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Capítulo 5




Es lo que siempre he soñado, que Samuel se confiese, que me diga que le gusto, que me quiere, que quiere más que una amistad. ¿Será un sueño? Parece un sueño que se ha hecho realidad. ¿Desde cuándo él se siente así? No creo que el haberme visto con Miguel sea la razón, que eso le haya hecho reflexionar. Es decir, ¿por qué justo ahora y no antes, cuando todavía no conocía a Miguel?

Samuel espera ansioso una respuesta. Mis ojos lo observan sin esquivarlo por vez primera y él sólo mantiene el silencio. Ya no insiste más. Mientras tanto, en el interior del edificio se está dando por terminado el evento, por lo que la gente ha comenzado a marcharse. Entonces, él se aproxima, sus labios se acercan poco a poco, y la gente pasa y nos mira. No me gusta que nos miren, me incomoda recibir tanta atención en un momento como éste. Así que, lo rechazo. Me encuentro con mis pies ya muy cansados. Me preocupa más ser un espectáculo, que Samuel piense que lo estoy rechazando, porque yo quería corresponderle.

Él tampoco quiere ser un show en la plaza, porque no es sino hasta que la zona se despeja, que me dirige sus ojos para decirme que le dé una oportunidad. Su discurso es sobrio. Pero ya he tenido la misma charla con Miguel.

―No puedo. ―No sé cómo explicarle que ya he aceptado salir con alguien más. En realidad es simple, pero me está costando encontrar las palabras.

―Por qué ―cuestiona. Luego de pensar unos segundos, le comento que estoy saliendo con alguien, que por más que quisiera darle esa oportunidad que me pide, no puedo traicionar a la otra persona.

Le toma un momento procesar mi respuesta. Sus dos cristales se pierden en una reflexión que parece no comprender. Acto seguido, me pregunta quién es el famoso fulanito con quien estoy saliendo. Yo pensaba que él sabría de quién se trata. Probablemente quiere que se lo confirme de mi propia boca.

―Quién es ―me interroga nuevamente―. ¿¡Quién!? ―persiste. Su desconcierto es evidente cuando le cuento que he empezado a salir con el chico con el que me ha visto. Poco después, me confiesa que siempre tuvo sentimientos ajenos a una amistad, que siempre sintió más que eso por mí pero que tenía miedo de expresar, porque no quería perderme.

Por mi parte, le confieso que yo también tenía esos sentimientos. Y la pregunta que me hace dudar es si aún siento lo mismo, si todavía lo quiero más que un amigo. Nos conocemos hace unos años, compartimos muchas cosas y siempre hubo química entre nosotros. Y con eso me convence, y ahora estoy a punto de hacer algo que luego me haría sentir muy mal, tanto conmigo misma como con Miguel.

Nuestro primer beso no lo olvidarían jamás, porque lo hemos deseado desde siempre y el haber rozado nuestros labios es el placer más romántico y apasionado que jamás antes hemos vivido. Sus labios han sido míos y su amor a través de ellos es sincero.

Posteriormente, nos abrazamos sin decir una sola palabra. No obstante, el silencio es revelador. El episodio es real y de ensueño. Más la luna brilla y su luz decora la escena. Nos encontramos abrazados bajo el firmamento estrellado. Esto no puede ser más novelero, es como estar en una película.

Toma mi mano y me lleva hasta la parada sin pronunciar una sola palabra. Ninguno puede creer lo que está pasando. Se despide de mí y me sube al autobús. Me gusta que me cuide así. Me hace sentir frágil y especial. Siento unos nervios atolondrados, que no me dejan en paz nunca más.

Al llegar a casa, me apresuro a mi habitación. Tengo que escribirle a Miguel para aclarar lo nuestro. Él ha sido muy serio, bueno y, sobre todo, sincero conmigo desde un principio. No obstante, a diferencia de Samuel, él no pelea por mí. No sólo me siento mal por revertir lo que habíamos comenzado, sino que también me desconcierta que no pareció afectarle en absoluto.

