Capítulo Veintiséis
En un rincón sombrío de un bar de mala muerte, Mingyu se encuentra bebiendo en soledad, o al menos así lo parecía. Frente a él, un vaso de whisky se vacía lentamente, cada sorbo parece ser una liberación temporal de sus pesares. Busca despejar su mente y tranquilizar su agotado corazón. A su lado, Seungcheol se haya sentado, sabiendo todo lo que sucede. Ya no sabe ni cómo aconsejar a su amigo.
De pronto, un tercero aparece caminando entre la multitud del bar. El mayor lo ve llegar y alza su mano con emoción para ser visto.
—Aquí, Woozi —lo llamó y éste asintió ante él.
Se acercó y se acomodó justo al lado de su novio recibiendo un beso en su mejilla como saludo. —Lo siento por traerte aquí, es que Mingyu anda... ya lo estás viendo por ti mismo.
El muchacho de larga cabellera azabache y ojos oscuramente filosos, siendo intimidante a pesar de su corta estatura, mira y analiza al lamentable moreno. Nunca lo había visto en aquel estado tan deplorable, aunque Seungcheol siempre le mantiene al tanto de todo lo que sucedece la oficina y los problemas de su mejor amigo.
—¿Es por el administrador? ¿No están saliendo ya? ¿Por qué estás tan mal? —frunce el ceño sin entender. A estás alturas debería estar desplazando amor por todas partes, o así le contó su novio el primer dia.
—Wonwoo no está bien —balbuceo un poco borracho, balanceando el vaso entre sus manos. Esboza una agria sonrisa —Temo terminarle pero él... No está listo para formar una relación. Está dañado en todo sentido y por más que intento ayudarlo, siento como me daño por él. No sé que hacer...
—Esa ex esposa de él realmente le dejó un trauma de separación —asumió Seungcheol un poco molesto. Luego de cuatro años babeando en secreto por un chico, cuando por fin logró tenerlo en sus manos, las cosas no son tan gratificantes. Se siente mal por si amigo, con esa cara hermosa que tiene nadie pensaría que tuviera tantos problemas amorosos.
Woozi lo miró en silencio por algunos segundos y decidió opinar. —Entiendo que lo amas y mucho —recuerda las mil y un veces que lo ha dicho y Seungcheol también lo ha afirmado —Pero dado a todo lo que me han contado, para que sane tardará. Creo que deberías sugerirle que vea a un psicólogo.
Lucas levantó la cabeza y lo miró, sus ojos vidriosos por el alcohol y la tristeza. a pesar de su tez morena, se puede ver un robur tunue adornando sus mejillas —¿Un psicólogo? No sé si él lo aceptaría. Siempre dice que está bien, aunque este mal, aunque le duela, aunque este roto, aunque todo el mundo se viniera abajo sigue diciendo que está bien.
—Inténtalo —continuó con suavidad. —Hazle entender que esto es por su bienestar y también por el tuyo. Un profesional puede ayudarlo a encontrar las herramientas que necesita para superar sus problemas. Tú puedes estar ahí para apoyarlo, pero no puedes ser su salvador. Solo él con ayuda profesional logrará salir de su hoyo de sufrimiento solo, no importa lo mucho que intentes ayudarlo, el único que puede salvarlo es él mismo. Si no quiere salvarse, se hundirá más. Su relación no funcionará si sigue así.
—Woozi tiene razón. A veces, lo mejor que podemos hacer por alguien que amamos es dar un paso atrás y permitir que un experto intervenga. No estás abandonándolo al hacer esto, Mingyu. Estás buscando la mejor manera de ayudarlo.
—No es que su relación deba terminar, solo pausenlo. Igual por lo que escuche, aún no se lo has pedido formalmente, puedes retrasarlo solo un poco. Si de verdad se aman, eventualmente estarán juntos.
Mingyu sintió un agrio sabor en la boca. Cierra sus ojos y bebe de un sorbo lo que queda del vaso. Agitado y preocupado, su corazón vuelve a caer en la desilución. Debe dar un paso atrás si lo ama, debe ser paciente y pronto... Pronto podrán ser felices juntos.
