Capítulo 2
Al dar la vuelta sentí cómo la bandeja de comida chocaba contra mi cuerpo, tirando toda la comida que estaba en la bandeja en mi mano derecha, mientras que la bandeja de mi mano izquierda estaba ilesa.
—Esa era tu comida, ¿no? —Marcus tomó la bandeja de mi mano izquierda y quedó justo frente a mí—. Tardaste bastante, ¿crees que tengo el tiempo o las ganas de esperarte? ¡NO! Por favor, recoge esto, yo me voy a comer con mis nuevas amigas, ellas ya ordenaron una pizza chica para las dos.
Marcus volteó a ver a Katherine y a Marie, Katherine reía por lo bajo y Marie estaba un poco preocupada pero no se acercó a ayudarme. Él solo las saludó y se retiró, dejándome en ridículo con el sushi tirado por doquier.
Y así era siempre, el mismo cuento de no acabar.
—Permíteme ayudarte, por favor, ¿estás bien? —Scott se acercó a mí, dejó su lugar de trabajo solo por venir a ayudarme, eso era algo bastante gentil de su parte—. No necesitas algo, ¿verdad? —estaba a punto de contestarle, pero...
—Él puede solo, no tienes por qué ayudarlo, empleadito —¿por qué?, Marcus volvió, nadie sabía lo que quería en ese momento; quizá molestar, él disfrutaba hacerme sufrir.
—Marcus, por favor, todo está en orden, ¿quieres de…
—Shhhh, cállate —no me dejó terminar mi frase, quería decirle que si me dejaba en paz para poder limpiar el desorden que él mismo provocó, sin embargo yo seguía de pie, estupefacto por lo que había sucedido.
—Déjalo en paz, yo le quiero ayudar, al parecer alguien lo empujó a propósito para tirarle su comida encima, déjalo tranquilo —Scott puso los ojos en blanco.
Yo estaba a punto de hablar hasta que Marcus empezó a hablar, echándome la culpa y diciendo que había tirado mi sushi a propósito para provocar un desastre o para querer llamar la atención.
Scott fue a su local por un trapeador y una escoba para limpiar el desorden que yo provoqué. ¡Lo recordé! Scott Robinson, era un año mayor, había dejado sus estudios para trabajar y ahorrar para una buena Universidad, quizá iría a Yale o Harvard, no sabía con exactitud a cuál universidad quiso asistir. Y nunca lo sabré. La pregunta era ¿por qué Scott fingió no conocer a Marcus? No sabía la respuesta y quizá nunca la sabré…
—¿Todo bien? —Katherine y Marie llegaron justo a tiempo. No nos ayudaron a Scott y a mí a limpiar el desorden, solo me miraron diciéndome con la mirada: «¿en serio causaste esto tú solito, Louis?».
Ya habíamos terminado de limpiar el desorden, le agradecí a Scott por la ayuda; Kate y Marie solo preguntaron qué sería lo siguiente que haríamos. Marcus comenzó a pensar y a pensar y a pensar y a pensar hasta que Marie sugirió algo. Marcus, Katherine, Marie y yo nos dirigimos a la mesa donde ellas ya habían terminado su pizza y Marcus decidió tirar el sushi que le quedaba, al parecer ni siquiera lo dejé terminar de comer. ¡Qué mal amigo era!; aunque claro, ¡fue su culpa!
—Tengo una idea, chicos, ¿por qué no vamos al cine? ¿Todos juntos? Tú también puedes venir con nosotros, Lou, siento que te hemos ignorado y lo siento, es que lo que Marcus estaba contando nos parecía muy interesante.
«Más interesante que mi presencia, claro, no te preocupes, Marie, eres una buena chica y lo sé, el del verdadero problema es Marcus y Kate un poco.», pensé.
—Descuida, Marie, lo entiendo a la perfección —sonreí falsamente.
—Vamos al cine, entonces, veamos qué películas hay esta semana —Marcus sacó su iPhone y googleó el cine de Itaville para ver qué películas había en función. Próxima parada: el cine de Itaville.
—¿Qué tal si vemos algo de terror, chicos, ya saben, con monstruos y todo? —propuso Katherine, a Marie y a mí nos asustaban ese tipo de películas (terror); Katherine y Marcus no tenían miedo en absoluto de cualquier película de terror, hasta les pudo parecer aburrida.
—Me gusta tu idea, Katherine, no tienen problema con eso, ¿verdad que no, chicos? ¿O sí lo hay? —Marcus nos volteó a ver sonriendo, se estaba aguantando una risa que daba miedo, parecía ser perturbadora; como de bruja.
—¿Qué dices, Kate? A mí no me asustan las películas de terror; podré dormir esta noche, si es lo que te preocupa.
—Esa es mi chica, ven, dame un abrazo, ¿qué hay de ti, Lou? No tienes problema en estar dos horas en una sala de cine con las luces apagadas y probablemente un monstruo esperando a que parpadees para comerte, ¿verdad?
—No hay problema, Kate, sí iré con ustedes al cine, no hay problema.
Eso es lo que Katherine quería escuchar, se le hizo una sonrisa malévola de oreja a oreja mientras abría sus ojos azules.
—Excelente, Lou, prepárense que nos vamos al cine. Hay una película de terror basada en un libro de Stephen King —supe de qué película hablaba; It o Eso, en español—. ¿Quieren ir a verla?
