♪♪♪ ~ No conocía mi lugar y te dejé ir

Me odio por arrepentirme tanto

No puedo controlarlo, te extraño.

Te has distanciado tanto de mí que no puedo alcanzarte

Pero ahora vivo el dolor de no poder olvidarte...~ ♪♪♪

Desde la partida de Xiao Zhan, el sentimiento más común de Wang Yibo es la impotencia. El dolor de no poder hacer nada.

Esa tarde, recordó más de una vez que Xiao Zhan le había dado un fuerte abrazo el día que se fue. Yibo siempre imaginó que, si no se hubiera ido, definitivamente hubiese cuidado a Zhan con firmeza después, sin perderlo nunca de vista. ¿Por qué no puede regresar el tiempo?

Si alguien le preguntara a su yo de hace catorce años: ¿Vas a llevarte a Xiao Zhan para darle felicidad? Hubiera respondido que sí sin la necesidad de pensarlo ni un minuto. Si le hubieran preguntado al Wang de hace cuatro años: ¿Eres digno del amor y del alma de Xiao Zhan? Se hubiera quedado en blanco. No sabía si su corazón estaba hecho de carne o de piedra. ¿Cómo pudo ser tan cruel con la persona más importante? Llegado a este punto, Yibo ahora va a ser asesinado por su propia vergüenza y sus propios errores. Él no sabe lo que va a pasar a continuación y tampoco entiende que puede hacer para aminorar el golpe.

Durante el día, Yubin y él fueron a buscar casas cercanas para preguntar sobre las personas que vivían en la plantación. Por la noche, Yibo durmió en el auto y vigiló el jardín de té donde había estado antes su pequeño Zhan. En el cuarto día, hubo un cambio y cuando Yibo estaba a punto de darse por vencido, vio llegar a una persona.

Es Liu HaiKuan y está solo.

Llevaba un rompevientos largo y negro y arrastraba una pequeña maleta que tenía en la mano. No lo había visto durante medio mes, pero estaba seguro de que no lucía de esa manera antes. Su rostro estaba más delgado, tenía unas ojeras infinitas y los ojos rojos. Wang no lo reconoció de inmediato, pero no pensó mucho en nada y rápidamente abrió la puerta del automóvil y se apresuró a ir a su encuentro.

-¡Liu HaiKuan! HaiKuan. ¿Dónde está Zhan? ¿A dónde fue Xiao Zhan? ¿En qué hospital está? ¿Ah? ¡Habla! ¿Quién lo está cuidando si estás aquí? ¡Habla te digo! -

El estado de Wang Yibo no es mejor que el de Liu. Lanzó todas las preguntas sin un orden coherente y con la mirada llena de furia. HaiKuan tiene las pupilas fijas en Yibo, pero no parece que lo esté viendo realmente. Posee una expresión apagada, no refleja odio, sino un estancamiento emocional gigante.

La mano de HaiKuan se extendió en el aire, miró su palma vacía y repitió sus palabras para sí mismo:

-¿Dónde está Zhan...? ¿Dónde está Xiao Zhan? -

La voz de HaiKuan es muy ligera e increíblemente rasposa. Es como si le hubieran arrancado las cuerdas vocales de la carne.

-Se ha ido... En... En mis brazos. Yo lo tenía... Pero, poco a poco... Él estaba frío y yo... -

Todo se quedó en silencio.

Wang Yibo tuvo un momento en el que pensó que no escuchaba bien y otro dónde fingió no haber oído nada. Abrió la boca, pero no pudo salir palabra alguna de allí. En ese momento, el mundo estaba en silencio. Solo el silbido del viento barría su cara mientras se llevaba todos los colores que tenía delante. Entonces, sin aviso, Yibo de repente corrió y agarró el cuello de HaiKuan con ambas manos. Sus ojos estaban húmedos y parecía una bestia irracional. La voz de Wang ya ni siquiera parecía humana. Se mordió la lengua porque no podía controlar los espasmos de su boca, y cada palabra salió con sangre y dolor.

