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CAP1

No entiendo porque acepte el maldito trabajo.

Pero eso significa que conseguiría algo más de dinero y a la vez implicaba que tendríamos un poco más de comida en el invierno. El inverno en si era un problema, y en la zona oscura del planeta lo era mas.

Por suerte me había tocado ser la portera de una de las residencias de los clanes refugiados, y no uno de los empleados de la cocina, que eran sustituidos constantemente porque algun miembro integrante del clan se los solía comer por equivocación.

La puerta de metal sonó con el golpe de un puño rematado por unas garras, antes de que se escuchará el grito de una voz femenina.

-¡Abre con un demonio, tengo que quitarme esta sangre de encima!

Sentada frente al escritorio, esboze una sonrisa burlona, solo una persona del clan de las panteras negras llegaba a esta ahora, y esa era Kayla la segunda al mando. Centré mi mirada en el video que trasmitia la cámara instalada en la puerta principal, y ahí estaba ella en su forma humana pasándose un mechon de cabello detrás de su oreja. Al ver que las puerta seguía cerrada volvió a gritar.

-¡Que carajos estas esperando! - Tenía la cara brillante de sudor y utilizaba su mano mugrienta para limpiar el sudor y la sangre de su frente.

Me levanté del escritorio, no había ventanas en la recidencias ya que los clanes querían manter su intimidad lejos de los extraños, cuando quité los seguros la puerta principal se abrió de golpe.

Kayla no sólo parecía que hubiera estando cazando. Tambien olía como si lo hubiera hecho.

Todos decían que kayla había nacido con buena estrella, ya que las personas a las que conocía se las ganaba rápidamente.

-Te tardaste - se quejo Kayla en medio del recibidor - Si no te considerará mi amiga ya te hubiera convertido en mi alimento

Y era algo que podía hacer facilmente, todos nosotros eramos remplazables, la única suerte que teníamos era que llevábamos la marca de luna en la mano izquierda, lo que nos diferenciaba de los rebeldes. Los rebeldes era la principal comida de los clanes ya que nuestro gobernante para mantenerlos a raya había decretado una ley que se los ofrecía como alimento.

Kayla siguió caminando con su andar arrogante dejando el recibidor manchando de sangre, la espada que tenía a su espalda se movía en sincronía con ella a cada paso que daba, cuando llegó a las escaleras que daban a las catacumbas que servían de habitaciones, se detuvo, tomo el barandal, soltó un suspiro y su espalda se tenso, era la señal de que tenía que decirme algo pero no sabía cómo hacerlo, soltó un último suspiro y sin voltear dijo.

- Akiara quiere verte - sin decir más bajo por las escaleras, aunque sabía que luego me buscaría para echarme la bronca por a ver limpiado su habitación.

Akiara era la líder, nunca hablaba con nosotros y tampoco se dajaba ver. Cuando deseaba algo siempre lo hacia por medio de Kayla.

Cuando termine de limpiar el recibidor regrese al escritorio, aun faltaban un par de horas para que mi turno acabara, trate de concentrarme en el video que trasmitia la cámara de vigilancia, pero mi mente se encontraba en otro lado pensando porque Akiara quería verme.

Cuando llegó Alex estaba tan cansada que solo quería irme a mi casa, salí sin despedirme de nadie de la recidencia y entre en los túneles del subterráneo, era la forma más segura de llegar, la mayoría de los miembros de las recidencias preferían salir de casería en la noche, algunos de los trabajadores decían que lo hacían porque se divertían más, ya que podían ser todo lo crueles que quisieran.

Al caminar por los túneles solo se podía observa lo que quedaba de lo que alguna vez fue este planeta, aun recordaba cuando venía a este lugar cuando era una niña, miles de personas esperando en las plataformas los trenes, niños corriendo tratando de escapar de una travesura.

Mi casa al igual que todas las demás que pertenecían a la zona oscura, se encontraban apunto de caer. Nuestro gobernante que siempre se jactaba de ser muy generoso decia que este era el mejor lugar para nosotros, los animales sin educación.

Al llegar a la entrada mi padre se encontraba en su silla de ruedas gritando cosas sin sentido, cuando la guerra estalló todos los hombres en condiciones de pelear fueron llamados, los que lograron regresar nunca volvieron a ser los mismos, mi madre solía decir que mi padre se había vuelto loco por todo lo que tuvo que ver y hacer en el campo de batalla.

Al entrar fui directamente a mi habitación, esta noche no tenía intención de involucrarme en ninguna pela, después de todo siempre sucedía lo mismo, mi madre rogando a mis hermanas que se pusieran hacer algo ya que el dinero que yo conseguía no ajustaba y mis hermanos de 5 años contando los días antes que los soldados vengan por ellos para llevarlos a los cuarteles, donde serian entrenados y se decidiría su futuro.

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