Capítulo 10
Génesis
Estaba jugando en mi play (si, soy tan nerd que juego también videojuegos) cuando mi teléfono vibra. Era Abiel.
Pongo mi juego en pausa y leo el mensaje.
Abiel: S.O.S
Era un código que establecimos el día que me contó de su cáncer, un código para cuando uno de los dos esté en problemas o haya pasado algo.
No le había contestado sus mensajes y llamadas porque quería tener espacio, de hecho tampoco contesté a los de David, estaba molesta.
Pero aún así el S.O.S me preocupó, tenía que dejar al orgullo a un lado.
Yo: ¿dónde?
Abiel: Clínica Metropolitana
Mi boca se abrió en un gran "O" al decir eso lo supe todo, tuvo una recaída, así que decidí ir, arreglé todo, tomé un taxi y salí lo más rápido que pude.
Llegué a la Clínica y me dijeron que tenía que dirigirme a la sala de espera pero yo andaba totalmente en desacuerdo, no quería esperar cuando andaba desesperada, pero para no causar problemas, asentí y me fui hacia allá.
Pasaron cinco minutos cuando lo vi.
David
Venía hacia mí, su nariz y ojos estaban rojos, como si hubiera llorado por horas, pero aún así esbozó una sonrisa al verme.
—hola—dice al tiempo que se sienta a mi lado.
—hola—estoy mal por Abiel, trato de devolverle la sonrisa pero sé que la alegría no llega a mis ojos.
—¿qué haces aquí?—
—vengo a ver al chico con el que discutiste, no sabía que se conocían—me torné fría al recordar el momento en que pelearon—David ¿qué onda? ¿Cómo lo conoces?—me molesta que no me haya dicho nada.
—lo conozco desde hace años, vivíamos en la misma ciudad, estudiamos en el mismo pre-escolar y primaria hasta que se vino a vivir a la capital—A pesar de que entiendo eso, no entiendo por qué se pusieron a discutir de esa manera.
—uhmmm, ya entiendo—fue mi respuesta, a pesar de que no lo haya hecho totalmente.
—¿quieres ir por un café? Lamento decirte que ya la hora de visitas terminó—por más que me guste su oferta que por cierto es muy tierna, no me gusta el café y si no podía ver a Abiel, entonces me tenía que ir.
—no tomo café—mantuve la cabeza gacha en ese momento.
—y eso ¿por qué?—
—nunca me ha gustado—lo miro y le doy una sonrisa de boca cerrada para que no piense que no quiero ir.
—bueno un chocolate caliente será- mis ojos brillaron ante su propuesta, él de verdad me quiere brindar algo, acepto el chocolate caliente porque eso si me gusta, pero... no lo dejaría.
-me encantaría, pero no quiero que gastes en mí, así que, paso—él me toma de la mano y como si ya mi corazón no estaba latiendo como loco, empezó a latir mucho más rápido.
—¿gastar en ti? Veo que eres de esas que no les gusta mucho la caballerosidad—
—no me mal entiendas, me gusta la caballerosidad, pero soy de esas que piensa que también pueden brindar, de las que pueden pagar sus propias cosas, no haré gastar dinero a un chico cuando yo tengo la disponibilidad de pagarlo, pero si él en verdad quiere, yo cedo—siempre he pensado de esta manera—
Después de un rato de súplicas y risas, al terminar de tomarnos el chocolate caliente y las donas de arequipe, él se ofreció a llevarme y para no despreciarle la oferta porque ha sido muy lindo conmigo, acepté.
Además quería pasar más tiempo con él. Pero al principio el camino a casa fue muy silencioso, lo cual no me molestó, quería tranquilidad.
Pero esta tranquilidad ya llevaba mucho rato así que agradecí que la rompiera.
—Gene, sabes que—hace una pausa como si se estuviera arrepintiendo pero yo le insisto, porque no quiero que me deje con la curiosidad.
—¿qué?—
Él deja escapar un largo suspiro—la junta directiva y algunos hermanos, vamos a la piscina el sábado, ¿quieres ir?—¡¿cómo es la cosa?!
—ya va, ¡pensé que esa salida era de los amigos de mi papá! Él me había comentado de los hermanos de la iglesia, pero jamás pensé que la junta directiva iba a ir también—
David se echa a reír—el mundo es muy pequeño ¿no? Íbamos a ir al mismo lugar después de todo—eso me desconcierta, él y yo juntos ¿en una piscina? ¿Viendo todas mis imperfecciones? No, gracias.
—si, igual nos íbamos a ver—
—¿entonces te veo el sábado?—
—claro que sí—traté de asegurarle pero tenía duda, no iba a ir si la junta directiva también iba.
—suenas dudosa, ¿qué pasa?—
Suspiré en frustración—es que, los trajes de baño no son lo mío, y más pena me da, saber que ustedes van a ir también—
Al parecer le causó gracia porque se echó a reír ante mi respuesta—es ¿enserio? ¡Por Dios! No te tienes que preocupar por eso, vas a ir y te vas a divertir, créeme—
—como digas—no me gustaba la idea, pero no me le iba a negar a David, su hermosura me hipnotiza. Así que asentí con esa respuesta y volví a mirar por la ventana, entonces un recuerdo vino a mi mente.
—¡Papi! ¡Mami!—mi yo de 8 años emocionada buscando a mis padres para contarles algo emocionante, al menos para mí lo era.