-¡Mientes! ¡Mientes! ¡Imposible! ¿No dijiste que podías cuidarlo? ¡Eres un doctor! Así... Así que me estás mintiendo. ¿Verdad? Lo escondiste, ¿cierto? Te lo ruego... No me asustes así... Te lo ruego. - Yibo dejó de sentir las piernas y se dejó caer a los pies de HaiKuan-. ¡¡Dime que me estás mintiendo, ya no apareceré frente a ti, puedes quedarte con Zhan, me iré, pero dímelo!! -

Liu HaiKuan tomó a Yibo del suelo y le propinó una bofetada.

-¿Es divertido engañarte a ti mismo? Sé que dentro de ti sabes que se ha ido. Sé que sientes que... Él... Ya no está... -

Liu le tomó del abrigo para sacudir a Wang y pronto una marca de agua se deslizó por su mejilla. Sus emociones dejaron de reprimirse.

Zhan se había ido hace una semana y HaiKuan no sabía por qué estaba tan tranquilo e indiferente mientras lidiaba con todo el asunto. Vio con sus propios ojos como Xiao Zhan pasó de ser una persona dormida, a un cadáver con los labios azules y luego a cenizas. La mitad de sus lágrimas cayeron esa vez y en ese momento, Liu se sorprendió de su propia frialdad. Pero, ahora que estaba en ese jardín otra vez, y observó el nacimiento de agua en donde los dos perros jugaron con él y miró la silla, las mantas que seguían en la ventana del segundo piso, las semillas que plantaron, sus libros y sus calcetas... Y el jazmín muerto, el corazón le dolió y no pudo soportar como lo había hecho hasta el momento.

Ese hombre se atrevió a preguntar ¿A dónde fue Xiao Zhan? ¿No dijiste que podías cuidarlo? No, no pudo. De repente, no hay manera de soportar las lágrimas. Esta es la primera vez que lloró después de la muerte del pelinegro y fue frente a Wang Yibo. Liu HaiKuan cae, presa de infinitos temblores y Wang camina hacia atrás porque apenas puede mantenerse firme. Luego, se echa a reír a carcajadas.

-No lo creo... No creo que Xiao Zhan me hubiera dejado... -

Wang Yibo pensó de nuevo.

«Es imposible». -. Incluso en sus últimos días no me dejó verlo...

HaiKuan mira a Yibo como si sus ojos fueran cuchillos envenenados. Respondió con voz débil.

-¿No?, ¿Quién es la persona que lo mató en primer lugar? -

El cuerpo de Yibo se sacudía como si no pudiera respirar, HaiKuan jadeó, y su expresión se deformó nuevamente por el llanto.

-¿Sabes con qué se fue Xiao Zhan? ¡Solo con la ropa que usaba cuando llegó por primera vez aquí y una tarjeta! ¡Una tarjeta con un depósito de 50,000! Te siguió durante más de diez años, soportando una enfermedad que lo estaba destruyendo... Y el único recuerdo tuyo era una tarjeta que tomó de tu ropa cuando se marchó... ¡¡Y tenía el nombre de tu amante!!

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Wang no pudo decir nada después de eso. Sus labios se tornaron de color morado oscuro, y comenzó a vomitar sangre de manera descontrolada. Cuando llegó Yubin vio a su jefe, solo, tembloroso, sosteniendo su pecho sobre el suelo. Wang Yibo tenía sangre en la ropa, y su boca versaba una y otra vez:

-Zhan se ha ido, A-Zhan se ha ido... -

El asistente se encargó de transferirlo rápidamente a un hospital privado. El resultado del examen arrojó que tenía una perforación de estómago causada por un exceso de emociones negativas, y mucho estrés... Yubin descubrió un día que cuando Yibo despertaba cortaba las flores blancas que estaban junto a él, en una mesita. Sus ojos estaban rotos y vacíos, lo que hacía que Yubin se sintiera frío también.

