Capitulo I
En una casa elegante de la calle F... numero 25, una joven mujer rubia de ojos claros vestida con una blusa negra, pantalón palazzo y botas de cuero negro de tacón con unos detallecitos dorados recibía otra igual de joven que llevaba puesta una blusa bordo, falda y stilletos negros, de cabello y ojos marrón oscuro y tez blanca.
La joven reportera fue conducida hasta el living de la casa de paredes color beige claro y muebles en la misma gama de colores. Saco de su bolso una grabadora pequeña pero moderna, perfecta para grabar una conversación como la que tendría con la otra mujer.
-Muy bien, ya esta lista la grabadora. Comenzaremos por escuchar tu nombre completo.
-¿El de casada, el artístico, el de nacimiento o el real?
-El que quieras. Me gustaría oírlos todos.
- Mary Ann querida, eres una mujer exigente. Mi nombre de casada es Solange Das Neves de Vargas, el artístico es Sole Mío, el de nacimiento..... Es un poco difícil para mí mencionarlo, no lo uso ni se lo digo a nadie desde hace años.
-¿A que se debe? ¿Te avergüenza, te trae malos recuerdos, o tu marido no te lo permite?
-Que me prohíba algo, así le va a quedar el moño (entre risas) mi nombre de nacimiento es Dalí, Dalí D' Estefano. Y el real, el mió es simplemente Solange.
-¿Prefieres que te diga Sole o Solange?
-Solange mejor, me gusta como se oye mi nombre en tu voz.
- Ok, Solange ¿Por qué escogiste ese nombre?
- Es bastante extraño. Todos me preguntan el porque de mi nombre, siendo este tan evidente para mi y tan confuso para los demás. Solange significa "la consagrada solemnemente": consagrada al amor, a la vida, a si misma. Para mi tiene poder, es suave, suena hermoso en la voz de quien lo pronuncia con cariño. Me gusta. Y el diminutivo que uso me recuerda a como le decía yo a mi hermanita menor, Sol. Mi Sol. La que me dio mi nombre y mis ganas de vivir.
-Cuéntame sobre ella. ¿Sabes que fue de su vida?
-Querida por supuesto que lo se. Esta felizmente casada con un oncólogo y tiene una hijita pequeña. Ella es dos años menor que yo, aun así siempre la trate como si fuera mi igual. Nunca peleamos, nunca nos insultamos, nunca se alejo de mí. Cuando fui echado de casa, sus oraciones se fueron conmigo, al igual que su deseo de que yo estuviera bien y a salvo de la maldad a la que tanto temíamos.
Nuestra infancia no fue color de rosas como muchos imaginan, al contrario, es todo lo que un niño nunca debería pasar. Te sonara tal vez a cliché, pero mi padre era un borracho asqueroso y sin escrúpulos. Siempre golpeaba a la inútil de mi madre mientras esta lloraba como la pusilánime que era. Le soportó todo menos la infidelidad. Como nos reímos cuando escuchamos sus reclamos por "el pecado del adulterio" que el había cometido. Era una pobre infeliz, quiso reclamarle todo lo que nos hizo pasar en todos esos años, sin embargo, el destino hizo todo lo que tenia a su alcance para hacerla quedar como tonta. En medio de la gritería histérica le dio un infarto y murió al instante. Ivana, mi madre, lloraba como desgraciada. Sol y yo no derramábamos ni una lagrima, jamás nos importo. Es mas, nos saco un peso de encima. Sin el y con Ivana, yo nunca le decía mamá, esclavizada al trabajo, Solcito y yo hacíamos lo que queríamos; me encantaba disfrazarla, ponerle las pelucas de la vieja, maquillarla y sacarle fotos.
Un día ella me pidió que me probara uno de los vestidos, que a ella le quedaba algo grande. Era corto, de color morado. Lo recuerdo bien. Recuerdo como me quedaba; yo siempre fui delgado, bien formado de espalda, culoncito y con un poco de caderas, así que el vestido me quedaba medio ajustadito. En el busto me lo rellene con algodón, me puse una peluca rubia y rizada, unos tacones negros de charole y un maquillaje liviano que fuera fácil de sacar.
