CAPITULO 2: TAXIS
Aunque Lucía y Joey están a tan solo unos metros el uno del otro, no llegan a encontrarse y por tanto a conocerse. Pero sí hay alguien que ve por un momento a Lucía; Ian Haughland.
«¿Y esa belleza morena?» «A Joey se le caería la baba con esa mujer»? piensa el músico más rubio de la banda antes de volver a prestar atención sus compañeros y entrar en el taxi que los conducirá a su hotel.
Los rockeros atraen la atención de las personas que llegan y se marchan del aeropuerto porque son muy guapos y sus melenas espectaculares, además sus rostros, por alguna razón, les resultan familiares aunque no saben en esos momentos porque.
Lucía y su prima, por otra parte llaman la atención por su belleza. Las chicas suben a su taxi y se dirigen a la casa que los tíos de la colombiana tienen en la capital de España y en la que llevan viviendo muchos años.
Ellos fueron de los primeros colombianos que llegaron a vivir a España en busca de una vida mejor.
Gracias a su lucha y esfuerzo han logrado tener una mejor vida. Montaron una cafetería en la que servían tanto café español como colombiano y desayunos de ambos países.
A pesar de las críticas y xenofobia de algunos españoles y la envidia de algunos colombianos han logrado salir adelante. Aunque al principio era solo una cafetería, el éxito que alcanzaron con ella les ha permitido abrir más, dar trabajo a más gente y tener un mejor nivel de vida. La primera cafetería la montaron fue después de tanto esfuerzo, tanto ahorrar dinero durante años en trabajos agotadores y mal pagados en muchas ocasiones. Se privaron de muchas cosas, ahorraron todo lo que pudieron porque tenían un sueño y lo estaban persiguiendo. Les costó años lograrlo pero ahora, al fin, lo estaban consiguiendo.
En esa primera cafetería hay colombianos atendiendo y sirviendo café y desayuno colombiano y españoles haciendo lo mismo pero con café y desayuno español. Entre los empleados hay muy buena relación y los tíos de Lucía tratan de pagar un sueldo justo tanto a los españoles como a los colombianos. No distinguen porque todos hacen la misma labor. Además ellos saben lo que significa trabajar durante horas llegar cansado a casa y cobrar una miseria, por eso no quieren hacer lo mismo que les han hecho a ellos.
Los suecos que han tenido que tomar dos taxis para poder trasladarse al hotel pues todos no cogen en el mismo miran por la ventanilla de los vehículos las calles de la capital de España fijándose en todo lo que pueden. Y sí, también se fijan en las chicas españolas.
—Son guapas las españolas. —dice el gamberro del grupo a sus compañeros Marcello y Micaelli.
—Sí. —responde Kee sin dejar de admirar las bellezas de la capital, lo que incluye a las mujeres.
—Como la chica del aeropuerto. —interviene de nuevo el más rubio del grupo.
—¿La chica del aeropuerto? —pregunta Mic sin entender.
—¿Qué chica del aeropuerto? —desea saber Marcello.
—Una preciosidad de morena que llegó a Madrid el mismo día que nosotros y que estaba a tan solo unos metros detrás de Joey esperando un taxi.
—Pues sí que te ha impactado. —sonríe Kee Marcelo.
—¡Cómo para que no te impacte! Un mujer bellísima con un cuerpo sensual y curvilíneo. Apenas pude verla pero lo que vi es muy agradable. Es un monumento. Y no exagero si es lo que estáis pensando. Estaba justo detrás de Joey, a unos metros. Si él la hubiera visto hubiéramos tenido que ir a por unas sábanas y un cubo para recoger sus babas. —se ríe Haugland.
—Creo que las sábanas y el cubo no serían solo para él. —asevera Micaelli mirando a su compañero Marcello y riéndose junto a él.
—¿De qué estáis hablando? —pregunta el bromista del grupo.
—De nada. Para haberla visto apenas te fijaste demasiado bien en ella. Le hiciste un escáner completo. —asegura Kee riéndose. —Y eso que respetas a las mujeres.
—Eso no tiene nada que ver. Todos las respetamos pero es que negar que es una mujer hermosa es absurdo. Si la hubierais visto me daríais la razón.
El coche que lleva a Tempest y Leven a su hotel se detiene frente a un semáforo en rojo. Otro taxi se detiene cerca de ellos, en el que van Lucía y su prima, pero Joey va mirando hacia el lado contrario por la ventanilla como para reparar en las dos jóvenes. Sin embargo, su amigo John Leven si repara en ellas, sobre todo en la prima de Lucía a la que sonríe. Ella le devuelve la sonrisa. Ambos se miran durante unos minutos.
Lucía está haciendo lo mismo que Joey pero desde el taxi en el que viaja, es decir mirar por el lado contrario hacia el exterior y tampoco repara en el rockero de cabello rubio.
Cuando el semáforo cambia y permite a los vehículos seguir su camino, el coche de las primas se adelanta y Leven las pierde de vista.
—Madrid está muy cambiado desde la última vez que estuve aquí. ¡Es increíble! —dice en ese momento Lucía.
Su prima no responde.
—¿Ana? —dice la colombiana cuando no obtiene respuesta de su prima que sigue sin reaccionando porque sigue pensando en el momento en que su mirada se cruzó con la de John Leven.
Lucía chasquea los dedos delante de la cara de su prima para hacerla reaccionar, algo que sucede segundos después.
—Eh, ¿Qué? —dice su prima.
—¿Qué te pasa, prima? Parece que estás en las nubes. —asegura su prima Lucía.
—Es que ahí estoy después de lo que acabo de ver. —asegura ella.
—¿Y qué acabas de ver? —pregunta la latina.
—Al hombre más guapo del mundo con la sonrisa más bonita del universo. —responde Ana.
—No será para tanto. Siempre has sido muy enamoradiza. —le recuerda la colombiana.
—Es que no los has visto.
—¿No los he visto? —repite Lucía extrañada.
—Iba con otro chico, pero su cabello largo no me dejaba verle con claridad. Aunque en él no me fije siquiera, la verdad. —se sincera la joven soltando una carcajada.
—¿Cabello largo? —dice la colombiana.
—Ambos tenían el pelo largo. El mío lo tenía liso y su compañero parecía un león con esa melena alborotada.
Lucía se ríe.
—Eres única y tu imaginación también. —asegura la prima de Ana
—Existen, créeme. Ojalá los volvamos a ver. Aunque el de la cabellera leonina no sé como es, no pude ver su cara, pero el chico que yo vi, ese hombre sí es precioso de verdad. —dice la joven recordando el momento. —El de la cabellera leonina va más contigo, no obstante siempre te han gustado los leones. —le guiña un ojo.
—Bueno, sí. Son animales imponentes y luchan por lo que es suyo por extender su progenie. Por eso hacen todo lo hacen para asegurar que sea su descendencia la que permanezca. Puede parecer cruel pero es la naturaleza y la supervivencia. —le explica Lucía.
—No necesitas dar explicaciones, ni justificarte. Te gustan los leones y ya está. —vuelve a guiñarle un ojo su prima.
Ambas se ríen de la ocurrencia de Ana.
Lejos de allí, Narciso Ibáñez Serrador, más conocido en el mundo del espectáculo como Chicho, prepara con su equipo el guión del próximo programa de su creación Un, Dos, Tres que comenzará a grabarse en breve. Ese programa estará ambientado en el antiguo testamento y contará con la intervención de unas estrellas internacionales que no son del otro lado del charco sino de mucho más cerca.
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