Capítulo 22
El show de talentos fue un mes después, justo una semana antes del baile de graduación; me encantaba estar en Apple White porque había cientos de bailes por doquier (y por todo; baile de navidad, baile del día de San Valentín, baile por el día de la tierra, baile de Halloween, el baile de Thanksgiving, también hubo un baile por Hanukkah; había bailes por todo tipo de festejos, a los directivos les encantaba consentirnos a nosotros; los estudiantes de Apple White).
—¿Con quién irás al baile, mi querido amigo Louis? —Lezley se veía muy curiosa por mi respuesta.
—Mejor dicho: ¿con quién no iré al baile de «Cuentos de Hadas»? Porque tengo muy clara la respuesta —tal vez no sabía con quién iría, pero sabía con quién no fui: con Abraham Adams—. No iré con Abraham, si me lo preguntas, Lezley.
—¿Ya no son novios? Ya no los he visto juntos, así como antes solían estarlo.
—No lo sé, ha estado evitándome estas últimas semanas, sin alguna razón aparente —comencé a dar una explicación un poco coherente—. ¡Ah, no, aguarda! Hay algo que no te he contado aún y es que su razón es que no ha tenido tiempo libre, ha estado «ocupado» con las prácticas del equipo de fútbol.
—¿Y eso tiene algo de malo, de pura casualidad? —Lezley siempre quería saber más y más de la historia que le contaba, sin darnos cuenta nos habíamos convertido en mejores amigos.
—Sí, quiero decir, no; solo que el muy idiota olvidó impedirme ver sus historias en WhatsApp, Instagram, Facebook, Snapchat y olvidó que tengo Twitter, no lo uso tan seguido pero lo tengo para ver los chismes que pasan.
—¿Sabes una cosa? —dejó de comer su barra de chocolate para mirarme y poder reprocharme con mayor comodidad.
—¿Qué? —hablé con seriedad.
—Jessie, Candy, Ryck, Logan, media escuela y yo tachábamos a Abraham de tóxico; pero con todo esto que estás contándome, creo 1ue puedo decir con seguridad, ¡y hablo por todos cuando te digo que el tóxico eres tú!
—¿Por ver las historias de mi novio? ¡Por favor! Hay cosas más tóxicas que esas; como lo que hizo, por ejemplo —seguíamos caminando a través del pasillo para ir a nuestra siguiente clase.
—Tal vez te juzgué mal, ¿qué había en las historias y en los tweets?
—A eso quería llegar; salía con sus amigos; Kevin, Sean, Lemus y Max, publicaba que estaba en el cine «compartiendo el mejor momento de su vida», iban al centro comercial de Itaville, hasta siento que no es gay porque publicó una historia donde sus amigos y él veían a unas chicas pasar cerca de donde estaban haciendo comentarios muy sexistas, tipo «ay, mamacita; ¡qué hermosa estás!; tus piernas combinan bien con mis hombros; te voy a enseñar lo que es un hombre de verdad, ven mami; ¡qué mujerón!; quiero leche directa del envase; oh my! ¡Qué preciosura de mujer tengo justo aquí frente mío!» —comencé a actuar las caras que hacían junto con los movimientos de las manos y las expresiones tan asquerosas que hicieron—. Fue bastante asqueroso ver sus expresiones.
—Escucha: para una mujer esos comentarios y todas las caras y gestos que has hecho son asquerosos; sin embargo, para los hombres heterosexuales no.
—¿Qué quieres decir con exactitud?
—Lo que quiero decir es eso, que son hombres.
—¿Y yo soy un perro?
—¡Claro que no!
—¡Un gato!
—¡Qué idiota eres! —puso los ojos en blanco—. Tú tienes, o sientes, mejor dicho, más empatía con las mujeres que un hombre heterosexual. Por lo que me dijiste, a ellos solo les importa el sexo, es por eso que te dio tanto asco como a mí.
—Sí, debe ser eso.
—Déjame adivinar el resto de personas que estaban ahí: Jackson, Trevor, Peter y Richard son los pervertidos en las historias de Abraham —Lezley hizo la cuenta de todos los chicos implicados; pero estaba en un error—. ¿Sí estoy en lo correcto?
—No –respondí francamente.
—¡Demonios! ¿Me faltaron más?
—Actually, te sobraron.
—¿Cuántos?
—¿Adivina quién o quiénes?
—¿Jackson? ¿Peter? ¿Trevor? —moví negativamente mi cabeza como respuesta a sus preguntas—, ¡carajo! ¿Entonces quién?
