Zhan empuja al hombre de su cuerpo, mira a la oscuridad e intenta calmar su respiración y la sensación de angustia que le está asfixiando lentamente.

Al inicio, ambos estaban juntos todo el tiempo. Son los mejores amigos, almas destinadas que se conocieron en un buen momento y a una buena edad. Zhan muestra una sonrisa incómoda. Recuerda muchas cosas cuando está triste y la mayor parte de ellas son asuntos triviales. Recordó, por ejemplo, que antes era muy fuerte. Casi invencible.

Supuso que se debía a que era feliz.

Cuándo Yibo era un estudiante, actuaba tranquilo y se avergonzaba con facilidad cuando demostraban su amor en público. De hecho, podía decirse que incluso era algo ingenuo.

De joven, a Wang le gustaba saludarlo diciendo:

—¡Pequeño Zhan, pequeño Zhan, mira! ¡Estoy aquí! -

Ese era un buen regalo... Al menos mucho mejor que las peleas de ahora.

Ellos se abrazaban, hablaban, se apoyaban y lloraban juntos. Zhan realmente extraña los árboles del campus, extraña las flores del peral. Los capullos aplastados bajo sus pies, cuando ambos iban allí y se recostaban sobre el césped durante los descansos.

Antes y después de la temporada de florecimiento, ellos irían a la escuela, se sostendrían de las manos y harían una recolecta de semillas y de ramas. Una de las cosas más románticas y atrevidas que hicieron debajo del peral en la escuela durante un día festivo... Fue darse un profundo beso. Se tocaron, se entregaron al amor juvenil y... Era perfecto. Era como se supone que debía ser.

¿Pero qué significa esto ahora? El amor que una vez fue caliente y efusivo, se ha gastado durante todo este tiempo. El deseo de rejuvenecer, de volver, se hace más fuerte a medida que los dolores incrementan también sobre la parte baja de su espalda.

No hay nada, ni una sola cosa que le ayude a consolarse.

Todavía tiene fuerza. Pero se da cuenta de que es difícil levantarse y cubrir a Wang Yibo con la colcha. Debería haber sido una noche húmeda y estupenda. Deberían estar abrazados suavemente, fundidos, cubiertos del sudor que antes le parecía ser un dulce néctar.
Xiao Zhan le dio la espalda y se mordió los dedos para resistir los fuertes espasmos que le estaban atacando otra vez.

Era muy tarde, Zhan miró el cielo que comenzaba a iluminarse. La luz fría pasó a través de la tela de las cortinas, que era muy delgada. Este año trajo consigo un invierno frío, el más largo que recuerda. Si pudiera construir un muñeco de nieve con Wang, al menos uno pequeño... Tal vez sus huellas permanecerían por un poco más de tiempo en los recuerdos de Yibo.

Baja y se apresura a ducharse. Su cuerpo está muy delgado y los rastros de la lujuria de la noche anterior le tienen densamente cubierto. Se siente sucio y lastimado. Piensa que es asqueroso.

Sabe que no le queda nada que hacer y realmente no quiere llamarle a HaiKuan porque se niega a causarle todavía más problemas.

Es un hábito amar a ese hombre y él lo soportará valientemente hasta el final.

Xiao quitó con cuidado las cosas que Wang derramó en sus muslos, deja que todo se resbale por el baño de mármol y mientras retira el semen con sus dedos, las cejas se le van juntando cada vez más y más. Los ojos le arden...

No quiere hacer esto otra vez.

Xiao toma su medicamento al terminar de vestirse y baja para preparar el desayuno, aunque no tenga hambre.

Wang Yibo bebió mucho más anoche que Zhan, y este le prepara entonces un poco de avena para asentar su estómago. Xiao se sienta en el pequeño sofá y se concentra en leer un libro mientras espera a que esté listo.

Cuando Wang se despierta, ya es más de medio día. Parte de su cabello se encuentra desordenado, se muestra medio dormido y sorprendió entonces a Xiao, abrazándole por la espalda. Él es mucho más robusto que Zhan, y se ha mantenido presionándole entre su cuerpo.

—Mañana me voy a un viaje de negocios. Volveré dentro de medio mes. -

La mano de Zhan se detiene abruptamente sobre una hoja:

—¿Medio mes? -

—Si te sientes solo, siempre puedes llamarme. ¿No? -

—¿Vas a ir con alguien que conozco? -

Xiao se separó de los brazos de Wang y fue a la cocina para servirle la avena y dársela de comer.

Yibo suspiró:

—Varios compañeros del piso y asistentes. -

Zhan sonrió como si no le importara y le dio la comida a Yibo en un pequeño plato hondo.

—No abuses demasiado de Yubin. Es todavía un niño y no puede hacer todo lo que le pides. Aunque parezca que sí. -

Wang toma el mango de una cuchara y contesta sin pensar:

—No voy a llevarlo. Cuando viajo fuera me llevo a otra persona. Un académico graduado de la facultad de arte. Vamos a estar en Francia y él conoce a todos los diseñadores novatos. Es muy bueno en lo que hace. -

—¿Lo he visto alguna vez? -

Wang rió.

—Imposible. Lay nunca viene por estos rumbos. -

Yibo de repente cerró la boca y se concentró en comer. Las manos de Xiao se enfriaron repentinamente, y sintió, mientras escuchaba el sonido de su corazón retumbándole en los oídos, que ese hombre estaba claramente en una posición mucho más alta en la que Zhan estaba. Al menos para Wang Yibo.

Volvió a tener náuseas.

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