—Recuerda que también es importante cuidar de ti mismo. No puedes ser la base de su estabilidad si tú mismo estás quebrado —le recordó Jihoon dándole al clavo.
«Wonwoo debe estar bien.
Y yo debo estar bien.
Solo así podremos ser felices juntos»
En un abrir y cerrar de ojos llegó a casa. Abrir la puerta fue más difícil de lo que pensó, debido a que su corazón pesa y teme enfrentar la realidad.
Se adentró y el silencio lo golpeó abruptamente. Las luces apagadas y un ambiente solitario. Dio unos pasos y lo vio. Wonwoo se encuentra durmiendo en el sofá en una posición incómoda. Lo estába esperando. Sonrió con dulzura.
Se acercó y para no despertarlo lo sostuvo en brazos como a una delicada princesa. Él es su pequeño príncipe y desea mimarlo como tal. Cuando se dirigió al pasillo, estuvo a punto de llevarlo a su habitación en donde debe estar durmiendo el niño pero se detuvo. Y decidió llevarlo a la suya propia.
Recostó a Wonwoo en su cama y lo cubrió con la manta, cuidándolo como a un pedestal, es su tesoro.
Admito su bello rostro inconsciente y cuando estuvo por retirarse para echarse un baño fue detenido de forma sorpresiva por aquellas largas manos que se aferraron a su muñeca.
—Lo siento, ¿Te desperté? —miró como aquellos ojos se entre abren de forma adorable, aún con semblante adormilado —Sigue durmiendo.
—¿Dónde estabas? —cuestionó con su voz ronca y baja.
—Estaba con mis amigos, se me olvidó avisarte.
Jeon abrazó la mano ajena contra su pecho no queriendo dejarlo ir. Cerró sus ojos y habló —¿Seguro?
Es... Como si estuviera dudando de él.
Mingyu se arrodilló y lo miró —Si, ¿Con quién más estaría si no son ellos?
Wonwoo parece pensárselo —Bueno...
—¿Bueno qué? —ríe ligeramente debido a su dulzura. —Soy tuyo y de nadie más.
—Sé que no soy suficiente y que hago las cosas mal —dice en un tono agudo y lamentable. Abre sus ojos dejando ver lo cristalinos y brillantes que se encuentran debido a las lágrimas que se acumulan. —S-Si usted lo necesita, p-puedo dejarlo pasar...
—¿Necesitar qué?
—Otra compañía —aquellas palabras lo dejaron pasmado, mirando sin comprender como el menor fue capaz de decir algo así —... S-Solo no tiene que dejarme solo, n-nunca suelte mi mano —aferró sus dedos a la palma ajena con fuerza. Lágrimas se deslizan por sus mejillas sonrojadas y frías.
Mingyu negó. —Nunca buscaré otra compañía y si llego a hacerlo, no me perdones, no debes perdonarme nunca.
—Puedo perdonarlo —apresuró a decir en un tono desesperado.
—No puedes, no puedes hacerlo...
—Yo...
—¡No digas nada más, por favor! —sin poder evitarlo, explotó. Sacó su mano alejándolo del tacto del menor, se levantó y retrocedió.
—L-Lo s-siento, n-no quería hacerlo enojar, e-es mi culpa... —empezó a sollozar.
—Mañana te buscaré un psicólogo —simplemente contestó. Aunque le diga y le vuelva a repetir que no es su culpa, no le hará caso, nunca lo escucha. Por más que intente ayudarlo, nada servirá. La situación sobresale de sus manos y si siguen así, no llegarán a ninguna parte. —Irás y serás tratado.
—¿C-Cómo? ¿Por qué? Y-Yo estoy bien, y-yo...
—No estás bien, no lo estás —negó duro. —Duerme y descansa, voy a bañarme —le dio la espalda y se dirigió al baño sintiendo un agrio sabor en la boca.
Su corazón pesa y duele.
Sus dedos tiemblan mientras teclea en la pantalla de su celular. Y cuando presionó enviar, sintió como un peso de su hombro fue bajado. Es cobarde, no es capaz de terminarle de frente por eso recurre a los mensajes.