—Te sobró Richard Vallaj.
—Apuesto que estaba con Jessie Jones.
—No, estaba en casa estudiando, pensando en Jessie; por lo menos eso creí, el texto decía «pensando en mi más grande amor».
—Esa mujer lo tiene cómo y dónde quiere.
—Yo diría, más bien, que está enamorado de ella; por eso está con ella y le aguanta muchas cosas, como lo que pasó en Starbucks —pensé—. ¿No crees?
—Sí, tienes razón, ¿pero qué tendrá Jessie Jones que ya llevan mucho tiempo juntos y es una chica muy envidiada en la preparatoria? —llegamos al salón, yo estaba a punto de contestar cuando la profesora Brooke comenzó la clase, era un viernes, nuestra primera clase era Lengua, después tuvimos Ciencias y más tarde tuvimos Álgebra.
No le estuve prestando mucha atención a la clase porque estaba pensando en Abraham y mi «fan #1», solo podía pensar en eso.
—¿Dudas? —preguntó la profesora Brooke mirándome fijamente a mí con una expresión divertida—, ¿Louis? ¿Alguna duda?
—Emmm... no creo, ¡gracias, profesora Brooke! —hablé cuando la profesora me despertó de mi sueño despierto, la profesora me miró malhumorada y dejó que me fuera.
—Oye, ¿estás bien? —Lezley se posicionó junto a mí.
—No, quiero decir, sí, agh; no sé, estoy pensando en O.R.H.L. y en que no es Abraham, me mintió y quizá no sea gay.
—¡Guau, tranquilo! Tal vez no sepa por lo que estás pasando; pero cálmate, no puedes estar así —Lezley intentó apaciguarme—. Ya te dijimos, Jessie y yo, que se trata de Christopher.
—Lo sé, pero es que, ¡agh!, odio todo.
—¿Qué odias? —llegó Graham con cara de confusión interrogándome sobre lo que pasaba conmigo.
—¡Oh, mierda, aquí vamos de nuevo! 3...2...1 —Lezley habló por lo bajo e hizo una cuenta regresiva.
—Sé que me estás mintiendo, Graham; recién me llegó un nuevo mensaje dándome una nueva letra de la persona que se hace llamar mi fan, pero ¿quieres saber qué es lo que odio en realidad? Pues odio que me hayan llegado cartas de parte de O., H. R. y L., odio que me hayas mentido al respecto, odio cómo me hablas y tu forma de conducir. Odio tu corte de cabello y lo que llegué a sentir. Odio tus espantosas botas y que me conozcas bien. Te odio hasta vomitar; ¡qué bien va a rimar! Odio que sepas pensar y que me hagas reír. Odio que me hagas sufrir y odio que me hagas llorar. Odio tanto estar solo, que no hayas llamado aún; pero más odio que no te pueda odiar aunque estés tan loco, ni siquiera un poco, lo he de intentar. Eso es lo que odio —mientras le recitaba un poema de una película; «10 Cosas que Odio de ti», Graham solo parecía que se aguantaba la risa.
—¿Qué mosco te picó? —Graham frunció el seño al preguntar eso.
—El de la verdad —perfecto, ahora Lezley estaba metida entre nuestra pelea, genial, ¿tan débil me veía?; la sangre me hervía por dentro porque estaba realmente molesto con toda la situación.
—Lezley, no te metas, es entre Louis y yo. Por favor, te pido discreción —de repente Graham se veía molesto con Lezley y conmigo. Su enojo era más hacia mí que hacía Lezley.
—¡No me digas qué hacer o qué no hacer, me molesta bastante que hagan eso! —otro drama en la Apple White High School.
—¡Otra pelea! —Marcus otra vez estaba haciendo de las suyas y se había involucrado en nuestra discusión.
Había gritado esto último tan fuerte que todos se volvieron hacia nosotros, ya estaba acostumbrado a que Marcus Miller hiciera algo similar, lo había hecho en varias ocasiones.
—¡Mira lo que hiciste! —gritó Abraham mientras me señalaba—. Otra vez todo gira alrededor de ti. Lo lograste, eres el centro de atención, de nuevo —¿otra vez? ¿Cuándo fue la última vez? Me preguntaba eso, no recordaba que hubiera habido una primera vez en la que fui el centro de atención.
—¡Ya basta, idiota, déjalo en paz! ¿Vas a volver a mentirle? ¡Que todos sepan lo mentiroso que eres! —muchas gracias, Lezley, pero podía defenderme solo.
