Capítulo 33
—entonces... Abiel y tú...—no podía creer lo que Isabella me estaba contando.
—sí, dijo que necesitaba espacio, que no podía tener una relación hasta que esté seguro de que va a vivir largo tiempo—Isabella me explicaba lo sucedido entre Abiel y ella, con lágrimas que corrían por sus mejillas.
me acerqué a abrazarla y comencé a acariciar su cabello castaño ondulado.
—escucha, hermana, algo que me dijo Abiel hace mucho es que lo que menos quería era arrastrar a más personas a su dolor, y se arriesgó contigo, involucrándote más. Por lo que yo veo lo que él quiere es que sufras un pequeño dolor de alejamiento por su parte, que un gran dolor con su partida de este mundo—solloza en mi regazo.
—pero... si llega a partir de este mundo sin que yo le pueda decir un último 'te amo' me va a doler mucho más. Sí no es fácil estar con un chico que probablemente va a morir en meses, semanas o días, pero yo lo amo y no me importa nada más, porque lo amo a él, no al cáncer, doy todo de mí para él como si no lo tuviera—
—¿y ya se lo dijiste?—negó con la cabeza.—hermana se lo tienes que decir... quizás hablando se puedan arreglar las cosas—traté de animarla un poco. La verdad esta situación no es fácil para ella y yo no sé cómo tratar de ayudarla, pero doy mi mayor esfuerzo.
—ya lo traté pero sigue con esa idea en la cabeza de que no podemos estar juntos por su cáncer—levanta su rostro para encararme y saca un papelito que tenía guardado en su bolsillo.—Abiel escribió de lo nuestro en un poema—de repente en un arrebato empezó a romper el papel en pedazos hasta llegar a cientos de cuadritos.
—¿por qué lo rompiste?—pregunté atónita ante su arrebato.
—porque sé que en algún momento se va a escribir en mi vida otra historia, una diferente y llena de emociones y ¿sabes qué? será una historia que no se plasmará en una plataforma o en un papel, se plasmará en mi día a día y quedará en mi corazón y mente—
—pero...—
—pero nada, rompí el poema porque sé que si lo hubiera conservado, no lo superaré tan rápido, viviría con el recuerdo de esa historia y quedaría enfrascada en lo que no se dio, hermana. Él piensa avanzar sin mí, yo también avanzaré sin él—
—okey, pero piensa bien todo, cuando las cosas se hacen con arrebato, rebeldía y rencor, no salen bien, lo digo por experiencia propia—seguimos hablando largo rato en mi casa, hasta que decidimos ir a comprar helado.
—me da dos barquillas por favor—le pedí al señor de la caja que nos estaba atendiendo.
—¿sabor?—
—uno de chocolate con fresa y otro de chocolate con vainilla—asintió, pasó nuestras tarjetas y nos dio la factura para poder retirar los helados.
—¿hermana, te acuerdas aquella vez que...?—de un momento a otro todo desapareció, ya no escuchaba a Isabella, a nadie escuchaba, y era que el chico que estaba entregando los helados era nada más y nada menos que Shawn. Sí, el mismo chico que apareció durante mi accidente.
—buenas, aquí está su pedido de dos barquillas, una de chocolate con fresa, y otra de chocolate con vainilla—observé la placa que identificaba su nombre, y efectivamente decía Shawn Dosson. Un frío comenzó a recorrer mi cuerpo, al recordar todo lo ocurrido durante ese sueño, y era eso ¿no? un sueño, ¿pero cómo es posible encontrarte con el mismo chico con el que soñaste?
—hermana ¿te sucede algo? no has tocado tu helado, se va a derretir, y tampoco has hablado, eso me asusta—
—es él—comencé a delirar y balbucear, mi mente había colapsado, estaba en blanco—es... es... nos tenemos que ir de aquí—tomé de la mano a Isabella y con pasos apresurados nos dirigí a la puerta de salida, pero un chico se atravesó para que no pudiéramos pasar. Era él.
Shawn
—chicas, se olvidaron de esto— nos entrega la cartera de Isabella que por despistada dejó en la mesa. Sus ojos se cruzaron con los míos y una sonrisa apareció en su rostro, no podía con tanto, así que agaché mi rostro—¿te conozco?—ay no.
¡Auxilio!
Es un chico demasiado guapo, pero todo lo que ocurrió en mi sueño, hace que le tema, y más aún si le parece que me vio en algún lado.
—no, no lo creo, yo a ti no te he visto—me apresuro a responder. Entrecierra sus ojos, fijándolos en los míos.
—¡eres Génesis!—No. Puede. Ser. ya necesito irme, esto puede empeorar— Génesis Cardozo, no puede ser, competimos juntos en los intercolegiales de natación—peor no me puede ir, pero ahora recordando, había un niño de cabello negro y ojos azules de otro colegio al que también lo fastidiaban, que se parecía mucho a él.—el profesor de natación siempre hablaba de ti, decía que eras su favorita, nos lo repetía todo el tiempo—sonreí al recordar al profesor de natación, era un señor moreno y gordo con un gran corazón, siempre me alentaba a pesar de todo, y -cuando gané mi primera medalla de oro-la única- me abrazó y me repitió una y otra vez 'sabía que lo lograrías'.
—amm sí, soy yo, pero lamento decirte que yo a ti no te recuerdo—al menos no de algo tan bueno. Pero obvio no iba a decir eso. Hizo ademán de hablar pero se vio interrumpido por otra voz.
—¡Dosson! deje de holgazanear y trabaje—
—¡voy!—le gritó a la otra voz—te veo luego Génesis—tomó mi mano y besó mis nudillos, después se retiró.
—¿qué fue todo eso?—me preguntó una confundida Isabella.
—vayámonos de aquí, recuerdos oscuros empiezan a invadirme—espero no volverme a cruzar con Shawn jamás, no volveré a esta heladería. Sé que sólo fue un sueño y que este real Shawn no tiene nada que ver con el de mis sueños, pero la desconfianza esta vigente en estos momentos porque no siento que sea mucha casualidad que se vea y se llame igual.
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