Se encuentra sentado en una banca frente a su edificio. Las personas van y vienen mientras él sigue estancado en lo mismo, quiere salir y escapar. Se dejó destruir por Yugyeom y recomponer los pedazos de su corazón de nuevo será una tarea difícil.
Se ama a si mismo y se valora, por ello aunque desee tanto ser amado y correspondido, no puede dejarse pisotear. Se arrepintió y aquello es uno de los peores errores de su vida.
Endurecer su corazón es algo que no le gusta hacer pero le toca.
—Oh, buenos días —su vecino Seungkwan parece estar caminando cerca y le sonrió por cortesía.
—Buenos días —se levantó respetuoso.
—¿No vas al trabajo?
—En unos minutos voy a salir.
—Buena suerte.
—Usted también tenga lindo día.
El contrario con una sonrisa y tal vez un brillo especial en sus ojos, se fue retirando.
En eso, su celular suena. Vernon ve y se sorprende que se trate de Yugyeom. Se altera, respira, piensa y no sabe qué hacer.
Nervioso, contestó. Debe hacer de frente sus problemas.
—¿Enserio? ¿Enserio me estás terminando? —no parece nada contento.
Tomó una bocanada de aire y lo soltó —Si, lo nuestro no puede seguir.
El contrario ríe sarcástico —¿Después de que te abrí las piernas y...
—Cállate de una vez —se sintió avergonzado y lo odia, odia sentirse así. Utilizado como una simple muñeca de trapo —Estoy harto de que me dejes plantado y me trates como la basura, merezco más y nunca te lo exigí. Me arrepiento.
«Me arrepiento de haberte dado mi corazón y haber dejado que jugaras con él.
Te di mi cuerpo y alma. ¿Y qué recibí a cambio?
Dijiste que me amabas, ¿Tan fácil es mentir para ti?»
—¿Vas a hacer una rabieta solo por eso? Tu eres una persona madura, Hansol.
—Porque soy una persona madura lo nuestro acabo. No vas a utilizar más mi cuerpo ni mi dinero, no quiero volver a ser un juguete —lágrimas de rabia y rencor se asoman en sus ojos. —Me lastimaste y deje que hicieras conmigo lo que quisieras, me arrepiento —sin poder evitarlo, rompió en llanto.
—¿Después de nuestra noche caliente te arrepientes? ¿Acaso puedes encontrar a alguien que folla mejor que yo? ¿Qué cosas dices, bebé? Sabes que no puedes vivir sin mi —parece burlarse al final —Deja esa estupidez y ven a mi casa esta noche.
—No quiero, lo nuestro terminó. No me vuelvas a hablar en tu miserable vida.
—¿No me digas que te conseguiste a otro? Sabía que eras una puta ramera disfrazado de un santo. Mala decisión ahí.
—No tengo a nadie más.
—¿¡Entonces cómo podrías terminarme!? ¡Tu me amas, me amas más que a nadie! ¡No puedes vivir sin mi! ¡Deja toda esa porquería de mierda que dices y ven, montate en mi cama y dime otra vez que no me quieres! ¡Me necesitas y lo sabes, no te hagas el imposible y especial cuando ya me abriste tus piernas!
Muerde su labio inferior ahogando sus sollozos. ¿Cómo puede? ¿Cómo puede soltar algo así de él...?
El nudo en su garganta le impide hablar, no sabe qué decir o qué responder. Lo ama, aún lo quiere tanto que quema y duele como el infierno.
Pero antes de que pudiera decir algo más, su celular fue arrebatado de las manos. Se giró sorprendido al ver que se trata de su vecino profesor quien parece estar irradiando fuego violento en sus ojos.
—¿Ya terminaste de arrastrarte o es que te falta más suelo? —duro y sarcástico.
—¿Y quién eres tu, ah? No me digas, ¿También te abre sus piernas? ¿Te ofende que lo insulte? Él me ama más a mi, así que deja esa mierda y vete.
—A diferencia tuya, que se acostó solo una vez contigo y se escapó, a mí me tiene cada noche a su lado —sus palabras brotaron llenas de veneno y orgullo —Debe ser porque el condón te quedaba grande, cualquiera se asusta y se va.