—¿Todo bien, chicos? —Ryck y Logan llegaron de repente, ¿se iba a hacer más grande este desastre?
—Al parecer están peleando, de nuevo; en serio, díganme: ¿cuándo van a terminar ustedes dos? —Marcus gritó muy fuerte.
—¡Marcus, cállate! —gritaron Lezley, Abraham, Logan, Ryck y Candy; que al parecer ya se había metido en la discusión.
—¿Otra vez tú, Miller? —ahora Jessie Jones estaba entre nosotros, sola; no estaba con Richard.
—¿Tú qué quieres, zorra? —Jessie le dio una fuerte cachetada a Marcus por el insulto que le había dicho, solo pensaba que se iba a repetir la historia.
—Espérenme aquí, iré por la directora Lerman —Marcus se tocó su mejilla por el golpe recibido de parte de Jessie Jones, quién parecía tener una mano muy dura; ya que, al parecer, lo había golpeado muy fuerte—. Ya sabemos lo que va a pasar.
—No pasará lo mismo esta vez, Marcus; no creas que soy una idiota —habló Candy desde el fondo de toda la muchedumbre que se había juntado a nuestro alrededor para observar la pelea—. Mira esto:
Le enseñó su teléfono en el cual tenía el video donde Marcus le decía «zorra» a Jessie Jones.
Marcus se quedó anonadado al ver que esta vez lo habían grabado y no podía defenderse.
—¡Te salió el tiro por la culata, idiota! ¿Ahora qué harás? —me empecé a reír.
—Si esto llega a la súper intendente, estás muerto —Lezley lo miró de arriba a abajo; justo como lo había hecho con Marie; solo que, en esa ocasión, era bien merecido y tenía la razón—. Y a ella no le puedes amenazar.
—¿Y cómo va a llegar un video que no existe? —le quitó el teléfono a Candy—, ¿lo tiro o lo borro?
—¡Devuélvele su teléfono a Lezley! ¡Ahora, Marcus! —gritamos Lezley, Ryck, Logan, Abraham y yo.
—¿Y si no?
Abraham tronó los dedos de sus manos, en señal de que iba a golpearlo si no lo entregaba.
—No querrás saberlo, Marcus.
—Okay, entiendo, ten —arrojó el teléfono de Candy lo bastante lejos y cayó con la suficiente fuerza para que se destruyera por completo—, ¡y esto va para todos los que se atrevan a grabarme y amenazarme! ¡les pasará lo mismo a sus teléfonos! ¿Me oyeron bien?
¿Por qué siempre que tenía un problema, con alguien ajeno a Marcus, tenía que llegar él y arruinarlo todo?
—¿Qué está pasando? ¿Otro disturbio? ¡Ay, pero si son ustedes! ¿No se cansan de crear problemas? —Alice Lerman, la directora, había llegado; seguramente alguien le había dicho que estaba un disturbio en medio de la escuela, justo antes de mi clase de ciencias—, ¿no creen que es muy temprano para discusiones? Quiero decir, ¡apenas son las 8!
Sabía que la profesora Lerman nos había reconocido, en especial por Marcus Miller.
—Déjenme adivinar, Marcus volvió a molestarte con el rumor de tu falso Teratoma, ¿verdad, Lezley?
—¡Ay, Alice! Esta vez no les hice nada a estos chicos —Marcus Miller saltó a su defensa propia—. No le hagas tanto caso a Lezley, ella se está aprovechando de su ventaja de ser mujer.
—¡Me llamó «zorra»! —Jessie Jones gritó.
Candy había vuelto con su teléfono destruido y lágrimas en los ojos.
—Señorita Lerman, Marcus Miller arrojó mi teléfono al otro lado del pasillo y ahora está hecho pedazos, véalo usted misma —le mostró efectivamente que su teléfono estaba hecho pedazos.
—¿Eso fue lo que pasó? —les preguntó a todos los alumnos presentes en medio de la discusión.
Marcus miró a todos y a cada uno de los estudiantes con una mirada que decía que destruiría sus vidas en sólo cuestión de segundos, carajo, ¿este chico no se cansaba, o dormía, jamás?
Todos se pusieron de acuerdo para decir que no y que ellos llegaron justo en el momento en el que Jessie le daba una fuerte cachetada, otra vez, pero nadie sabía el porqué de la cachetada.
—Muy bien, van dos, una más y no podrán participar en el show de talentos ni en el baile de Graduación de cuentos de hadas, ¿escucharon?