—Claro —dijimos los 3 al mismo tiempo, había leído el libro; un muy largo libro, por cierto, así que supe a lo que me enfrentaba.
—Excelente, en marcha —dijo e inmediatamente fuimos al estacionamiento al auto de Marcus, subimos; Kate en el asiento copiloto, Marie y yo en los asientos de atrás (Marie detrás de Marcus y yo atrás de Kate), llegamos al cine a comprar las entradas, elegimos los asientos juntos a mitad de la sala, la función comenzaba a las ocho con veinte minutos, eran las cuatro de la tarde apenas. Nos quedaban otras cuatro horas para que empezara la película.
—Se me antoja comprarme algo, chicas, pero no sé. ¿Creen que sea una buena idea hacerlo? —reí por lo bajo, vaya; ahora Marcus quería gastar más de lo que ya había gastado. Yo no le dije nada, hice una mueca de aprobación, Kate fue la más entusiasmada con la idea y le dijo a Marcus de inmediato que sí, Marie y yo ni siquiera tuvimos que decir que sí porque, queramos o no, teníamos que acompañarlos, era el deber del mejor amigo siempre, y nosotros éramos los mejores amigos de Marcus y Kate, así que teníamos que acompañarlos.
Pasamos por cuatro o más tiendas de ropa para adolescentes buscando algo para Marcus, para comprar muchísima ropa, tantas bolsas y bolsas de ropa que ya no podía cargar con tantas, tuvimos que ir a su auto para que dejara bolsas y bolsas.
Regresamos al centro comercial y estuvimos mucho tiempo paseando por ahí, lo suficiente para que el tiempo pasara más rápido, las horas pasaron y pasaron hasta que llegó la hora de ver la película.
Rápidamente nos colocamos en nuestros asientos; Marcus, obviamente, pasó primero, le siguieron Katherine y Marie, al final quedé yo, sentado junto a Marie.
—¡Qué aburrimiento! —casi gritó Marcus Miller—. ¿Saben qué? Ordenaré algo, ¿quieren algo, chicas? Yo invito —presionó el botón que estaba en la tabla (con portavasos) que estaba en el asiento. Llegó un joven a pedir nuestra orden. Katherine y Marie solo le pidieron palomitas de maíz y un par de gaseosas dietéticas.
No tardó nada en llegar.
—Palomitas de maíz sin mantequilla y coca cola de dieta para Kate, palomitas de maíz con mantequilla y coca cola de dieta para Marie, y para el joven Miller solo un Chocolate sin azúcar.
—No tengo mucha hambre, chicas, solo era por la ansiedad. Leí el libro, no vi la película de la década de 1990, pero siento que esta película estará mil y un veces mejor que esa versión; es que se ve muy pobre.
—Sí, le faltan efectos especiales, no es algo que tuvieran en esa época —le recordé a Marcus que estaba ahí, al parecer de había olvidado de mí, de nuevo.
—¡Exacto! Ese es mi chico, tú sí sabes de todo esto, creí que no estabas cerca, incluso creí que te habías ido a casa o algo por el estilo; ya sabes, como siempre sueles hacer —¡Marcus olvidó que estuve con ellos todo ese tiempo! ¡Ay, por Dios! ¿Qué tan cegado tenía que estar para no darme cuenta que esa amistad era 100% tóxica para mí? Al parecer mucho porque no me di cuenta en ese momento, sino mucho después.
Comenzó la película y definitivamente estaba mejor que la versión «original», los gráficos, los actores, todo estaba bien, aunque no podía gritar; sí estuve a punto de hacerlo, sin embargo, Marie no.
Se veía que la estaba pasando mal, tuve que abrazarla en varias partes porque una vez sí que gritó.
—No la abraces, que se aguante como la mujer que dice ser, los hombres no siempre tienen que ser los valientes; las mujeres también podemos ser valientes en cualquier situación de la vida real o de película —Katherine parecía no tener ningún tipo de miedo a la película—. Leí el libro y esto, en definitiva, no me asusta para nada.
—Bueno, Kate, pero Marie tal vez no leyó el libro —quise defender a Marie.
—Claro que lo leyó, lo tiene en su casa, su mamá me dijo que lo había leído completo en un par de semanas; porque es un libro sumamente largo. ¿No lo leíste?
—Claro que sí, pero ya sabes que puedo asustarme con suma facilidad, Kate —pude ver que Marie le guiñó un ojo a Kate y ella comprendió lo que pasaba.
—Juro que hace unos instantes dijiste que no sentirías miedo de la película, Marie. Te comportas como una niña chiquita.
—Oigan, no nos dejan escuchar la película a mi familia y a mí, ¿quieren callarse, por favor? —a familia que estaba en la parte de atrás estaba muy molesta y nos pidió que nos calláramos porque no los dejábamos escuchar la película; sonaba comprensible, parecía que estábamos platicando como si estuviéramos fuera del cine; en el parque Orange, en un restaurante o en una fiesta, así que lo entendía a la perfección.
—Seguro, amable caballero, ya no dirán nada —Marcus: siempre tan benevolente y amable; nos obligó a cerrar la boca poniendo su dedo índice derecho en su boca indicándonos a Kate, Marie y a mí que cerremos la boca—. De eso me encargo yo.
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