Salió del hospital cuando cayó la primera nevada.

La nieve helada lo cubrió, el viento frío golpeó el rostro de Xiao Zhan; sin embargo, caminaba tan metido en sus pensamientos que demoró en darse cuenta de que nuevamente era invierno.

Los inviernos en Beijing eran realmente fríos, Xiao Zhan se paró debajo de la señal de ALTO y esperó el autobús que no sabía cuándo podría llegar a pasar. Sus dedos estaban congelados y blancos para cuando sacó del bolsillo derecho de su pantalón su celular y marcó inmediatamente, después de que escuchó el timbre de la llamada automática; esperó y esperó, lo intentó una y otra y otra vez... Finalmente nadie respondió.

El pelinegro miró los papeles que llevaba consigo una última vez y los dejó en el contenedor de basura más cercano.

Después de media hora, finalmente llegó el autobús y con ello, la escapatoria que estaba esperando con tanta desesperación; subió, apoyó la frente en la ventana de cristal y marcó aquel número nuevamente. Esta vez alguien contestó.

-Está nevando hoy, es invierno.

A lo largo de 14 años, la voz de Xiao Zhan había demostrado no dejar de ser suave y gentil incluso en las peores circunstancias, pero las lágrimas no podían para de brotarle en ese momento.

Wang Yibo hizo un sonido de disgusto ante la oración que acababa de escuchar, sentía que era realmente molesto hablar con él todos los días.

-Hay algo que necesites? Estoy trabajando horas extras, ya lo sabes.

-Volverás por la noche? No has regresado a casa por mucho tiempo.

El azabache, frotó incansablemente el anillo plateado que se encontraba puesto en su dedo anular de la mano izquierda. Las lágrimas le empaparon el dorso y la muñeca. Yibo sintió que el Zhan de ese momento estaba actuando muy extraño. Eso, claro, era gracias a una enorme intuición que había logrado desarrollar y perfeccionar. Después de todo, habían logrado estar juntos durante 14 años ininterrumpidos.

-Qué te pasó? – Zhan no respondió, en su lugar volvió a preguntar pacientemente – Volverás por la noche? Me gustaría que comiéramos dumplings juntos, podría cocinarlo para ti.

-Realmente no puedo volver ahora.

Yibo comenzó a enojarse nuevamente, tal vez era gracias a esa actitud tan dulce o a que siempre parecía tener tanto apetito.

-No vallas a cocinarlas, le diré a Yubin que te lleve unas cuantas después.

Zhan escuchó la voz ocupada del teléfono, su corazón comenzó a dolerle demasiado en el instante preciso que Yibo colgó. Presionó también el botón de apagado y de la misma forma cansada, metió su celular dentro de su bolsillo.

"¿Cómo puede no tener tiempo para mí, pero sí para ir cada noche a cenar con su jefe? Wang Yibo está siempre afuera. ¿Cómo podría siquiera sospecharlo?"

Hace 4 años que le corazón de Wang Yibo dejó de ser confiable, amable y sensible. Zhan no podía notarlo, los ojos del pelinegro siempre han estado cerrados, actúa como si no le importara, no se atreve a decirlo, pero teme que una vez que se aclare no haya vuelta atrás y todo se derrumbe. No es amor, sino un impulso hormonal excesivo que creció desde la infancia gracias a 10 años de dedicación y malos hábitos. ¿Cómo pudo armarse de tanta tolerancia? Sabe que se engaña a sí mismo, es tan necio. No puede oler el perfume que pertenece a una mujer en el cuerpo de Yibo, no puede ver el lápiz labial impreso en los cuellos de las camisas del castaño. Solían amarse tanto, ¿Por qué ahora es así? Claramente el momento más difícil de su relación había llegado.

Al llegar a la estación, él está consciente de que quién se bajó del autobús no era aquel hombre con una cara amable y actitud confiada al principio, solo es una persona más, con unos ojos rojos y una cara demasiado blanca.

El pelinegro no compró comida y ahora siente como si jamás pudiera volver a tener hambre de nuevo.

Esa tarde había sido muy difícil suplicarle a Wang Yibo que regresara a casa.

Debido a que su Yibo realmente no sabe lo que está pasando, puede que le hablara así porque aún piensa que pueden comer olla caliente juntos la primera noche de nieve el próximo año ¿Verdad?

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El asistente Yubin llega muy rápido, el hombre enfundado en un traje negro parece acabar de salir de la compañía; le entrega una caja de comida con una marcada reverencia y después de un momento finalmente se atreve a tomarle de la mano. Zhan sabe que le da vergüenza agitársela así que empieza haciéndolo él.

-Me encargaré de las compras en el futuro. Yibo no tiene que explotarte todos los días ni obligarte a hacer estas cosas.

El joven Yubin sonrió.

-Es lo que un asistente tiene que hacer, trabajo duro. Algunos asistentes no soportan ni la más mínima parte de esto, aunque tengan un salario más alto que el mío.

Yubin y Zhan conversaron un poco más y como todos, se va y lo deja solo de nuevo.

Después de que el asistente se fue, el pelinegro se sentó en la mesa redonda y mantuvo inmóvil la pequeña caja de dumplings, pegada en todo momento a su pecho. En los primeros años, había dos personas que siempre sentadas alrededor de la mesa. En los últimos 10 años, esa mesa estaba llena de harina y de masa para hacer relleno... Nada más.

Xiao solía tomar un par de toallas de papel para limpiar las frecuentes hemorragias nasales que experimentaba últimamente. Zhan entendió a la larga que estaba de verdad muy enfermo y que las bendiciones que Yibo profesaba estarle mandando diariamente no parecían haberle llegado a tiempo.

Solo comió 4 dumplings y los 4 restantes fueron despiadadamente desechados después. 4 fueron suficientes para su estómago, sin embargo, él sabe lo que pasa, tiene un poco de fiebre alta, la baja presión arterial lo pone muy cansado, solo duerme y duerme y duerme...

La angustia va a aplastarle por un largo tiempo.