36
SCOTT
Sacudo la cabeza mientras mis alas se abren y golpean la estructura de metal sobre mí.
—¡Calev! —Escucho el grito de Prince provenir desde lo alto.
—¡La tiene!, ¡quiere matarla! —La voz de River se une.
—No pasará. No si nosotros lo asesinamos primero.
Empiezo a correr y salto. Mi cuerpo golpea los graderíos con fuerza suficiente para atravesarlos.
Tambaleante me elevo hasta lo alto del oscuro cielo, mirando de reojo la forma en la que esos seres celestiales de los que antes formaba parte, se abalanzan sobre Samael. Y alrededor de todos ellos, las grietas del suelo se abren incluso más, escupiendo ya no solo magma hirviendo, sino también sombras tenebrosas.
El infierno está aquí, y no hay nada que pueda hacer más que ir en busca de un nuevo recipiente para Raisa.
Mientras planeo, contemplo el collar que empieza a palpitar con menos fuerza cada vez.
Mis ojos se nublan durante breves instantes, hay oscuridad momentánea, y cuando vuelvo en sí, me sorprendo cayendo en picada.
Encuentra un nuevo recipiente, el recuerdo de la voz de Neron se reproduce en mi memoria.
Caigo sobre el asfalto, originando un cráter más profundo de lo normal.
Empiezo a levantarme cuando unas luces me alumbran, luego estalla un claxon, y de repente el camión se desvía para evitar pasar sobre mí, chocando contra un gran muro. El concreto se desprende, cayendo sobre la carrocería, incluso un letrero inmenso termina aplastándolo casi por completo. Probablemente el conductor esté muerto ahora. Pero es posible que más personas lo estén una vez que la oscuridad ascienda por completo.
Los rayos de luz en el cielo se manifiestan sin pausa alguna, cayendo en diferentes lugares de la ciudad, señal de que más ángeles empiezan a bajar, de que la inesperada guerra entre cielo e infierno, en la tierra, se acaba de dar comienzo.
Quizá luego tenga tiempo para lamentarme por el sufrimiento que aguarda por los humanos, pero por el momento, tan solo debo concentrarme en Raisa.
A mis oídos llegan las sirenas que se avecinan desde el final de la calle. Es una ambulancia.
Tengo una idea.
Tomo impulso y salto, cayendo sobre el techo un momento después. Arranco una de las puertas traseras con facilidad, pero tan solo recibo el grito histérico de una paramédica.
Creí que podría encontrar una persona herida de gravedad o algo semejante, pero no hay ningún paciente.
Maldita sea.
El collar palpita con menos energía, por lo cual un segundo me basta para perder la fuerza y soltarme de la ambulancia cuando esta frena de lleno, impulsándome cerca de un grupo de personas que, al verme, gritan despavoridas:
—¡Un demonio!
Ahora me queda bastante claro. Antes no podían verme cuando tenía mis alas extendidas porque era un ángel y esas eran las reglas, sin embargo ahora... Si debo aceptar lo que ahora soy con tal de salvarla, lo haré. Estaré dispuesto a lo que sea, incluso aceptar que ella hizo de mí lo que más detesté en toda mi vil existencia.
Clavo las garras en el suelo, y como sea me pongo de pie. Doblo las rodillas y salto, hasta alcanzar lo más alto de un edificio que tengo en frente de mí.
A mi izquierda todavía puedo contemplar el resplandor de la puerta hacia el infierno. El caos se aproxima, propagándose como un virus lóbrego que arrastra consigo los peores miedos, encerrando dentro de sí a las más temibles criaturas del abismo. Por otro lado, a mi derecha se encuentra el resto del mundo, en calma, preparándose para ir a dormir sin saber que más tarde despertarán dentro de una espantosa pesadilla.
—Disfruta el fin de los tiempos, Scottie.
Vuelvo a centrarme.
Estoy a punto de bajar y arrebatarle la vida a alguno de los del grupo para entonces ofrecerle el cuerpo a Raisa para que lo use como su nueva fuente, no obstante, un poco más allá, entre el final de la paz y el comienzo del caos, la palabra Hospital resplandece en un enorme letrero blanco.
Pase lo que pase, no puedo dejar que Calev se salga con la suya.
Ella vivirá. Raisa definitivamente vivirá.
Salto hacia el cielo una vez más, extiendo mis alas, y tan rápido como puedo me dirijo en dirección al gran edificio.
Puesto que no consigo detenerme a tiempo, atravieso una ventana y me deslizo por el pasillo, con mis alas arrancando muros y mis pies descalzos enterrándose en el suelo.
Las luces sobre mí palpitan.
Una niña blanquísima, sumamente delgada, con ojeras rojas bajo sus ojos azules, de cabello castaño tan largo que casi roza el suelo y aproximadamente 7 años, me mira mientras aprieta un conejo de peluche contra su pecho. ¿Acaso no echará a correr como lo han hecho todos los demás?
La ignoro y avanzo a través del pasillo, con cada quien mirándome y gritando de horror.
Hay muchos otros niños que huyen para ocultarse detrás de columnas o bajo las camillas, así como también colores deslumbrantes por doquier que agreden mis ojos.
Desde el pasillo miro en cada habitación, hasta que la sala Pediatría aparece en frente de mí.
No lo pienso dos veces y entro, pero todas las cunas están vacías, a excepción de una en particular conectada a un sinnúmero de aparatos que, al parecer, permiten que la criatura en su interior apenas permanezca con vida.
Me acerco, pero de pronto recibo un golpe insignificante en la cabeza. Volteo y encuentro a un hombre que me apunta con una bandeja de aluminio. Se cree capaz de enfrentarme, pero respira pavor a través de cada uno de sus poros. Desgraciadamente, puedo olerlo. Y eso es algo que nunca antes pude hacer.