-Wang, señor. -El asistente le tomó de la mano-. No esté tan triste. -

-Dame un boleto, quiero volver a Beijing. -La voz de Yibo es débil e indiferente-. A-Zhan debe estar muy preocupado por mí. ¿Ya regresó a casa para esperarme? Acabo de soñar con Xiao Zhan, dijo que me echaba de menos... Definitivamente tengo que volver a casa para estar con él... -

-¡Señor Hwang! -Yubin lo interrumpió violentamente. Sabe que Yibo está al borde de la autodestrucción e intenta detenerlo a toda costa-. Dice esas cosas porque está triste... Pero, sé que sabe que debe dejarlo descansar... -

Wang de repente saltó violentamente hacía adelante y arrancó la cánula de infusión que estaba en el dorso de su mano, dijo:

-¡No! ¡Eso fue una mentira, Yubin! ¿Cómo pudo morir? ¿Cómo puede no quererme...? -Al final casi gritó-: ¡Todos ustedes quieren que Zhan me abandone y ya no me quiera! ¡Eso es lo que pasa! -

El asistente no pudo persuadir a Yibo...

Wang tomó entonces el avión de regreso a Beijing por la tarde. Media hora antes de que despegara el avión, su celular sonó estridentemente con un tono de llamada. Lo abrió, y descubrió que era un mensaje de texto enviado por HaiKuan.

«Xiao Zhan dijo que quiere que vivas bien. Pero es verdad que no quería verte cuando estaba vivo y no quería verte cuando murió».

Excepto por Liu, nadie sabrá nunca si esos eran los verdaderos sentimientos de Zhan o el castigo más cruel de HaiKuan para Yibo. El castaño simplemente se apagó con lentitud mientras parecía estar despreocupado de todo lo que lo rodeaba.

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-Xiao Zhan no morirá. -

Después de más de cinco horas, finalmente estuvo en el apartamento donde vivió con Xiao Zhan durante nueve años. Llamó suavemente:

-Mi pequeño Zhan, ¿ya volviste? -

Nadie le respondió.

Wang Yibo no estaba molesto. Encendió todas las luces, se sentó en el sofá y miró la puerta.

-Perdón, estuve fuera por mucho tiempo, pero ahora voy a esperar. Te esperaré hasta que vuelvas a casa. -Yibo frotó el anillo que colgaba de un collar sobre su pecho y sonrió suavemente-. Voy a volver temprano a partir de ahora para estar contigo... Realmente te extraño. -

Wang se sentó en el sofá durante dos días y dos noches, no comió ni bebió nada en todo ese tiempo. Miró la puerta cerrada como un niño perdido. Ya no sonreía ni hablaba consigo mismo, ya no era nada más que el cascarón del hombre que había sido alguna vez.

♪♪♪ ~ Te dejé solo con las palabras "lo siento"

Escribiendo nuestro triste final con manos temblorosas

Después de que te alejé de mí, me quedé con dolor

Todo fue culpa mía, así que ¿Por qué me duele?

Ni siquiera te agradecí al final

Acabo de dejar atrás palabras agudas con voz temblorosa

Incluso si actúo como si todo estuviera bien, no puedo mentir

Sobre este anhelo que me hace arrepentirme de todo

Te busco en nuestros recuerdos rotos

Incluso cuando agarro uno, todo lo que recuerdo son tus lágrimas

Debo haber perdido la cabeza,

No estoy seguro si puedo aguantar todo este tiempo sin ti,

al final eres todo lo que tenía

Realmente había perdido la cabeza...~ ♪♪♪

Al final, la aturdida mente de Yibo le provocó ver la puerta abierta y a su Zhan de diecisiete años llevando un uniforme escolar. Sonrió y se acercó a él, estaba completamente lleno de flores de jazmín. Wang sonrió también y extendió la mano, acarició su mejilla y dijo suavemente:

-Después de la escuela, vamos a casa juntos. -

Sus ojos se cerraron de golpe y las lágrimas cayeron sin cesar. Ya desahogado, pudo descansar.

-FIN-