Y lo curioso era que, no percibía aversión entre ellos.
De parte de Yesenia advertía puro desinterés hacia él, era como si mi amiga escogiera ignorarlo a propósito.
Entonces, de parte de Aldemar hacía Yesenia notaba el deseo de pasar desapercibido. Era algo así como;
«Ignórame Yesenia, a mi no me afecta, al contrario, así lo prefiero»
Yesenia no dejaba de bailar a mi lado, como tampoco dejaba de mirar al primo de Aldemar.
—Voy al carro. ¿Me acompañas Beth? —preguntó Aldemar de la nada, dejándome sin palabras porque no me lo esperaba.
Yesenia giró mientras disfrutaba la música, Aldemar extendió su mano derecha en mi dirección, la expresión de sus ojos me invitó a ir con él.
Con una inesperada sensación de vacío en la boca del estómago, una sonrisa de alegría en los labios y las mejillas ardiendo acepté su invitación.
Aldemar me gustaba, todo de él, hasta su timidez y escurridiza mirada tenían un efecto catastrófico sobre mis ideas y juicio.
¿Era aquello bueno?
No lo sé.
Yesenia echo un vistazo y abrió la boca quizás dispuesta a decir algo que me mantuviese con ella, pero Aldemar fue más rápido y jaló de mi con suavidad mientras nos dirigimos a una de las puertas traseras que llevaba fuera del edificio.
—¡Elizabeth! —Creo alcance a oír antes de que la puerta se cerrara dejando atrás la bullosa y estridente música.
Editada 08/02/2023
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