Lo tomo por la camiseta, y con absurda facilidad lo despego del suelo.
—¡Deja a mi hija, monstruo! —Tiembla cuando intenta golpearme por segunda vez.
—Sí, Scottie, ¿qué estás haciendo? ¿Acaso no eras un ángel bueno?
—¿Ya lo olvidaste? Un ángel bueno. Eso... Nunca lo fui. —Empujo al sujeto que se golpea contra la pared, dejándolo inconsciente.
Las luces del hospital se apagan, las máquinas repiquetean y la criatura en su interior se remueve ansiosa.
La oscuridad se acerca.
Contemplo la máquina que dibuja los latidos inestables del bebé.
Las piernas me tiemblan, enviándome al suelo de rodillas.
Rápidamente recurro a sacarme el collar, con mis torpes y pesados dedos desenredándolo de mi cuello.
—No dejaré que mantengas a Raisa con vida. —Un segundo de poder sobre mí le resulta suficiente para arrojar el collar fuera de la habitación.
Un arrebato de furia me invade. Ya no queda más tiempo.
No puedo levantarme, mis piernas no reaccionan y siento que empiezo a desvariar.
Las luces se apagan.
Del techo proviene un gran estruendo. Los quejidos de muerte y agravio también llegan desde arriba, o del pasillo, no lo sé con exactitud.
Hay silencio momentáneo, luego gritos que resuenan como ecos y risas guturales que parecen disfrutarlo. Los sonidos son distorsionados.
Es el infierno.
Ellos, están aquí.
Caigo sobre los brazos, pero no puedo darme por vencido.
Un recuerdo de Raisa aparece en mi memoria, seguido por muchos otros. Qué ironía siento por afligirme al recordar los momentos felices.
Me arrastro un poco. Mi cuerpo pesa el doble, y de pronto unos pasos retumban en mis oídos.
Intento prestar atención a lo que verdaderamente importa.
Respiro profundo, mientras avanzo un poco más hacia el collar.
A tientas, busco cualquier objeto del cual encontrar apoyo para seguir. Y una vez más, pierdo el sentido de la audición.
Mis brazos tiemblan.
Entonces mis dedos encuentran algo, pero es muy suave y resplandece un poco, alumbrándome tenuemente de un blanco azulado.
Me permito examinarla al mirar más allá del suelo que yace debajo de mí, descubriendo que lo que acabo de tomar, es en realidad el tobillo desnudo de un ser diminuto, muy delgado, agonizante y empapado de sangre.
Es la niña que vi minutos atrás en el pasillo. Y debió recibir alguna clase de herida que todavía la hace sangrar, pues el líquido vital se desliza a través de sus piernas, por lo cual, ha dejado un camino de huellas de sangre sobre el suelo de baldosas blancas. Además, contrario a la última vez que los vi, sus ojos están llenos por algo que me resulta muy familiar.
—¿Eres tú mi ángel o mi demonio? —La niña, todavía con el conejo de peluche colgado de una oreja, me sonríe con cierta ternura que soy capaz de reconocer.
¿Es ella?
Definitivamente tiene el collar en su otra mano, con la que también eleva mi rostro un poco más, dejándome de rodillas hasta que sus ojos azules encuentran los míos.
Su boca se abre, dice algo, pero no puedo oírla. Un pitido estalla en mis oídos. Empieza a fastidiarme no poder escuchar cada cierto tiempo.
Cierro los ojos para poder concentrarme en sus palabras. Mis brazos caen a cada lado de mi cuerpo como inanimados. El sonido viene y va. También existe una sensación amena de sus fríos y pequeños labios contra mi mejilla durante varios segundos. Y el solo gesto me recarga de energía. La fuerza y mis sentidos, todo ha vuelto a mí.
—Estás de regreso. —La escucho susurrar.
Despego los párpados para verla de mejor manera.
—¿Raisa? —pregunto.
Ella me está sonriendo.
—Scott, mi ángel inútil. Pero mira en qué nos hemos convertido al final.
No sé si sonrío, o si en realidad estoy llorando. De cualquier modo, lo único que puedo hacer conscientemente es abrazarla con fuerza. Y no me importa que físicamente luzca diferente. Ella, al final, sigue siendo Raisa.
—Juro que a partir de ahora pelearé por ti, te protegeré sobre mi propia vida. Cada partícula de mí te pertenece, y prevaleceré a tu lado por voluntad propia. Y no espero que me aceptes por lo que ahora soy...
—Mi ángel oscuro —interviene—. No puedes alejarte.
Su pequeña mano acaricia mis cabellos, aliviando mi peor temor: que me rechazara por lo que le hice con mis propias manos. Todavía tiemblo de tan solo pensar que por mi culpa estuvo a punto de morir.
—Tu demonio custodio —esclarezco—. A tu lado persistiré, incluso en el fin de los tiempos.
Continuará...
Mis disculpas por haber borrado el capítulo y subirlo tan tarde...
Dado a que antes quedó un poco-bastante inconcluso, cambié el final. Ya sé, algunas tal vez se preguntarán qué pasó con Drac, Samael, los pinchis ángeles y su madre que los trajo al mundo... XD Sí, sí, por eso puse el: "continuará". Para que se sepa luego de hacerlas sufrir un poco ja, ja (saben que es con cariño) :c
De todas formas...
SÍ HABRÁ CONTINUACIÓN.
¿Para cuándo?
ESO TODAVÍA NO LO SÉ xd
Como sea... Cuando tenga noticias con respecto a la segunda parte, lo haré saber de inmediato en mis redes sociales.
Hasta mientras podemos ayudar a que esta parte crezca, ya saben, compartan y todo eso ;}
Las quierou ❤️
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