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Capítulo 2

Amane-kun.

Capítulo 2: ¡Regresemos juntos!

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Recivir un castigo de aproximadamente dos horas en la biblioteca por culpa de alguien ajeno no fue para nada divertido. Afortunadamente las cosas no habían ido muy lejos, el profesor decidió no llegar a más grandes —el director, jefe de estudios, etc— y enviar a Amane a realizar una minuciosa y exaustiva organización de los libros de la estantería de historia por orden alfabético. La difícil tarea no había tomado menos que dos horas, dos malditas horas en las que estuvo en un punto fijo y vulnerable para que todo aquel que quisiera encontrarlo lo hiciera. Debido a la tal Celeste, esa niña pelirrosa que disfrutaba molestarlo, el castaño vio quebrarse todos sus planes; él que había decidido asistir únicamente a esa clase y luego esconderse por algún lado, hasta tuvo que pasar el almuerzo colocando libros en los estantes correspondientes.

Pero la cosa no había terminado allí, porque la muy... alegre chica se atrevió a dar la cara por los alrededores únicamente para animarlo, ni siquiera movió un dedo para ayudarlo, cuando ambos sabían, que muy en el fondo, ella tenía la culpa. Literalmente, lo único que hizo fue sentarse en una silla, sacar su bentou y disfrutar de él mientras divisaba divertida como Amane se encargaba de todo el trabajo duro; de vez en cuando alzaba una de sus manos y gritaba con todas sus fuerzas palabras de aliento, pero ninguna estuvo acompañda de alguna acción. Parecía que se burlaba de él. En más de una ocasión existieron los choques que llevaron a conversaciones absurdas, porque a la Nijino no había quien le ganara, siempre le daba la vuelta a la situación.

Gracias a dios el castigo terminó y de este modo el protagonista pudo volver a su curso del día normal, perderse entre las multitudes y no charlar con nadie.

La última campana había sonado y se sintió como un milagro para todos los estudiantes, siempre era un día agotador en el colegio. Pronto el bullicio se fue haciendo cada vez más potente en los pasillos, puesto que estaban llenos de chicos que no podían aguardar para irse a casa, algunas clases incluso ni dejaron al profesor terminar de hablar. Se formaron grupos para caminar juntos, algunos se contaron como había sido su día y otros simplemente buscaron a su pareja para regresar de la mano.

Yugi Amane, ajeno a toda esta situación desmesurada, se mantenía escondido en uno de los viejos salones de limpieza, esperando al último segundo, cuando ya nadie pudiera irritar su tranquilidad ni acosarlo. Se había convertido en rutina la cobarde idea de que así podría escapar de sus maltratadores. Como es obvio, pasó bastante tiempo, no todos se iban de inmediato. Cuando creyó que ya era el momento ideal, salió de su guarida secreta y se aproximó a los casilleros dónde guardaba sus zapatos, aún con la puerta abierta, se quitó los que traía puestos y lanzó los que debía colocarse al suelo, para hacerlo en cualquier momento.

Con desdén y un poco de cansancio, lanzó la puerta contra su casillero provocando un gran extruendo.

—¡Hola, Amane-kun! —exclamó una voz a su lado; y aunque había sido familiar, la repentina apareción de la chica lo hizo pegar un brinco en el lugar y llevar una mano a su agitado pecho por culpa del susto. Celeste se había ocultado detrás del metal de aquella puerta, sin decir una palabra.

—¿Qué haces aquí? —inquiró, un poco más recuperado, pero aún con la respiración agitada. Se giró a encararla, esperando una respuesta.

La pelirrosa sonreía despreocupada, arrecostada a la fila de casilleros, con su bolso entre sus manos y las mejillas levemente sonrojadas. Si que era muy hermosa, y la magestuosa combinación de colores naranjas y rojos del atardecer le pintaban de maravilla, hacían juego con sus ojos. Amane notó que se había colocado un brillo labial muy simple, algo que no estaba allí en la mañana.

—Te estaba esperando —contestó, acercándose peligrosamente a él, consiguiendo que el chico, completamente intimidado, retrocediera por instinto.

Un pie mal metido, unos zapatos en el lugar menos indicado y una elevación del piso provocaron que, en plena huida de aquellas joyas doradas que lo examinaban, el varón terminara tropezando y cayendo al suelo sentado. Unas estrepitosas carcajadas hicieron eco entre las paredes vacías del lugar, y fueron estas mismas las que lo hicieron entrar en razón y percatarse de que se había caído.

Celeste dejó caer su bolso a un lado, acomodó su falda y se agachó frente a él, sin dejar de reír.

—¡Eres tan lindo! —exclamó, atreviéndose a tomar las mejillas de Amane entre sus dedos para apretarlas, jalarlas y jugar con ellas.

—¿Disfrutas apenándome? —preguntó como pudo el protagonista, sin oponerse de forma física a tal humillación, en cambio, a cada segundo que pasada, su cara se iba tornando de una increíble paleta roja, como si la sangre se le hubiera subido a la cabeza.

—Disfruto mucho verte sonrojado, pones expresiones muy tiernas. Solo quiero ser tu amiga —confesó, deteniendo todas sus acciones, pero sin moverse del lugar. Apoyó sus codos en sus muslos y colocó su cara entre sus manos, para sonreírle sincera, con la más bella y pura de todas las sonrisas—. Hey, Amane-kun, ¡regresemos juntos!

No entendía de dónde había salido el repentino interés de la fémina hacia él. Estaban a medio curso y nunca antes la vio, y si lo hizo la pasó por alto y olvidó su rostro; aunque una parte de él se sentía halagda por recibir tanta atención de una chica, la otra le gritaba de todas las formas posibles que ahí había peligro. Amane no era un chico normal, estaba siendo intimidado, y cualquiera que se acercara demasiado podría terminar igual o peor, era evidente que Celeste no quería quedarse solo en "compañeros de clases", se aproximaba lentamente y sin dudas hacía él.

Nunca había regresado con nadie, jamás trazó su camino con alguien a su lado, no se podía culparlo por sonreírle de vuelta,  contento de que hubiera una persona que quisiera realizar tal viaje a su lado, por muy simple que fuera. Aún había muchas cosas que no encajaban ahí, y tenía demasiadas preguntas con respecto a lo que estaba sucediendo, pero por ahora, Celeste seguiría siendo un misterio si eso le permitía experimentar lo que otros llamaban "tener un amigo".

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Palabras del autor:

Bueno, aquí traigo el segundo capítulo. Espero que les haya gustado.

Celeste es un personaje muy descenvelto y parece que tiene clara sus metas, pero aún así. ¿Que pasará? :D

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.

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