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Capítulo 14

Tengo que dejar de pensar en ti


Beth


Después de mi último encuentro con Aldemar y, dándome cuenta que no le interesaba ni siquiera mi amistad, decidí no buscarlo más. El desinterés en su actitud no me dejo duda, él no merecía mi atención.

Mientras más lo pensaba, más ridícula me sentía. ¿por qué fui a buscarlo?

No tenía necesidad. No lo conocía. Él era un extraño y yo una impulsiva.

Yesenia pensaba lo mismo y, su consejo más certero fue, no lo busques más.

—Él no es para ti —comentó muy seria.

Me dediqué al colegio y a los ensayos de la obra. Pero a pesar de mis intenciones, no dejé de pensar en él.

A pesar de que, apenas lo traté sentía que con Aldemar la química fue instantánea e intensa, por lo menos en mi caso.

Después de varias semanas, el deseo de verlo, muy a mi pesar, me tentaba a volver por el negocio pero lo descartaba antes de caer. Y cada vez que hablaba con Yesenia, tenía que morderme la lengua para no preguntar por él.

Por varias semanas evite visitar la casa de mi mejor amiga, por el simple hecho de que vivía muy cerca de Aldemar.

¡Increíble!

Durante el transcurso de esas semanas, me distraje lo suficiente con los últimos ensayos de la obra de teatro para el festival navideño del colegio. También sucedió algo que desterro a un rincón de mi mente el recuerdo de Aldemar y mi ridicula exposición.

Mis padres invitaron a Arturo Palacios y su familia a cenar. Esa noche, al fin pude conocer al muy mencionado y guapo Diego.

********

Diego Palacios, el hijo mayor de Arturo, era muy guapo, simpático e ingenioso. Su padre y su madre Gladys, parecían llevarse muy bien y su hermana menor Aurora Victoria,que era un año menor que yo, aunque un poco tímida, sonreía con facilidad.

La velada en compañía de la familia Palacios fue muy agradable. Parte de la conversación giró en torno a la familia y su regreso a la isla después de vivir años en Estados Unidos. El simpático padre de Diego, mencionó sus planes a largo plazo para él y su familia, en especial su hijo mayor.

Diego no dejó de hacerme bromas pero también observe su lado serio cuando mencionó sus estudios en medicina. Aurora su hermana aunque al principio se mostro tímida una vez fue transcurriendo el tiempo, pude notar que se dirigia a mi para añadir algo sobre lo que decia su hermano o simplemente para confirmar con un movimiento afirmativo de cabeza sus palabras.

Mis padres se veian muy contentos.

Fue una velada muy agradable, sin embargo, cuando al final de la noche me encontré sola en mi habitación, el recuerdo de Aldemar y la sensación de que me comporté como la más grande de las idiotas, regresó.

Su aire de tristeza, lo evasivo que parecía ser y sus cambios de humor y actitud no hacian otra cosa sino intrigarme más y más.

Y aquello último era uno de mis problemas, adoraba el misterio y deseaba descubrir lo que se escondía detrás.

***

Esa semana terminó rapidísimo entre ensayos, exámenes finales y proyectos de fin de curso. En casa el ajetreo era similar, mamá tenia a todos inmersos en los preparativos para las próximas fiestas decembrinas.

En esos días, el tema favorito de mi madre eran los vestidos que llevaríamos y no dejaba de amenazarme con una tarde de compras. Ella sabia que ir de compras no era mi pasatiempo favorito.

Por momentos, me encontraba tan ocupada que no tenia tiempo para dedicarme a rumiar sobre el misterioso chico de ojos azul grisáceo y su desplante. Aunque, eso no quería decir que Aldemar estuviese superado.

El día de la actividad en el colegio, cuando bajé a desayunar lo primero que llamó mi atención fue un enorme arreglo de rosas blancas y rosadas sobre una de las mesas del vestíbulo. Mamá ya estaba allí e intrigada buscaba entre los largos tallos.