—¿qué sucede hija?—mi madre toma mi rostro con sus dos manos.
—mañana va a haber competencia en natación, ¿van a ir verdad?—mis padres cruzan miradas.
Mi padre interviene—hija sabes que nosotros trabajamos y la hora de natación en tu colegio no coincide con nuestro trabajo, estaremos ocupados, pero la próxima vamos a ir, te lo prometemos—la última frase la dijo mientras depositaba un beso en mi cabello.
Casi siempre me lo decían, ya me había acostumbrado a eso pero pensé que esta vez iba a ser la excepción.
Siempre llegaba con la medalla de bronce porque no tenía la verdadera motivación para alcanzar la de oro o la de plata, sé que no es su culpa, el trabajo los consume, pero igual me ponía triste.
Al día siguiente fui, estaba muy desmotivada así que ya tenía otra medalla de bronce asegurada para la colección.
Cuando tocaba mi turno, escuché gritos desde las gradas.
—¡vamos tú puedes!, ¡te queremos! ¡creemos en ti!—la alegría que me invadió al verlos a los dos en las gradas apoyándome, hizo que mi motivación apareciera, quería enorgullecer los.
El árbitro pitó y salté al agua, di todo de mí y ciertamente gané la medalla de oro.
Fue un logro muy bonito, pero... se acabó el momento agradable, cuando entré al vestidor.
Dos niñas estaban cuchicheando.
—¿viste la niña esa que ganó? Que cuerpo tan horrible, es demasiado gorda, nunca en su vida un niño la notará, pudo haber ganado hoy, pero es una perdedora, siempre le gano, hoy tuvo suerte—
Las dos se echaron a reír, mientras lágrimas salían y cubrían mis mejillas, traté de salir corriendo, pero no podía, me iban a sancionar si salía del vestidor, así que no me quedaba de otra que entrar.
Así que lo hice pero con la cabeza agachada.
Cuando las niñas me vieron empezaron a reírse y a decir burlas hacia mí, no pude contener las lágrimas.
—ay quiere llorar la ganadora de hoy—la segunda niña dice y la otra vuelve a reírse.
—tú lo dijiste, la ganadora de hoy, siempre ha sido una perdedora, y en la próxima competencia también lo será—
Me prometí no volver a ir a la piscina, a ninguna piscina al menos que haya gente de confianza.
—su parada damisela—la voz de David me sacó del trance en el que me encontraba.
—¿qué ya llegamos? ¡Qué rápido! Bueno, déjame buscarte un libro y ya vuelvo—entré a mi casa y busqué, no sabía cual prestarle, hasta que vi el de "bajo la misma estrella" muy cursi lo sé, pero quería prestárselo y ver su opinión.
Salgo de la casa y me acerco al carro arreglándome unos mechones de cabello poniéndolos detrás de mi oreja.
—sé que los hombres piensan que esto es para chicas, pero en esta novela encuentro no sólo romance, sino a humanos, personas que sufren y tratan de luchar a pesar de ello, veo a verdaderas personas—me toma desprevenida al abrazarme por unos segundos hasta que se despega para hablarme.
—no soy como ellos, el libro sé que me va a encantar, yo también pienso como tú—no sé por qué me sonrojé ante su respuesta.
—muy bien Señor Romántico—al parecer le gustó el sobrenombre porque sonrió ante él—va a tener que irse ya se está haciendo tarde—así que prende el motor, pero se detuvo un momento y volteó a verme.
—Gene, ¿ese chico Evan al final cede ante sus sentimientos?—
—no lo sé, vas a tener que averiguarlo tú mismo—me dio una última mirada y una sonrisa de boca cerrada y se fue.
Entré a la casa y me encontré a mi mamá la cual estaba preparando la cena. Le doy un beso en la mejilla.
—ma' ¿qué tal tu día?—
—cansado, pero vale la pena—mi mamá trabaja junto a papá, tienen una fábrica de galletas, así que, sus días siempre son agotadores.
—¿y mi papá?—
—salió un momento para buscar una materia prima. Por cierto estaban llamando al número de la casa, era de danza, les dije que no estabas en casa y que te mandaran un mensaje—agarré el teléfono y lo revisé, ciertamente tenía un mensaje.
—Gracias, te quiero—le digo mientras tomo una tajada con queso que preparó.
Me pega con suavidad la mano.
—¡ey! Esa es la cena, lambucia—me encojo de hombros con la comida en la boca.
—perdón, es inevitable—ella me da una mirada asesina.
—vete, la comida corre peligro, no te quiero ver aquí hasta que sirva la comida, ¿entendido?—
—¡claro que sí, mi comandante!—ella me lanza otra mirada asesina, así que salgo corriendo la cocina y me acuesto.
Reviso mi teléfono para leer el mensaje.
Buenas noches, de parte de nuestra líder de danza, se otorgó un ensayo para el día sábado de 8:30 am a 4:00 pm, para un especial del día del amor y la amistad. Confirmar mensaje.
De inmediato le escribí a David.
No voy a poder ir el sábado para la piscina
David *-*:¿qué? ¿Por qué?
Yo: te explico luego, ¿si? Chao 😗
David *-*: okey chao 😉
Pfff el día del amor y la amistad, mi día menos favorito, me trae recuerdos desagradables. Pero tengo que cumplir.
Vamos a ver qué me espera en esta danza.
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