—¿¡De qué mierda hablas, ah!? ¿Si quiera sabes quién soy? Ya veo que Vernon es sólo una puta que finge ser inocente, me engañaste bien, eh. ¡No te hagas el inocente si también te has acostado con otros, ¿Me escuchas, ah?!
—Deberías tener en cuenta tu posición social en este momento, un don nadie que finge ser hombre cuando es un niño que aún no sabe cómo venirse en un hombre de verdad. Pero no te puedo culpar mucho, debido a que los animales actúan por instinto. Soy profesor de literatura, te puedo dar la primera clase gratis si quieres mejorar tu léxico en esta vida porque se ve que te hará falta.
Yugyeom ríe sarcástico —¿Sabes qué? Váyanse a la mierda los dos.
—¿A cuál más si estoy delante de ella?
El contrario gruñó, parecía querer decir algo más pero Seungkwan se lo impidió —Te lo advierto, vuelvo a verte cerca de él y yo mismo me encargaré de mandarte de vuelta al infierno, ¿Entendiste? —dichó esto, colgó.
Vernon lo mira perplejo, agradecido y a su vez, apenado.
—Usted no tenía que haber hecho eso...
—Un idiota como él lo merece y más.
—Lo sé —murmuró mientras sostiene de nuevo su celular que le fue extendido. Se ve triste y apagado.
—¿Quieres salir a cenar después del trabajo?
—No necesita tener pena de mi, de verdad.
—No es pena, solo quiero salir a cenar.
Vernon lo miró y asintió —Lo pagaré como agradecimiento.
—Es suficiente paga para mí verte frente a mi, no necesitas nada más —sus palabras lograron ruborizarlo. Incluso el profesor se vio avergonzado luego de decirlo —B-Bueno... Nos vemos luego, ¿Si? Y si te molesta ese tonto, llámame, tienes mi número.
—Tenga un lindo día.
—Igualmente.
Cuando una puerta se cierra, eventualmente otra es abierta. Incluso cuando crees que fue el final y ya no serás capaz de seguir adelante, el mundo se encarga de mostrarte otra cosa. La felicidad está justo en frente tuyo a tu alcance, solo hay que tener la valentía de enfrentarlo y ser capaz de verlo porque no todos abren los ojos.
—Siento ser una molestia —Wonwoo mira el suelo apenado.
Mingyu delante de él negó suavemente. Tomó los hombros del menor y sonrió cálido —No lo eres y nunca lo serás. Por favor, ahí dentro sé honesto por ti y por mí. Vamos a salir adelante.
Asintió con un nudo de la garganta.
—En una hora volveré a recogerte, si llego tarde llámame.
—Está bien —asiente como niño bueno.
Min lo soltó y se alejó —Te deseo suerte —fue lo último que dijo antes de dar la vuelta y dejarlo. Espera que todo mejore.
Wonwoo lo mira alejarse cada vez más en los pasillos del hospital. Mira a su lado la puerta que lo lleva a la psicóloga que lo tratará. Estuvo por entrar pero volvió a girarse para ver la figura de Kim perderse luego de salir.
Con su corazón latiendo y retumbando como eco por todo su cuerpo se apresuró, sus pies se movieron solos y empezaron a correr. Abrió la puerta agitado, esperando que no se haya ido ya.
—¡Hyung! —lo llamó una vez lo vio caminando al estacionamiento. Éste se detuvo al reconocer su voz y se giró.
Una vez sus miradas se conectaron, Jeon corrió a él, dejándolo muy confundido.
—¿Pasa algo? ¿Por qué no entras? Tu... —no pudo continuar hablando cuando un beso es depositado en sus labios, pequeño y corto.
Wonwoo retrocede con un rubor notorio. —L-Le deseo suerte también —le dice con clara vergüenza, su rostro se ruborizó como un tomate. Agitó sus manos como forma de despedida e intento irse.
Si, lo intento.
Pero su brazo es jalado de nuevo en su lugar y un beso es robado en sus labios. Cerró los ojos de inmediato aceptando el contacto. Mingyu lo besó con amor, desea tanto profundizarlo y continuar en la cama pero no puede. Se separó con una sonrisa.