Abraham (¡así que iba a participar, omg!), Lezley, Candy, Ryck, Logan, Jessie (¿ella también? Damn! Tenía fuertes rivales), y yo respondimos que sí, que no volvería a pasar.
El único maldito que no contestó fue Marcus Miller. Al parecer seguía teniendo a la profesora Lerman amenazada con rebelar su infidelidad a todo el pueblo, y era un pueblo chico a las afueras de Chicago.
—Alice, ¿podemos hablar, solo por un segundo? —Marcus la miró con la evidente amenaza en su mirada.
—Claro, señor Miller, en mi oficina en cinco minutos —habló la profesora con voz temblorosa—. Tengo que ir al baño.
—Está bien, te veré ahí —y se fue, Marcus se fue por donde llegó; dejándonos solos a Jessie, Lezley, Candy, Abraham, Logan, Ryck y a mí, junto con la profesora Lerman.
—Señorita, si puedo comentarle, no tiene que dejarse de Marcus Miller, usted tiene más peso en esta escuela que él —mi comentario le cayó como un balde de agua helada debido a su sobresalto.
—No, no puedes, te ruego que te retires a tu clase que no tarda en comenzar; va para todos, a sus clases.
—¿Qué fue lo que le dijo, profesora? Tiene que ser algo muy malo como para que usted, la directora, sienta miedo de alguien como él —ay, Logan, ¿es que nadie se puede callar?
—¿Él? ¡Nada! Los que me están haciendo molestar y arruinándome mi día: son todos ustedes al no querer irse a clase.
Fue ahí que decidimos irnos a clase. Teníamos Ciencias, después Álgebra, luego la hora del almuerzo, luego Francés, Cálculo y Deportes. Salíamos a la una con veinte minutos y eran casi las ocho de la mañana, faltaban solo cuatro minutos para la hora, y nos seguían faltando algunas clases. Llegamos a Ciencias, el profesor casi no dio clases porque ya casi era el final del año escolar y, prácticamente, ya habíamos visto todo; o sea, que ya había terminado el programa de la clase de Ciencias, dijo que estuviéramos en silencio hasta que acabara la clase, podíamos platicar, claro, pero hasta ahí.
Me acerqué con Lezley, Candy, Ryck y Logan, platicamos sobre que Marcus Miller se había salido con la suya nuevamente y que Candy no sabía cómo decirle a sus padres lo que le pasó a su teléfono.
—Dile a tus padres —comenté y Lezley me dio la razón—. No creo que tenga tanto poder sobre ellos como lo tiene sobre la directora y sobre toda la escuela preparatoria Apple White.
—¿«Tanto poder»? ¡Él no tiene poder sobre sus padres y punto! ¿Quedó claro? —Lezley estaba realmente furiosa.
—Lo mismo creíamos de la directora Lerman y ve, la tiene amenazada y le habla como si la conociera o si fueran amigos de todo la vida —Logan tenía razón, esa no me la esperaba (y pensé que nadie se lo esperaba, realmente), le hablaba con falta de educación; por lo menos yo sabía que a los mayores (o nuestros superiores) se les hablaba de «usted» y no de «tú» como lo hacía Marcus Miller. Aunque bueno, quizá recibió una educación diferente a él y a todos les hablaba igual.
—A todos les habla igual, Marcus Miller no cambia —recordé algo—, I mean, cuando salíamos a todos les hablaba por sus nombres propios y nunca de "señora, señorita, señor, joven"; nada, siempre era de tratarlos como si él fuera la única persona que estaba en la tienda; solía decirles: «¡ey tú! Soy un cliente bastante reconocido en tu tienda, y en la ciudad, por lo tanto, trátame como un Dios; ¡es una orden!, ahora es mi turno.»
—¿«Ahora es mi turno»? —Logan puso cara de confusión—, ¿de verdad dijo eso?
—Tal vez no con esas palabras, pero los trataba como sus mismos sirvientes, ¿sabes de lo que hablo, cierto? —Todos asintieron con la cabeza—. A veces hasta podía referirse ante ellos, y en sus caras, como «sirvientes o sirvientas; cuando eran mujeres»; el hecho de ser gay no te impide ser un maldito machista opresor de mierda en este mundo —miré a Logan y a Ryck por error, no quería hacerlo pero fue mi subconsciente el que me dijo que los volteara a ver; ellos solo desviaron, nerviosos, la mirada para verse el uno al otro.
—Olvidaste misógino —Lezley habló por lo bajo.
