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Epílogo

6 años después

Este trabajo me va a sacar canas verdes, pero siempre me repito:

Este es tu último semestre de universidad, Génesis.

Amas tu carrera, amas tu carrera.

Respira. Inhala amor, exhala paz.

La voz de Josué me saca de mi estrés.

—¡Tía! mida, tengo un nevo juguete—Josué tiene tres añitos, por eso su habla no está tan desarrollada. Lo tomo entre mis brazos y le doy un beso en la mejilla izquierda.

—Tu papá no se pudo resistir ¿eh?—el mencionado aparece en la puerta de la sala. 

—¿cómo me puedo resistir a mi hijo? mira esos ojos verdes parecidos a los míos—Abiel con el pasar de los años, tomó una pequeña actitud arrogante. Lo admiro, un luchador del cáncer. Lo venció y he aquí con esta ternurita, no por nada su apellido es Guerrero. 

—Le dije que no le comprara ese juguete, lo va a malcriar—Isabella aparece en todo su esplendor; nótese el sarcasmo.

—En eso estoy de acuerdo. Abiel no le puedes dar todo lo que pida—el susodicho voltea sus ojos antes de tomar a su hijo en sus brazos.

—Vámonos Josué, mamá y tía no te quieren consentir como yo—Josué hace un tierno puchero antes de vernos a ambas.

—mamá y tía, malas.

—¿ves? ya empezó. Abiel en la casa tomaré medidas ante esto.

—Te amo—Abiel deposito un beso en las comisuras de Isabella.

—Ahora no me amarás tanto con el regaño que te daré—fue imposible aguantar la risa, así que las carcajadas salieron sin control.

—Bien, largo largo, necesito terminar una tarea y tú no ayudas—dichas esas palabras se retiró. 

—Veo que ya estás a punto de terminar el trabajo—asiento levemente ante las palabras de Isabella. 

—Sí, entrego esto y ya, me libro de todo lo que tenga como nombre: Universidad—su vista pasó por toda mi habitación hasta detenerse en mi mesita de noche, específicamente en un retrato de David y yo. 

—Todavía te hace falta ¿no?

—Duele como si hubiera sido ayer—Isabella posó sus manos en mis hombros. 

—Sé que no fue fácil, pero hermana... eso pasó hace seis años. No debes estancarte en el pasado. Te estás cerrando al mundo; no sales con chicos. En todos los años de universidad sólo estuviste saliendo unas semanas con alguien. 

—Ya sé, pero todos en la Universidad son unos patanes, Isabella. No he hallado al indicado—sus brazos me envolvieron en un cálido abrazo. 

—Si te sirve de ayuda, conozco a alguien de mi facultad que sé que te gustará. Cristiano, guapo, muy inteligente, fue el mejor de la clase. Considéralo. 

—Esta bien... trataré—una sonrisa de oreja a oreja apareció en su rostro. 

—Así me gusta—la voz de Abiel se escuchó desde la planta baja. 

—¡chicas, Josué se quiere quedar con tía!—suspiré profundamente. 

—¡deja que termine mi trabajo y en un rato bajo y me lo quedo!—grité. 

—Bien, pero rápido, porque le di chocolate y anda alborotado—Isabella rodó sus ojos.

—¡qué te dije de darle dulces al niño!—sus ojos encontraron los míos—ahora vuelvo—salió de la habitación y corrió escaleras abajo. Divertida fui y terminé mi trabajo. 

—Listo, lo logré. Ya envié el trabajo—informé a los chicos. 

—Sabía que podías terminarlo hoy—me alienta Isabella. 

—Okey, te dejo el niño. Ya sabes qué hacer—ruedo los ojos ante lo que me dice Abiel. 

—Un "felicidades Génesis, lograste terminar el trabajo que tanto te costó" no hubiera estado mal, Abiel.

—Si, si, si, sí. Ahora ten la pañalera, te deseo suerte con mi bebé.

—También te quiero—dije sarcásticamente. 

—Bien, adiós—los dos se despiden y me dejan sola con Josué. 

—Tía, quelo oleo.

No, Josué, no puedes comer oreo. Además yo no tengo oreo. 

