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Capítulo 6

¿Saben esas veces en las que están en un sitio nuevo y todo el mundo te examina?

Bueno así es como me sentía. Todos tenían los ojos en mi, típico de chicas mirarse unas a otras para ver si tiene clase o no.

Voy entrando al establecimiento. No, no es la universidad. Si aquí es así, no me quiero imaginar cómo es allá.

Es un curso pre-universitario, así que prácticamente estoy en ella. Trago duro por los nervios.

Mis manos sudan, mi corazón palpita sin parar, me falta la respiración, ya que, cuando estoy nerviosa, la Sinusitis se activa dificultando mi respiración.

Pego un brinco por el susto que me dio escuchar el teléfono. Y aún más me asusto cuando veo que es Abiel.

Abiel Guerreo: no estés nerviosa, esto no es tan malo

¿Cómo sabe todo lo que hago y dónde lo hago?

Yo: deberías estar haciendo cosas más importantes que acosarme

Abiel Guerrero: yo no te estoy acosando

Yo: si, Luis.

Abiel Guerrero: yo no me llamo Luis, me llamo Abiel

Yo: ¿Eres malo con los sarcasmos verdad?

Abiel Guerrero: y tú eres mala con las indirectas

Yo: ¿indirectas? Pfff por favor, soy una experta en eso

Abiel Guerrero: ¿ah sí? ¿Cómo es que te doy tantas pistas y todavía no sabes de dónde soy?

Empiezo a ver por todos lados para comprobar que esté aquí, pero no logro encontrar nada, al menos que su foto de perfil no sea de él.

Yo: ¿pistas? Eso es lo menos que me das

Abiel Guerrero: entonces estas ciega, sorda y muda como Shakira

Yo: ¿qué? Ya me estás molestando con tus misterios, pero no voy a descansar hasta descubrirlos

Abiel Guerrero: se que lo harás Génesis Alejandra

Activen los emojis de expresión sorprendida, porque mi segundo nombre casi nadie lo sabe y no está en las redes sociales.

Yo: ¿cómo te sabes mi segundo nombre?

Abiel Guerrero: eso es un secreto, que tampoco te contaré.

Yo: ¿ves que si me acosas? Dices que no, pero te sabes hasta mi segundo nombre, cosa que sólo saben los más allegados a mi

Abiel Guerrero: ten cuidado en quien confías, no todos están a tu alrededor porque te quieren

Yo: ¿cómo sabes eso?

Abiel Guerrero: sólo lo sé, Génesis.

Él manda otro mensaje después de ese.

Abiel Guerrero: por cierto, en la cafetería venden unas donas de arequipe y un chocolate caliente increíbles

Literalmente me paralicé, esas son mis dos cosas favoritas, ¿cómo lo sabe?

¿Ya ha estado aquí?

¿Está aquí?

Me dirijo hacia la cafetería y compruebo que venden esas dos delicias. Y le escribo.

Yo: ya me estás asustando, no sigas con éste juego por favor

Abiel Guerrero: yo no estoy jugando, esto es muy enserio, tranquila pronto resolverás los misterios, siempre lo haces

Yo: ¿cómo que siempre? ¿No me digas que te conozco de antes?

Cuando reviso de nuevo, se desconectó.

Otra vez, qué cobarde. Me acosa, pero no es capaz de hacer frente.

Una voz llega a mis oídos, una voz que conozco perfectamente.

Steve

¿Qué hace aquí?

—hey Génesis, no esperaba encontrarte aquí—créanme que estoy feliz porque ya mi corazón al escuchar su voz, no se vuelve loco, y eso me tranquiliza.

—hey, yo tampoco a ti, ¿qué haces en éste lugar? creí que ya estabas en la universidad—

—claro que estoy en la universidad, es que vine a acompañar en su primer día de curso a Daniela—Daniela, me molesta ya, hasta escuchar su nombre, ella sabía que a mí me gustaba Steve y no le importó, llegó con sus hermosos ojos verdes, su cabello negro y su gran cuerpo, y ya Steve estaba cayendo a sus pies, ¿por qué tiene que ser tan bella?

—¡oh! Ya entendí—cuando termino la frase ella se va acercando, tiene un jean corte alto, una blusa blanca con un estampado de flores y un maquillaje perfecto, eso hizo darme cuenta de que yo no estaba vestida adecuadamente, tenía unos pantalones color beige, una camisa larga (blusón) anaranjada que me llegaba a las rodillas, sólo tenía polvo compacto en mi rostro y mi cabello amaneció rebelde.

—¡hola Génesis!—hasta su voz es dulce y hermosa, ¡que odioso!

—hola Daniela—digo con disgusto, pero ella no parece notarlo, y si lo nota lo ignora.