—Ahora ve.
—Si.
No todo es malo, tal vez... Pronto logren ser felices juntos.
Dino llegó a casa esa noche sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros. Como de costumbre, apenas cruzó el umbral, su padre le lanzó una mirada despectiva, la misma que había visto miles de veces antes.
—¡Ya era hora! —gruñó su padre. —Hoy es día de paga y no nos dijiste.
El menor lo mira con cierto asombro. Es la media noche, pero ellos aún sigue despiertos, esperándolo. Odia que estén atentos a él o más bien, a su dinero. Aunque lo oculte siempre se enteran del dinero que tiene y si no, rebuscan entre sus cosas hasta encontrarlo.
—Ese estúpido planea quedarse con todo otra vez —habló su tía con rabia. Sostiene una botella de Soju entre sus manos, está un poco borracha como todos los demás. —Es un malagradecido.
Dino no quiere que le golpeen otra vez por lo mismo. Trató de no suspirar mientras saca de su bolso el cheque y entrega su sueldo, otra vez. Lo peor es que ni siquiera tiene tarjeta, nunca se lo pudo sacar y cada vez que lo intentaba ellos se enteraban y lo detenían.
La mirada de sus abuelos y tíos se mantuvieron interesados como buitres al botín mientras su padre cuenta.
—¡Inútil! —gritó su progenitor —. ¡Ni siquiera puedes ganar lo suficiente para mantenernos!
—¿Acaso cuánto es? —su tía se levantó y se acercó.
—Dos millones de wones. ¿No se supone que es más?
—Ese maldito mocoso está ocultando dinero, claramente en su contrato decía dos millones quinientos —lo recriminó.
Estuvo por abrir la boca y mentir debido al miedo como siempre, pero no. Está harto y decidió expresarse —N-Necesito dinero para el autobus, las cosas y un nuevo traje. Esto ya es viejo, yo solo... —no pudo continuar hablando cuando la grande y fuerte mano de su padre azota su mejilla sin piedad, otra vez.
Sus ojos se llenan de lágrimas, no soporta más la constante humillación, Dino apretó los puños con rencor. ¿Pueden dejarlo en paz alguna vez? ¿Por cuánto tiempo más vivirá así?
—E-Estoy cansado de esto —dijo con voz temblorosa pero a su vez, manteniéndose firme. Su corazón late apresurado mientras todo su cuerpo tiembla. Nunca lo había enfrentado, nunca ha sido capaz. Siempre le ha tenido miedo y le sigue... temiendo. —No tienen derecho a tratarme así. Y-Yo trabajo duro, merezco ser feliz también.
La habitación quedó en silencio por un instante, antes de que su padre explotara en furia.
—¿¡Cómo te atreves a hablarme así, mocoso ingrato!? —rugió, levanta la mano y vuelve a golpearlo a puño cerrado.
El menor se tambalea y retrocede. Siente el sabor metálico deslizarse por sus belfos. Y antes de que pudiese reaccionar sus cabellos castaños son jalados siendo arrastrado por el pasillo de la casa en contra de su voluntad.
—¡No, déjame! ¡Déjame en paz! —las lágrimas se vuelven en un torbellino que cae de sus ojos. Preso del miedo y la agonía, decidió que no quiere ser golpeado nunca más. Y con ello empezó a golpear y patear a su padre hasta que logró lastimarle y hacer que soltara.
—¡Maldito hijo de puta, ¿Cómo Le hiciste eso a mí hermano?! —su tía escandaliza.
—¡Niño malagradecido! —esa fue su abuela furiosa. —¡A los padres se respetan!
Dino ve como su tía corre para agarrar la botella de vidrio verde, característico de los Soju. Con terror sabiendo que ella lo golpeara. Escapó.
Salió corriendo de su casa, dejando atrás los gritos y los golpes. Dejando detrás el abuso que recibía. Sus pies se impulsaron solos debido a la adrenalina, corrió por varias calles hasta que ya su cuerpo no dio más y cuando se detuvo se encontró con la fría noche de Seúl, sin chaqueta, temblando por el frío.