—Estoy segura de que son para ti, Elizabeth —dijo emocionada.

Acerque mi nariz a las hermosas flores para disfrutar su perfume.

—Seguramente las envio papá —dije apuntando lo más obvio. Mamá se tomó su tiempo abriendo el pequeño sobre blanco que encontró mientras hacía un movimiento negativo con la cabeza.

Sin ocultar su exitación y en tono triunfal mi madre agito la tarjetita color púrpura claro casi en mis narices.

—Lo sabía, son para ti de Diego — dijo mirándome con picardía.

Yo no podía estar más sorprendida, y deje escapar unas risitas nerviosas.

—¡Que detallista! Algo poco común en un hombre tan joven —mencionó ella acercándose para introducir la tarjetita en el bolsillo frontal del conjunto de jean que yo vestía.

Te deseo la mejor de las suertes está noche, estaremos allí para verte brillar.

Mamá no tuvo reparos en repetir, tratando de imitar en forma divertida la voz del ahijado de papá, la frase que Diego escribio en la dedicatoria.

—¡Mamá! —exclamé incómoda cuando la vi tirarme un beso al aire.

—Estoy segura que le gustas —afirmó ella gozosa, mientras se alejó en dirección al comedor.

—Apenas me conoce —dije. Lo cierto era que, fue un hermoso detalle y mentiría si dijera que no me gusto.

La seguí hasta el enorme comedor y mientras tomaba asiento en una de las sillas, fijó su mirada en mi con atención.

—Y a ti que te parece Diego, ¿te gusta? —De alguna manera, me esperaba su interrogante y no pude reprimir una traviesa sonrisita.

No negaré que Diego me agradaba, era simpático e ingenioso. Además de muy buen ver, alto de cabellos muy oscuros y ojos marrón claro que siempre expresaban diversión .

—Es simpático —comenté llanamente, sin saber que más agregar.

En esos momentos mamá se distrajo con la entrada de papá al comedor y su repartición de besos, yo suspire agradecida.

*************

Esperaba mi turno para entrar al escenario detrás de la gruesa y oscura cortina. Yo no era la única, cerca de mi, varios de mis compañeros hacían lo propio.

A pesar del nerviosismo que sentía, una parte de mi estaba segura de que mí, parte en la obra sería exitosa.

Entre el público se encontraban mis padres y mi abuela Belinda. Yesenia y su familia también estaban alli y, por supuesto la familia Palacios. Diego llevaba entre sus brazos otro arreglo floral casi tan imponente como el de esa mañana, esta vez de rosas rojas.

Me pregunté si aquel despliegue de detalles era de su autoria o, alguien más lo estaba guiando.

Quizas su padre o el mio.

Una de las maestras encargadas toco mi antebrazo.

—¿Lista? —inquirió en tono espectante mientras me indicaba el camino a seguir hacía el escenario. Era el turno del fantasma de las navidades venideras.

Llegó el climax de la historia, mi oportunidad de atormentar al tacaño de Ebenezer Scrooge.

El ambiente sobre las tablas era lúgubre, las tinieblas reinaban algo difuminadas por luces blancas estratégicamente colocadas y envueltas en virutas de humo blanquecino.

De fondo se escucha el tic toc de un reloj y unas campanillas.

Encogido sobre sí mismo, asustado y vestido con un antiguo camisón de algodón claro se encontraba en una de las esquinas externas del escenario Ebenezer Scrooge.

Entonces, hice mi entrada con paso lento y grave, vestida completamente de negro con el rostro cubierto con un velo oscuro, solo mi mano derecha se hacía visible mientras la extendía.

El ambiente vibraba con un aire de misterio y el silbido del viento.

—¿Estoy en presencia del espectro de la Navidad venidera? —preguntó Scrooge con voz temblorosa.

Silencio.

—¿Vas a mostrarme las sombras de las cosas que no han sucedido, pero que sucederan? —continuó Scrooge.