—¡Ah, claro! Y misógino.
—¿Quién es misógino? —Jessie Jones se unió a nuestra conversación privada, no tan privada—. Si van a hablar, susurren, yo fui al baño, regresé y escuché que decías, Louis, algo sobre ser un «machista opresor de mierda» luego Lezley te dijo que te faltó misógino, y bueno, yo quiero saber; si no les molesta —toda la clase se quedó en un silencio incómodo, incluso el profesor tenía la boca y los ojos abiertos de par en par.
—¿Quién más? —preguntó Ryck, en un aparente susurro, mirando a Jessie Jones a los ojos—, ¡Marcus Miller!
Me daba pena volver a hablar después de lo que había gritado, puesto que la clase entera me miraba con gracia, ira y sorpresa; ¿por qué tuve que gritar que Marcus Miller era todo eso sin antes fijarme en el tono en el que lo estaba diciendo? ¿Por qué mis supuestos amigos no me dijeron que bajara la voz un poco para no pasar un momento tan vergonzoso como el que acababa de pasar? Aun así, le hice la pregunta más obvia y tonta de todas a Jessie. «¿Quién más escuchó?»
—¡Ay, Louis!, toda la clase escuchó —hizo un movimiento con su brazo para señalar todo el salón de clases que seguían en silencio—, ¿se les perdió algo? ¡Vuelvan a lo suyo! ¡Ya! —todos mis compañeros, quienes ya estaban con la mirada clavada en mí, volvieron a lo que estaban haciendo. Se creó un silencio muy incómodo entre nosotros seis, nadie quería decir una sola palabra por el miedo a que volvieran a escucharnos.
—¿Qué harás, Candy? —Lezley rompió el silencio—, con tu teléfono, quiero decir.
—Compraré uno nuevo, saldrá de mis ahorros, tengo el dinero suficiente, chicos, no me miren así —comenzó a reírse de nosotros al ver nuestras caras.
—¿Tus padres no harán preguntas o algo por el estilo? Porque es algo que, al menos yo, haría —Jessie se acomodó el cabello.
—Sí, tus padres querrán saber por qué te compraste uno nuevo si ya tenías uno que funcionaba a la perfección —Logan estaba bastante preocupado por Candy y su situación.
—¡Qué lindos son todos ustedes por preocuparse por mí! —Candy nos abrazó a todos, todos nos juntamos en un abrazo grupal, amaba ese tipo de abrazos—. No, para nada, a ellos casi no les importa lo que pase conmigo, son como los padres de Marcus; perdón por la ofensa, mamá y papá; ellos casi no me prestan atención.
Candy encogió los hombros al decir esto último.
—Nosotros —Jessie nos señaló, con sus brazos, a Lezley, Ryck, Logan, ella misma y a mí; de esta forma podría decir lo siguiente—. No somos los padres de Marcus, al menos yo podré criar a mis hijos bien, para que no sean unos cabrones como lo es ese niño.
Dijo esto último en una voz bastante apagada, supuse que era para que no la escucharan ni a ella ni a nosotros.
—Concuerdo con Jessie —dijimos todos al mismo tiempo.
La clase acabó a las nueve en punto de la mañana, salimos a como dio lugar a nuestra siguiente clase la cual era Álgebra, teníamos Álgebra de nueve am hasta las 10:25 que era la hora del almuerzo.
Nos sentamos casi juntos todos (menos Jessie, que solo coincidía con nosotros en un par de clases: una de ellas era Ciencias).
—¿Con quién irán al baile, chicos?, yo sé que tal vez no vaya por eso de Abraham, ¿pero y los demás con quiénes irán? Es algo raro que no sepa eso —Logan y Ryck se pusieron nerviosos ante mi pregunta y yo, mejor que nadie, sabía bien, y de sobra, el porqué.
—No iré —Logan miró a Ryck con ira porque ambos hablaron al mismo tiempo.
—Con nadie, sería el tercer baile al que no voy porque nadie me invita debido al rumor de mi falso Teratoma —habló mi amiga Lezley.
—¡Si ella no va, yo no voy!, así de fácil es esto; ella es mi mejor amiga —Candy se unía a la lista de Apple White High School que no irían al baile de verano.
—Podemos ir todos, como amigos; Lezley, serás mi pareja, Candy, te puedes quedar con Ryck o Logan y, bueno, sobraría uno y supongo que él no tendrá problemas —me dispuse a organizar todo para que fuéramos al baile, todos juntos como amigos.