Empezó a caminar sin rumbo, mientras se abraza a si mismo. Las luces de las calles pobres apenas iluminan su camino. El viento cortante le hace estremecerse, y sus lágrimas empezaron a caer, mezclándose con la helada brisa nocturna.
«¿Ahora qué haré? ¿A dónde iré?» toda su cabeza duele y siente la herida de su labio palpitar. Les dio todo su dinero, apenas debe tener centavos en sus bolsillos.
—Maldicion, ¿Qué hice? —cayó al suelo mientras se agarra de sus cabellos frustrado. ¿Lo aceptarán de vuelta en casa? No tiene otro lugar a donde ir. No tiene a nadie. Esta solo.
Después de lo que pareció una eternidad, un lujoso vehículo negro se detuvo a su lado. Dino miró con sorpresa cuando la ventana se bajó y vio a Seokmin.
—Dino, ¿qué haces aquí a estas horas? —preguntó Seokmin, con una mezcla de preocupación y molestia en su voz —. Hace frío, ¿dónde está tu chaqueta? ¿Por qué eres tan despistado?
Dino intentó responder, pero las palabras se atoraron en su garganta.
Seokmin analizó al menor aún más, con cierta dificultad debido a la poca luz pero en ese momento pudo darse cuenta de varias cosas. Su cabello desordenado, su mejilla roja e hinchada junto a su labio que sangra. Sudor frío que cae de su frente, cuerpo agitado y que además, aún viste la ropa del trabajo siendo que hace cinco horas fue su hora de salida. Aquellos lindos ojos de cachorro brillando como el cristal desbordando lágrimas silenciosas que al principio había pasado desapercibidas.
Hay algo que él nunca admitira en voz alta y es que durante días ha estado merodeando por el vecindario del menor, algo le inquietaba sobre Dino, aunque no podía precisar qué. Sabía que algo le sucedía y no pudo evitar ojear su currículum y pasar cada vez que puede cerca de su casa. Hace unas horas él también salió y sigue vistiendo su traje ajustado y costoso.
—Sube al coche, te llevaré a un lugar más cálido —dijo Seokmin en un tono más suave.
Chan dudó por un momento, pero el frío era insoportable. Su superior ya lo ha visto en las peores facetas y han vivido cosas inimaginables juntos, esto... no debería ser nada. Subió al vehículo, sintiendo el calor reconfortante que emana de los asientos. Seokmin lo observó de reojo, notando las lágrimas en su rostro.
Lee se quitó el saco y se lo extendió al menor quien al principio negó a pesar de tener los labios azules. Se lo lanzó a su regazo —Úsalo, estás congelándote.
—G-Gracias —arruga su nariz con ternura y se pone el saco que es dos tallas más grande que su cuerpo. La fragancia de la colonia varonil que usa el mayor se funde en su cuerpo y extrañamente no le molestó, le pareció reconfortante.
—Lee Chan, ¿qué está pasando? —insistió—. ¿Por qué estas caminando solo en la media noche? ¿Quién te golpeó?
No puede evitarlo. Es obvio que algo le está pasando y por más que lo niegue, Seokmin sabrá que está mintiendo. Abrió la boca intentando decir algo pero no fue capaz, su cuerdas vocales sólo pudieron sacar un sollozo ahogado.
Dino rompió a llorar de nuevo, esta vez más abiertamente. Se cubrió el rostro con vergüenza no queriendo ser visto.
Seokmin lo miró confuso y preocupado. Su corazón dolió al verlo mal y a su vez, se llenó de un profundo odio hacia quienes dañaron a alguien tan puro y bueno.
Chan es un joven veinteañero que debe estar disfrutando de su vida. Alguien que aún tiene mucho por conocer del mundo. Ser vivaz, feliz y libre es lo que debería estar haciendo. No llorar de esta forma, ni esforzarse exhaustivamente en el trabajo como si no existiera nada más.
—M-Mi f-familia m-me golpea —reveló entre sollozos, con vergüenza.
—¿Tu familia?