Tengo que admitir que los celos de Samuel me divierten. Es algo que nunca había vivido. Y es picante, excitante. Y también me gusta que me cuide. Un mensaje de él me hace sentir protegida. Su "¿Llegaste bien?" es una actitud que no quiero que cambie nunca. Un detalle tan pequeño me hace sentir muy especial.

Después de responder su mensaje, llega una llamada de él. Mañana quiere pasar el día conmigo para almorzar juntos y luego ir al cine. Mi tartamudeo lo divierte. Su sonrisa me calma los nervios. Y quedamos en el mismo lugar de siempre a las 11 de la mañana.

Poquito después de acordar nuestra primera cita, busco tema para charlar y mantenerlo de esta manera más tiempo en el teléfono. Su voz me gusta mucho. Empiezo a sentir que es el hombre con el que me quiero casar, con el que quiero tener una ceremonia en la Iglesia y una fiesta junto a mi familia. Incluso, quiero tener hijos con él. Antes no lo había pensado, pero quiero formar una familia con él. Hay tantas cosas que quiero que hagamos juntos, que no sé si podré conciliar el sueño esta noche.

Con un poco de timidez, Samuel expresa que no sabe si podrá dormir, porque está ansioso por verme. Esto me parece tierno de su parte, una parte que quería conocer de él. Siempre me preguntaba cómo sería él conmigo como pareja. Y espero que yo sea su única amiga y novia. Eso sería perfecto.

Éste es un sueño que todas codiciamos. Digo todas, porque es la verdad. Algunas en el fondo, siempre tienen un momento en que añoran este ensueño. Es parte de la naturaleza humana. Somos seres humanos que queremos ser amados por la persona que amamos y eso nadie lo puede negar.

"Ti, ti, ti, ti" suena el despertador, "ti, ti, ti, ti, ti, ti, ti, ti", pues en realidad es el celular que está sonando. El aparato Ilustrado que ha cambiado el mundo.

"Ti, ti, ti, ti"; Aplazar.

"Ti, ti, ti, ti"; Aplazar.

"Ti, ti, ti, ti"; Aplazar.

"Ring, ring, ring"; ¿el sonido ha cambiado? ¡Oh, es una llamada!

―Hola. ―Mis ojitos apenas se abren y mi cabello está despeinado, y mi voz adormilada saluda con muy pocas ganas.

―Hola, bella durmiente. ―De repente mis ojos se abren estupefactos―. ¿Ya estás llegando?

Me siento de golpe, le digo que sí, me acomodo mi melena y le exclamo que ya estoy llegando. Colgamos, me destapo, quito mis cobijas y salto de la cama. No me voy a olvidar de esto jamás, porque fue un jueguito de él, que quería escucharme alarmada y nerviosa en el teléfono. Es un payaso juguetón. Resultó ser un despertador eficaz.

Tengo que estar presentable. Me chanto lo más cómodo que tengo y un labial rosa; y me peino. ¿Qué falta? Un aroma que lo mantenga cerca, el perfume que a mí más me gusta y ojalá también le guste a Samuel. ¡Qué excitante tenerlo cerquita, embobado y olisqueando mi perfume! Qué traviesa, pues a veces lo somos. Y acto seguido, salgo para allá.

―Te dormiste, bella durmiente. ―Se ríe apenas llego.

Ojalá pudiera hacer el maquillaje tan fresco y magistral que Miguel me hizo. Estoy sencilla pero presentable. Pues es mejor estar un tanto natural, sin tantos cosméticos en la cara. Y es que cuando una mujer tiene galán, le gusta arreglarse para él. En cambio, si está soltera, es divertido decorarse para una misma. Así es el amor, una mujer sólo quiere mantener toda la atención de su pareja para ella y nadie más. Y el hombre también quiere lo mismo. A ver, niéguenlo.

He llegado un poco antes del tiempo pactado. Sería muy grosero y primario de mi parte el hacerme esperar. Lo saludo y él me mira embelesado con esos ojos enamorados que no puede disimular. Son unos ojos cafés muy hermosos que me cautivan.













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