—O, se me ocurre algo un poco mejor —comenzó a hablar Logan—. Podemos olvidarnos de estupideces e ir los cinco juntos, como amigos.
—Tiene razón, los cinco podemos ser pareja —Ryck, obviamente, estaba de acuerdo con su novio.
—¿Y las canciones lentas? ¿Qué haremos al respecto? —pregunté, estaba un poco confundido por todo lo que estaba pasando.
—Podemos no bailarlas o, sí, pueden juntarse por parejas y sobraría uno; puedo sobrar yo, si todos están de acuerdo con eso –Lezley dio su punto de vista.
—Puedo sobrar yo —de nuevo volvieron a hablar Logan y Ryck al mismo tiempo, si ellos querían que su relación fuera secreta, no se ayudaban el uno al otro.
Yo los miré con cierta mirada de alegría, sonreí por un segundo hasta que Logan se enojó.
—¿Quieres dejar de decir lo que digo al mismo tiempo? ¡Es tan fastidioso que lo hagas, Ryck!, por Dios, ¡CÁLLATE! —esto último lo gritó.
—Mejor dicho, tú estás diciendo, al mismo tiempo, lo que yo digo, por favor cálmate y deja de ser tan idiota —esbozó una sonrisa—. No seas tan gruñón. A este paso terminarás pareciéndote a...
—¡No lo invoques! –hablé con cautela.
—Iba a decir «Lezley», en realidad, no iba a decir el nombre de quien tú sabes —Ryck terminó su frase.
—Llamémosle Voldemort —habló Lezley—, y oye, ¡yo no soy gruñona!
—Te amo y lo sabes —empezaron a reír ambos.
—Yo igual, ¿pero en serio crees que soy gruñona?
—Hablemos de otra cosa.
—No me puedes dejar con la duda, dime, por favor —Lezley le estaba rogando a Ryck.
—Tal vez después.
—Damn! No me lo dirás, ¿cierto?
—En efecto —dicho esto último le tocó la punta de la nariz.
—¿Es alguna clase de código que tienen entre ustedes, chicos, para tratar de decirse algo? Porque siempre lo hacen y Lezley ya me lo hizo una vez —pregunté, ya habían pasado varias veces que veía a Ryck, o Logan, hacer lo mismo.
—Sí —respondieron todos al mismo tiempo.
—¡Ay, ahora me siento mal porque Logan me va a reclamar por repetir lo mismo que él al mismo tiempo! Ayuda, Louis, por favor; no quiero que Logan me golpee —Logan comenzó a reír sarcásticamente ante el comentario de Lezley.
—Ja, ja, ja, qué graciosa eres, Lezley, me muero de la risa ante tu comentario tan «gracioso» —Logan hizo comillas con los dedos.
—¿Qué mosco te picó? Estás súper insoportable solo porque Ryck y tú hablaron al mismo tiempo –Lezley estaba ya a la defensiva, como siempre.
—No estoy de humor.
—Un segundo –comenzó a hablar Candy y debí haberla callado–, hablan al mismo tiempo, terminan la frase del otro y están nerviosos por el baile... aquí hay gato encerrado.
«Candy, no, por favor, cállate», pensé, lo iba a arruinar todo. Y ella, finalmente lo hizo; lo arruinó todo.
—¿Hay algo que quieran compartir con el resto de la clase? ¿O les digo yo?
—¿Decirnos qué? –preguntó Lezley.
Logan y Ryck solo callaron, me rogaban con la vista que detuviera a Candy.
—¡Candy! ¿No tenemos algo mejor que hacer?
—Creo que sí, tenemos que prestar atención a la clase…
—¡Andando! Ahora, ven conmigo —tomé a Candy por encima de los hombros para llevarla a un lugar apartado de Lezley, Ryck y Logan; la tuve que sacar del salón de clases para poder hablar con ella—. ¿Qué fue todo ese show?
—¿No es obvio?
—Tú dímelo —estábamos a fuera del salón de clases, el profesor estaba dando una plática de lo que planeábamos a futuro saliendo de Apple White High School.
—Tengo la ligera sospecha de que ellos dos son novios...
—¡¿Qué?! ¡Ay, por favor! ¿Logan y Ryck? Lo dudo mucho, no son muy compatibles que digamos.
Entonces ella ya estaba al tanto de lo que pasaba; Candy ya sabía, por un demonio, lo que estaba haciendo era presión social para que lo confesaran.
—¿Y eso qué? Opuestos se atraen, recuérdalo —me dio un golpecito en la punta de la nariz.
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