Cuando me vi en el espejo me sentí tan linda, tan hermosa, tan poderosa. Me veía y no me veía. Era toda una revelación, fue increíble. Ya no tenia dudas en ese momento. Me gustaba ser hombre, me gusta ser hombre. No es por criticar ni nada a quienes se hacen la reasignación de sexo, pero eso no es lo mió. Amo mi hombría y mi femineidad, amo ser sol y luna, día y noche, blanco y negro. Lo soy todo, soy la dicotomía perfecta. Y en ese momento lo entendí, y, muy en contra de mis pronósticos mi hermana me acepto y amo tal y como era, así como yo a ella.
-¿Fue en ese momento que te diste cuenta también que te gustaban los hombres?
-Si y no. Hablando con mi hermana, me pregunto porque nuestra madre era una mujer tan fea, descolorida e infeliz, y porque yo, como mujer, brillaba mas que ella. Le conteste que yo era feliz y ella no; que yo me amo y ella se odia. Luego me pregunto si yo buscaría casarme con un hombre para poder ser feliz como la mujer que merezco ser. Me enternecí hasta las lagrimas y le dije que si, que le prometía que seria una mujer feliz que amara a un hombre con el que me casaría. Desde ese momento fue como si me propusiera a mi mismo que tenia que enamorarme de un hombre, no se si fue sugestión o si me gustaban enserio pero me enamore de un chiquillo bonito que era mas femenino que yo para colmo (entre risas). Salimos unos meses pero no me gusto. Solo me gustaba cuando el tomaba la iniciativa y se ponía un poquito dominante, aunque peco de mentirosa si niego que me encantaba someterlo un poquito. Nunca lo hice con el, solo abrazos y besos, pero fue suficiente para que la idiota de Ivana se enfureciera conmigo. Me trato de prostituta roñosa, que me iría al infierno, que porque no me morí al nacer, que era su peor castigo, y demás porquería que le salía de la boca a la muy desgraciada. La hice fácil, le dije la verdad. Le dije que la odiaba, que odiaba que nos golpee a mi hermana y a mí, que era una perra infeliz y frustrada, una cornuda sin orgullo. Y le jure, por el alma de mi hermana y la mía que seria una mujer mejor que ella, que tendría un buen marido, hijos amorosos, una carrera, y una vida lejos de toda esa miseria.
Siguió gritándome incoherencias mientras juntaba mis cosas para poder irme. Lleve solo lo necesario en una vieja valija, a demás de unas prendas de mujer que me dio de regalo mi hermana. al dármelas la mire y le pregunte porque lo hacia y respondió con sus ojitos verdes, no como los de Ivana, sin brillo y muertos, sino brillantes como esmeraldas, bañados en lagrimas : "las necesitaras en tu nueva vida como una mujer feliz", a sus catorce años seguía siendo una nena dulce e inocente, "y toma esto", rompiendo su cajita de ahorros que tenia desde hacia años juntando para su vestidito de quinceañera, "vas a necesitar plata para poder mantenerte hasta que consigas trabajo". "solcito deja, es para tu vestido de reina" "sin mi hermana reina no lo quiero, quiero que estés bien", me abrazo y lloro amargamente entre mis brazos mientras rezaba un ave Maria pidiendo por mi. Hice lo que hacia siempre que ella lloraba: acaricie su cabello y le cante una canción que desde que era pequeñita yo le cantaba para que se duerma y no escuche las peleas de Ivana con José Luis, el borracho de mi padre.
-¿Qué le cantabas?
-Pure Imagination, la de charlie y la fabrica de chocolate. Me encanta esa película, la música es bella.
-¿Qué edad tenias cuando te echaron de casa?
- Dieciséis. Era un niño que no sabia nada del mundo.
-Esta fue la parte mas difícil de tu vida supongo.
-No no, mi reina, lo malo apenas comienza....
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