Sin hablar me giré un poco y esta vez para señalar con la mano la esquina contraria. Allí, se encontraban tres ancianos comerciantes hablando sarcásticamente sobre la muerte de Ebenezer Scrooge.

Hablaban sobre lo malvado que era el hombre y que muy pocos le apreciaban porque era una de las personas más despiadadas de la cuidad. Nadie lamentaría su muerte realmente.

Así, en mi papel del fantasma de la Navidad venidera terminé mostrándole al viejo Scrooge, cuál sería su triste destino si no cambiaba su forma de ser.

****************

Al finalizar la puesta en escena de la obra el público estalló en aplausos y silbidos.

No oculté la enorme sonrisa de satisfacción al comprobar que el tiempo invertido ensayando la obra dio sus frutos.

La obra fue todo un éxito.

Bajó el telón, todos los actores nos reunimos sobre las tablas, cuando volvió a subir el telón saludamos la audiencia tomados de las manos con sonrientes reverencias.

Cuando la oscura y pensada cortina bajó finalmente casi corrí tras el escenario. Me recibió Diego y su coqueta sonrisa. El aspirante a médico, me agarró por la cintura antes de que pudiera alejarme lo suficiente y me pego a su costado para abrazarme.

—¡Estuviste maravillosa! —exclamó él sobre mi oído antes de soltarme.

Detrás del escenario se reunieron algunos familiares para felicitar a sus miembros actores. Mis padres y abuela se acercaron seguidos de los Palacios, todos con palabras de elogio hacia mí.

No lejos de allí, vi a Yesenia con Maggie haciéndome gestos con las manos.

Después de abrazar y ser abrazada y besada logré escabullirme y llegar hasta mi amiga para que me acompañara a cambiarme de ropa. El plan era reunirnos todos en el ginnasio del colegio para lo que seguía de la actividad navideña.

Con un vestido corto en color negro y zapatos de tacón plateados me dirigí al salón de la actividad acompañada de Yesenia que, lucia un vestido igual de corto en color azul eléctrico y tacones altísimos en color negro.

Mis padres y abuela, junto con Diego y su familia, se encontraban en una mesa, la familia de Yesenia en otra no muy lejos. Por un tiempo dividi mi atención entre esas dos mesas.

Casi todas las personas que asistieron a la obra se encontraban allí. El ambiente se notaba alegre, festivo. Las mesas estaban distribuidas en forma de circulo dejando en el medio una improvisada pista de baile.

La enorme estancia decorada con motivos navideños.

A la derecha, se encontraban las mesas del buffet y justo a la parte contraria habian dos mesas juntas donde el encargado de la música parecía terminar de acomodarse antes de comenzar amenizar la actividad.

Eran dos muchachos, uno de ellos se encontraba de frente al equipo con unos enormes auriculares en las orejas. El otro, daba la espalda a la pista mientras parecia escuchar atentamente lo que decia el chico que tenia de frente.

—¿Ya viste quién trae la música? —Yesenia me echo sobre los hombros uno de sus delgados brazos. Negué con un movimiento de cabeza y la miré de perfil en el momento en que se dejó oír la música por todo el salón, a la espera de que continuara.

Mi amiga, tenía la vista fija en dirección al DJs.

—Tu amigo del barrio, el chico del almacén —No le quité los ojos de encima a Yesenia pensando que escuche mal, ella continuaba mirando al frente.

De pronto, justo antes de mirar con atención al chico de camisa blanca que acompañaba al DJs, un millar de mariposas parecio invadiar mi estómago, batiendo sus alas frenéticamente cuando reconocí a Aldemar.

****************

*Fantasma de las navidades venideras es un personaje de ficción de la obra de Charles Dickens. Según el relato era un espectro al que no se le veía la cara.

*Parte del diálogo del personaje de Ebenezer Scrooge en A Christmas Carol o Canción de navidad, una novela corta escrita por el británico Charles Dickens publicada en 1843.

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