🍃32🍂
Los ojos de Xiao se ensancharon. Estaba sorprendido de ni siquiera tener problemas para abrirse a él en primer lugar. Cuando sintió que la punta de la otra lengua había intentado llegar más lejos de la entrada inicial de su cavidad, Zhan reaccionó y mordió al hombre.
HaiKuan alejó al pelinegro, y el sabor a sangre en su boca le provocó volver a la realidad. Quería disculparse con Zhan, o tal vez propinarle un suave abrazo... Pero levantó la vista y solo vio el rostro pálido de Zhan, su desagrado y su total desconfianza hacia él.
—Zhan... -
Liu llamó cuidadosamente el nombre del menor y quiso acercarse a tocar el dorso de su mano. Al segundo siguiente fue alejado, lo siguió una fuerte bofetada.
El pelinegro empujó al médico fuera de la cama y no dijo palabra alguna. No tenía nada en mente, solo llegar a la puerta y salir de allí.
Liu HaiKuan está ocupado sosteniendo su muñeca:
—Es mi culpa, lo admito. Pero estás mal de salud, y regresarás más tarde a casa. ¿Está bien? -
Zhan apretó los dientes y trató de liberarse la muñeca de la mano del doctor. HaiKuan tenía miedo de lastimarlo y solo pudo dejarlo ir. El castaño sabe que está actuando realmente impulsivo hoy, y ¡por un demonio! Su cuerpo no está siendo controlado por su cerebro.
—¡Espera! ¡No vayas tan rápido! —El mayor intenta detenerlo, pero eso sólo acelera el ritmo con el que Zhan deja la habitación. Lo siguió a través de los pasillos del hospital—: Me gustas mucho, no estoy avergonzado de decirlo. ¿Mi error fue hacerlo ahora? ¿Mi error es sentirlo? -
El pelinegro se detuvo de repente y después de observarlo durante un largo rato, desvió la mirada. La voz de Xiao Zhan era suave y comprensiva al murmurar
—No quiero decir que esté mal. No eres malo, soy yo. Sé que no puedo cambiar el futuro. -
Liu HaiKuan no se preocupa por el rechazo y las palabras de Xiao Zhan... Porque se dio cuenta de que el pequeño estaba demasiado ansioso y había olvidado tomar su abrigo. El sistema inmune de una persona enferma no es bueno, le tiene miedo a lo que puede hacerle el frío. La enfermedad de Zhan es particularmente feroz y no desea que se empeore ahora que se ha expuesto de esta manera.
HaiKuan se puso nervioso, se olvidó de sus problemas y se quitó la bata blanca. Se volvió a Zhan y le colocó su ropa encima. Su voz casi suplicó:
—No digas nada, no te forzaré a eso. Hace demasiado frío. Te enviaré a casa temprano. Seguro no querrás estar cerca de mí, pero un taxi debe estar bien, ¿no? -
El corazón de Zhan se sacudió un poco, y en ese momento de repente tuvo algunas quejas sobre el comportamiento del médico. El joven médico de múltiples talentos. Cuando lo vio por primera vez todavía era tan disciplinado, pero ahora fácilmente enrojecerá sus mejillas por él, rogará por sus opiniones con tan humildes preguntas y le preguntará si puede acercarse. ¿Está bien irse a casa y dejarlo así? Como Zhan es tan buena persona, siempre trató al médico como a un amigo cercano. Incluso ahora que las cosas se volvieron en algo más íntimo, se muestra reacio a tratarlo mal.
—Llévame tú. Llévame a casa. -
El médico vio que Zhan no tenía intención alguna de luchar, o mostraba mucho afán en querer transmitirle lo que sentía de la forma más civilizada posible. La mano del pequeño Xiao está seca y helada y Liu no puede evitar querer darle un poco del calor que él está sintiendo. Toma la mano fría y finalmente, cambia de un apretón fuerte a un suave entrelazamiento de dedos.
Cuando subió al auto, no tiró la bata a un lado... Solo dudó y dobló la ropa pulcramente sobre sus piernas. Para HaiKuan es difícil entender que lleva a "su corazón" de camino a manos de otro. El alma se le rompe en el último segundo... En este momento todavía puede probar el tipo de dulzura que le ofrece el dolor.
Subió la temperatura del aire acondicionado y disminuyó el volumen de la música en la radio.
—Lo siento. —Finalmente, Liu HaiKuan rompió el silencio primero—: Pero es verdad que me gustas. No debí acercarme a ti sin tu consentimiento.
Xiao Zhan giró el anillo plateado de su dedo anular derecho una y otra vez
—Aunque me quieras... No hay manera de que pueda devolverte lo que me das. -
—No esperaba que lo hicieras. -
El pelinegro se siente ligeramente insultado. HaiKuan lo entiende sin necesidad de que le diga nada y entonces, se ríe
—No te enojes. No me refiero a eso. -
El auto se estaciona en la puerta de su casa y Zhan se baja del carro sin decir una palabra. Toca la ventanilla del asiento del conductor y cuando HaiKuan la baja, Zhan sonríe débilmente
—Mira, si fuera por mí, sería demasiado tentador lo que me propones... Pero no te conviene enredarte con un moribundo que además no está soltero. -
El rostro de Liu se volvió blanco por un momento, tampoco había color en su boca:
—Nunca supe que podrías ser cruel hasta este punto. -
Un cuchillo se le clavó en el corazón, pero no sabía que oración fue la que lo provocó. La ropa de Zhan vuela con el viento y sus ojos aún pueden revelar algunos colores hermosos. Todo el tiempo, Xiao Zhan estaba lleno de belleza.
Tras un gesto de su mano, se giró y desapareció rápidamente ante la vista de Liu HaiKuan.
Cuando Zhan abrió la puerta y entró en la casa, sus manos estaban congeladas y algunos de sus dedos estaban rígidos. Mientras suspiraba y se cambiaba los zapatos, vio el par de zapatos de cuero de dieciséis orificios tallados con tela italiana que Wang Yibo llevaba en la mañana.
Descubrió que había gente en casa.
Yibo estaba muy ocupado, se fue temprano y le dijo que regresaría a casa tarde. Durante el día, ni siquiera le habló a Zhan y no pensó que fuera necesario el reclamarle. El hombre está ocupado con su carrera y Xiao va al hospital por su cuenta. Mira el reloj, solo son las cinco de la tarde. Realmente no esperaba que Yibo regresara tan temprano.
El hombre tenía un perfil puramente oriental cuando se dejó ver, cruzando el pasillo. Tenía unas gafas de borde de oro de baja calidad en el puente de su nariz. La voz de Yibo es fuerte:
—Háblame sobre lo que vas a hacer cuando sales de casa. -
Xiao Zhan se estremeció.
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