—¿en qué área te inscribiste?—

—medicina y ¿tú?—

—humanidades—

-uhmmm, interesante- Steve pone su brazo alrededor del hombro de Daniela y habla.

—sí, ella quiere ser psicóloga, y creo que será una de las mejores—

Una voz extraña se escucha detrás de mi, y la persona también pone su brazo alrededor de mi hombro.

—¿sí? Génesis también será una de las mejores doctoras, la mejor neuróloga pediatra no del país, ¡sino del mundo!—ningún emoji ni ninguna imagen describiría mi expresión, no sólo con las palabras dichas, sino con la persona que las dijo.

Abiel

Cuando volteo a enfrentarlo, sus ojos verdes estaban profundizando mis ojos cafes. Cuando lo examino, un recuerdo llega a mí.

—¡no lo lograras pulga!—dice el niño que está jugando conmigo en el parque, mientras trato de subirme a un árbol.

Le saco la lengua.

—¡claro que si! ¡Y no me llames pulga, que me acabas de conocer!—me subo a una rama y entonces me resbalo.

—¡pulga!—el niño sale corriendo y antes de que toque el piso, me atrapa.

—¡gracias!—dije aliviada.

—nos acabamos de conocer, pero si te vuelvo a encontrar algún día y estás a punto de caer, siempre te atraparé, y si no estoy para atraparte voy a estar para levantarte—

—¿siempre?—

—siempre—

Una sonrisa aparece en mi rostro al recordarlo, era el niño héroe, y una vez más estaba para ayudarme.

Sus ojos recaen sobre mi y abre su boca para decir algo.

—te dije que siempre iba a estar—me guiña el ojo.

—¿siempre?—le digo para incitarlo a que recuerde.

—siempre, pulga—mi corazón se detuvo, era él, el niño héroe, ¡después de tanto tiempo! Sólo nos vimos dos veces cuando éramos pequeños, yo tenía siete años y él diez.

Nos quedamos viendo el uno al otro con los recuerdos sumergiéndonos. Hasta que Steve habla.

—¿pulga? ¿Enserio?—echa una carcajada—que lindo sobrenombre para alguien que quieres mucho—Steve mira a Daniela—vamos mi amor, llegarás tarde a clase—

Y con eso se alejan, menos mal porque ya tuve mucho de ellos dos.

Mis ojos recaen en los de Abiel.

—¡niño héroe!—

—¡pulga! Jamás pensé que te acordaras—sus ojos brillan más de lo normal por las lágrimas que empiezan a formarse en sus ojos.

—los recuerdos me invadieron, tus ojos verdes profundos nadie más los tiene—a mi también se me forman lágrimas que nublan mi vista—una vez más estuviste para rescatarme—

—ya no eres aquella niña de siete años que conocí en el parque—

—y tú ya no eres aquel niño de diez años—oh, claro que ya no lo era, ¡ya era todo un hombre! Sus ojos verdes siguen siendo los mismos, pero sus facciones ya son de un hombre, su rostro está cubierto de una barba y su cabello, su cabello cobre me hipnotizó.

—increíble que ya hayan pasado diez años, te ganaste mi corazón pulga, desde esa vez lo que hice fue buscarte por todas partes, y cuando te encontré créeme que lloré—

Una lágrima escapa de mis ojos y corre por mi mejilla, no entiendo por qué tanta nostalgia si sólo fueron dos veces las que nos vimos de pequeños, pero él me salvó la vida, volverlo a ver me alegra el corazón.

—¿tanto por mí?—

—haría hasta más, porque aquella niña de siete años en ese parque, fue más allá de eso, no tienes idea de lo que has hecho en mi—

—¿qué hice en ti?—

—me cambiaste, me cambiaste demasiado, no soy el mismo desde ese encuentro—

—¿qué hice para cambiarte? Sólo fui una niña de siete años que se subió a un árbol y se cayó—

—y yo sólo fui aquel que te atrapó—

—¡eres tan confuso! ¿En qué te cambié?—él iba a contestar a mi pregunta pero lo interrumpió la voz del director.

—¡medicina! ¡Suban al segundo piso!—

Eso me frustró

—tranquila, te espero aquí en la cafetería, disfruta de tu clase—Abiel me toma de la mano y me dice con tanta tranquilidad, así que me tuve que ir, quería hacerle mil preguntas pero no pude.

¿Por qué es tan lindo conmigo?

¿Qué hace aquí?

¿En qué lo cambié?

¿Por qué hizo tanto por encontrarme?

Ésta última pregunta me recordó a David, pero Abiel hizo mucho más que David, se ganó también mi corazón, pero no de la manera en la que se lo ganó David, no sé que tiene él para volverme loca cada vez que lo veo, me hizo sentir diferente desde el primer día, eso nunca me había pasado.

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