—M-Mi papá... E-Él no me quiere, s-siempre m-me insulta y-y se lleva todo el dinero que hago. S-Solo quería tener un p-poco del dinero que gane, n-no estaba p-pidiendo mu-mucho pero a-aun asi.... a él n-no le gusto, nunca le gusta nada de lo que hago. L-Lo hago todo mal, s-soy inservible, s-soy...
—Tu no eres así —le interrumpió. Sin poder evitarlo, acortó la distancia acercando su torso al menor y extendió su mano áspera para sostener la suave mejilla del pequeño, como si estuviese tocando piel de bebé.
Chan con sorpresa lo mira a los ojos, con los suyos brillando.
El mayor seca con suavidad las mejillas del menor viendo cómo sufre de hipo y espasmos mientras siguen cayendo más lágrimas. Pensó que su tacto sería repelido y evitado pero no, el pequeño ex pasante lo dejó tocarlo. Y en ese momento se atrevió a hacer algo más descabellado, lo tomó de la nuca para impulsarlo a él y lo abrazó, dejando su cabecita caer en su hombro.
Enrolla con sus brazos el delicado cuerpo delgado y su nariz roza con los suaves cabellos castaños, oliendo el acondicionador de jasmines que usa.
Chan aferra las manos a su pecho y sigue llorando cerrando sus ojos con fuerza. —N-N p-puedo v-volver allí —dijo con su voz apenas en un susurro inestable. —N-No p-puedo s-soportarlo m-más... N-No quiero i-ir a c-casa... S-Siempre tengo m-miedo de volver...
En ese momento, el mayor se dio cuenta. Todo este tiempo lo raro y sospechoso que ha notado del menor es debido a los abusos que recibe en casa. Ahora todo tiene sentido para él.
Seokmin asintió lentamente sintiendo como su corazón se incendia de rabia y furia —No tienes que hacerlo —respondió con firmeza con su voz grave en un tono bajo —No dejaré que vuelvas ahí nunca más —prometió o más bien, lo juró de sede su alma.
—P-Por favor —sin darse cuenta, se aferró no solo al cuerpo del mayor si no también a su alma y corazón, esperando que cumpla sus palabras.
Se dejó consolar y acariciar sintiéndose cálido. Su corazón adolorido y herido de tantos años de abusos se sintió bien junto a la compañía. Sin poder evitarlo, empezó a ilusionarse, esperando que ahora junto a Supervisor, consiguiera la paz que tanto desea tener.
Solo quiere ser feliz, vivir alegremente como un joven de su edad. Poder trabajar y usar el dinero para su disfrute. No ser denigrado ni abusado.
—Dueme en mi casa hoy.
En ese momento, su ilusión se rompió y se alejó un poco para alzar su cabeza y mirarlo a la cara demostrando perplejidad en la suya —¿E-En su casa?
Seokmin mantiene rodeando la cintura ajena con sus manos, sin ser capaz de soltarlo. —¿A dónde irás si no ahí?
Tiene razón. Frunció los labios pensativo y avergonzado. —L-Lo siento, n-no quiero ser una molestia.
—No lo eres. Quédate en mi casa, puedes vivir cómodamente. Si necesitas dinero pídemelo, te daré todo el apoyo que necesites. Confía en mí, me encargaré de todo, me haré cargo de ti y te cuidaré —tal vez fue mucho más directo de lo que le hubiese gustado pero ahora teniendo al pequeño entre sus brazos, no pudo evitar soltar su sinceridad plena —Solo quiero que estés bien. No dejaré que nadie nunca más vuelva a poner un dedo en tu cuerpo sin salir ileso —sonó tan seguro y salvaje, como si fuera capaz de hacer una locura por el.
—¿R-Realmente se hará cargo de mi?
—Lo haré.
—Gracias por su ayuda —esbozo una pequeña sonrisa sincera. Sintiendo como su corazón revolotea de forma extraña. —Me aseguraré de pagárselo todo.
¿El romance se intensificará entre el pequeño administrador y el supervisor?
¿Wonwoo se sanará a si mismo?
¿Nueva y hermosa puerta fue abierta para la vida de Vernon?
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