—Okeyyy—dijo tiernamente, alargando la "y"

—Vamos, ayuda a tía a arreglar su cuarto—lo tomé de la manita y lo dirigí a mi habitación—Puedes ayudarme a recoger esos papeles que están en el suelo. 

ta' bien, tía—estaba doblando una ropa cuando, me doy cuenta de que Josué tiene rato que no habla. Así que me volteo y lo que encuentro me deja boquiabierta. 

—¿qué haces con esa caja?

Quelía vel—me extiende una hoja que había encontrado en la caja que tenía guardada, la cual contiene cosas de David.

—Josué, no debes revisar cosas, si no te piden que lo hagas, ¿entendido?—él asiente. 

—Sí, tía—veo la hoja que me dio Josué, y mi ceño se frunce al notar que era una hoja que nunca había visto. Sólo decía: ve, la cámara—luna—la voz de Josué me saca de mi trance. 

—¿qué dijiste?

—luna, tía, luna—me señala a mí y a la caja. Extrañada tomo la caja y saco la cámara que era de David, la cual le regalé el día de su cumpleaños. Puse a cargar la cámara y la prendí. Comencé a ver las fotos y lágrimas salían descontroladamente al recordar todo aquello que viví con David. Me detuve en un video que llamó mi atención, era del mismo día en que le dispararon. Lo coloqué y pude ver que era de David, hablando. 

Bien, seré breve. Mi Damisela cachetona, grabo este video porque presiento que algo me ocurrirá, no lo sé es una sensación extraña que he tenido desde hace algunos días y que no me deja dormir. No sé si fue algo de Dios, pero sentía en mi Espíritu que te grabara este video. Te amo, no tienes idea de cuánto, y si algo me llegara a ocurrir, te pido por favor que sigas adelante y que no llores mi pérdida, porque no quiero ser el culpable de que no avances en el amor. Si no soy yo, no importa, estaré sumamente feliz de que hayas hecho tu vida y encontraras a alguien que te amara y respetara y que te tratara como mereces. Si llego a irme antes de tiempo, me iré recordando que fuiste lo mejor en mi vida. Sólo tres cosas estarán en mi mente, hasta mi último suspiro: Seguir a Cristo, ha sido la mejor decisión que pude tomar en mi vida. Mi familia han sido lo mejor que me pudo pasar. Y mi Luna es lo mejor que pude hallar. Que amo a Cristo, amo a mi familia, y amo a la luna más hermosa de todas. Avanza, si no lo haces por ti, hazlo por mí. Con amor, tu Señor Romántico.

Para cuando termina el video, yo ya soy todo sollozos. La manita de Josué, se posa en la mía tratando de tranquilizarme. 

—Tía, eles luna.

—Sí, Josué, y-yo s-soy Luna—sus bracitos, me rodean, en un tierno abrazo.

—tío te amaba—otro sollozo salió de mis labios. 

—Sí.

eles, la luna más helmosa de todas—este niño no tiene consideración, sus palabras hacen que llore aún más. 

Este video me confirmó algo. Debo seguir adelante, no estancarme en el amor. David fue algo hermoso en mi vida que atesoraré siempre, pero no puedo quedarme en el pasado. Así que tomo mi teléfono y marco el número de Isabella. 

—¿aló? hermana ¿sucedió algo con Josué?

—No, tranquila, Josué está de maravilla. Quería saber ¿cuándo me puedes armar una cita con ese chico del que me hablaste?

Así lo haré David, por ti y por mí... avanzaré. 

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Al fin, escribí el Epílogo. Disculpen la tardanza, no había escrito el Epílogo por falta de inspiración. Ocurrieron muchas cosas que no me dejaban escribir Amando la luna. Pero aquí está. Espero que les haya gustado. 

No tengo mucho por decir... sólo gracias por todo, por darle una oportunidad al libro, a pesar de no ser un gran libro. 

Sin más qué decir, me despido, fue increíble esta experiencia de Amando la luna. Adiós nos leemos pronto. 

Pido que porfa lean mis otros libros: TEMPOS (LIBRO #1) y PROPÓSITO. 

Bien, ahora sí, bye ;)



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